domingo, 14 de noviembre de 2010

Pepe Escobar, sobre el G20 (último)







Rebelion. ¿De acuerdo, G-20?















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Economía






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14-11-2010







¿De acuerdo, G-20?




Asia Times Online



Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens




Sin duda es mejor que cualquier monótono comunicado del Grupo de los 20 (G-20). Todo lo que hay que saber sobre el Quantitative easing o relajo cuantitativo (QE, por sus siglas en inglés) de la Reserva Federal de EE.UU., las guerras monetarias y el tsunami de difamación que pasa por el actual sistema financiero global se encuentra en un animado vídeo de rap de Next Media Animation con sede en Taiwán (vea aquí el vídeo)

Si por lo menos la cumbre del G-20 en Seúl de esta semana hubiera publicado un relato de cómo fue preparada. La cumbre fue presentada como un noble último baluarte del antiproteccionismo, que apoya la recuperación económica global mientras alivia los problemas generalizados de déficit y deudas. Aunque la reunión se desarrolló el jueves y viernes, la declaración final fue elaborada trabajosamente el miércoles. Y fue una verdadera lucha en el fango.

Después de mucho transpirar, se llegó a un borrador de comunicado, que indica que las naciones deberían dejar que los mercados determinen los tipos de cambio y que se “abstengan de devaluaciones competitivas” (una referencia velada a EE.UU.), pero hasta el último minuto los sherpas, funcionarios cuyo agudo sentido de los peligros y las rutas seguras ayudan a guiar a una conclusión segura aunque banal de toda cumbre, también mantuvieron entre paréntesis formulaciones alternativas cruciales – “infravaluación competitiva” (una referencia velada a China).

Como premio de consuelo a la opinión pública global, fue por lo menos reconfortante ver que los países del BRIC –Brasil, Rusia, India y China– y la Unión Europea (UE) terminaron por hacer las cosas como Dios manda para producir una declaración subrayando la voluntad política –casi general– de que las naciones no deberían adoptar políticas, como la última vuelta de relajo cuantitativo de la Reserva Federal o (QE2), que afectan seriamente las economías de otras naciones.

Todos los bancos centrales del mundo habían pedido durante días que la Reserva Federal confiese la verdad sobre QE2. Creer que el G-20 aceptaría de buena gana la oferta del presidente Barack Obama de EE.UU. de que celebrara otro tsunami de dólares estadounidenses de papel por los que EE.UU. no puede pagar es vivir en un mundo irreal. No es sorprendente que muchos diplomáticos hayan confirmado, de modo más o menos cortante, que fue ciertamente una cumbre de G-19 más 1.

Exhibir como éxito del G-20 sólo una promesa de que el tan abominado Fondo Monetario Internacional (FMI) debe controlar lo que hace el G-20, es poco menos que sobrecogedor (aunque el FMI ahora sueña con que una acción coordinada del G-20 para “salvar” la economía mundial podría generar 52 millones de puestos de trabajo a mediano plazo). Para no hablar de que Washington se niega a sufrir el “ajuste estructural” que su bebé, el FMI, siempre ha impuesto a cualquier otro enfermo de déficit presupuestario.

El nuevo ejército modelo

¿Podía ser de otro modo? Tomemos la carta que Obama envió a los dirigentes del G-20 antes de la cumbre. Trató de convencer a los otros 19 de que EE.UU. cumple su “compromiso de abstenerse de infravalorar divisas por propósitos competitivos” – cuando todos ellos casi estaban gritando que QE1 y QE2 no son otra cosa que devaluaciones del dólar estadounidense. La carta de Obama culpó prácticamente a China y a los mercados emergentes por la crisis financiera de 2008. Y cuando defendió el lunes en India la acción de la Reserva Federal, estaba declarando de hecho que lo que es bueno para EE.UU. es bueno para el mundo.

La reacción del presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva fue ciertamente más ponderada que la de numerosos furiosos banqueros centrales europeos, que acusaban de “traición” a EE.UU.; Lula sugirió que los países del BRIC deberían comenzar a utilizar menos dólares al comerciar entre ellos (como ya es el caso).

Hasta el reino mineral sabe que el sistema de Bretton Woods, introducido a finales de la Segunda Guerra Mundial, ha estado muerto desde que EE.UU. declaró unilateralmente el fin del vínculo entre el oro y el dólar estadounidense bajo Richard Nixon en 1971. Lo que ha tenido lugar hasta hoy es un coma interminable del sistema monetario global. En Washington/Wall Street ha adoptado una ley de la selva en la que no se toman prisioneros –manipulando interminablemente el dólar estadounidense como moneda de reserva global. Para las naciones emergentes, el único contragolpe posible es coordinar una diversidad de trabajos de inversión pública, garantizar puestos de trabajo e ingresos en sus mercados internos y proteger sus industrias locales.

