El siguiente ensayo pretende mostrar una de las tantas formas que tienen los países industrialmente desarrollados (PID) de apropiarse de los recursos de los países industrialmente no desarrollado (PIND).
A diferencia de las formas tradicionales de entrega (como por ejemplo, ausencia de políticas de protección para los recursos naturales por parte de los PIND, implementación de políticas tendientes al desmantelamiento y privatización de empresas estatales, etc.), en la explotación y/o apropiación de los recursos del Estado mediante el sistema científico tecnológico existente y hegemónico, se presentan variantes específicas del área. En particular me voy a centrar en la apropiación del conocimiento generado o potencialmente generado.
Esta apropiación de conocimiento, y de los recursos científicos y tecnológicos, está instrumentada a través de políticas científicas y tecnológicas públicas que deben ser revisadas para una auténtica defensa de la soberanía. La mayoría de las políticas en C&T en Latinoamérica, con escasas y honrosas excepciones, terminan por entregar el conocimiento generado mediante artículos científicos, aceptando patentes con las condiciones impuestas, tolerando la fuga de cerebros y/o por la transferencia directa de tecnología a empresas privadas, que en su mayoría pertenecen a los PID. Los análisis aquí vertidos están referidos principalmente al área de las ciencias exactas y naturales (se excluye a las ciencias sociales por que no responden a la misma lógica de mercado mundial).
Introducción
Para comenzar es necesario establecer el marco y las definiciones en las que desarrollar las propuestas. En torno a la definición de ciencia ha habido una controversia a través de los años, debido a la existencia de objetividad o no en la misma, así como también en lo referente a sus alcances e incumbencias. No es la intención de este trabajo abordar el problema de definición en detalles. Para ello basta con recurrir al trabajo recientemente publicado por Jorge Nuñez Jover [J. N. Jover] en donde hace un extenso desarrollo del tema, abordando incluso la distinción entre ciencia, tecnología y su confuso límite, tecnociencia.
Tampoco es la intención de las presentes líneas ahondar en la distinción entre unas y otras. Tan solo me voy a limitar a trabajar sobre una de las definiciones abordadas por Jover y expresada por Krober (1985), en las que afirma que entiende “la ciencia no solo cómo un sistema de conceptos, proposiciones, teorías, hipótesis, etc., sino también simultáneamente como una forma específica de la actividad social dirigida a la producción, distribución y aplicación de conocimiento acerca de las leyes objetivas de la naturaleza y la sociedad.
Aun más, se puede afirmar, la ciencia se nos presenta como una institución social, como un sistema de organizaciones científicas, cuya estructura y desarrollo se encuentran estrechamente vinculados con la economía, la política, los fenómenos culturales, y en general con las necesidades y las posibilidades de la sociedad que estemos analizando.
De esta simple y completa definición se desprende que la ciencia así entendida no es neutra y que lo único que podría ser neutro son las leyes objetivas de la naturaleza”. Más aún: todo el resto de los elementos que las componen, tales como producción, distribución, aplicación, enseñanza, etc., son subjetivos y están determinados por el sistema político de la sociedad en la que ella se halla circunscripta. De esta manera y en los tiempos que vivimos, la ciencia pasa a ser como muchas otras instituciones.
Para los estados capitalistas del mundo, mayoritarios, es una herramienta más del estado burgués, por lo que estará regida por los intereses de mercado de la burguesía trasnacional o nacional. Como parte de la ciencia, las instituciones científicas, ya sean de los ministerios, secretarias, universidades, etc., son parte de la estructura de un sistema destinado a la producción de conocimiento para un sector social determinado: el que acumula el capital, por lo tanto dicta las leyes y normas que a esta rigen. Salvo algunas naciones y/o grupos de individuos, el sistema científico esta articulado de forma tal que el conocimiento generado beneficie al capital en la forma de un saber utilizable para la dominación o para “perfeccionar” la apropiación de plusvalía.
Desde esta perspectiva parecería claro, en un principio la definición de ciencia y el rol que cumple en los estados capitalistas. Sin embargo, así como sucede en el sistema de producción mundial (en la división internacional del trabajo), en el que cada estado capitalista cumple un rol determinado (ya sea industrial, agroexportador, proveedor de materias primas, etc.), las estructuras científicas y la ciencia en cada una de estos estados están organizadas de manera tal de cumplir el rol equivalente (aunque más veladamente a los partícipes de esta y a la población en su conjunto).
