martes, 31 de enero de 2017

Presidente de la Duma Estatal rusa denuncia la sumisión de la UE al colonialismo de EEUU

Presidente de la Duma Estatal rusa denuncia la sumisión de la UE al colonialismo de EEUU: El presidente de la Duma Estatal rusa denuncia la sumisión de los dirigentes de la Unión Europea (UE) al dictado estadounidense cuando la colonización de Europa por Washington está pasando ya de lo político y militar a lo comercial y financiero.

lunes, 30 de enero de 2017

domingo, 29 de enero de 2017

The Washington Post llama a Donald Trump ‘el caudillo yanqui’

The Washington Post llama a Donald Trump ‘el caudillo yanqui’: El diario estadounidense The Washington Post llama a Donald Trump ‘el caudillo yanqui’ y le compara con el exdictador chileno Augusto Pinochet.

Ansarolá: EIIL y Frente Al-Nusra sirven a Israel

Ansarolá: EIIL y Frente Al-Nusra sirven a Israel: El portavoz del movimiento popular yemení de Ansarolá, Mohamad Abdol Salam, ha asegurado este sábado que los grupos terroristas como EIIL (Daesh, en árabe) y Frente Al-Nusra (afiliado a Al-Qaeda) solo favorecen a la seguridad del régimen de Israel.

