martes, 16 de agosto de 2011

Susan George: Sobre la crisis europea.







Rebelion. "Acabemos con el control financiero en la gobernanza europea"















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Europa
:: El capitalismo devasta Europa





td class='fecha'>16-08-2011
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Entrevista con Susan George

"Acabemos con el control financiero en la gobernanza europea"




TNI








La crisis europea es señal evidente de que hay que librarse de la

camisa de fuerza económica impuesta por el Tratado de Lisboa, el

Banco Central Europeo y el poderoso sector financiero.





Usted se dio a conocer por su trabajo sobre la crisis de la

deuda en los años ochenta y noventa. La de entonces, era una

crisis de los llamados países en desarrollo, pero ahora parece

que está afectando principalmente a los países desarrollados.

¿Cómo lo explica?






Las causas de la crisis de la deuda en los países del Tercer Mundo

no eran las mismas que las de ahora. En los años setenta, gran parte

del dinero de los préstamos se destinó a armamento, al gasto de las

clases medias y altas en importaciones de productos de lujo, al

creciente precio del petróleo y a proyectos de desarrollo

mastodónticos; es decir, fue un gasto improductivo. Además, los

Estados Unidos aumentaron de repente los tipos de interés, de forma

totalmente unilateral, en 1981.





John Perkins, en su libro Confesiones de un gángster económico,

afirma que se desplegó una política deliberada para endeudar y

controlar a las economías en desarrollo. Se trata de su testimonio

personal, que se debería corroborar con otras evidencias, pero

sabemos sin duda que los países más ricos utilizaron la deuda para

conseguir precisamente eso: imponer las condiciones de los Estados

Unidos y de otros países acreedores, por las que se obligó a los

países en desarrollo a entrar en la economía mundial en términos muy

desfavorables.





La gran causa de la actual crisis de la deuda europea es que los

Gobiernos han asumido las deudas de bancos privados, que estallaron

con la crisis financiera. El caso más evidente es el de Irlanda, que

asumió la responsabilidad de todo lo que debían sus bancos, pero lo

mismo sucede con todos los países que están ahora en dificultades.





La idea de cero deuda nacional es una total fantasía.





De hecho, la deuda de la mayoría de países europeos es bastante

modesta. A principios de este año, España sólo debía el 55 por

ciento de su PIB. Incluso el estricto Tratado de Maastricht dice que

un 60 por ciento está bien. Italia y Bélgica, por ejemplo, están muy

por encima del 100 por ciento. Pero muchos países donde se está

predicando el mensaje de la austeridad, como Francia, no tienen

ningún problema.





La gente tiende a pensar –y es lo que los medios le dicen que

piense– que la deuda de un hogar es lo mismo que la deuda de un

país. Pero no es así. Una familia no puede vivir mucho tiempo por

encima de sus medios, pero lo países, especialmente en la era

moderna, siempre lo han hecho. Los Estados Unidos no han estado

libres de deuda desde el siglo XIX. La idea de cero deuda nacional

es una total fantasía.





Evidentemente, lo mejor es que, si pides un préstamo, lo inviertas

de forma productiva. Y si tienes demasiada deuda, acabas pagando

demasiados intereses a los prestamistas. Pero la 'deuda soberana',

como se llama, no debería de ser un problema.





¿Cuáles cree que serán las consecuencias de estas políticas?





Las políticas europeas hasta la fecha están siendo desastrosas.

Están aplicando los llamados 'remedios' que se impusieron a los

países en desarrollo en los años ochenta, en lo que ahora se conoce

como 'la década perdida del desarrollo'. Los programas de austeridad

que se están imponiendo a Grecia, Irlanda o Portugal están

directamente sacados del manual neoliberal de los programas de

ajuste estructural, punto por punto y coma por coma.





El resultado es una feroz contracción de esas economías, hasta un

punto sin precedentes. Cuando se impusieron medidas como las

privatizaciones, los recortes salariales y la eliminación del gasto

social en países realmente pobres como Níger, éstas se tradujeron en

una hambruna y en muchísimas muertes. En Europa, tenemos algo más de

margen, contamos con algunos cojines. Pero la economía griega ya se

ha reducido en más de un 5 por ciento este año, el desempleo se ha

disparado, los pequeños comercios se están hundiendo y se está

privatizando absolutamente todo.





Cuando se impusieron medidas como las privatizaciones, los recortes

salariales y la eliminación del gasto social en países realmente

pobres como Níger, éstas se tradujeron en una hambruna y en

muchísimas muertes.





Es una política criminal concebida para empujar a los trabajadores

al siglo XIX, para deshacerse de los beneficios sociales por los que

la gente luchó durante muchas generaciones. Como siempre, los ricos

se escaparán y el capital internacional vivirá días de gloria con

las oportunidades que ofrecen las privatizaciones. La gente

corriente está pagando el doble por la crisis financiera: primero

para rescatar a los bancos y, ahora, para sacrificar y arruinar a

sus propios países y medios de vida.