Sobre la sociedad del conocimiento
La mayoría de los gobiernos de los estados capitalistas resaltan constantemente que nos encontramos en “la sociedad del conocimiento”. No carece de verdad la afirmación, pero esta lamentablemente es utilizada para engañar a la población y justificar la transferencia directa del dinero de las arcas del estado (invertido en investigación) a las grandes trasnacionales.
Esta denominación de “sociedad del conocimiento” justifica por un lado una gran inversión en ciencia y tecnología con dineros públicos que le ahorra recursos al sector privado. Por otro lado justifica el aumento en el ritmo de producción de conocimiento y la reducción de tiempo en la trasformación de conocimiento básico en tecnologías [A. Lage]. Sin embargo esta “sociedad del conocimiento” cumple las reglas de la división internacional del trabajo.
En este sentido, por ejemplo, algunos de nuestros países de Latinoamérica se limitan a la generación de conocimiento básico mientras que en los “países centrales” no solo producen este conocimiento básico sino que también lo transforman en tecnología.
Un punto interesante es la direccionalidad del conocimiento generado, el cual tiene un horizonte bien definido y poco plural o democrático: para la dominación o la plusvalía. ¿A cuantos países se les ocurriría como a Cuba, invertir en el estudio de la determinación genética de las antenas de la vinchuca, vector de la enfermedad de Chagas, sólo para quitarle su condición de vector de una manera económica y quizás definitiva?
La llamada “sociedad del conocimiento” ha tenido a lo largo de la historia cambios estructurales en la forma de generarlo. Según Woolgar [J. N. Jover], la estructura organizativa de la ciencia se puede clasificar en tres grandes etapas: amateur (1600-1800), académica (1800-1940) y la profesional o industrial que domina hasta nuestros días.
La primera de estas etapas estuvo vinculada a sectores de la aristocracia, mientras que la segunda ya es desarrollada en forma mas profesional y en universidades demandando cierto conocimiento técnico para su desarrollo. Durante estos períodos la ciencia se entendía “desvinculada de los intereses ajenos” a esta y giraba en torno a la “búsqueda de la verdad”. Ya en la última etapa la ciencia se profesionaliza y/o industrializa. Como todos los procesos productivos, es atravesada por el capitalismo, que la transforma. De esa manera pasa a ser un valor fundamental para el capital el cual la moldea según sus principales intereses.
Al igual que un artesano es transformado en un operario en la producción a gran escala, el científico es transformado en un operario científico. Es decir, el científico que antes conocía un proceso completo del conocimiento; pasa a ser especializado de forma tal que cumpla con una producción específica en la cadena mundial de producción de conocimiento.
Esto trae aparejado no solo la trasformación en las estructuras organizativas de los centros de investigación, sino también en la enseñanza de las ciencias (planes de estudio, reformas en educación, etc.) y la posibilidad de los científicos de acceder a un saber más general y “propio”. En este sentido el sistema actúa en detrimento de la formación y el desarrollo de los científicos, trasformándolos de un curioso buscador de verdades a un productor de pequeños saberes que sirvan al mercado.
El valor de la mercancía solo surge del trabajo del hombre, entonces, es la fuerza de trabajo la única fuerza capaz de general valor. Dentro de esta clasificación de trabajo podemos encontrar, según las definiciones marxistas, el “trabajo inmediato” que es aquel que se desarrolla en el proceso de la manufactura, o bien el “trabajo general” que es el que se incorpora valor a través de los conocimientos y la tecnología.
Según Marx: “Es trabajo general todo trabajo científico, todo conocimiento, todo invento”. Entonces el trabajo inmediato es el asociado a la manufactura, la producción de bienes comerciables mientras que la ciencia y la tecnología es trabajo general que incorpora valor al trabajo inmediato. Este punto es sumamente importante y fundamental en el rol de los PIND y su relación con la producción mundial de conocimiento.
A partir de esta nueva industria del conocimiento, el capital ha conseguido acumular aun más capital, valor generado por este conocimiento. Sin embargo en esta sociedad de conocimiento no todos los estados cumplen el mismo rol, como tampoco lo han cumplido en otros tiempos y/o áreas de producción de bienes.