miércoles, 25 de enero de 2017

Límites y contradicciones de las propuestas comerciales de Trump


ímites y contradicciones de las propuestas comerciales de Trump By Consuelo Silva Flores and Claudio Lara Cortes Global Research, January 19, 2017 [print] 4 1 8 13 Trump Cincinnati Introducción La campaña presidencial de 2016 provocó que Estados Unidos despertara de su mito sobre el libre comercio: éste nunca conduce a un comercio justo y equilibrado, e incluso puede actuar en contra de los trabajadores de su propio país cuando entra en proceso de descomposición. En rigor, en los últimos ocho años, los demócratas abandonaron a los trabajadores (a quienes antes pretendía representar) al ‘realismo’ del libre comercio. Tras el estallido de la crisis global conocieron el desempleo masivo, las labores de servicios inseguros y mal pagados, la pérdida generalizada del poder adquisitivo; sumados a la privatización de los sistemas de jubilación y atención médica. No debe sorprender, entonces, que la clase obrera blanca, sobre todo en la región de los grandes lagos (de Pennsylvania a Wisconsin), abandonara a los demócratas y votara contra el establishment político y Hillary Clinton. Pero esta campaña presidencial puso también en evidencia que el ‘universalismo’ del libre comercio no era tal. El rápido crecimiento de China como una fuerza importante en la economía global está obligando a reconsiderar si el libre comercio sigue siendo una política que genera prosperidad a los países avanzados. La perspectiva de que China pueda ser una gran potencia económica está alimentando una paranoia generalizada en Estados Unidos. En términos más amplios, el temor es que no sólo estaría en cuestión la supremacía del imperio norteamericano, sino que además algunas naciones en desarrollo lideradas por China, especialmente las asiáticas, terminen por desplazar a las economías avanzadas de su estatus privilegiado. Es cierto que el presidente electo, Donald Trump, busca la perpetuación del imperio económico y comercial estadounidense, pero lo hace sobre la base de culpar con dureza al comercio en general y a los “desastrosos” acuerdos comerciales en particular, de muchos de los problemas salariales y de empleo de los Estados Unidos. Por ello exige una “nivelación del campo de juego” en el ámbito del comercio global, proponiendo bloquear la firma de la Asociación Transpacífica (TPP), renegociar los acuerdos comerciales existentes, e incluso retirarse de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Por supuesto, el tiempo dirá si tales promesas pasan a ser simplemente retóricas propias de la campaña o se traducirán realmente en cambios de política comercial interna y externa. Este breve trabajo se propone analizar críticamente los alcances y contradicciones de los pilares de estas promesas, que sorprenden por su coherencia. Los dilemas del TPP después de su rechazo Donald Trump confirmó el 21 de noviembre pasado que se retiraría de la Asociación Transpacífica (TPP, por su sigla en inglés) el primer día de su administración. La oposición al TPP fue un tema central de su campaña, llamándolo un “desastre” y se comprometió a abolirlo cuando asumiera el cargo. En la práctica, esto significa que no presentará al Congreso la legislación de implementación necesaria para la participación estadounidense en el acuerdo. El designado secretario de Comercio, Wilbur Ross, cita dos razones específicas por las cuales el TPP es un mal negocio: los funcionarios estadounidenses entregaron demasiadas concesiones y las reglas de origen para automóviles permitirían a China y a empresas de diversos países aprovechar el acceso al mercado estadounidense. Sorprendentemente, estos planteamientos encuentran respaldo en estudios realizados por el keynesiano Robert E. Scott, citados por el propio Trump: “China tiene un gran superávit comercial con los países del TPP y los términos cruciales del acuerdo (específicamente los débiles requisitos de reglas de origen) proporcionaría una garantía de puerta trasera para China y otros países no – TTP con acceso libre de impuestos a EE.UU. y otros mercados del TPP. Esto sería especialmente importante para automóviles y piezas de automóviles, así como para otros productos clave. Los exportadores del TPP no se apartarán de sus proveedores chinos sólo porque firmaron un acuerdo comercial con Estados Unidos”. (Robert E. Scott, november 7, 2016. Economic Policy Institute)[1]. Como se ve, si bien China no era parte del TPP, su supuesta amenaza velada a través de las “reglas de origen”, lo convierte en el blanco de las críticas de algunos keynesianos y de Trump. El verdadero dato que importa, es considerar que el creciente déficit estadounidense con China entre 2001 y 2013 eliminó o desplazó 3.2 millones de empleos en el país y ha sido uno de los principales contribuyentes a la crisis del empleo industrial en los últimos 15 años. (Kimball y Scott 2014)[2]. Wal-Mart es el mayor minorista del mundo, siendo un conducto clave de las importaciones chinas en el mercado estadounidense[3]. Desde que China ingresó a la OMC en el año 2001, “casi 80% del crecimiento del déficit comercial de EE.UU. en bienes puede atribuirse a la creciente disparidad con China”[4]. Esas visiones desconocen el hecho que el mismo Obama había tomado decisiones contra China que violaban los principios del libre comercio. En su tan citado discurso acerca del TPP, señalaba: “… no podemos permitir que países como China escriban las reglas de la economía global. Debemos escribir nosotros esas reglas”. Con ello, Obama estaba reconociendo que “los Estados Unidos excluyeron deliberadamente a China de las negociaciones, lo que confirma que, como muchos analistas occidentales señalaron, el verdadero objetivo del TPP no era liberalizar el comercio, sino formar un bloque bajo el dominio estadounidense contra China”[5]. De esta manera, “el TPP (y el TTIP) diferían de manera decisiva de los acuerdos comerciales anteriores en el marco del GATT y de la creación de la OMC. Su verdadero contenido era el proteccionismo regionalizado para los Estados Unidos bajo las simples palabras de apoyo al libre comercio”[6]. Las pretensiones de Obama de escribir las reglas de la economía global quedaron truncadas con la elección de Trump. TPP, siglas del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica El escenario global es todavía más complicado para la gran potencia, ya que habría que agregar que China viene estableciendo lazos comerciales y diplomáticos más profundos que los Estados Unidos con casi todos los países asiáticos del acuerdo transpacífico[7]. Estas naciones tienen economías que exhiben las tasas de más rápido crecimiento a nivel global en los últimos ocho años (China, India, Vietnam, ASEAN en su conjunto, etc.), a diferencia de Japón y Estados Unidos. Por cierto, en el escenario anterior, el TPP fue blanco de otras numerosas críticas aparte de las indicadas por Ross y Scott, como el secretismo de las negociaciones y el lobby de las corporaciones, la acusación de manipulación de divisas y las controvertidas disposiciones de solución de controversias entre inversionistas-Estado, entre otras. Algunos economistas del Peterson Institute for International Economics, tomando en cuenta que muchos partidarios de los demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders también se opusieron al TPP, buscan ahora apoyo en los líderes republicanos en el Congreso arguyendo que Trump debería renegociar el acuerdo. No obstante, hasta la fecha no hay indicación alguna de que la Administración Trump considere la posibilidad de revisar el tratado. El mismo Ross calificó al TPP como un “tratado estúpido” y en su lugar dice favorecer las negociaciones bilaterales donde los funcionarios estadounidenses puedan obtener más concesiones de los socios comerciales. Ante la resignación provocada por el eventual retiro del TPP y la imposibilidad de su revisión, la discusión se ha trasladado a analizar la continua reducción del liderazgo de Estados Unidos a nivel global. Marcus Noland (2016) es enfático en aseverar al respecto que “la falta de ratificación del TPP le cedería a China el liderazgo en el establecimiento de normas comerciales en la región crítica de Asia y el Pacífico”[8]. Esto adquiere mayor sentido cuando se hacen explícitos los vínculos comerciales ya señalados de China con los países asiáticos miembros del TPP, sino igualmente al considerar que este país es sobre todo una fuerza importante detrás de un sistema de coproducción (cadenas de valor) más grande de Asia oriental. En el mismo sentido, el Grupo de Trabajo Republicano sobre Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes publicó un informe el 9 de junio en que señalaba: “Al retrasar el desarrollo de acuerdos comerciales fuertes, damos tiempo a nuestros competidores para socavar el sistema mundial de comercio que los Estados Unidos ha trabajado tan duro para construirlo. Países como China y Rusia están creando sus propios sistemas cerrados de comercio”[9]. La ascendencia china en la formulación de políticas comerciales probablemente iría acompañada de una mayor influencia en otras áreas donde se “beneficiaría a costa de Estados Unidos debido a otros componentes no económicos de la plataforma de Trump, como la demonización de los musulmanes y el consiguiente deterioro de las relaciones con los países de mayoría musulmana en Oriente Medio, África y Asia”[10]. Asimismo, China está impulsando iniciativas que van más allá del enfoque de Estados Unidos en el GATT y la OMC, como son el “One Belt One Road” (OBOR) y el “Banco Asiático de Inversión en la Infraestructura” (AIIB) que se proponen sentar las bases para el desarrollo práctico del comercio, en particular mediante la inversión en infraestructura. En definitiva, China está haciendo un mayor uso de la división/socialización internacional del trabajo que otras grandes economías. El comercio de bienes y servicios de China en 2015 fue del 41,2% del PIB del país, comparado con el 36,8% en Japón y el 28,1% en Estados Unidos. Dado el éxito de su política de “apertura”, corresponde a su interés nacional impulsar las propuestas para un comercio más libre y los TLC con las particularidades chinas. Los cuestionamientos al comercio internacional y a los tratados de libre comercio Los documentos de la campaña de Trump criticaban no sólo la firma del TPP, sino además a los malos tratados comerciales existentes como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y el Acuerdo de Libre Comercio entre Corea y los Estados Unidos (KORUS). Asimismo, amenazó reiteradamente con elevar los aranceles a los productos importados de China y México, y retirarse de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Todos ellos habrían contribuido al déficit comercial y a muchos de los problemas salariales y de empleo de los Estados Unidos. Primeramente, en varias ocasiones -incluyendo en su discurso sobre la política comercial del 28 de junio de 2016- Trump reconoció que su política podría requerir la derogación del TLCAN. A su vez, uno de los asesores de política exterior de Trump, Walid Phares, indicó que si Trump es elegido quisiera “volver a fojas cero” en todos los TLC existentes. México es el segundo mercado más importante de las exportaciones estadounidenses y el tercer socio comercial de Estados Unidos. Esta se considera la relación bilateral colindante más importante a nivel global. Ante la creciente deslocalización que vive la industria automotriz norteamericana, las firmas con plantas en México buscan mecanismos para producir en otros países ante la mayor integración de las cadenas globales, mientras el “sindicato United Auto Workers ha defendido las posturas de Trump” puesto que señalan que pactos como el TLCAN “han alentado durante décadas la tercerización de la fabricación de miles de partes como volantes, asientos y motores”[11]. También, el mismo Trump ha desacreditado a KORUS (que se convirtió en ley en 2012 después de las negociaciones de los gobiernos de Bush y Obama) como un “acuerdo para matar trabajo” que destruyó 100.000 empleos en Estados Unidos. En caso de revisarse este acuerdo, los aranceles estadounidenses y coreanos retrocederían a niveles previamente negociados bajo las disposiciones de la Nación más Favorecida (NMF) de las respectivas leyes comerciales[12]. Por otra parte, Trump ha reiterado su plan de imponer un arancel del 35 por ciento a México muchas veces, a partir del 16 de junio de 2015, cuando anunció su candidatura. Al mismo tiempo, ha abogado por un arancel del 45 por ciento sobre los bienes chinos, básicamente como una acción compensatoria contra supuestos manejos de su divisa. En su sitio web se compromete a nombrar a China como manipulador de monedas en su primer día de gobierno. Uno de sus asesores, el economista Peter Navarro, describió la cifra del 45 por ciento como “perfectamente calculada”[13]. A lo anterior, Trump ha sumado la posible retirada de Estados Unidos de la OMC si Washington no logra renegociar algunas normas de la OMC, en particular en lo referente a tarifas aduaneras. Es poco probable que esto ocurra, y en caso de suceder, conduciría a la desarticulación de todas las negociaciones arancelarias y a la reversión de las tarifas al nivel NMF de cualquier acuerdo preexistente, posiblemente hasta los índices de Smoot-Hawley vigentes en 1934. A fines de noviembre, el director general de OMC, Roberto Azevedo, pidió no especular sobre tales advertencias, agregando que “no tengo ningún indicio de nadie de que pudiera ser así”. El comercio internacional -o más precisamente los déficits comerciales- se ha convertido en la principal causa del declive de la manufactura norteamericana, lo que a su vez habría tenido serias consecuencias sobre los salarios y empleo de los trabajadores. Sin embargo, conviene precisar que durante el actual ciclo de recuperación -entre 2010 y el tercer trimestre de 2016- de la economía norteamericana, el déficit comercial de bienes y servicios promedió 3% del Producto Interno Bruto, frente a 5,1% en la expansión de 2002-2007. El déficit sólo de mercancías citado por Trump ha caído de 5,6% del PIB durante la expansión de 2002-2007 a 4,2% en la actual recuperación. Los pronunciamientos de Trump en la campaña sugieren que la reducción de los déficits comerciales “bilaterales” de Estados Unidos podría ser su principal preocupación. Esto será difícil de lograr dado el principio de “reciprocidad”, es decir, que los nuevos acuerdos comerciales deben aumentar previsiblemente las exportaciones tanto como aumenten las importaciones. Además, el análisis de la mayoría de las corrientes teóricas de la economía sostiene que la reducción de un déficit comercial bilateral no necesariamente se traduce en una reducción del déficit comercial total. Tal vez el déficit comercial global de Estados Unidos no sea el objetivo primordial de Trump, ya que el estímulo fiscal inherente a los recortes de impuestos y al gasto en infraestructura probablemente ampliarán dicho déficit. En opinión de Robert E. Scott, “la globalización y los acuerdos de comercio e inversión han abierto el comercio con los países que se dedican a la manipulación monetaria y otras prácticas comerciales desleales para hacer que sus bienes sean menos costosos y menoscaben la competitividad de los productos estadounidenses”[14]. El problema central no estaría en el déficit comercial en sí mismo, al que habría que enfrentar con mayores aranceles como cree Trump, sino en la manipulación de la moneda. En consecuencia, “la causa más importante de los crecientes déficits comerciales de Estados Unidos es la manipulación de la moneda y la desalineación de China y de otros 20 países, principalmente en Asia. Los gobiernos de estos países han comprado billones de dólares de activos extranjeros en los últimos 15 años, lo que ha hecho subir el precio del dólar estadounidense”. Esto, a su vez, “ha aumentado el precio de las exportaciones estadounidenses en todos los países en los que compiten con los manipuladores de divisas, y actúa como un subsidio a todas las exportaciones de nuestros competidores. Los crecientes déficits comerciales de Estados Unidos son responsables en gran medida de la pérdida de 5 millones de empleos manufactureros en los Estados Unidos entre enero de 2000 y diciembre de 2014[15]. Más allá que la manipulación de divisas sea la causa de fondo de los crecientes déficits comerciales de Estados Unidos, cuestión que discutiremos más adelante, importa destacar que la balanza comercial no puede ser la base del análisis del empleo[16]. De comenzarse por las propias relaciones comerciales, habría que decir que “a diferencia de los días en que Smoot-Hawley copatrocinaron la infame Ley de Aranceles de 1930, cuando las importaciones eran principalmente productos finales vendidos a los consumidores, la mitad de las importaciones de EE.UU. son hoy productos intermedios vendidos a las empresas, dice Ikenson. Las importaciones baratas ayudan a que sea rentable para éstas operar y dar trabajo a los estadounidenses”[17]. Frente a las amenazas proteccionistas de Trump, habría una profunda transformación en la economía mundial Colocar el foco sólo en los flujos comerciales significa soslayar las relaciones sociales como base explicativa de los salarios y del desempleo. Por ejemplo, Lawrence Mishel ofrece algunas muestras: “Trump ha ignorado hasta ahora las muchas otras políticas intencionales que las empresas y el 1 por ciento superior han presionado para suprimir los salarios en las últimas cuatro décadas”. A través de la Reserva Federal se han implementado políticas que eran antagónicas al crecimiento del empleo y de los sueldos, pero favorables al sector financiero y a los tenedores de bonos. “El desempleo excesivo conduce a un menor crecimiento de los salarios, especialmente de los trabajadores con salarios bajos y medios”. Puede agregarse la austeridad gubernamental en los niveles federal y estatal que ha impedido la recuperación y el crecimiento de los sueldos. También hay un retroceso en la negociación colectiva, siendo la razón más importante en la contracción salarial (sobre todo de la de clase media). “Mientras tanto, el salario mínimo está ahora más del 25 por ciento por debajo de su nivel de 1968, a pesar de que la productividad desde entonces se ha más que duplicado”[18]. Por último, cabe señalar que de aplicarse las propuestas proteccionistas de Trump, provocarán represalias por parte de los socios comerciales de Estados Unidos, desencadenando una guerra comercial. Las relaciones comerciales se han visto tensadas, sobre todo entre Estados Unidos y China, por las reiteradas amenazas de Trump de establecer aranceles de hasta 45% a los productos hechos en el gigante asiático, como ya dijimos. Por su parte, el gobierno chino advirtió que si Washington toma alguna medida en su contra, ellos responderán. En un informe publicado a principios de 2017, Ethan Harris, economista global de Bank of America Merrill Lynch, afirmó que “el mayor riesgo para la economía global este año es una intensificación de las tensiones comerciales entre EE.UU. y China”, agregando que “ambos países son cruciales para las cadenas globales de suministro y los mercados globales, por lo que una gran batalla sería un gran juego de saldo negativo”[19]. En verdad, esta guerra está en marcha, aunque de manera soterrada, con las sanciones antidumping aplicadas por Estados Unidos a 102 productos de China. En cualquier caso, los efectos no se limitarían sólo a estas dos potencias y en caso de ampliarse el conflicto, pondría a la economía estadounidense en recesión y costaría a millones de estadounidenses sus empleos, según proyecciones hechas por el Peterson Institute for International Economics. El libre comercio y la actual amenaza china La propuesta comercial de Donald Trump representa ciertamente una ruptura con el consenso de las clases dominantes posterior a la Segunda Guerra Mundial. Este consenso en torno al libre comercio perduró en los últimos 50 años mientras la economía estadounidense experimentaba un enorme aumento de su producto interno y de la participación del comercio en éste, pero comenzó a resquebrajarse desde la Ronda de Doha de la OMC iniciada en 2001 (negativa a retirar los subsidios a los productores de algodón estadounidenses, entre otros), pasando por la promoción de acuerdos de libre comercio “bilaterales”, hasta el TPP que evidenciaba con claridad sus afanes “proteccionistas” supra regionales que excluían a China. Más allá de este cinismo proteccionista, todos los presidentes estadounidenses, de Truman a Obama, y el público en general, declararon su apoyo a la doctrina de un comercio más libre. Es este largo compromiso que la campaña de Trump rompió, respaldándola en el hecho que la base manufacturera del país ha sido seriamente erosionada por el comercio global y los acuerdos de libre comercio en las últimas dos décadas, con claros perjuicios para los salarios y empleos de los trabajadores. Así, la política comercial pasó a convertirse -tal vez por primera vez- en una cuestión de primer orden en las elecciones y en la misma política nacional[20]. En última instancia está en cuestión el libre comercio bajo el fundamentalismo del mercado, entendido como un componente clave de la globalización neoliberal del comercio. Una pretensión que aspira a ser universalmente global acorde con una nueva forma de expansión del imperio norteamericano[21]. La propuesta comercial de Trump ha roto con ese universalismo del libre comercio y la propia globalización, para refugiarse en la implementación de políticas “proteccionistas”. Trump comprendió que el desequilibrio del libre comercio estaba a favor, ya no de Estados Unidos, sino de China y las llamadas “economías emergentes”. Paul Samuelson, economista galardonado con el Premio Nobel, un ardiente partidario del libre comercio, ya en 2004 (artículo en Perspectivas Económicas) sugirió que el creciente poder económico de China pone en duda si el libre comercio convierte en un ganador (winner) a Estados Unidos. El miedo de la superpotencia a la economía china ha transformado a este país de posible socio estratégico en una amenaza actual, que se enfoca principalmente, en palabras de Henry Kissinger, en “el debilitamiento psicológico del adversario”, por lo cual “el imperialismo militar no es el estilo chino”. Esta es una amenaza que tiene como sustento el espectacular aumento del poder económico de China, que asimismo cuenta con la población más grande del mundo, lo cual tendría un fuerte efecto desestabilizador. Esto ha llevado a que China sea ubicada en el centro de la globalización. A decir del keynesiano Thomas I. Palley, asesor Senior de Política Económica de la AFL-CIO, “la globalización se ha transformado gradualmente en un proyecto de “globalización centrada en China”. Este fenómeno tiene graves consecuencias económicas y geopolíticas para los Estados Unidos”[22]. Por lo demás, China es parte de un inmenso sistema integrado de producción en Asia oriental, teniendo con su población una estrecha afinidad cultural. La “real politik” de la fracción descontenta de las clases dominantes aconseja optar por una política comercial “dirigida” que reclama de sus ex socios la “nivelación del campo de juego” a través de varias medidas proteccionistas, como la manipulación de divisas y la imposición de aranceles, ya analizada. De forma reiterada, Donald Trump ha amenazado a China con la imposición de aranceles Con respecto a la manipulación de divisas, Trump se comprometió en su sitio web nombrar a China como manipulador de divisas en su primer día de gobierno y “comenzar un proceso que impone derechos compensatorios apropiados sobre productos chinos artificialmente baratos”, bajo la amenaza de limitar las importaciones unilateralmente si no cooperan. Curiosamente, China no ha manipulado su moneda durante los últimos dos años según C. Fred Bergsten (2016), uno de los primeros en llamar la atención sobre estas prácticas. “Los chinos han intervenido fuertemente en el lado opuesto del mercado: en lugar de comprar dólares para mantener el renminbi débil, han vendido grandes cantidades de dólares para evitar que se deslice más. Su reciente intervención ha promovido la competitividad de los Estados Unidos en lugar de debilitarla”[23]. La gran mayoría de los economistas estadounidenses -neoclásicos y (pos)keynesianos- soslayan el hecho que el libre comercio mundial es llevado a cabo bajo la hegemonía del dólar donde Estados Unidos fabrica dólares de papel y el resto del mundo produce mercancías reales que los dólares de papel pueden comprar[24]. Ahora las economías compiten a través de las exportaciones para capturar los dólares necesarios que permitan servir las deudas externas denominadas en dólares y acumular reservas en dólares con el fin de mantener el valor de cambio de sus monedas locales en los mercados de divisas. Es absurdo esperar que los complejos problemas de la economía estadounidense puedan resolverse por el valor de cambio de una sola moneda extranjera. Como “nombrar a un país como manipulador no tiene consecuencias operativas significativas”, lo que seguramente pretende Trump es tratar de “negociar con los chinos para reducir su gran superávit comercial”, según el mismo Bergsten. No obstante, como ya observamos, la reducción de un déficit comercial bilateral no necesariamente se traduce en una disminución del déficit comercial total de Estados Unidos. En resumidas cuentas, estamos presenciando un evento clave en la economía mundial: Estados Unidos tiene su primer presidente proclamando el apoyo al proteccionismo desde la Segunda Guerra Mundial, mientras que China manifiesta su deseo de promover el aumento del comercio mundial y la globalización económica. Las circunstancias actuales analizadas le otorgan a China claras ventajas para desempeñar un papel global aún mayor, particularmente en comparación con el enfoque de Trump en Estados Unidos. De todas maneras, la continuidad de la crisis global, que ha arrastrado al comercio mundial en los dos últimos años, anuncia un escenario de agudización de las contradicciones no fácil de resolver. Consuelo Silva Flores Claudio Lara Cortes Consuelo Silva Flores: Economista, Coordinadora del GT Integración y Unidad Latinoamericana del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Miembro de la Red de Economía Mundial (REDEM) y del Consejo Directivo de la Sociedad de Economía Política Latinoamericana (SEPLA). Claudio Lara Cortes: Economista, Director Magister en Economía, ELAP – U. ARCIS. Investigador del GT Integración y Unidad Latinoamericana y del GT de Crisis y Economía Mundial del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Miembro de la Red de Economía Mundial (REDEM) y del Consejo Directivo de la Sociedad de Economía Política Latinoamericana (SEPLA). Notas: [1] Scott sostiene que debe tenerse en cuenta que los otros 11 miembros del TPP distintos a Estados Unidos tuvieron un déficit comercial de 168.400 millones de dólares con China en 2015 y un superávit comercial de casi $ 120.000 millones con los Estados Unidos en el mismo período. En opinión del autor, el déficit comercial de los Estados Unidos con los países del TPP costó 2 millones de empleos en ese país sólo en 2015, con pérdidas de puestos de trabajo en todos los Estados. [2] Kimball, William, and Scott, Robert E. (2014). China Trade, Outsourcing and Jobs: Growing U.S. Trade Deficit with China Cost 3.2 Million Jobs between 2001 and 2013, with Job Losses in Every State. Briefing Paper #385. Washington, D.C.: Economic Policy Institute. [3] Las importaciones chinas que ingresaron a través de Wal-Mart en 2013 probablemente totalizaron al menos $ 49.100 millones y el efecto combinado de las importaciones y exportaciones a China a través de Wal-Mart representó probablemente el 15.3 por ciento del crecimiento del déficit total de bienes de Estados Unidos entre 2001 y 2013. El déficit comercial de Wal-Mart con China habría eliminado o desplazado más de 400.000 empleos en el país entre 2001 y 2013. [4] Epstein, Gene (2016). La peor idea de Donald Trump: poner barreras al comercio internacional. Wall Street Journal, 26 de diciembre de 2016. [5] Ross, John (2016). After Trump’s victory China is the main strategic pillar for globalization. 17 November. [6] Ross, John (2016). After Trump’s victory China is the main strategic pillar for globalization. 17 November. [7] Principalmente, China ha propuesto conformar la Asociación Económica Regional Amplia (RCEP), un tratado de libre comercio (TLC) con los diez estados miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) (Brunei, Myanmar, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Vietnam) y los seis Estados con quien la ASEAN tiene TLC (Australia, China, India, Japón, Corea del Sur y Nueva Zelanda). Las negociaciones del RCEP se lanzaron formalmente en noviembre de 2012 en la Cumbre de la ASEAN en Camboya. China está pidiendo que se concluyan lo antes posible. [8] Noland, Marcus (2016). A Diminished Leadership Role for the United States. En Marcus Noland (PIIE), Gary Clyde Hufbauer (PIIE), Sherman Robinson (International Food Policy Research Institute), and Tyler Moran (PIIE). Assessing Trade Agendas in the US Presidential Campaign. PIIE Briefing. September. [9] A Better Way: Our Vision for a Confident America, House Republican Task Force on National Security, June 9, 2016, www.politico.com/f/?id=00000155-34cd-d270-ab57-f6cd1a190000 [10] Noland, Marcus (2016). Ibid. [11] WSJ (2017). Según WardsAuto.com, “las automotrices produjeron 3,4 millones de vehículos en México en 2016 y se prevé un alza de 50% a 5,1 millones para finales de la década. De esta manera, México pasaría de representar 19,4% de los vehículos fabricados en América del Norte en la actualidad a 27,9% en 2020”. 06 de enero. [12] “Renegociación de KORUS FTA May Dent Alliance: Funcionarios de Seúl”, Yonhap, 16 de mayo de 2016, Disponible en internet en english.yonhapnews.co.kr/national/2016/05/16/11/0301000000AEN20160516004700320F.html [13] Ver “Trump’s 45% Tariff on Chinese Goods Is Perfectly Calculated,” Los Angeles Times, July 21, 2016, www.latimes.com/opinion/op-ed/la-oe-navarro-trump-trade-china-tariffs-20160721-snap-story.html). [14] Scott, Robert E.(2016). Currency manipulation and manufacturing job loss. Why negotiating “great trade deals” is not the answer. July 21. Economic Policy Institute. [15] Scott, Robert E. (2016). Currency manipulation and manufacturing job loss. Why negotiating “great trade deals” is not the answer. July 21. Economic Policy Institute. [16] Refiere al efecto neto de los flujos comerciales sobre el empleo, esto es, que las exportaciones sostienen los trabajos y las importaciones los desplazan. [17] Epstein, Gene (2016). La peor idea de Donald Trump: poner barreras al comercio internacional. Wall Street Journal, 26 de diciembre. [18] Mishel, Lawrence (2016). The Trump trade scam. June 29. Economic Policy Institute. Working Economics Blog. http://www.epi.org/blog/ [19] La Tercera, 7 de enero de 2017. [20] Noland, Marcus; Hufbauer, Gary Clyde (PIIE); Robinson, Sherman (International Food Policy Research Institute) and Moran, Tyler (PIIE) (2016). Assessing Trade Agendas in the US Presidential Campaign. PIIE Briefing. September. [21] Esta es una forma distinta a la promovida por los británicos, a través de Adam Smith, que también entendían el “libre comercio” como verdad universal, pero limitado a la esfera de influencia política dentro de su propio Imperio. [22] Palley, Thomas I. (2013). The Perils of China-centric Globalization. En internet disponible en http://www.thomaspalley.com/docs/articles/economic_development/china-centric-globalization.pdf [23] Bergsten, C. Fred (2016). China ya no está manipulando su moneda. Peterson Institute for International Economics-PIIE. 18 de noviembre. [24] La cuestión del valor de cambio del yuan chino en relación con el dólar de EE.UU. es un problema técnico menor dentro del régimen peculiar de la hegemonía del dólar. No tiene una importancia macroeconómica fundamental. The original source of this article is Global Research Copyright © Consuelo Silva Flores and Claudio Lara Cortes, Global Research, 2017 Comment on Global Research Articles on our Facebook page Become a Member of Global Research

