sábado, 31 de octubre de 2015

Sobre la intervención militar de Rusia en Siria


Rebelion. Sobre la intervención militar de Rusia en Siria

Entrevista a Gilbert Achcar
Sobre la intervención militar de Rusia en Siria

www.criticatac.ro


-Ilyá Budraitskis: Han pasado varios días desde el comienzo de la intervención militar rusa en Siria y los objetivos y la estrategia de esta operación siguen estando poco claros. La explicación que dan los portavoces rusos no aclara nada, pues por un lado afirman que el motivo principal es la lucha contra el Estado Islámico (EI), mientras que por otro la presentan, como hizo Vladímir Putin en la ONU, como un acto de ayuda al gobierno legítimo de Bachar el Asad. ¿Cuál crees que es el objetivo real de esta intervención?

-Gilbert Achcar: La justificación oficial inicial de la intervención estaba destinada a obtener para Rusia la luz verde de Occidente, en particular de EE UU. Puesto que algunos países occidentales están bombardeando posiciones del EI en Siria, está claro que no estaban en condiciones de oponerse a que Rusia hiciera lo mismo. Este fue el pretexto con el que Putin vendió su iniciativa a Washington antes de ponerla en práctica, y Washington compró. Al principio, antes de que los aviones rusos empezaran a bombardear, las declaraciones emitidas por Washington daban la bienvenida a la contribución de Rusia a la lucha contra el EI. Fue una reacción totalmente ingenua y, por supuesto, por parte de Putin un puro engaño. Pero yo estaría de veras sorprendido si en Washington creyeron realmente que Rusia estaba desplegando fuerzas en Siria para combatir al EI.

No es posible que no supieran que el objetivo real de la intervención rusa consiste en apuntalar el régimen de Asad. El caso, sin embargo, es que Washington aprueba incluso este objetivo real de la intervención de Moscú: evitar el colapso del régimen sirio. Desde los primeros días del levantamiento en Siria, el gobierno estadounidense, por mucho que, de entrada, dijera que Asad debía dimitir, siempre insistió en que su régimen debía mantenerse. Contrariamente a lo que creen críticos simplistas de EE UU, el gobierno de Obama no está en modo alguno a favor de un “cambio de régimen” en Siria, sino más bien lo contrario. Lo único que quiere es mantener el régimen de Asad sin el propio Asad. Esta es la “lección” que sacaron del fracaso catastrófico de EE UU en Irak: retrospectivamente, entienden que deberían haber optado por un “sadamismo sin Sadam”, en vez de desmantelar los aparatos del régimen.

De ahí que la intervención de Putin fuera vista más bien con buenos ojos por Washington. Hay bastante hipocresía en las quejas actuales del gobierno de Obama ante el hecho de que la mayoría de incursiones rusas estén dirigidas contra la oposición siria ajena al EI. Acusan a Rusia de no golpear suficientemente al EI; si la proporción de incursiones rusas contra el EI hubiera sido mayor, se sentirían más cómodos en su connivencia. Habrían lamentado menos los golpes encaminados a consolidar el régimen de Asad. Aun así, la esperanza de Washington es que Putin no solo evite el colapso del régimen y ayude a consolidarlo, sino también que llegue a alguna especie de solución política del conflicto. De momento, esto es más una ilusión que cualquier otra cosa.

El objetivo principal de la intervención militar rusa en Siria era el de apuntalar el régimen en un momento es que este había sufrido graves pérdidas desde el verano pasado. El propio Asad reconoció en julio que el régimen era incapaz de mantener el control sobre partes del territorio que había controlado hasta entonces. La intervención de Moscú está destinada a prevenir el colapso del régimen y a permitirle reconquistar el territorio que perdió el pasado verano. Este es el objetivo básico y primario de la intervención rusa.

Existe, sin embargo, un segundo objetivo que va mucho más allá de Siria y se concreta en el hecho de que Rusia haya enviado a Siria un muestrario de su fuerza aérea y haya lanzado misiles de crucero desde el mar Caspio. Esto parece ser algo así como el “momento del Golfo” del imperialismo ruso. Quiero decir que Putin está haciendo a escala reducida lo que hizo EE UU en 1991 cuando exhibió su armamento avanzado contra Irak en la primera guerra del Golfo. Era una manera de decir al mundo: “¡Mirad qué poderosos somos! ¡Mirad lo eficientes que son nuestras armas!” Y fue un argumento importante para reafirmar la hegemonía de EE UU en un momento histórico crucial. La guerra fría estaba terminando; el año 1991 resultó ser el último de la existencia de la Unión Soviética, como todos sabemos. El imperialismo estadounidense necesitaba reafirmar el papel de su hegemonía en del sistema global.

Lo que hace Putin ahora con esta demostración de fuerza es decir al mundo: “Los rusos también contamos con armamento avanzado, somos capaces de todo y en realidad somos más de fiar como aliados que EE UU”. La actitud prepotente de Putin contrasta mucho con la timidez del gobierno de Obama en Oriente Medio durante los últimos años. Putin está ganándose amigos en la región. Mantiene buenas relaciones con el autócrata contrarrevolucionario egipcio Sisi y con el gobierno iraquí. Irak y Egipto son dos Estados que se consideraban parte de la esfera de influencia de EE UU, pero ambos apoyan ahora la intervención rusa, ambos compran armamento ruso y desarrollan relaciones militares y estratégicas con Moscú.

Se trata, por supuesto, de un importante paso adelante del imperialismo ruso en su competición con el imperialismo estadounidense. Desde este punto de vista, la intervención en curso de Rusia debe contemplarse como una jugada en un torneo interimperialista. Hace más de 15 años analicé la guerra de Kosovo como parte de una nueva guerra fría. En su tiempo me criticaron esta caracterización, pero ahora ya estamos de lleno en ella, es evidente.

-I. B.: Mucha gente dice que lo que tenemos actualmente en Siria, con la intervención rusa, es un fracaso total de la política de EE UU. Otros creen que existe un plan secreto de EE UU para involucrar a Rusia en este conflicto. Y por lo visto existe un cisma real en la elite estadounidense en torno a la cuestión siria. ¿Cuál crees que es la posición de EE UU en esta situación?

-G. A.: Es indudable que se ha producido una discrepancia creciente en las altas esferas de EE UU con respecto a Siria. No es ningún secreto que hubo una disputa en torno a la cuestión del apoyo a la oposición popular siria entre Obama e Hillary Clinton cuando ella era secretaria de Estado, y que hubo militares y miembros de la CIA que compartían sus puntos de vista. En 2012, cuando comenzó este debate, la oposición popular siria, representada por el Ejército Libre (ELS), todavía era la fuerza dominante de la oposición al régimen. En realidad, es la debilidad de esta oposición popular, debida a la falta de apoyo de Washington, y en particular al veto de EE UU al suministro de armas de defensa antiaérea, la que ha permitido que las fuerzas “yihadistas” islámicas se desarrollaran en paralelo y después resultaran más importantes dentro de la oposición armada al régimen sirio. Quienes abogaron por el apoyo a la oposición popular, como Clinton y el entonces director de la CIA, David Petraeus, consideran ahora que los acontecimientos les han dado la razón y que el deterioro catastrófico de la situación siria es, en gran medida, fruto de la política equivocada de Obama.

Obama se enfrenta, en efecto, a un balance terriblemente negativo de su política en Siria. El desastre es total desde todos los puntos de vista, humanitario y estratégico. Los países miembros de la Unión Europea están bastante molestos con la enorme oleada de refugiados provocada por una catástrofe humanitaria descomunal. El gobierno de Obama trata de consolarse diciendo que Rusia está cayendo en una trampa y que será su segundo Afganistán. No es ninguna coincidencia que en su reciente crítica a la intervención rusa, Obama utilizara el término quagmire (atolladero), un término aplicado en su tiempo a EE UU en Vietnam y a la Unión Soviética en Afganistán. Ahora se dice que Rusia está metiéndose en un atolladero en Siria. Eso también es confundir los deseos con la realidad con ánimo de endulzar la píldora de un fracaso estrepitoso.

-I. B.: En efecto, de momento importantes aliados de EE UU, como Alemania y Francia, no parecen adoptar una postura claramente contraria a la intervención rusa. ¿Crees que la intervención rusa ha provocado alguna división entre EE UU y Europa y podría brindar a Rusia la oportunidad de negociar con la UE al margen de EE UU?

-G. A.: No, no lo creo. Ante todo, no existe ninguna diferencia sustancial entre las posiciones de Francia y EE UU. Al contrario, se parecen mucho. La postura de Alemania es un poco diferente porque este país no está implicado directamente en las acciones militares contra el EI. Francia ha criticado a Rusia por atacar a la oposición ajena al EI. Además, la postura francesa es muy estricta en lo que atañe a Asad. Al igual que Washington y de forma incluso más categórica, París dice que Asad debe irse y que no puede haber una transición política en Siria con la participación del dictador. Cosa que de hecho es bastante lógica, porque si la transición política ha de basarse en un acuerdo, en un compromiso entre el régimen y la oposición, no es posible de ninguna manera que esta última pueda aceptar alguna forma de gobierno conjunto bajo la presidencia de Asad. La postura de Washington y Paris está condicionada por ello. Contrasta con la visión de Moscú, que considera que Asad es el legítimo presidente e insiste en que cualquier acuerdo debería ser aprobado por él. Hay una distancia significativa entre las dos posturas en estos momentos.

Como ya he dicho, Washington y sus aliados europeos confunden sus deseos con la realidad. Esperan que una vez consolidado el régimen sirio, Putin presionará para que se abra la vía a una solución de compromiso en la que Asad aceptaría entregar el poder tras un periodo de transición que culminaría en unas elecciones. Angela Merkel, pese a que rectificó su posición un día después, dijo en un momento que la comunidad internacional debería negociar con Asad. Eso mismo hemos escuchado en algunos rincones de Europa y de EE UU: “Después de todo, Asad es mejor que el EI; con él podemos hablar, así que lo mejor es que acordemos algún tipo de transición con él.” En realidad esto es capitular por todo lo alto. Lo único que han logrado es unir a la oposición no vinculada al EI frente a esta perspectiva. La oposición armada incluye todas las variantes del “yihadismo”, que compiten entre sí para ver quién se opone más a Asad. No hay ninguna posibilidad de que cualquier sector creíble de la oposición acepte un pacto que implique la continuidad de Asad. Su retirada es condición indispensable para cualquier arreglo político encaminado a detener la guerra en Siria. De otra manera, simplemente no se detendrá.

Washington ha emitido muchas declaraciones hipócritas de condena de la intervención rusa, pese a que de entrada le dio luz verde. El principal motivo de ello es que no desea aparecer abiertamente como defensor del rescate del régimen y enemistarse así con los suníes de la región. De hecho están aprovechando la intervención rusa para introducir una cuña entre Moscú y los países de mayoría suní. Los saudíes habían entablado conversaciones con Rusia y se dice que le ofrecieron un acuerdo de elevar los precios del petróleo si los rusos cambiaban de actitud con respecto a Siria. Ahora están muy decepcionados con la intervención de Moscú, aunque tal vez sigan confiando en que Putin logre finalmente imponer la retirada de Asad.

Mientras tanto, sin embargo, entidades como los Hermanos Musulmanes y los clérigos musulmanes del reino de Arabia Saudí han proclamado la guerra santa contra el segundo Afganistán de Rusia, en asombrosa simetría con la calificación de “guerra santa” que ha hecho la iglesia ortodoxa rusa de la aventura militar de Putin. Nótese la diferencia con las anteriores guerras imperialistas de los últimos tiempos: la guerra solo se presentaba con tintes religiosos por el lado musulmán. Ahora, por primera vez en mucho tiempo, tenemos un choque entre “santos guerreros”. En este sentido, Putin es una “bendición” para los yihadistas, el enemigo perfecto.

-I. B.: Probablemente ya sabes que este verano hubo una visita secreta del general iraní Qasem Soleimani a Moscú. La decisión definitiva sobre la intervención rusa se adoptó después de aquella reunión. ¿Qué interés crees que puede tener Irán en la intervención rusa?

