La recesión 2.0, un breve acercamiento a las causas estructurales de la actual crisis económica
¿Como se llegó a la situación actual?
El prestigioso economista Nouriel Roubini, célebre por haber vaticinado la explosión de la burbuja inmobiliaria de EE.UU. y sus posteriores consecuencias, afirmó el domingo en un artículo publicado en el Financial Times que es imposible evitar una nueva recesión. Expresó sin embargo, que si existieran políticas extremas y coordinadas a nivel mundial de salvataje económico, que incluyeran la condonación de deudas hipotecarias y de acreedores en apuros, se podría evitar una segunda depresión económica.
En este artículo Roubini describe la actual guerra internacional de divisas. Al respecto se puede observar lo tragicómico de la actual situación económica mundial; por un lado en la prensa podemos leer sobre las pomposas reuniones de coordinación en el marco del G7 para establecer medidas que amortigüen los efectos de una recaída, y en simultaneo una lucha encarnizada de estos mismos estados para mantener la competitividad de sus exportaciones a través de la devaluación de sus monedas.
Roubini resalta algo que para la mayoría de los numerosos economistas pasa desapercibido a la hora de analizar la “crisis financiera”. Afirma en su artículo que: "todas las naciones avanzadas necesitan una moneda más débil, pero no todos podemos tenerla juntos - si una es más débil la otra tiene que ser más fuerte." A esta situación califica como un juego de suma cero, donde las ganancias de un jugador son proporcionales a las pérdidas de su oponente. Esta realidad deja en manifiesto el tremendo desequilibrio estructural en el comercio internacional, la incapacidad para lograr crecimiento en la economía real, y como consecuencia de este desequilibrio estructural, la crisis financiera generada con el crecimiento a través del endeudamiento y la extensión del crédito.
La última etapa de oro del capitalismo contemporáneo se dio a partir del final de la segunda guerra mundial y la emergencia de EE.UU. como potencia hegemónica. Esto pudo suceder debido al “New Deal“, el llamado “estado de bienestar” que daba capacidad de consumo a la población de ese país, y además, debido a la existencia de una división internacional del trabajo donde EE.UU era la potencia industrial exportadora del mundo y donde las actuales economías emergentes eran exportadoras de materia prima barata e importadoras de los productos manufacturados del norte.
¿Que sucedió? a partir de la emergencia de nuevas economías emergentes con capacidad industrial el mundo se ve inundado de producción industrial. En la actualidad hay una crisis de sobre producción manufacturada y el mundo es incapaz de absorber toda esta producción.
Este quiebre de la tradicional división internacional del trabajo, con el que el surgimiento de economías como ya en los 60 y 70 la de Japón y Corea, y luego China, India y los tigres asiáticos, le restaron una enorme competitividad a las economías industriales de Europa y EE.UU.
Cuando a finales de los 60 y comienzo de los 70 algunas economías como Alemania, Francia y Japón empiezan a salir de la devastación de la segunda guerra mundial, EE.UU. empieza a tener la competencia que antes no había tenido, e inicia así la etapa del declive de su competitividad económica industrial. En 1971 este país tiene por primera vez en todo el siglo XX un déficit comercial. Y es así como el 15 de agosto de ese año el presidente Richard Nixon decide quebrar los acuerdos de Bretton Woods y terminar con la convertibilidad dólar-oro. De ahí en adelante EE.UU. formalizaba la impresión de papel moneda sin respaldo real.
Es ese el momento que marca el inicio del largo proceso de crecimiento a través del endeudamiento, la especulación y los artilugios financieros en detrimento de la tradicional economía productiva como mecanismo de reproducción del capital.
De ahí en mas el capitalismo nunca sería igual... atrás habían quedado los viejos e idílicos conceptos de reproducción de capital a través de la generación de plusvalía tradicional. El sistema capitalista entra en una nueva fase donde las economías del primer mundo se sostienen principalmente sobre la generación de plusvalía crediticia.