China se abre al TPP para dominar un pacto huérfano tras la salida de EE.UU.


China se abre al TPP para dominar un pacto huérfano tras la salida de EE.UU. La Vanguardia El presidente chino Xi Jinping (Denis Balibouse / Reuters) La salida de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), por iniciativa de Donald Trump, ha abierto la puerta a China para ocupar su lugar. Una sustitución que podría trastocar el equilibrio de poderes en la región asiática. Los grandes que quedan en el pacto divergen. Australia se muestra receptiva. Japón duda por la posible influencia china en la región. Desde el Imperio del Centro se allana el terreno. Con Estados Unidos, que bloqueaba la entrada, fuera del mapa, puede ser su hora. Un experto del Instituto de Estudios Internacionales de China (CIIS), comité de analistas adscrito al Ministerio de Exteriores, consideró este martes que China podría unirse al TPP. “Si se producen nuevas negociaciones sobre el TPP, no creo que haya ningún obstáculo que impida que China se sume”, valoró Teng Jianqun, director del Departamento de Estudios Americanos del CIIS. China jugará un papel determinante en el liderazgo del comercio global “Es un acuerdo de comercio regional y China quiere incrementar la cooperación con todos los países”, incidió. “En términos de cooperación económica, la postura de China es clara: primero, somos abiertos y segundo, somos inclusivos”, remarcó. “No hay ninguna razón para que China no se una”. La pasada semana, desde Davos, el presidente chino Xi Jinping se erigió en el abanderado de la globalización. En el marco del Foro Económico Mundial llamó a “redoblar los esfuerzos para interconectarnos”, a comprometerse “en el mercado libre y la inversión, la liberalización” y “evitar el proteccionismo, que es como encerrarse en una habitación oscura”. “Nadie ganará en una guerra comercial” y “ningún país debe seguir su propio y único camino”, sentenció. China quiere ser referente. El TPP es un paso en esa misión. Pero Teng, del CIIS, opina que no se quiere asumir liderazgo. Ello pese a que el director del Departamento de Asuntos Económicos Internacionales del Ministro de Exteriores, Zhang Jun, aseguró ayer que China está preparada para coger las riendas de la economía global si es necesario. Trump firma la orden para la salida de Estados Unidos del TPP (Saul Loeb / AFP) En febrero de 2016, con Barack Obama en la Casa Blanca, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Estados Unidos, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam firmaron el TPP. Nada más y nada menos que el 40% del PIB mundial representado. Al ganar Trump las elecciones, el tratado era dado por muerto. En días posteriores, China maniobró para acelerar la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el acuerdo de libre comercio con países del sudeste asiático impulsado hace cinco años, en 2011. La idea es aprovechar la falta de influencia de Estados Unidos con la retirada. Esta alternativa sería menos poderosa, ya que aglutinaría el 24% del PIB global. Además de China se cuentan Japón, Corea del Sur, India, Australia, Nueva Zelanda, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Tailandia, Brunei, Vietnam, Laos, Myanmar y Camboya. Quedan fuera los países americanos firmantes del TPP. Australia abre la puerta a China Si China entra en el TPP, el plan de potenciar el RCEP puede quedar en segundo plano. Países como Australia, en la búsqueda de un ‘plan B’ al TPP, no descartan abrir las puertas a China. “Existe la posibilidad de que el TPP proceda sin Estados Unidos”, señaló este martes Malcolm Turnbull, primer ministro australiano. Asimismo, planteó la posibilidad de que China se una. Japón, por su parte, calificó de “sinsentido” un eventual acuerdo sin Washington “porque se desequilibra la balanza entre intereses fundamentales” y recalcó su intención de convencer a la Administración Trump de las ventajas del TPP, según transmitió el viceportavoz del Ejecutivo, Koichi Hagiuda. Japón es hasta ahora el único que ha ratificado el pacto. Tokio lo ve como fundamental para el crecimiento económico y como contrapeso ante la creciente influencia de China en la región. Entre el resto de signatarios, Nueva Zelanda, Singapur, Chile, México y Perú se han mostrado dispuestos a dar una nueva forma al acuerdo, mientras que otros como Malasia o Vietnam ya buscan alternativas como avanzar en la integración económica de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN).