-G. A.: Irán comparte con Rusia un interés común por preservar el régimen de Asad, que es un aliado estratégico de ambos países. Para Irán, Siria es un eslabón fundamental del eje que va de Teherán a Hezbolá en Líbano, pasando por Irak y Siria. Este país es crucial para los suministros iraníes a Hezbolá, y además facilita a Irán el estratégico acceso al mar Mediterráneo. Y para Rusia, Siria es el único país de la costa mediterránea que alberga bases navales y aéreas rusas. Por eso estamos asistiendo ahora en Siria a una contraofensiva que combina las fuerzas del régimen de Asad, las tropas iraníes o patrocinadas por Irán y el apoyo aéreo y de misiles de Rusia. El régimen de Asad, desde hace un tiempo, depende completamente de Irán; en todos los sentidos. Irán exhibe su poderío en Siria. Evidentemente, Rusia también ejerce una influencia importante sobre Damasco, no en vano es su principal proveedora de armas. No cabe duda de que la intervención militar en curso ha reforzado el papel de Rusia. Los hay en Occidente que creen que este incremento se produce a expensas de Irán: de nuevo confunden sus deseos con la realidad.

-I. B.: Los medios rusos pretenden hacernos creer ahora que Siria tiene un gobierno legítimo y goza de plena “normalidad” por un lado, mientras que por otro distintas fuerzas tratan de destruir el Estado y hacer cundir el desorden. Sin embargo, el otro punto de vista es que ha habido una profunda transformación del régimen de Asad durante la guerra civil y no se puede decir que existe un Estado “normal” que se enfrenta a fuerzas contrarias a este Estado. Se ha producido una degeneración del Estado y el régimen actual de Asad es fruto de ella. ¿Cuál es la verdadera naturaleza del régimen de Asad en la actualidad y cómo ha cambiado durante los años de guerra?

-G. A.: Empecemos con la descripción habitual que hacen Putin y [el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi] Lávrov del régimen de Asad como un gobierno “legítimo”. En realidad, refleja una concepción muy limitada de lo que se entiende por legitimidad. Se puede decir, desde luego, que Asad representa el gobierno legítimo desde el punto de vista del Derecho internacional, pero está claro que no es así desde el punto de vista de la legitimidad democrática. Puede que sea el gobierno “legal” según los criterios de las Naciones Unidas, pero sin duda no es “legítimo” porque nunca ha sido elegido democráticamente. Se trata de un régimen surgido de un golpe de Estado perpetrado hace 45 años. Se mantiene en el poder tras un cambio de presidencia por vía hereditaria en el seno de una dinastía casi real que reina en el país a través de los servicios de seguridad y de una dictadura militar. Siria es un país en el que no ha habido elecciones libres ni libertad política desde hace medio siglo. Y este régimen se ha alejado todavía más de la población durante los dos últimos decenios con la implementación acelerada de reformas neoliberales que provocaron el empobrecimiento de amplios sectores de la población, especialmente en el campo, y un fuerte aumento del paro y del coste de la vida.

La situación se había vuelto intolerable y esto explica el levantamiento popular que ocurrió en 2011. Claro que este brutal régimen dictatorial no podía responder a las manifestaciones masivas –que al comienzo eran muy pacíficas– de una manera democrática, como la convocatoria de elecciones verdaderamente libres, eso quedaba totalmente descartado. Así que la única respuesta del régimen fue la fuerza bruta, que fue escalando gradualmente con el asesinato de cada vez más personas y creando una situación que convirtió el levantamiento en guerra civil. Además de esto, es bien sabido que el régimen puso en libertad, en el verano/otoño de 2011, a los yihadistas que mantenía en prisión. Con esto pretendía favorecer la creación de grupos yihadistas armados –eso era la consecuencia inevitable de su puesta en libertad en una situación de levantamiento popular– con el fin de confirmar la mentira que hizo correr el régimen desde el comienzo, a saber, que se enfrentaba a una rebelión yihadista. Se trataba, en efecto, de una profecía autocumplida, y los activistas que el régimen sacó de la prisión dirigen ahora algunos de los principales grupo yihadistas de Siria. Es importante ser conscientes de que, diga lo que se diga sobre el carácter reaccionario de gran parte de los grupos que combaten al régimen, ha sido el propio régimen el que los ha creado. Esto en primer lugar. Más en general, por su crueldad, el régimen ha generado el resentimiento que ha sido el caldo de cultivo del yihadismo, hasta llegar al EI. El EI es una respuesta bárbara a la barbarie del régimen, en lo que yo llamo un “choque de barbaries”.

Hay otro aspecto en todo esto. El régimen de Asad es actualmente bastante peor que lo que era antes del levantamiento. Ahora no solo es un Estado dictatorial, sino un país en que campan por sus respetos bandas de asesinos, los shabbiha, como los llaman en árabe, que aterrorizan a la población, lo que explica que una parte importante de la reciente oleada de refugiados sirios que huyen a Europa provenga de zonas controladas por el régimen. Son muchos los que no pueden seguir soportando permanecer sometidos a esas bandas criminales que ha fomentado el régimen de Asad. La población siria no confía en absoluto en el futuro del régimen. Por consiguiente, todos aquellos que podían permitírselo decidieron huir a Europa. Muchos de los refugiados que huyen a Europa, como puede verse en los reportajes de la televisión, no provienen de los sectores más pobres de la sociedad. Hay una proporción significativa de personas de clase media entre los refugiados. En muchos casos han vendido todo lo que tenían en Siria porque no albergan ninguna esperanza de poder volver alguna vez. Esto pesará como una losa sobre el futuro del país. Quienes permanecen en Siria son, por un lado, quienes no pueden hacer otra cosa y, por otro, los que se benefician de la guerra.

La situación es muy mala. Nadie puede criticar a los sirios por el hecho de abandonar el país, pues hace falta una buena dosis de optimismo para conservar alguna esperanza en el futuro del país. No obstante, en la historia hemos visto situaciones trágicas incluso peores que esta y que han venido seguidas de una recuperación, por mucho que esto pueda llevar muchos años. La primera condición para el final de la guerra y el comienzo de cualquier proceso de recuperación en Siria, sin embargo, es la retirada de Asad. Mientras él esté allí, no será posible poner fin a esta horrible tragedia.

-I. B.: Los medios occidentales todavía hablan de una oposición moderada en Siria. Y el principal contraargumento de Putin es que no existe ninguna frontera clara entre yihadistas y moderados en la oposición armada. Lávrov incluso ha dicho recientemente que está dispuesto a hablar con el Ejército Libre Sirio, pero que el problema es que no está claro quiénes son sus líderes y si realmente existe o no. ¿Puedes hacer una valoración de los grupos de oposición ajenos al EI?

-G. A.: Existe toda una gama de grupos. Desde los grupos armados iniciales del Ejército Libre Sirio (ELS), que eran relativamente laicos y abiertos, pasando por yihadistas de todos los matices, hasta Al Nusra, la rama siria de Al Qaeda. Todos los yihadistas comparten el objetivo de imponer la sharía y la imponen efectivamente en las zonas que controlan. Sin embargo, ninguno de estos grupos, incluido Al Nusra, se acerca a la barbarie increíble del EI, que es la peor caricatura de un Estado fundamentalista que podría haberse calificado de “nada plausible” si hubiera sido una obra de ficción. Los grupos de oposición islámicos ajenos al EI representan un continuo de las fuerzas fundamentalistas islámicas desde los Hermanos Musulmanes hasta Al Qaeda, todos ellos opuestos al EI. Nada de esto, por supuesto, infunde optimismo sobre el futuro de Siria. Es cierto que la barbarie del régimen ha matado a muchas más personas de cualquier otra, incluida la del EI. Sin embargo, la mayoría de fuerzas de oposición representan alternativas que no son nada esperanzadoras. Sin embargo, la condición necesaria para invertir esta tendencia, que como he explicado genera el propio régimen, es deshacerse de Asad. Sin esto no será posible invertirla.

También están las fuerzas kurdas en Siria, que constituyen el grupo armado más progresista de los que participan en esta gran batalla, por no decir el único. Su actividad se ha centrado hasta ahora en el combate contra el EI, al tiempo que han adoptado una postura relativamente neutral entre el régimen y el resto de la oposición. Desde el año pasado reciben el apoyo de EE UU en forma de incursiones aéreas y suministros de armas. Se dedican fundamentalmente a controlar y defender las zonas pobladas por kurdos. Para intervenir en el combate más allá de sus fronteras y de este modo incidir en el devenir de Siria en su conjunto tienen que aliarse con fuerzas árabes y otras minorías. Esto es lo que Washington ha estado impulsando con algún éxito, primero al lograr que colaboren con grupos del ELS y ahora con tribus árabes sirias, de acuerdo con el modelo que EE UU aplicó en Irak en contra de Al Qaeda y que ahora repite contra el EI.

-I. B.: ¿Piensas que puede formarse alguna especie de coalición en Siria capaz de representar una perspectiva progresista para el futuro del país?

-G. A.: Para ser sincero, no soy nada optimista con respecto a las fuerzas en liza, a todas ellas. De momento, lo mejor que cabe esperar es que se acabe la guerra. Detener esta terrible sangría y la destrucción del país es prioritario. Habrá que reconstruir una alternativa progresista a partir del potencial todavía existente. Aunque no existen fuerzas organizadas significativas que representen una alternativa progresista, todavía existe un importante potencial formado por muchos de los jóvenes que iniciaron el levantamiento en 2011. Miles de ellos están ahora en el exilio, otros en prisión, y muchos otros permanecen en Siria, pese a que no pueden desempeñar un papel decisivo en la guerra civil. Lo primero es que termine la guerra. Lo que sea que pueda comportar el fin de la guerra, será positivo desde este punto de vista. Hará falta la aparición de una nueva alternativa progresista sobre la base del potencial existente para que podamos decir que la situación invita al optimismo.

-I. B.: Pero ¿podemos decir que solo será posible poner fin a este conflicto con alguna ayuda o alguna intervención del exterior? ¿O piensas que toda intervención extranjera, sea rusa u occidental, no hace más que prolongar la guerra?

-G. A.: Hasta ahora, la intervención occidental se ha dirigido exclusivamente contra el EI. Las incursiones de la coalición dirigida por EE UU se producen todas en territorio del EI y han evitado por completo las zonas controladas por el régimen. Por otro lado, muy pocas incursiones rusas golpean al EI, y la gran mayoría de ellas se han dirigido contra la oposición ajena al EI en zonas disputadas entre el régimen y la oposición. Así que existe una diferencia importante a este respecto. La intervención rusa contribuye, en efecto, a prolongar la guerra civil siria. Por muchas ilusiones que puedan hacerse los occidentales con respecto al posible papel de Rusia, el caso es que antes de la intervención rusa el régimen estaba exhausto, estaba perdiendo terreno y parecía estar a punto de colapsar. Este es en realidad el motivo de que Putin haya decidido intervenir, como ya he dicho. Habría sido una derrota terrible para él si el régimen de Asad se hubiera hundido.

La expansión espectacular el EI se produjo hace más de un año, y ni Rusia ni el régimen de Asad hicieron nada serio para combatirle. Lo que más preocupa a Putin, como lógicamente también a Asad, es la supervivencia del régimen. Rusia lo apuntala y con ello contribuye a prolongar la guerra. Esto es criminal. Al final, por supuesto, lo más deseable sería que las ilusiones de Occidente se hicieran realidad y Putin obligara a Asad a dimitir. Es difícil adivinar cuál es la perspectiva de Putin en este terreno. Es cierto, sin embargo, que Rusia corre un grave riesgo de verse atrapada en un atolladero, para utilizar el término empleado por Obama, si la guerra no concluye pronto. De modo que estaremos al tanto de cómo evolucionan las cosas. Ahora, el gran sueño de la gente corriente de Siria es que termine la guerra con un despliegue de fuerzas de la ONU para mantener el orden y reconstruir el Estado y el país.


