Ha pasado ya a la historia de la democracia en Europa esta cita de Yorgos Papandreu: "Teníamos tres alternativas: la primera era catastrófica, convocar elecciones; la segunda era el referéndum, y la tercera solución era lograr un consenso más amplio para sacar adelante el plan de salvamento". Al final, parece que se hará realidad la tercera solución: un gobierno de unidad nacional probablemente liderado por el expresidente del Banco Central Europeo Lucas Papademos, miembro de la Comisión Trilateral desde 1998.
Qué ritmo tiene esta guerra monetaria en Europa. En una entrevista del día 8 de julio, es decir, en pleno ataque a los bonos de Estado italianos, Berlusconi respondía así a propósito de los rifirrafes que mantenía con el ministro de Economía Giulio Tremonti, este sí, dócil con "los mercados": "[...] Yo le recuerdo [a Tremonti] que la facturación, en política, consiste en el consenso y los votos. A él el consenso no le interesa, a nosotros sí [...]". Diciendo eso, Berlusconi demostró haberse quedado tan viejo como un actor de cine mudo en una película sonora. Demostró no haber entendido que, desde el anuncio de la “revolución silenciosa” del Semestre Europeo y el Pacto del Euro, los actores nacionales eran meras comparsas que debían ejecutar el guión que les imponía el BCE. Trichet y Draghi le enviaron desde Frankfurt el nuevo guión democrático (privatizaciones, despidos fáciles, recortes en lo público), pero él insistió en querer seguir interpretando el populismo mediático que tantos éxitos le ha dado desde 1994. Por más fans que ha tenido Silvio Berlusconi, en Italia se espera desde hace ya meses un nuevo galán que sepa actuar sobriamente al frente del reparto de un nuevo gobierno de unidad nacional. El 2 de septiembre se propuso para el papel Mario Monti. Su currículum para este papel no tiene tacha: tiene amplia experiencia como Comisario Europeo, es Presidente europeo de la Comisión Trilateral y miembro del Grupo Bilderberg. El martes habrá una moción de confianza en el Parlamento italiano: podría ser la última escena de Berlusconi hasta que se convoquen elecciones.
Es chocante que en Italia se esté reproduciendo la misma secuencia vista en Grecia. En caso de que el gobierno nacional no interprete a rajatabla lo que ordena la troika -FMI, BCE, UE- el gobierno entra en crisis y se nombra un gobierno de unidad nacional, al que también se le puede llamar de “salvación” o de “emergencia nacional”, al frente del cual podría figurar un antiguo cargo del BCE o la Comisión Europea, a ser posible con experiencia en la Comisión Trilateral o el grupo Bilderberg. Este guión admite variaciones regionales. En España, que en teoría debía seguir a Portugal e Irlanda en la secuencia del rescate, no ha habido necesidad de ningún gobierno de unidad nacional porque gobierno y oposición -eso que llaman el PPSOE- tardaron tan solo una semana, en pleno agosto, en ejecutar la “regla de oro” del equilibrio presupuestario que habían dictado Alemania y Francia, pese a que ello suponía reformar nada menos que la Constitución.
En Islandia, la historia es ligeramente diversa, aunque no cambia tanto como nos habría gustado. La contaba así Gunnar Skuli Armannsson, activista de ATTAC Islandia:
[...] Entonces tuvimos la protesta en invierno de 2008-2009, que resultó en unas elecciones en la primavera de 2009. Sucedió así: los socialdemócratas eran parte del viejo Gobierno, y ahora son parte del nuevo Gobierno también, pero en lugar de tener a los conservadores, ahora tienen a la Izquierda Verde como socios de gobierno, y tanto los socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el Gobierno no es la solución. No importa que haya elecciones; no tienen ningún efecto en las políticas, porque es obvio que los bancos tienen el control. Da igual que gobiernen los conservadores, los socialdemócratas o la izquierda verde, la política es siempre la misma: salvar a los bancos y que el pueblo lo pague.
El sociólogo italiano Luciano Gallino matiza mejor la diferencia entre los gobiernos conservadores y socialdemócratas: "Los laboristas británicos, los socialdemócratas alemanes, los socialistas franceses, el Partido Democrático en Italia o los socialistas españoles han adoptado la misma perspectiva que sus adversarios, salvo que tienen una buena intención más: recoger a los heridos que vayan cayendo y socorrerlos, pero el camino, sustancialmente, es el mismo". En suma: da igual quién gobierne en apariencia, puesto que el verdadero gobierno -el Senado virtual le llama Chomsky- se ejerce desde lo alto, sobre y contra el pueblo. De sobra están los Parlamentos, pues la oposición real ha quedado, indignada, fuera de ellos.
Los últimos dos nombramientos de altos cargos europeos dicen mucho de cómo y por qué se elige a los representantes europeos con mayor responsabilidad. Herman Van Rompuy, miembro también del Club Bilderberg y de la Comisión Trilateral, fue nombrado presidente del Consejo de Europa tras una cena secreta. El Observatorio Corporate Europe alerta ahora de qué conlleva el nombramiento del nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, cuyo currículum también habla solo: vicepresidente de Goldman Sachs International, miembro del Grupo Bilderberg, miembro de una élite bancaria internacional conocida como el Grupo de los Treinta, del que también forman parte Jacob Frenkel del JP Morgan Chase, E.Geral Corrigan de Goldman Sachs, Guillermo de la Dehesa Romero del Grupo Santander y David Walker de Morgan Stanley. Según Corporate Europe, el Grupo de los Treinta, que se define como una “organización del sector privado que ha tenido influencia considerable en el resultado de algunos de los debates sobre regulaciones de las últimas dos décadas”, contribuyó a la crisis de 2008 apoyando al grupo de cabildeo IIF, que promovía el sistema de gestión de riesgo llamado Value at Risk.
La indignación que atraviesa el mundo nace de una mayor conciencia de cómo opera el poder. Se sabía que en la Unión Europea imperaban el conflicto de intereses y la falta de transparencia. Se sabía del déficit democrático de las instituciones europeas. Sin embargo, con la crisis bancaria, han salido a escena los verdaderos actores del gobierno mundial, expulsando a los fantoches. Lo que llaman democracia es, como demuestran la injerencia en la soberanía de los países cerditos -PIIGS-, neoliberalismo autoritario. Si decimos que en Europa hoy gobiernan el grupo Bilderberg, la Comisión Trilateral o el Grupo de los Treinta nos toman por paranoicos. Digamos, pues, que gobierna Versalles. Pero desde la Casba, Tahrir y Sol, se ve La Bastilla cada vez más cerca.
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rCR
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