Daniel Cohn-Bendit (subtitulado en español) sobre ayuda económica a Grecia. from AttacTV on Vimeo.
viernes, 28 de mayo de 2010
jueves, 27 de mayo de 2010
Crisis europea y geopolítica USA
Traducido para Rebelión por Juan Agulló |
El ataque financiero lanzado contra Grecia como consecuencia de su elevado endeudamiento y de su potencial insolvencia se ha transformado, rápidamente, en una ofensiva contra el euro, o sea, contra la Unión Europea. Técnicamente hablando, el referido escenario solo tiene una lejana relación con los problemas estructurales de la economía helénica. Los “vicios” que se le achacan a Grecia se parecen mucho, en realidad, a los de la mayoría de países postindustriales que es verdad que tienen la mala costumbre de vivir del crédito, muy por encima de sus posibilidades. Eso es lo que explica crecimientos exponenciales del endeudamiento y en última instancia, “burbujas” financieras susceptibles de estallar en cualquier momento.
Todo apunta a que, tras la brutalidad del ataque contra el euro y más allá de la anécdota coyuntural de un puñado de especuladores inconscientes, ávidos de ganancia, subyacen otros objetivos –geopolíticos- calculados mucho más fríamente. Y ello, sobre todo, porque los apetitos especulativos, por codiciosos que sean, no pueden explicar por sí solos la duración de una ofensiva que amenaza, incluso a corto plazo, no solo a la Zona Euro sino a la mismísima Unión Europea.
La multiplicación de las crisis durante estos últimos decenios está desplazando el eje de la política mundial hacia Eurasia (región particularmente cara al geopolítico estadounidense Zbigniew Brzezinski) y permite suponer, además, que Europa está siendo, precisamente en estos momentos, escenario de una gran batalla, librada en el marco de una gran guerra geoeconómica mundial en la que, por cierto, el Viejo Continente tiene muy poco que hacer.
De hecho, la adopción –como consecuencia de las insistentes presiones de la Casa Blanca- de un plan europeo para la financiación de la deuda pública (Plan de Ajuste) no solo no constituye un remedio serio a la crisis financiera, que es estructural (y que además, en realidad, afecta por igual a todos los países occidentales, comenzando por Estados Unidos) sino que va en contra de los deseos, explícitos, de una rápida integración europea como condición sine qua non para la creación de un bloque occidental sólido e incluso necesario, en el marco de unas relaciones internacionales cambiantes.
El referido Plan de Ajuste responde a una crisis de confianza y de solvencia (extremadamente artificial al principio pero convertida, posteriormente, en real como consecuencia del efecto “bola de nieve” que se terminó induciendo) provocada por la necesidad de recapitalización de los Estados en un contexto de liquidez menguante. El Plan Europeo, de 750.000 millones de euros, supera al Plan Paulson (de 700.000 millones de dólares) que se ideó, tras la debacle del sistema financiero estadounidense -en septiembre de 2008- para reflotar a este último con fondos públicos. Las consecuencias de dicha medida las estamos padeciendo actualmente: la recapitalización del sector financiero solo ha servido para endeudar a los Estados a ambos lados del Atlántico.
El problema de fondo radica en que la crisis financiera, cuyo epicentro estuvo en Estados Unidos, tras desencadenar la recesión –es decir, tras carcomer el crecimiento económico- ha terminado por gangrenar los recursos fiscales de los Estados, complicando aún más el pago de los intereses de una deuda que, de por sí, ya resultaba algo más que considerable (la tasa media de endeudamiento en la Zona Euro ronda ¡el 78%!). Actualmente, la Unión Europea –con su Plan de 750.000 millones de euros- está endeudándose aún más, lo cual, en lo inmediato, está afectando a los presupuestos públicos de todos los países. Y todo esto, en teoría, para “restablecer la confianza de los mercados”…
Con el referido objeto –y en línea con su lógica soberanista- la UE acaba de ponerse bajo la égida del FMI, que va a concederle créditos por valor de unos 250.000 millones de euros. Hasta ahora, la especialidad del FMI había consistido en acudir en ayuda de las titubeantes economías de los países del Tercer Mundo imponiendo, sin misericordia, sus llamados planes de ajuste estructural. Se trata, por consiguiente, de un organismo supranacional, militantemente “globalizador”, que pretenderá supervisar –de forma más o menos directa- las estructuras de gobernabilidad económica de las que probablemente se dotará la Zona Euro si antes, eso sí, no termina desapareciendo sin solución de continuidad.
Desde Londres, el demócrata estadounidense Paul Volcker (ex Presidente de la Reserva Federal) está demandando con insistencia dichas iniciativas, ya que el relanzamiento del euro constituye una necesidad imperiosa para mantener a flote las economías estadounidense y británica (país que, al ser un alumno privilegiado de la clase euroatlántica, se está manteniendo al margen de la crisis que padece el Continente).
La Canciller Federal alemana, Angela Merkel, se ha tenido que resignar a aceptar el Plan de Ajuste del FMI para los países de la Zona Euro como consecuencia de las amenazas que –según un persistente rumor- le habría realizado su homólogo francés de salirse del euro para regresar al franco. Y es que, aunque es cierto que a la Alemania productiva le cuesta prestar, no lo es menos que un eventual retorno al marco resultaría catastrófico para su economía ya que, al tener una divisa demasiado fuerte, Alemania perdería competitividad, uno de los fundamentos más importantes de su economía. Bastó un chantaje, por consiguiente, para que Berlín se plegara a pasar por las Horcas Caudinas impuestas desde la Casa Blanca.
Lo malo es que estos dictados nos están conduciendo hacia una gran trampa: los capitales obtenidos por los Estados en los mercados o prestados por el FMI para salvar a los PIIGS [NDT: acrónimo de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España que, en inglés, remite a la palabra pig , "cerdo"] al conllevar, implícita, la posibilidad de una bancarrota, vienen acompañados de la obligatoriedad de activar mecanismos adicionales que garanticen la sostenibilidad, a largo plazo, del euro. Dicha moneda, siempre desde esta perspectiva, para ser sólida (y devolver, así, la confianza a los sacrosantos mercados) necesitaría apoyarse en la existencia de toda una serie de instituciones federales (reclamadas en Francia con especial ahínco por Jacques Attali). La reivindicación básica radica en la creación de “una Agencia Europea del Tesoro -que prestaría en nombre de la UE- y de una suerte de Fondo Presupuestario Europeo, al que se le otorgarían plenos poderes para controlar que el gasto público de los países de la Zona Euro no sobrepasara, jamás, el 80% de sus PIB”.
Retórica al margen, de lo que en el fondo se trata es de imponer una tutela económica a los Estados miembros, con la excusa de salvar a la Zona Euro de una, al parecer, indefectible desarticulación. Dicha amenaza, por lo visto, funciona muy bien ya que, en Europa, la eventual desaparición de la divisa única constituye un auténtico tabú político.
Actualmente existen proyectos que prevén que, incluso, los presupuestos de los países de la Zona Euro pudieran ser fiscalizados y aprobados por una suerte de triunvirato compuesto por la Comisión Europea [NDT: lo más parecido a un ejecutivo], el Banco Central Europeo y el Eurogrupo. Si eso ocurriera, ¿dónde quedaría la voluntad popular y para qué serviría el Parlamento Europeo?
El problema es que, hasta el momento, nadie se ha tomado la molestia de denunciar el sofisma (por no decir el absurdo) que supone argumentar que restauración de la confianza en los mercados ha de pasar, necesariamente, por la aplicación de toda una serie de políticas de ajuste. En primer lugar porque ¿acaso se va a permitir que los mercados impongan, por sí solos, sus propias leyes a todos los demás? Por otro lado porque ¿acaso no empieza a ser momento de poner en duda el capitalismo accionarial, anónimo y viscoso, capaz de arruinar a un país detrás de otro, siguiendo quién sabe qué opacos criterios?
La gobernabilidad económica europea no es la solución, como tampoco lo es la liquidez: ninguna de las dos garantiza, por sí misma, una superación de la actual crisis. El sobreendeudamiento inducido por el Plan de Ajuste no es más que una falsa solución impuesta desde el exterior, cuya finalidad última consiste en promover una subordinación de Europa a los mercados de capitales y por ende, a los términos de su ignominiosa dictadura.
La simple idea de una gobernabilidad económica es autoritaria y carece de sentido, ya que ignora toda la gama de matices sociales y políticos sobre los que se asienta el proceso de construcción europea (modelos de crecimiento diferentes, regímenes fiscales heterogéneos, etc.). Se trata, por ende, de una concepción muy ideologizada, en suma, de un proyecto político camuflado que incorpora elementos incompatibles con la prosperidad económica y el bienestar social.
Algunos –que no dudan en hablar de una “dictadura económica” que se le estaría imponiendo a la UE- resaltan que esta crisis no es más que el pretexto perfecto para instaurar un Gobierno europeo centralizado que despreciaría la voluntad popular, ya pisoteada mediante el Tratado de Lisboa. Cierto o no, lo que parece seguro es que la actual crisis tiene algo de artificial, de prefabricada, de contrapuesta, en definitiva, al curso normal de las cosas. Pese a ello se habla de una lógica mecánica que de todos modos, lejos de ser anónima, está indisolublemente ligada al proceder de los grandes traficantes de dinero y otros mandones que suelen dejarse caer, como buitres, sobre las Bolsas.