Gilbert Achcar, de origen libanés, es actualmente profesor de Estudios sobre el Desarrollo y Relaciones Internacionales de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.

Ilyá Budraitskis es historiador y cursa el doctorado en el Instituto de Historia Universal de la Academia de Ciencias de Rusia en Moscú; es miembro del consejo editorial de la revista OpenLeft.ru.


Fuente original: http://www.criticatac.ro/lefteast/interview-gilbert-achcar-on-russian-military-operation-in-syria/

Traducción: VIENTO SUR



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Rusia tiene que ganar la batalla de Alepo

Rebelion. Rusia tiene que ganar la batalla de Alepo

Rusia tiene que ganar la batalla de Alepo

ICH/ RT

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Una vez más, todo lo que ocurra en el futuro en Siria en los frentes político y militar depende de la nueva batalla de Alepo. La ciudad y sus alrededores, con el influjo de refugiados internos, puede haber llegado a albergar hasta tres millones de personas.

Siempre se trata de Alepo

Lo que pasa es que, esencialmente en el terreno, Alepo oeste es controlado por Damasco, mediante el Ejército Árabe Sirio (SAA, por sus siglas en inglés).

Algunas de las partes del norte son controladas por los kurdos del PYD, que están mucho más involucrados en la lucha contra el EI que Damasco. También sucede que el PYD es considerado como un aliado objetivo del Gobierno de Obama y del Pentágono, para disgusto de Erdogan, el ‘Sultán’ de Turquía.

El este de Alepo es la clave. Es controlado por el denominado Ejército de la Conquista, que incluye Jabhat al-Nusra, también conocido como al-Qaida en Siria, y el grupo salafista Ahrar al-Sham. Otras partes orientales son controladas por los “residuos” (copyright Donald Rumsfeld) del Ejército Libre Sirio (ELS), que se negó a colaborar con el Ejército de la Conquista.

En Washington, todos estos son considerados de alguna manera como “rebeldes moderados”.

El evento más importante en el campo de batalla de Alepo es que el SAA –con crucial ayuda rusa– ha matado al líder de Jabhat al-Nusra Abu Suleiman al-Masri, alias Mahmud Maghwari, un egipcio cuyo asesinato era deseado por El Cairo desde hace tiempo.

Adicionalmente, varios cientos de combatientes chiíes iraquíes, bajo la supervisión del comandante de la Fuerza Quds iraní Qasem Soleimani, han sido transferidos de Latakia a Alepo. Y una aguerrida brigada blindada de Hizbulá de 3.000 miembros también participará.

Lo que se prepara es una especie de ofensiva en el sur. Esas fuerzas no convergerán solo hacia Alepo sino, en una segunda etapa, tendrán que preparar el terreno hasta la frontera turca-siria, que ahora es una zona de exclusión aérea de facto controlada por los rusos.

El objetivo supremo es cortar las líneas de aprovisionamiento para todo protagonista salafista o salafista-yihadista, desde los “rebeldes moderados” al EI. Es el significado de la insistencia de Moscú en la lucha contra todo tipo de terrorismo, sin distinción. No importa que el EI no sea el principal protagonista en y alrededor de Alepo.

Para todos los efectos prácticos, toda la campaña siria está ahora bajo el control operativo, táctico y estratégico ruso, por cierto con una participación estratégica clave iraní.

La coalición Rusia-Siria-Irán-Iraq-Hizbulá en Siria –también vinculada al centro de inteligencia “4+1” en Bagdad– tiene una gran probabilidad de ganar la próxima batalla de Alepo si cumple tres condiciones;

1) Cobertura aérea rusa coordinada con inteligencia en tierra para todas las operaciones (es un hecho); 2) Apoyo popular (también es un hecho; la población urbana suní en Alepo, en su mayoría empresarios, apoyan a Damasco); 3) Soldados de infantería experimentados, por lo menos 15.000 en marcha, considerando la contribución de Iraq e Hizbulá.

Predeciblemente, existe otra coalición que no está exactamente satisfecha con la manera cómo se desarrolla el campo de batalla.

La principal central eléctrica de Alepo, a 25 kilómetros al este de la ciudad, es controlada por el momento por el EI. Por demencial que parezca –a pesar de todo, toda la tragedia siria es demencial– existe un acuerdo informal entre Damasco y el falso “Califato”, los terroristas obtienen un 60 % de la electricidad, y el gobierno 40 %. A fin de cuentas, todos, incluso los decapitadores, blandos o de algún otro modo, necesitan energía.

Por lo tanto, ¿cómo ayudó la ‘Coalición de Oportunistas Marrulleros’ –que incluye Turquía, Arabia Saudí y Qatar junto a EE.UU.– a la lucha contra el EI? Bueno, bombardearon la central eléctrica de Alepo hace poco más de una semana. Eso significa bombardear la infraestructura civil de Siria –un flagrante crimen de choque y pavor al estilo de 2003– cuyas víctimas forman parte en su mayoría del “pueblo sirio” tan apreciado por ‘Excepcionalistán’.

Lo que suceda en el campo de batalla dentro y alrededor de Alepo en las próximas semanas será esencial para definir el frente diplomático. Tal como están las cosas, Bashar al-Asad ya entendió el mensaje de Moscú. Está dispuesto a discutir cambios de la Constitución y a realizar elecciones parlamentarias y presidenciales. Pero primero los “4+1” necesitan un logro importante en el campo de batalla.

Incluso el Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry, ha cambiado su cantinela después de hablar con el ministro de Exteriores ruso Sergey Lavrov: cualquier solución política implica la participación de Damasco así como la “oposición patriótica”.

No obstante, los “patriotas” del ELS, no han comprendido. Lavrov comprometió explícitamente a Moscú a ayudarles –aunque han sido armados a través de Turquía y Jordania para combatir contra Damasco– mientras combatan contra el EI. Predeciblemente, esos “patriotas/rebeldes moderados” desdeñaron la oferta de Lavrov.

Otro absurdo diplomático es la ausencia de Irán en la mesa de negociaciones debido a la aguda paranoia de la Casa de Saud. Los generales y consejeros iraníes son un componente clave en las operaciones terrestres, en el análisis de la inteligencia terrestre, y en todo el marco estratégico en Siria.

En cambio, Washington y Riad siguen insistiendo en el aumento del apoyo a esos invisibles “rebeldes moderados” – después del encuentro de Kerry con el Rey Salman en Riad. El Departamento de Estado, por una vez adicto al suspenso, no especificó lo que significa “apoyo”. Sobra decir que significa más entrenamiento por la CIA y más misiles antitanque TOW, que difícilmente serán utilizados contra el EI.

El ballet diplomático probablemente continuará durante esta semana. Justo a tiempo cuando la crucial batalla de Alepo aumente su intensidad.

 

Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times/Hong Kong, analista de RT y TomDispatch, y frecuente colaborador de sitios en la red y programas de radio que van de EE.UU. a Asia Oriental. Nacido en Brasil, ha sido corresponsal extranjero desde 1985 y ha vivido en Londres, París, Milán, Los Ángeles, Washington, Bangkok y Hong Kong.

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article43257.htm



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miércoles, 28 de octubre de 2015

Segunda República - 27-Oct-2015 - INTERNACIONAL: REVISIONISMO

Semiótica del oscurantismo electoral a la luz de los medios


Rebelion. Semiótica del oscurantismo electoral a la luz de los medios
Portada :: Opinión
Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 28-10-2015

Argentina, Brasil, Bolivia, Venezuela… ¿Votos de odio?
Semiótica del oscurantismo electoral a la luz de los medios

Rebelión/Universidad de la Filosofía


¿Es posible secuestrar mediáticamente un proceso electoral y lograr que los pueblos voten contra sí? O dicho de otro modo: ¿Hay votos populares cultivados en la irracionalidad para que los más desposeídos solidaricen con el odio oligarca en un “Síndrome de Estocolmo” electoral? Aunque lo parezca, para algunos, no son preguntas o reflexiones retóricas ni son “caballos de Troya” para deslizar silogismos prefabricados. Son preguntas derivadas del insomnio en días de agobio y azoro frente a los aparatos de guerra ideológica o “mass media” que se nos meten hasta las alcobas.

Uno sabe de memoria las objeciones de algunos “teóricos” que dicen -y dicen- que el efecto del discurso mediático “no es lineal” y que el “espectador” también hace su juego con, desde, hacia y dentro de los mensajes. Especialmente los de “propaganda” política. Uno sospecha pero uno ya sabe que hay excepciones y que bal, bla, bla… todo puede terminar con aplausos o palmaditas entre eruditos del auto-halago. Pero uno tampoco ignora que las oligarquías invierten sumas demenciales en mantener, a todo vapor, los trabajos de sus Laboratorios de Guerra Ideológica disfrazados, incluso, como “agencias de publicidad” o Think Tanks para mayor petulancia posmoderna.

En la Argentina funcionan dos de las cinco mejores usinas de ideas políticas de América latina. Además, es el país con más think tanks en la región y se encuentra octavo en el nivel mundial... un proyecto a cargo del profesor James McGann, director del Programa Think Tanks y Sociedad Civil de esa universidad, que tiene como objetivo identificar a los mejores think tanks del mundo y elaborar un listado por región. Según el estudio, las organizaciones argentinas Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) y Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI) son dos de los cinco mejores think tanks de América latina. Completan la lista la Fundación Getulio Vargas, de Brasil; el Instituto Apoyo, de Perú, y la organización Libertad y Desarrollo, de Chile. De los 5080 think tanks que existen en todo el mundo, 408 (el 8,03 por ciento) se encuentran en América latina, pero 100 de ellos funcionan en la Argentina. Con ese número, el país ocupa el octavo lugar en el nivel mundial y el primer puesto de la región, seguido por Brasil, con 38 think tanks, y Chile, con 30”.1

Argentina, Brasil y Venezuela, por ejemplo, están bajo amenaza de una “Operación Cóndor/Buitre Mediática”2 que encarna para el país de Cortázar –en particular- Macri y sus alienados oligarcas contra la democracia ganada por un pueblo que debió resistir las peores aberraciones del capitalismo represor. Y no obstante una masa de votos, acopiada bajo las artes de la manipulación, ponen en claro una debilidad de la “democracia” burguesa en donde el voto se usa para enmascarar los resortes de una maquinaria manipuladora en la que el verdugo aparece como redentor. Cualquier persona capaz de leer más de una página de los prontuarios de Macri puede entender el calibre de la amenaza encarnada por un emulo del “gatillo fácil” a la hora de complacer a los “fondos buitre”. Sus muchos asociados, declarados simpatizantes neofascistas, engordan la lista de sinrazones a la hora de preguntarse cómo es que tales “personajes” se exhiben tan sin pudor y ganan votos para dirigir la política en nombre de la “democracia”. Y no es una pregunta naif, uno entiende cómo opera el capitalismo.

Ahí donde muchos creen que se las saben todas, donde todos son catedráticos de todo, donde falta humildad: sobran las derrotas. El escenario de las disputas políticas en Latinoamérica, incluidas las disputas endógenas de las izquierdas y sus no pocos infantilismos, abre hoy una serie de desafíos en los que es preciso incluir el de la auto-crítica y el de la unidad nuevamente. Y no sería poco útil tal ejercicio rápido en el marco de una Reunión Cumbre UNASUR de emergencia contra las agresiones mediáticas a las, todavía, imperfectas y frágiles democracias por parte de la Operación Cóndor/Buitre Mediática. Por cierto, no confundimos el derecho político a la propaganda, ni la legítima libertad de expresión de los pueblos, con las operaciones de los “Laboratorios de Guerra Psicológica” contra las democracias. Y es que, por ejemplo, el plan mediático de Macri contra Argentina es gemelo del plan que despliegan contra Venezuela, contra Brasil y contra Ecuador… y eso equivale a un secuestro mediático de las elecciones, de los electores y del futuro en el corto, el mediano y el largo plazo. ¿Alguien, por ejemplo, ignora de dónde provienen los dispositivos de guerra psicológica y los financiamientos de Macri, (es decir de que embajada u ONG´S) para secuestrar votos y elecciones con votos de odio?

