sábado, 10 de diciembre de 2011

De la "Europa de las patrias" a la "Europa de los bancos"






Rebelion. Pacto para imponer un megaajuste












Europa aprobó un acuerdo con metas muy duras para reducir el déficit fiscal

Pacto para imponer un megaajuste




Página 12



Con la excepción de Gran Bretaña, los países del Viejo Mundo aceptaron las recetas de Merkel y Sarkozy para salir de la crisis, con medidas que obligan a los gobiernos europeos a ajustar sus economías para cumplir ambiciosas metas fiscales.








Un hombre feliz, 26 contentos y poco más de 23 millones de personas

olvidadas y 330 millones amordazadas. Con ese cuadro concluyó la cumbre

de la Unión Europea celebrada el jueves y el viernes en Bruselas, cuyo

objetivo consistió en adoptar el pacto fiscal promovido por Francia y

Alemania, mediante el cual se endurece la disciplina presupuestaria y se

acentúa la coordinación entre los 17 países de la Zona Euro. En contra

de lo que se esperaba y al cabo de una noche de negociaciones, 26 de los

27 países aprobaron el texto que modificará también el tratado europeo.

Sólo Gran Bretaña, los 23 millones de desempleados que tiene la Unión y

sus 330 millones de habitantes quedaron fuera del consenso.





El Reino Unido se apartó del acuerdo al tiempo que los dirigentes de

la Unión no incluyeron ni una sola línea sobre la gente que están

llamados a gobernar: ni una palabra sobre el desempleo, ni una idea para

reactivar el crecimiento ni menos aún un plan dirigido a la extrema

pobreza que gana sectores cada vez más amplios de la sociedad europea.

El pacto aprobado por los 26 es un texto de tecnócratas para

tecnócratas, cuyo contenido parece especialmente diseñado para contentar

a los bancos y principalmente al nuevo rey de Europa, el BCE, Banco

Central Europeo. Gran Bretaña se negó a apoyar la revisión de los

tratados europeos porque no consiguió que sus socios le acordaran el

derecho de veto que le hubiese permitido interferir en la legislación

financiera de Europa. Fiel a sus posturas históricas, el primer ministro

británico, David Cameron, declaró: “Nosotros no formamos parte de la

moneda única (el euro) y tampoco queremos entrar en ella, tampoco

estamos dentro de la zona de libre circulación de Schengen y estoy feliz

por ello”. En lo concreto, para conservar el carácter salvaje de su

sistema financiero y no plegarse a las reformas de los mercados

financieros que están en curso dentro de Europa el Reino Unido sacrificó

la Unión.





“Hubiésemos preferido un cambio completo del tratado con los 27,

pero como no hubo una decisión unánime tuvimos que adoptar otro camino”,

dijo el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. La canciller

alemana declaró que esta cumbre significaba “un avance hacia la unión y

la estabilidad”. Según Merkel, los europeos “van a utilizar la crisis

para empezar de nuevo”. Ese comienzo implica un nuevo tratado europeo

cuyos términos se discutirán de aquí al mes marzo y que no será sometido

a referéndum en los respectivos países. Los ejes del tratado responden a

las ideas impulsadas por la pareja Merkozy, Angela Merkel y el

presidente francés Nicolas Sarkozy. La cumbre de Bruselas se consagró

por entero a fabricar una suerte de Golem que supervise la disciplina

fiscal de los Estados con la consiguiente ola de austeridad que ese tipo

de mecanismos provoca.





En el futuro, el déficit no podrá sobrepasar el 3 por ciento del

PIB. Ese criterio estará garantizado por las legislaciones nacionales.

Si algún Estado sobrepasara ese margen, el acuerdo estipula que habrá

sanciones casi automáticas, que la Comisión Europea no sólo podrá emitir

su opinión sino, también, pedir que se introduzcan cambios en los

presupuestos de cada país antes de que el Tribunal de la UE determine si

un Estado cumplió o no con las normas fiscales. Los 26 aceptaron así

someterse al arbitraje externo de un club de tecnócratas que nada tienen

que ver con las mayorías electas que elaboran los presupuestos

nacionales. La cumbre de Bruselas aprobó de hecho cuatro acuerdos: el

fiscal propiamente dicho, otro de coordinación económica de la Zona Euro

mediante el cual se introducen procedimientos para que los cambios

esenciales de la política económica de los Estados se coordinen con los

países de la Zona Euro, un tercero sobre el refuerzo del fondo de

rescate, FESF, y el último sobre el Mecanismo Europeo de Estabilidad,

MES. Sin tardanza, el Banco Central Europeo y el FMI se felicitaron por

los resultados de una cumbre calificada por todos como la de “la última

posibilidad”. Los norteamericanos, en cambio, no vieron en ella ningún

signo de apaciguamiento.





El viernes, justo cuando se anunciaban los resultados del encuentro

en la capital belga, la agencia de calificación norteamericana Standard

and Poor’s volvió a poner un dedo en la felicidad europea. Por cuarta

vez en la semana, S&P anunció que contemplaba bajar la nota de 15

compañías de seguro de la Zona Euro (entre ellas figuran, CNP, Allianz,

Aviva, Caisse Centrale de Réassurance, Generali e Irish Public Bodies

Mutual Insurances).





El jueves, Standard and Poor’s había adelantado su intención de

bajar la nota a 15 países de la Zona Euro y a los bancos más importantes

de esa zona, el miércoles reveló que haría lo mismo con el fondo de

rescate europeo y el lunes decidió colocar en una perspectiva negativa

las notas de los países de la Zona Euro y poner bajo vigilancia a 15 de

los 17 países de dicha zona, incluida Alemania, Francia, Austria,

Luxemburgo, Finlandia y Holanda. El euro salió de Bruselas con un nuevo

tratado pero la Unión Europea quedó herida, doblemente. El acuerdo sin

Gran Bretaña deja a uno de sus miembros afuera, al tiempo que se reducen

los espacios de debate democrático en el seno de la UE.





Casi todo queda en manos de la Comisión de Bruselas y del Consejo

Europeo. El Parlamento Europeo de Estrasburgo pasa a tener un papel

mucho menor y, con ello, se pierde el principio de control público sobre

las decisiones. Estas se tomarán entre tecnócratas y bancos sin que la

opinión pública tenga el más lejano derecho a intervenir o interceder

con los mecanismos legítimos de la democracia. La cumbre de Bruselas

salvó el euro pero enterró mucho de los principios con los que sonaron

los padres fundadores de la construcción europea. Una vez más, la elite

tecnócrata y financiera avanzó sobre el territorio de la gestión

política. 330 millones de europeos se quedaron sin voz.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-183089-2011-12-10.html







Envía esta noticia

Compartir esta noticia:
delicious 
digg 
meneame
twitter













No hay comentarios:

Publicar un comentario