vivimos la inmensa mayor parte de la humanidad es resultado del poder
absoluto del dinero, de la dictadura financiera (de la ralea de los
banqueros centrales y privados, de las agencias calificadoras y empresas
financieras adláteres), que han reprimido, subyugado y finalmente
domesticado a la política-política. La democracia languidece, el Estado
está impedido de representar al interés general.
Un poco de historia. En 1898 Estados Unidos inicia la ruta que
llevará a los estadunidenses a referirse a la presidencia de su país
como presidencia imperial. En ese año la Casa Blanca y el
Congreso declararon la guerra a España, cuyo propósito era ocupar Cuba,
Puerto Rico y Filipinas. A este impulso le siguió la adquisición de
Hawai y la construcción del Canal de Panamá; fueron puntos claves para
proyectar a la nueva gran potencia hacia Europa y Asia, respectivamente.
Su crecimiento espectacular le permitió tejer una relación especial
con el Reino Unido y sentar las bases de su gran expansión mundial en el siglo XX.
La tarea de la presidencia imperial consistiría en la
creación de las instituciones para gobernar un orden de dominación
multinacional jerárquico. La cabeza del imperio, Washington, garantizaría
la seguridad y la estabilidad interna de sus partes constituyentes,
extraer ingresos para pagar su mantenimiento (armas, corrupción de
políticos, formación de ejércitos), asimilar culturalmente especialmente
a las élites políticas y económicas de las sociedades súbditas del
imperio. Desde la cabeza del imperio a los estados sometidos se le
llamó, gobiernos aliados
.
La historia de los despotismos europeos (nazismo, fascismo), las dos
guerras mundiales, habrían de servir para acrecentar y consolidar el
poder y la hegemonía de la cabeza del nuevo imperio. Estados Unidos
estuvo entonces en la posición de dictar la índole de las instituciones
que regirían el imperio. En el orden económico, ello ocurrió al término
de la Segunda Guerra Mundial, en Bretton Woods. Prácticamente muerto
desde los años veinte el patrón oro como sistema de pagos internacional,
en adelante sería la moneda de la cabeza del imperio, la base del nuevo
sistema internacional de pagos, o nuevo sistema monetario
internacional. Además, gobernar al imperio requería otras instituciones.
Así fueron creados el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco
Mundial, el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT),
hoy convertido en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y,
posteriormente, en 1964, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Muy pronto después de su creación la dinámica de la economía mundial
capitalista, las demandas de las clases dominantes, en primerísimo lugar
las del país dominante, comenzaron a operar transformaciones y reformas
en todas las instituciones referidas, aunque la mayor rapidez de cambio
–permitido por la simplicidad de su operación– ocurriría en el sistema
financiero. Una a una, la suma de las reformas en este sistema llegaron a
tal grado que, en unos cuantos lustros, la presidencia imperial quedó debajo de la dictadura financiera que hoy gobierna el imperio.
A partir del 15 de agosto de 1971, cuando Friedman y Nixon
desconocieron su compromiso y responsabilidad sobre la operación y las
reglas del sistema de pagos internacional (tipos de cambio fijos frente
al dólar, bajo la regla de valor de 35 dólares por una onza troy), las
rápidas reformas que vivía el sistema de pagos se convirtieron en un
ciclón de innovaciones
e inventos de productos
financieros que fueron llamados, desregulación del sistema financiero
.
No hubo tal desregulación, hubo un cambio, tan profundo como un hoyo
negro, de las reglas: una nuevas reglas abusiva y despiadadamente
depredadoras, pero favorables a los barones de la alta finanza, quienes
operan la dictadura financiera internacional. El abuso corrupto de las
nuevas reglas fue tal que provocaron una crisis gigantesca al interior
mismo del círculo financiero, pero también, su poder es tal, que
condicionan absolutamente la operación del resto de la economía (el
mundo productivo, el empleo), y pusieron de rodillas a la presidencia imperial
y a las presidencias de todos los súbditos. Su poder es tal, repitamos,
que se recuperaron rápidamente, trasladado su crisis a la economía real
y convirtiendo su crisis en deudas soberanas
.
No todo paró ahí, estos barones ahora han empezado a apoderarse de
las presidencias de algunas naciones: Mario Draghi, director del Banco
Central Europeo; Lucas Papademus, primer ministro de Grecia, y Mario
Monti, que decidió combinar sus funciones de primer ministro con la
cartera de Economía en Italia, fueron, los tres, altos funcionarios nada
menos que de Goldman Sachs.
Desde hace años altos directivos de Goldman Sachs, lo mismo que de
CitiGroup, ocupan los más altos niveles del poder en Estados Unidos. Los
nombres de Timothy Geithner, Henry Paulson o Robert Rubin son
relevantes ejemplos de ello.
Su política económica se reduce a una palabra: austeridad, para cuidarse de la inflación y no gastar lo que no se tiene
(consejos para una economía doméstica). ¿Inflación con tasas de
desempleo superiores a 10 por ciento en la eurozona, superior al 20 por
ciento en España? Es obvio que se trata de otra cosa. Volveremos sobre
esto.
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