Trump y las tensiones del bloque de poder en EEUU Juan Eduardo Romero


Trump y las tensiones del bloque de poder en EEUU Juan Eduardo Romero ALAI El ascenso a la Presidencia de EEUU del multimillonario Donald Trump, va más allá de las posiciones xenofóbicas que ha manifestado, pues las mismas deben verse en un contexto histórico más general, determinado por la influencia del puritanismo en las sociedad norteamericana, desde su establecimiento en el siglo XVII hasta la actualidad, tal como lo señaláramos en un artículo anterior (http://critica24.com/index.php/2016/11/09/analisis-necesario-elecciones-en-usa-como-entender-lo-que-paso-por-juan-romero-historiadorjuan/) . Trump se mueve sobre las bases doctrinarias del puritanismo, que no sólo establece que los norteamericanos son un “pueblo elegido por Dios”, sino que además se basa en la presunción que como pueblo elegido deben luchar “contra mal”, que impide el desarrollo de la individualidad humana y por lo tanto, del progreso. Por eso su eslogan de campaña, estuvo referido al uso de un simbolismo muy presente en la psiquis del norteamericano promedio (Make America great again), “hacer de América grande de nuevo”. En esencia, el eslogan no solo planteó una confrontación con las tesis de unilateralismo globalizante, esgrimidas por el binomio Clinton- Obama, sino que además lo enfrenta con las políticas adelantadas por los ex presidentes Bush (padre e hijo) y más en el fondo, con las súper elites (política, económica, militar y cultural) que controlan la sociedad norteamericana. ¿Cómo entender esto? Para la mayoría de nosotros, los que habitamos Nuestra América, y donde prevalecen los sistemas presidencialistas, con un poder ejecutivo muy fuerte, resulta paradójico afirmar que el Presidente de EEUU no ejerce realmente el poder, sin embargo es la realidad. Ya el ex presidente Dwight Eisenhower había advertido en 1961, las amenazas que significaban para la democracia el excesivo poder del binomio estamento militar- capital económico (lo denomino complejo militar industrial), pero en los años finales del siglo XX y lo que va del siglo XXI, el desarrollo de este poder detrás del poder presidencial en los EEUU, ha sido notorio. Hay investigaciones que aseguran que ese complejo – que creció exponencialmente con la excusa post 11 Septiembre de 2001- ha llegado a incluir cerca de 3.100 organizaciones que trabajan en el área de inteligencia, empleando casi 1 millón de personas (unas 854.000 personas), con gastos que superan los 80.000 millones US$, siendo un elemento impulsor del desarrollo económico a lo interno de los EEUU. Se trata de comprender que ese complejo militar- industrial, no sólo se moviliza en la fabricación de aviones, fusiles, cohetes, barcos y otros implementos de la carrera armamentística, sino que también tiene una estrecha relación con el dominio científico- tecnológico, esencial es esta sociedad del siglo XXI y ese binomio capacidad de combate-desarrollo tecnológico, son dos de los elementos primordiales en las concepciones de dominio y predominio estratégico militar de los EEUU. Asimismo, ese súper complejo militar-industrial mueve enormes recursos que impulsan el papel – y la tesis- de Imperio-mundo del coloso del Norte. Es fácilmente comprobable este papel esencial al observar las cifras que desde el Departamento de Defensa de los EEUU, se dedican a financiar investigaciones por parte de empresas privadas, ligadas al desarrollo tecnológico para la industria militar; en el año 2014 por ejemplo, las Empresas Lockheed Martin, Boeing, General Dinamics, Raytheon, Northrup Grumman, entre otras recibieron en conjunto unos 239.000 millones de US$ en contratos. ¿Trump contra el triángulo de hierro? Se denomina triángulo de hierro, a la súper estructura de poder en los EEUU, que conjuga actores de los lobby de opinión – y presión- que se mueven en el Congreso, empresas privadas y las agencias del propio Gobierno (Defensa, Energía, Ambiente, Seguridad, NASA, entre muchas otras). Ese triángulo ha sido el gran responsable – y beneficiario al mismo tiempo- de las acciones enmarcadas en el unilateralismo globalizante, que ha pretendido cumplir con tres objetivos esenciales: 1) imposición hegemónica, tanto sobre aliados (Inglaterra, Francia, Alemania, Japón) como adversarios históricos (China y Rusia), en todo el Globo, pero con especial énfasis en el corazón de la tierra (heartland) Euroasiático, 2)el impulso de la revolución en Armamento Militar (RAM), que ha implicado la aplicación de los adelantos derivados del control hegemónico en ciencia y tecnología, al área militar y 3) la creación de grandes espacios geoeconómicos, que aseguren el monopolio comercial de los EEUU. La perfecta articulación – producto de la presión en términos de poder condigno o compensatorio- de los intereses del triángulo de hierro en los distintos gobiernos desde Ronald Reagan (1981-1988), George Bush padre (1989-1993), Bill Clinton (1993-2001), George Bush hijo (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017), nos permite entender el enorme poder real ejercido y porque, a pesar de ser Presidentes por organizaciones políticas distintas (demócratas o republicanos), mantuvieron la misma política exterior. Ese complejo cuadro de relaciones – y poder real- se ve amenazado por el planteamiento de Donald Trump y las feroces críticas al excesivo gasto militar, descuidando en su criterio, el desarrollo de la estructura económica y productiva de los EEUU. El próximo Presidente de EEUU ha señalado que la política exterior ha tenido cinco (5) debilidades marcadas – sin distinguir o diferenciar entre los expresidentes-: 1) recursos sobrecargados, 2) los aliados no aportan en una justa proporción, 3) los países amigos de EEUU buscan mirar hacia otros en busca de ayuda, 4) los rivales no respetan a los EEUU y 5) la política exterior no tiene objetivos claros. Con ello, se mostró opuesto a las líneas estratégicas expresadas en la política exterior de sus antecesores, que ha llevado a cambios sustanciales, en términos de presencia – y acción- militar, que permitió a los EEUU a aumentar sus bases militares, de unas 400 en 1955 a más de 1000 en 2016, o el hecho del aumento de las tropas permanentes en Nuestra América, y más de 30 sitios de asentamientos de tropas de Operaciones Especiales (FOL en inglés), en 17 países, entre los que cabe señalar a Colombia, Honduras, Panamá, Curazao, Perú, Costa Rica, Paraguay. O la reactivación de la IV Flota, con ámbito de acción desde el Golfo de México hasta la desembocadura del Río Esequibo; la instalación del Comando de África (Africom), con bases en Senegal, Ghana y Gabón, más otras bases de Operaciones Especiales en 11 partes diferentes de ese continente. La beligerancia en Medio Oriente, a partir de la invasión a Afganistán e Irak. El cerco hacia Rusia, a partir de la incorporación a la OTAN de países que estuvieron bajo la órbita de la extinta URSS, como Polonia, Hungría, República Checa o Georgia en la cercanía del espacio vital, de su adversario durante la Guerra Fría. Todas estas son acciones, que Trump considera equivocadas y que han incidido en la “pérdida de supremacía”. Ante ellas ha dicho “América es menos segura y el mundo es menos estable”. Sin embargo, es la ambigüedad la nota exaltante en el discurso de quién ocupará la Casa Blanca a partir de enero de este año. Por una parte, parece distanciarse de la política armamentista que tanto ha criticado, pero por la otra señala que mantendrá la política de Obama en relación con China. Las posiciones del virtual Secretario de Estado, Red Tillerson, ha ratificado la oposición a las políticas de la Gran Potencia Asiática en el Mar Meridional de China. ¿Estará realmente distanciado Trump de la política exterior de Obama? La respuesta es sí y no. Sí, en cuanto a las posiciones de Obama con respecto a Rusia, pues piensa que fue errado presionar tanto a su adversario histórico, facilitando así la conformación de un binomio con China, que atenta a futuro contra la supremacía económica y militar de EEUU. No, pues coincide en ver a china como enemigo histórico, que fue una postura constante en Obama. Un punto importante, que afectará la relación de Trump con el triángulo de hierro, es su posición con respecto al Tratado Transpacífico (TTP). Las posiciones del polémico líder norteamericano, apuntan a revertir los términos de esos tratados, en función de priorizar el sistema económico norteamericano, sobre todo a nivel industrial. Las vinculaciones – e intereses- del triángulo de hierro con el proceso de expansión comercial del TTP son claras, y la perspectiva de un cambio, puede dar al traste con años de negociaciones y oportunidades de negocios de actores representados en el lobby de interés del Congreso Norteamericano. Trump y la geopolítica del Sistema-mundo La perspectiva del sistema-mundo que expresa, entran en franca contradicción con las tradiciones posturas del unilateralismo globalizante y su correlato en términos doctrinarios, manifestados en el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNSA), pero parecen coincidir en el denominado “destino manifiesto” de grandeza de los EEUU, que desde los tiempos de los llamados “padres fundadores “ (1776) ha impulsado las intenciones de convertirse en un “imperio-mundo”, que ejerza control sobre el todo planetario, mediante la hegemonía militar y el control económico. Para Trump, la estrategia de “dominio total” (full sectrum dominance), que plantea que bien con apoyo de sus aliados o sin ellos, los EEUU deben dominar el mundo, ha sido un total fracaso. No significa, que llamé a un repliegue del sentido guerrerista que ha caracterizado al coloso del norte y que lo ha llevado a tener responsabilidad en más de 20 millones de muertos, en 37 naciones (https://diario-octubre.com/estados-unidos-ha-matado-a-mas-de-20-millones-de-personas-en-37-naciones-victima-desde-la-segunda-guerra-mundial/ ), desde la finalización de la II Gran Guerra en 1945. Más bien se ha pronunciado por una “optimización” de esas acciones guerreristas: "Al contrario que otros candidatos a la presidencia, la guerra y la agresión no son mi primer instinto. Una superpotencia sabe que la cautela y la contención son señales de fortaleza", dijo en algún momento durante la campaña interna republicana. Esta acción, tiene enorme relación con el rotundo fracaso (en términos de objetivos militares y costo económico) de las intervenciones en Siria y Libia, así como en Eurasia, y el costo que ha tenido en la supremacía militar que aspira el unilateralismo globalizante. Un factor a considerar, en la interpretación del sistema-mundo planteado por Trump, es su controversial posición en torno a la relación con la Rusia de Vladimir Putin. Tal como hizo Richard Nixon en la década del 70 del pasado siglo XX, el millonario norteamericano pretende usar a uno de los dos (2) adversarios históricos de los EEUU desde 1945, para impedir la concreción de la alianza Euroasiática. Trump, entre Rusia y China, parece apostar por una mejor relación con el primero, evitando a toda costa la consolidación de una unión que implicaría diferencias importantes con EEUU. Por ejemplo, Rusia y China tienen en conjunto una población de casi 1.500 millones de habitantes, un PIB per capita en conjunto de más de 20.000 $, un PIB en conjunto de más de 2100 miles de millones US$ y un intercambio comercial entre ellos, que supera los 88.000 millones US$. Entre ambos reúnen una numerosa cantidad de tanques (24.000 aproximadamente), aviones (+ de 5000), ojivas nucleares (casi 9000), entre otros armamentos. Ante la contundencia de estos datos, es posible que intenté una “estabilidad” no confrontacional con Putin, buscando con ello fortalecer las posiciones en el tablero mundial, tal como lo ha venido sosteniendo el teórico norteamericano Zbiegniew Brzezinski (http://www.15yultimo.com/2017/01/12/brzezinski-donald-trump-el-sistema-mundo-y-venezuela/ ). Para el caso de Europa y Suramérica, la situación se plantea interesante. Trump, ha sostenido desde hace tiempo, que los “socios” de EEUU no han respondido en igualdad de condiciones a los esfuerzos militares y que una revisión del papel de la OTAN, es urgente. Ello tiene relación directa con las políticas de esa organización supranacional con Rusia y los esfuerzos que ya ha manifestado, por regularizar sus relaciones. En el caso de Suramérica, aunque no hubo grandes anuncios durante la campaña, es de esperar que su tesis de “hacer grande a América de nuevo”, lo llevé a replantearse acciones de recuperación de la influencia en lo que consideran su “patio trasero” y ello puede significar, tanto el apoyo – o continuidad- de sanciones contra Venezuela o los intentos de desestabilización a través de la NED, de los sistemas políticos que no responden a los “supremos intereses de EEUU”. Como sea, seremos testigos de un proceso político que tendrá mucho de controversial y generará enormes debates en el sistema-mundo. Los roces de Trump con el sistema de poder interno en los EEUU, se evidenciarán a cada momento o la otra opción, es que ese complejo militar-industrial, someta a Trump, como ha sucedido con otros presidentes. Ya veremos. Dr. Juan Eduardo Romero es historiador/politólogo. Director Centro de Investigaciones y Estudios Políticos y estratégicos (CIEPES)

Diálogos en Astaná: Irán, un protagonista innegable en la solución siria

Diálogos en Astaná: Irán, un protagonista innegable en la solución siria: Los días 23 y 24 de enero en la capital de Kazajistán, Astaná, se desarrollaron las conversaciones indirectas entre el Gobierno sirio y parte de las fuerzas opositoras armadas, con la idea de proteger la tregua y buscar soluciones políticas al conflicto.

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Rusia instalará más de 100 bases militares en el Ártico en 2017: Rusia contará con más de 100 instalaciones militares en el Ártico durante el 2017, ha indicado este miércoles el Ministerio de Defensa del país.

Lavrov: "Defendemos la creación de un 'triángulo' entre Rusia, EE.UU. y ...

¿Qué agita los 'aires de guerra' entre China y EE.UU.?

Qué agita los 'aires de guerra' entre China y EE.UU.? Publicado: 25 ene 2017 03:54 GMT | Última actualización: 25 ene 2017 07:50 GMT China ha desplegado sus misiles intercontinentales, capaces de alcanzar Washington, días después de que los nuevos altos cargos de EE.UU. amenazaran a Pekín con bloquearle el acceso a los territorios en disputa. ¿Qué agita los 'aires de guerra' entre China y EE.UU.? El misil intercontinental balístico chino Dongfeng 31AAnton Denisov Sputnik Síguenos en Facebook Días después de la investidura de Donald Trump como el 45.º presidente de EE.UU., la tensión entre Washington y Pekín ha alcanzado un nuevo nivel tras la filtración a varios medios de comunicación asiáticos de un video en el que aparece un misil nuclear intercontinental capaz de alcanzar la capital estadounidense, presuntamente localizado en la frontera con Rusia. El experto militar ruso Víctor Baranets ha explicado a RIA Novosti que se trata de misiles con ojivas nucleares muy potentes capaces de superar distancias de entre 12.000 y 15.300 kilómetros. Sin embargo, China ya ha desmentido las informaciones sobre su presencia militar en la frontera rusa. La filtración se produce después de una serie de declaraciones contra China pronunciadas por los nuevos altos cargos estadounidenses en las últimas dos semanas. No en vano, varios medios de comunicación especulan con la posibilidad de que la publicación de la foto haya tenido carácter intencional y no sea sino una respuesta a las declaraciones "provocativas" contra China que hizo Donald Trump, señala el periódico chino 'The Global Times'. "EE.UU. no ha mostrado el respecto suficiente a la capacitad militar China" y, a la vez, "ha mostrado con frecuencia su intención de sacar músculo con arrogancia" en la región de Asia Pacífico, escribe el diario, insistiendo en que China debe disponer de "arsenal nuclear capaz de frenar a EE.UU.". "La posición expresada por Tillerson conducirá a una guerra entre China y EE.UU." En otra artículo, el medio cita a Jin Canrong, de la Universidad Renmin, en China, que tacha de "arrogantes" las declaraciones de hace dos semanas de Rex Tillerson, elegido por Trump para encabezar la Secretaria de Estado de EE.UU., y que afirma que si la Administración Trump adopta la posición difundida por Tillerson, ello "conducirá a una guerra entre China y EE.UU." El destructor estadounidense USS Lassen, que navegó a menos de 12 millas nauticas de una isla artificial china el 27 de octubre de 2015Reuters En aquella ocasión Tillerson dijo que China se estaba apoderando de territorios "que no son legalmente suyos", en referencia a los que se encuentran en disputa en el mar de la China Meridional, donde Pekín está construyendo islas artificiales e infraestructuras militares. Se trata de un área de suma importancia por la que pasa tráfico comercial anual valorado en 4,5 billones de dólares. "A China no le debe estar permitido el acceso a las islas que construyó en el mar de la China Meridional en disputa", afirmó Tillerson. Incluso en EE.UU. muchos no se podían creer que Tillerson amenazara en serio con bloquear a China Esta declaración resonó tan fuerte que incluso en EE.UU. muchos expertos no se podían creer que Tillerson quisiera decir de verdad que Washington bloquearía a China el acceso a los territorios en disputa que Pekín considera suyos, llegando a pensar que se trató de malentendido. Y eso es así porque un bloqueo semejante sería una "acto de guerra", explicó al diario 'The Washington Post' Mira Rapp-Hooper, experta del Centro para Nueva Seguridad Americana, que calificó estas amenazas de "increíbles" y "sin fundamento en la ley internacional". Sin embargo, este lunes el nuevo portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, respaldó la posición expresada por Tillerson, afirmando que EE.UU. "protegerá sus intereses en el mar de la China Meridional" y "defenderá a los territorios internacionales para que no sean tomados por un país". La fragata china Yueyang participa en ejercicios militares conjuntos con EE.UU. el 9 de junio de 2014Reuters Al día siguiente la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Hua Chunying, respondió a la amenazas de Washington afirmando que China posee "soberanía indiscutible" sobre las islas Spratly y sus aguas territoriales y que aboga por libertad de navegación marina y aérea en esta zona. Los países que no se encuentran en esta región, como EE.UU., deben "respetar las acciones de los países de la misma", agregó. China, dispuesta a dirigir el mundo si es necesario En diciembre de 2016 China lanzó un misil balístico intercontinental Dongfeng-41 desde una plataforma de ferrocarril en la parte occidental del país; prueba que coincidió con la visita del entonces secretario de Defensa de EE.UU., Ashton B. Carter, al portaaviones nuclear estadounidense USS John C. Stennis en el mar de la China Meridional. China no quiere a los buques de guerra de EE.UU. en un mar que considera su 'patio trasero' y una de las formas de demostrarlo fue el 'secuestro' de un dron marino estadounidense en diciembre del año pasado, recuerda 'The Washington Post'. EE.UU. se muestra obstinado en la defensa del derecho de sus naves militares a pasar por las aguas internacionales. Este lunes el director general del Departamento de Economía Internacional del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhang Jun, afirmó que "si alguien dijera que China está desempeñando un papel de liderazgo en el mundo, yo le contestaría que esto no sucede porque nuestro país luche por el primer puesto, sino más bien porque los principales candidatos han dado un paso atrás, dejando ese lugar a China", informa la agencia Reuters.