Más allá de las apariencias, lo que hay que tener claro es que los que en realidad siguen haciendo y deshaciendo son los grandes barones del Partido Republicano, y ello gracias al seductor Barack Obama. Por eso Estados Unidos tiene un doble discurso: el de los mercados y el de su presidente, que suele intervenir para tranquilizar a los europeos –en estricta aplicación de la Doctrina Monroe de no intervención en los asuntos internos europeos, a menos que los intereses estratégicos de Estados Unidos pudieran verse afectados- y para urgirlos a estabilizar su moneda, o sea, las políticas económicas europeas, indisociables de la salud, buena o mala, de su moneda común. Todo eso, por supuesto, no es injerencia en los asuntos internos de Europa, ¡no! Aunque ¿se han parado a imaginar por un momento a Angela Merkel o a Nicolas Sarkozy organizando Manhattan?
El otro discurso, inaudible fuera de los círculos de poder, es el que enarbolan los amos de los mercados; es decir, los personajes anónimos que ordenan millares de operaciones sin que los gobiernos puedan identificarlos fácilmente, como reconoció hace poco, patéticamente, la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde. Se trata de aquellos que juegan al yoyó con las bolsas como los gatos lo hacen con los ratones: descontando las mismas subidas y bajadas que ellos mismos provocan.
Esta criptocracia, ese poder internacional ante el cual el margen de maniobra real de los políticos es reducido, está compuesto por un puñado de personas con magnos intereses materiales… e ideológicos (porque no olvidemos que las ideas son las que, en realidad, gobiernan el mundo; el dinero es solo un instrumento para ponerlas en práctica). A dichos personajes les caracteriza un irrefrenable deseo de poder y una bajeza moral sin límites, como demuestran las guerras que alientan o preparan en Asia Central, en el Cáucaso o en Oriente Medio.
Esos oligarcas conforman la élite financiera, trabajan en los complejos militar-industriales, en las petroquímicas y en la ingeniería genética, pero también son detectables entre los ideólogos y los grandes teóricos que viven de legitimar el sistema; entre los nuevos predicadores, en definitiva, de la religión de la ganancia como nueva forma de monoteísmo, el del mercado. Lo curioso es que esa gente tiene un discurso muy diferente al que articula el ventrílocuo que tiene en sus rodillas el carismático Barack Obama para que suelte sandeces neurolépticas destinadas a las masas inquietas o para sermonear a los dirigentes europeos.
¿Cómo explicar, entonces, la evidente contradicción existente entre las inquietudes expresadas por el presidente Obama con respecto a la devaluación del euro –legítimas, ya que a Estados Unidos le conviene un euro fuerte que siga garantizando que sus empresas sean competitivas, financie sus terroríficos déficits presupuestarios (1,4 billones de dólares) pero, sobre todo, pague el esfuerzo bélico del Pentágono en Irak, Afganistán y Pakistán- y la campaña de desestabilización de las economías occidentales (e incluso asiáticas) mediante ataques reiterados y sistemáticos contra el euro en los mercados?
¿Hasta tal punto son voraces, inconsecuentes e irracionales los especuladores? ¿No son, acaso, lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que esta ofensiva contra la UE pone en peligro a todo el sistema porque está llevando a la economía mundial al borde de una nueva fase de caos? ¿Por qué, entonces, esta suerte de danza al borde del abismo? Porque lo que ya no puede seguir sirviendo de excusa es esa estúpida frivolidad, según la cual, los mercados tendrían vida propia y que, precisamente por eso, resultarían “incontrolables”… En otras palabras, que todo esto “no sería culpa de nadie” sino simple consecuencia de una imposibilidad material para controlar a los actores implicados y a sus excentricidades irracionales.
Planteémoslo, entonces, claramente: el riesgo de crac forma parte del meollo de la tétrica partida que está siendo jugada. Los grandes jugadores, fríos y calculadores, gustan de la “teoría de juegos” (de Neumann y Morgenstern), construcción probabilística ideada, en su tiempo, para asentar la doctrina de la disuasión nuclear… Gana el que más órdagos letales lanza. El ejemplo más elocuente es lo que está ocurriendo actualmente: desestabilizar las economías europeas, a pesar de las incidencias, notables y ya mencionadas, que eso puede tener en términos sistémicos, para algunos, tiene sentido. ¿Por qué? Pues, para empezar, porque el caos financiero, monetario y económico puede hacer ganar mucho dinero.
A comienzos del siglo XX, el economista Werner Zombart teorizó sobre la “destrucción creadora”, concepto posteriormente retomado por Joseph Schumpeter. Desde entonces, dicha idea –en principio, positiva- se fue abriendo camino gracias, entre otras, a la “teoría de la catástrofe”, enunciada por el matemático francés René Thom y posteriormente, revisada y corregida por Benoît Mandelbrot. Al final, gracias a la geometría fractal, terminó aplicándose a los mercados financieros donde –ya como “Teoría del caos”- se puso de moda.
En paralelo, el economista Von Hayek, uno de los padres del neoliberalismo, pretendió aupar a la economía liberal al grado de ciencia exacta. De hecho, según su biógrafo Guy Sorman “el liberalismo converge con las teorías físicas, químicas y biológicas más recientes y en especial con la Teoría del caos, propuesta por Ilya Prigogine. En la economía de mercado, como en la naturaleza, el orden nace del caos: la proliferación descontrolada de millones de decisiones e informaciones conduce, más que al desorden, a un orden superior”. No se puede expresar mejor la que, desde nuestro punto de vista, constituye clave explicativa de esta crisis.
A finales de los años 1990, el neocon estadounidense Michael Leeden, reputado Dr. Frankenstein de la economía moderna, aportó un nuevo paroxismo conceptual al panteón neoliberal: el “desorden superior” como paradigma legitimador, entre otras cosas, de todas las guerras de conquista del siglo XXI. Desde dicho punto de vista el caos iraquí o el que actualmente reina en Asia Central se pueden considerar generadores de ciertos efectos benéficos a medio-largo plazo. Europa podría ser otro ejemplo.
Hipoticemos, de hecho, que el nuevo orden mundial que los promotores del caos global pretenden que salga de la actual crisis, dé como resultado una Europa unificada, centralizada y federativa, controlada desde Washington a través de una Reserva Federal que convierta al Banco Central Europeo en una suerte de sucursal suya técnicamente controlada, eso sí, desde el FMI (emanación de un poder mundial emergente, tan desterritorializado como tentacular).
La deificación del mercado, asociada a la idea de un “caos creativo” promovido a partir de la teoría de juegos, podría terminar descontrolándose… y todo ello, para satisfacción del discreto club de aprendices de brujo que, bajo cuerda, conducen las riendas del “mundo libre”. Llegados a este punto, parece oportuno realizar un matiz: el “caos” (provocado, por supuesto) no es más que una forma de gestión y de transformación social, aparentemente pacífico, que no es más que una especie de versión moderna del clásico divide et vinces (“divide y vencerás”).
De hecho, el arriesgado juego habrá valido la pena si, al final del mismo, Europa termina arrodillándose, comenzando por la pequeña Grecia. Dicho país que es -junto con Italia, España, Irlanda y Portugal- uno de los eslabones más frágiles de la Zona Euro ha sido, hasta ahora, una suerte de electrón libre que ha dificultado una integración plena de los Balcanes en el tejido geoestratégico estadounidense y un control total de la VI Flota sobre el Mediterráneo Oriental (futuro súpercorredor energético en el que, actualmente, el proyecto de gasoducto occidental Nabucco está compitiendo con el programa ruso South Stream).
Si la UE, como consecuencia de la crisis, termina avanzando –a marchas forzadas- hacia una gobernabilidad económica federativa (que no haría sino confirmar y asentar las renuncias a las soberanías nacionales, ya consentidas para parir el euro) concluiría una etapa histórica: la Comisión Europea –compuesta, básicamente, por tecnócratas no elegidos y reclutados en función de criterios indiscutiblemente atlantistas- terminaría teniendo un poder prácticamente discrecional. Ello supondría la práctica desaparición de los Estados-nación en Europa. De hecho, ya nada se opondría a la disolución de nuestro Continente en un Bloque Transatlántico. La fusión del dólar y del euro terminaría sellando la (re)unificación del Viejo y el Nuevo Mundo.
No se trata de simples especulaciones, sino una proyección de las tendencias geopolíticas en marcha –consecuencia de una recomposición del poder mundial- al alcance de cualquier avezado observador. De hecho, la suerte de los pueblos europeos parece estar echada, es decir, encadenada –para lo mejor y para lo peor- al “Destino Manifiesto” de Estados Unidos. Y ello, con independencia de que termine convocándose o no un eventual “nuevo Bretton Woods”.