¿Qué respondería a aquellos que dicen que la culpa es de

Grecia y de su incapacidad para controlar las finanzas públicas?





La gente dice que los griegos no pagan impuestos. Y así es en el

caso de los ricos, que tienen mucho dinero en Chipre, un paraíso

fiscal muy conveniente. Según los datos de una sociedad financiera

suiza, sólo el 1 por ciento del dinero griego depositado en bancos

suizos se declara en Grecia, y sólo el 3 por ciento en el caso de

Francia. Los griegos no están jugando en solitario. Grecia también

ha mantenido un presupuesto militar relativamente alto. Incluso

cuando Turquía –supuestamente, el enemigo– propuso una reducción

conjunta del gasto militar, los griegos se mostraron en contra.





La iglesia ortodoxa griega, principal propietaria de tierras y

bienes inmuebles del país, paga cero impuestos, lo cual no tiene

ningún sentido. Hay también una gran economía sumergida. Y cuando el

partido PASOK llegó al poder, se encontró con que sus predecesores

habían amañado las cuentas y minimizado todo lo que debía el país.





A pesar de eso, deberíamos recordar que Grecia representa un mero 2

por ciento de la economía europea. No da para justificar esta

increíble crisis o drama. Alemania y el Banco Central Europeo no

están tratando el tema como una cuestión económica de endeudamiento

e impago, sino como una obra moral en la que hay que castigar a los

griegos.





Incluso si incluimos a Portugal e Irlanda, estamos hablando de una

pequeña parte de la economía de la eurozona. Con España, las cosas

empiezan a ponerse más serias, ya que representa en torno al 11 por

ciento de la economía europea. E Italia... bueno, nadie quiere

siquiera plantearlo.





Lógicamente, la austeridad sólo empeorará las dificultades

económicas: menos ingresos fiscales, más desempleo, bajas

inversiones, una mayor economía sumergida, etcétera. Además de un

tremendo sufrimiento humano y un posible derrumbe del euro. No ha ha

habido ni un solo caso en que un país mejorara su situación con las

políticas de austeridad del FMI.





Los economistas neoliberales han conseguido eliminar toda la memoria

histórica de los años treinta, cuando se utilizaron políticas

keynesianistas para luchar contra la Gran Depresión. En lugar de

ello, nos vemos enfrentados a un enconado problema de deuda, a una

economía estrangulada por la austeridad y a ninguna esperanza de

recuperación.





¿Cree que Grecia debería haberse declarado en quiebra? ¿Qué

alternativas debería de haber seguido Grecia?





Los griegos no pueden pagar y entrarán en quiebra. Ya lo han hecho,

pero nadie lo está llamando así. Después de llevar al país al borde

del precipicio, se utilizará algún apaño para disfrazar la realidad.





Si yo hubiera sido [el primer ministro] Papandreou, habría dicho:

“no podemos pagar y no pagaremos”. Después, habría calculado qué

porcentaje de esa deuda es 'odiosa', un concepto jurídico que

equivale a ilegítima, y qué podría afrontar razonablemente el país

con el tiempo.





Después, habría declarado que Grecia no pagaría un 'x' por ciento

–digamos la mitad– de la deuda, y propondría negociar con todos los

bancos privados para determinar con qué condiciones se pagaría el

resto: con plazos de vencimiento más largos, menos tasas de interés,

etcétera. Los bancos deberían elegir entre no recibir nada o recibir

el 50 por ciento de algo. Y recordemos que no tienen un ejército,

así que no van a invadir Grecia. Y Grecia ni siquiera tendría que

salir de la zona euro porque los tratados no prevén disposiciones

para obligar a un país a abandonarla.





No podemos pagar y no pagaremos.





Está claro que las medidas provisionales no funcionarán en Irlanda

ni en Grecia. Ni siquiera estoy segura de que esa sea la idea. En

los países en desarrollo, y ahora en Europa, la deuda permite a los

acreedores ejercer una especie de colonialismo sin necesidad de

recurrir a un ejército o a una administración imperial. No es

ninguna casualidad que los latinoamericanos priorizaran devolver el

dinero al FMI en cuanto se lo pudieron permitir. Era la única forma

que tenían para poder retomar el control de sus economías.





Deberíamos recordar lo que escribió Keynes en los años veinte en su

Consecuencias económicas de la paz. Keynes advertía que Alemania no

podría pagar sus deudas de la posguerra y que eso se pagaría, nunca

mejor dicho, con el infierno. Y así fue, pero Alemania obtuvo un

acuerdo para la deuda totalmente distinto después de la Segunda

Guerra Mundial, por el que se limitaba el servicio de la deuda y el

pago de los intereses tremendamente; unas condiciones que ahora no

están dispuestos a ofrecer a Grecia.