Al comprender el aumento creciente de su déficit comercial, el stablishment capitalista norteamericano utiliza dos formas para sostener y aumentar sus niveles de ganancia, el crédito y los planes de flexibilización laboral y reducción de salarios para aumentar su competitividad a costa de su propia población. Esto significaría el nacimiento de un nuevo concepto implementado de la mano de Ronald Reagan y Margareth Tatcher: El neoliberalismo.
Cuando el capitalismo industrial norteamericano comprendió que su tasa de ganancia era mayor produciendo en China y las demás economías emergentes, donde podían ganar más y pagar menos salarios, las mudaron. Es así como empieza el desmantelamiento de la capacidad industrial de EE.UU... Este país dependía cada vez menos de la exportación de producción manufacturera y cada vez más del ingenio financiero, de creación ficticia de riqueza para aumentar el capital de la burguesía de ese país y sostener los niveles de consumo en su población.
La fórmula que habían utilizado era la de mantener o reducir los niveles de salario de la población y endeudarles para que mantuvieran sus niveles de consumo. Todo este esquema queda al descubierto con la explosión de la burbuja inmobiliaria que intentaron solucionarla creando una burbuja aún más grande; la deuda de los estados soberanos, todo esto a riesgo de que el esquema ponzi o piramidal sobre el que se sostiene el crecimiento ficticio de las últimas décadas se viniera abajo.
Nouriel Roubini tiene razón, detener una nueva recesión mundial resulta una misión imposible. Los rescates financieros de miles de millones de dólares y la reducción de las tasas de interés al 0% fueron los últimos esteroides que se podrían haber administrado a un paciente enfermo. La inyección de liquidez a los mercados como mecanismo de sostenimiento del sistema puede servir como un estímulo, pero no solucionan los problemas estructurales. Es por esta razón que nunca existieron los llamados “brotes verdes” de la recuperación económica.
Por otro lado, medidas serias de las que habla Roubini para evitar una depresión y sostener el funcionamiento del sistema financiero y económico mundial frente la gravedad y nivel de desequilibrio parecieran ser entre inocuas, e improbables ante un autismo ideológico. Las recetas que implementa el establishment económico internacional para la reducción del endeudamiento de los estados, no sólo es fraudulenta desde la propia lógica de la reproducción clásica del capitalismo en su primera fase de desarrollo, sino que es objetivamente insostenible. El endeudamiento público significó una enorme e incalculable transferencia de riqueza. La riqueza pública que pasa a manos de los gobiernos (a través de los impuestos) a manos de los individuos y corporaciones más ricas del mundo. Esta situación generó -y está generando todavía de manera más crítica con los recortes sociales- una agudización todavía mayor de los niveles de concentración de riqueza, lo que amenaza el propio sostenimiento del sistema. Amenaza el sostenimiento, porque el sistema capitalista depende del funcionamiento del intercambio comercial para que la economía no se dentenga, y si no existe población con capacidad de consumo el intercambio comercial se detiene. No se trata de un problema de escases sino de concentración y sobre abundancia de propiedad de recursos en pocas manos.
En el caso de la producción de casas por ejemplo, la burguesía multimillonaria no puede estimular su consumo, porque éstos no tienen necesidad de comprar casas, porque ya las tienen y de sobra, son los asalariados no propietarios quienes necesitan las viviendas, pero no tienen dinero para adquirirlas. Y si aumenta el desempleo, más se reduce el poder adquisitivo de los asalariados en su conjunto y más se agudiza la crisis como crisis de sobreproducción.
La fantasía de la reducción del déficit fiscal de EE.UU. (y también de Europa) no es más que eso, una fantasía en función de retrasar el desmoronamiento del actual ordenamiento económico internacional.
Ante los actuales esquemas del comercio internacional, sin la tradicional división internacional del trabajo, es imposible rever la situación deficitaria en los balances comerciales de estos países en relación a las economías emergentes.
No se puede esperar que los representantes de la políticas económicas de gobiernos e instituciones financieras que contribuyeron a la actual situación estén en capacidad de desandar lo que ya han andado. Tampoco se puede esperar que analistas de prensa y académicos de economía que fueron incapaces para avizorar las olas de un tsunami que se nos venía tengan la capacidad de hacer pronósticos acertados de tan siquiera el corto plazo.