Admitamos que hemos sido ingenuos o débiles o irresponsables en el manejo de la comunicación revolucionaria. Un día vendrán por nosotros pero nadie podrá decir que no lo advertimos. Nadie podrá negar que nos desgañitamos en todos los frentes que tuvimos a mano y que, incluso, algunos de los "nuestros" nos ignoraron. En la cuenta twitter de @Marccella85 se publicó esta frase: “Cualquiera que tenga el poder de hacerte creer idioteces, tiene el poder de hacerte cometer injusticias”. Voltaire. Inquietante ¿No?


Notas

1 http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=982266

2 http://www.michelcollon.info/Como-enfrentar-el-Plan-Condor.html?lang=es


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



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lunes, 26 de octubre de 2015

La verdad sobre la coalición de EE.UU. en Siria no reportada en los medios occidentales

La verdad sobre la coalición de EE.UU. en Siria no reportada en los medios occidentales

Noam Chomsky .


Rebelion. “La corrupción fue tan grande en Sudamérica que se desacreditaron a sí mismos y desperdiciaron grandes oportunidades”
Portada :: N. Chomsky
Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 26-10-2015

Noam Chomsky hace un balance de la política del continente americano y su relación con China
“La corrupción fue tan grande en Sudamérica que se desacreditaron a sí mismos y desperdiciaron grandes oportunidades”

Perfil


—En en pasado elogió lo que vino sucediendo en la política de Sudamérica: mayor integración regional y mayor emancipación de los Estados Unidos. ¿Cuál es su balance actual sobre Chávez, Kirchner y Lula?

—Es una historia mixta. Lo que ha ocurrido en América Latina en, aproximadamente, los últimos quince años es de una importancia histórica real. Es la primera vez en 500 años, desde los conquistadores, que América Latina se ha liberado en gran parte de la dominación imperial, que en los últimos cien años, más o menos, eso significa Estados Unidos. La sociedad tradicional latinoamericana estaba gobernada por una elite pequeña, en su mayoría blanca, orientada hacia el poder imperial, o lo que fuera que Estados Unidos representara recientemente, con muy poco sentido de responsabilidad hacia el país en sí: sociedades potencialmente muy ricas con pobreza y desigualdad extraordinarias. Y los países mismos estaban separados el uno del otro. Eso es lo que cambió. En este momento, la influencia de Estados Unidos ha disminuido significativamente. Los países son mucho más independientes, se están moviendo hacia algún grado de integración, como la formación de Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), que, de hecho, excluye a los Estados Unidos y Canadá. Estas no son organizaciones débiles, necesariamente. Pueden funcionar, y a veces lo hacen, y muchos de los países, incluidos los que usted ha mencionado, por lo menos han comenzado a enfrentarse a los terribles problemas internos de la concentración radical de la riqueza y la pobreza extraordinaria que conviven en países con recursos considerables. En muchos aspectos, parecía que América Latina era más prometedora que Asia Oriental en desarrollo social y económico, pero ha sido todo lo contrario. Y parte de la razón de que sea así es, simplemente, el comportamiento de las elites gobernantes. Así es que las importaciones en América Latina son, tradicionalmente, bienes de lujo para los ricos, mientras que en Asia Oriental han sido de bienes de capital, en gran parte controlados por el gobierno importador, y utilizados para la transferencia y el desarrollo de tecnología. Las sociedades de Asia Oriental no son agradables, ésa es otra historia, pero en términos de desarrollo económico eso es lo que ha sucedido: ha comenzado a cambiar. Volviendo a su pregunta, creo que un montón de grandes oportunidades, en gran medida, se han desperdiciado en formas muy desagradables. En Brasil, el país más importante de América Latina, cuando el PT llegó al poder tenía verdaderas oportunidades de conseguir logros –un gran apoyo popular, buenos programas, un liderazgo impresionante–, y algunas de las políticas fueron exitosas, pero la magnitud de la corrupción era tan grande que el partido se desacreditó a sí mismo y ha, esencialmente, sacrificado esas oportunidades. Espero que puedan resucitar algo de él, pero no está muy claro qué. Y algo similar sucedió en Venezuela, donde hubo propuestas significativas, esfuerzos, iniciativas, pero en un sistema que estaba un poco desbalanceado desde el principio no se puede. Hubo varios cambios instituidos desde arriba, bastante poco relacionados con la iniciativa popular, con algo de participación, pero no: venían desde arriba principalmente. Es poco probable que eso funcione. Hubo muchos fracasos en el camino después, pero en este momento, de nuevo, la tremenda corrupción y la incompetencia del país nunca lograron liberarse de la dependencia casi total de una exportación única, el petróleo. En el caso de Brasil, y de la Argentina también, las economías han dependido demasiado de las exportaciones de productos primarios gracias al crecimiento de China, lo que significa, por supuesto, la importación de manufacturas chinas baratas, que están socavando el sector productivo. Esto no es un modelo de desarrollo exitoso. Es una especie de historia mixta, de una gran cantidad de logros, mucha promesa, y mucho de fracaso también. Para aprovechar la promesa, espero que sea la base para seguir adelante. Bolivia y Ecuador son dos países que han tenido relativo éxito, pero también abundantes problemas.

—Algunos politólogos sudamericanos piensan que el populismo es una etapa necesaria para pasar a un sistema democrático más elaborado. ¿Cuál es su opinión sobre lo que en Sudamérica se llama populismo y en otras partes del mundo bonapartismo o cesarismo?

—América Latina ha estado plagada de una especie de bonapartismo. Aventurar una generalización al respecto sería muy extraño. Las estadísticas muestran que Corea del Sur es, en muchos aspectos, la economía más exitosa de los últimos cincuenta años. Si nos remontamos a, digamos, la década de 1950, Corea del Sur estaba a la par con algunos de los países africanos más pobres; literalmente, era más pobre que Ghana. Y ahora Corea del Sur es una gran potencia industrial, una de las principales, y motor económico, y es un pequeño país en condiciones externas severas y con muy pocos recursos; los recursos, en su mayoría, están en el norte. Eso es un logro muy notable que fue iniciado por una dictadura dura y brutal apoyada por los Estados Unidos. En la década de 1980 se produjo un levantamiento democrático valiente muy impresionante, que derrocó a la dictadura y estableció un tipo de formas democráticas que están, de nuevo, bajo el ataque de lo que queda. En América Latina, creo que el modelo de Chávez ha sido destructivo. América del Sur necesita movimientos populares masivos que tomen la iniciativa para llevar a cabo un extenso cambio social. Y, en alguna medida, eso ha sido cierto. Por ejemplo, ha habido un verdadero renacimiento de los movimientos indígenas en América del Sur, muy importantes en muchos países. En Bolivia, donde son mayoría, lograron incluso tomar el control político al elegir a su líder entre sus propias filas. En Brasil, las luchas obreras contra la dictadura y otras luchas fueron la base para el logro político del Partido de los Trabajadores en la última presidencia, que tuvo éxito en varios aspectos, pero sucumbió a la corrupción y a una burbuja económica dudosa de algún tipo. La historia no da respuestas a lo que es el modelo adecuado de desarrollo, pero un logro real, duradero, tendrá que basarse en movimientos populares organizados que tomen la responsabilidad del control total de la política, la información y la implementación. Y la medida en que los países lo logran varía. Tomemos los Estados Unidos, el país más poderoso y más rico de la historia y, en cierto modo, un líder en la democracia, pero muy lejos de haber alcanzado una democracia funcional.

—Parte de la emancipación ideológica sudamericana de la última década pudo financiarse por el exponencial aumento del precio de las materias primas, impulsado por la demanda de China. Es decir, Sudamérica pudo tomar distancia de los Estados Unidos gracias a China. Ahora que la economía china se desacelera, ¿Sudamérica deberá volver a desarrollar vínculos fuertes con los Estados Unidos?

—No hay ningún problema en desarrollar vínculos económicos con los Estados Unidos, siempre y cuando no conduzcan a la subordinación, a un control ejercido por multinacionales estadounidenses. El problema en América del Sur es la falta de programas internos de desarrollo constructivo, como se hizo en Corea del Sur y Taiwán. Países pobres, pero con Estados poderosos. Por desgracia, durante mucho tiempo con dictaduras, pero que se convirtieron en mucho más democráticas, y con un programa de desarrollo que fue diseñado para el desarrollo de las posibilidades internas, para el desarrollo social y económico. Entonces, el desarrollo de sociedades tecnológicas calificadas por transferencia de tecnología, por inversión y otros dispositivos dirigidos sustancialmente por el Estado ha sido exitoso. El principal modelo económico seguido por América Latina en los últimos años ha sido de exportación de productos primarios a China, que, por supuesto, tiene una serie de deficiencias. Por un lado, como usted ha mencionado, está sujeto a cualquier cambio que ocurra en la economía china. Pero también significa el envío de productos primarios y recibir a cambio producción barata que socava las posibilidades de desarrollo de una economía industrial nacional, y ésa es la economía agrícola. Eso es un desarrollo muy dudoso, débil de hecho.

—¿Cuál es su opinión general sobre la evolución de la economía y el sistema político en China?

—Se ha producido, indiscutiblemente, un desarrollo económico sustancial, que ha levantado a un gran número de personas de la pobreza, un logro importante, aunque con un costo ecológico y humano significativo y con muchos problemas por delante, y muy graves, entre otros el sistema político autoritario.

—En la Argentina se ve a Paul Singer y a otros grupos de presión financiera como una nueva forma de intervención violenta en los asuntos de Sudamérica. ¿Estos sentimientos son un reflejo de la paranoia de ex colonias o un reflejo verdadero de la realidad?

—Desafortunadamente, lo que usted dice es correcto. Lo que están haciendo los fondos de inversión es absolutamente impactante. Y que estén recibiendo apoyo legal en los Estados Unidos y en los tribunales es realmente vergonzoso. Lo que debería estar sucediendo es una presión popular organizada en los Estados Unidos para poner fin a este tipo de desastre, robo y tortura de países vulnerables. Estos fondos tienen poca razón de ser; en primer lugar, poca justificación. Pero lo que están haciendo ahora en el caso de la Argentina es, realmente, una verdadera vergüenza. La Argentina debe ser apoyada en sus esfuerzos a nivel internacional y en los Estados Unidos para hacer retroceder este tipo de neocolonialismo.

—En un reportaje, usted mencionó que las políticas de Lula eran similares a las del presidente de Brasil João Goulart en los 60, que escandalizaron por entonces a Estados Unidos y motivaron un golpe militar en su contra. ¿Hay hoy, en la devaluación de casi el 50% de la moneda brasileña frente al dólar, otra forma de golpe soft a la discípula de Lula, Dilma Rousseff?

—Es un paralelo bastante sorprendente. El gobierno de Goulart no fue radical, en ningún sentido; era ligeramente socialdemócrata. Por supuesto, el principio de la década de 1960 no se compara con el principio de la década de 2000, por lo que las políticas no eran idénticas a las de Lula, pero eran algo similares. A principios de los años 60, el gobierno de Kennedy preparó un golpe de Estado, llevado a cabo inmediatamente después del asesinato de Kennedy, que instauró el primer estado de seguridad nacional importante, una especie de estado de seguridad nacional neonazi, en América Latina, que fue entonces una plaga que se extendió por todo el continente. El de la Argentina fue uno de los peores. Todo eso fue un reflejo del poder de los Estados Unidos sobre América Latina. Cuando apareció Lula con políticas no muy diferentes, a Estados Unidos no le gustaron, por supuesto, pero no estaba en condiciones de llevar a cabo un golpe militar. Esa es una indicación de la clase de cambio que está teniendo lugar en los últimos quince años. Si se toma este período, desde el año 2000 ha habido tres golpes militares en América Latina. Uno en Venezuela en 2002, apoyado fuertemente por los Estados Unidos, pero que fue derrocado rápidamente por la reacción popular. El segundo fue en 2004 en Haití, instigado por los Estados Unidos y Francia, los torturadores tradicionales de Haití. Y ése tuvo éxito, pero Haití es un estado muy débil. El tercero fue en Honduras, de nuevo, un Estado muy débil. El ejército derrocó al gobierno electo, ligeramente reformista. La mayor parte del hemisferio se opuso enérgicamente, pero el gobierno de Obama prácticamente apoyó y legitimó las elecciones bajo el régimen militar. Y Honduras se ha convertido, simplemente, en un desastre total. De hecho, es ahora la principal fuente de personas que huyen a Estados Unidos. Así que no es que el período de golpes de Estado militares ha terminado completamente, pero es muy diferente que en los años 60 y 70, o las horribles guerras de las que participó Estados Unidos en América Central en los años 80. No quiere decir que los Estados Unidos y los principales actores económicos dentro de ellos, las corporaciones multinacionales, estén abandonando sus esfuerzos por mantener un grado de control, pero pueden hacer mucho menos. Y eso es un logro.