JV HOY 2 220117 entrevista Delcy Rodríguez

martes, 24 de enero de 2017

¿Crearán Colapso Económico Mundial contra DONALD TRUMP? - COMPARTE EL VIDEO

LA VENGANZA DE LA ÉLITE CONTRA DONALD TRUMP YA HA COMENZADO

Enfoque - Donald Trump, una nueva política en Estados Unidos

COMPRENDER EL PODER HOY - Pedro Bustamante entrevista a Thierry Meyssan

El riesgo de Trump es Macri Fuente: TeleSur Por: Martin Granovsky


El riesgo de Trump es Macri Fuente: TeleSur Por: Martin Granovsky Entre tanta especulación sobre los escenarios de ruptura histórica dentro de los Estados Unidos, hay una marca de continuidad entre las administraciones de Barack Obama y Donald Trump: Michel Temer y Mauricio Macri. Los dos se mimetizaron tanto con el establishment norteamericano que el nuevo equipo de la Casa Blanca no tiene por qué preocuparse. Si Trump busca que nadie desafíe la supremacía de los Estados Unidos en el mundo, ya lo logró con Brasil y la Argentina. Macri firmó acuerdos de cooperación que tornan difusa la delimitación entre seguridad y defensa. El canciller de Temer, José Serra, impulsó fanáticamente el castigo a Venezuela y debilitó el Mercosur. Debilitar el Mercosur es uno de los modos de asegurar la supremacía de la Casa Blanca, donde el ideal es siempre la suma de relaciones bilaterales con otros países y no la disputa con bloques. Para América Latina, cuanto más multilateralismo mejor. Para los Estados Unidos, lo mejor es menos. Desde la vuelta de la democracia en la Argentina ese nivel de sintonía profunda que muestra Macri se produjo solo con Carlos Menem presidente, entre 1989 y 1999. Del otro lado de Menem estuvieron Ronald Reagan, George Bush padre y Bill Clinton. Menem jamás entabló una pelea retórica con Washington. Pero hay algo más importante: la clave es que no solo compró el credo de la desregulación y se anotó en el Plan Brady para extranjerizar empresas públicas sino que, en una maniobra suicida, puso a la Argentina como una pieza de la estrategia militar global de los Estados Unidos. El país participó en la primera Guerra del Golfo, la de 1991, fue un ariete contra la Cuba de Fidel Castro y consiguió la categoría de aliado extra-OTAN. ¿Qué sucederá con Trump? Si realmente desmonta el acuerdo Trans-Pacífico será una mala noticia para Macri y Temer, jugados con un mundo aún más transnacionalizado. Sin embargo será una buena noticia para los argentinos, que no tienen nada que ganar en la ecuación por la cual ocho personas son dueñas de la misma riqueza que tres mil millones. El nivel de proteccionismo futuro está por verse. Ni fue cero con los demócratas ni Trump es tan previsible. Melania viste Ralph Lauren, un diseño típicamente norteamericano, pero también ropa de Karl Lagerfeld, un alemán con sede en París. Trump usa corbatas de seda pura con el sello Made in China. El punto es cómo hará el nuevo presidente para traducir hacia el resto del mundo su promesa de unos Estados Unidos grandiosos. Si se mete para adentro como un caracol será una cosa. Será otra cosa distinta si resulta tan agresivo como, por ejemplo, Ronald Reagan en sus mandatos 1981-1989 o los presidentes que ocuparon después el Salón Oval. La presencia del ex Exxon durante 41 años Rex Tillerson en la Secretaría de Estado permite sospechar que el pregonado aislacionismo no será sinónimo de presencia nula en el mundo y que la diplomacia petrolera, o sea bélica, tendrá un perfil alto. La cuestión de un Trump militarmente expansivo excede el debate dentro de los Estados Unidos. En el caso de la Argentina el peligro es que, ante un eventual planteo de acompañamiento militar, Macri se sienta tentado como Menem y ponga al Estado nacional en un sitio de gran jugador que lo excede. Los grandes jugadores que de verdad no lo son, terminan mal. Como pequeños jugadores y grandes víctimas. Y para los Estados Unidos acaban siendo solamente un daño colateral en medio de un conflicto mayor. Igualmente, ante la incertidumbre los países que no tienen la envergadura de China o Rusia ni la cercanía con los Estados Unidos de México lo mejor que pueden hacer es aplicar el lema norteamericano de “wait and see”, esperar y ver. Un gran investigador de las relaciones entre los Estados Unidos y América Latina, Abraham Lowenthal, escribió el 30 de diciembre en la revista “The American Interest” que la Guerra Fría evidentemente terminó. Entonces, según él Trump podría darse cuenta de que “volver a las políticas intervencionistas sería innecesario y aumentaría la antipatía regional hacia los Estados Unidos”. Lowenthal resalta que América Latina es la única zona del mundo donde el terrorismo internacional “virtualmente está ausente”. Además, ningún ataque contra instalaciones o ciudadanos norteamericanos provino de América Latina. Incluso parece sin sentido una regresión a las políticas anticubanas anteriores a diciembre de 2014, cuando La Habana y Washington normalizaron relaciones. Habrá que mirar si Trump arruina el proceso de paz en Colombia o fuerza el paso en las hostilidades con Venezuela. Si, en palabras de Lowenthal, es tan ignorante como para repetir desastres al estilo de la invasión de Bahía de Cochinos o la de Irak. Una suba de tasas de la Reserva Federal, el banco central de los Estados Unidos, perjudicaría a un gobierno deuda-dependiente como el argentino. Pero ante un escenario así la Argentina solo podría cambiar su propia política financiera. La decisión sobre quién y cómo paga el déficit fiscal de los Estados Unidos será de Trump y no de Macri. En cambio una mala decisión nacional de alineamiento militar perjudicaría a la Argentina. Cruzar dedos, por favor, para que Trump no la exija ni Macri la tome.