La crisis actual es sistémica , y producto de serios desequilibrios y desajustes que se vienen arrastrando desde hace décadas en el funcionamiento estructural de la economía mundial. En un corto plazo veremos cuanto poco, reajustes serios y dramáticos en el ordenamiento económico internacional, y estos tendrán a su vez consecuencias políticas y sociales a nivel global.
En este artículo Roubini describe la actual guerra internacional de divisas. Al respecto se puede observar lo tragicómico de la actual situación económica mundial; por un lado en la prensa podemos leer sobre las pomposas reuniones de coordinación en el marco del G7 para establecer medidas que amortigüen los efectos de una recaída, y en simultaneo una lucha encarnizada de estos mismos estados para mantener la competitividad de sus exportaciones a través de la devaluación de sus monedas.
Roubini resalta algo que para la mayoría de los numerosos economistas pasa desapercibido a la hora de analizar la “crisis financiera”. Afirma en su artículo que: "todas las naciones avanzadas necesitan una moneda más débil, pero no todos podemos tenerla juntos - si una es más débil la otra tiene que ser más fuerte." A esta situación califica como un juego de suma cero, donde las ganancias de un jugador son proporcionales a las pérdidas de su oponente. Esta realidad deja en manifiesto el tremendo desequilibrio estructural en el comercio internacional, la incapacidad para lograr crecimiento en la economía real, y como consecuencia de este desequilibrio estructural, la crisis financiera generada con el crecimiento a través del endeudamiento y la extensión del crédito.
La última etapa de oro del capitalismo contemporáneo se dio a partir del final de la segunda guerra mundial y la emergencia de EE.UU. como potencia hegemónica. Esto pudo suceder debido al “New Deal“, el llamado “estado de bienestar” que daba capacidad de consumo a la población de ese país, y además, debido a la existencia de una división internacional del trabajo donde EE.UU era la potencia industrial exportadora del mundo y donde las actuales economías emergentes eran exportadoras de materia prima barata e importadoras de los productos manufacturados del norte.
¿Que sucedió? a partir de la emergencia de nuevas economías emergentes con capacidad industrial el mundo se ve inundado de producción industrial. En la actualidad hay una crisis de sobre producción manufacturada y el mundo es incapaz de absorber toda esta producción.
Este quiebre de la tradicional división internacional del trabajo, con el que el surgimiento de economías como ya en los 60 y 70 la de Japón y Corea, y luego China, India y los tigres asiáticos, le restaron una enorme competitividad a las economías industriales de Europa y EE.UU.
Cuando a finales de los 60 y comienzo de los 70 algunas economías como Alemania, Francia y Japón empiezan a salir de la devastación de la segunda guerra mundial, EE.UU. empieza a tener la competencia que antes no había tenido, e inicia así la etapa del declive de su competitividad económica industrial. En 1971 este país tiene por primera vez en todo el siglo XX un déficit comercial. Y es así como el 15 de agosto de ese año el presidente Richard Nixon decide quebrar los acuerdos de Bretton Woods y terminar con la convertibilidad dólar-oro. De ahí en adelante EE.UU. formalizaba la impresión de papel moneda sin respaldo real.
Es ese el momento que marca el inicio del largo proceso de crecimiento a través del endeudamiento, la especulación y los artilugios financieros en detrimento de la tradicional economía productiva como mecanismo de reproducción del capital.
De ahí en mas el capitalismo nunca sería igual... atrás habían quedado los viejos e idílicos conceptos de reproducción de capital a través de la generación de plusvalía tradicional. El sistema capitalista entra en una nueva fase donde las economías del primer mundo se sostienen principalmente sobre la generación de plusvalía crediticia.
Al comprender el aumento creciente de su déficit comercial, el stablishment capitalista norteamericano utiliza dos formas para sostener y aumentar sus niveles de ganancia, el crédito y los planes de flexibilización laboral y reducción de salarios para aumentar su competitividad a costa de su propia población. Esto significaría el nacimiento de un nuevo concepto implementado de la mano de Ronald Reagan y Margareth Tatcher: El neoliberalismo.
