Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Detrás de los repentinos levantamientos de Egipto y Túnez se encuentra una creciente crisis global desatada por la subida de los precios de los alimentos y el desempleo. Associated Press informa de que aproximadamente un 40% de los egipcios se encuentra en el umbral de la pobreza, con menos de dos dólares diarios, fijado por el Banco Mundial. Los analistas estiman que la inflación de los precios de los alimentos en Egipto está actualmente en un insostenible 17% anual. En países más pobres entre uel 60% y el 80% de los ingresos de la gente se destinan a la alimentación, en comparación con sólo entre el 10% y 20% en los países industrializados. Un aumento de un dólar o menos en el coste de un galón de leche o de una barra de pan para los estadounidenses puede significar la muerte por hambre para gente en Egipto y otros países pobres.
Seguid la pista del dinero
La causa del reciente salto de los precios globales delos alimentos sigue siendo tema de debate. Algunos analistas culpan al programa de “ajuste cuantitativo” de la Reserva Federal (aumento del suministro de dinero mediante crédito creado por medio de asientos contables), y advierten de que está provocando híper-inflación. Mucho dinero en busca de pocos bienes es la explicación clásica del aumento de los precios.
El problema de esa teoría es que en realidad el suministro global de dinero se ha restringido desde 2006, cuando los precios de los alimentos comenzaron su espectacular ascenso. En la actualidad prácticamente todo el dinero se crea en los libros de los bancos como “crédito” o “deuda” y la actividad prestataria en general se ha contraído. Esto ha ocurrido como un proceso acelerado de desapalancamiento (pagos al contado o cancelación de préstamos sin tomar nuevos), al colapsar el mercado de la vivienda de alto riesgo y al aumentar los requisitos del capital bancario. Aunque parezca contrario a la lógica, cuanta más deuda hay, más dinero hay en el sistema. Al contraerse la deuda, al mismo tiempo se contrae el suministro de dinero.
Por eso la deuda pública actual no es realmente el coco que presentan los terroristas del déficit. La otra cara de la deuda es el crédito, y los negocios viven de él. Cuando el crédito colapsa, el comercio colapsa. Cuando la deuda privada se contrae, la deuda pública tiene que intervenir para reemplazarla. El “buen” crédito o deuda es el tipo utilizado para construir infraestructuras y capacidad productiva, aumentando el Producto Interno Bruto y los salarios; y es el tipo que pueden emplear los gobiernos. Las formas parasitarias de crédito o deuda son los mecanismos de dinero-produce-dinero de los especuladores, que no añaden nada al PIB.
El nivel de los precios también ha aumentado porque hay mucho dinero en busca de pocos bienes, pero el dinero sólo persigue algunos bienes seleccionados. Los precios de alimentos y combustibles han aumentado, pero los precios de las viviendas han disminuido. El resultado neto es que la inflación general sigue siendo baja.
Aunque es posible que el ajuste cuantitativo no sea el culpable, la acción de la Reserva Federal ha impulsado la carrera hacia las materias primas. Como reacción a la crisis bancaria de 2008, la Reserva Federal bajó casi a cero las tasas de los fondos federales (la tasa a la cual los bancos se prestan mutuamente). Esto ha permitido que los bancos y sus clientes pidan prestado en EE.UU. a tasas muy bajas e inviertan en el extranjero para obtener mayores réditos, creando un “carry trade” [operación especulativa sobre la diferencia de rendimientos].
Mientras tanto, los tipos de interés sobre los valores federales también se impulsaron hacia niveles muy bajos, lo que dejó a los inversionistas sin esa opción segura y estable para financiar sus pensiones. El “dinero especulativo” –inversión a la búsqueda de mayores réditos– huyó del mercado inmobiliario colapsado hacia cualquier cosa que no fuera el dólar, lo que en general significó una huída hacia las materias primas.
Nuevo significado para el viejo adagio: “Con la comida no se juega”
Antes los alimentos se consideraban una mala inversión especulativa, porque son percederos y no se podían almacenar hasta que las condiciones del mercado fueran adecuadas para la reventa. Pero eso cambió con el desarrollo de ETF (fondos negociables en la bolsa) y otras innovaciones financieras.
Tal como se oroyectó originalmente, la especulación en futuros alimentarios era bastante inocua, ya que cuando expiraba el contrato, alguien tenía que comprar realmente el producto al precio al contado. Esto forzó a alinear el supuesto precio de futuros y el precio más realista al contado. Pero eso cambió en 1991. En un revelador informe de julio de 2010 en Harper’s Magazine titulado: “The Food Bubble: How Wall Street Starved Millions and Got Away with It” [La burbuja alimentaria: Cómo Wall Street hambreó a millones de personas y se salió con la suya], Frederick Kaufman escribió:
La historia de los alimentos sufrió un giro siniestro en 1991, cuando nadie prestaba mucha atención. Fue el año en el que Goldman Sachs decidió que el pan nuestro de cada día podría ser una excelente inversión…
Capitalistas sin escrúpulos, inversores y financistas de todo tipo soñaban desde hacía mucho con el control de algo que todos necesitaran o desearan para después restringir el suministro y que la demanda aumentara los precios.