Neuro-piratas: Reflexiones sobre la ingeniería social de Lucien Cerise

Neuro-piratas: Reflexiones sobre la ingeniería social de Lucien Cerise Fuente: https://paginatransversal.wordpress.com/2017/01/23/neuro-piratas-reflexiones-sobre-la-ingenieria-social-de-lucien-cerise/ por Pedro Bustamante – Leímos con mucho interés Gouverner par le chaos – Ingénierie sociale et mondialisation (Gobernar a través del caos: Ingeniería social y globalización) aparecida de forma anónima en 2010 (Max Milo), que luego supimos que era obra de Lucien Cerise. Ahora hemos seguido con Neuro-Pirates: Réflexions sur l’ingénierie sociale (Neuro-piratas: Reflexiones sobre la ingeniería social, Kontre Kulture, 2016). Nos interesa todo lo que se mueve alrededor de Egalité et Réconciliation y su editorial Kontra Kulture, liderados por Alain Soral, una de las voces más lúcidas del pensamiento francés contemporáneo, ferozmente perseguido por la dictadura atlantista-sionista que se esconde tras la careta del aparato de Estado francés desde hace décadas. Lucien Cerise es uno de esos intelectuales con un pie en el pensamiento académico y otro en la calle, en la realidad de lo que está ocurriendo en el mundo. Nos dice que se ha movido mucho en los ámbitos del activismo, de la militancia política, de los movimientos de base (pp. 215, 331-332). Habla el lenguaje de los académicos, pero para tratar de los temas de los teóricos de la conspiración, y lo hace con un admirable rigor, armado de lecturas, referencias y citas. Pero sobre todo de lucidez, de capacidad para discernir lo importante de lo que no lo es, para moverse entre disciplinas y ámbitos del saber, para saltar de escala, para poner el dedo en la llaga. Es un investigador suficientemente especializado en el ámbito de la ingeniería social, pero al mismo tiempo un intelectual con una gran cultura y sensibilidad. Esto le permite mostrar hasta qué punto esta disciplina ocupa un lugar central en nuestros días, como ámbito en el que se ejerce lo político, por oposición a la política de teatro de marionetas, cada vez más vacía de contenido. Así, a pesar de que la ingeniería social es el ámbito central de su trabajo, Cerise es uno de esos intelectuales transversales, profundos, comprometidos. De manera que más que hablarnos solo de ingeniería social, lo que hace es hablarnos de todo a través de la ingeniería social. Poner el foco de lo político en la manera cómo el poder transforma las sociedades. Es un pensador que recoge lo mejor de la tradición francesa —Foucault, Deleuze, Guattari, Debord, Baudrillard, Girard— pero que sabe actualizar este saber de cara a analizar y comprender, de manera muy concreta, el presente. En esto Cerise nos recuerda a Comité Invisible/Tiqqun, otro colectivo de gran interés, que también alimenta su obra. Orden a partir del caos Desde Gouverner par le chaos Cerise ha comprendido la clave del poder contemporáneo: “La novedad del siglo XX reside en que se pasa de un control social a través del orden a un control social a través del desorden. El orden a partir del caos.” Esta estrategia se remonta, según Cerise, a las revoluciones burguesas de finales del XVIII (pp. 190, 239). Lo que cambia es que entonces las revoluciones eran disrupciones en la continuidad del orden instituido, tras las que se retornaba a otro orden, mientras que hoy la revolución tiende a hacerse permanente, con los efectos traumáticos que esto tiene para la gran mayoría, que no se beneficia de tanto cambio. Subraya algo obvio, a pesar de que el pensamiento dominante tienda a obviarlo: que la historia de la humanidad ha sido mayoritariamente la de la instauración del orden. Y que el prestigio del cambio, del progreso, de la revolución, de la transformación, es de hecho una anomalía, inculcada por el mismo aparato de propaganda del sistema, fuertemente ideologizado. La tradición, la continuidad, el orden, ha sido casi siempre la norma. El antitradicionalismo moderno es la anomalía (p. 217). De manera que el francés pone el dedo en otra de las claves de la religión capitalista: el culto al progreso. Que se resume, para él, en la repetición permanente del mantra “antes era peor”. Efectivamente, el progreso científico o tecnológico, no solo no siempre lleva aparejado el progreso humano o espiritual, sino que, de hecho, tiende a impedirlo, a eclipsarlo, a sustituirlo. Pero lo que nos dice Cerise, como vamos a ver, es que no se trata de rechazar de plano el progreso, sino de valorar hasta qué punto este es negativo o positivo, “disolutivo” o “coagulante”. Cerise comprende que el progreso capitalista no consiste en “adaptar el mercado al pueblo”, sino al contrario en “adaptar el pueblo al mercado” (p. 132). Aún se podría ir más lejos y decir que el objetivo último del capitalismo sería fusionar el pueblo y el mercado, esto es, transformar el ser humano en ganado cibernético. La mercancía, el valor de cambio, la plusvalía, el dinero, son solo medios para un fin. El objetivo a largo plazo, creemos, es mercantilizar al humano. De ahí que la ingeniería social esté hoy en el centro de lo político, pero también de lo económico, en la medida en que en el capitalismo ambas dimensiones tienden a fundirse. Y que en el hollycapitalismo la mercancía fundamental es el hombre. El sociólogo reconoce que el comunismo ha fracasado. Pero también que este no ha sido tan destructor de la moral y los valores humanos como el capitalismo (pp. 134-135). Porque, más allá de las ideologías y de las diferencias entre los distintos sistemas politico-económicos, lo que cuenta es siempre una relación real de fuerzas, en la que el más agresivo, el más perverso, el más amoral, pero también el que mejor sabe enmascararlo, tiende a ganar. Cerise pone el énfasis en los hechos, y el hecho por excelencia en política y sociedad es la relación de fuerzas (p. 227). Toma de Heráclito el elogio del polemos, de la lucha, por principio: “Porque la victoria consiste en luchar” (pp. 178-180). Así, propone apoyar a todos los contrapoderes, en la medida en que supongan una oposición real al imperio atlantista-sionista: China, Rusia, Irán, Venezuela (p. 355). Pero también, apoyar al Estado, que es hoy la única estructura que puede resistir los embates del capitalismo global. Esto relega a un segundo plano todas las ideologías, las distinciones artificiales entre derechas e izquierdas, etc. La cuestión es detectar dónde está la oposición real y apoyarla, dejando en un segundo lugar las ideologías. La ingeniería social consiste —nos dice Cerise— en considerar a la sociedad como un objeto (pp. 141-142). Insistimos, lo que diferencia al hollycapitalismo del capitalismo es que el humano pasa a ser la mercancía por excelencia. De ahí que la ingeniería social se convierta en una disciplina central en este régimen de poder-religión. Simplificando, en el capitalismo se producían coches y en el hollycapitalismo se producen humanos. El objetivo del capitalismo, aunque estuviese centrado en la producción de mercancías, era servirse de estas como intermediarias para someter y transformar al humano. El hollycapitalismo sería una fase posterior del capitalismo, en la que las mercancías ya no ocupan el lugar central para transformar al humano, en la medida en que la ciencia y la tecnología de la producción de mercancías se aplica ya directamente al humano. Veamos con más detalle cómo, según Cerise, opera este gobierno de las sociedades a través del caos. Una de las claves, a la que su investigación recurre, es la ideología de género. Porque nos permite ver de manera muy evidente cómo el poder orquesta una guerra artificial entre dos partes —en este caso mujeres y hombres, pero también heterosexuales y homosexuales—, que están por naturaleza llamados a conformar una unidad. Se hace realidad una ficción, se naturaliza un artificio. Y ¿qué puede haber de más artificial que fabricar la noción de género e independizarla de la realidad del sexo? Por supuesto que siempre habrá anomalías, y estas deben ser respetadas. Pero eso es una cosa y otra muy distinta hacer de la anomalía el paradigma. La ideología de la confusión de géneros Lo interesante es que esta separación artificial lo que persigue en última instancia es una “confusión”. Así, para Cerise la teoría de género es, en realidad, “ideología de confusión de géneros” (pp. 25, 361). Las teorías de género están ahí para destruir una de las riquezas, de los valores fundamentales de toda cultura: la distinción entre hombres y mujeres. Distinción entendida como complementariedad, como suma integral en la que 1 + 1 > 2. La teoría de género es una ideología tremendamente perversa, al servicio de una agenda de empobrecimiento y de destrucción de las sociedades humanas. El género es un invento, una entelequía de los intelectuales, aliados de manera implícita con la agenda transhumanista, para destruir todo lo que nos diferencia, y por lo tanto nos atrae, nos une, a hombres y a mujeres. Pero lo más interesante de Lucien Cerise es que disecciona con mucha exactitud “cómo” esto se está llevando a cabo. Nos dice, y estamos plenamente de acuerdo con él, que lo importante es el “cómo”, y no el “quién” o el “por qué” (p. 341). Según el francés, lo que están haciendo es demonizar las diferenciaciones y las jerarquías que hacen una sociedad rica, estructurada, compleja. La clave para esto está en la mecánica de identificación, que depende de categorías y estructuras delimitadas y jerarquizadas. La entelequia de la igualdad-confusión entre hombres y mujeres es el caso más evidente de este igualitarismo mal entendido (pp. 36-37). Igualitarismo que, en realidad, persigue la destrucción de todas las diferencias, y con ello la destrucción del ser humano. Lo importante es comprender que esta desestructuración a un nivel se produce en paralelo a una reestructuración a otro nivel. Es decir, la desestructuración al nivel de la sociedad tradicional se produce en paralelo a la reestructuración el nivel mercantil-tecnológico-informacional. De ahí que ingeniería social y capitalismo estén tan íntimamente relacionados. Cerise comprende que lo que está en el trasfondo de la ingeniería social es el cuestionamiento de la norma, en el sentido más fundamental, en el ámbito moral y el del comportamiento. Nos dice que “[l]a heteronormatividad es la fuente de toda norma, la norma de las normas, la metanorma” y que “piratear” esta heteronormatividad equivale a destruir las sociedades humanas tradicionales (pp. 38-40): “Las diferencias primeras, fundadoras, de toda sociedad, se resumen en un concepto: el complejo de Edipo. Son las diferencias hombres/mujeres y padres/hijos (por extensión jóvenes/viejos)” (p. 193). Y efectivamente esto es lo que estamos viendo hoy. Levantar dos de las prohibiciones centrales en las que se fundan todas las comunidades sanas, desde hace milenios: la prohibición del incesto y la prohibición de la homosexualidad: “Existe por lo tanto una verdadera ingeniería psicosocial del levantamiento de los límites, de la transgresión de las prohibiciones, de las leyes, de los tabúes y de la abolición de las fronteras, y por lo tanto una ingeniería de la desocialización, del asalvajamiento, de la desestructuración de masas y de la regresión civilizatoria provocada; en suma, una ingeniería de la desedipización…” (p. 196). Como vemos, hay un cierto paralelismo entre el tabú del incesto —distinción entre padres e hijos— y el de la homosexualidad —distinción entre sexos—. Estos son los dos tabués que sostienen las estructuras familiares o clánicas tradicionales, del tipo que sea, desde los matrimonios de grupo o las diversas formas de poligamia, a la familia extendida o la nuclear. La homosexualidad se puede entender como una forma de incesto. Esto es, la homosexualidad sería una suerte de endogamia, mientras que la heterosexualidad sería una forma de exogamia. Levantar estas dos prohibiciones —incesto y homosexualidad— equivale a destruir todas las formas de familia o clan tradicionales, las que hacían posible la existencia de un ser social natural, de una zoé. Levantar la prohibición de la homosexualidad —proceso ya muy avanzado en Occidente— y la del incesto —que vamos a padecer en las próximas décadas—, equivale a exterminar al ser humano social, y con ello al ser humano individual, que de hecho no es más que una faceta de este ser social. Y evidentemente todo esto forma parte de la agenda transhumanista. Normalizar las anomalías Según el sociólogo, una de las técnicas que están utilizando para vendernos lo que en realidad es la destrucción encubierta del ser humano, es una “puesta de anzuelo” (hameçonnage). Consiste en presentar como discriminación positiva, como defensa de las minorías, lo que en realidad es un ataque encubierto a las mayorías. Esto es, una defensa de las excepciones, de la anomalías, pero que enmascara lo que en realidad es un ataque a las normas, a los paradigmas (pp. 73, 119). Y esto pasa por culpabilizar a las mayorías, de cara a legitimar la discriminación positiva de las minorías (pp. 230, 238-239). Insistimos, una cosa es respetar la anomalía, y otra muy distinta hacer de la anomalía el paradigma. Y esto segundo es lo que está ocurriendo hoy. Se declara una cosa pero en realidad lo que se está haciendo de manera encubierta es otra muy distinta. Así funciona todo hoy. Hacer de la anomalía el paradigma, hacer de la transgresión la norma, tiene efectos perniciosos y pervertidores devastadores para cualquier sociedad (p. 279). La muerte, el sacrificio del ser humano. Y esta lógica, que vemos de manera muy evidente en las teorías de género, Cerise la extiende a otros muchos dominios: “… el transhumanismo es esencialmente una forma quimérica para vendernos otra cosa, que es la discriminación positiva humanófoba y la dictadura de las minorías. La propaganda homo y transexual, el pinkwashing, el antiespecismo, el veganismo, los derechos de los robots y la lucha moral y jurídica contra todas las diferencias naturales, participan también de este programa de puesta en minoría jurídico-moral de la especie humana” (p. 281). A todo esto nosotros añadimos la dimensión religiosa. La transgresión siempre ha sido el ámbito de la sagrado. Hacer de la transgresión la norma lleva implícito esta religiosidad, sin la que no se puede entender en todo su alcance el régimen de poder-religión contemporáneo, el hollycapitalismo. Así, esta ingenieria social no se puede entender sin el papel central que están desempeñando toda una serie de figuras que podemos calificar como semisagradas, que actúan como referencias sociales para los profanos. Las estrellas de Hollywood y de la Hollymúsica son las más evidentes. Pero en realidad hay que ir más al fondo de la cuestión para comprender que estas estrellas son de hecho solo parte de un fenómeno más profundo, que es el de los programas de control mental mediante trauma, tipo MK Ultra o Monarch, que producen literalmente todo tipo de figuras sociales que lideran las agendas de ingeniería social. Y todo esto opera como las religiones paganas, con iniciaciones, rituales, sacrificios, hierogamias. Y todo esto está, además, muy vinculado con el abuso intergeneracional, que nos atrevemos a decir que es una de las claves de bóveda del sistema, del que se nutren estos programas institucionales de control mental, en los que, el incesto y la homosexualidad ocupan un papel central. Como vemos todo encaja, todo se cierra, todo se relaciona. Hacer de la transgresión la norma implica una inversión mayúscula de las bases morales y normativas de cualquier sociedad, que solo podemos calificar de satánica. Y efectivamente esta es la corriente subterránea sin la que no se puede entender todo este movimiento transhumanista. Aunque en realidad siempre ha estado ahí, desde hace milenios, porque es la estructura profunda del poder-religión: el ritual de sexo y sangre. Volviendo a Cerise, lo que se esconde detrás de estas discriminaciones positivas, de esta defensa de las minorías, es algo en realidad mucho más perverso, patológico y patogénico. Lo que estarían encubriendo estos movimientos, supuestamente progresistas, es en realidad un “odio visceral contra el pueblo y los heterosexuales” (p. 272). Esto es, un odio contra lo normal, contra la norma. Se podría añadir que estos movimientos, que podemos englobar bajo el término trans —transexualismo, transgenerismo, transgenetismo, transespecismo, transhumanismo— son mucho más religiosos y fundamentalistas de lo que aparentan. Serían de hecho la herencia de la tradición judeo-cristiana más radical, más puritana. Paradójicamente. En el sentido en que suponen una demonización de lo corporal, de la carne, en lo que esta tiene de menos maleable por el espíritu, por la cultura, que es su tendencia a unirse con el otro sexo. Todos estos movimientos trans, están alimentados por un transcendentalismo, en el sentido más negativo del término. En otras palabras, lo que todos ellos tienen en común es la adoración, sin duda marcadamente religiosa, de lo espiritual, y la demonización de lo corporal. Pero sobre todo de lo espiritual separado de lo corporal. En definitiva, de la dominación enormemente