La rivalidad soterrada entre Rusia, China y los EE.UU. ha comenzado a aflorar en Tayikistán, enmarcada en el telón de fondo de las incertidumbres para la seguridad y estabilidad de la región respecto al período posterior a 2014. Tras meses o años de discretas negociaciones, los rusos están empezando a mostrar públicamente la exasperación que les causa el poco entusiasmo de Tayikistán por renovar el acuerdo de préstamo de su base militar.
Por otra parte, el enredo ruso-tayiko es algo más que una discusión de familia, pues viene a subrayar la compleja situación geopolítica del periodo post 2014 en Asia Central, momento en el cual las tropas occidentales se habrán retirado ya de Afganistán, aunque los EE.UU. todavía esperan mantener bases permanentes en la región.
Aún cuando las intenciones estadounidenses de expandir sus bases estratégicas en Asia Central no resultaban ningún secreto para Moscú, China constituye ahora un nuevo factor que contribuye inadvertidamente a erosionar la influencia rusa en la región.
Abandonándolos a los lobos
Rusia dispone en Tayikistán de los más de 6.000 soldados de su 201ª División de Infantería Motorizada, distribuidos entre los tres acuartelamientos de Dushanbe, Kurgan-Tube y Kulyab.
La actual pugna gira en torno a la renovación del derecho ruso de establecer bases en Tayikistán, derecho que expira en 2014. La base tayika es un elemento crucial del sistema de seguridad ruso en la región del Asia Central; es el puntal que permitiría a los rusos poder intervenir en Afganistán en un futuro. Dushanbe afirma que la base ya no puede ser cedida gratuitamente (Rusia deberá pagar un alquiler), y, en segundo lugar, dicho préstamo será renovado sólo por un período de otros diez años.
No resulta sorprendente que a Moscú le indigne que Dushanbe imponga condición alguna, dado que el régimen tayiko es vulnerable a las consecuencias de lo que pueda ocurrir en Afganistán y no puede arreglárselas sin la protección de las tropas rusas. A ojos de los rusos, lo que ellos perciben como intransigencia por parte de Dushanbe les parece doblemente ilógico, pues la economía tayika es altamente vulnerable. Las remesas de dinero del millón y medio de trabajadores inmigrantes tayikos en Rusia suponen una cifra que podría llegar a ser la mitad del producto interior bruto de Tayikistán.
A Rusia también le irrita que el gobierno tayiko se esté comportando de una forma poco clara, pues ya se había acordado, en una reunión celebrada en Moscú el pasado mes de septiembre entre el entonces presidente ruso Dmitryi Medvedev y su colega tayiko Emomali Rahmon, trabajar en un acuerdo de préstamo por 49 años que sería cerrado a comienzos del presente año.
En cualquier caso, la explicación rusa es que todo esto es atribuible a la cultura de bazar de Dushambe. “Por lo visto, alguien de ese empobrecido y extremadamente corrupto país está decidido a ganar dinero fácil, que podría venir de Moscú o de Washington en función de quién pague mejor por el derecho a establecer una base militar en Tayikistán,” escribió Alexander Jramchinkhin, director del Instituto de Análisis Político y Militar de Moscú, en un comentario publicado por la agencia rusa de noticias Novosti.
Son palabras duras, en especial si tenemos en cuenta que los dirigentes centroasiáticos son muy sensibles a las críticas personales. Jramchikhin prosigue ridiculizando las ideas de los dirigentes tayikos acerca del “potencial ilimitado de las fuerzas armadas estadounidenses”, en un momento en que los EE.UU. están en inexorable retirada en Afganistán y en Asia Central. También advirtió que los talibanes “casi con toda certeza volverán al poder” en Afganistán, con el apoyo el ejército pakistaní, o “quizás incluso con la participación directa” de éste, una vez se hayan retirado las tropas estadounidenses y de la OTAN. Argumentó también que:
Así, no tiene ningún sentido esperar recibir la protección estadounidense. Resulta absurdo presumir que los americanos llegarán al extremo de derramar la sangre de sus soldados para acudir en ayuda de [el presidente uzbeko Islam] Karimov o Rakhmon. Es por lo tanto evidente que si las tropas rusas se retiran de Tayikistán, eso le creará un problema a Tayikistán, no a Rusia.