Al final de todo este proceso, puede que los especuladores tengan bastante que perder si la comunidad internacional termina poniéndose de acuerdo para controlar sus apetitos y regular los mercados, pero, en todo caso, ellos, al haber promovido un “caos constructivo”, habrán creado las condiciones para que se produzcan nuevas confrontaciones. De hecho, el peor de los escenarios (a menudo evocado, en Francia, por personajes influyentes de la talla de Bernard Kouchner o Jacques Attali) es que los gobiernos terminen sintiéndose acorralados. En Kuwait, en 1991 o en Irak en 2003, entre los objetivos de la guerra apenas hechos públicos, estaba el relanzamiento de la economía global, vía reconstrucciones locales. Y eso por no mencionar otros intereses, mucho más evidentes e inmediatos como las energías no renovables, la venta de armas y sus derivados, etc.
Sean los que sean los acuerdos, firmados por Turquía e Irán, sobre el enriquecimiento del uranio con fines médicos; sean los que sean los problemas diplomáticos que esos acuerdos entre aliados y enemigos de Washington puedan plantear, basta con releer al viejo cuentista Jean de La Fontaine para comprender de que la retórica del lobo siempre termina imponiéndose a la del cordero… Esperemos que, en el actual contexto de extrema fragilidad de la economía mundial, cualquier salida de la crisis por la puerta del “caos” (constructivo) sea, al menos, pacífica, porque se ven venir guerras contra Irán, Siria y Venezuela a las cuales, por cierto, la película Avatar hace una sorprendente alusión. Estados Unidos, por cierto, no sabría emprender esas iniciativas sin el apoyo de serviles coaliciones de Estados vasallos… Una curiosidad: ¿qué actitud adoptaría, en ese caso, una Europa endeudada y desorientada?
Fuente: http://www.geostrategie.com/2647/grece-euro-europe-crise-et-chuchotements-l’hypothese-du-pire
rJV
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Irán / USA, Brasil y Turquía
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández |
En principio, la Secretaria de Estado estadounidense manifestó que la mediación de Brasil y Turquía para conseguir que Irán aceptara un intercambio de fuel nuclear estaba destinada al fracaso. Después, el Departamento de Estado dijo que era la “última oportunidad” para un acuerdo sin sanciones. Y finalmente, menos de 24 horas después del exitoso acuerdo logrado en Teherán, Hillary se dedica a fustigar hasta someterlo al Consejo de Seguridad y triunfantemente proclama ante el mundo que se ha conseguido un proyecto de resolución para una cuarta ronda de sanciones de las Naciones Unidas contra Irán.
Y fue y definió la ofensiva para aprobar las sanciones como “una respuesta ante los esfuerzos emprendidos por Teherán en los últimos días”. Esperen un minuto que me aclare. Inmediatamente después una sincera –y fructífera- mediación alrededor de un dossier muy sensible por parte de dos potencias emergentes –y honestos mediadores- en el mundo multipolar, Brasil y Turquía, Washington y sus dos aliados de la Unión Europea en el Consejo de Seguridad, Francia y Gran Bretaña, van y lo torpedean. ¿Es esto lo que se entiende como “diplomacia” global?
No importa que aliados clave de EEUU como Brasil y Turquía, ambos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, y ambos potencias regionales importantes, echasen humo tras ese guantazo público. Al principio, Brasil dijo que en las Naciones Unidas no iban a discutirse ya sanciones. Después, Brasil y Turquía enviaron una carta formal a las Naciones Unidas pidiendo ser parte de las negociaciones de los “Iran Six” sobre las sanciones “para impedir que se adoptaran medidas en contra de una solución pacífica”.
El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva –quien personalmente le había dicho anteriormente a Clinton que “no era prudente poner a Irán contra la pared”- no pudo hacer otra cosa que arremeter contra el caduco Consejo de Seguridad, afirmando que éste no deseaba negociar en absoluto. El Ministro de Asuntos Exteriores turco Ahmet Davutoglu advirtió que el nuevo paquete de sanciones “iba a echarlo todo a perder”.
Y el Primer Ministro turco Recep Tayip Erdogan hizo hincapié en que esa medida dañaría seriamente la credibilidad del Consejo de Seguridad, y no se olvidó de recordar sarcásticamente a todos la absurda percepción de cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, dotados todos ellos de armas nucleares, empeñados en desmantelar el programa nuclear civil de un país en desarrollo.
Respecto a la “credibilidad de EEUU”, una vez más está mordiendo el polvo no sólo en cuanto a Lula y Erdogan se refiere, sino ante todo el planeta en vías de desarrollo, la auténtica “comunidad internacional”, la de carne y hueso, tras esta interminable charada.
Sacando de quicio la cuestión del enriquecimiento
En los últimos meses, la dominatrix Clinton acusó implacablemente a Irán de rechazar el similar acuerdo de intercambio de fuel propuesto por EEUU en octubre pasado. Eso forma parte del habitual guión de Washington: comportarse de forma taimada, insistir en que las sanciones “no tienen nada que ver” con el enriquecimiento cuando sólo hace unas semanas era la falta de acuerdo sobre el enriquecimiento la razón clave de imponer nuevas sanciones.
Y las cosas pueden ir a peor. Como Gareth Porter reveló (“Washington burns its bridges with Iran”, Asia Times Online, 21 de mayo de 2010), Washington sólo propuso un intercambio de fuel en octubre pasado porque quería desde el principio forzar a Irán a suspender todo su enriquecimiento de uranio (al cual tiene derecho en función del Tratado de No Proliferación nuclear –TNP-). Pero esto no se anunció nunca públicamente.
De cualquier modo, Irán continuará produciendo uranio enriquecido en un 20% (tiene derecho a hacerlo, según el TNP), y empezará la construcción de una nueva planta de enriquecimiento de un tamaño similar a la de Natanz. Ésta forma parte de un plan para construir diez nuevas plantas que el gobierno de Mahmud Ahmadineyad anunció el pasado año. Además, en la planta de energía nuclear de Bushehr, construida por Rusia, se están llevando a cabo las últimas pruebas y se inaugurará este verano. Estos son hechos irreversibles sobre el terreno.
El Secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Jalili, el alto negociador de facto iraní, puede pronto reunirse en Turquía con la jefa de la política exterior de la Unión Europea Catherine Ashton. Ashton, la negociadora designada por la “comunidad internacional”, es tan representante de la opinión pública global como el comunicado de prensa de BP sobre el derrame de petróleo en el Golfo de México. Sobre todo porque la UE está obligada a emitir sus propias sanciones unilaterales contra Irán. Lo mismo ocurre en el Congreso estadounidense, como el Senador Chris Dodd, demócrata por Connecticut, ha confirmado esta semana. Por tanto, además del Consejo de Seguridad, Irán tendrá que enfrentarse a sanciones adicionales de la coalición dirigida por EEUU de la extrema derecha de los decadentes caniches europeos.
China y Rusia tiran de Sun Tzu
El antiguo general, estratega, filósofo chino Sun Tzu, autor del libro “El arte de la guerra”, dijo: “Deja que tu enemigo cometa sus propios errores y no los corrijas”. China y Rusia, como maestros estrategas que son, están aplicando esta máxima con mucho estilo con respecto a Estados Unidos.
Los miembros permanentes Rusia y China habían ya diluido hasta casi anular el actual proyecto de resolución de sanciones, con diez páginas, de las Naciones Unidas, y ya se encargarán los miembros no permanentes Brasil, Turquía y Líbano (sin unanimidad en el Consejo de Seguridad, las nuevas sanciones están muertas a todos los efectos prácticos) de aniquilar cualquier término belicoso que pueda aún quedar. De ningún modo puede Washington coaccionar al resto del Consejo de Seguridad para que firme una nueva ronda de sanciones si Irán se ha comprometido a cooperar.
En su forma actual, el paquete de sanciones castiga la importación por parte de Irán de armas convencionales; frena las importaciones relativas a misiles balísticos; congela los activos de miembros clave del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos; y establece inspecciones de las cargas en puertos marítimos y en aguas internacionales. La mayor parte de esas sanciones son voluntarias –o no vinculantes- y supondrá cero interferencias en el comercio global de petróleo y gas de Irán.
Pekín y Moscú no están precisamente lamiendo el látigo de Clinton. Inmediatamente después del rimbombante anuncio de ésta, el embajador chino ante las Naciones Unidas, Li Badong, dijo que el borrador de resolución “no cerraba las puertas a la diplomacia”, subrayando de nuevo la necesidad del “diálogo, la diplomacia y las negociaciones”.
Y el Ministro de Exteriores ruso Sergei Lavrov se aseguró de hablar con Clinton por teléfono argumentando a favor de un análisis más profundo del acuerdo para intercambio de fuel en el que habían mediado Brasil y Turquía. Lavrov también recalcó que a Rusia no le gustaban ni siquiera un poquito las sanciones unilaterales adicionales de EEUU y la UE. El Ministro de Exteriores ruso dijo que las sanciones unilaterales iban a incluir medidas de “naturaleza extraterritorial, más allá de las decisiones acordadas por la comunidad internacional y que contradecían el principio del imperio de la ley del derecho internacional, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas”.