sublimada, hasta el punto en que se convierte en inconsciente, del espíritu sobre la materia, del artificio sobre la naturaleza, de la ficción sobre la realidad. Y a su vez, entre las masas, de la dominación del cuerpo sobre el espíritu. Lo que padecemos hoy es el reino de la desencarnación, de la desespiritualización del cuerpo y la descorporización del espíritu. Y evidentemente esto solo lo saben orquestar altos iniciados. Lo trans es, de hecho, una de las facetas más importantes para comprender la religión hollycapitalista, el reino de la producción de realidad a partir de ficciones. Dinero fiduciario, teoría de género, ingeniería genética, Hollywood, etc., son finalmente distintas facetas de un mismo fenómeno que hoy se despliega ante nosotros. Lo más interesante de Lucien Cerise es que nos muestra, como avanzábamos, que muchos de estos movimientos trans —fomentados por el globalismo tras la máscara de activismos, militantismos y progresismos varios— son parte de una única agenda transhumanista: “… veremos aparecer uno de estos días leyes antihumanas que se imponen enmascaradas bajo el pretexto moral de luchar contra la «transhumanofobia» y por la igualdad del humano y el transhumano.” Esto es, la misma mecánica de defensa de las minorías, de lo anómalo, de lo excepcional, de lo artificial, va a ser utilizada, según él, para otorgar a los robots los mismos derechos que a los humanos (pp. 74, 276, 279). Aquí vemos como esta dimensión transcendentalista es central, que como decimos no es otra que la de la dominación del cuerpo desencarnado por el espíritu, al máximo nivel, y del espíritu por el cuerpo, en la base. Insistimos, la noción clave para comprender lo que vivimos hoy es esta: desencarnación. Y todo esto se está realizando, no solo con ciencia y tecnología, sino además con rituales, con magia negra. En lo que hay que insistir es en que lo que tenemos siempre es un doble movimiento de desestructuración a un nivel y de reestructuración a otro nivel. Esto es, el propio sistema tiene que desestructurar a un nivel más natural para reestructurar a un nivel más sístemico. Siempre en el marco de agendas de medio-largo plazo que operan más allá de la farsa de la política de telediario, controlada por las logias. Cerise ha comprendido muy bien, como ya mostró en Gouverner par le chaos, que las élites atlantistas-sionistas están llevando a cabo una “demolición controlada” de las estructuras existentes (pp. 45-46), esto es, una desestructuración. Y que por ello, la labor de cualquier resistencia a esta dinámica debe pasar, al margen de las distinciones artificiales entre derechas e izquierdas, por la tendencia contraria, por una reestructuración. Pero una reestructuración “por abajo”, frente a la reestructuración “por arriba”, que también se produce. Si el “orden a partir del caos” (p. 54) es eficaz es porque el sistema construye estructuras “por arriba”, más artificiales, que son capaces de recuperar las energías que libera de las estructuras más naturales. Las teorías de género, la homosexualización y transexualización, la violencia de género, el abuso infantil, y como iremos viendo cada vez más, el incesto, nos llevan a una sociedad atomizada. Por eso todo esto está siendo instigado por las élites satánicas. Porque la desestructuración “por abajo” hace posible la reestructuración “por arriba”, el del intercambio mercantil, el dinero, el control del Estado, los dispositivos educativos, mediáticos, tecnológicos, etc. Esta transferencia entre planos también puede entenderse como una estructura piramidal, tal como propone Cerise. La desestructuración y la división en la base se produce al mismo tiempo que la reestructuración y la cohesión de la cumbre. El sociólogo es consciente de la implicación de la masonería en todo esto, a pesar de que no ha profundizado en este tema (p. 54). Esto es lo que se echa de menos en el pensamiento de Cerise. Como decíamos, su método es comprender el “cómo” antes que el “quién”, y en esto demuestra mucha inteligencia. Y es que cuanto más nos acercamos a las cúpulas más desinformación vamos a encontrar sobre los “quiénes”, mientras que los “cómos” son relativamente constantes. Así, Cerise propone investigar y “democratizar” los métodos utilizados por las agencias de inteligencia, que son de hecho quienes verdaderamente ejecutan las agendas concebidas por el verdadero poder en la sombra (pp. 256, 334, 344). Sobre todo en el régimen del caos, de la crisis, del desastre, que hoy padecemos. Esta mecánica de desestructuración y división de la bases se puede aplicar también a la distinción tradicional entre izquierdas y derechas. Pero de hecho todas las oposiciones sociales responden a la misma mecánica (pp. 56, 90, 149, 152, 181). La ficción produce la realidad desencarnada El sistema pone en escena la tesis y la antítesis, pero ambas controladas, esto es, tesis y antítesis solo hasta ciertos límites. Y al mismo tiempo deja fuera de escena todo aquello que supone una verdadera oposición al sistema (pp. 152, 156, 158). Lo que hay que subrayar es que la dimensión espectacular, escénica, representativa, de esta mecánica, es central. Especialmente en el mundo de hoy en el que cada vez más todo está inscrito en algún dispositivo de representación, de mediación. Este es el verdadero poder hoy. De hecho la mercancía no tiene sentido sin su “puesta en mercado”, que es una suerte de “puesta en escena”. Esta “puesta en mercado” es lo que la dota de valor, lo que permite incrementar su valor de cambio por encima de su valor de uso. Pero esta misma lógica afecta a los demás valores: a la verdad, al honor, a la credibilidad, al prestigio. La homosexualidad, el transgenerismo, la cocina deconstruida, las mayores artificialidades… todo se carga de valor en función de cómo es escenificado en los medios dominantes. Como el dinero ficticio. De manera mágica, por el simple hecho de aparecer en la escena hollycapitalista. Pero lo importante es comprender que estas ficciones son el vehículo en el que se transfieren los flujos libidinoso-agresivos que articulan todo el sistema, que vinculan los distintos planos de la realidad de los que hablábamos. Son ficciones pero ficciones encarnadas. Que sin embargo producen realidad desencarnada. Aquí está una de las claves para comprender el hollycapitalismo. Cerise nos dice que esta dimensión ficticia es a veces suficiente, cuando el poder pone en escena la violencia: “… la representación [del terror] es a veces suficiente para provocar los mismos efectos que lo real. […] La capacidad para «hacer creer» (en el poder o en el peligro) es fundamental, porque la representación del peligro provoca más o menos los mismos efectos anxiógenos que el peligro real” (p. 165). Aquí el investigador francés pone el dedo en un tema central en el hollycapitalismo. En lo que hace de él un régimen no solo político sino también religioso. Todo el sistema se sostiene sobre una estructura de producción de valor de cambio ficticio, que vacía cada vez más de contenido, de realidad, el resto de los valores sociales. Pero esta producción inmaterial, ficticia, de valor, tiene que estar tensada a su vez por una producción de goce y de violencia, en parte ficticios pero también, en alguna medida, reales. Realidad y ficción son los dos polos entre los que se mueven todas las producciones del sistema. Y lo que estructura y articula todos los niveles del sistema son flujos libidinoso-agresivos que se transfieren entre los distintos niveles. En otras palabras, si es posible que la ficción del dinero fiduciario, del terrorismo fabricado, de las pandemias de laboratorio o de las teorías de género, se sostengan, es porque todas ellas vienen acompañadas en última instancia, aunque sea solo parcialmente, por producciones reales de goce y de violencia. En este sentido decimos que son ficciones encarnadas. Aunque paradójicamente produzcan realidad desencarnada. Esto donde mejor se ve es en los programas de control mental mediante trauma. En este sentido, Cerise ha comprendido muy bien que el terrorismo en Occidente es, en esencia, un producto sintético del propio sistema, controlado por las agencias atlantistas-sionistas (de Estados Unidos, de Reino Unido, de Israel, y de otros Estados aliados). Y que esta amenaza terrorista es, en parte, una ficción, “terror virtual” (pp. 166-167). Pero, como decíamos, una ficción fundamental, porque es la que permite, entre otras, que el resto de valores ficticios del sistema, como el dinero fiduciario falsificado por la mafia bancaria, así como la burbuja financiera, se carguen de valor real. Y lo mismo con el goce sintético, con las pornografía, con las niñas-esclavas sexuales de las que disfrutan los altos políticos, los monarcas, las estrellas de Hollywood, etc. Ficción encarnada, producción sintética de goce y de violencia que es lo que ha caracterizado siempre al poder-religión. Esta es la clave de bóveda de todo poder-religión, del de hoy como del de hace milenios. Es verdad que una buena parte de estas violencias son ficticias, fabricadas, actuadas. Pero necesitan también tener algo de realidad. Con ello, lo importante es que provocan amenazas reales. Lo mismo podríamos decir del goce sintético, fabricado por el sistema, y del deseo real que este produce. De hecho el grado de perversión y de amoralidad que hoy padecemos, pone de manifiesto hasta qué punto el régimen de poder-religión es precario. Aquí vemos otra vez la importancia de ciertas figuras que operan como intermediarias entre los profanos y los iniciados, aquellas que aparecen en el escenario del poder-religión. Son las que articulan la dimensión real y la ficticia. Las que “hacen creer” en la realidad del goce y la violencia, aunque esta realidad sea solo parcial. Estas figuras articuladoras de los dos ámbitos de lo social, del ámbito público y el secreto, del profano y el iniciático, no son otras que los esclavos de control mental tipo MK Ultra o Monarch. Otra vez, esta es la clave de bóveda de todo el sistema. Nos atrevemos a decir que toda la espectacularización del Hollycausto está ahí, entre otras cosas, para encubrir estos programas desarrollados en los campos de concentración, que después siguieron llevándose a cabo en Occidente, a través de la Operación Paperclip. Este es un tema en el que Cerise no ha profundizado, dejándose guiar por desinformadoras como Naomi Klein (pp. 64-67, 182). Es verdad que el modus operandi del “capitalismo del desastre”, de la “doctrina del schock” tiene mucho que ver con los programas de control mental mediante trauma. Pero la cuestión es mucho más compleja, mucho más profunda y mucho más sutil de lo que nos cuentan tanto Klein como Cerise. Porque para comprenderla es necesario recorrer el laberinto de las iniciaciones, del abuso intergeneracional, de lo que podemos denominar el gobierno encubierto del Falo desvirgador, violador, pederástico, incestuoso, homosexual, felado. Es este Falo del poder-religión el que articula el goce y la violencia reales, y por lo tanto el sadismo, con el goce y la violencia sintéticas producidas en su escenario, y que a su vez producen el deseo y la amenaza que sostienen todo el orden social. Esto es el hollycapitalismo en el que Hollywood lo atraviesa todo. Pero no el Hollywood políticamente correcto que nos muestran los medios dominantes, sino el Hollywood iniciático, el Hollywood del abuso infantil y sexual, el Hollywood vinculado a las agencias de inteligencia y a los programas de control mental. Y sin embargo Cerise se acerca a comprender lo que está aquí en juego, que en definitiva es la utilización ambivalente —satánica— de símbolos. Nos dice que lo que hace el poder es “esconder a plena luz” (pp. 91-92). Este es el doble lenguaje orwelliano, el que hace posible que una misma palabra, un mismo discurso, una misma imagen, en definitiva, un mismo símbolo, pueda ser leído de distintas maneras, a los distintos niveles del sistema. Y que pueda servir como mantra de programación mental, tanto de control “duro”, para esclavos MK Ultra-Monarch, como de control “blando”, para el resto de la ciudadanía. Disolución y coagulación Otro tema interesante en la obra de Cerise es su utilización de los términos alquímicos “disolución” (solve) y “coagulación” (coagula). Similares a las nociones de “sociedad líquida” y “sociedad sólida” de Zygmunt Bauman. Ya hemos introducido este tema al hablar de desestructuraciones y reestructuraciones sociales. El sociólogo francés identifica la “disolución” con la “ingeniería social negativa” y la “coagulación” con la “ingeniería social positiva”. La primera es la que utiliza el poder para “disolver” las estructuras sociales que se le oponen. La segunda la que propone como acción emancipadora, resistente, de protección y recuperación de soberanía (pp. 103-104, 210, 237, 328). Pero el asunto es algo más complejo. Porque el poder, de hecho, utiliza alternativamente ambas tendencias. Esta es la clave para entender cómo recupera muchos movimientos que aparentemente se lo oponen. Esta está implícito en la obra de Cerise, siguiendo, entre otros, a Pierre Hillard. Así, reconoce que diversos regionalismos, soberanismos, independentismos, separatismos, etc., están antes que nada inscritos en una relación real de fuerzas con el poder imperial. Esta relación real de fuerzas es la que nos dice hasta qué punto actúan a favor o en contra de la agenda globalista, hasta qué punto son movimientos de recuperación, de oposición controlada (pp. 121-122). Cerise trata siempre de remitirse a los hechos, a las relaciones de fuerzas reales, más allá de las declaraciones o de las ideologías, y en esto vuelve a mostrar su lucidez. De manera que no es tan sencillo decir que el poder “disuelve” las sociedades y para resistirlo debemos “coagularlas”. En determinadas circunstancias el poder también “coagula”, y esta “coagulación” explica su extraordinario poder para recuperar movimientos populares. Porque lo que en última instancia está implícito aquí es una mecánica de creación a partir de la destrucción. La cuestión no es tanto “poner la otra mejilla”, como propone el pacifismo naíf cristiano, que en realidad es una ideología creada por el imperio romano para amansar a las masas, para legitimar su monopolio de la violencia. Una verdadera e inteligente resistencia popular supone reconocer que, en determinadas circunstancias, es necesario recurrir a la violencia, pero solo si esto es imprescindible. O en otras palabras, no dejarse provocar por el poderoso, en la medida en que este puede benerficiarse de esta confrontación, sobre todo si puede escenificar ante la opinión pública que se trata, en su caso, de una defensa frente a un ataque ajeno. “Disolución” y “coagulación” están, insistimos, en función de una mecánica de destrucción y creación mucho más elemental. Pero también mucho más mágica, propiciatoria y simbólica de lo que nos dice Cerise. Esta mecánica es la que conocen bien los magos negros que nos gobiernan en la sombra, la que siempre han practicado las religiones de misterios, las logias. Tanto la disolución como la coagulación, llevadas la extremo, implican una dimensión destructiva. La disolución tiende a destruir al individuo, como ponen de manifiesto las numerosas perversiones, anomalías, patologías que padece el ciudadano medio de las metrópolis contemporáneas. Pero también la coagulación, llevada al extremo, enfrentada a otra coagulación, lleva al conflicto ente comunidades, entre razas, entre religiones, a la guerra civil. El poder juega con estas dos tendencias, alternativa o incluso simultáneamente, en función de las circunstancias. Siempre teniendo en cuenta que la destrucción es el verdadero motor del sistema, el elemento verdaderamente activo. Destrucción necesaria para la regeneración. Esto es lo que saben los iniciados. Esto es lo que se aprende en las logias, lo que no se enseña en las universidades. Cerise apunta a todo esto, pero no lo llega a desarrollar suficientemente. No comprende por completo la reciprocidad de las fases de coagulación y de disolución, a los distintos niveles. Es un autor muy lúcido, un todoterreno, que sabe poner las teorías al servicio de la realidad y el compromiso con su tiempo. Y sin embargo su pensamiento es demasiado lineal para comprender a fondo las ambivalencias del poder-religión, que no se puede entender en todo su alcance al margen de esta mecánica mistérica, religiosa. Lo que nosotros denominamos el mecanismo hierogámico-sacrificial. El nazismo, apoyado por los grandes capitales atlantistas-sionistas, la Segunda Guerra Mundial, el Hollycausto, nos ofrecen un ejemplo privilegiado de cómo operan estos vórtices de coagulación y destrucción, que propician a su vez las creaciones de nuevos órdenes. Vórtice coagulador y destructor del nacionalsocialismo aleman, del Hollycausto, por un lado, y vórtice disolvente y creador de Israel y del sionismo global. Y esto a todos los niveles, al material y al energético, esto es, también al nivel simbólico, al de la producción de narrativas, de sentidos, de valores. Y así podríamos llegar hasta la vinculación del sionismo y del pinkwashing, como