sábado, 11 de diciembre de 2010

La Eurozona, presente y futuro







Rebelion. La balcanización del euro: cuatro escenarios muy discutibles















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Economía






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11-12-2010







La balcanización del euro: cuatro escenarios muy discutibles










Peter Boone y Simon Johnson –este último autor del libro aclamado 13

banqueros: la captura de Wall Street y el próximo desastre financiero

(ver Bajo la Lupa, 1/12/10)– esbozan cuatro escenarios que constituirán

el juego final de la eurozona (Baseline Scenarios, 28/11/10) cuando

mayores turbulencias se avizoran.


En última instancia, existirá una eurozona con mayor autoridad fiscal

compartida, una autoridad transfronteriza de resolución común para los

bancos quebrados, y probablemente una mayor integración económica. Pero

existen cuatro escenarios sobre quienes formarán parte de la eurozona.



Cabe recordar que la eurozona cuenta con 16 miembros (donde brilla la

ausencia de Gran Bretaña) pertenecientes a la Unión Europea (UE) –a su

vez de 27 integrantes– y cuenta con un banco central, el Banco Central

Europeo, a cargo de las reservas del euro y su emisión, así como del

manejo monetario y la estabilidad de los precios.



Primer escenario (el más improbable): los rescates del FMI para

Grecia e Irlanda pueden funcionar al garantizar a los inversionistas que

habrá suficiente crecimiento para hacer más sostenible el peso de la

deuda”. Los miembros de la eurozona podrán permanecer en su seno, aunque

el perfil de la deuda de Grecia y Portugal permanecerá vulnerable, así

como el lento crecimiento de Portugal y la banca española (pese a sus

ocultamientos contables). Mientras el BCE compra masivas cantidades de

bonos, Alemania no tiene más remedio que avalar la operación debido a

las temibles consecuencias políticas se infiere: la desintegración

política de la UE.



Segundo escenario: un paquete de apoyo conjunto del FMI y la UE a

Portugal y quizá (sic) a España que estabilice verdaderamente la

situación, lo cual representa la ilusión de la línea Maginot, una idea

que ignora el potencial perturbador que salte a otros países

potencialmente más débiles de la eurozona, como Italia, Francia

(¡supersic!) o Bélgica.



Aquí es probable que Grecia abandone la eurozona y reestructure sola

su deuda. Alemania será generosa con sus empréstitos e Irlanda podrá

permanecer en la eurozona, pero muchos (sic) de sus ciudadanos

emigrarán. ¿Adónde? Tampoco existen tantos países recipiendarios en la

presente coyuntura antimigratoria.



Tercer escenario: constituye la visión lúcida de Willem Buiter

[economista en jefe de Citigroup], quien predice tres o más quiebras

soberanas en los próximos cinco años, pues todo el mundo será más

proclive a reestructurar con facilidad sus deudas.



Van dos afectados (Grecia e Irlanda) y faltan tres o más para llenar

plenamente el criterio humillante de los analistas británicos sobre la

inevitable quiebra de los PIIGS (acrónimo inglés de Portugal, Irlanda,

Italia, Grecia y España) a los que quizá se agreguen Bélgica y Francia.

Aquí no especifican quiénes se quedan o son eyectados de la eurozona.



Cuarto escenario: impensable y “bellamente (sic) articulado por la

columna Lex, de The Financial Times” (25/11/10), a juicio de la dupla

Boone-Johnson, que “divide a la eurozona entre los relativamente

prudentes y los relativamente imprudentes, en términos de política

fiscal.



Se asienta algo así como la región de un nuevo marco alemán:

Alemania, Holanda, Austria, Finlandia y algunos (sic) pequeños (sic)

países”. Italia es eyectada, aunque su parte norte pudiera permanecer”.



¿Abandonará Francia la eurozona que resquebrajaría la alianza franco-alemana que inició la integración europea?



