los fondos del Estado sólo alcanzarían para pagar sueldos y pensiones
hasta el mes de octubre. En un acto de completa sumisión, el gobierno
prometió cumplir a rajatabla con el FMI, el Banco Central Europeo y la
Comisión Europea, ordenando la reducción en un 10% de los planteles de
151 empresas con participación estatal además de un impuesto sobre la
propiedad inmobiliaria y la anulación de un mes de salario a todos los
cargos políticos electos “desde el jefe de estado hasta los alcaldes”.
Con estas medidas se abren las puertas a que los funcionarios de la UE y
el FMI retornen a Atenas esta semana. Si evalúan que Grecia está
haciendo sus deberes correctamente, entregarían el sexto tramo del plan
de “rescate” aprobado en mayo de 2010. Sin embargo el semanario alemán
Der Spiegel dejó filtrar que la pregunta que se hacen las autoridades
alemanas no es ya cómo evitar el default griego sino qué medidas tomar
cuando suceda. La posibilidad de una remake de un escenario al estilo
Lehman Brothers, no sólo está sitiando a Alemania sino que amenaza a
toda Europa, a Estados Unidos, a China, a los denominados BRICS1 y al
conjunto de la economía mundial. Berlín estaría preparando desde la
semana pasada un plan de rescate para sus bancos y aseguradoras además
de la apertura de líneas de crédito para los países que no puedan
recaudar capital en los mercados financieros frente a una eventual
cesación de pagos de Grecia. La crisis de la zona euro comenzó esta
nueva escalada a escasas horas de la renuncia del alemán Jürgen Stark,
economista jefe del BCE, al Consejo Ejecutivo de ese organismo por su
oposición a la política del banco, presidido por Jean Claude Trichet, de
continuar adquiriendo bonos soberanos de las deudas de España e Italia
además de la griega. Estos factores combinados con las escasas
expectativas que generó el anuncio de Obama de un plan de estímulo
cercano a los 400.000 millones de dólares, la profundización de las
tendencias recesivas tanto en Estados Unidos como en Europa y la amenaza
de una crisis bancaria, están en la base del lunes negro con el que
comenzó la semana.
Alemania y el Banco Central Europeo
La renuncia de Jürgen Stark es la expresión de la existencia de
profundas contradicciones tanto al interior de Alemania como de la
Eurozona. La continuidad de la crisis del euro y el fracaso de los
onerosos y mal llamados planes de “rescate” a los países de la zona
acosados por deudas impagables, que son en realidad intentos de
salvataje de los bancos alemanes, vienen generando un progresivo
debilitamiento de la coalición de gobierno de Ángela Merkel (Unión
Demócrata Cristiana de Alemania-CDU) que ya salió derrotada en 6 de las 7
elecciones estaduales previstas para este año. El retroceso está
profundizando la debacle de su socio de gobierno, el Partido Liberal
(FDP), a la vez que avanza el Partido Socialdemócrata y Los Verdes se
consolidan como tercera fuerza política. Esta situación está generando
múltiples tensiones tanto entre los distintos partidos como al interior
de la coalición de gobierno. Ya había salido a luz la disputa entre el
Partido Socialdemócrata y Los Verdes que promueven la implementación de
un plan de eurobonos2 y la negativa de Merkel para llevarlo a cabo ya
que implicaría para Alemania compartir una parte creciente de los costos
de la deuda. Por su parte el partido de gobierno del estado de Babiera,
sección hermana de la CDU, promueve la expulsión de Grecia de la zona
euro, política a la que Merkel se opone. La renuncia de Stark es un
salto en la situación dado que expresa tanto tensiones al interior del
propio gabinete alemán como divisiones al interior del Banco Central
Europeo por primera vez desde la creación del euro, relativas a cómo
conducir la unión monetaria. La cuestión de fondo es una contradicción
latente entre las políticas neoliberales en curso en Europa que implican
furiosos ajustes recesivos y políticas fiscales y monetarias
contractivas de un lado y la necesidad de salvar a los bancos de los
países centrales de la zona como Alemania fundamentalmente (pero también
Francia), al euro y a la Euro Zona, del otro.
Default parcial encubierto
Desde mediados de 2010, el BCE viene operando en el mercado
secundario adquiriendo bonos devaluados de las deudas de los países que
se acogieron a planes de “rescate” como Grecia, Portugal e Irlanda. A
consecuencia de que el segundo plan de “rescate” a Grecia decidido en
julio pasado que incluía la ampliación del Fondo de Estabilidad
Financiera nunca fue implementado, el mecanismo del BCE que cubre
defaults parciales de las deudas soberanas, se amplió durante agosto de
este año a la compra de bonos de deuda de Italia y España. De este modo
evitaron que el ataque especulativo indujera a la cesación de pagos a
las que son respectivamente la tercera y cuarta economías de la zona
euro, cuestión que habría implicado el hundimiento de la moneda y la
ruptura de la Eurozona. Tanto el ex economista jefe del BCE, uno de los
más destacados halcones de la política antiinflacionista, como el
presidente del Bundersbank3, estuvieron entre los principales opositores
a esta política que implica por una vía distinta del mecanismo del
“eurobono” compartir en cierto modo los riesgos financieros de los 17
países de la zona y una financiación indirecta de los países en estado
más crítico. Además esta medida en la que el BCE ya lleva gastados
aproximadamente 120.000 millones de euros, implica de una manera
encubierta un relativo abandono de las políticas monetarias contractivas
ya que los bonos devaluados se adquieren con emisión monetaria.