Evidentemente, Moscú encuentra inaceptable que los EE.UU. estén negociando en secreto acuerdos con Uzbekistán, Kirgizistán y Tayikistán para el establecimiento de bases. Mientras tanto, comienzan a aparecer informes de que Dushanbe podría ofrecer la base aérea de Ayni a los EE.UU. El viernes, un alto cargo del Comité del Senado de relaciones exteriores, Dan Burton, en visita a Dushanbe, dijo tras una reunión con Rahmon que Washington estaba considerando a Tayikistán como una posible base para el período post-2014 debido a que es el país con una más extensa frontera con Afganistán. Burton prometió que los EE.UU. incrementarían en 2014 su ayuda militar a Tayikistán. También afirmó que dicho país “es clave para los asuntos de la región” y que su papel es muy importante para asegurar la seguridad de la región.
Las cosas parecen haber llegado a un punto de máxima tensión cuando, en una reunión del Consejo de Ministros de Defensa de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) celebrada en Kaliningrado el pasado miércoles, el ministro de defensa tayiko Sherali Jairulloyev declaró sin ruborizarse que era necesario entablar nuevas negociaciones sobre las bases rusas. Afirmó no haber visto aún el borrador de los rusos para el acuerdo de préstamo (el cual había sido entregado hacía bastante tiempo) y que Tayikistán estaba preparando un borrador propio para negociarlo en detalle con Moscú.
El jefe del Estado Mayor General ruso, general Nikolai Makarov, ha afirmado que Moscú no asignará más fondos al desarrollo de la base de Takiyistán a no ser que se negocie un nuevo acuerdo.
Moscú se ha permitido llevar las cosas hasta un extremo, al contenerse cuando estaba a punto de amenazar con retirar a sus tropas de Tayikistán y dejar a ese país a merced de los lobos. Pero Moscú no está seguro de cuáles son las intenciones tayikas, de si Dushanbe está preparando el terreno para deshacerse de la presencia militar rusa.
El dilema ruso radica en que no pueden poner en cuestión la prerrogativa soberana de Tayikistán de decidir acerca de lo que más le conviene. En segundo lugar, Moscú no puede decirle a Tayikistán que no trate con los EE.UU., dado que la misma Rusia acordó recientemente permitir a los EE.UU. y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte emplear como nódulo de tránsito la base aérea de Ulianovsk, en el Volga. En tercer lugar, Moscú no puede insistir en que Tayikistán le siga concediendo bases gratis ahora que Kirgizistán está insistiendo en cobrar un alquiler por la base estadounidenses de Manas.
Bailando con dragones
Las autoridades rusas han intentado amedrentar a los tayikos con el espectro del apocalipsis que podría sobrevenir tras un resurgir talibán en Afganistán, subrayando además que sólo Rusia podría intervenir como salvador de Tayikistán. Pero no es probable que los tayikos se sientan impresionados. Saben que Rusia es muy reticente a abandonar la base, pues de hacerlo abandonarían el tablero de ajedrez afgano. Aparte de eso, según la estimación de los tayikos, hay otros que también podrían proporcionarles seguridad para cuando vengan tiempos difíciles.
China es, hoy en día, tan garante de la seguridad y de la estabilidad de Asia Central como podría serlo Rusia. Beijing tiene grandes planes para los recursos naturales de Afganistán, y Tayikistán es la puerta de entrada de la ruta hacia China que iría desde Afganistán a Sinkiang.
China está construyendo enlaces ferroviarios vía Tayikistán para conectar Afganistán con Sinkiang. Recientemente se han entablado conversaciones entre Beijing y Kabul para la construcción de un oleoducto de tránsito a través del norte de Afganistán, el cual podría interconectarse con el enorme oleoducto de Asia Central que China ha construido entre Turkmenistán y Sinkiang.
El gobierno afgano otorgó la primera concesión de la cuenca del Amu Daria a la empresa china CNPC. La compañía china está llevando a cabo en la actualidad mediciones de campo y mediciones de pozos ya existentes, así como servicios de licitación. Se ha comprometido a producir al menos 150.000 barriles de petróleo en 2012.
También se espera de China que participe en el concurso de concesiones petrolíferas en la región fronteriza afgano-tayika, que Kabul está ultimando en este momento. Beijing está ansioso por incrementar los ingresos de Sinkiang, para lo que desarrollar los recursos de Afganistán e importarlos vía Tayikistán acelerará el desarrollo económico de la región occidental de China.
De hecho, Metalúrgica China ganó un contrato para la explotación minera del yacimiento cuprífero de Aynak, Afganistán, al ofrecer una inversión de 2.900 millones de dólares, lo que superaba aplastantemente a la segunda puja más alta por más de un 70%. La oferta incluía la construcción de una línea ferroviaria de hasta 800 Km., una planta eléctrica de 400 megavatios, una mina de carbón para alimentarla y una fundidora para el cobre.