—¿Cuál es su opinión sobre la visita del papa Francisco a Estados Unidos y de su intervención para crear diálogo con Cuba?

—Es un acontecimiento muy interesante. En muchos sentidos, si no un ciento por ciento, las iniciativas que ha asumido son bastante impresionantes y prometedoras. En el caso de Cuba, también. Pero, ¿por qué el gobierno de Obama comenzó a moverse hacia la normalización de las relaciones con Cuba? Aquí, en los Estados Unidos, se lo describe como un esfuerzo noble y heroico de ayudar a Cuba a escapar de su aislamiento y unirse a la comunidad internacional, y avanzar hacia la democracia y la libertad. La verdad es que es casi exactamente lo contrario. Fueron los Estados Unidos los que estaban aislados, cada vez más. A nivel internacional, Estados Unidos ha estado aislado durante décadas. Sólo hay que mirar los votos anuales de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el embargo de Estados Unidos: una oposición prácticamente unánime. Durante la última, Estados Unidos ni siquiera pudo conseguir que las islas del Pacífico se sumaran. El único país que se unió a Estados Unidos fue Israel, que, más o menos, tiene que hacerlo, y el propio Israel viola el embargo. Pero lo más significativo es América Latina. En la conferencia de Cartagena, creo que en 2012, Estados Unidos y Canadá estaban completamente aislados, principalmente en el tema de dejar entrar a Cuba al hemisferio. Y estaba bastante claro que en la próxima conferencia de Panamá, este año, si Estados Unidos no hubiera estado dispuesto a aceptar la demanda unánime del hemisferio de readmitir a Cuba, el propio Estados Unidos habría sido excluido. Y, en esas condiciones, Obama tomó estos pequeños pasos que hasta ahora se han emprendido. Me alegra que lo hiciera, pero debemos entender las razones, que están bastante alejadas de alcanzar los fines que deben ser alcanzados. Me refiero, en primer lugar, al Congreso, que aún mantiene el control del embargo, y a que existen todavía fuertes restricciones a los viajes de académicos cubanos a Estados Unidos, lo que es una vergüenza, y a otras restricciones que deben ser eliminadas. Pero es el comienzo de un hecho que debía suceder. Y eso es importante. Vale la pena sólo pensando en la historia. Casi de inmediato, cuando Castro tomó el poder, en cuestión de meses, Estados Unidos fue a la guerra contra Cuba. Los planes eran bombardear Cuba a finales de 1959. En marzo de 1960, el gobierno de Eisenhower formalmente decidió derrocar al gobierno. Y, cuando llegó Kennedy, se intensificó el plan. En primer lugar, la invasión de Bahía de Cochinos, y luego de su fracaso Kennedy inició una gran guerra terrorista contra Cuba. No era un asunto insignificante. De hecho, ése fue uno de los principales factores de la llamada crisis de los misiles cubanos, que casi llevó a una guerra nuclear terminal. La guerra terrorista continuó después de la crisis. Mientras tanto, el embargo se estableció y tuvo un costo enorme para Cuba. Entonces, Estados Unidos está, básicamente, peleando una guerra bastante salvaje contra Cuba desde su liberación, en 1959. Eso está en declive ahora, sustancialmente como consecuencia de la creciente independencia de América Latina, que se ha negado a tolerarlo. Esos también son pasos hacia adelante muy importantes. Y muchos problemas aún permanecen, pero no debemos pasar por alto los logros que se han alcanzado gracias a los esfuerzos de independencia de América Latina durante los últimos quince años, aproximadamente.

—¿Que el papa Francisco sea el primer papa no europeo y, especialmente, que sea latinoamericano, le confiere una subjetividad que puede ser disruptiva?

—Podría ser, pero recuerde que el principal cambio en la Iglesia, en realidad, el cambio dramático, fue instituido por Juan XXIII con el Concilio Vaticano II y, básicamente, la reintroducción de los Evangelios en la Iglesia Católica. Hans Küng, un gran historiador del cristianismo (N. de la R.: teólogo suizo, consultor del Papa durante el concilio), dice que, según el Concilio Vaticano II, el Papa regresó la Iglesia a lo que era antes de convertirse en la Iglesia de los Perseguidores bajo el emperador Constantino, en el siglo IV. Reintrodujo los Evangelios, las opciones preferenciales para los pobres. La Iglesia latinoamericana y la Conferencia Episcopal se comprometieron seriamente con eso. Sacerdotes, monjas, laicos fueron a las comunidades pobres en el campo; las comunidades de base organizadas tenían personas intentando pensar en el contenido pacifista radical de los Evangelios y se movieron hacia la toma del control de sus propias vidas, de alguna manera. Eso desató una gran guerra por parte de Estados Unidos y las elites latinoamericanas contra la Iglesia para tratar de destruir esta herejía, la herejía del regreso del cristianismo a sus raíces, y ése es un factor importante detrás de las terribles atrocidades que tuvieron lugar en América Latina en los años 60, 70 y 80, que culminaron finalmente en el asesinato de seis importantes sacerdotes jesuitas intelectuales latinoamericanos en El Salvador en noviembre de 1989. Y esto no es sólo mi opinión. Si usted mira la famosa Escuela de las Américas, que cambió su nombre (N. de la R.: actualmente se llama Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica), que ha entrenado asesinos latinoamericanos durante muchos años, uno de los aspectos que publicitan abiertamente es que el ejército de Estados Unidos ayudó a destruir la Teología de la Liberación. Pero el papa Juan XXIII no era latinoamericano. Instauró este cambio enorme, y creo que el papa Francisco empieza a llevarlo adelante. Y si ése es el caso, será de gran importancia. Podría ser que sus orígenes latinoamericanos jueguen un papel en eso, no sería sorprendente. Pero creo que es un hecho que debe ser observado con gran interés. Tiene promesa, se puede llevar adelante, creo que va a requerir, como siempre, la reacción del público, que es de apoyo positivo y constructivo.

—En Europa vemos el surgimiento de partidos que denuncian el statu quo, como Podemos en España, Syriza en Grecia, asesorados por movimientos populistas latinoamericanos. ¿Usted diría que Sudamérica está generando de alguna forma vanguardia política?

—América Latina tiene un papel importante en la creación del fondo para estos partidos. América Latina fue uno de los partidarios de los dogmas neoliberales más rigurosos y, como usted sabe, sufrió enormemente por eso. Y América Latina ha liderado, más o menos, la resistencia al Consenso de Washington y al sistema de globalización neoliberal. Y creo que eso ayudó a inspirar a los movimientos en otros países: Grecia, España, y los Estados Unidos y Gran Bretaña también. Por ejemplo, el éxito bastante notable de la campaña de Bernie Sanders y el llegar a la opinión pública en Estados Unidos, y otras cosas que suceden en otros países son reacciones del público a una verdadera guerra de clases que se ha estado librando durante la última generación bajo la bandera neoliberal para tratar de hacer retroceder el desarrollo progresivo de los últimos años. Ahora hay una reacción, y América Latina, en muchos sentidos, estuvo a la cabeza.

—Ya se refirió al miedo de los blancos norteamericanos a convertirse en una minoría dentro de su propio país, como si este proceso de mezcla racial y étnica les “robara su país”. Siendo que los latinos van camino a superar a los negros en cantidad total de población, ¿podría surgir una nueva ola de racismo contra los latinos de forma similar a la que existió contra los negros? ¿Y estaría Donald Trump a la vanguardia?

—Es un problema serio en Estados Unidos que, está de más decirlo, tiene una historia racista bastante horrible, y no sólo por las repugnantes atrocidades. La esclavitud es uno de los peores crímenes de la era moderna que, por cierto, no terminó realmente con el fin de la esclavitud. Si nos fijamos en los últimos 400 años desde que los primeros esclavos africanos fueron traídos aquí, hay tal vez dos o tres décadas en las que los afroamericanos tuvieron una posibilidad razonable de entrar en la sociedad en general. Es una historia horrible, pero, más allá de eso, Estados Unidos recibió inmigrantes europeos por un largo período. El país se basa en la eliminación y el exterminio de la población indígena, otro grave crimen, que abrió el país para la colonización. Querían traer colonos. Eso duró hasta, aproximadamente, un siglo atrás, cuando otros fueron excluidos. Pero hasta 1924 se aceptaron europeos. En 1924 se sancionó la primera ley importante de inmigración, dirigida prácticamente contra los italianos y los judíos, que eran del sur y este de Europa. No querían a ninguno más de ellos aquí. Esa es una de las razones por las que los judíos no pudieron escapar de Alemania. Antes de que ocurriera el Holocausto, no podían venir a Estados Unidos, y eso fue verdad, incluso después de la Segunda Guerra Mundial. Este tipo de miedo innato a los extranjeros está profundamente arraigado, hay mucho de mitología en él. Tenemos que remontarnos a, digamos, el tiempo de la Conquista del Oeste, por ejemplo, con la tradición de lo que se llamó anglosajonismo, que todos somos de alguna manera anglosajones. Por supuesto, es un disparate terrible, como la mayor parte de lo relacionado con el racismo, pero como fenómeno cultural era muy real. Y eso ahora juega un papel significativo en sectores importantes de la población blanca que están, por un lado, sufriendo bajo las políticas neoliberales. Vale la pena recordar que, para la mayoría de la población en Estados Unidos, los salarios reales se han estancado o disminuido en los últimos treinta años, desde que comenzó el asalto neoliberal. Los salarios reales de hoy de los trabajadores varones, la población blanca de clase obrera, están cerca de lo que eran en los años 60. No están sufriendo al mismo nivel que en Africa Central, pero, en términos de riqueza y poder y opciones de la sociedad, están siendo reprimidos severamente, y esto los hace sentir muy amargados y enojados. Y sin un movimiento liberal que realmente funcione ni otros movimientos progresistas, mucho de esto se vuelve muy reaccionario, como sucedió en otros lugares. Una parte de ellos se vuelve hacia el ultranacionalismo. “Nos están sacando nuestro país”. Esto se ve, principalmente, en la base del Partido Republicano. Es por eso que digo que Donald Trump es realmente un payaso; obtiene un enorme apoyo cuando habla de conseguir que México construya un muro para evitar que los violadores y criminales invadan nuestro país. Demasiado absurdo, pero parece que, de todas formas, eso se discute. Alcanza resonancia en las personas que realmente temen que algo malo nos esté sucediendo, y siempre es fácil echarles la culpa a los de afuera. Es una realidad que, dentro de un par de décadas, los cambios demográficos que están ocurriendo probablemente dejen una minoría blanca frente a los asiáticos, latinos. Y no hay nada de malo en eso, excepto que, para quienes se sienten atacados en otros aspectos, esto se convierte en una potencial fuente de sentimiento nacionalista extremadamente peligroso. Algo similar está sucediendo en Europa con la huida de los refugiados de Siria y del norte de Africa. Es un fenómeno bastante sorprendente que países como el Líbano, Jordania o Turquía estén recibiendo un gran número de refugiados, pero Europa, una sociedad rica, se lamenta por el hecho de que podría recibir una pequeña fracción de lo que está llegando a estos países pobres. Y Estados Unidos, que es un país muy rico comparativamente, con áreas despobladas enormes, no está recibiendo a casi nadie, y tiene un historial terrible en cuanto a las personas que huyen desde América Central y México.

