domingo, 19 de junio de 2011

Algo más sobre Egipto.







Rebelion. La revolución egipcia a los ojos del destacado analista político árabe Azmi Bishara













La revolución egipcia a los ojos del destacado analista político árabe Azmi Bishara




Al-Ahram Weekly



Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández




El intelectual palestino y ex miembro de la Knesset israelí, Azmi Bishara, siguió minuto a minuto la Revolución egipcia del 25 de enero desde la capital qatarí, Doha, donde tiene la sede su think tank, el Centro Árabe para la Investigación y el Estudio de la Política.

“Era algo crucial para mí”, dijo a su audiencia en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de El Cairo el martes por la mañana. También era muy importante para la revolución, al menos a los ojos de muchos egipcios que encontraron en Bishara, de 54 años, un ideólogo de clase durante el levantamiento.

Cuatro meses después del derrocamiento de Hosni Mubarak, Bishara, a quien se prohibió la entrada en Egipto tras criticar la postura egipcia durante la guerra de Israel contra Gaza en diciembre de 2008, se aventuró a visitar el nuevo Egipto. Su nombre seguía aún en la lista negra de viajeros cuando llegó el lunes al aeropuerto de El Cairo. El oficial de inteligencia que puso su nombre en la lista fue la misma persona que lo quitó de ella a su llegada. Esa fue la primera experiencia directa de Bishara con el nuevo Egipto: ya no tiene prohibida la entrada, pero los poderes fácticos que anteriormente le habían considerado persona non grata no han cambiado. Ese hecho dice mucho acerca de la revolución sobre la que Bishara vino a hablar.

La visita de Bishara se produce en un momento muy sensible en el Egipto post-revolucionario. La incertidumbre se impone sobre el futuro, al igual que el profundamente polarizado espectro político parece haber llevado a los egipcios lejos del espíritu de la Plaza Tahrir y de los objetivos de la revolución misma. No tiene nada que ver con el “genio” de los primeros días de la revolución, como él lo describe.

Sin embargo, Bishara continúa considerando la revolución como un “gran acontecimiento”, asimismo de carácter “histórico”. “Muy pocas revoluciones de la historia estuvieron mejor organizadas que la revolución egipcia”, dijo. “El genio de la revolución egipcia fue que el pueblo podía haberse dispersado el 25 de enero, pero siguieron ahí y comprendieron que era algo más grande que un ‘Día de la Ira’ (el 28 de enero); que tenían algo en sus manos que no podían permitir que se les escapara”. De repente, “tuvieron sus destinos en sus manos y oyeron el aleteo de las alas de la historia. No hubo marcha atrás”.

La participación del pueblo egipcio en la revolución, dijo, supera la de cualquier otra revolución en la historia donde la participación es casi siempre del uno por cien, con la excepción de la Revolución iraní de 1979, donde el siete por ciento de la población tomó las calles. En Egipto y en Túnez (donde se inició la serie de revoluciones árabes cuando echaron a su presidente el 15 de enero), una “unidad” masiva que es “el pueblo” se movió y soñó como si fueran uno. “¡Es un progreso tan importante en la historia de la humanidad!”, dijo Bishara.

Profundizando en el tema, Bishara indicó algo que tanto egipcios como tunecinos saben: que en ambas revoluciones, los revolucionarios no tomaron el poder; “llamaron a su puerta”, pero “no lo asumieron”. Esto, dijo, “tendrá consecuencias enormes sobre la historia egipcia en el futuro y sobre otros regímenes árabes”. En Egipto, como en Túnez, el ejército sigue controlando todo. “No hay nuevas elites en el poder”, dijo. Lo que sucedió, añadió Bishara, es que una parte de la elite gobernante del régimen saliente asumió las demandas de la revolución y se vio obligada a hacer reformas.

Pero si bien la revolución egipcia fue espontánea, advirtió, construir una democracia no es algo que también se pueda dejar a la espontaneidad. “Los revolucionarios deben ser los primeros encargados y comprometidos con la revolución. Y les guste o no, tienen que articular los objetivos de la revolución”. Es decir, la toma de decisiones no puede dejarse en manos de los vestigios del régimen que tomaban parte en el antiguo proceso de toma decisiones y que prácticamente siguen gobernando el país.

Pero, ¿cuáles son la herramientas para el cambio?, preguntó. El régimen continúa siendo el régimen y los revolucionarios siguen planeando la próxima manifestación del viernes”. A pesar de su admiración por la revolución, Bishara manifestó su preocupación acerca del flujo de ayuda exterior que está vertiéndose en Egipto para el “desarrollo”.

No se puede avanzar valiéndose de esa ayuda exterior, dijo, aludiendo al préstamo de 3.000 millones de dólares que el FMI concedió a Egipto a primeros de mes. “Ellos no están ahí para ayudarte sino para perjudicar y dificultar su desarrollo económico y social”. Egipto tiene que elegir, dijo.

Sobre las elecciones, Bishara dijo que primero debería haber consenso sobre una serie de principios que salvaguarden la democracia, “que no va del gobierno de la mayoría… sino de una mayoría que gobierna bajo los principios de la democracia”. Además, añadió, “no hay democracia” sin un sistema judicial independiente, sin la separación de las ramas del poder estatal y sin unos órganos legislativos elegidos.

Bishara no quiso decir si Egipto está tropezando en sus primeros intentos de caminar por la senda de la democracia. El 19 de marzo, el 77,2% de los votantes dijo sí en un referéndum sobre las enmiendas constitucionales propuestas, que imponen una serie de restricciones a los candidatos que pueda nombrar el presidente y obligan al próximo parlamento a elegir una asamblea de cien miembros que redacte una nueva constitución. Pero menos de tres meses después, muchas de las fuerzas y personalidades políticas que se opusieron a las enmiendas ahora están presionando para que se ignore el resultado del referéndum, postulando que debería redactarse la constitución antes de la celebración de elecciones.

Bishara siente “preocupación” por ese debate. Describió las votaciones de marzo como muy democráticas. “El pueblo no participó en la revolución de forma tan masiva para sustituir un despotismo por otro”, dijo en una crítica implícita del sector que defiende “la constitución primero”. Para él, la polarización resultante –laicos frente a islamistas- no es más que el legado del régimen saliente que aún alimenta la división. En la actualidad, esas mismas fuerzas están repitiendo su vieja batalla. “Eso es un insulto a la sangre de las personas que perdieron su vida en la revolución y supone, de forma definitiva, desviarse de sus objetivos”.

“Estoy casi seguro de que esa no es la batalla ni la preocupación de los diversos grupos que estaban en la Plaza Tahrir”, dijo Bishara.

Fuente: nhttp://weekly.ahram.org.eg/2011/1052/eg3.htm

rCR







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