miércoles, 9 de marzo de 2011

Mas sobre la querra humanitaria.







Rebelion. La tormenta perfecta (en el desierto)













La tormenta perfecta (en el desierto)




Asia Times Online



Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens




La gran revuelta árabe de 2011, el grito por democracia en el norte de África, la revuelta de la mayoría chií en el Golfo Pérsico, la desesperación occidental por el precio del petróleo, y la nueva doctrina de «alteración del régimen» de EE.UU. para Medio Oriente (por no mencionar la doctrina de dominación del espectro completo del Pentágono) son los vientos huracanados que mueven la última tormenta política en el Medio Oriente y el norte de África. La tormenta despliega ráfagas devastadoras de vientos hipócritas.

Para comenzar, el ilustrado y democrático Occidente ha decidido que hay que eliminar (o expulsar) a Muamar el Gaddafi.

El gobierno de George W. Bush invadió Afganistán e Iraq, matando al hacerlo a cientos de miles de personas, directa e indirectamente, y como lo sabe todo el mundo, sin que haya un fin a la vista, con total impunidad. Ahora toca aplicar las leyes del (salvaje) oeste al rey de reyes africano a través del gobierno de Barack Obama. Es si dijéramos que está bien que nosotros, los portadores de peso del hombre blanco, matemos a mucha gente, mientra que no está tan bien si el asesino es un extraño beduino vestido por John Galliano.

Y el punto decisivo absoluto es: Occidente tiene que armar hasta los dientes a los rebeldes en Libia oriental liberada o Muamar Gadafi ganará esta guerra, llevando el combate de las ciudades al desierto, y aplicando la fuerza en grados cada vez mayores. Por lo tanto, en una versión ligeramente más tediosa que los interminables tejemanejes de una película de mafiosos, el «debate», desde Washington y Bruselas a Riad, tiene que ver con el método más efectivo de derribarlo (o destruirlo). En esto aparecen los planes A y B.

Es mejor cambiar al pueblo que cambiar el régimen.

Plan A – Washington ha presentado una solicitud «altamente confidencial» para que la Casa de Saud arme a los rebeldes, como ha anunciado Robert Fisk en The Independent, sin citar detalles (tampoco ha aparecido alguno en los medios árabes). Así sería esencialmente, no hay nada nuevo. La historia se repite, como una farsa, un remix del escándalo Irán-Contra de la era Ronald Reagan, con la posibilidad de que Washington apueste a controlar el petróleo y el gas de Libia (ecos de Iraq-neoconoservadorizado; la historia se repite dos veces como farsa).

La Casa de Saud tiene todos los motivos para armar a la Libia oriental liberada contra Gaddafi con unos muy necesitados cohetes antitanque, morteros y misiles tierra-aire, y no sólo porque el anciano rey saudí Abdullah lo odia. Esto no es de extrañar, ya que Gaddafi puso precio a su cabeza hace más de un año. Según al-Arabiyya, vocero de la Casa de Saud, Gaddafi es el único dictador árabe que queda en el poder, lo que prueba una vez más que la hacienda petrolera familiar del desierto no tiene ningún sentido de la ironía.

Evidentemente, nadie en Washington notó la ironía adicional de que este plan también copiara la distribución de armas por los saudíes a los muyahidín en Afganistán en los años ochenta a través de Pakistán; y así la historia se repite tres veces como farsa. ¡Viva Bengasi como la nueva Peshawar!

En todo caso, la recompensa saudí por su participación ya está incluida en la novísima estrategia de «alteración de regímenes» en Medio Oriente del gobierno de Obama.

Para el próximo viernes, se planifica un día de la ira al estilo egipcio en Arabia Saudí. La represión preventiva ha sido brutal, incluyendo una prohibición de todas las manifestaciones, porque, dice el Ministerio del Interior, violan la ley islámica. Un aplauso para el príncipe de la línea dura, Nayef bin Abdul-Aziz, uno de los hermanos del rey, por sus esfuerzos antes y después del día de la ira.

