Dos días después de la toma de Tall Avyad, comenzaron en el cantón de Kobane los actos oficiales. Se rego una polvorienta explanada, se levanto un estrado, grandes banderas y retratos de Ocallan. La población durante horas bajo un sol de justicia. La llegada de la numerosa caravana de coches todoterreno con combatientes hizo estallar la alegría. Todo el mundo aquí sabe también que esta caravana es la antesala de la que ha de llegar con el azúcar, la gasolina, y otros productos de consumo masivo.
Se prodigaron los saludos, la confusión y finalmente se formó. Comenzaron los discursos, las menciones a lxs mártires y a los tres años de aislamiento que terminaban. El sol era tan fuerte que algunos combatientes que formaban se desmayaban y debían salir. Las fatigas de la guerra. Después se termino con música y bailes multitudinarios (f. 3). Una furgoneta nos llevó a Tall Avyad. La hora de camino transcurría por un paisaje abrasado y de pueblos con la escuela, el edificio mas grande, bombardeado. Llevará años de esfuerzo conjunto y de solidaridad internacional reconstruir esto.
Las personas o colectivos que se decidan a apoyar pueden
contactar con la Sra. Beriban, de la Oficina de coordinación para la
ayuda humanitaria en el cantón de Kobane (Ofisa Karu Baren Saziyan Mirovahi,
competente en lengua inglesa, email : humanitarian.org.office@gmail.
Las únicas personas que divisamos en aquel paisaje fueron algunos pastores, y en algunas colinas todavía ondeaban las banderas del Daesh (ISIS). La entrada a Tall Avyad, en cambio, la presidia una gigantesca bandera de las YPG. En la frontera nos dijeron que habían entrado unas 500 personas esa mañana, pero por la tarde todo se veía abandonado y descompuesto. Como Tall Avyad callo sin apenas combate (la batalla se libro en Suluk), no se veían edificios colapsados, mas bien suciedad, desorden, abandono, como tras un desalojo pero a escala mayor, todos los comercios estaban cerrados. La mayoría de la población es árabe, apenas se encontraban mujeres en la calle y aunque muchos se declaraban felices, era también palpable su sentimiento de incertidumbre, de "a ver que pasa ahora". Así se expresaba un hombre que repartía agua en un camión.
Dijo que el Daesh le cobraba entre un 15 y un 80% de impuestos, pero que el no se marchó fue porque no le daba la gana, igual que no le había dado la gana marcharse cuando estuvieron algunos grupos de FSA, o Assad o ahora las YPG, quien sabe si después vendrían otros, decía.
En general era
habitual también encontrarse con árabes extraviados, que desconocían el
paradero de sus familias, si en Raqqa, en Palmyra o donde. De noche dormimos en
una casa con las YPG/YPJ junto a la bandera gigantesca. Lxs combatientes que
encontramos aquella noche estaban bien organizados y bien provistos, era
alegres y disciplinadas. El ambiente era distendido tras la victoria. Al día
siguiente encontramos 200 hombres en la cola del pan, ninguna mujer. Uno de
ellos nos llevó a visitar el hospital. El Daesh había subido los precios, decía,
y ahora se había llevado todo el equipamiento con precipitación a Raqqa.
Anwar Muslim, presidente del Cantón de Kobane, y su comitiva, vinieron para
declarar su responsabilidad en la futura gestión del municipio. Dieron
discursos frente a un edificio en ruinas donde, para limar las desconfianzas de
la población árabe, declararon que se construiría la sede de un consejo de
todas las nacionalidades. Después la comitiva visitó el puesto fronterizo. Hubo
fotos con los militares de mayor prestigio. En esta guerra todo el mundo tiene
un smartphone y quiere hacerse una foto tras otra. El portalón en el lado turco
permanecía cerrado, el Daesh (ISIS) ya no podrá proveerse por ahí. Solo
cuarenta metros lo separaban de la verja controlada ahora por las
YPG/YPJ. Y en medio la vía del tren extendiéndose hacia el infinito, a lo largo
de la tierra de nadie.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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