¿Quién cree que es responsable de la crisis?





Son el sector financiero, los políticos nacionales y locales, los

políticos europeos y, por supuesto, el Tratado de Lisboa y las

estructuras del Banco Central Europeo, que mantienen a la eurozona

en una camisa de fuerza económica.





Nadie obligó a los bancos franceses y alemanes a comprar tanta deuda

griega. Los mercados financieros asumieron, sencillamente, que los

bonos griegos eran igual que los alemanes; pero ahora se han dado

cuenta de que los bonos griegos son griegos, y están decididos a

recuperar tanto dinero como sea posible a los tipos de interés más

altos que puedan, y sin tener en cuenta los costos sociales.





Y muchos Gobiernos europeos gobiernan claramente en nombre de su

sector financiero. Pero están jugando con fuego, y aún pueden hacer

saltar por los aires la eurozona, con lo que se abriría un panorama

incierto.





¿Cuáles son los problemas estructurales del euro que han

contribuido a la crisis?





Yo soy una ferviente europea, por lo que me gustaría que el euro

durara, pero ahora mismo no tenemos la maquinaria económica y social

para seguir con él. Tenemos una divisa común, pero no tenemos

políticas fiscales, económicas ni sociales comunes. En lugar de

aumentar los impuestos, los Gobiernos están compitiendo para

reducirlos, como en Irlanda, que tiene un impuesto de sociedades del

12,5 por ciento.





Tenemos un presupuesto europeo ridículo, ningún impuesto paneuropeo

y ningún impuesto sobre las transacciones financieras. Las

transacciones mundiales, sólo sobre los mercados de divisas, se

sitúan ahora en la astronómica cifra de 4.000.000.000.000 dólares al

día. Incluso aunque sólo le impusieran un gravamen de 1/10.000, se

recaudarían unos 400 millones de dólares al día. Y con ese dinero,

se podrían solucionar muchos problemas.





El obstáculo es el Banco Central Europeo, no el euro en sí.





El obstáculo es el Banco Central Europeo, no el euro en sí. El Banco

Central Europeo, BCE, no presta a los Gobiernos, sino a los bancos,

al 1 por ciento o menos. Y después, los bancos prestan a los

Gobiernos. La deuda a corto plazo de Grecia e Irlanda tiene un

estatus de 'basura', y ahora tiene un precio del 20 por ciento.





El BCE, a diferencia de otros bancos centrales, no emite eurobonos o

títulos europeos. De forma que los que gobiernan en realidad son los

bancos y las agencias de calificación de riesgos. Necesitamos

eurobonos, no sólo para desincentivar la especulación desenfrenada

contra países concretos, sino también para que Europa puede invertir

en grandes proyectos medioambientales y de infraestructuras que

ningún país puede afrontar en solitario.





¿Hay otros problemas de la gobernanza económica europea que

hayan contribuido a la crisis?





Uno de los motivos por los que luchamos tan duramente contra el

Tratado de Lisboa en Francia es que consagra la política económica

neoliberal en el corazón de Europa, y establece el marco para el

tipo de crisis a las que debemos hacer frente hoy día. Ahora, la

Comisión Europea quiere examinar los presupuestos nacionales de cada

país antes de que los voten sus respectivos parlamentos para

asegurarse de que cumplen con determinadas normas. Se trata de un

ataque directo a la democracia.





En la Comisión Europea todo se juzga en función de la

'competitividad', que lleva, entre otras cosas, a una competición

suicida entre los propios países europeos. No todo el mundo puede

ser Alemania. En la eurozona, el gasto público se sitúa aún en torno

al 50 por ciento del PIB, pero las grandes empresas y el capital

quieren hacerse con el control de todo lo que puedan. De nuevo, se

nos está arrastrando poco a poco al siglo XIX.





¿Cómo deberían responder los movimientos sociales a la crisis?

¿Qué alternativas podemos poner sobre la mesa?





Para empezar, someter a control al sector financiero, gravar las

transacciones financieras, y obligar a los Gobiernos europeos,

especialmente a los de la eurozona, a actuar de forma solidaria

entre sí.





Realizar auditorías de la deuda para determinar qué parte de ella es

'odiosa' o ilegítima.





Desarrollar un mecanismo para solventar la deuda que no esté

totalmente sesgado a favor de los acreedores.





Necesitamos eurobonos y una nueva carta para Europa, en que el BCE

sea algo más parecido a la Reserva Federal estadounidense.





Usar el bancor de Keynes como divisa para el comercio. Pero para

hablar de eso, ¡necesitaríamos otra entrevista!





Mientras tanto, estaría más que contenta con que las agencias de

calificación de riesgos fueran organismos públicos y sin ánimo de

lucro, y que sean los Gobiernos, no los bancos, los que gobiernen

para los ciudadanos y las ciudadanas.

http://www.tni.org/node/70823













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