¿Podemos evitar la recesión mundial que se aproxima?

Michael Roberts

13/02/2016

Los economistas y los medios financieros cada vez hablan más de una nueva recesión económica mundial. Hasta hace unas semanas, el punto focal de esta nueva depresión se ha situado en China. Pero, como he sostenido en una nota anterior, es poco probable que empiece por ahí. Mucho más importante para la economía mundial es la economía más grande del mundo en términos de producción nacional y poder de fuego financiero: los EE.UU..

En las últimas semanas, ha habido una serie continua de datos preocupantes en relación con la economía de Estados Unidos: caída de la producción manufacturera, débil optimismo empresarial, reducción de pedidos de bienes de capital y caída de beneficios empresariales. Y en el mundo, las agencias internacionales cada semana recortan sus pronósticos de crecimiento económica.

El último informe de estos organismos, después de los del FMI, el Banco Mundial y la OCDE, es el de Naciones Unidas. En su informe sobre las perspectivas económicas mundiales, concluye que "la economía mundial tropezó en 2015 y sólo se prevé una modesta mejora para 2016/17 en la medida en que persisten una serie de vientos cíclicos y estructurales tormentosos".

Los economistas de la ONU han rebajado su estimación final del crecimiento mundial en 2015 de 2,8% a sólo el 2,4% - hay que recordar que la media para el crecimiento global antes de la Gran Recesión fue de 4-5% anual. Naturalmente, al igual que las otras agencias, espera una mejora este año y el siguiente: "Se prevé que la economía mundial crezca un 2,9 por ciento en 2016 y un 3.2 por ciento en 2017, gracias al apoyo general de políticas fiscales menos restrictivas y de política monetarias más adecuadas a la situación en todo el mundo”. Pero cada año estas previsiones más optimistas se ven truncadas y se revisan a la baja.

La ONU también confirmó un indicador clave de la Larga Depresión, como llamo al período transcurrido desde el final de la Gran Recesión de 2008-9. Como el profesor Joseph Stiglitz ha escrito en un artículo reciente: "Por otra parte, el informe de la ONU muestra claramente que, en todo el mundo desarrollado, la inversión privada no creció como era de esperar, dada las bajísimas tasas de interés. En 17 de las 20 mayores economías desarrolladas, el crecimiento de la inversión se mantuvo más bajo durante el periodo post-2008 que en los años anteriores a la crisis; cinco experimentaron una disminución de la inversión durante 2010-2015”. En efecto, la tasa media de crecimiento de los países desarrollados ha disminuido en más del 54% desde la crisis. Se estima que unos 44 millones de personas están desempleadas en los países desarrollados, alrededor de 12 millones más que en 2007, mientras que la inflación ha alcanzado su nivel más bajo desde la crisis.

Stiglitz se pregunta "¿Qué está frenando la economía mundial?". Señala lo que algunos de nosotros hemos estado diciendo durante años: que la flexibilización cuantitativa de los bancos centrales, como en los EE.UU., Japón, Reino Unido y tardíamente en la UE, ha fracasado a la hora de relanzar el crecimiento y la inversión. El problema es que los bancos utilizan el dinero barato de los bancos centrales no para prestarlo a las empresas para que inviertan o a los hogares para que gasten, sino para aumentar sus reservas de efectivo o comprar bonos del Estado o sus propias acciones.

Como Stiglitz concluye: "Es evidente que mantener las tasas de interés cerca del nivel cero no necesariamente conduce a mayores niveles de crédito o inversión. Cuando a los bancos se les da libertad de elegir, eligen ganancias libres de riesgo o incluso la especulación financiera a dar préstamos que apoyen el objetivo más amplio de crecimiento económico". Por supuesto, esto es algo que muchos economistas marxistas han estado diciendo durante años, en abierta oposición a las esperanzas de economistas keynesianos como Paul Krugman o Noel Smith. Por otra parte, ¿que podría proporcionar una excusa mejor para el control público de los sistemas bancarios en las principales economías para que el crédito sea utilizado de forma productiva y no solo para incrementar los beneficios de los bancos?

Stiglitz también dirige nuestra atención a la inversión masiva de las entradas de capital en las llamadas economías emergentes. "Una involuntaria, pero no inesperada, consecuencia de la flexibilización monetaria ha sido un fuerte aumento de los flujos de capital transfronterizos. Las entradas de capital en los países en desarrollo aumentaron globalmente de unos 20 mil millones de dólares en 2008 a más de 600 mil millones en 2010. Muy poco de este capital fue para inversión fija. Este año se prevé que los países en desarrollo en su conjunto registren su primera salida neta de capital - un total de 615.000 millones de dólares - desde el año 2006”. En realidad, según el Instituto de Finanzas Internacionales, la cifra fue aún mayor, con salidas netas de capital de unos 735.000 millones de dólares durante el año 2015, ¡el primer año de salidas netas desde 1988!