Simple y llanamente, China tiene elevados intereses en la geopolítica de la región, y en particular en la seguridad y estabilidad de Tayikistán, que se ha convertido en una prioridad para Beijing. No resulta sorprendente que China haya incrementado su cooperación militar con Tayikistán durante los últimos años: el último visitante llegado desde China fue Chen Bingde, jefe del Estado Mayor General del Ejército de Liberación Popular.
Durante su reunión con el ministro de defensa tayiko Jayrulloyev, celebrada el pasado 6 de junio en Dushanbe, Chen afirmó que en general, el desarrollo de las relaciones China-Tayikistán habían venido a apoyar “el progreso continuado” de los vínculos entre los ejércitos de ambos países. Se atribuye a Chen haber comentado que “la parte china está dispuesta a realizar esfuerzos conjuntos con Tayikistán para elevar en diversos campos y a nuevos niveles los intercambios prácticos y la cooperación entre las dos fuerzas armadas”.
La visita de Chen coincidió con el ejercicio militar SCO “Misión de Paz 2012” que tuvo lugar en Jujand, Tayikistán, el mes pasado. Un contingente chino de 369 soldados, entre los que se incluían tropas de la aviación del ejército, tomó parte en las maniobras. El diario del ELP afirmó que el ejercicio “tendría un significado de gran alcance” para “tener a raya a las tres fuerzas (terrorismo, separatismo y extremismo) y mantener la paz y la estabilidad regionales”.
También durante la cumbre de la SCO celebrada durante el mes pasado en Beijing, Rahmon realizó una visita de una semana de duración a China, siendo recibido con todos los honores. Según la declaración oficial tayika, se firmaron diversos acuerdos durante la visita, en forma de préstamos y subvenciones chinas y asistencia técnica por un valor total de aproximadamente 1.000 millones de dólares. La declaración afirmaba que:
Diez nuevos instrumentos de cooperación interestatal, inter gubernamental e inter agencia en campos tales como energía, industria, construcción de carreteras, geología, agricultura, sector bancario, comunicaciones de televisión y radio, y otras industrias, fueron firmados en presencia del Presidente. Se alcanzaron diversos acuerdos entre empresas públicas y privadas de China y sus homólogos de Tayikistán.
China construirá una gran planta productora de cemento, de una capacidad de producción de 3 millones de toneladas al año y un coste estimado de 600 millones de dólares en la región de Shahritus, en Tayikistán del sur. La primera fase de la planta, con una capacidad de producción de un millón de toneladas, entrará en servicio el año próximo.
Las autoridades tayikas son conscientes que China ha superado en mucho a los otros agentes externos a la hora de realizar inversiones en Tayikistán. Dushanbe ha correspondido a las buenas intenciones de Beijing, ultimando el año pasado un acuerdo que ponía fin a su contencioso fronterizo con China.
En pocas palabras, los expertos rusos han despertado tarde a la realidad de que el terreno bajo sus pies en Tayikistán ha cambiado de forma radical en los últimos años. En el artículo de Novosti, Jaramchikhin reconocía que tal vez las autoridades tayikas habrían “optado por la protección de Beijing”. Y concluía:
Esto señalaría el pitido de inicio de un nuevo partido de fútbol y de una nueva realidad geopolítica. El politólogo chino Wu Sezhi afirmó dos años atrás que “la creación de la SCO coincide con los intereses políticos y económicos de China en el Asia Central, y aumenta su influencia sobre las repúblicas ex–soviéticas. Su papel en tanto que sujetos de la estrategia geopolítica de los Estados Unidos y Rusia está en disminución, y comienzan a mostrar una creciente confianza en China.
Resulta evidente que la rivalidad entre Rusia y China en Asia Central no sólo es inevitable, sino que ya ha comenzado.
Recuperando el terreno
Bajo la óptica de Moscú, viene a ser una píldora muy amarga ver como su hermano pequeño se aleja en compañía de amistades poco claras. Aún así, la política china en la región no está motivada por animadversión alguna hacia Rusia; por el contrario, su leitmotiv sería mantener a los EE.UU. alejados de Asia Central, algo en lo que convergen los intereses de China y de Rusia. No obstante, Beijing no considera que Asia Central sea la “esfera de influencia” exclusiva de Rusia, por lo que está extendiendo con firmeza en sus intereses y de paso, paradójicamente, aumentando la autonomía estratégica de tales países con respecto a Moscú.