Las relaciones y funciones de los países según categoría (industrial/exportador de materias primas) desarrolladas durante el período de industrialización se reproducen de forma semejante en la producción de conocimiento a nivel mundial. En forma equivalente, aquellos países (los PIND) que exportaban y exportan materias primas, en lo que refiere al conocimiento exportan el “saber” en bruto. Los científicos (ya sea en forma directa o indirectamente), mientras que los PID generan saber también lo transforman en productos comercializables.
Es decir en la sociedad del conocimiento, el mundo entero se dedica a generar conocimiento mientras solo algunos países son los que se encuentran en condiciones de transformar ese conocimiento en bienes capitalizables.
Sobre la apropiación del conocimiento
En un trabajo presentado por A. Lage se deja en manifiesto distintas formas de apropiación de nuestros “recursos” humanos. El eje principal de dicho trabajo publicado gira en torno a la apropiación del conocimiento mediante leyes de protección intelectual, principalmente patentes, en donde estas se entienden -según Lage- como “un derecho monopólico de comercialización (y de exclusión de terceros de comercialización) que otorga un Estado durante un tiempo dado, a alguien que ha hecho una “invención”, que debe ser de utilidad práctica y además no-obvia a partir del conocimiento precedente”.
En ese mismo sentido intentaré avanzar en las formas de esta apropiación pero desde algunos de los aspectos no del todo elaborados por A. Lage. Como bien hizo notar en sus textos el autor, en la actualidad y en relación a la ciencia y la tecnología los productos que salen al mercado son desarrollados mediante procesos de varias etapas.
En muchos casos, y la mayoría para los productos de última generación, este proceso comienza con investigaciones en laboratorios científicos, desarrollando así las bases que después son útiles en nuevas tecnologías. Dentro del desarrollo de las nuevas tecnologías los descubrimientos científicos cobran un rol fundamental que justifica grandes inversiones por parte de los estados del mundo.
La apropiación del conocimiento, entendido como conocimiento científico, se da en dos ejes fundamentales. El primero en forma directa mediante la cooptación de los científicos formados (emigración selectiva según A. Lage) en los PIND. Esta cooptación se gesta generando predisposiciones subjetivas en los jóvenes científicos.
Por ejemplo, el concepto que “la ciencia en otros países es mejor”, la necesidad de adoptar una especialización en el exterior para “entender” como funciona el mundo científico. Más aún, en muchos países de America del Sur es exigencia para acceder a un trabajo de profesor y/o investigador estable haber tenido alguna experiencia en el exterior y preferentemente en aquellos países que son referentes de producción científica. Esta cooptación genera varios beneficios en los PID.
Por un lado si consideramos que formar un científico sin titulo de doctor cuesta alrededor de treinta mil dólares, los estados receptores de esta manos de obra calificada se estarían ahorrando ese dinero por cada investigador formado. Ejemplo interesante para considerar es el de Estados Unidos. Si aproximadamente el 25 % de los científicos que trabajan en Estados Unidos provienen del exterior y según las cifras de la UNESCO, al 2007 este contaba con 1.200.000 investigadores, 300.000 serían extranjeros, lo que representa un ahorro cercano a los 9 billones (9.000 millones) de dólares en el 2007. En este punto creo que está claro, al menos en unos de los aspectos, la gran transferencia de recursos de los PIND hacia los PID.
No creo que sea menor mencionar que las becas y/o contratos otorgados a estos investigadores en formatos de estadía doctoral y/o post-doctoral, no cuentan con aportes en materia de asistencia medica, aportes jubilatorios, asignación familiar, etc., lo que aumenta aun más el beneficio del estado del país central, al contratar un doctorando del exterior (proveniente de un PIND). También es importante mencionar que las estadías doctorales y/o postdoctorales son los periodos de mayor producción científica y tecnológica de los investigadores.
De todos los científicos que migran constantemente a los países centrales, algunos, dependiendo, principalmente, de su productividad, podrán quedarse generando más conocimiento para ese país que los apropió.
Los otros mayoritariamente vuelven a su lugar de origen (como “cuadros” científicos), y lo más probable es que desarrollen líneas de investigación en concordancia con los intereses de los grandes centros de investigación a los cuales fueron a realizar sus estadías doctorales y/o postdoctorales. De este modo, reproducen en su propio país las líneas hegemónicas de investigación/desarrollo, que atienden necesidades de los grandes capitales.
