Es difícil debatir críticamente sobre teorías de la conspiración. Primero porque pese al desprestigio de la expresión muchas veces son verdad: a veces basta llamar a algo teoría de la conspiración para deslegitimarla. Por ejemplo, si hasta hace doce días alguien hubiera dicho que los fiscales, ministros y algunos jueces españoles se habían puesto al servicio de la embajada estadounidense para lograr la impunidad para los asesinos de José Couso, habría quien tildara esta tesis de conspiranoia, mientras hoy es sólo una evidencia. En el otro peso de la balanza, todo argumento contra la teoría de la conspiración la puede reforzar: ¿que han encarcelado a Assange? Eso no sólo no demuestra que les esté poniendo en peligro sino que precisamente lo hacen para que nos creamos que es su enemigo. Argumentar tranquilamente en estos casos es dificilísimo porque todo hecho aparece como una evidencia que refuerza una tesis y su contraria. Pero intentémoslo.
En mi opinión, la Tesis Ordenador de Raúl Reyes tiene dos puntos fuertes.
El hecho de que la filtración se haya hecho a cinco y de momento sólo cinco medios de comunicación que no son precisamente críticos con el poder es uno de ellos. Sin embargo también cabe interpretarlo desde el punto de vista táctico: si Wikileaks se hubiera apoyado en Democracy Now, Periodismo humano, Al Jazeera, Rebelión, Página 12 y TeleSur a estas horas esos medios serían historia y los documentos habrían tenido una difusión bastante más limitada que la que han tenido. En primer lugar porque los medios de contrapoder nunca hubieran gozado del apoyo que tienen los medios del sistema: El País, Le Monde, The Guardian, Der Spiegel y el New York Times han funcionado como un parachoques importantísimo contra el que es difícil atacar puesto que son de ordinario agentes del sistema. Por otro lado (y creo que es el aspecto más importante) la elección de estos medios coloca la información en el centro del sistema. No es una forma de usar los medios poco habitual: la propia ETA usó la BBC para dar mayor importancia a su comunicado de septiembre y Otegi concedió a El País una entrevista consciente de que ello daba muchísima más eficacia al mensaje que querían difundir: ¿ello evidencia que Otegi o ETA se hayan vuelto agentes del sistema? No, simplemente eligieron una táctica de comunicación que consideraron (acertadamente) la más eficaz. Estos medios están titulando efectivamente como les da la gana y dando y quitando importancia a asuntos según su línea previa (apenas hemos vuelto a saber sobre aquella operación de la diplomacia estadounidense para aislar a Chávez a la que no es precisamente ajeno El País, por ejemplo). Curiosamente, no hay entrevista que haya concedido Julian Assange en que haya desperdiciado la ocasión de poner a caldo a los medios de comunicación dominantes por estar al servicio del sistema. Como quien sabe que está usando un instrumento de su enemigo.
El otro aspecto que apoyaría la Tesis Ordenador de Raúl Reyes es el de las informaciones que están saliendo hasta ahora. No estoy de acuerdo con Pascual Serrano en su interpretación del escaso daño que pudieran hacer las que han salido a los gobiernos occidentales, pero sobre eso escribiré más abajo. Lo curioso, y realmente criticable, es que hasta ahora no hayan salido los papeles sobre las relaciones diplomáticas entre Israel y Estados Unidos (sólo uno de los cables publicados viene de Israel), lo que la embajada de EEUU contaba en privado de las violaciones de derechos humanos de su aliado colombiano (sólo una supuesta intención de intentar la paz por parte de Uribe vía diálogo, lo mismo por lo que acusan a Piedad Córdoba de cómplice), ni lo que la Oficina de Intereses estadounidenses en La Habana haya conspirado. Pero sabemos que la embajada estadounidense en Tel Aviv es el duodécimo punto desde el que se generaron más cables (por encima de la embajada en Naciones Unidas) más los enviados desde el consulado de Jerusalén; sabemos que hay más cables redactados en Bogotá que en Caracas; y que 2080 cables tienen su origen en la Oficina de Intereses en La Habana. Wikileaks podría haber anunciado que tiene muchos papeles pero no esos si su voluntad fuera dar sólo lo que confirmara las propaganda estadounidense o al menos no dañara sus principales cimientos. Ha anunciado que los tiene, así que si no los saca quedará descubierto su carácter de ordenador de Raúl Reyes global. De momento han sido difundidos 1300 de los 250.000 documentos: un 0.5%. El primer día ya se criticaba desde las posiciones más sospechantes que no había nada nuevo en los papeles (aunque ya aparecía la confesión del espionaje a la ONU y la operación para aislar a Hugo Chávez): el segundo día descubrimos a toda la fiscalía y gobierno españoles conspirando a favor de los asesinos de José Couso, del campo de concentración de Guantánamo y de los vuelos de la CIA. Sí que había algo nuevo y fue precipitado negarlo el primer día. Con un 0.5% de los papeles difundidos es muy pronto para basar ningún argumento en qué no dicen los papeles de Wikileaks.