—Usted opinó que Obama era conservador y que el Partido Demócrata se ha convertido en el Partido Republicano moderado. La exacerbación extremista de derecha del Tea Party continúa empujando a EE.UU. hacia la derecha y ahora Trump encarna el sentimiento popularmente. ¿Por qué?

—El sistema político se ha ido desplazando hacia la derecha por una generación, como las políticas neoliberales se fueron implementando, perjudicando enormemente a la sociedad y una gran mayoría de la población como en otros lugares.

—En su libro “Los guardianes de la libertad” usted escribió que “el propósito social de los medios es inculcar y defender el orden del día económico, social y político de los grupos privilegiados que dominan el Estado y la sociedad […] definiendo los temas que son relevantes para el poder establecido, no permitiendo al público ejercer un control significativo sobre el proceso político, [con] selección de temas, distribución de intereses, articulación de cuestiones, filtrado de información, énfasis y tono, así como manteniendo el debate dentro de los límites de las premisas aceptables”. Esto lo escribió en 1988, ¿qué cambió en este último cuarto de siglo?

—Con Edward Herman, mi coautor, publicamos una segunda edición en 2002, con una nueva introducción, en la que hablamos de algunas de estas cosas. Ha cambiado un poco desde entonces, pero no tanto. El surgimiento de internet, básicamente, un logro tecnológico desarrollado por el Estado, junto con las computadoras, que están disponibles para todos. Ofrece muchísimas oportunidades, pero, como la mayoría de la tecnología, ofrece oportunidades para la liberación y también por la coerción y el control. Está disponible para ambos, y la pregunta es cómo se utilizará. Internet permite que las personas tengan acceso a información de muchas fuentes diferentes que de otro modo no estarían disponibles para ellos, a opiniones, a participar en debates y demás. Ofrece esas oportunidades, pero tienen que ser utilizadas. También ofrece oportunidades para que las personas gasten su tiempo en pornografía y en los sitios web que refuerzan sus prejuicios. Ofrece oportunidades para el gobierno, sobre todo el de los Estados Unidos, pero a otros también, para hacerse con el control extremo sobre las acciones de la gente, sobre dónde están, qué están haciendo, con quién están hablando, qué están diciéndoles a otras personas, lo que puede convertirse en una técnica extremadamente peligrosa de dominación. Internet permite todas estas cosas. No creo que haya cambiado las conclusiones de nuestro libro. Creo que la idea base sigue siendo la misma. Hay oportunidades disponibles, y la pregunta es cómo se van a utilizar. Sabemos muy bien cómo los sistemas de poderes van a utilizarse. No sólo el gobierno. También las grandes empresas, como Google, Amazon y otros están realizando esfuerzos muy avanzados de vigilancia y esfuerzos para influir en las preferencias, opciones, el comportamiento. Esa es la manera en que, por supuesto, va a ser usado. La población puede usarlo como una oportunidad para la liberación, para la extensión de la democracia, para la lucha contra los sistemas opresivos y, en cierta medida, eso está pasando, pero cómo usamos las oportunidades disponibles para nosotros está realmente en manos de la gente de estos países. Podrían haber dicho lo mismo sobre la prensa escrita, y sobre las bibliotecas, los periódicos y otros medios. Y ahora podemos decirlo sobre internet. No creo que cambie nada fundamental en términos de la relación de poder, sólo la disponibilidad de la tecnología que da oportunidades para llevar adelante acciones en los momentos de movilización popular, de la educación, lo que puede provocar un cambio sustancial.

—Usted sostenía en los 80 que “la propaganda es a la democracia como la violencia a la dictadura”, ¿esto se intensificó aún más hoy en día?

—Me parece que sucede lo mismo.

—En su artículo de 2012 “Consentimiento sin consentimiento” usted desarrolla la información de la opinión pública que implicaría el consentimiento de los gobernados. ¿Cómo podría explicar esta actitud pasiva de la audiencia si la mente como estructura biológica está preparada para elaborar?

—Como dijo John Milton, “la mente es un lugar extraño”. Los seres humanos tienen muchas propiedades complejas. No sé si estoy de acuerdo acerca de la “actitud pasiva”. La gente puede aceptar por muchas razones, como carecer de alternativas percibidas. Esta es la tarea de los activistas y organizadores para curar este mal.

—En su libro “Reflexiones sobre el lenguaje” usted afirmo que “los seres humanos están igualmente dotados para aprender cualquier lengua”. ¿A qué atribuye la afirmación de que hay lenguas mejor predispuestas para determinadas subjetividades, como el italiano para lírica, el alemán para las ciencias sociales, el francés para el amor?

—Diderot una vez predijo que el francés sería el idioma de la ciencia, mientras que el alemán y el inglés serían los de la literatura. Otras propuestas similares tienen el mismo mérito es decir, ninguno.

—¿Usted cree que el idioma chino en el siglo XXII sería como el inglés de hoy en día?

—Si se refiere a que puede ser una lengua internacional, eso es concebible.

Fuente: http://www.perfil.com/internacional/La-corrupcion-fue-tan-grande-en-Sudamerica-que-se-desacreditaron-a-si-mismos-y-desperdiciaron-grandes-oportunidades-20151025-0008.html



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Las imposibles opciones de Obama en Medio Oriente


Rebelion. Las imposibles opciones de Obama en Medio Oriente

Las imposibles opciones de Obama en Medio Oriente



En los días que corren, el presidente Barack Obama está siendo criticado en todas partes por cualquier cosa que haga en Medio Oriente. Y cómo no habría de serlo, si probablemente no hay nada que pueda hacer para convertirse en el crucial y decisivo actor, que a él le gustaría ser, en la vertiginosa geopolítica de Medio Oriente. No es que todas sus decisiones sean malas. Muchas lo son, pero hay algunas que parecen sensatas. El hecho es que virtualmente no hay Estado en la región, o que tenga intereses en ella, que realmente esté de su lado. Todos mantienen sus agravios y prioridades y están deseosos de resolverlos aún si Estados Unidos los presiona para no hacerlo.

Hay cuatro ámbitos que podrían considerarse los puntos candentes de la región, o tal vez deberíamos llamarlos los más candentes: Irán, Siria, Afganistán e Israel/Palestina. Los críticos de Obama dicen que él no tiene una política coherente en ninguna de esas regiones. Y esta crítica no deja de tener su fundamento.

Su política más clara, relativamente, es la relacionada con Irán. Estados Unidos ha hecho un esfuerzo importante para obtener un acuerdo con Irán que en esencia ofrezca un arreglo: que no haya armamento nuclear en Irán a cambio de levantar las sanciones económicas. De hecho, tal acuerdo ya se firmó. Y las legislaturas de ambos países han tomado el primer paso hacia su ratificación. Los historiadores futuros enlistarán éste como uno de los más grandes logros de Obama en lo relacionado con política exterior (junto con la reanudación de las relaciones diplomáticas con Cuba). Este es Obama el pacificador.

Sin embargo, el acuerdo debe ser ratificado más allá, de varios modos, por ambas partes. Aunque esto parece probable, con toda seguridad no es inevitable. Los detalles son complicados y están abiertos a diferentes interpretaciones por ambas partes. Y diferentes interpretaciones conducen a la continuación de las tensiones. Cuarenta años después de que se firmara un acuerdo semejante en Irlanda del Norte, seguimos teniendo discusiones sobre la interpretación del acuerdo, y en este momento enfrentamos la amenaza de que se rompa.

La situación en Afganistán es menos clara. Los talibanes parecen estar juntando fuerza constante y están controlando más y más regiones, por lo menos en la noche. Estados Unidos envió tropas a Afganistán a sacar a los talibanes y mantenerlos fuera. Supuestamente el gobierno afgano quiere derrotar también a los talibanes.

Lo más importante es que también Irán quiere derrotar a los talibanes. Pero Estados Unidos e Irán no quieren cooperar abiertamente en este objetivo. Y el gobierno afgano se desgarra entre la reivindicación de su independencia respecto de Estados Unidos y su necesidad de contar con su continuada (de hecho creciente) asistencia militar. El gobierno paquistaní parece estar apoyando a los talibanes. Y el gobierno de India parece querer apoyar al gobierno afgano de un modo más directo de lo que desearía el gobierno estadunidense.

La política estadunidense no es coherente, porque intenta alcanzar una serie de objetivos que interfieren uno con otro. Estados Unidos desea reforzar un gobierno estable y, por tanto, está comprometido a respaldar al actual gobierno afgano. Para hacerlo, los militares estadunidenses insisten en que se necesitan más tropas. Pero Obama prometió reducir las fuerzas estadunidenses a un grupo de entrenadores no combatientes para cuando termine su presidencia. No es posible hacer esto y al mismo tiempo garantizar la supervivencia del llamado gobierno afgano estable, en especial cuando la estabilidad de ese gobierno está ligada a una enconada lucha sin resolver con sus oponentes no talibanes.

Si volteamos a Siria, coherente es el último adjetivo que uno aplicaría a la política estadunidense. Por una parte, ha intentado formar una coalición internacional de países comprometidos con la derrota del aún expansivo Estado Islámico (EI, Daesh o ISIL). En teoría, Estados Unidos también está comprometido con la destitución de Bashar al Assad. Lo que Estados Unidos no quiere hacer es comprometer tropas en otra zona de guerra civil en Medio Oriente. A cambio, Estados Unidos ofrece combatir el EI con drones que bombardearán sus unidades, sin siquiera tener tropas en el terreno que guíen los drones. La consecuencia, que es inevitable, es el daño colateral que intensifica los sentimientos antiestadunidenses en Siria.

En tanto, Rusia ya dejó claro que está comprometida a mantener a Assad en el poder, al menos hasta que exista una resolución política de Assad con la llamada oposición moderada. La oposición en sí misma es un grupo complicado. Estados Unidos ha derramado mucho dinero y energía en entrenar a un selecto grupo de oposición. El ejército estadunidense justo acaba de admitir que este esfuerzo fue un fracaso total. Los grupos a los que les había brindado apoyo fueron desintegrados en gran medida. No sólo huyeron de los campos de batalla, sino que de hecho le entregaron material a Al Nusra, grupo afiliado con Al Qaeda y supuestamente uno que Estados Unidos no quiere respaldar.

Nadie realmente está siguiendo ninguna de las directrices de Estados Unidos. Con mucha renuencia Turquía accedió a los sobrevuelos de aviones y drones estadunidenses, pero se negó a alentar el respaldo hacia las tropas kurdas que son las que realmente combaten al EI. Arabia Saudita tampoco tiene una política coherente. Están en desacuerdo con las fuerzas de Al Qaeda, pero también les brindan algo de respaldo financiero y diplomático como parte de su intento por contrarrestar la influencia iraní por todo Medio Oriente. Gran Bretaña y Francia dicen respaldar a Estados Unidos, pero Gran Bretaña enviará solamente drones y Francia critica a Estados Unidos por no ser más duro contra Assad. Israel no parece tener ninguna claridad de lo que va a hacer. Israel alega que el mayor enemigo es Irán, pero de hecho se concentra en mantener a raya a los palestinos, lo cual significa constituir una política en la franja de Gaza y otra en Siria y Líbano.

Y en cuanto a Israel-Palestina, la violencia y la retórica van in crescendo en ambas partes. Muchos comentaristas dicen que ésta es la tercera Intifada, y algunos aseguran que comenzó hace un año. Sea cual fuere la etiqueta, es obvio que lenta, pero seguramente Israel está perdiendo la batalla diplomática en Europa occidental y aún en Estados Unidos. Mientras Netanyahu, quien quisiera reparar las raspadas relaciones con Obama, tiene que ser precavido de no ser rebasado por su derecha. Hay poco que él vaya a hacer para cambiar la política israelí. Y hay poco que Obama pueda hacer que él emprenda. No obstante, el conflicto entre Israel y Palestina continúa siendo el potencial disparador de una explosión por todo Medio Oriente, una tan severa que afectaría las operaciones de toda la economía-mundo, algo que ya está en una condición muy frágil.