China tiene poderosos motivaciones para invertir en Asia Central, región que forma parte de su entorno inmediato. Ni Rusia ni los EE.UU. pueden llegar a igualar el volumen de inversiones chino o su interés en forjar empresas conjuntas en múltiples ámbitos con los estados del Asia Central. De igual forma, Rusia y los EE.UU. no pueden enfrentarse al “poder en la sombra” de China, el cual es discreto y tranquilo, pero también letal. La cuestión es que China puede aportar mucho más que Rusia y que los EE.UU., y ello sin necesitar recibir nada a cambio de forma inmediata, al contrario que sus competidores, que desean recibir beneficios a cambio de sus inversiones.
Así, China se halla bien situada para hacer frente de forma óptima a las crecientes aspiraciones nacionales de los estados del Asia Central. Por su parte, los EE.UU. como mucho pueden ofrecer una relación de tipo transaccional, mientras que la participación rusa se mantiene episódica, entremezclada con inesperados períodos de benigna negligencia.
Por lo tanto, no debe esperarse que China se mantenga fuera de Tayikistán en deferencia a las susceptibilidades de Rusia. Resulta concebible que el escenario post-2014 en Afganistán tan sólo impulsará a China a acelerar su compromiso en Tayikistán en el campo de la seguridad y de la cooperación militar.
La única opción política realista para Rusia será seguir los pasos de los chinos y ajustar sus propias políticas a la curva ascendente de nacionalismo de la región del Asia Central. Las autoridades de Asia Central –y no únicamente Rahmon- han aprendido muy bien a definir sus intereses personales y los intereses nacionales de su propio país, y hoy por hoy son lo bastante expertos en la dirección de sus respectivos estados como para determinar qué pueden sacar de sus tratos con las potencias extranjeras.
Las políticas rusas, por otra parte, han permanecido ancladas en tiempos pasados. Ha ido a topar con el viento contrario del nacionalismo tayiko. Este último no había sido una fuerza política predominante durante la última década, pero ha habido muchos factores que han contribuido a su resurgir y a hacerlo cada vez más atractivo, como lo había sido durante los últimos días de la era soviética y los primeros de la independencia.
El principal motivo de todo esto es la política activa de búsqueda de la hegemonía llevada a cabo por Uzbekistán, las cuales humillan sin cesar la distintiva identidad tayika y sus antiguos orígenes centroasiáticos. Los nacionalistas tayikos han sostenido siempre que Moscú discriminaba abiertamente a los takiyos para favorecer a los uzbekos.
Los tayikos también consideran que sus vecinos del Asia Central han estado explotando sus materias primas. El último punto, pero no por ello el menos importante, es el hecho de que en una época de gran fluidez, tanto internamente (en un momento en que las redes patrón-cliente están de nuevo en auge) como externamente (cuando la retirada de Afganistán en 2014 se perfila en el horizonte) no deja de resultar natural que los dirigentes se inclinen por jugar con los sentimientos nacionalistas para así reforzar su posición.
Además, durante los últimos tiempos la atención de Dushanbe ha ido derivando hacia los EE.UU, que está tratando de recuperar terreno respecto al coloso chino. Pero necesitarán tiempo para evaluar la reciente oleada de interés de Washington, para luego reequilibrar sus vínculos y así poder sacar el mayor beneficio posible tanto de China como de los EE.UU.
Es altamente posible que Tayikistán opte por renovar la cesión de la base rusa sobre nuevas condiciones. Pero también se habrá desplazado a la órbita china, gracias a los generosos préstamos blandos sin condiciones impuestas (no string loans) de Beijing, los cuales necesitan desesperadamente para el desarrollo, a su apoyo militar y a la avalancha de inversiones procedentes de firmas chinas.
Tayikistán está en proceso de convertirse en un “estado pivote” en el telón de fondo del Afganistán post-2014: tradicionalmente cercano a Moscú, ahora estaría acercándose más a China, al tiempo que tantea el posible efecto de equilibrio que podría conseguir de un acuerdo con los EE.UU. Los tayikos son sin duda conscientes de que Rusia podría volver a ser una superpotencia, y que los EE.UU siguen siendo una superpotencia; pero también saben que China es la única superpotencia que reside en la zona.
El Embajador M K Bhadrakumar fue miembro de la carrera diplomática, formando parte del Servicio de Exteriores Indio. Sus destinos incluyeron la Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Central_Asia/NG11Ag01.html
Artículo traducido del inglés por Javier Romero
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