La Tesis Ordenador de Raúl Reyes se basa también en el escaso daño hecho a los gobiernos occidentales por los papeles mientras los países opuestos a EEUU saldrían malparados. Ahí no puedo estar más en desacuerdo. Una cosa es cómo titulen los medios y otra qué sacamos de los papeles de Wikileaks (en eso no voy a darle ninguna lección a Pascual Serrano, con cuyos libros tanto he aprendido a leer la prensa). Que El País titule que Nicaragua se financia con el narcotráfico no quiere decir que eso se desprenda de los papeles: lo que muestran los cables es sólo que eso dice la embajada de EEUU en Managua. Sabemos lo que EEUU asegura de los enemigos y lo que confiesa de los amigos. Evidentemente esto último tiene mucha más fuerza que lo primero, titulen como titulen los medios afines (los alternativos tienen capacidad para traducir los papeles e interpretar las noticias según su parecer: es decir, como antes del Cablegate pero con munición nueva). Siendo cierto que lo que los papeles dicen de los países hostiles al dominio de EEUU no es precisamente amable, el hecho de ser la versión de EEUU les quita muchísima eficacia: tan es así que el gobierno boliviano difunde todos los que tienen que ver con Bolivia. No parece que se sientan muy eficazmente atacados por mucho que revelen supuestos secretos de la salud de Evo Morales ni que perciban las filtraciones como algo que perjudica más a los gobiernos perseguidos por Estados Unidos que a la metrópoli. Salvo que Morales también esté en el ajo, lo que vemos es a Morales difundiendo los papeles y a la casta política estadounidense dividida entre quienes asesinarían a Assange y el gobierno de Obama que públicamente sólo se alegra de que esté en la cárcel. No es buena forma de tratar a tu instrumento.
Tampoco creo acertada la afirmación según la cual “los países occidentales salen muy bien parados en los titulares de El País sobre los papeles de wikileaks“. De nuevo habría que distinguir entre los titulares de El País y lo que de los cables de Wikileaks vamos obteniendo. Pero en todo caso no parece cierto que el gobierno español, que es uno de los citados, salga muy bien parado. La complicidad con la imunidad de los asesinos de Couso, con los vuelos de la CIA y Guantánamo, la fusión de facto del gobierno, fiscalía y Audiencia Nacional y la puesta de esta Trinidad a las órdenes de la embajada estadounidense no parece la mejor forma de reconocerse ante una sociedad que eligió a Zapatero porque iba a plantar cara a Estados Unidos y sacar las tropas de Irak (y apoyar a la familia Couso).
Pero en general la mayor fuerza de los papeles de Wikileaks está consintiendo en revelar el funcionamiento mafioso del capitalismo supuestamente democrático. Tanto por lo que revelan los papeles (presiones para lograr la impunidad de sus criminales, para aislar a los países incómodos, bombardeos ilegales en el extranjero, apoyo a golpes de Estado, espionaje a gobiernos y organismos internacionales, ONU incluida…) como sobre todo por la reacción que están teniendo para acabar con el foco de información: el encarcelamiento de Assange no es la mejor forma de defender que en occidente tenemos democracias con las que dar ejemplo (¿qué régimen con disidentes presos no citará a Assange desde ayer?); el corte de las finanzas a Wikileaks evidencia que el poder económico y el político son la misma cosa (y que cuando no se cortan las fianzas de mafiosos, terroristas, nazis, dictadores, corruptos,… es sólo porque no es tan importante)…
En muchos años no ha habido una explicación más sencilla del funcionamiento del capitalismo que la que vimos entre el martes y ayer miércoles. El martes Visa y Mastercard cierran la posibilidad de financiar a Wikileaks; el miércoles descubrimos por un cable de Wikileaks que Estados Unidos presionó a Rusia para defender a Visa y Mastercard. Cuando Marx definía al estado burgués como consejo de administración de los intereses del capitalismo no tenía a mano ejemplos tan evidentes como éste.
Que surja un fenómeno de crisis política profunda junto con una crisis económica como la que vivimos no es extraño: era lo previsible. Que los críticos con el capitalismo ya supiéramos que el capitalismo funciona con mecanismos análogos al de la mafia no dejaba de ser una anécdota en un margen del sistema. Ahora estamos viendo los papeles y los comportamientos mafiosos sin ningún disimulo por parte de los denunciados. Si la forma de disimular del sistemaes encarcelar al supuesto disisdente, mostrar que el sector financiero está a partir un piñón con su operación de aislar al disidente y de la censura en internet, mostrar que una pequeña organización de voluntarios es capaz de generar una crisis internacional,… que sigan disimulando, que igual podemos aprovecharnos de su sorprendente táctica propagandística. Disimulemos nosotros también y digamos que lo que se está desvelando es que hay tan poca democracia como presumíamos, que el poder financiero y el político son la misma cosa, que los tribunales independientes son algo por conocer, que en nuestras democracias somos libres de decir aquello que no sea muy molesto. Disimulemos nosotros también y hagamos como que nos entusiasma estar ganando una batallita. Que no hay tantas ocasiones para decirlo.
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