Como otro organismo internacional, el Banco de Pagos Internacionales (BPI), lo puso en su última revisión trimestral, el aumento de los préstamos a los mercados emergentes que ayudó a alimentar su propio - y de gran parte del mundo - crecimiento durante los últimos 15 años ha llegado a su pico, y puede ahora dar paso a un "círculo vicioso" de desapalancamiento, turbulencias del mercado financiero y una recesión económica mundial. "En la fase de riesgo [del ciclo económico mundial], los préstamos ponen en marcha un círculo virtuoso en condiciones financieras en las que las cosas pueden parecer mejor que lo que realmente están", dijo Hyun Song Shin, jefe de investigación del BPI, conocido como el banco central de los bancos centrales. "Sin embargo, los flujos pueden empeorar rápidamente y entrar en un círculo vicioso, especialmente si hay apalancamiento".

El BPI informó que el saldo total de crédito en dólares en bonos y préstamos bancarios a los mercados emergentes - incluyendo a los gobiernos, las empresas y los hogares, pero no a los bancos - era de 3.33 billones de dólares a finales de septiembre de 2015, por debajo de los 3.36 billones de dólares a finales de junio. Esta fue la primera caída en ese tipo de préstamos desde el primer trimestre de 2009, durante la crisis financiera global, según el BPI.





En notas anteriores he señalado que el enorme aumento de crédito a los mercados emergentes amenaza con hacer estallar la burbuja, especialmente si la rentabilidad del capital comienza a reducirse en estas economías.




Y eso es justo lo que está sucediendo. La rentabilidad del capital propio en las economías capitalistas avanzadas es inferior a los niveles de antes de la Gran Recesión, pero se recuperó parcialmente a partir de 2009 y sólo comenzó a caer durante el último año, más o menos. Sin embargo, la rentabilidad de las economías emergentes ha estado cayendo desde 2012 y ahora está por debajo por primera vez del de las economías avanzadas.





El jefe del IIF, Caruana, comentó: "El problema no es sólo de los mercados emergentes. Se está extendiendo a los mercados desarrollados. Los mercados financieros en general están evitando riesgos, y ello se propaga a través de todos los mercados. El problema ahora es que la economía real se está viendo afectada".

En mi última nota, abordé el tema de la política de tipo de interés negativo (NIRP). Esta es la nueva política impuesta a los bancos centrales para tratar de sacar a la economía capitalista mundial de este Larga Depresión. La política de tipos de interés cero (ZIRP) ha fallado, la flexibilización cuantitativa (QE) o la impresión de dinero han fallado, así que ahora se va a cobrar a los bancos y otras instituciones financieras por mantener dinero en efectivo y tratar de obligarlos a prestar o invertir. Varios pequeños bancos centrales ya habían adoptado la NIRP (Suiza y Suecia), pero la semana pasada, uno de los más grandes, el Banco de Japón, la adoptó también.




El Banco de Japón decidió hacerlo sólo por 5 contra 4 votos, debido a que la minoría no está convencida de que funcionaría. De hecho, creen que la NIRP podría empeorar las cosas. La NIRP es el último cartucho de la política monetaria y si no consigue sacar a la economía japonesa de su estancamiento, el Banco se verá impotente. ¿Y por qué debería la NIRP funcionar mejor a la hora de relanzar la inversión empresarial que la ZIRP o la QE?

En cuestión de semanas, se está haciendo evidente que la NIRP no funciona. El rendimientos de los bonos del gobierno japonés a diez años cayeron en territorio negativo. Esto significa que los bancos y otros inversores corporativos prefieren pagar al Banco de Japón y al gobierno por mantener bonos para la próxima década ¡en lugar de gastar o invertir su dinero en efectivo! Y que semejante comportamiento se está extendiendo cada vez más a nivel mundial. El volumen de transacciones de bonos de gobierno por debajo de interés cero ya ha alcanzado los 6 billones de dólares, ¡un tercio de todo el mercado mundial de bonos soberanos!

¿Así que, qué hacer? Martin Wolf, el periodista económico keynesiano del FT en el Reino Unido, hizo la pregunta en un artículo reciente. Su respuesta parece ser más de la misma la política monetaria "no convencional". "Es crucial reconocer que quizás haya que hacer algo menos convencional". Otra recesión está a la vuelta de la esquina y no hacer nada al respecto no es una opción.

Wolf repasa las diversas opciones que he discutido anteriormente y, finalmente, llega a la conclusión de que la única que queda con posibilidad de éxito es el "dinero helicóptero": transferir dinero directamente a las cuentas bancarias de la gente para que gasten más. Esto es similar al “QE para el Pueblo” defendida por la actual oposición de izquierdas laborista en el Reino Unido y ha sido debatida antes por los economistas heterodoxos. He analizado esta opción en una nota anterior cuando fue propuesta por el maquiavélico economista del Banco de Inglaterra, Andy Haldane.