Por lo general, los PIND no cuentan con líneas propias de investigación (en el sentido que estén vinculadas a necesidades directas de la sociedad) estos “cuadros” científicos terminan siendo los que promueven, sugieren y promocionan a los “mejores científicos” del sistema, que responden a la misma línea.
Como complemento de esto, la banca mundial (a través de créditos del BID, FMI, o coacciones en las leyes por la OMC, etc.), es quien establece las normas que terminan por definir a estos “mejores científicos”, que según los parámetros del sistema hegemónico, son aquellos que se forman en las mejores centros de desarrollo científico mundial, vinculados directamente a los intereses de gran capital y en sociedad con la banca mundial. Se cierra así el “circulo científico”.
Sumado a esto, los países que sufren la apropiación de su conocimiento producido, no tienen reglamentaciones adecuadas de manera de preservar la inversión en formación de científicos y de protección de conocimiento, cuestión que claramente no es casual y garantiza que lo antedicho se cumpla. Es una clara muestra de esta situación el hecho que en EEUU los tratados internacionales tienen un rango inferior a la constitución, mientras que en nuestros países Latinoamericanos, al momento de suscribirlos se les otorga un carácter supraconstitucional.
Otra de las formas de apropiación de conocimiento es mediante las publicaciones científicas. Este sistema único de producción internacional del conocimiento que se va difundiendo en los distintos países del mundo (con algunas excepciones, no relacionadas entre sí) está ampliamente aceptado en base a varias argumentaciones sumamente cuestionables.
Entre estas argumentaciones podemos encontrar, por ejemplo, que “el conocimiento es universal”, lo que implicaría la necesidad de su publicación. Esto claramente es una manipulación del concepto de conocimiento para generar el fácil acceso de parte de los sectores de poder a la investigación básica, cuando no tienen el mismo criterio para el conocimiento de sus desarrollos concretos.
¿El conocimiento es más “universal” cuando lo tienen las corporaciones? ¿Lo publican (la NASA, por ejemplo)?
También entre los científicos del mundo vamos a encontrar posturas similares de entrega de conocimiento, fundadas en el “avance colectivo de la ciencia”. Es decir, que todos debemos publicar nuestros resultados científicos para que en otros lugares no necesiten hacer nuevamente lo que ya se descubrió o realizó.
Eso también es cuestionable, porque las grandes potencias económicas del mundo no reportan a la comunidad mundial todos sus resultados científicos y tecnológicos obtenidos. A su vez son los únicos en condiciones de materializar tecnológicamente mucho de esos avances. Varios de estos puntos fueron desarrollados por un documento elaborado por GPU (Grupo de Política Universitaria, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina).
Sin embargo para llegar a una demostración un poco más empírica de que nos encontramos en una clara entrega del conocimiento mediante la producción de artículos científicos voy a tomar algunos datos estadísticos reportados por la UNESCO y el Banco Mundial.
Primero vamos a suponer (al igual que lo hacen los Estados) que en lo que refiere a ciencia y técnica, el avance y desarrollo de un país esta determinado por la cantidad de artículos científicos publicados.
Entonces uno esperaría que los países que mas “desarrollados” están, tengan una producción científica mucho mayor. Esto es fácil de comprobar viendo los datos reportados por UNESCO en donde se ve que EEUU reporta una producción científica en el año 2007 de un orden de magnitud mayor que Brasil, dos órdenes de magnitud mayor que países como Argentina y México y hasta tres ordenes de magnitud mayor que países como Venezuela, Cuba y Colombia.
Comparando la cantidad de científicos que cuenta cada país, se puede estimar la producción media por científico de cada estado. No existen proporción en las diferencias en producción científica por investigador respecto del volumen total de artículos. La lista esta encabezada por Venezuela, seguida por Colombia Cuba y México.
Recién en quinto lugar (entre los países ejemplo) vendría EEUU, seguido de Brasil y Argentina. Ellos predican la publicación masiva de artículos, pero su propia producción es muy baja respecto de la población total de científicos, en relación a lo producido en los PIND.
Entonces, la hipótesis propuesta mostraría ser cierta: es decir, todos los países producen más o menos lo mismo per cápita (de científicos) pero tanto Brasil como EEUU (la mayor potencia mundial, la potencia regional y miembro del BRIC) producen menos artículos en relación a la cantidad de científicos que tienen.