Y luego tenemos a la rebelión, en su mayoría chií, en el vecino Bahréin, base de la Quinta Flota de EE.UU., que debe ser contenida a cualquier precio para que no se extienda al noreste, hacia el productor de petróleo de Arabia Saudí, de mayoría chií. Por lo tanto, según la «alteración de regímenes» (o «ayudar a mantener en el poder a antiguos aliados dispuestos a introducir reformas», todo en nombre de la «estabilidad»), el presidente estadounidense Obama no puede decir ni una palabra si la Casa de Saud toma medidas severas contra sus chiíes, o si ayuda a los al-Khalifa en Bahréin con tanques y tropas para reprimir a sus chiíes. Traducción: al diablo las aspiraciones democráticas del pueblo de Bahréin y de una parte sustancial del pueblo de Arabia Saudí; a Washington le encantan aliados como la monarquía al-Khalifa en Bahréin y la Casa de Saud.

Alegraos, belicistas humanitarios

Y luego está el Plan B – La OTAN se ocupa de combatir los «crímenes contra la humanidad» y el genocidio. Esencialmente, sería una repetición de Kosovo (lo que hace que la historia se repita por cuarta vez).

Como una zona de exclusión aérea es objeto de acaloradas discusiones, la OTAN ya ha decidido ampliar los vuelos de vigilancia de los AWAC sobre territorio libio a veinticuatro horas al día, según el embajador de EE.UU. ante la OTAN, Ivo Daalder. Traducción: Ya están buscando objetivos. Incluso el reticente Pentágono admitió oficialmente que una zona de no-vuelo significa guerra; el febril secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, insistió en que la OTAN está dispuesta a crear un infierno hasta que, predeciblemente, dio marcha atrás.

Y no se trata de un remix de Bush y los neoconservadores, por lo menos no oficialmente. Primero tiene que haber un mandato del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: Francia y Gran Bretaña preparan febrilmente un borrador de resolución. Y luego hay que conseguir el apoyo de Rusia (que ya dijo que no), de China (que no ha dicho nada), de la impotente Liga Árabe (casi garantizado) y de la Unión Africana (más complicado, porque Gaddafi compró a muchos de sus dirigentes).

En cuanto a todos esos fanales de la igualdad protegidos por EE.UU. en el Golfo Pérsico, que ahora tienen las manos libres para seguir reprimiendo las aspiraciones democráticas de sus pueblos y del ejército de esclavos asiáticos que sirven a sus elites, el apoyo es pan comido. Una declaración publicada por los ministros de exteriores del Consejo de Cooperación del Golfo (GCC), de seis miembros, «exige que el Consejo de Seguridad de la ONU tome todas las medidas necesarias para proteger a los civiles, incluida una zona de no-vuelo sobre Libia».

La intervención de la OTAN, si tiene lugar, será presentada a todo el planeta como el retorno del imperialismo humanitario. Desde el punto de vista de los propósitos de relaciones públicas OTAN/Pentágono/Unión Europea, es de nuevo pan comido. Al ex terrorista Gaddafi le han cambiado el nombre a «nuevo Hitler», como Slobodan Milosevic en Yugoslavia, o como a Sadam Hussein en Iraq; lo que hace que la historia se repita como farsa por quinta vez. Y con Gaddafi es mucho más fácil; el espectáculo total del monstruo terrorista.

¿Cui bono?

No cabe duda de que Gaddafi y su pandilla están practicando «abusos a los derechos humanos» en Libia. ¿Y qué pasa con los decenas de miles de muertos por el Pentágono desde Bagdad a Faluya y más allá? ¿Eran inhumanos, no tenían derechos, por casualidad?

Además, al mismo Occidente ilustrado que ahora está tan preocupado por el pueblo de Libia le importó un bledo el pueblo de Egipto hasta que estuvo absolutamente seguro que se había acabado el mubarakismo. Gaddafi, a propósito, estaba perfectamente alineado con Obama, el presidente francés Nicolas Sarkozy, el primer ministro británico David Cameron y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi en los primeros días de la Plaza Tahrir.

Mientras servía a los amos, el espectáculo móvil del monstruo terrorista con su carpa portátil y sus enfermeras ucranianas era el mejor de los amigos. Abrazó alegremente el neoliberalismo; abrió el santo grial de la energía a corporaciones europeas (BP, Repsol, Total, ENI); compró profusamente sus armas (Italia, Francia, el Reino Unido y Alemania fueron sus cuatro mayores proveedores); hizo que los 70.000 millones de dólares de la Autoridad de Inversión Libia apoyaran negocios europeos; y sobre todo frenó el flujo migratorio del Magreb y del África negra hacia Europa.