Por tanto, estamos en una situación en la que sobre la mesa en la Agencia Internacional de la Energía Atómica hay un acuerdo real de intercambio de fuel nuclear aprobado por Irán, mientras que en las Naciones Unidas hay en marcha una ofensiva de sanciones contra Irán. ¿En quién va a confiar la “comunidad internacional” real? Erdogan no podía haberlo dejado más claro: “Es hora ya de discutir si creemos en la supremacía de la ley o en la ley de los que se creen supremos y superiores…”
La mayoría de ellos, lo que el mundo en vías de desarrollo ve es el pasado -EEUU, Francia, Gran Bretaña, Alemania- combatiendo en contra del avance del futuro: China, India, Brasil, Turquía, Indonesia. La arquitectura de la seguridad global –vigilada por un puñado de temerosos y autonombrados guardianes occidentales- está en coma. El Occidente “atlantista” se hunde al estilo del Titanic.
¡Queremos guerra y la queremos ya!
Sólo el poderoso lobby a favor de la guerra infinita en EEUU es capaz de valorar como un desastre un primer paso hacia un acuerdo total nuclear con Irán. Ahí se incluye la inmensamente desacreditada actuación a favor de la guerra en Iraq del New York Times (la mediación de Brasil y Turquía representa una “charla que complica las sanciones”) y del Washington Post (Irán “crea un ilusión de progreso en las negociaciones nucleares”).
Para el lobby a favor de la guerra, el acuerdo de intercambio de fuel mediado por Brasil y Turquía es una “amenaza” porque entra en colisión directa con un ataque contra Irán (iniciado por Israel, arrastrando después de EEUU) y el “cambio de régimen”, el deseo del que Washington nunca ha renegado.
En un reciente discurso del Council on Foreign Relations ofrecido en Montreal, la luminaria del Dr. Zbigniew “conquistemos Eurasia” Brzezinkski advirtió que un “despertar político global”, junto con las luchas internas entre las elites globales, era algo profundamente a temer. El antiguo asesor de la seguridad nacional estadounidense subrayó que “por vez primera en toda la historia humana, la humanidad ha despertado políticamente –esa es una nueva y total realidad-, lo que no había sucedido antes”.
¿Quiénes son esos presuntuosos de Brasil y Turquía, que acaban de despertar, para atreverse a perturbar “nuestro” dominio del mundo? Y después van esos estadounidenses desinformados y se preguntan a sí mismos “¿Por qué nos odian?”. Porque, entre otras razones, Washington, unilateral hasta lo más profundo de sí, no duda en levantar su dedo corazón hasta al más cercano de sus amigos.
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the Globalizad World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a shapshot of Baghdad during the surge”. Acaba de publicar su nuevo libro “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/
rCR
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Europa o el euro
El fondo especial de ayuda constituido hace tres semanas, armado con 750 mil millones de euros, no ha sido suficiente para alejar el espectro de una debacle total de los países más débiles de la eurozona y por ende, del euro. Al involucrar al Fondo Monetario Internacional la Unión Europea acepta que necesita de la ayuda externa para resolver sus problemas. Un mal augurio para el Banco Central Europeo.
Por otra parte, las medidas anunciadas unilateralmente por Alemania para regular los mercados financieros (en especial la prohibición de las ventas de cortos al descubierto) no frenaron los movimientos especulativos que siguen apostando a la caída del euro. En cambio sí pusieron en evidencia la desunión europea toda vez que Francia no apoyó la medida. El anuncio hecho por la Merkel estuvo dirigido a calmar a su electorado, sin duda, pero también es un signo de que Alemania está cada vez más decidida a buscar imponer sus propias reglas en la Unión Europea, sin esperar a sus socios.
Finalmente, la decisión del Banco de España de intervenir Caja Sur (uno de los vehículos clave en la expansión de crédito en ese país) alerta una vez más sobre la delicada situación en la que se encuentra el sector bancario en toda Europa, y no sólo en los países de la cuenca del Mediterráneo.
En este contexto han resurgido las dudas sobre la viabilidad del euro a largo plazo. Un tema clave sigue siendo el dilema en el que se encuentra la eurozona al tratarse el tema de si Grecia (o algún otro país en dificultades similares) debería abandonar la esfera del euro.
Una eventual salida de Grecia de la eurozona le permitiría recuperar su política cambiaria y financiera. Podría devaluar su moneda y estimular las exportaciones, además de imprimir circulante y comprar deuda pública, evitando tener que pasar por los mercados de capitales. Grecia podría hacerse un préstamo a sí misma con cargo al desempeño económico del futuro.
¿Bajo qué condiciones es posible reintroducir el dracma? Desde el punto de vista legal, los tratados de la UE exigen que la expulsión de uno de los miembros recoja el voto aprobatorio de todos ellos. ¿Tendría un país interés en votar su propia expulsión?
Pero lo más grave es el tema de la factibilidad económica. Si Grecia decidiera regresar al dracma tendría que poner esa moneda en circulación para remplazar al euro. Para ello, tendría que forzar legalmente la conversión de todos los activos denominados en euros localizados en el espacio económico griego. Siendo el euro una moneda fiduciaria (es decir, no respaldada por oro o algún otro metal precioso), el dracma tampoco lo estaría. Su aceptación estaría basada en la confianza que se tiene en su emisor, el banco central griego. Pero, y aquí viene lo problemático, la razón principal por la cual ese instituto monetario estaría emitiendo dracmas sería para devaluarlas tan pronto hubiera concluido la transición monetaria. Es decir, traicionaría su compromiso de mantener el valor de la moneda.
Como todos los agentes en la economía sabrían que el dracma estaría siendo colocado en circulación con el objetivo de devaluarlo, nadie aceptaría dicha moneda. Además, como el valor del dracma dependería de la confianza en el instituto emisor, esta moneda fiduciaria vería fuertemente depreciado su valor durante un largo tiempo. El dracma no sería una reserva de valor porque su renacimiento habría estado marcado por el rompimiento del compromiso del instituto emisor.
La logística de esta transición monetaria es una madeja de problemas difíciles. El abandono del euro estaría acompañado de expectativas devaluatorias. Para enfrentarlas, Atenas tendría que cerrar los bancos durante unos días por lo menos, además de establecer controles estrictos a los flujos de capital. El éxito de esta transición monetaria dependería de la capacidad de las autoridades económicas griegas para evitar la fuga de activos hacia otras denominaciones. También dependería de la velocidad con la que el pánico bancario podría desatarse. El retorno al dracma podría destruir la economía griega.
Las autoridades económicas en los países de la eurozona se mantienen en la lógica de una política macroeconómica neoliberal. Para ellos sólo queda el camino de la austeridad fiscal. Desgraciadamente, eso coloca a Europa en un modo pro-cíclico y profundizará la crisis. Al capital eso no parece importarle porque después de todo, ese ajuste fiscal le acerca un paso más a la destrucción de esa vieja Europa del pacto redistributivo cuyo mejor exponente fue el Frente Popular de 1936. Todo esto es un anuncio de grandes acontecimientos por venir. El capitalismo todavía no llega a una crisis terminal, pero le falta recorrer el segmento más turbulento de su historia.
http://www.jornada.unam.mx/2010/05/26/index.php?section=opinion&article=031a1eco
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YGN/Linux
1 – Está disponible sin ningún coste. Puede ser descargado de Internet de forma gratuita, y puede ser adquirido en formato CD o DVD con un coste muy trivial. Una copia puede ser utilizada en tantos ordenadores como queramos sin restricciones. Si comparamos con Microsoft Windows, solo el sistema operativo nos costará por lo menos 100 € por ordenador.
2 – Debido a que es software libre, Linux GNU/Linux también es gratuito en el sentido de que cualquiera está autorizado a modificar, incluso su código fuente, de cualquier forma deseada. Si las versiones modificadas no son re-distribuidas, los cambios pueden mantenerse en secreto. Esto también choca bastante con Microsoft Windows, ya que las modificaciones no están permitidas. El código fuente es la versión original de un programa tal y como lo haya escrito un programador usando un lenguaje de programación y antes de ser compilado de forma que sus instrucciones puedan ser entendidas directamente por un ordenador. Por lo tanto, es necesario tener el código fuente con el fin de poder realizar cambios en un determinado programa. Esta capacidad de experimentar con el código fuente, y hacerlo sin necesidad de dar a conocer las modificaciones a terceros ha sido muy importante para un gran numero de organizaciones.
3 – Linux GNU/Linux cuenta con un soporte de alta calidad disponible de forma gratuita a través de Internet, en grupos de noticias y foros. Algunas personas afirman que este soporte es al menos tan bueno como en el software privativo, que además funciona, evidentemente, pagando. Linux GNU/Linux puede adquirirse si se desea de forma comercial. Existen empresas que basan su negocio del software libre en negocio de servicios. Dan soporte de instalación de aplicaciones, parches para hacer frente a nuevas amenazas de seguridad y parches para arreglar bugs descubiertos recientemente. En Linux GNU/Linux estos 2 últimos son relativamente infrecuentes…
4 – Hay muy pocas posibilidades de que el soporte técnico para algún sistema Linux GNU/Linux se elimine porque el software haya quedado obsoleto o por cualquier otro motivo. Esto se debe a que el código fuente estará siempre disponible para cualquier persona que lo desee, incluidas aquellas personas que prestan dicho soporte de forma gratuita en Internet y también para aquellas empresas que basan su negocio en los servicios. Por el contrario Microsoft Windows, y otros programas privativos cuyo código fuente es mantenido en secreto, la obtención de soporte técnico se complica si la compañía que lo vende decide retirar el software con el fin de tratar de obligar al usuario a pagar por la nueva versión, por ejemplo.