Para hacer un análisis un poco más real, y ver que solo un pequeño porcentaje de la producción de EEUU, por ejemplo, es comunicada a la comunidad internacional, es decir reportada en artículos, deberíamos tomar algunos otros parámetros: la inversión de los Estados en C&T para ese periodo.
Si consideramos entonces la cantidad de artículos publicados en relación (razón) a las cantidad de científicos y la inversión en C&T encontramos que este valor es al menos dos veces menor en EEUU que en el resto de los países ejemplo. Esto, en principio, nos podría indicar dos cosas. O que la productividad de los científicos radicados en los Estados Unidos no es muy eficiente, o que en realidad la gran cantidad del capital invertido en ese país es destinado a investigaciones que no producen artículos científicos.
| Nº de Investigadores | Nº de artículos | Art. x investigador | X10 (8) GBID | % PBI | Jua x 10(-13) |
Argentina | 38681 | 7475 | 0,19 | 26,6 | 0,45 | 7,28 |
Brasil | 124882 | 31056 | 0,25 | 199,4 | 1,1 | 724,8 |
Colombia | 6924 | 2226 | 0,32 | 6,1 | 0,16 | 5217,2 |
Cuba | 5236 | 1575 | 0,30 | -------- | 0,44 | ----- |
EEUU | 1412639 | 384000 | 0,27 | 3731,9 | 2,27 | 7,28 |
Mexico | 37930 | 10732 | 0,28 | 57,2 | 0,37 | 494,7 |
Venezula | 4503 | 1764 | 0,39 | ---------- | ------ | -------- |
Referencias de la tabla:
Nro. I.: Número de investigadores.
Nro. A.: Número de artículos.
A/I: Número de artículos/ Número de investigadores.
GBID: Gasto bruto en investigación y desarrollo.
PBI: Producto bruto interno.
SD: Sin Datos.
Datos obtenidos de la Unesco [UNESCO] y el Banco Mundial [BM].
Haciendo una comparación un poco grotesca (pero ilustrativa) podríamos decir que de cada 1 dólar que EEUU destina a la producción de artículos científicos, Argentina destina cerca de 100, Brasil 18, Colombia 750 y México 70. Más aun, si prestamos atención en los resultados reportados por la UNESCO, referidos al 2009 se puede ver que EEUU destina cerca del 70 % de su inversión en I&D a emprendimientos vinculados a las empresas y negocios, mientras que, por ejemplo, Argentina al igual que Colombia y Brasil destinan mas del 50 % en estructuras de Estado (Universidades, institutos, centros y laboratorios estatales de investigación) de Ciencia y tecnología.
Esto es en gran parte transferencia directa a las empresas del capital trasnacional. Sin embargo creo que merece la pena hacer una aclaración, para no generar confusiones. No es que este valorizando la transferencia del capital del estado estadounidense a las empresas que allí se radican.
Cuestionamos la apropiación de nuestros recursos a través de publicaciones y la falta de una inversión estatal en C&T asociada a las necesidades de la población, la hipocresía de los que forman parte de nuestros sistemas de ciencia y técnica, y el carácter poco “protector” (de la soberanía) de los gobiernos de los PIND.
Tampoco es mi intención aducir que los países de Latinoamérica, por ejemplo, deban dejar de producir y publicar conocimiento. Lo que si es muy cuestionable es la unidireccionalidad de la inversión de Estado y la ausencia de desarrollos de otra índole vinculados a la C&T.
Países disidentes
Sin embargo esta sistema hegemónico de Ciencia y Técnica no esta completamente instaurado en todos los países de mundo. Más aún, podemos encontrar en Latinoamérica países en que este modelo de producción y entrega de conocimiento no esta completamente implementado y desarrollado. Esto puede responder a diferentes razones, sin embargo un análisis sensato de estas razones excedería claramente las intenciones del presente trabajo y merecería un análisis tan solo para ello.
Sin embargo, nos basta saber que en algunos países, el tejido político social de C&T no esta completamente desarrollado. Esta falta de desarrollo del área de C&T dentro del estado hace que no este completamente alineado a los intereses extranacionales y podría ser base para la formulación de modelos de desarrollo de CyT no alineados a los intereses del mercado.
Así, por ejemplo, la situación de relativa desventaja histórica del desarrollo del sistema científico y técnico en países como Venezuela, Bolivia o Ecuador, puede representar una ventaja al momento de emprender un proyecto soberano.