Si alguien puede ver en este popurrí de evidencias que Estados Unidos sigue siendo capaz de controlar la situación y dictarle términos a alguna de las partes, está viendo cosas que yo no puedo ver. No sólo Estados Unidos no es ya una potencia hegemónica, sino que ya no es siquiera el actor más poderoso de esta fragmentada región. Su renuencia a admitir esta realidad para sí es un peligro para el mundo entero.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/10/24/opinion/023a1mun

Traducción: Ramón Vera Herrera



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miércoles, 21 de octubre de 2015

'Rusia y China venden sus bonos del Tesoro porque saben que la divisa del dólar se desplomará'

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Lo ocurrido en Grecia


Rebelion. Crítica amistosa a Varoufakis y a sectores de las izquierdas sobre lo ocurrido en Grecia
Portada :: Europa
Aumentar tamaño del texto Disminuir tamaño del texto Partir el texto en columnas Ver como pdf 21-10-2015

Crítica amistosa a Varoufakis y a sectores de las izquierdas sobre lo ocurrido en Grecia



Una percepción bastante generalizada de lo que ha ocurrido en Grecia en algunos sectores de las izquierdas en España es que el partido Syriza ha traicionado al pueblo griego, pues, tras recibir un mandato popular (expresado primero en las urnas -en enero del 2015-, y más tarde en el referéndum del 5 de julio de este mismo año) de oponerse a la continuación de las políticas de austeridad impuestas por el Consejo Europeo (dominado por el gobierno Merkel de Alemania), por la Comisión Europea, por el Banco Central Europeo, por el Fondo Monetario Internacional y por el Eurogrupo (también dominado por el gobierno alemán), Syriza terminó aceptando el tercer rescate, lo que significaba la continuación de tales políticas (presentadas, incluso, como más duras que las que sustituyeron), traicionando con ello al pueblo griego. Han contribuido a esta percepción las declaraciones del que fue el dirigente del equipo griego durante las negociaciones con la Troika y con el Eurogrupo, el entonces Ministro de Finanzas, el Sr. Yanis Varoufakis, perteneciente hasta hace poco al partido Syriza, en las que ha indicado en repetidas ocasiones que el Primer Ministro Tsipras “había traicionado” la voluntad popular.

A esta percepción se le añade otra, esta más común entre los adversarios y enemigos del partido Syriza, pertenecientes a las sensibilidades conservadoras y liberales (incluyendo las socioliberales) que dominan el panorama político y mediático español (incluido el catalán), que acusan a Syriza de irresponsabilidad política al haberse atrevido a enfrentarse con la Troika y con el Eurogrupo, oponiéndose a las políticas de austeridad y prometiendo cambios que eran imposibles de realizar. Estas voces conservadoras, liberales y socioliberales concluyen que, como consecuencia de dicha irresponsabilidad (cuya máxima expresión fue la convocatoria del referéndum), el establishment europeo (compuesto por las entidades citadas anteriormente) se enfadó y en lugar de ser más sensible al pacto y a la negociación, empeoró las condiciones del rescate. Y, en consecuencia, hoy Grecia está incluso peor.

Tales percepciones son extraordinariamente simplistas y no recogen la complejidad de la situación. Veamos cada una de ellas, empezando por la supuesta “traición”.

El contexto político en el que han ocurrido los hechos acaecidos (incluyendo la supuesta traición de Syriza)

Grecia es una de las sociedades europeas en donde el Estado ha sido captado e instrumentalizado con más intensidad por parte de una de la mayores estructuras de poder caciquiles y clientelares hoy existentes en Europa. Era y es, en cierta manera, “una república bananera” en el sur de Europa. En realidad, las familias que controlan el país –desde los aparatos del Estado a todos (sí, repito, todos) los medios de comunicación– son las que lo han gobernado siempre. Constituyen la oligarquía que siempre ha controlado el Estado. No por casualidad, Grecia tiene en común con España y Portugal haber sido gobernada durante muchísimos años por dictaduras militares conocidas por su brutalidad y represión (como lo fue España). Y lo que también tienen en común con España es una larga y heroica historia de luchas y resistencias populares frente a tales estructuras caciquiles, estructuras que están claramente entrelazadas con empresas multinacionales.

Para dichos movimientos populares que han luchado frente a estas estructuras (incluyendo los periodos dictatoriales), Europa significaba (como también lo significaba para los que luchábamos contra la dictadura fascista en España) libertad, democracia y Estado del Bienestar. Y como en España, el euro se veía como la clave que nos permitiría considerarnos ya como europeos. Esta idealización de Europa estaba y continúa estando ampliamente extendida en la cultura de los movimientos democráticos en aquellos países (Grecia, España y Portugal), así como entre la gran mayoría de la población. Las encuestas de apoyo al euro y a la Unión Europea eran, y continúan siendo, elevadísimas en Grecia (y en España). Y ello es un dato de una enorme importancia que, incluso hoy, y a pesar de las políticas de austeridad, enormemente impopulares (impuestas por las mismas instituciones que gobiernan el euro y mandan en Europa), la mayoría de la población griega desee permanecer en la Eurozona y mantener el euro como la moneda de Grecia. Tan recientemente como en el pasado mes de julio, las encuestas indicaban que el 74% de los griegos (y el 66% de los partidarios de Syriza) están a favor de permanecer en el euro (una situación casi idéntica, por cierto, a lo que ocurre en España, donde la mayoría de la población desea estar en la Unión Europea y tener el euro como su moneda).

Y ahí está la raíz del problema. La población desea permanecer en la Eurozona, pero esta está en manos de partidos conservadores, liberales y socioliberales que, representando los intereses de las clases dominantes de estos países, incluyendo la griega (y la española), están llevando a cabo lo que siempre desearon, a saber, el debilitamiento del mercado de trabajo y la eliminación del Estado del Bienestar. En realidad, el objetivo del sistema de gobierno del euro ha sido potenciar el mundo del capital (hegemonizado por el capital financiero) a costa del mundo del trabajo (para una elaboración de este punto, ver mi libro Ataque a la democracia y al bienestar. Crítica del pensamiento económico dominante, Anagrama, 2015).

Se olvida en las críticas a Syriza que nunca recibió un mandato para salirse del euro

Frente a esta situación de amplio apoyo al euro, era lógico y predecible (es sorprendente que tardara tanto) que apareciera una fuerza política que recogiera esta queja y oposición a las políticas de austeridad, pero (y es un importante pero) sin cuestionar el euro. En realidad, la gran mayoría de la población y la gran mayoría de votantes de Syriza, así como la gran mayoría de sus dirigentes, no se plantearon nunca dejar el euro. Y el rechazo mayoritario en el referéndum al llamado rescate no se presentó, ni tampoco fue, un rechazo al euro. En realidad, tanto la mayoría de la población como el gobierno Syriza creían que estas políticas de austeridad podrían cambiarse dentro del sistema de gobierno europeo actual. Y, por sorprendente que parezca, el que fue el mayor defensor de este supuesto fue, precisamente, el Ministro de Finanzas del gobierno griego y jefe de su equipo negociador, el Sr. Yanis Varoufakis. Este economista, que fue el principal interlocutor de Syriza con la Troika y con el Eurogrupo, nunca se planteó dejar el euro como alternativa. Todos los argumentos que utilizó en sus negociaciones con la Troika y con el Eurogrupo fueron para cambiar el sistema de gobierno del euro, pero no para salirse del euro. Y fue también uno de los principales proponentes de aumentar la presión a la Troika y al Eurogrupo convocando el referéndum. Indicó, en varias ocasiones, que él creía que aumentar la presión popular en contra del rescate favorecería las posibilidades negociadoras del equipo griego. Llegó a decir que las negociaciones serían, al día siguiente del referéndum (en caso de que el “no” fuera masivo, como lo fue), más fluidas y beneficiosas para el gobierno griego. Su intento era crear una nueva Europa, con un nuevo sistema de gobierno del euro y de las instituciones de la Eurozona que beneficiaría no solo a Grecia, sino también a la Eurozona. Esta fe en el potencial de cambio de las estructuras de gobierno de la Eurozona y de la Troika en las condiciones actuales chocaba, sin embargo, con una realidad muy diferente. A decir verdad, lo último que deseaban las autoridades europeas era ceder a esta presión popular expresada por vías democráticas, pues se crearía un precedente que amenazaría su propia existencia. En el contexto de este temor, lo que estaba ocurriendo en España, con el crecimiento de fuerzas políticas antiausteridad, jugaba un papel clave en su endurecimiento frente a tal presión popular. Fue uno de los mayores errores del Sr. Yanis Varoufakis no darse cuenta de ello. Ceder a la presión popular era percibido correctamente por parte de las autoridades europeas como el principio del fin de su existencia.

¿Podría Syriza haberse salido del euro?

Frente a la resistencia de las instituciones de gobierno de la Eurozona a las demandas del pueblo griego, aprobadas por amplia mayoría en el referéndum de julio, se generó la respuesta, por parte de sectores de Syriza, de salirse del euro (aunque Varoufakis no apoyó esta alternativa). La resistencia del gobierno Syriza a seguir esta alternativa ha dado pie a la percepción de que tal gobierno estaba traicionando a su electorado, pues continuar en el euro significaba seguir a pies juntillas lo que exigían aquellas instituciones.

Esta propuesta –salirse del euro- confundía el deseo (lógico, razonable y coherente) con la posibilidad de llevarlo a cabo. Como bien había dicho Karl Marx “los hombres (aclaración mía: Marx reproducía el machismo de su época, ignorando a las mujeres) hacen su historia. Pero no la hacen según ellos quieren en condiciones que ellos mismos han escogido, sino en circunstancias que existen ya, dadas y heredadas del pasado”. No tener en cuenta esta situación es, como también bien dijo Friedrich Engels, “tener una inocencia infantil que presenta su impaciencia como el argumento teóricamente convincente”. Un deseo puede ser totalmente lógico, razonable y coherente, pero su realización depende de las circunstancias en las que las fuerzas promotoras se encuentran, circunstancias heredadas y reproducidas en el momento en el que se genera el deseo.

Las condiciones necesarias e inexistentes para que el Estado griego pudiera salirse del euro

En la Grecia actual, tres eran las condiciones para que Grecia pudiera salirse del euro. Una era que la mayoría de la población deseara salirse del euro. Syriza es una fuerza política democrática y no puede imponer una medida de tal envergadura sin el apoyo mayoritario de la población a la cual sirve. Y como he indicado, Syriza no tenía mandato para que Grecia saliera del euro. La opinión popular, configurada por las instituciones (controladas por las derechas) que transmiten los valores, la información y la persuasión, no puede ignorarse, pues es la que legitima (en teoría) al poder político. Como bien decía Gramsci, la población vota en muchas ocasiones en contra de sus intereses como consecuencia del control de su pensamiento por parte del mundo del capital a través de su hegemonía mantenida mediante el control de todos los instrumentos generadores de valores y de información.

La segunda condición para salirse del euro es que el Estado griego tuviera la capacidad y que la economía griega tuviera la habilidad de responder rápidamente a las consecuencias de hacerlo. Y no está nada claro que el Estado o la economía estuvieran a la altura de las circunstancias. La salida del euro exigiría una enorme devaluación de la moneda griega, afectando muy negativamente a la economía griega, que importa en estos momentos la mayoría de los bienes de consumo –incluidos los agrícolas- que existen en su mercado. La dependencia de Grecia de sus importaciones es de las más elevadas hoy en Europa, presentando un balance negativo en casi todas las áreas del quehacer económico, desde productos agrícolas a energía, productos para cultivos, electrodomésticos, textiles y un largo etcétera. La economía griega está basada en el turismo, con un sector industrial muy reducido (que ha disminuido dramáticamente en estos años de crisis).

