Alejo Carpentier, cubano, cuenta en su novela “El Reino de este Mundo” una parte esencial de la Historia de Haití, la de los esclavos africanos en lucha contra el colonialismo francés, luego contra el tirano de su misma raza, asimilado al espíritu esclavista, y, como un correlato, advertencia de otros futuros, su posterior lucha contra el colonialismo francés de nuevo cuño pues aparece gente con el color de piel mezclado, más claro. Momentos distintos de la historia de Haití que hablan de un pueblo que fue el primero en darlo todo por su liberación desde antes de 1789, año de la Primera Declaración de los Derechos del Hombre, la Declaración de los Derechos de la Mujer se escribirían 3-4 años más tarde. Haití de los cimarrones, de los luchadores por la libertad, primer pueblo libre, y Carpentier se eleva y se hace total al mostrarlos combatiendo la barbarie occidental, aquí contra la monarquía francesa y sus continuadores, de quienes se armaron de convicción apasionada por su libertad. Carpentier de este Mundo. Tres rebeliones que enseñan al lector los cambios en la Historia, los vertiginosos y formidables empujones para terminar con los esclavistas. Haití tiene esa parte de su historia en la novela “El Reino de este Mundo”.
Da la entrada a la novela un diálogo de Lope entre el Demonio, que es el rey de Occidente, y la Providencia, en el que el Demonio pregunta: “¿Dónde envías a Colón para renovar mis daños? Y empieza la novela con una escena que es metáfora de los resultados de la revolución francesa de finales del siglo XVIII: mientras el amo se rasura en un establecimiento, el esclavo contempla en el escaparate cuatro cabezas de cera que parecen reales, figuras pálidas con sus correspondientes pelucas, separadas por una pequeña tabla de unas cabezas de terneros, las dos colecciones puestas sobre un tapete encarnado, y Ti Noel, el esclavo, se divierte pensando en aquél resultado. Pero no queda ahí la cosa, justo en la tienda contigua, una librería, parece remitirnos a los ilustrados que harían caer la esclavitud, mostrando colgadas cuatro estampas del rey de Francia y otras cuantas cabezas de la Corte, además de las de militares y jueces. También dice el narrador que había algunas de los “ingenios” que impulsaron la revolución, para terminar declarando que la representación de estos no era comprendida por Ti Noel, los esclavos. Los esclavos son el último escalón y son los que cambian el curso de la historia, son el personaje protagonista, colectivo, y dejan abierto el horizonte en la novela. Hay algo que destaca sobre lo demás: un grabado que representa a un embajador francés, siendo recibido por un mandatario negro, parece que se refiere a un futuro en el que Haití es independiente de Francia. En las actuales circunstancias de Haití ¿se puede decir que tal cosa se ha conseguido?
Carpentier, conocedor de la Historia de ese pueblo tan castigado, escogió tres revueltas de esclavos entre el siglo XVIII y el CIX para llevar a cabo una obra que nos muestre la raíz de los problemas causados por la explotación de la aristocracia y la burguesía francesas. Héroe de los civilizados esclavos, sí, civilizados esclavos, contra los salvajes franceses, sí, salvajes franceses, es Mackandal, capaz de convertirse en cualquier ser vivo para mejor confundir y combatir a los colonos, que además enseña a los esclavos su pasado, les deja en su memoria aquello en lo que se reconocen y les sirve de fuente de conciencia conforme les insufla, les surte, de energías para el combate; la memoria histórica enseña, Mackandal enseña, y el resultado se proyecta. Y así encuentran alguna voz solidaria que les da a conocer la abolición de la esclavitud alimentando y produciendo una rebelión contra los tiranos franceses que no quieren acabar con ella en Haití. El repuesto de los monárquicos franceses es un negro, pero un negro que se proclama rey y esclaviza a la población nuevamente. A este le sucederán los agrimensores que hablan francés y eran protegidos por un ejército de “Mulatos Republicanos” que expulsan a los campesinos, negros, de sus tierras, y hacen, terminada la esclavitud, la nueva ley que obliga a trabajar, aristocracia entre dos aguas, esa casta cuarterona que ahora se apoderaba de las antiguas haciendas, de los privilegios y de las investiduras.
