Con la ejecución de la idea del gasoducto Irán-China y del acueducto Tayikistán – Países Árabes, se dará una nueva dimensión a las relaciones intraregionales. En recientes declaraciones el Embajador iraní en Tayikistán, Aliasgar Sherdust, informó que su país junto a Pakistán, Kirguistán y Tayikistán habían acordado la construcción de un gaseoducto que, partiendo desde Irán suministraría gas a China. Por la misma línea será construido en sentido inverso un acueducto que llevara agua potable desde Tayikistán hasta los países árabes a través del Golfo Pérsico.
Estas sorprendentes noticias, confirmadas por informaciones de los directivos empresariales de los países involucrados, nos muestran el dinamismo y la significación adquiridos por la diplomacia regional centroasiática con posterioridad a la creación de la Alianza de Países Persa Parlantes, en julio del 2006. No es que todos los meritos sean de dicha organización, sino que a partir de su creación ha surgido un entramado de mecanismos multilaterales que funcionan de forma casi estable, y que en diferentes formatos permite la negociación y la coordinación entre los distintos actores. Y esto no se hace sobre bases geográficas, sino sobre un principio más o menos civilizatorio.
Ello explicaría la ausencia de los turcomanos en estos mecanismos. Así, son regulares los encuentros de los presidentes de Irán, Afganistán y Tayikistán; de Irán, Afganistán y Pakistán; de Tayikistán, Irán y Pakistán y, en ocasiones, de los cuatro: Irán, Pakistán, Tayikistán y Afganistán.
Es interesante notar que en el encuentro de este formato, en julio del 2009, participó también como invitado el entonces presidente ruso, Vladimir Medvedev. El gasoducto hacia China y el acueducto hacia los países árabes se unen a otros importantes proyectos de infraestructura que este grupo de países viene desarrollando en los últimos años:
- La línea férrea de Herat, Afganistán, hasta Sherhonbandar en Irán;
- La vía Ainik-Kabul-Kunduz-Bajo Piandzh-Dushambe-Oloien (Kirguistán) hasta Kashgar en China
Existe también el proyecto de construcción de línea de alto voltaje que iría de la frontera de Irán a Herat, pasando por Mazar i Sharif hasta la frontera con Tayikistán.
Como los recursos locales no siempre son suficientes, en ocasiones se ha involucrado capital extranjero en la realización de algunos proyectos. Es el caso de la citada línea de alto voltaje para el suministro de electricidad tayika a Pakistán, en el cual Rusia estaría dispuesta a invertir unos 500 millones USD, o la cuarta parte del capital necesario.
De igual manera, algunos observadores consideran que también será necesario pedir la colaboración de Rusia para la financiación del gasoducto hasta China. De esta manera dicho proyecto integraría los intereses de las dos potencias mayores de la Organización de Shanghai y visto así, su trascendencia no es solo económica, sino también geoestratégica, porque contribuye a la consolidación de esta organización que aún busca su identidad como mecanismo de integración y seguridad.
A diferencia de la mayoría de las iniciativas surgidas en el grupo persa parlante, que como regla parten de Irán, la referida a la construcción de este gasoducto vino del presidente tayiko, Emomali Rajmon, en un momento en que su país se enfrentaba a un fuerte diferendo con Uzbekistán, su hasta ahora único suministrador de gas, que le interrumpió las importaciones durante tres semanas. Irán acogió de inmediato la idea de Rajmon, no solo por solidaridad con su aliado, sino porque su materialización le permitiría neutralizar los efectos de las sanciones impuestas por Estados Unidos y la UE.
Y en esto reside, precisamente el principal obstáculo que deberá vencer esta iniciativa. Las sanciones internacionales que afectan a Irán tienen que ver con el petróleo y no incluyen las ventas de su gas. Por eso, actualmente Estados Unidos ejerce una fuerte presión sobre sus aliados y amigos para que no compren. Particularmente fuerte es la presión sobre Pakistán en un esfuerzo para que abandone el ya prácticamente concluido “Séptimo gasoducto Transnacional” que enlazará a Irán con Pakistán y en poco tiempo podrá ser extendido hasta las fronteras de India y China. Ante esta perspectiva, Washington trata de convencer a Islamabad para que sustituya esa tubería por el proyecto TAPI, que haría prácticamente lo mismo, pero desde el Turkmenistán.La buena noticia para los iraníes es que hasta ahora Pakistán no ha cedido a tales presiones.
El otro obstáculo a vencer por el proyecto tayiko es Uzbekistán, que con su realización perdería el monopolio en Tayikistán, ganaría un fuerte competidor en el mercado chino y vería fortalecida la posición en la región de Irán a quien sospecha de ser el instigador del separatismo tayiko en sus ciudades de Samarcanda y Bujará.
Además de estos obstáculos habría que vencer aún la situación de inseguridad en Afganistán y de inestabilidad política en Kirguistán, a lo que se unen un relieve montañoso en ocasiones escabroso y un territorio victima de fuertes y frecuentes movimientos telúricos. Visto solo así, podría parecernos que el proyecto de Emomali Rajmon es un feto muerto, pero eso no es para nada cierto. Las dos piezas claves en este juego son Irán y Pakistán, y sus relaciones parecen estar en un momento sumamente positivo, manifiesto no solo en el incremento de los vínculos económicos, impuestos por la crisis energética de Islamabad, sino también por el creciente enrarecimiento de la atmosfera en la alianza tradicional de Pakistán con Estados Unidos, que ha llevado a los dirigentes pakistaníes a hacer pronunciamientos en ocasiones muy contundentes de apoyo político a Irán.
En una reunión sostenida los días 16 y 17 de febrero del 2012 en Islamabad entre los presidentes de Irán, Afganistán y Pakistán, Zardari aseguro al homologo persa que su país no brindaría ningún tipo de ayuda a Estados Unidos en caso de un conflicto de éste con Irán. Días antes, Dzid Shamsul Hasan, Comisario Supremo pakistaní, había declarado en Londres que “Pakistán no tendría otra elección que apoyar a Irán en caso de que Israel lo ataque”, declaración que huele a algo así como amenaza de uso de la bomba atómica islámica. Desde luego que no se pueden sobreestimar estas declaraciones e ignorar la capacidad de influencia interna que tiene Estados Unidos en ese país, particularmente entre los militares; pero de momento ésa es la posición.
El proyecto para la construcción del gasoducto a China encaja perfectamente en la proyección de la política económica externa de la República Islámica, volcada hacia el Oriente con la ventaja de que de paso ofrece una posibilidad adicional a los países de la región que dependen de la importación del combustible azul. La iniciativa de Rajmon se beneficia también de las buenas relaciones económicas existentes entre Irán y Tayikistán, donde el primero realiza importantes inversiones en los campos de la hidroenergética, la agricultura y la industria Su coincidencia con la política energética iraní, la convierte en un elemento más de soporte a lo que se ha dado en llamar el Plan Putin, dirigido a la creación de una poderosa estructura dentro de la Organización de Shanghai, que permita la formación de un club energético, tal y como lo propusiera en la Cumbre de los Jefes de gobierno celebrada en noviembre del 2011.
Fuente: http://eurasianhub.com/2012/05/15/los-conductos-persas/
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