¿Habrá algún cambio con John Kerry al frente del Departamento de Estado? Si tomamos nota de lo que dijo en la audiencia de días pasados ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado –presidida por Bob Menéndez, un contumaz enemigo de la Revolución Cubana– la respuesta debe ser claramente negativa. Business as usual, como dicen en Estados Unidos. Y como más de una vez lo advirtiera Noam Chomsky, Obama profundiza la línea seguida por la Administración de George W. Bush actuando de acuerdo con las enseñanzas de Theodore Roosevelt que aconsejaba “hablar en voz baja, pero traer un gran garrote”. Para Kerry el modelo a seguir en materia de relaciones hemisféricas es el que la Casa Blanca cultiva con Colombia. El hecho de que este país sea considerado como el mayor violador serial de los derechos humanos en los últimos tiempos debe ser un dato nimio para el sucesor de Hillary Clinton. Tanto es así que, olvidándose del frondoso prontuario depositado en los Archivos Nacionales de Washington, se deshizo en elogios al narcopolítico Alvaro Uribe y su exitosa campaña de “seguridad democrática”, construida sobre el asesinato en masa de más de tres mil jóvenes en lo que en Colombia se conoce como el crimen de los “falsos positivos”. Refiriéndose a Venezuela, y a otros países “atípicos” (así calificados porque no cooperan con los nobles esfuerzos de Washington), el futuro secretario de Estado afirmó que “puede haber una oportunidad para la transición allí”. Entendámonos: cuando un alto funcionario de Washington habla de “transición”, a lo que se refiere es a “cambio de régimen” o, más prosaicamente, “golpe de Estado”. Y eso es lo que están desaforadamente impulsando la NED, la CIA, la Usaid y toda la parafernalia de (aparentemente inocentes) ONG que actúan como fachadas altruistas de los siniestros intereses de Wa-shington. En fin, lo que dijo Kerry es que hará lo que la Casa Blanca siempre hizo y continuará haciendo. Tal como lo planteamos en América latina en la Geopolítica del Imperialismo y, antes, en un libro que es una suerte de prefacio y que lleva por título El lado oscuro del imperio, la política del imperialismo puede variar sus apariencias pero es invariante en su esencia. Y su esencia es el saqueo, el pillaje, la superexplotación, la opresión nacional. Como lo recordaba la gran Violeta Parra en “La carta”, una de sus más hermosas canciones: “Yo pido que se propague por toda la población que el león es un sanguinario en toda generación”. En efecto, el imperio es sanguinario en toda generación. Pensar que puede actuar de otra manera sería incurrir en una pasmosa ingenuidad. Lamentable involución la de este Kerry: pasó de sus valientes denuncias sobre los brutales crímenes perpetrados por la soldadesca yanqui en Vietnam a esta capitulación en toda la línea. Como un mal vino, envasado en peor barrica, el hombre envejeció mal, y un oportuno casamiento con la multimillonaria heredera de la salsa ketchup Heinz terminó por evaporar su juvenil radicalismo convirtiéndolo en un reaccionario que erige a Colombia, con sus cuatro millones de desplazados por la guerra; con su narcopolítica; con sus “falsos positivos”; con sus asesinatos de dirigentes sociales, políticos, sindicales y sus periodistas; con su desenfreno paramilitarista y sus siete bases militares norteamericanas en el modelo a emular por los países del área. La verdad, Kerry envejeció muy mal. Por suerte hay otros que ya eran buenos, pero que con el paso del tiempo se volvieron aún mejores: Fidel, Raúl, Chomsky, González Casanova, Alfonso Sastre, entre tantos otros. No todo está perdido.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-212633-2013-01-26.html
Compartir esta noticia:
No hay comentarios:
Publicar un comentario