En mi opinión, tampoco va a funcionar porque asume que lo que funciona mal en la economía capitalista, la razón de la continua Larga Depresión y la perspectiva de otra crisis es la explicación keynesiana de "falta de demanda". Para los keynesianos, se puede aumentar el gasto a través de la creación de dinero. Esto debería producir un aumento del empleo y a un aumento de los ingresos y del crecimiento y, por lo tanto, a más beneficios. Pero la realidad del sistema capitalista es la inversa. Sólo si la rentabilidad es suficiente, aumentará la inversión y dará lugar a más puestos de trabajo y, a continuación de ingresos y consumo. La demanda de dinero aumentará en consecuencia. La creación de dinero artificial por decreto del gobierno no consigue cortocircuitar el problema, como la experiencia de la "flexibilización cuantitativa" ya ha demostrado.

En su lugar, tenemos que mirar lo que está sucediendo con los beneficios y la rentabilidad. Y como he señalado en varias notas anteriores, la rentabilidad del capital empresarial en las principales economías está cerca de los mínimos históricos posteriores a 1945 y la limitada recuperación de la rentabilidad desde 2009 ha llegado a su fin. De hecho, el crecimiento global de las ganancias de las empresas se ha frenado y ahora está cayendo en China, el Reino Unido y, más importante aún, los EE.UU..

La semana pasada, el banco de inversión JP Morgan, señaló que los márgenes de beneficio de las empresas en los Estados Unidos (la proporción de beneficio en cada unidad de producción nacional) han empezado a caer de nuevo desde sus máximos históricos. Después de la desaceleración hasta situarse en cero del crecimiento de la productividad en los EE.UU., como se informó la semana pasada, los economistas de JPM creen que las ganancias de las empresas de Estados Unidos caerán un 10% este año.




Y aquí está el problema. Como algunos economistas marxistas, entre los que me cuento, hemos argumentado, JPM señala que cada vez que hay una caída tan importante, a la vuelta de la esquina hay una recesión económica, porqué muy raramente una caída de tal calibre no es seguida de una recesión económica. Cito: "la caída de la productividad mayor de lo esperado de esta semana en el 4T15 apunta a una caída del 10% de los beneficios empresariales respecto a los niveles de hace un año. Una disminución de dos dígitos en las ganancias es un evento raro fuera de las recesiones, que solo ha sido registrado dos veces en el último medio siglo".

JPM ha elevado la probabilidad de una recesión económica en Estados Unidos del 10% al 25% en 2016. Y esa probabilidad es mayor del 50% para antes que acabe 2017.




He comentado la posibilidad de una nueva recesión global en notas anteriores. Mi opinión es que ocurrirá y que tendrá lugar en los próximos uno a tres años como máximo. Algunos economistas ortodoxos pronostican una posibilidad superior al 50% en 2016. Los economistas de Citibank calculan que hay una probabilidad del 65% en 2016.

Esta malos augurios son rechazados por otros economistas. Bill McBride de CalculatedRisk ridiculiza a esos traficantes de recesión que piensan que piensan que estallará el próximo año. Según McBride: "En los últimos 6+ años, ha habido un desfile interminable de predicciones incorrectas de recesión. Los datos del sector manufacturero han sido débiles, y se contrajo en los EE.UU. en noviembre debido a una combinación de debilidad del sector del petróleo, fortaleza del dólar y un poco de debilidad global. Pero esto no significa que los EE.UU. vayan a caer en una recesión. La última vez que el índice se contrajo fue en 2012 (sin recesión), y se ha contraído varias veces sin que hubiera una recesión. En cuanto a los datos económicos, las probabilidades de una recesión en el 2016 son muy bajas (muy poco probable en mi opinión)".

Tal vez no ocurra en 2016. Sin embargo, los factores necesarios para una nueva recesión están cada vez más presentes: caída de la rentabilidad y las ganancias en las principales economías y una creciente carga de la deuda de las empresas, tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes. Y la Reserva Federal ha iniciado la subida paulatina del coste de los préstamos en dólares. Como ya he dicho antes, es un brebaje venenoso.

¿Podemos evitar esta crisis? La fórmula de Stiglitz para evitarla es “obligar” a los bancos a dar crédito para inversión o gasto de los hogares y llevar a cabo "grandes aumentos de la inversión pública en infraestructura, educación y tecnología" que sea financiado con mayores impuestos a los monopolios ''. Sin lugar a dudas, el aumento de la inversión pública ayudaría a compensar la insuficiencia de la inversión capitalista. Pero el mundo es capitalista: los gobiernos no van a impulsar la inversión pública si esto implica mayores impuestos a las empresas, lo que reduciría su rentabilidad aún más. Por lo que incluso esta política moderada de mayor inversión pública es un desafío al capitalismo en un entorno de baja rentabilidad, aumento de la deuda y poco crecimiento - algo que el keynesiano / marxista Michel Kalecki señaló al final de la Gran Depresión de la década de 1930.

El “dinero de helicóptero” de Wolf y la inversión pública financiada con impuestos de Stiglitz son malas opciones. No es el sistema bancario el que tiene que ser sorteado u obligado, sino el sistema capitalista de producción para beneficios el que tiene que ser sustituido por una inversión planificada de propiedad colectiva.

es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.com/2016/02/09/can-we-avoid-the-oncoming-world-recession/
Traducción:
G. Buster