5 – No existe ningún temor a que las aplicaciones se queden obsoletas con Linux GNU/Linux. Esto se debe a que la arquitectura UNIX en la que se basan ha sido exhaustivamente probada y refinada durante más de 35 años y ha demostrado ser extremadamente eficaz, robusta y segura. Las mejoras se realizan a un ritmo rápido, pero las nuevas versiones siguen siendo compatibles con la arquitectura UNIX subyacente.
6 – No hay actualizaciones obligatorias para los usuarios de Linux GNU/Linux. Esto se debe a que las versiones antiguas siguen siendo soportadas (por ejemplo, con el desarrollo de nuevos parches de seguridad y controladores de dispositivo) y porque las nuevas versiones, si así lo desean, están disponibles de forma gratuita y suelen ser compatibles con versiones anteriores. Los desarrolladores de software propietario, sin embargo, tienen fuertes incentivos financieros para planificar el que una determinada versión quede obsoleta. Su objetivo será inducir a los usuarios de versiones anteriores a gastar dinero para comprar o actualizar a las nuevas versiones.
7 – En caso de que un usuario decida actualizar a una versión más reciente de Linux GNU/Linux, no hay derechos de licencia de software u otros gastos si el usuario selecciona una distribución libre. Por otra parte, la formación, modificaciones, adquisición de hardware y otros costos relacionados con una actualización a una nueva versión son también relativamente bajos debido a la compatibilidad con versiones anteriores.
8 – Linux GNU/Linux no tiene complicados requisitos para hacer cumplir las licencias. En una empresa con cientos o miles de ordenadores, será necesario tener a un gran numero de personal solo para asegurarnos de que todos los ordenadores están cumpliendo con las complejas condiciones de autorización de uso (EULAs) para Microsoft Windows, Microsoft Office y otras aplicaciones propietarias. Con Linux GNU/Linux no hay temor a auditorías sorpresa con posibles sanciones por violación de licencias.
9 – Linux GNU/Linux es mucho más seguro con una muy baja tasa de infección por virus, troyanos, gusanos, software espía y otros códigos maliciosos. Esto se debe a que UNIX y todos sus descendientes (incluyendo Linux GNU/Linux) fueron diseñados desde un principio con la seguridad en mente, en lugar de tratar de parchear graves fallos de seguridad cuando ys es demasiado tarde. Por ejemplo, los usuarios no habitúan a usar el sistema con permisos de administración, a fin de proteger los principales archivos del sistema. Incluso en el caso que la existencia de un código malicioso, este no poseería permisos suficientes para hacer mucho daño. Además un sólido firewall se incluye en las principales distribuciones y es activado por defecto. Otro factor a tener en cuenta es la libre disponibilidad del código fuente, lo que permite a miles de personas de todo el mundo poder buscar vulnerabilidades de seguridad.
10 – Linux GNU/Linux es altamente resistente a los fallos de sistema y raramente necesita reiniciar. Esto puede ser muy importante para las grandes organizaciones para las que unos minutos de tiempo de inactividad puede suponer un coste sustancial. La razón es que Linux GNU/Linux ha sido diseñado desde cero para ser un sistema operativo estable y robusto, incorporando todo lo aprendido en 35 años de historia de UNIX.
11 – Aunque el número y la variedad de programas para Linux GNU/Linux aún no es tan grande como para el sistema operativo de Microsoft, ya existe una extensa selección y aumenta continuamente y cada vez más rápido a medida que más y más desarrolladores empiezan a crear programas para Linux GNU/Linux. La mayoría de programas para Linux GNU/Linux también son software libre y muchos de ellos tienen las mismas características y rinden igual o mejor que las ya existentes para Microsoft Windows. De hecho, los usuarios se encuentran a menudo con que todas las aplicaciones que necesitan están disponibles gratuitamente en Internet y que ya no necesitan comprar ningún software comercial.
12 – Existe una numerosa variedad de distribuciones Linux GNU/Linux(varios cientos), cada una con su propio conjunto único de características, pero básicamente todas compatibles entre sí. Esto permite a los usuarios seleccionar las versiones que mejor respondan a sus necesidades específicas. También significa que si un distribuidor de Linux GNU/Linux dejara de operar, todavía habría muchos otros para elegir. Por otra parte, fomenta una sana competencia entre ellas, contribuyendo así a la mejora continuada de la calidad y el rendimiento de Linux GNU/Linux. La elección parece abrumadora pero por lo general es difícil cometer un error seleccionando una de las más populares, como Red Hat, Suse o Ubuntu.
13 – Linux GNU/Linux cuenta con un alto grado de flexibilidad de configuración. Se puede lograr una alta personalización muy fácilmente y sin tener que modificar el código fuente. Es muy sencillo configurar Linux GNU/Linux durante la instalación y optimizarlo para su uso como estación de trabajo, ordenador de escritorio, ordenador portátil, servidor web, servidor de base de datos, etc. Del mismo modo el aspecto y el comportamiento del escritorio, incluyendo iconos y menús puede ser configurado con un numero casi infinito de posibilidades y formas. Incluso puede hacerse parecido a Windows… Si esto no fuera suficiente, la capacidad de libre acceso al código fuente permite un grado de personalización “ilimitado”.
14 – Linux GNU/Linux utiliza formatos abiertos y estándares. Estos son aquellos que se ajustan a las normas de la industria y que pueden ser utilizados por cualquier desarrollador de software para crear programas compatibles. Es el caso de los formatos para el procesamiento de textos, hojas de calculo y otros tipos de archivos. En comparación con los formatos privativos (véase el formato .DOC), el uso de estándares elimina el problema del apego a las normas privadas, con la consecuente dificultad y coste a la hora de cambiar a otro software en un futuro. El uso de formatos abiertos permite al usuario tener el control total de sus datos, en particular en el caso de que el vendedor de software decida dar por obsoleta la versión del programa, obligando al usuario a migrar todos sus datos a la nueva versión, previo pago, por supuesto…
15 – Linux GNU/Linux es generalmente más rápido para un determinado conjunto de especificaciones de hardware. Esto es debido a una mayor optimización del código fuente.
16 – Linux GNU/Linux cuenta con un alto grado de compatibilidad con otros sistemas operativos. Por ejemplo, se puede escribir, leer, copiar, borrar y manipular los datos existentes en una partición para Microsoft Windows, actuar como servidor para una red que contenga clientes en Windows, formatear discos duros para el uso con Windows, e incluso ejecutar los programas de Windows directamente si fuera necesario. En comparación, los sistemas operativos de Microsoft no pueden acceder a particiones de disco que contengan otros sistemas, no pueden formatear discos duros para otros sistemas, etc, etc…
17 – La ética y la moral se mantienen muy altas en el mundo Linux GNU/Linuxy en el resto del software libre debido a la gran apertura de su proceso de desarrollo y a la libre disponibilidad del código fuente. Linux GNU/LInux nunca ha sido condenado en un tribunal por violación de leyes antimonopolio u otros delitos, ni ha tenido que pagar sanciones por la copia no autorizada de tecnología desarrollada por otras empresas. Las políticas gubernamentales antimonopolio regulan o rompen monopolios con el fin de promover la libre competencia. Los beneficios por alcanzar dicha competencia afectan a la economía y a la sociedad en su conjunto.
18 – Linux GNU/Linux reduce la necesidad de actualizar o sustituir hardware cuando se actualiza a una nueva versión. Esto se debe a que su código fuente es muy eficiente y compacto, lo que permite que funcione en computadoras antiguas que no son adecuadas para las versiones más recientes de Microsft Windows.
19 – Linux GNU/Linux es capaz de operar en una amplia variedad de plataformas y no solo se limita a equipos con procesadores Intel o AMD. Funciona perfectamente en una vasta variedad de equipos que van desde los superordenadores a los robots industriales, equipos médicos, teléfonos móviles (puede ejecutarse incluso en un reloj de pulsera).
20 – Linux GNU/Linux es una mejor elección para su uso en las instituciones académicas por una serie de razones. Entre ellas se encuentra el hecho de que no hay secretos (en marcado contraste con el software privativo), con lo que los estudiantes tendrán la oportunidad de estudiar como funcionan realmente los ordenadores en lugar de simplemente aprender a usarlos. Muchos profesores están convencidos de que es mucho más importante aprender los fundamentos prácticos de la informática que aprender el uso de aplicaciones especificas (como Microsoft Word o PowerPoint). Una de las razones es que los fundamentos prácticos de la informática seguirán siendo validos después de muchos años, mientras que las aplicaciones (especialmente las propietarias) están en constante cambio y los conocimientos adquiridos quedarán obsoletos en pocos tiempo.