Cuando el capitalismo industrial norteamericano comprendió que su tasa de ganancia era mayor produciendo en China y las demás economías emergentes, donde podían ganar más y pagar menos salarios, las mudaron. Es así como empieza el desmantelamiento de la capacidad industrial de EE.UU... Este país dependía cada vez menos de la exportación de producción manufacturera y cada vez más del ingenio financiero, de creación ficticia de riqueza para aumentar el capital de la burguesía de ese país y sostener los niveles de consumo en su población.
La fórmula que habían utilizado era la de mantener o reducir los niveles de salario de la población y endeudarles para que mantuvieran sus niveles de consumo. Todo este esquema queda al descubierto con la explosión de la burbuja inmobiliaria que intentaron solucionarla creando una burbuja aún más grande; la deuda de los estados soberanos, todo esto a riesgo de que el esquema ponzi o piramidal sobre el que se sostiene el crecimiento ficticio de las últimas décadas se viniera abajo.
Nouriel Roubini tiene razón, detener una nueva recesión mundial resulta una misión imposible. Los rescates financieros de miles de millones de dólares y la reducción de las tasas de interés al 0% fueron los últimos esteroides que se podrían haber administrado a un paciente enfermo. La inyección de liquidez a los mercados como mecanismo de sostenimiento del sistema puede servir como un estímulo, pero no solucionan los problemas estructurales. Es por esta razón que nunca existieron los llamados “brotes verdes” de la recuperación económica.
Por otro lado, medidas serias de las que habla Roubini para evitar una depresión y sostener el funcionamiento del sistema financiero y económico mundial frente la gravedad y nivel de desequilibrio parecieran ser entre inocuas, e improbables ante un autismo ideológico. Las recetas que implementa el establishment económico internacional para la reducción del endeudamiento de los estados, no sólo es fraudulenta desde la propia lógica de la reproducción clásica del capitalismo en su primera fase de desarrollo, sino que es objetivamente insostenible. El endeudamiento público significó una enorme e incalculable transferencia de riqueza. La riqueza pública que pasa a manos de los gobiernos (a través de los impuestos) a manos de los individuos y corporaciones más ricas del mundo. Esta situación generó -y está generando todavía de manera más crítica con los recortes sociales- una agudización todavía mayor de los niveles de concentración de riqueza, lo que amenaza el propio sostenimiento del sistema. Amenaza el sostenimiento, porque el sistema capitalista depende del funcionamiento del intercambio comercial para que la economía no se dentenga, y si no existe población con capacidad de consumo el intercambio comercial se detiene. No se trata de un problema de escases sino de concentración y sobre abundancia de propiedad de recursos en pocas manos.
En el caso de la producción de casas por ejemplo, la burguesía multimillonaria no puede estimular su consumo, porque éstos no tienen necesidad de comprar casas, porque ya las tienen y de sobra, son los asalariados no propietarios quienes necesitan las viviendas, pero no tienen dinero para adquirirlas. Y si aumenta el desempleo, más se reduce el poder adquisitivo de los asalariados en su conjunto y más se agudiza la crisis como crisis de sobreproducción.
La fantasía de la reducción del déficit fiscal de EE.UU. (y también de Europa) no es más que eso, una fantasía en función de retrasar el desmoronamiento del actual ordenamiento económico internacional.
Ante los actuales esquemas del comercio internacional, sin la tradicional división internacional del trabajo, es imposible rever la situación deficitaria en los balances comerciales de estos países en relación a las economías emergentes.
No se puede esperar que los representantes de la políticas económicas de gobiernos e instituciones financieras que contribuyeron a la actual situación estén en capacidad de desandar lo que ya han andado. Tampoco se puede esperar que analistas de prensa y académicos de economía que fueron incapaces para avizorar las olas de un tsunami que se nos venía tengan la capacidad de hacer pronósticos acertados de tan siquiera el corto plazo.
La crisis actual es sistémica , y producto de serios desequilibrios y desajustes que se vienen arrastrando desde hace décadas en el funcionamiento estructural de la economía mundial. En un corto plazo veremos cuanto poco, reajustes serios y dramáticos en el ordenamiento económico
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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