gabinete supuestamente tecnócrata formado el viernes por el todavía
vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE) Lucas Papademos, cuando
el taxista que me llevaba al aeropuerto dejó de escuchar la radio y
comentó, casi a gritos, : “¡Por fin! Un ministro de transporte que
entenderá a los taxistas”.
No todos los taxistas son racistas en Atenas pero éste tenía toda la
pinta . Además escuchaba uno de esos programas musicales de la radio
griega en los que el locutor pone canciones folclóricas y, luego,
empieza a cantar estrofas para demostrar que tiene buena voz y que se
sabe toda la letra . Tras elogiar al nuevo ministro, el taxista,
añadió: “No tengo nada en contra de los inmigrantes pero algo hay que
hacer “.
El ministro en cuestión es Makis Voridis, uno de los líderes
históricos del partido ultra nacionalista, auténticamente ortodoxo y
auténticamente griego, Laos. Antes de hacerse militante de Laos -que
quiere decir algo así como movimiento ortodoxo popular-, Voridis formó
su propio partido Elliniko Metopo (Frente helénico)- y Jean Marie Le Pen
lo reconoció como gemelo griego del Frente Nacional francés. Le Pen
asistió a la boda del nuevo ministro del gobierno de la troika. Voridis
se conoce por sus declaraciones abiertamente racistas contra
albaneses, afganos, pakistaníes, rumanos, albaneses, y gitanos, los que
sufren lo peor de la crisis en Atenas.
Según un articulo en Ekathimerini
, Voridis, en su juventud, lideró un grupo de jóvenes de ultraderecha
armados con barras de hierro en un ataque contra estudiantes de la
escuela de derecho. Será ministro de Infraestructuras y transporte en el
gabinete de coalición -liderado por el hombre del BCE- que adoptará el
polémico acuerdo de créditos y austeridad alcanzado con la troika en
Bruselas el pasado 26 de octubre.
Pensé en mi ultima visita a Atenas en mayo cuando , tras el robo y
apuñalamiento mortal de un “padre de familia griego”, como se le
calificó a la víctima en la prensa, se produjo una reacción visceral de
xenofobia jamás vista en la capital griega. Grupos de matones
vinculados al grupo de extrema derecha Chrisi Avigi –Alba de Oro–
pararon autobuses y dieron palizas a todos los no griegos que
encontraron. Recordé una cena a la que me invitaron en la que Eugenia Dragasakis, dirigente
del partido de izquierdas Siriza, me dijo: “Tengo una amiga negra que
iba en un autobus ; la separaron del resto; solo se salvó porque pudo
demostrar que era griega”. Según un sondeo realizado después, uno de
cada cuatro atenienses consideraba justificados los ataques
indiscriminados contra inmigrantes.
De modo que seleccionar un gobierno en Grecia no es un tramité
técnico. No es cómo formar al sub comite sobre operaciones de liquidez
en el mercado interbancario. En Atenas, se juegan vidas humanas y no
sólo las ventanillas de descuento que -de cuando en cuando-
deshielan la sangre en Francfort. Según la prensa griega, Papademos
quería que el gabinete fuera plural para poder contar con el apoyo
disciplinado de todos los partidos al último plan de los ortodoxos
(monetarios y sin barba) del norte. La izquierda –tanto el viejo y
sectario Partido Comunista, como el ecléctico Siriza- , se negó a
participar. Así que ahora tienes a Pasok, Nueva Democracia –homologo
griego al PP- y Laos. Es lógico pensar que el líder de Nueva Democracia
Antonis Samaras, insistiría en la inclusión de Laos en el gabinete para
protegerse de los ataques desde fuera de un partido que ha ganado mucho
apoyo con sus críticas a los planes de austeridad socialistas y la
pérdida de soberanía griega. Giorgos Karatzaferis, lider de Laos,
antiguo dirigente de Nueva Democracia que salió para formar su propio
partido auténticamente griego y ortodoxo, es un politico astuto.
Entiende muy bien que acompañar a la izquierda en el rechazo a la
austeridad y añadir a la mezcla una propuesta como la deportación de
todos los indocumentados, es una receta ganadora. Tanto Karatzaferis
como Samaras, han optado por mantenerse personalmente al margen del
nuevo gobierno para poder criticar los ajustes impuestos desde fuera en
la campaña antes de las elecciones en febrero.
La coincidencia en el mismo gobierno de un banquero central y un
fascista debe entrar ya en wikipedia como el inicio de una nueva fase de
la vertiginosa y descontrolada involución del proyecto europeo. . Ya
de por si, resultaba una señal de que el ámbito de lo tolerable se había
ensanchado hasta limites inimaginables cuando se decidió imponer al
hombre de Fráncfort para poner en marcha un plan de ajustes rechazado
por dos de cada tres griegos. Y, encima en la ciudad en la que hace
2.500 años, el poder del pueblo se expresó por primera vez mediante
asambleas del “polis” ateniense . El Markozy, un monstro de dos
cabezas que ni Homero se habría imaginado, hizo los preparativos con su
agresivo ultimátum a los griegos -”¿dentro o fuera del euro? ¡decidan
ya! -, tras la osadía de Papandreu de convocar un referendum . Pero, en
esta crisis, Europa no deja de superarse en lo grotesco. Ha logrado
combinar en este nuevo gobierno de Papademos la fría tecnocracia de
Fráncfort con la hoguera y las cruces ortodoxas del ascendente fascismo
griego.
Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/?p=591
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