21 – Para los organismos gubernamentales, Linux GNU/Linux permite la transparencia de los datos, ya que los almacena en formatos compatibles con toda la industria. Todo lo contrario al software comercial. Esta transparencia es importante para mantener una democracia efectiva. Esto permite a cualquier usuario acceder a los datos sin tener que comprar caros programas privativos. Por otra parte, mantenerlos en formatos estándar es mucho más seguro que hacerlo usando formatos propietarios.
22 – En Linux GNU/Linux hay muy pocas razones para temer la existencia de puertas traseras, en parte porque todo el código fuente está disponible para su inspección. Una puerta trasera es un método secreto para obtener acceso remoto a un ordenador. Existe una (muy justificada) preocupación por parte de los gobiernos y las corporaciones de que dichas puertas traseras se han insertado de forma encubierta en el software propietario, permitiendo a los desarrolladores y a otros gobiernos a acceder a sus datos confidenciales.
23 – El uso y la promoción de Linux GNU/Linux ayuda a fomentar una sana diversidad y aumento de competencia en toda la industria del software. Esa competencia puede promover el avance tecnológico, mejorar el rendimiento y disminuir los costes del software libre y del software propietario por igual. Tanto la teoría económica como los cientos de años de real experiencia en el mundo demuestran claramente que los monopolios no necesitan innovar, tienden a producir productos de mala calidad, inflan los precios y tienden a corromper el sistema político.
24 – Linux GNU/Linux y el software libre no solo han alcanzado, o en algunos casos superado al software privativo, sino que también desarrollan más rápido. Esta tendencia irá a más, dado que la demanda para este tipo de software sigue creciendo y cada vez más personas y organizaciones participan activamente en su desarrollo.
25 – Linux GNU/Linux ofrece la oportunidad de que los usuarios puedan contribuir al avance de la tecnología del software, debido a que el código fuente está disponible gratuitamente para ser estudiado, mejorado, ampliado y redistribuido. Un notable ejemplo de ello a nivel empresa ha sido IBM.
26 – Existen en realidad más de 25 razones por las que organizaciones de todo el mundo están migrando a Linux GNU/Linux. Un vigésimo sexto motivo es que con Linux GNU/Linux no hay necesidad de desfragmentar los discos duros a diferencia de Windows. La fragmentación, que es la difusión de datos en lugares no contiguos puede reducir la eficacia del almacenamiento de datos y ralentizar el funcionamiento de la máquina. Desfragmentar no es difícil, pero puede ser una molestia tener que hacerlo periódicamente, y no es necesario si tienes un sistema operativo bien diseñado.
http://planuxilandia.wordpress.com/2010/03/26/25-razones-para-probar-linux/
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miércoles, 26 de mayo de 2010
martes, 25 de mayo de 2010
Afganistán hoy
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández |
La visita, bien coreografiada y claramente ensayada, se había organizado para dar la impresión de que la relación entre Karzai y los mandamases citados era la de un dirigente independiente y seguro de sí mismo en búsqueda del apoyo de una superpotencia benevolente.
Pero, ¿cuáles eran las verdaderas razones de la visita de Karzai a Washington?
Los típicos análisis de los medios llevan distorsionando durante meses el evidente abismo existente entre Afganistán y EEUU bajo la administración Obama. Incluso aunque esta administración se sintiera verdaderamente descontenta con las políticas de Karzai, al menos hasta hace bien poco, el resentimiento tenía escasamente que ver con las razones ofrecidas por los “expertos” de los medios. No se debía a que Karzai estuviera fracasando a la hora de conseguir gobernanza, poner fin a la corrupción, etc. No, seamos sinceros, la guerra de EEUU en Afganistán jamás se apoyó en razones morales y jamás podrá ser de otra manera. No, a menos que se revise completamente la mentalidad militante que gobierna la política exterior estadounidense.
Ahora enfrentémonos a la realidad. A Afganistán le esperan días fatídicos. La verdad es que resulta duro imaginar que las desgracias afganas puedan ir a peor. Pero me temo que así será, especialmente para quienes habitan en el sur, en Kandahar. Sentada cerca de Karzai durante su visita a Washington, la Secretaria de Estado Hillary Clinton prometió que su país “no iba a destruir Kandahar para salvar Kandahar”.
La declaración puede sonar convincente, pero en realidad tiene mucho de siniestra e inquietante. Clinton se estaba refiriendo a la política que la administración Bush aplicó tanto en Iraq como en Afganistán. De hecho, admitió cándidamente esto al decir: “Kandahar no es Faluya”, refiriéndose a la ciudad iraquí que en 2004 acabó casi completamente destruida por los masivos ataques de los marines en un intento por “salvar” la ciudad. “Hemos aprendido varias lecciones desde Iraq”, afirmó Clinton.
Pero si las lecciones se hubieran aprendido de verdad, entonces, ¿por qué todo ese lenguaje ficticio, por qué la ridícula afirmación de que la intención verdadera es en realidad “salvar” Kandahar? ¿Y qué otra estrategia tiene en la recámara EEUU para Afganistán, además del irritante debate sobre si utilizar aviones no tripulados o llevar a cabo la matanza cara a cara?
¿Estaba Karzai en Washington para proporcionar cobertura a lo que está por venir en el baluarte de los talibanes en el sur? No es improbable. Considerando las pasadas y repetidas proclamas de una creciente división entre Kabul y Washington, un sangriento ataque contra Kandahar podría llevar a pensar que, en realidad, EEUU actúa unilateralmente en Afganistán. Añadan a este escenario los constantes y continuos llamamientos hechos por el mismo Karzai para entablar conversaciones con los talibanes. Una escalada estadounidense sin el consentimiento público del propio Karzai no podría considerarse como algo que forma parte de una estrategia conjunta.
En la presentación que llevó a cabo ante el Instituto por la Paz de EEUU (USIP, por sus siglas en inglés), Karzai habló de un extendido compromiso estadounidense hacia Afganistán que iba a durar “más allá de la actual actividad militar… un compromiso con el futuro, mucho después de que nos hayamos retirado, y quizá con las generaciones de nuestros nietos, biznietos y tataranietos”.
“Esto es algo que el pueblo afgano lleva buscando durante un largo, largo tiempo”, dijo.
Clinton estaba tan preocupada por la grave situación del “pueblo”…, que prometió “ayudar al pueblo de Kandahar a recuperar toda la ciudad para poder ponerla en marcha y beneficiar al pueblo de Kandahar… No estamos combatiendo al pueblo afgano… Estamos combatiendo a una pequeña minoría de entregados y despiadados extremistas que desgraciadamente consiguen alistar a los jóvenes en sus filas… por toda una serie de razones y enviarles al campo de batalla”.
Aunque Clinton pretendía hacernos creer que la era de Bush estaba superada y que sobre nosotros se extiende el nuevo amanecer de la política exterior estadounidense, utilizaba casi el mismo exacto lenguaje, expresado en casi el mismo exacto contexto que la administración Bush utilizaba antes de sus mayores ataques militares, que perseguían el objetivo de “salvar al pueblo” de algunos “despiadados extremistas”, ya fuera en Iraq o Afganistán.
Y va a producirse un ataque importante, porque el contra-incremento de los talibanes está amenazando las operaciones de la contrainsurgencia estadounidense.
Un rápido examen de un artículo de Marie Colvin en Marjah, Afganistán, donde los talibanes están dejando una vez más muy clara su presencia, subraya los desafíos a que se enfrenta el ejército estadounidense por todo el país. Titulado “Rápida y sangrienta: la venganza de los talibanes”, el artículo del 9 de mayo empieza con la afirmación de que “los rebeldes han vuelto”. A lo largo del informe aparecen una y otra vez las mismas afirmaciones. “Se suponía que Marjah iba a estar segura… Todo ese progreso está amenazado por el “incremento” talibán… Siempre existe el temor a que vuelvan a resurgir… Cada vez está más clara la fuerza de la presencia talibán… Los talibanes son cada vez más audaces…”.
Una vez se asoció el término “incremento” con la estrategia del General David Petraeus que postulaba el despliegue de 30.000 nuevos soldados en Afganistán. Resulta muy irónico, por no decir otra cosa, que ahora se atribuya el término a la propia estrategia de los talibanes. Lo que una vez se quiso que apareciera como “una historia de éxitos”, puede que ahora, después de todo, no sea tan fácil convencer al mundo de que las cosas pueden salir bien en Afganistán. “Cada vez hay más preocupación en el Pentágono de que si miles de marines y fuerzas de seguridad afganas no pudieron derrotar totalmente a los talibanes en Marjah, una ciudad de sólo 50.000 habitantes, asegurar el premio mucho mayor de Kandahar puede suponer una lucha muy superior a lo previsto hasta ahora”, escribió Colvin.
El reto está por delante, aunque apoyado en todo un lenguaje apropiado (aunque predecible), y es probable que sea sangriento, al igual que el resto de este triste episodio de Afganistán, que empezó mucho antes de 2001.
EEUU y Karzai (como supuesto representante del “pueblo afgano”) deben parecer unidos frente a la minoría extremista. La visita de Karzai a EEUU fue el típico intento de acolchado político anterior a la probable tormenta militar. Se trataba de asegurar al público que el caos que seguirá es en realidad parte de un esfuerzo de contrainsurgencia; bien planeado, calculado, ejecutado y, como siempre, fervientemente articulado.
