La resolución señala que se “tomarán todas las medidas necesarias”, incluyendo posibles bombardeos, contra el régimen de Gadafi para proteger a los civiles. Sucede cuando el ejército avanzaba hacia el último bastión rebelde.
Que se tomen todas las medidas necesarias, incluyendo el uso de la fuerza. Eso decidió ayer el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para poner freno a los ataques del régimen de Muammar Gadafi contra la población civil que pide el fin de su gobierno. Las banderas tricolores volvieron a agitarse ayer en Benghazi más allá del terror. Los rebeldes se entusiasmaron con que la decisión de la ONU pueda traerles una victoria que en los últimos días se les escapó de las manos. Al cierre de esta edición, aún no se sabía si la zona de exclusión aérea iba a imponerse antes de que se cumpliera la última amenaza del autoproclamado “guía de la revolución”: atacar Benghazi, el último bastión rebelde.
No todos los países que integran ese órgano dieron el aval para la intervención internacional en el conflicto, pero ninguno dijo que “no” a la propuesta del Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Líbano. Washington desconfiaba al principio de una solución militar en Libia, pero rápidamente se convenció, tal como publicó The New York Times. Dos de las potencias con poder de veto, Rusia y China, se abstuvieron. Lo mismo hicieron Brasil, India y Alemania, cuyo canciller venía anunciando que Berlín no quería meterse en una guerra en el norte de Africa.
En la parte preambular, la resolución hace referencia a la escalada de violencia que se vive en territorio libio y a la violación sistemática de los derechos humanos en que incurren las autoridades. Por eso, los países miembros del Consejo de Seguridad le reclamaron al régimen que hace 42 años se perpetúa en el poder que termine con los ataques y los abusos contra civiles. En otras palabras, la ONU demandó un alto el fuego.
“El Consejo de Seguridad autoriza a los Estados miembros que hayan notificado al secretario, que actúen en forma individual o a través de organizaciones regionales, a tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles y las áreas pobladas por civiles que estén bajo amenaza de ataque, incluida Benghazi, pero excluye una fuerza de ocupación extranjera de cualquier tipo y forma”, dice claramente la resolución. Los bombardeos estarían contemplados dentro de esa difusa frase de “todas las medidas”.
Los países también decidieron imponer una prohibición a todos los vuelos sobre el espacio aéreo libio para evitar que las fuerzas leales a Gadafi bombardeen a la población civil. Pero no estarán prohibidos los vuelos con fines asistenciales, por ejemplo los que llevan medicamentos, comida o transportan a trabajadores humanitarios. Tampoco habrá una veda sobre los aviones que intenten repatriar a ciudadanos que están en peligro en el país norafricano.
Por otra parte, la resolución prevé congelar todos los activos con los que cuentan las autoridades libias a fin de que no sigan disponiendo de financiación para contratar mercenarios o para continuar la cruenta ofensiva que, en los últimos días, incluyó ataques por tierra, agua y aire. También se decidió reforzar el embargo de armas, que ya había sido impuesto semanas atrás por el Consejo de Seguridad. En esa oportunidad, los países no se habían pronunciado acerca de una zona de exclusión aérea, pero sí habían consensuado enviar el caso libio a la Corte Penal Internacional (CPI). Allí, el fiscal argentino Luis Moreno Ocampo decidió abrir una investigación porque, según las pruebas con las que contaba, en Libia se estarían perpetrando crímenes de lesa humanidad.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió anoche que haya una acción inmediata para implementar las medidas aprobadas. Según Ban, la decisión de ayer tiene un carácter histórico. “La resolución afirma de manera clara e inequívoca la determinación de la comunidad internacional de cumplir su responsabilidad sobre la protección de civiles ante la violencia perpetrada sobre ellos por su propio gobierno”, apuntó en un comunicado, en el que también resaltó el apoyo de la Liga Árabe a la zona de exclusión aérea.
Con cuánta celeridad actuará la comunidad internacional no se sabe. “Puede ser cuestión de horas”, respondió el canciller francés, Alain Juppé. El premier británico, David Cameron, se reunirá hoy de urgencia con su gobierno y comparecerá ante la Cámara de los Comunes para tratar la intervención en Libia. La jefa del Departamento de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, hizo una proclama clara en ese sentido en Túnez, donde está de gira. “Queremos apoyar a la oposición que se levantó contra el dictador”, remarcó la ex primera dama.
Como era de esperar, la diplomacia libia no tomó gratamente la resolución de la ONU. El viceministro de Relaciones Exteriores, Khaled Kaaim, dijo que la decisión de la ONU “amenaza la unidad de Libia” y constituye una “llamada para que los libios se maten entre ellos”. Pero hizo una concesión. “Estamos dispuestos a tomar la decisión del alto el fuego pero necesitamos un interlocutor bien preciso para discutir su aplicación”, reconoció. Según Kaaim, fue una “gran sorpresa” que Alemania no haya dado el visto bueno a la intervención.
Fue un notable cambio de tono. Horas antes, Gadafi había lanzado una amenaza tras otra, si llegaba a concretarse una intervención internacional. “Cualquier acto militar extranjero en contra de Libia pondrá en peligro a todo el tráfico aéreo y marítimo en el mar Mediterráneo. Las instalaciones militares y civiles se volverán blanco del contraataque libio”, prometió. También había dicho a la prensa portuguesa que el Consejo de Seguridad no tenía mandato sobre el país y que Trípoli no reconocería sus resoluciones.
Las amenazas no sólo traspasaron las fronteras, fueron directas hacia Benghazi, la que los rebeldes llaman “capital de la Libia libre” (ver aparte). El dirigente libio dijo que los combatientes opositores sólo eran “gángsteres armados” y les advirtió de que sus tropas no tendrán piedad con ellos. “La decisión ya está tomada: Estamos yendo hacia allá”, dijo en una declaración radial. Los rebeldes no creen todo lo que escuchan y piensan que hoy no despertarán con el régimen tomando por asalto el bastión opositor. Por eso, el opositor Consejo Nacional de Transición prometió que resistirá. Tampoco los pobladores de Benghazi hicieron caso a las amenazas del régimen y esperaron la resolución del Consejo de Seguridad en las calles. Agitaron sus banderas tricolores y dispararon al aire para celebrar.
Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-164451-2011-03-18.html
rCR
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