Sin embargo, lamento discrepar con nuestro Presidente. En primer lugar, nuestro excelente crecimiento económico se basa en el endeudamiento y el cobro de impuestos y no en la productividad. La relación de la Deuda y el Producto Interno Bruto es de 42%, con una deuda per capita de 3,699.00 dólares. Ahora, como se desprende de un estudio hecho por Erick Simpson Aguilera, hay tres empresas que fueron excluidas del Sector Público No Financiero (Autopistas, Aeropuerto y Transmisión Eléctrica), para mantener el déficit fiscal dentro del 3% permitido por la ley. De igual manera, se excluyeron los llamados proyectos llave en mano, para ocultar endeudamiento presente y cargarlos a las futuras administraciones. Ahora, si incluimos estos renglones, la relación de la Deuda y El Producto interno Bruto asciende a 148%: estamos más endeudados de lo que podemos producir anualmente. Con ello, la deuda per capita asciende a 13,148.00 dólares. Lo que es una clara indicación de la falta de transparencia con que se manejan los fondos públicos. Todavía más, si incluimos la deuda del sector privado y particulares, la relación sería 176%, con una deuda per capita de 15,604.00 dólares. Por otra parte, hay que incluir otros marcadores, como son la inflación (6.8%); importaciones/exportaciones con una balanza desfavorable; la fuga de divisas por la presencia de Transnacionales, etc. La conclusión es que el Crecimiento Económico de Panamá es temporal: se basa en la hipoteca del país a futuro.
Una de las variables que buscan los inversionistas extranjeros es la seguridad jurídica, que la puede brindar un sistema con cierta independencia de poderes. Ese no es el caso de Panamá, que vive una Dictadura Civil, caracterizada por el control absoluto del presidente en todos los órganos del Estado, no solamente desde el punto de vista político, sino de operaciones monetarias; es decir, ha instaurado un sistema de corrupción piramidal, de manera que un importante porcentaje de toda transacción que se haga en alguna de las entidades del Estado, tiene que ser depositada en sus bolsillos. He recibido quejas de inversionistas extranjeros por los grados exorbitantes de coimas que estos funcionarios les obligan a pagar.
Por otra parte, la inseguridad ciudadana va en vertiginoso ascenso. Las ejecuciones y los hurtos son parte del día a día. Pareciera que el gobierno ha dado unas instrucciones de dejar hacer. Pero lo más peligroso es el inicio del terrorismo de Estado. Hace pocos días, los Alcaldes y Representantes de corregimientos de partidos de oposición, que reclamaban paridad presupuestarias con sus congéneres oficialistas, fueron reprimidos por las fuerzas policiacas. Si a esto se agrega la política de persecución selectiva contra sectores de la oposición partidista y el temor que ha infundido en los medios de comunicación social, a quienes les tiene terminantemente prohibido cuestionar los orígenes de su inmensa fortuna y los ha obligado a una autocensura, como por ejemplo no permitirme escribir en ningún medio impreso, ni participar en ningún programa televisivo en vivo, nos indica que el actual presidente se ha convertido en el alumno perfecto de Manuel Antonio Noriega.
Si esto fuera poco, Ricardo Martinelli Berrocal está dispuesto, como se está demostrando, en cederle a los Estados Unidos todo lo que ellos le soliciten. Lo que se afirma en Panamá es que el gobierno norteamericano encontró en el actual Presidente panameño, el sustituto ideal de su exgeneral Noriega.
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