Aducen que este escenario extremo (sic) no es tan nocivo para la

estabilidad política y la recuperación económica, ya que los países

periféricos más débiles serán dañados durante una generación

(¡supersic!), pero la integración europea es mucho más que intentar

compartir una divisa entre países con políticas fiscales divergentes

(sic) y nula convergencia en productividad.



A su juicio, la zona del nuevo marco alemán se desempeñará convenientemente y es donde el crecimiento es ahora vigoroso.



La eurozona sufrirá forcejeos, pero los efectos positivos de la

devaluación de las tasas de cambio serán redescubiertas, por lo menos

para aquellos con mucha deuda.



A nuestro juicio, lo inconveniente de este escenario extremo es que

balcaniza de facto a Europa mediante una extraña línea divisoria tanto

latina como sureña (con excepción de Irlanda y la mitad de Bélgica de

por sí balcanizada avant la lettre) y en su mayoría católica (incluyendo

a Irlanda y la mitad de Bélgica), es decir, retorna la tesis

social-religiosa de Max Weber (La ética protestante y el espíritu del

capitalismo) ahora con enfoque monetarista-fiscalista.



Peor: se trata de un regalo envenenado de los fiscalistas británicos

neoliberales, quienes buscan en última instancia la salvación de la

City, más insolvente que nunca, mediante un darwinismo financierista.



Que en la Alemania unificada exista un empate técnico entre católicos

y protestantes (cada uno con 34 por ciento de creyentes, según la CIA)

es otro tema que pone en tela de juicio al neoweberismo hungtingtoniano

fiscalista.



Por cierto, el texto aludido de la columna Lex arremete contra la

estructura de un voto por país del gobierno del BCE que crea la

percepción de un dominio del Club Med (léase: un eufemismo británico de

los latinos sureños católicos): en el “consejo de gobierno de 22

personas, ocho de los 16 representantes nacionales y cuatro miembros del

staff del banco provienen de tierras con costas en o muy cerca (sic)

del Mediterráneo. Irlanda es ahora un sureño (¡supersic!) honorario”.



El británico y anterior economista en jefe del FMI, experto en crisis

financieras, Johnson, en otro artículo en solitario (Baseline Scenario,

2/12/10) aborda el grado de probabilidad de una quiebra inminente de la

eurozona.



Considera que una lectura minuciosa de la declaración de los

ministros europeos vislumbra vivir las futuras crisis de la eurozona en

dos tipos: los solventes y los insolventes, lo cual desembocaría en la

creación de una coalición austera (una Liga Hanseática modificada) de

Alemania, Austria, Finlandia, Estonia y algunos pequeños países –un

tanto cuanto el cuarto escenario referido-.



Admite que el FMI y la UE juntos poseen dinero suficiente para ayudar

a Portugal y a España, en caso necesario. Pero no tienen fondos

suficientes para lidiar con Italia, Bélgica y otros grandes países

(léase: Francia) en caso de una secuencia de crisis el año entrante.



El problema es que el FMI no dispone efectivo por más de un millón de

millones de dólares (un trillón en anglosajón) y palidece cuando se

inicia una discusión para comprometer 500 mil millones de dólares. ¿A

quién recurrir en caso de zozobra? La lista es corta: China, Abu Dhabi,

Arabia Saudita y, quizá, Singapur, Rusia y muy pocos otros.



El FMI puede crear su propio dinero, los derechos especiales de giro,

pero a juicio de Johnson no es el momento político propicio para ello,

como no lo es el alza de los impuestos en Alemania que pueden dislocar

su gobernabilidad.



Johnson adopta la teoría del efecto dominó para la eurozona, donde

las fichas se derrumban en forma secuencial, al estilo de la crisis

asiática de 1997.



¿Se resignarán Francia y Alemania a la balcanización de la eurozona

y, por ende, del euro, que parece anhelar la prensa británica para

redireccionar los capitales globales a la City y a Wall Street, otro

género seudoweberiano de la guerra de las divisas?









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