Cerise ha mostrado. Pero toda esta tendencia disolvente, que hoy declina, no estaría ahí sin la tendencia coagulante del nazismo alemán, catalizado por el imperio anglo-americano-sionista. El sociólogo francés ha comprendido, como no podía ser de otra manera, que una de estas estrategias de largo alcance para la “disolución” de las culturas occidentales es la inmigración musulmana, en buena medida porque supone la “multiplicación al infinito de los códigos de comunicación y los lenguajes, de manera a complejizar la situación más allá de lo controlable, lo que hará que aumente automáticamente la tasa de incomunicación, y por lo tanto de violencia y de entropía” (p. 111). Esta es una de las claves para comprender por qué el sistema hoy no necesita censurar todo el repertorio de posiciones, movimientos, iniciativas, que se le oponen, siempre que no superen un cierto alcance. Todo lo que contribuya a la “disolución” beneficia al poder de hoy. Incluso aunque lo crítique o lo exponga con crudeza. Los más radicales, los más conspiranoicos le son tan útiles al poder como los medios de masas, siempre que la proporción entre unos y otros sea la adecuada. Siempre que las masas críticas sean suficientes. (Es también la lógica capitalista. El monopolio, el cartel, se ejercen de facto en el momento en que se domina una masa crítica de las acciones, del mercado.) Proporción que puede ser en todo momento controlada mediante operaciones psicológicas. El contenido no es lo prioritario, siempre que esté inscrito en la estructura o la tecnología del poder, que es la que le permite controlar el efecto que dichos contenidos tienen en las masas críticas. “El medio es el mensaje.” Generar en la sociedad desorden, entropía, sobreabundancia de códigos, de identificaciones, es por lo tanto una de las estrategias fundamentales para debilitarla, para despolitizarla (p. 191). Despolitizar con respecto a lo que más se opone al poder, para repolitizar según toda otra serie de cuestiones que, aunque parecen resistir al poder, en realidad lo apoyan. En este sentido funcionan el greenwashing y el pinkwashing, e incluso todas las revoluciones de color (pp. 345, 374). Se despolitiza la economía, la geopolítica, la soberanía, la guerra; y se repolitiza el género, el aborto, el ecologismo, el animalismo. De nuevo, todo lo que tiene que ver con la liberación sexual debe ser interpretado en este sentido. Como una operación de disidencia controlada de muy largo alcance, que padecemos desde los años 60, que nos lleva una sociedad transhumana de ganado cibernético. Liberación que es también disolución, normalización de la transgresión. Frente a esto, Cerise nos aconseja: “[h]ay que tener niños, el máximo de niños” (p. 174). O, frente a la homofobia, “heterofilia”. O contra la falsa horizontalidad, que en realidad es una estrategia de recuperación por las estructuras jerárquicas verticales, estructuras alternativas, pero también complejas, articuladas, jerárquicas, intelectuales (pp. 175, 328-329). La triangulación y escenificación de las divisiones sociales Otro de los análisis muy lúcidos de Cerise es que esta ingeniería social negativa se basa en la utilización de estructuras triangulares. Se refiere al “triángulo de Karpman”, que pone en escena un verdugo y una víctima (pp. 30 y ss, 43). Pero para nosotros esta estructura es algo más compleja, porque además de una tercera figura oculta, que es el poderoso que orquesta el espectáculo, tiende a haber una cuarta figura, que es el público asistente a dicho espectáculo, a dicha escenificación. En todo caso, de lo que se trata es de escenificar la debilidad de la víctima, su inferioridad, su situación de minoría (pp. 371-372). De esta manera se busca la identificación, o en todo caso la compasión del espectador. Pero también la culpabilización de este último, como mayoría relativamente privilegiada y protegida. Se trata así de generar un consenso social, aparentemente humanitario, protector, solidario, políticamente correcto. Pero en realidad se trata de una estructura perversa, magnificada y falseada por los medios de masas, controlados por las élites que orquestan la operación desde detrás de bambalinas. Cualquier posición que se oponga a la mayoría de manipulados se convierte automáticamente en “extremista”, “radical”, “racista”, “machista”, “misógina”, “conspiranoico”, etc. Siempre con comillas porque estos mantras operan en el marco de una escenificación orquestada por el poder, que en definitiva es lo que les da su poder casi hipnótico. De nuevo esto nos llevaría, en última instancia, a los proyectos de control mental mediante trauma. A comprender que este control mental “blando”, de masas, es la otra cara de la moneda del control de masas “duro” que sufren los MK Ultra o Monarch. Aquí es, otra vez, a donde Cerise no llega. La dictadura de lo políticamente correcto y de la superficialidad opera en esta estructura triangular o triangulada. Pero también en esta estructura de control mental de masas a dos niveles, “duro” y “blando”. De esta manera es como se lleva progresivamente a toda a una sociedad a renunciar a sus principios y valores “normales” para adoptar los de las minorías, en ocasiones tremendamente artificiales, pervertidos (pp. 346-347). Finalmente tremendamente antinaturales, lo que nos lleva a la transhumanización. Y esto sí lo explica Cerise con lucidez. Primero tuvimos que aceptar el matrimonio homosexual. ¡Hoy toca respetar la elección de género de los niños! En las próximas décadas veremos la normalización de la pederastia y el incesto. De la misma manera, nos dice Cerise, en un futuro próximo habrá que respetar las diferencias de los robots, o la de los seres híbridos o transhumanos. Y así lo normal, la norma, irá siendo aniquilada progresivamente (p. 301). En esta estructura triangular siempre están implícitos un verdugo y una víctima. En la estructura política clásica, la de conservadores y progresistas, estamos ante la misma mecánica, aunque en este caso se tienda, en contextos estables, al equilibrio y la alternancia de ambos actores (p. 90). Pero insistimos en que, en la medida en que la situación se haga crítica, estos pasarán a desempeñar los roles de verdugo y víctima. Cerise se inspira para estas ideas, entre otros, en René Girard y su “rivalidad mimética” (pp. 80-81). Pero ni Girard ni Cerise llegan a comprender que lo que está en juego es una mecánica, no solo sacrificial, sino hierogámico-sacrificial. No llegan a mostrarnos que uno de los fenómenos centrales en el sacrificio, sea de una minoría social, sea de materia y energía en general, es la destrucción. Y que esta, lo repetimos, está en función de una hierogamia, de una creación, de una regeneración. El sociólogo nos muestra la importancia del trauma fundador (pp. 85-86, 211), y cómo este sigue estando en el trasfondo de las operaciones psicológicas y los ataques de bandera falsa. También cómo el poder utiliza hoy la “estrategia del shock” o el “management del terror” (pp. 164, 336). Pero, como decimos, no llega a vincular todo esto con la dimensión destructiva, en el sentido más amplio del término: destrucción de materia, de energía, de vida, de valores, de símbolos. Destrucción disolvente o coagulante. Pone el dedo en la llaga, pero no llega a introducirlo. No llega a comprender que estamos ante una mecánica hierogámico-sacrificial, en la que el motor del sistema es siempre la destrucción sacrificial, y que esta destrucción sacrificial está en función de una regeneración, de una reconstitución, de una hierogamia a otro nivel. Esto le habría permitido también comprender que la distinción entre disolución y coagulación no es tan lineal como él la plantea, y que ambas están también implícitas en esta mecánica de disyunciones y conjunciones que opera en toda transformación del sistema. Esta estructura triangular —o mejor, estructuración triangular, porque lo hace el poder es producir esta polarización, esta triangulación— la utiliza también Cerise a nivel geopolítico. Afirma que la Segunda Guerra Mundial fue un “gigantesco conflicto mundial triangulado por actores financieros, que apoyaban a los dos bandos enfrentados para hacer avanzar su programa de hegemonía mundial al precio del caos en Europa” (p. 297). Esta vinculación entre distintas escalas, entre distintas disciplinas, en este caso entre la geopolítica y la ingeniería social, es una de las virtudes del trabajo de Cerise. El modus operandi es siempre comprender una determinada mecánica, que permite entender diversos fenómenos aparentemente heterogéneos: “Los separatismos pueden por lo tanto ser regionalistas, étnicos, culturales, pero también sexuales (entre hombres y mujeres) y familiares, enfrentando a los hijos contra los padres, que es el trabajo que se lleva a cabo desde la emergencia de la contracultura «juvenil» de los años sesenta hasta el día de hoy” (p. 322). Insistimos, lo importante no es el “quién” sino el “cómo”, lo importante no es el contenido sino la estructura, la forma, el símbolo. De lo que se trata es de desestructurar y reestructurar, y para esto se puede recurrir a unos u otros contenidos, en función de los contextos: cristianos y musulmanes, sunitas y chiitas, hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales, machistas y metrosexuales, etc. Siempre para desviar la atención de la distinción fundamental: élites de iniciados, amorales, pervertidos, criminales, sociópatas, por un lado, y pueblos morales, trabajadores, sanos, por otro. También ha comprendido Cerise que esta “rivalidad mimética” está en buena medida orquestada por los medios de masas, protagonizada por “imágenes”, por “palabras-clave” (p. 87). Casi podríamos hablar de mantras. De nuevo, porque es más importante la forma que el contenido. En última instancia lo que se busca es el posicionamiento de unos y otros, a uno y a otro lado de la división artificial que es presentada en el escenario del poder, que el propio mecanismo hace real, naturaliza (pp. 344-345). Ficción productora de realidad. Cuanto más cerca estemos de una situación crítica más neta será está separación, con mayor intensidad e irracionalidad serán demonizados o divinizados uno u otro bando. En lo que hay que insistir es en la estructura espectacular, escénica, mediática, de esta triangulación. Cerise afirma que, en esta estructura triangular, solo dos de los tres integrantes aparecen en escena (p. 82). La tercera figura, el poder que orquesta la operación, está por encima del nivel en el que se enfrentan las otras dos partes del triángulo. De nuevo, según la lógica de que la desestructuración de la base hace posible la reestructuración de la cumbre: “… dividir lo bajo para unificar lo alto. […] dividir, descentralizar y desorganizar siempre más la base de la pirámide social, lo que permite, por un efecto de vasos comunicantes, unificar, centralizar y organizar siempre mejor la cumbre de esta misma pirámide social. Acelerar artificialmente la entropía de los grupos humanos, intensificando las tendencias centrífugas que los recorren, para producir por contraste neguentropía centrípeta al nivel del control. En una palabra: «vampirización». Este es el nombre literario de esta transferencia de energía y de información” (pp. 320-231). En esto, la teoría de Cerise (pp. 351-353) se acerca mucho a la que hemos propuesto nosotros, bajo el lema del “ojo que todo lo enmascara”. En la pirámide masónica, no solo el ojo, esto es, el espíritu, el control, se ejerce desde arriba hacia abajo. Además, desde la base de la pirámide no se debe comprender lo que hay por encima. La escenificación de las falsas oposiciones se inscribe en esta estructura piramidal, en esta mecánica de enmascaramiento por niveles. De esta manera, los niveles superiores sirven de pantalla a los inferiores. Y finalmente ocultan lo que se esconde en la cumbre: la amoralidad, la perversión, la lascivia, el sadismo, el incesto, la antropofagia, el ritual de sexo y de sangre, el satanismo. Esta estructura piramidal y enmascaradora representa los diversos niveles y jerarquías de poder y de control, pero también los diversos niveles de comprensión del sistema. Y en este sentido la dimensión espectacular, escénica, mediática, enmascaradora, es clave. Cerise está muy cerca de reconocer que lo que opera aquí es una mecánica sacrificial, pero no da el último paso. El sistema, en su conjunto, se alimenta de sí mismo, autodestruye su base para recuperar esta materia y esta energía y emplearla en la cohesión de su estructura, definida desde la cumbre. El espíritu, el plan, la cifra, la lógica, el valor de cambio, la cábala, se alimentan de la muerte de la materia, y al mismo tiempo la enmascaran en su aparato de propaganda, que hoy se extiende a todo. La metafísica es, en última instancia, antropofágica. La trascendencia es un erupto que apesta a carne humana. Ya hemos dicho que una de las cosas interesantes de este investigador es su pensamiento transversal, transdisciplinar, multiescalar. Esto se aprecia a menudo, cuando sintetiza en una frase lo que para otros requiere páginas: “La definición del capitalismo es: «Todo sistema en el que el dinero es el valor supremo» (p. 204).” Efectivamente, aquí Cerise nos muestra que la clave es entender el capitalismo, el marxismo, el valor de cambio, en relación con el resto de valores. Lo que han hecho pocos economistas. Esto es lo que se echa de menos a menudo en la casta académica. El francés no pierde de vista en ningún momento las vinculaciones profundas entre diversos ámbitos del conocimiento, en particular entre ingeniería social y capitalismo. Y así, nos dice que el objetivo de las élites es “la abolición de todas las diferencias, salvo las que existen entre las cuentas bancarias” (p. 220). De lo que se trata es de abolir todas las diferencias, de confundir todas las identidades, de vaciar todos los valores. De manera que toda la riqueza, que toda la energía que, por así decirlo, queda liberada, cargue el valor de cambio, como valor hegemónico global que estructura todo el sistema desde la cumbre. Aquí vemos el rol central que desempeña el dinero fiduciario en el régimen hollycapitalista que hoy padecemos. O dicho con otras palabras, el capitalismo es “la abolición de todas las fronteras y de todos los límites” (p. 261). Excepto el límite del valor de cambio, como unidad de medida y jerarquía única y universal. Insistimos en que lo más interesante de Cerise es pensar al mismo tiempo diversos ámbitos del saber. Así, para él, el transhumanismo es equivalente al capitalismo integral (p. 262). Diversos movimientos aparentemente heterogéneos, en realidad confluyen en la agenda transhumanista-hollycapitalista. El feminismo, el homosexualismo, el transgenerismo, el transgenetismo, el animalismo, el minoritarismo, el cibernetismo, etc., son epifenómenos de un fenómeno único que es la implementación de la agenda transhumanista. Esto es, del sacrificio del humano, tal como lo entendemos, para crear el transhumano. Estamos en guerra Por último, otro de los temas del pensamiento de Cerise que compartimos, y que muestra su lucidez y su compromiso, es que comprenda que “estamos en guerra”: “Es necesario no olvidar nunca una cosa: estamos en guerra. Hace falta tener esto muy presente. Tenemos por lo tanto que convertirnos en guerrilleros y librar esta guerra” (pp. 126, 173). Pero aclara que esto no significa que sea necesario hacerlo, por el momento, con armas. La guerra es multidimensional, se libra desde hace décadas contra todos, en todos los frentes, también los psicológicos, cognitivos, mediáticos, etc.: “Estamos en guerra y las armas utilizadas no son exclusivamente materiales” (pp. 337-339). Cerise nos anima a librar esta guerra, pero con racionalidad, frialdad, inteligencia, mesura, nos llama a constituir, también, una élite intelectual (pp. 173-174). Y nos recuerda que esta guerra es más crucial de lo que parece. Pues en definitiva implica el genocidio del ser humano, tal como lo entendemos. Nosotros añadimos que se trata, además de un genocidio, de un sacrificio del humano. Sobre todo de lo humano-social, de la zoé, en todas sus variedades —familia, clan, comunidad, raza, nación, Estado—, y con ello de lo humano-individual, que no es nada sin lo humano-social. En esto la religión del individualismo, que practicamente coincide con la religión del capital, tiene la máxima responsabilidad. El individuo es una más de las ficciones, de los mitos, de las creencias, de esta religión contemporánea que hoy padecemos. Y junto al sacrificio del ser humano —Osiris—, lo que estamos presenciando hoy es la hierogamia de la inteligencia artificial —Isis— con su cadáver, para concebir y dar a luz a un nuevo ser transhumano —Horus—. Esto nos lo ha contando mejor que nadie Stanley Kubrick en “2001: Una odisea del espacio”. Pedro Bustamante es autor de “Sacrificios y hierogamias: La violencia y el goce en el escenario del poder (1 y 2)” (2016) y “El imperio de la ficción: Capitalismo y sacrificios hollywoodenses” (2015). Colabora en diversos medios alternativos como El Robot Pescador, El Espía Digital, Katehon, La Caja de Pandora y Csijuan.