Así explicó Kaufman esta innovación financiera en una entrevista del 16 de julio en Democracy Now:
A Goldman… se le ocurrió esta idea del fondo de materias primas que en realidad era una manera de acumular inmensos montones de dinero en sí mismo... En lugar de un negocio de compra-venta, como hacen todos en esos mercados, sólo empezaron a comprar. Se denomina “una posición larga”. Comenzaron a tomar posiciones largas en los futuros de trigo… Y cada vez que vencía uno de esos contratos, hacían una operación llamada “refinanciarlo” con el próximo contrato… Y siguieron comprando, comprando, comprando, comprando y acumulando esa inmensa pila sin precedentes de futuros de trigo a posición larga… Y esta acumulación ha creado un fenómeno muy extraño en el mercado. El “choque de demanda”. En general los precios suben porque el suministro es limitado… En este caso Goldman y otros bancos introdujeron esta demanda de compra de trigo totalmente antinatural y artificial y eso hizo que subiera el precio… El trigo rojo duro se vende generalmente a entre 3 y 6 dólares por fanega de 27 kilos. Subió a 12 dólares, luego a 15, después a 18. Luego sobrepasó los 20 dólares. Y el 25 de febrero de 2008, los futuros de trigo rojo duro primaverales se fijaron a 25 dólares por fanega… La ironía en este caso es que 2008 fue el año que más trigo se produjo en toda la historia del mundo.
…El otro atropello… es que mientras Goldman y los demás bancos desbaratan totalmente la estructura de este mercado, se han protegido fuera del mercado mediante esa idea casi diábolica llamada “réplica"… Digamos… que quieres invertir en el mercado de trigo. Me das cien dólares… Lo que yo debería hacer es colocar cien dólares en los mercados de trigo. Pero no tengo que hacer eso. Todo lo que tengo que hacer es colocar 5 dólares… Y con esos 5 dólares, puedes mantener tu posición de cien dólares. Bueno, ahora tengo noventa y cinco dólares tuyos… Lo que Goldman hizo con cientos de miles de millones de dólares y lo que esos bancos hicieron con cientos de miles de millones de dólares, es que los colocaron en las inversiones más conservadoras posibles. Los colocaron en bonos del Tesoro… Ahora que tienes cientos de miles de millones de dólares en bonos del Tesoro, puedes apalancar eso en billones [millones de millones, N. del T.] de dólares… Y entonces toman esos billones de dólares, se los dan a sus operadores del día, y dicen: “Dadle duro, muchachos. Haced lo que sea más lucrativo hoy”. Y así, mientras cientos de millones de personas pasan hambre, ellos usan ese dinero para ganar miles de millones de dólares.
Otros investigadores han estado de acuerdo con esta explicación de la crisis alimentaria. En un artículo de julio de 2010 titulado “How Goldman Sachs Gambled on Starving the World’s Poor – And Won,” [Cómo Goldman Sachs apostó por hambrear a los pobres del mundo -y ganó] el periodista Johann Hari señaló:
Desde finales de 2006, los precios mundiales de alimentos comenzaron a subir. Un año después el precio del trigo había subido un 80%, el maíz un 90% y el arroz el 320%. Estallaron disturbios alimentarios en más de 30 países, y 200 millones de personas sufrieron desnutrición y hambre. Repentinamente, en la primavera de 2008, los precios de alimentos cayeron a los niveles anteriores, como por arte de magia. Jean Ziegler, Relator Especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, lo llamó un “asesinato masivo silencioso” debido enteramente a “acciones hechas por el hombre”.
Algunos economistas dijeron que los aumentos fueron causados por el crecimiento de la demanda debido al alza de la población de clase media china e india y por la creciente utilización de maíz para fabricar etanol. Pero según el profesor Jayati Ghosh del Centro de Estudios Económicos en Nueva Delhi, la demanda de esos países bajó en realidad en un 3% durante el período; y el Consejo Internacional del Grano declaró que la producción global de trigo había aumentado durante el pico del precio.
Según un estudio del ya difunto Lehman Brothers, la especulación del fondo saltó de 13.000 millones de dólares a 260.000 millones de 2003 a 2008. No es sorprendente que los precios de los alimentos hayan subido de forma correspondiente a partir de 2003. El gerente del fondo de alto riesgo Michael Masters estimó que en los mercados regulados en EE.UU., un 64% de todos los contratos de trigo han estado en manos de especuladores sin ningún interés por el trigo en sí. Sólo lo poseían anticipando la inflación de precios y la reventa. George Soros dijo que “era como acaparar secretamente alimentos durante una crisis de hambre a fin de lograr beneficios con el aumento de los precios”.