Ramzy Baroud es editor de PalestineChronicle.com. Sus trabajos aparecen publicados en muchos periódicos y revistas de todo el mundo. Sus últimos libros son: “The Second Palestinian Intifada: A Chronicle of a People’s Struggle” (Pluto Press, London) y “My Father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story” (Pluto Press, London).
Fuente: http://www.counterpunch.org/
rCR
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El mundo en la hora actual (MB)
En la mirada de Eric Hobsbawm. El gran historiador inglés, autor de clásicos ineludibles sobre el siglo XX, examina la crisis actual y los vertiginosos cambios de las últimas décadas en la política global, y retrata el horizonte por venir. Una entrevista especial de la New Left Review, reproducida en castellano por el diario argentino Clarín.
Es probablemente el mayor historiador vivo. Su mirada es universal, como lo muestran sus libros La era de la revolución y La era del capitalismo. Esta entrevista constituye su más reciente ejercicio de una visión global sobre los problemas y las tendencias del mundo moderno.
Su obra Historia del siglo XX concluye en 1991 con una visión sobre el colapso de la esperanza de una Edad de Oro para el mundo. ¿Cuáles son los principales cambios que registra desde entonces en la historia mundial?
Veo cinco grandes cambios. Primero, el desplazamiento del centro económico del mundo del Atlántico norte al sur y al este de Asia. Este proceso comenzó en los años 70 y 80 en Japón, pero el auge de China desde los 90 ha marcado la diferencia. El segundo es, desde luego, la crisis mundial del capitalismo, que nosotros predijimos siempre pero que tardó mucho tiempo en llegar. Tercero, el clamoroso fracaso de la tentativa de Estados Unidos de mantener en solitario una hegemonía mundial después de 2001, un fracaso que se manifestó con mucha claridad. Cuarto, cuando escribí Historia del siglo XX no se había producido la aparición como entidad política de un nuevo bloque de países en desarrollo, los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Y quinto, la erosión y el debilitamiento sistemático de la autoridad de los Estados: de los Estados nacionales dentro de sus territorios y, en muchas partes del mundo, de cualquier clase de autoridad estatal efectiva. Acaso fuera previsible pero se aceleró hasta un punto inesperado.
¿Qué más le ha sorprendido?
Nunca dejo de sorprenderme ante la absoluta locura del proyecto neoconservador, que no sólo pretendía que el futuro era Estados Unidos, sino que incluso creyó haber formulado una estrategia y una táctica para alcanzar ese objetivo. Hasta donde alcanzo a ver, no tuvieron una estrategia coherente.
¿Puede prever alguna recomposición política de lo que fue la clase obrera?
No en la forma tradicional. Marx estaba sin duda en lo cierto al predecir la formación de grandes partidos de clase en una determinada etapa de la industrialización. Pero estos partidos, si tenían éxito, no funcionaban como partidos exclusivos de la clase obrera: si querían extenderse más allá de una clase reducida, lo hacían como partidos populares, estructurados alrededor de una organización inventada por y para los objetivos de la clase obrera. Incluso así, había límites para la conciencia de clase. En Gran Bretaña el Partido Laborista nunca obtuvo más del 50 por ciento de los votos. Lo mismo sucede en Italia, donde el PCI era todavía más un partido popular. En Francia, la izquierda se basaba en una clase obrera débil pero políticamente fortalecida por la gran tradición revolucionaria, de la que se las arregló para convertirse en imprescindible sucesora, lo cual les proporcionó a ella y a la izquierda mucha más influencia. El declive de la clase obrera manual parece algo definitivo. Hay o habrá mucha gente que quede realizando trabajo manual, pero no puede seguir siendo el principal fundamento de esperanza: carece del potencial organizativo de la vieja clase obrera y no tiene potencial político. Ha habido otros tres importantes desarrollos negativos. El primero es, desde luego, la xenofobia, que para la mayoría de la clase obrera es, como dijo el alemán August Bebel, el "socialismo de los tontos": salvaguardar mi trabajo contra gente que compite conmigo. Cuanto más débil es el movimiento obrero, más atractiva es la xenofobia. En segundo lugar, gran parte del trabajo y del trabajo manual que la administración pública británica solía llamar "categorías menores y de manipulación", no es permanente sino temporario; por ejemplo, estudiantes o emigrantes trabajando en catering. Eso hace que no sea fácil considerarlo como potencial organizable. La única forma fácilmente organizable de esa clase de trabajo es la que está empleada por autoridades públicas, razón por la cual estas autoridades son vulnerables. El tercero y el más importante de estos cambios es la creciente ruptura producida por un nuevo criterio de clase, en concreto, aprobar exámenes en colegios y universidades como un billete de acceso para el empleo. Esto puedes llamarlo meritocracia pero está institucionalizada y mediatizada por los sistemas educativos. Lo que ha hecho es desviar la conciencia de clase desde la oposición a los empleadores a la oposición a juniors de una u otra clase, intelectuales, élites liberales o aventureros. Estados Unidos es un típico ejemplo, pero, si miras a la prensa británica, verás que no está ausente en el Reino Unido. El hecho de que, cada vez más, obtener un doctorado o al menos ser un posgraduado también te da una oportunidad mejor para conseguir millones complica la situación.
¿Puede haber nuevos agentes?
Ya no en términos de una sola clase pero entonces, desde mi punto de vista, nunca lo pudo ser. Hay una política de coaliciones progresista, incluso de alianzas permanentes como las de, por ejemplo, la clase media que lee The Guardian y los intelectuales, la gente con niveles educativos altos, que en todo el mundo tiende a estar más a la izquierda que los otros, y la masa de pobres e ignorantes. Ambos grupos son esenciales pero quizá sean más difíciles de unificar que antes. Los pobres pueden identificarse con multimillonarios, como en Estados Unidos, diciendo "si tuviera suerte podría convertirme en una estrella pop". Pero no puede decir "si tuviera suerte ganaría el premio Nobel". Esto es un problema para coordinar las políticas de personas que objetivamente podrían estar en el mismo bando.
¿En qué se diferencia la crisis actual de la de 1929?
La Gran Depresión no empezó con los bancos; no colapsaron hasta dos años después. Por el contrario, el mercado de valores desencadenó una crisis de la producción con un desempleo mucho más elevado y un declive productivo mayor del que se había conocido nunca. La actual depresión tuvo una incubación mayor que la de 1929, que llegó casi de la nada. Desde muy temprano debía haber estado claro que el fundamentalismo neoliberal producía una enorme inestabilidad en el funcionamiento del capitalismo. Hasta 2008 parecía afectar sólo a áreas marginales: América Latina en los años 90 hasta la siguiente década, el sudeste asiático y Rusia. En los países más importantes, todo lo que significaba eran colapsos ocasionales del mercado de valores de los que se recuperaban con bastante rapidez. Me pareció que la verdadera señal de que algo malo estaba pasando debería haber sido el colapso de Long-Term Capital Management (LTCM) en 1998, que demostraba lo incorrecto que era todo el modelo de crecimiento, pero no se consideró así. Paradójicamente, llevó a un cierto número de hombres de negocios y de periodistas a redescubrir a Karl Marx, como alguien que había escrito algo de interés sobre una economía moderna y globalizada; no tenía nada que ver con la antigua izquierda: la economía mundial en 1929 no era tan global como la actual. Esto tuvo alguna consecuencia; por ejemplo, hubiera sido mucho más fácil para la gente que perdió su trabajo regresar a sus pueblos. En 1929, en gran parte del mundo fuera de Europa y América del Norte, los sectores globales de la economía eran áreas que en gran medida no afectaron a lo que las rodeaba. La existencia de la URSS no tuvo efectos prácticos sobre la Gran Depresión pero sí un enorme efecto ideológico: había una alternativa. Desde los 90 asistimos al auge de China y las economías emergentes, que realmente ha tenido un efecto práctico sobre la actual depresión, pues ha ayudado a mantener una estabilidad mucho mayor de la economía mundial de la que hubiera alcanzado de otro modo. De hecho, incluso en los días en que el neoliberalismo afirmaba que la economía prosperaba de modo exuberante, el crecimiento real se estaba produciendo en su mayoría en estas economías recién desarrolladas, en especial China. Estoy seguro de que si China no hubiera estado ahí, la crisis de 2008 habría sido mucho más grave. Por esas razones, vamos a salir de ella con más rapidez, aunque algunos países seguirán en crisis durante bastante tiempo.
¿Qué pasa con las consecuencias políticas?
La depresión de 1929 condujo a un giro abrumador a la derecha, con la gran excepción de América del Norte, incluido México, y de los países escandinavos. En Francia, el Frente Popular de 1935 solo tuvo el 0,5 por ciento más de votos que en 1932, así que su victoria marcó un cambio en la composición de las alianzas políticas en vez de algo más profundo. En España, a pesar de la situación cuasirrevolucionaria o potencialmente revolucionaria, el efecto inmediato fue también un movimiento hacia la derecha, y desde luego ése fue el efecto a largo plazo. En la mayoría de los otros Estados, en especial en el centro y este de Europa, la política se movió claramente hacia la derecha. El efecto de la actual crisis no está tan definido. Uno puede imaginarse que los principales cambios o giros en la política no se producirán en Estados Unidos u occidente, sino casi seguro en China.