El aparente “desarrollo” en Argentina, por ejemplo, está totalmente alineado a los intereses transnacionales, lo que resultaría en un obstáculo a la hora de llevar adelante un proyecto transformador.
Ahora bien, como se menciono antes, “la ciencia se nos presenta como una institución social, como un sistema de organizaciones científicas, cuya estructura y desarrollo se encuentran estrechamente vinculados con la economía, la política, los fenómenos culturales, con las necesidades y las posibilidades de la sociedad dada.”, con lo que esperaríamos que solamente aquellos países que planteen su economía y sus políticas en forma no alineada a lo instaurado, serán los que puedan desarrollar nuevas y disidentes direcciones en la forma de hacer ciencia y tecnología.
En el marco de este planteo es sabido que algunos países como Ecuador, Venezuela y Bolivia vienen reformulando sus estructuras sociales y políticas con metas hacia el socialismo del siglo XXI. Aunque en este camino presentan serias limitaciones de distinta índole, como por ejemplo gobernar con estructuras heredaras, presenta, en el área de ciencia y técnica, ciertas posibles ventajas para estas transformaciones sociales que se proponen.
Estas ventajas provienen del incipiente desarrollo de un sistema científico tecnológico alineado al resto del mundo, lo que genera beneficios y desafíos. Los beneficios están en que la estructura organizativa no esta formada (o del todo formalizada) y no existe una tradición científica alineada como lo puede ser en países como Argentina, Brasil y Colombia por ejemplo.
Esto genera que no haya una gran masa de investigadores y profesores abocados a la investigación ya instalados en el sistema, y que típicamente tienden a generar inercia frente a cualquier transformación, debido a que cualquier transformación atentaría contra los parámetros de evaluación con los cuales llegaron a referenciarse. Sumado a esto, la estructura burocrática relacionada a la C&T sería más fácil de formular y/o reformular según sea el caso.
Los desafíos están claramente relacionados a la capacidad o no de desarrollar sistemas científicos no alineados a lo aceptado mundialmente (o al menos en el mundo occidental). Para ello deberán cumplir con varias prioridades asociadas a los parámetros de las nuevas sociedades planteadas, y que, simultáneamente le muestre al mundo una nueva forma disidente y útil para el pueblo de hacer ciencia con los recursos del mismo.
Esto no puede ser solamente el conjunto de buenas intensiones de algunos profesores y/o investigadores sino que tiene que ser parte de un plan social de Ciencia y Tecnología emancipador que considere las relaciones sociales, los recursos naturales, el nivel de desarrollo de las Universidades y profesionales, nivel de desarrollo de las empresas estatales y privadas, revisión y reformulación de legislaciones, la estructuración, la incorporación y la promoción de científicos con parámetros (y en áreas) vinculados al nuevo proyecto social de C&T, etc.
Conclusiones
El sistema científico mundial occidental esta hegemonizado por un estándar que garantiza la transferencia de conocimiento en distintas formas a las “grandes” empresas del mundo. El conocimiento es centralizado por los países industrialmente desarrollados quienes los transforman en productos de consumo.
Solo aquellos países que planteen una reformulación en la estructura del estado en donde este no se rija por el capitalismo, serán los que estarán en condiciones de reformular un nuevo horizonte para la ciencia, en donde esta podría ser un beneficio del pueblo y no de un grupo reducido de personas a nivel mundial.
Referencias:
(J. N. Jover) Jorge Núñez Jover. LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA COMO PROCESOS SOCIALES. Lo que la educación científica no debería olvidar. Editorial Felix Varela (1999).
(A. Lage) Agustin Lage, Propiedad y apropiacion en la economia del conocimiento., IX Encuentro de Globalización y Problemas del Desarrollo. El economista de Cuba, version on line.
(Karl Marx) Karl Marx, El Capital, Ed. Siglo XXI, 1981, Vol. 6: 128. (GPU) Grupo Poryecto Universidad (GPU), UNMdP, divulgado desde Grupo Gestión de Política de Estado en Ciencia y Tecnología.
http://www.grupogestionpoliticas.blogspot.com/
(BM) Banco Munidal http://datos.bancomundial.org/
(UNESCO) Unesco institute for statistics
http://stats.uis.unesco.org/http://matrizur.org/index.php?option=com_content&view=article&id=18048:la-ciencia-como-victima-de-la-propiedad-privada&catid=47:conocimiento-y-tecnologia