Y por si fuera poco, el Estado es un Estado resultado de unas políticas clientelares, sumamente corrupto, insuficiente, y controlado por las oligarquías que han dominado el país. El Estado sería incapaz de responder al gran deterioro que ocurriría al separarse de la zona euro, abandonando el euro y reintroduciendo su moneda: la dracma. A diferencia de lo que ocurrió en Argentina, cuando el Estado argentino decidió desligar el valor del peso argentino del valor del dólar, la moneda argentina ya existía. Se modificó el valor del cambio en su relación con el dólar. Pero la moneda y el sistema monetario ya existían. No así en Grecia, donde el sistema monetario tendría que establecerse de nuevo, en condiciones además muy desfavorables, pues es más que probable que las autoridades monetarias de la Eurozona fueran hostiles a la nueva moneda griega.

¿Quién ayudaría a Grecia a salirse del euro?

La tercera condición para salirse del euro es el sistema de alianzas y los apoyos que recibiría Grecia en las áreas económicas y financieras. Un cambio de tal magnitud por parte de un país tan pequeño –once millones de personas- requiere de una serie de apoyos. Así, un país de su tamaño puede separarse de su entorno, pero solo si tiene un benefactor. Cuba pudo independizarse del dominio del dólar y liberarse de la influencia estadounidense porque tuvo el apoyo de la Unión Soviética. Pero, ¿quién apoyaría a Grecia hoy? De hecho, una de las realidades que aparecieron con toda claridad en las negociaciones del gobierno Syriza con las instituciones europeas fue la falta de apoyo a Grecia, resultado de la integración total de los gobiernos socialdemócratas en el marco neoliberal que rige y gobierna la Eurozona. En realidad, tales negociaciones han tenido el gran valor de mostrar claramente que la Europa actual está bajo el dominio de las fuerzas neoliberales, dirigidas por el Estado alemán, y que incluyen a los partidos socialdemócratas gobernantes. La falta de apoyo de los gobiernos francés e italiano al gobierno griego ha sido una de las situaciones más clarificadoras de lo que significa hoy la Eurozona, y la socialdemocracia dentro de ella.

Por otra parte, ni los países emergentes, ni Rusia ni China (todos ellos en una situación económica difícil) han ofrecido ayuda. ¿De dónde vendría el apoyo a Grecia, tanto dentro como fuera de Europa? Es probable que surjan nuevos gobiernos dentro de Europa que puedan establecer una alianza antiausteridad, pero tal alianza hoy no existe, excepto a nivel de partidos, aunque no a nivel de gobiernos.

Si no podía salirse del euro, ¿qué podía hacer Syriza?

De todo lo malo que ha ocurrido en Grecia, lo peor ha sido haber dado pie a que se creara una percepción generalizada entre amplios sectores democráticos y progresistas de que en la Eurozona no es posible hacer nada, pues es una dictadura del capital (hegemonizada por el capital financiero) frente a la cual no hay nada que hacer. Lo único que puede hacerse es gestionar la austeridad de manera que el daño causado por esta sea mejor distribuido, sin concentrarse solo en las clases populares. La llamada a unas elecciones como resultado del referéndum griego era la medida más democrática posible, pues Syriza no tenía el mandato de romper con el euro. De ahí que tenía que conseguir el mandato de poder seguir gobernando con un programa distinto, en realidad opuesto al que salió elegido la primera vez. De ahí que estas últimas elecciones se centraran precisamente en este punto, es decir, en quién gestionaría más justamente las políticas de austeridad. Era predecible que la población escogería a Syriza de nuevo, pues era obvio que tal partido sería más sensible a las clases populares que las derechas de siempre. En realidad, gestionar la austeridad mientras se prepara el asalto a los responsables de los que la imponen es una tarea esencial. Juan Torres, Alberto Garzón y yo escribimos un libro, Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, en el que precisamente indicamos que siempre hay alternativas a las políticas de austeridad y en las maneras como se llevan a cabo. En el libro citábamos que el gobierno Zapatero en su objetivo de reducir el déficit público podía haber conseguido más dinero manteniendo el impuesto de patrimonio (2.100 millones de euros) que con la congelación de las pensiones (1.200 millones). Que escogiera lo segundo en lugar de lo primero se debe a que los que gozan de patrimonio tienen más poder político y mediático que los pensionistas. Un tanto semejante ocurrió con el recorte de gasto público sanitario del Sr. Rajoy, de nada menos que de 6.000 millones de euros, dinero que podría haber conseguido casi en su totalidad revirtiendo la bajada del impuesto de sociedades a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (que representan solo el 0,12% de todas las empresas en España). Que la austeridad la gobierne un partido de izquierdas o uno de derechas afecta a la calidad de vida de las clases populares. Y de ahí, repito, que el pueblo griego votara de nuevo a Syriza después del referéndum.

Pero sería un error de Syriza si se quedara en la gestión de la austeridad, manteniendo el compromiso de continuar a la larga el marco de austeridad, es decir, de continuar con los recortes. Y es ahí donde se tiene que hacer una crítica solidaria al gobierno Syriza, pues podría haber hecho las cosas de una manera muy diferente, con resultados también distintos y más positivos. Y es ahí donde se tiene que enfatizar que sí, también en Grecia, había alternativas.

¿Qué alternativas podría haber considerado Syriza?

Pero antes de centrarnos en este tema hay que aclarar que los representantes griegos consiguieron victorias importantes durante las negociaciones con la Troika, victorias que apenas aparecieron en los medios de información españoles, controlados, en su mayoría, por las derechas. Retrasaron algunas de las medidas –como las reformas laborales y las reformas de las pensiones- y redujeron el tamaño del superávit primario (que es el superávit de las cuentas del Estado una vez se han pagado los intereses de la deuda pública). Pero estas cesiones fueron menores frente al enorme sacrificio que las autoridades europeas (la Troika y las instituciones) continuaron exigiendo y que respondía al deseo del gobierno alemán y sus aliados (incluido el gobierno español) de penalizar a Syriza. Su objetivo no era expulsar a Grecia del euro, sino expulsar al partido Syriza del gobierno griego (ver mi artículo “Los establishments políticos y financieros europeos quieren terminar con Syriza”, Público, 28.04.15). Es sorprendente que el jefe del equipo negociador no fuera consciente de este objetivo desde el principio. Su lectura de los estamentos del poder en el gobierno del euro era insuficiente y en muchas ocasiones erróneo.

El mayor problema en las negociaciones de Syriza con las instituciones europeas era el enorme desequilibrio de fuerzas, en el que el grupo griego no tenía ningún poder, y las instituciones europeas lo tenían todo. La desigualdad era enorme y el equipo griego no tenía muchas posibilidades. Intentar conseguir mayor poder movilizando el apoyo popular fue necesario (y repito que hay que aplaudir la coherencia democrática de Syriza de convocar elecciones inmediatamente después del referéndum, pues tras conocerse la negativa de la Troika a aceptar el resultado del referéndum, Syriza no podía continuar gobernando sin que se le diera un nuevo mandato distinto al primero).

Ahora bien, Syriza tenía que haber indicado que, mientras su compromiso con el euro era sólido, no era, sin embargo, ilimitado. Tenía que haber utilizado esta baza, no solo como medida negociadora, sino también como medida educadora hacia su propio electorado, intentando señalar que todo tenía que estar en el tablero negociador. En realidad, toda la evidencia muestra que ni la canciller alemana, la Sra. Angela Merkel, ni el Presidente del Bundesbank, el Sr. Jens Weidmann, deseaban la salida de Grecia del euro. Syriza tenía que haber subrayado que era su prioridad permanecer en el euro, pero que había límites en su compromiso. Por mucho que lo negaran, la salida de Grecia del euro habría tenido repercusiones negativas para el resto del Eurogrupo. Alemania tenía 700.000 millones de euros en los países PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España) y cualquier movimiento en uno de ellos afectaría a todos los demás.

El segundo error fue no tomar decisiones que hubieran permitido a Grecia poder diluir su excesiva dependencia del euro, incluso permaneciendo en él. Grecia podría haber desarrollado, por ejemplo, una moneda paralela para uso doméstico, y/o sistemas paralelos de pago, así como otras medidas autorizadas incluso dentro del euro y que, por cierto, le podrían haber preparado el camino para abandonar del euro si esta hubiera sido la única salida posible. En este sentido, la dicotomía euro Sí versus euro No, no era una dicotomía real en aquel momento, pues había alternativas intermedias que hubieran tenido que considerarse, que además hubieran empoderado a los negociadores griegos, diluyendo su dependencia del euro. Enfatizar tanto el deseo de permanencia en el euro debilitó su poder negociador. En realidad, incluso considerando su deseo de permanecer en el euro, hubiera sido importante desarrollar una moneda paralela para usos domésticos, que hubiera diluido la dependencia de la economía griega del euro.

Otro error fue enfatizar las causas externas del subdesarrollo – como el problema de la deuda pública – a costa de no enfatizar suficientemente las causas internas. Fue una gran conquista de Syriza que se reconociese que la deuda era impagable. Y era importante conseguir no solo una reestructuración, sino también una reducción de tal deuda. Pero debería haberse dado mayor hincapié al origen de la deuda.

Lo cual me lleva a otro error. Los orígenes de la deuda vienen del enorme gasto militar griego, resultado del excesivo poder del Ejército, y de la actividad especulativa del capital financiero. La dependencia del gobierno Syriza de su alianza con un partido nacionalista, próximo a las fuerzas armadas, limitó su vocación transformadora. El gobierno Syriza podría haber recortado mucho más este gasto de lo que lo hizo. Y su enfrentamiento con la oligarquía griega podría haber sido mayor.

De ahí que la solución a la situación griega pasa por unos cambios profundos (casi revolucionarios) del aparato del Estado griego (y de los medios de información), así como por medidas para el desarrollo de políticas redistributivas basadas en unas políticas fiscales progresivas, que reduzcan el fraude fiscal (uno de los mayores de la Unión Europea), con el establecimiento de un Estado del Bienestar que provea la seguridad sobre la cual se pueda construir una economía eficaz, eficiente, equitativa, solidaria y flexible. Estos cambios deben ir acompañados con el establecimiento de alianzas en Europa, que permitan una respuesta continental a las políticas de austeridad.

¿Es lo ocurrido en Grecia relevante para España?

Las derechas y el Partido Socialista, los mayores defensores de las políticas de austeridad, han utilizado lo que presentan como el gran fracaso de Syriza como muestra de que no hay otra alternativa posible a las políticas de austeridad. Y en esta presentación, señalan que el supuesto fracaso de Syriza refleja también el fracaso que supondría llevar a cabo las políticas antiausteridad de las izquierdas españolas –Podemos e IU. En esta interesada interpretación se ignora u ocultan varios hechos diferenciales muy importantes. Uno es que Grecia y España son dos países muy diferentes, con economías y Estados muy distintos y que viven en contextos políticos también muy distintos, sin negar, con ello, que históricamente han tenido pasados semejantes.

El otro hecho es que el apoyo solidario que se debe dar a un partido gobernante que comparte objetivos a largo plazo comunes (la eliminación de las grandes desigualdades basadas en un enorme desequilibrio de fuerzas entre las fuerzas de trabajo y las del capital), no es incompatible con hacer sugerencias o dar consejos con el deseo de ayudarle en su reflexión.

El tercer hecho es que no solo el contexto político y económico español es diferente al griego, sino que sus partidos políticos y movimientos sociales son profundamente diferentes, lo que explica que las dinámicas de cambio pasen por caudales y avenidas distintos. Hoy están teniendo lugar cambios a lo largo del territorio europeo que apuntan hacia auténticas posibilidades de cambio, que exigen la coordinación de los partidos y movimientos sociales (incluyendo los sindicatos) en una tarea auténticamente transformadora. Es obvio que otra Europa es no solo posible, sino también necesaria.


Vicenç Navarro. Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y ex Catedrático de Economía. Universidad de Barcelona.

Fuente original: http://www.caffereggio.net/2015/10/19/critica-amistosa-a-varoufakis-y-a-sectores-de-las-izquierdas-sobre-lo-ocurrido-en-grecia-de-vicenc-navarro-en-publico/



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