Es instructivo comparar la situación actual con lo que sucedió bajo Franklin Delano Roosevelt. Para revertir la Gran Depresión, el gobierno de EE.UU. se hizo cargo de la economía. El presidente Roosevelt no recurrió a “los mercados”; lanzó un paquete de desarrollo concebido por el Estado –obras públicas mezcladas con acción social.

Por muy real que sea el impasse en el G-20, la actual retórica de Washington de esforzarse por lograr coordinación global para derrotar la crisis no tiene sentido: lo que importa a Washington/Wall Street hoy en día es derrotar toda alternativa política a su ajuste unilateral. Michael Hudson, de la Universidad de Missouri, lo explica en pocas palabras: “Esencialmente, vemos que el sistema financiero y los bancos estadounidenses actúan como un ejército para atracar las divisas extranjeras”.

Sigue siendo espectro completo, estúpido

¿Qué pasará entonces en EE.UU. después del QE2 y de este G-20? Serán los negocios como si tal cosa –es decir, el retorno, con toda su fuerza, bajo los auspicios de un Congreso dominado por los republicanos, de la primacía total de la doctrina de Dominación de Espectro Completo del Pentágono. Los republicanos tratarán histéricamente de recortar todo presupuesto que se presente -pero no, definitivamente, el presupuesto de la Guerra Sin Fin.

Por lo tanto, se acabó la “luna de miel” con China. China verá más que nunca que se solidifica su posición a la cabeza de la lista de competidores/enemigos estratégicos del Pentágono. La pregunta inquietamente cuantitativa del billón de dólares sigue siendo cómo, bajo qué condiciones y hasta cuándo, estará dispuesto Pekín a seguir financiando el continuo refuerzo de la abrumadora maquinaria bélica de Washington.

La plutocracia de Washington/Wall Street, impulsada por la Dominación de Espectro Completo, interpretará el viaje de Obama a Asia como al servicio esencial de una advertencia a China de que EE.UU. tiene intención de seguir siendo una formidable potencia asiática. A India –un socio nuclear de EE.UU.– le encantó la llegada del reinante. Y lo mismo ocurrió con Indonesia. Esos 40.000 soldados estadounidenses en Japón, más la base en Okinawa, así como los 28.000 soldados en Corea del Sur, no se irán a ninguna parte.

La situación interna de EE.UU. –que exhibe todas las preocupaciones posibles: de la debacle total de la clase media al ascenso de tendencias fascistas– no representa siquiera un suceso tardío para la plutocracia de Washington/Wall Street impulsada por la Dominación de Espectro Completo.

En cuanto al G-20, el resultado final es aproximadamente: nada puede impedir que baje el dólar estadounidense. Los grandes bancos la pasarán bien obteniendo dinero por nada en EE.UU. y chicas gratis en todos los mercados emergentes. A los estadounidenses promedio les quedarán los bajos precios de sus casas y de sus salarios. A China no le vendrán con sermones: a propósito, el yuan se ha apreciado realmente desde 2005 de 8,2 por dólar a 6,6; y se apreciará otro 15% hasta 2015, siguiendo una línea de tiempo establecida por Pekín, no por Washington.

Suramérica, con su serie de gobiernos progresistas que ahora tienen capacidades de coordinación mucho mejores, puede mostrar al mundo cómo bailar el claqué de la integración y cómo escapar a la dictadura del dólar de EE.UU., haciendo negocios en sus propias monedas. El ministro de finanzas de Brasil, Guido Mantega, ha dicho en alta voz lo que murmuran sus colegas: los días del dólar estadounidense como moneda de reserva han pasado. La tendencia va hacia una cesta de monedas. El BRIC se coordinará cada vez más. Y al liberalizar China el mercado exterior del yuan, el vínculo del dólar de Hong Kong con el de EE.UU. será historia.

Francia es el próximo país que ocupará la presidencia del G-20. No es ningún secreto, que el asediado, mega-impopular, micro-napoleónico y macro-narcisista Nicolas Sarkozy hará todo lo posible por presentar “su” Bretton Woods II el año próximo en París, y así salvar el mundo, para no hablar de su reelección en 2012.

Ahora bien, vale la pena esperar esa telenovela. Hasta entonces, bailemos rap. “From the Mao to the Deng to the Jiang to the Hu/ You think you can keep on telling us what to do...” [de Mao al Deng al Jiang al Hu/ Creéis que podéis decirnos eternamente lo que debemos hacer…”

Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro es: “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Front_Page/LK13Aa01.html

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