¿Cree que China continuará resistiendo la recesión?
No hay ninguna razón especial para pensar que de repente dejará de crecer. El gobierno chino se ha llevado un buen susto con la depresión, porque ésta obligó a una enorme cantidad de empresas a detener temporalmente su actividad. Pero el país todavía está en las primeras etapas del desarrollo económico y hay muchísimo espacio para la expansión. No quiero especular sobre el futuro, pero podemos imaginarnos a China dentro de veinte o treinta años siendo a escala mundial mucho más importante que hoy, por lo menos económica y políticamente, no necesariamente en términos militares. Desde luego, tiene problemas enormes y siempre hay gente que se pregunta si el país puede mantenerse unido, pero yo creo que tanto la realidad del país como las razones ideológicas continúan militando poderosamente para que la gente desee que China permanezca unida.
Pasado un año, ¿cómo valora la administración Obama?
La gente estaba tan encantada de que hubiera ganado alguien con su perfil, y en medio de la crisis, que muchos pensaron que estaba destinado a ser un gran reformista, a la altura de que hizo el presidente Franklin Roosevelt. Pero no lo estaba. Empezó mal. Si comparamos los primeros cien días de Roosevelt con los de Obama, lo que destaca es la predisposición de Roosevelt a apoyarse en consejeros no oficiales para intentar algo nuevo, comparado con la insistencia de Obama en permanecer en el mismo centro. Desperdició la ocasión. Su verdadera oportunidad estuvo en los tres primeros meses, cuando el otro bando estaba desmoralizado y no podía reagruparse en el Congreso. No la aprovechó. Podemos desearle suerte pero las perspectivas no son alentadoras.
Si observamos el escenario internacional más caliente, ¿cree que la solución de los dos Estados, como se imagina actualmente, es un proyecto creíble para Palestina?
Personalmente, dudo de que lo sea por el momento. Cualquiera que sea la solución, no va a suceder nada hasta que Estados Unidos decida cambiar totalmente su manera de pensar y presione a los israelíes. Y no parece que eso vaya a suceder.
¿Cree que hay alguna parte del mundo donde todavía sea posible recrear proyectos positivos, progresistas?
En América Latina la política y el discurso público general todavía se desarrollan en los términos liberal-socialistas-comunistas de la vieja Ilustración. Esos son sitios donde encuentras militaristas que hablan como socialistas, o un fenómeno como Lula, basado en un movimiento obrero, o a Evo Morales. Adónde conduce eso es otra cuestión, pero todavía se puede hablar el viejo lenguaje y todavía están disponibles las viejas formas de la política. No estoy completamente seguro sobre América Central, aunque hay indicios de un pequeño resurgir en México de la tradición de la Revolución; tampoco estoy muy seguro de que vaya a llegar lejos, ya que México ha sido integrado a la economía de Estados Unidos. América Latina se benefició de la ausencia de nacionalismos etnolingüísticas y divisiones religiosas; eso hizo mucho más fácil mantener el viejo discurso. Siempre me sorprendió que, hasta hace bien poco, no hubiera signos de políticas étnicas. Han aparecido movimientos indígenas de México y Perú, pero no a una escala parecida a la que se produjo en Europa, Asia o África. Es posible que en India, gracias a la fuerza institucional de la tradición laica de Nehru, los proyectos progresistas puedan revivir. Pero no parecen calar entre las masas, excepto en algunas zonas donde los comunistas tienen o han tenido un apoyo masivo, como Bengala y Kerala, y acaso entre algunos grupos como los nasalitas o los maoístas en Nepal. Aparte de eso, la herencia del viejo movimiento obrero, de los movimientos socialistas y comunistas, sigue siendo muy fuerte en Europa. Los partidos fundados mientras Friedrich Engels vivía aún son, casi en toda Europa, potenciales partidos de gobierno o los principales partidos de la oposición. Imagino que en algún momento la herencia del comunismo puede surgir en formas que no podemos predecir, por ejemplo en los Balcanes e incluso en partes de Rusia. No sé lo que sucederá en China pero sin duda ellos están pensando en términos diferentes, no maoístas o marxistas modificados.
Siempre ha sido crítico con el nacionalismo como fuerza política, advirtiendo a la izquierda que no lo pintara de rojo. Pero también ha reaccionado contra las violaciones de la soberanía nacional en nombre de las intervenciones humanitarias. ¿Qué tipos de internacionalismo son deseables y viables hoy día?
En primer lugar, el humanitarismo, el imperialismo de los derechos humanos, no tiene nada que ver con el internacionalismo. O bien es una muestra de un imperialismo revivido que encuentra una adecuada excusa, sincera incluso, para la violación de la soberanía nacional, o bien, más peligrosamente, es una reafirmación de la creencia en la superioridad permanente del área que dominó el planeta desde el siglo XVI hasta el XX. Después de todo, los valores que occidente pretende imponer son específicamente regionales, no necesariamente universales. Si fueran universales tendrían que ser reformulados en términos diferentes. No estamos aquí ante algo que sea en sí mismo nacional o internacional. Sin embargo, el nacionalismo sí entra en él porque el orden internacional basado en Estados-nación ha sido en el pasado, para bien o para mal, una de las mejores salvaguardas contra la entrada de extranjeros en los países. Sin duda, una vez abolido, el camino está abierto para la guerra agresiva y expansionista. El internacionalismo, que es la alternativa al nacionalismo, es un asunto engañoso. Es tanto un eslogan político sin contenido, como sucedió a efectos prácticos en el movimiento obrero internacional, donde no significaba nada específico, como una manera de asegurar la uniformidad de organizaciones poderosas y centralizadas, fuera la iglesia católica romana o el Komintern. El internacionalismo significa que, como católico, creías en los mismos dogmas y tomabas parte en las mismas prácticas sin importar quién fueras o dónde estuvieras; lo mismo sucedía con los partidos comunistas. Esto no es realmente lo que nosotros entendíamos por "internacionalismo". El Estado-nación era y sigue siendo el marco de todas las decisiones políticas, interiores y exteriores. Hasta hace muy poco, las actividades de los movimientos obreros (de hecho, todas las actividades políticas) se llevaban a cabo dentro del marco de un Estado. Incluso en la UE, la política se enmarca en términos nacionales. Es decir, no hay un poder supranacional que actúe, sólo una coalición de Estados. Es posible que el fundamentalismo misionero islámico sea aquí una excepción, que se extiende por encima de los Estados, pero hasta ahora todavía no se ha demostrado. Los anteriores intentos de crear super-Estados panárabes, como entre Egipto y Siria, se derrumbaron por la persistencia de las fronteras de los Estados existentes.
¿Cree entonces que hay obstáculos intrínsecos para cualquier intento de sobrepasar las fronteras del Estado-nación?
Tanto económicamente como en la mayoría de los otros aspectos, incluso culturalmente, la revolución de las comunicaciones creó un mundo genuinamente internacional donde hay poderes de decisión que funcionan de manera transnacional, actividades que son transnacionales y, desde luego, movimientos de ideas, comunicaciones y gente que son transnacionales mucho más fácilmente que nunca. Incluso las culturas lingüísticas se complementan ahora con idiomas de comunicación internacional. Pero en la política no hay señales de esto y ésa es la contradicción básica de hoy. Una de las razones por las que no ha sucedido es que en el siglo XX la política fue democratizada hasta un punto muy elevado con la implicación de las masas. Para éstas, el Estado es esencial para las operaciones diarias. Los intentos de romper el Estado internamente mediante la descentralización existen desde hace treinta o cuarenta años, y algunos de ellos con éxito; en Alemania la descentralización ha sido un éxito en algunos aspectos y, en Italia, la regionalización ha sido muy beneficiosa. Pero el intento de establecer Estados supranacionales fracasa. La Unión Europea es el ejemplo más evidente. Hasta cierto punto estaba lastrada por la idea de sus fundadores, quienes apostaban a crear un super-Estado análogo a un Estado nacional, cuando yo creo que ésa no era una posibilidad y sigue sin serlo. La UE es una reacción específica dentro de Europa. Hubo señales de un Estado supranacional en Oriente Próximo pero la UE es el único que parece haber llegado a alguna parte. No creo que haya posibilidades para una gran federación en América del Sur. El problema sin resolver continúa siendo esta contradicción: por una parte, hay prácticas y entidades transnacionales que están en curso de vaciar el Estado quizá hasta el punto de que colapse. Pero si eso sucede -lo que no es una perspectiva inmediata, por lo menos en los Estados desarrollados-, ¿quién se hará cargo entonces de las funciones redistributivas y de otras análogas, de las que hasta ahora sólo se ha hecho cargo el Estado? Este es uno de los problemas básicos de cualquier clase de política popular hoy en día.
Eric Hobsbawm es el decano de la historiografía marxista británica. Uno de sus últimos libros es un volumen de memorias autobiográficas: Años interesantes, Barcelona, Critica, 2003.
Fuente: http://www.clarin.com/suplementos/zona/2010/05/23/z-02198934.htm
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