Representa una versión muy limitada pero versión al fin de la política
norteamericana de relajación cuantitativa mediante la cual la Reserva
Federal adquiere en el mercado secundario (esto es, no directamente al
emisor) Bonos del Tesoro mediante la emisión de dólares, medida que en
la medida en que devalúa la moneda norteamericana opera también a modo
de default parcial encubierto. Los halcones alemanes que se opusieron
junto a los representantes de Holanda y Austria en el BCE, consideran
que esta política pone en juego tanto la credibilidad del Banco como al
euro en la medida en que vulnera el mandato de vigilar la inflación y
suaviza el principal aliciente para que los países en estado crítico
lleven a cabo los brutales ajustes a los que se los ha condenado.
La política oscilante de Merkel, la Unión Europea y la economía mundial
Si bien tanto Merkel como su Ministro de Hacienda Wolfang Schäuble
aseguraron en 2010, cuando estalló en Grecia la crisis de la deuda, que
Alemania no la “rescataría”, han ido cediendo posiciones a la vez que
impusieron la línea de exigir durísimos ajustes a los países “salvados”.
Alemania y la coalición de gobierno, están presas de una contradicción.
Por un lado dejarían caer con gusto a Grecia y al resto de los PIIG’S a
los cuales Alemania fagocitó durante la última década y cuyo “rescate”
podría costarle una derrota electoral a Merkel. Pero por el otro, en la
zona euro se juega el destino de sus bancos y la Unión Europea en su
conjunto constituye el principal destino de sus exportaciones. Esta
situación es la que está en la base de las oscilaciones de Merkel y la
coalición de gobierno que a la vez que ceden en la implementación de
paquetes de “rescate” e intentan avanzar en una mayor colonización de
los países periféricos de la zona, van absorbiendo una cada vez mayor
crisis política interna. La contradicción que recorre al gabinete
alemán, a todos los partidos y se filtra hacia las instituciones tanto
de la zona euro como de la Unión Europea, se está convirtiendo en un
factor de amenaza para toda la economía mundial. El efecto contagio de
una eventual bancarrota ya empezó a sentirse con una conmoción en Italia
cuyos bonos de deuda a 5 años llegaron a pagar el mayor diferencial con
los bonos alemanes desde la introducción del euro y un temblor de la
banca francesa donde dos de sus principales entidades sufrieron una
rebaja de calificación por parte de la agencia Moody’s que reincidió en
sus amenazas sobre la deuda soberana del país. Las caídas bursátiles
están afectando violentamente a las acciones de los bancos con fuertes
acreencias en los países en zona de riesgo. Este es el caso de Francia
cuyo sistema financiero tiene una exposición a la deuda pública y
privada griega superior a los 40.000 millones de dólares y el contagio
va a seguir mucho más allá de Europa. Es por ello que el secretario del
Tesoro de los Estados Unidos, Timothy Geitner, anunció que participará
esta semana en la reunión de los 27 Ministros de Finanzas de la Unión
Europea y China que posee alrededor de un cuarto de sus gigantescas
reservas en euros estaría en tratativas para nuevas adquisiciones de
títulos de las deudas soberanas de los países europeos en estado
crítico. Hasta el conjunto de los BRICS anunciaron que se reunirán ¡En
Washington! para discutir un cambio en sus carteras de títulos mediante
la posible adquisición de bonos de las deudas de los países europeos.
Desde Bruselas, el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso,
acaba de dejar en claro frente al pleno del Parlamento europeo, que
apoya un plan de emisión de Eurobonos solicitando un “impulso
federalista” a los 27 y en especial a los miembros de la zona euro. Como
sabe que es improbable que este plan se haga efectivo, pide la
ratificación por parte de los gobiernos de la eurozona de las decisiones
tomadas por los jefes de Estado y de gobierno el 21 de julio. Esto
significa que cada país apruebe la ampliación del Fondo de Estabilidad
Financiera que teniendo en cuenta la oposición del parlamento finlandés,
austríaco y la probable oposición del parlamento alemán, es difícil que
suceda. En tanto estas vías son de muy difícil efectivización al menos
en el corto plazo, es probable que continúe la intervención del BCE que
resulta menos conflictiva y para lo cuál Alemania ya tendría como
reemplazante de Stark a un candidato para el BCE que no se opone a la
adquisición de bonos. Lo que muestra el conjunto de la situación es que
la profundidad de la crisis económica internacional genera nuevas
contradicciones políticas que hacen cada vez más difícil todo intento de
blindaje frente a una posible repetición de un escenario al estilo del
de fines de 2008 y que mientras se aplican medidas que resultan cada vez
menos efectivas, la tendencias recesivas avanzan tanto en Europa como
en Estados Unidos, la inestabilidad financiera no se detiene y mientras
tanto pende como una espada de Damocles el riesgo de una crisis bancaria a ambos lados del Atlántico.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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