Nuestro personaje protagonista aprende la historia de su raza y conoce y experimenta las transformaciones real maravillosas en otros seres naturales, advirtiendo que Mackandal, el esclavo cimarrón que admiró y de quien tanto había aprendido “se había disfrazado de animal, durante años, para servir a los hombres, no para desertar del terreno de los hombres,…, pues el hombre ansía siempre una felicidad situada más allá de la porción que le es otorgada. Pero la grandeza del hombre está precisamente en querer mejorar lo que es. En imponerse Tareas. En el Reino de los Cielos no hay grandeza que conquistar, puesto que allá todo es jerarquía establecida, incógnita despejada, existir sin término, imposibilidad de sacrificio, reposo y deleite. Por ello, agobiado de penas y de Tareas, hermoso dentro de su miseria, capaz de amar en medio de las plagas, el hombre sólo puede hallar su grandeza, su máxima medida en el Reino de este Mundo”. Y entonces la naturaleza se rebelará acompañando la rebelión de los oprimidos, una vez más “El anciano (Ti Noel) lanzó su declaración de guerra a los nuevos amos”.
Todos los acontecimientos en la cronología histórica tienen su propia fecha, que Carpentier las expone coincidentes en el tiempo novelístico, así como emplea el número de los capítulos para establecer paralelismos entre ellos creando un orden interno de funcionamiento. En la creación simbólica emplea ideas provenientes de fiestas cristianas para el surgimiento o final de personajes y aconteceres, buscando en la simbolización la intemporalidad. Hay un aspecto que caracteriza una parte de la literatura latinoamericana en sus historias, lo que Alejo Carpentier denominó “real maravilloso”, que en ocasiones encontramos comentarios críticos equiparándolo al “realismo mágico”. Carpentier, en el prólogo que escribe a “El Reino de este Mundo”, hay ediciones que no incluyen el Prólogo, y también en un libro de entrevistas de Ramón Chao a Carpentier (“Conversaciones con Alejo Carpentier”, en Alianza Editorial) al conversar sobre “El Reino de este Mundo” lo define de la siguiente forma, expongo un resumen de sus palabras: “Los diccionarios nos dicen que lo maravilloso es lo que causa admiración por se extraordinario, excelente, admirable. Lo extraordinario no es bello ni hermoso por fuerza. No es bello ni feo; es más que nada asombroso, todo lo que se sale de las normas establecidas es maravilloso,… Perrault define lo maravilloso. Hablando de las hadas, nos dice que lo mismo pueden emitir diamantes por la boca cuando están de buen humor que arrojar reptiles, culebras, serpientes y sapos cuando se enfurecen;… Todo lo insólito es maravilloso. Ahora bien, yo hablo de lo real maravilloso al referirme a ciertos hechos ocurridos en America, a ciertas características del paisaje, a ciertos elementos que han nutrido mi obra. …lo que él (Franz Roth) llamaba realismo mágico era sencillamente una pintura donde se combinan formas reales de una manera no conforme a la realidad cotidiana. …(el) realismo mágico… es una imagen inverosímil, imposible… (ejemplo) la pintura de Chagall, donde se veían vacas volando…, burros sobre techos de las casas,… elementos de la realidad, pero llevados a una atmósfera de sueño, a una atmósfera onírica. --- (En) La pintura surrealista está todo premeditado y calculado para producir una sensación de singularidad, … ejemplo los relojes blandos de Dalí.
Lo real maravilloso que yo defiendo es el que encontramos en estado bruto, la tente, omnipresente, en todo latinoamericano. Aquí lo insólito es cotidiano, siempre lo fue”.
En “El Reino de este Mundo” nos encontramos con fuerzas de la naturaleza que anuncian y empujan la historia, al esclavo que se convierte en insecto, pájaro o cualquier otro animal para pasar desapercibido ante los esclavistas, se nos cuenta que en la construcción de los muros del castillo se mezclaba cemento con sangre de toro para hacerlos más fuertes,…, lo real maravilloso está, no es una creación artificial ni artificiosa. Con Alejo Carpentier el trabajo revolucionario en el arte fue internacionalismo revolucionario cubano con el lenguaje y el espíritu de Latinoamérica, que al escribir sobre Haití nos rescata la Historia robada al pueblo haitiano por los colonizadores franceses, y en nuestros días por los imperialistas de un lado y otro del atlántico.
Título: El Reino de este Mundo.
Autor: Alejo Carpentier.
Editorial: Seix Barral, Booket, Planeta.
Ramón Pedregal Casanova es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, edita Fundación Domingo Malagón y Asociación Foro por la Memoria (asociacion.foroporlamemoria@
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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