¿Y qué me dicen de la entonces secretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice, quien en 2008 alabó los intereses permanentes compartidos entre EE.UU. y Libia, incluidos «los derechos humanos y la democracia»?

El problema es ahora si Occidente simplemente no tiene la menor idea de cómo podría ser la Libia post Gaddafi. Los «rebeldes» incluyen a todos, desde intelectuales progresistas y seculares, a islamistas de la línea dura y empresarios neoliberales. Libia no es Túnez o Egipto, que pueden ser monitoreados e incluso relativamente domados por Washington o Bruselas.

Libia, sin Gaddafi, sería una compleja colección de tribus sin experiencia en la cultura política al estilo occidental que se arrastran hacia la «anarquía». Por lo tanto, el razonamiento a favor de una intervención de la OTAN, para que «nosotros», los ilustrados, podamos controlar los peores impulsos de esos bárbaros, facilitar una «transición ordenada» (Secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, ¿quién iba a ser?) y beneficiarnos de su riqueza energética. Además, el Mediterráneo ya es un lago de la OTAN.

Existe la OTAN – y también la Asociación para la Paz de la OTAN. Los 27 países de la Unión Europea son miembros de la una o de la otra (Chipre fue el último en adherirse, el pasado mes).

La OTAN es tan omnipresente como la muerte, los impuestos y la corrupción financiera. OTAN significa guerra en Afganistán; Operación Esfuerzo Activo, como operación aerotransportada de contraterrorismo en Medio Oriente (por ejemplo la vigilancia de Libia con aviones AWAC); y también la Operación Escudo Oceánico frente al Cuerno de África.

Toda nación europea que bordea el Mediterráneo, o que está en el Mediterráneo, forma parte de la OTAN o de la Asociación por la Paz. Y todas las naciones africanas en el Mediterráneo, excepto Libia, son miembros de la asociación por el Diálogo Mediterráneo de la OTAN: Argelia, Egipto, Marruecos y Túnez. Israel es un miembro clave del Diálogo Mediterráneo. Esto significa que, entre las naciones del litoral mediterráneo, sólo Líbano (afectado por un bloqueo naval durante cinco años), Siria y, claro está, Libia, no son miembros de la OTAN o de ningún programa asociado. La clave, una vez más: el Mediterráneo es un lago de la OTAN.

Es una película que ya hemos visto

Los verdaderos demócratas en todo el mundo no pueden hacer otra cosa que calificar la «alteración de regímenes» como una lamentable, patética, estrategia del gobierno de Obama. Además, no existe absolutamente ninguna garantía de que la OTAN no vaya a emprender por sí sola la alteración del régimen: una balcanización de Libia, exactamente como sucedió con Yugoslavia (o como el Pentágono, a través de oligarquías locales, trató de hacer en Bolivia en 2008).

No es imaginable que la Casa Blanca quiera una verdadera guerra contra el rey de reyes africano. Los neoconservadores le están tendiendo una trampa a Obama y blanden, como los clintonistas de 1999 y ellos mismos en Iraq, la dulce espada, siempre engañosa, de la así llamada intervención humanitaria.

Neoconservadores como el cósmicamente despreciable John Yoo (el abogado que le dijo a Bush que la tortura es legal) han ordenado virtualmente al gobierno de Obama que se trague las «reglas anticuadas» de la ONU y vaya al grano. En comparación, la propuesta del presidente venezolano Hugo Chávez de una mediación neutral suena como un monumento de granito al sentido común. Y sin embargo nadie escucha; ni Washington, ni la OTAN, ni el clan Gaddafi, ni los rebeldes.

Y aquí vamos, vamos otra vez. Que levante la mano el primero que esté dispuesto a enviar un misil Stinger a los combatientes por la libertad, para que puedan derribar helicópteros artillados de Gaddafi. La historia se repite como farsa de nuevo, bueno, perdimos la cuenta.

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su último libro es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MC09Ak01.html

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