Un documento de agosto de 2009 de Jayati Ghosh, profesora del Centro de Estudios Económicos y de Planificación de la Universidad Jawaharlal Nehru en Nueva Delhi, comparó los alimentos básicos comercializados en mercados de futuros con alimentos básicos que no lo eran. Estableció que el precio de alimentos básicos que no se vendían en mercados de futuros, como el mijo, yuca y patatas, aumentó sólo una fracción del monto de alimentos básicos sometidos a la especulación, como el trigo.
Nomi Prins, en el Mother Jones en 2008, también culpó a la especulación de la subida de los precios. Señaló que los futuros agrícolas y energéticos se empaquetan y se venden exactamente como las CDO (obligaciones de deuda garantizadas), pero en este caso se llaman CCO (obligaciones de materias primas garantizadas). Cuanto más alto sea el precio del alimento, más ganan los inversionistas en CCO. Y advertía:
Sin una fuerte regulación de los intercambios electrónicos y los productos derivados que posibilitan que los especuladores muevan inmensas proporciones de las materias primas incluidas en los mercados de futuros, la introducción de un poco de regulación en los intercambios basados en Londres no servirá para nada. A menos que se encare, esta burbuja va a costar más que casas. Costará vidas.
¿Qué se puede hacer?
Según Kaufman, la burbuja alimentaria ha aumentado ahora las filas de los hambrientos del mundo en 250 millones. El 21 de julio de 2010, el presidente Obama firmó un proyecto de ley de reforma de Wall Street que cierra muchas lagunas reglamentarias que permiten que grandes instituciones financieras operen en mercados de futuros de materias primas agrícolas, pero Kaufman dice que no es probable que el proyecto de ley sea la solución. Los innovadores de Wall Street pueden imaginar nuevas formas de especular que burlen con facilidad una ley engorrosa y lenta en aprobarse. También es poco probable que den resultados los intentos de prohibir la especulación con los alimentos, dice, ya que las firmas pueden tomar el teléfono y hacer sus negocios a través de Londres u organizar intercambios sin control (privados).
Como alternativa, Kaufman sugiere una reserva de grano mundial o nacional, de manera que los reguladores puedan llevar trigo al mercado cuando sea necesario para estabilizar los precios. Señala que en realidad mantuvimos una gran reserva de granos en la era Clinton, antes de la manía de la desregulación. El presidente Franklin Roosevelt prometió mantener una gran reserva de granos en su segunda Ley de Ajuste Agrícola en 1938.
Chris Cook, ex director de una multinacional de energía, afirma:
La única solución a largo plazo es reestructurar completamente los mercados. En primer lugar eliminando intermediarios, un proceso que ya está en camino. Segundo un nuevo acuerdo entre naciones productoras y consumidores, un Bretton Woods II.
Los mercados especulativos actuales están más impulsados por el miedo, dice Cook, que por la codicia. Los inversionistas buscan algo seguro que les dé un rédito adecuado, lo que significa algo de lo que puedan vivir cuando se jubilen. Necesitan esas inversiones porque sus empleadores y el gobierno no proporcionan una red de seguridad adecuada.
Hubo una época en la que los valores federales eran una inversión segura y adecuada para los pensionistas. Luego las tasas de interés federales se derrumbaron y los inversionistas se mudaron a los bonos municipales. Ahora ese mercado también se derrumba debido a amenazas de bancarrota entre los emisores de bonos. Ciudades, condados y Estados que tratabillan como resultado de la crisis crediticia no han tenido acceso a los instrumentos de ajuste cuantitativo utilizados para rescatar a los bancos –aunque fueron los bancos, no los gobiernos locales, los que causaron la crisis. Vea: “The Fed Has Spoken: No Bailout for Main Street.”
Mientras tanto se reducen las pensiones y se ataca a la seguridad social. Podría decirse que, además de las reservas de grano institucionalizadas por Franklin Roosevelt, necesitamos una Declaración de Derechos Económicos del tipo que él conceptualizó, que por lo menos garantizara a los ciudadanos un estándar fundamental mínimo de vida. Podría lograrse mediante garantías de puestos de trabajo mientras la gente pueda trabajar y seguridad social cuando no sea así. El programa podría financiarse con crédito creado por el gobierno o crédito creado por el gobierno y los bancos, y esto se podría hacer sin causar híper-inflación. Para apoyar esa afirmación se necesitaría más espacio del que nos queda, pero el tema se aborda en mi libro Web of Debt. Mientras tanto, el crédito necesario para lograr que las economías locales se fortalezcan y vuelvan a funcionar puede suministrarse por medio de bancos de propiedad pública. Para más información sobre esa posibilidad, vea: http://PublicBankingInstitute.
Niko Kyriakou contribuyó a este artículo.
Ellen Brown es abogada y autora de once libros, incluidos Web of Debt: The Shocking Truth About Our Money System and How We Can Break Free. Sus sitios en la web son http://WebOfDebt.com, http://EllenBrown.com y http://PublicBankingInstitute.
Fuente: http://www.
rCR
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