lunes, 30 de noviembre de 2015
domingo, 29 de noviembre de 2015
sábado, 28 de noviembre de 2015
La diplomacia de Hollande
El Presidente francés, François Hollande, despliega estos días una enorme actividad encaminada a forjar esa “gran y única coalición” contra el Estado Islámico que los bárbaros atentados de París le han inspirado. El lunes recibió a David Cameron en París, el martes se encontró con Obama en Washington, ayer cenó con Merkel en el Elíseo y hoy recibe a Matteo Renzi antes de salir para Moscú a entrevistarse con Vladimir Putin. Esta actividad será inútil.
El motivo es que tal ofensiva no tiene la menor posibilidad ni intención de abordar el principal problema del momento: el sostén al enemigo declarado por parte de los Estados amigos del Golfo y de potencias de la OTAN, particularmente Arabia Saudita, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Turquía. La propia OTAN, como tal, está mucho más preocupada por los “avances” rusos -los insólitos desafíos militares de Moscú, primero en Ucrania y ahora en Siria- que por el Estado Islámico que militarmente no es gran cosa.
El viernes, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la resolución francesa que llama a “redoblar y coordinar esfuerzos para prevenir y suprimir los actos terroristas cometidos por el Estado Islámico así como el Frente Al Nusra y los demás individuos, grupos, proyectos y entidades asociados con Al Qaeda y otros grupos terroristas”. Esa voluntad nace muerta mientras no se ponga orden en la coalición occidental. Y el problema es que eso no puede hacerse sin desestabilizar toda la geopolítica de occidente en la primera región energética del mundo.
En Siria hay tres fuerzas que combaten al espectro señalado por la resolución de la ONU: el régimen de Asad, dictatorial y sanguinario, los rebeldes kurdos y la aviación rusa. Las potencias occidentales y sus amigos del Golfo son hostiles a los tres; el cambio de régimen en Damasco ha sido hasta ahora la prioridad occidental, los rebeldes kurdos son bombardeados por Turquía, y el derribo del avión ruso y los apoyos que ha recibido en Bruselas y Washington, hablan por si solo. Y eso en la hipótesis más optimista de que no hubiera un acuerdo previo de Turquía con la OTAN respecto al derribo del avión.
Para quienes definen la estrategia belicista en Bruselas y Washington -que son los mismos- que Rusia se haya metido en el avispero sirio y que el ejercito de Asad avance posiciones gracias a ello, es mucho peor que el Estado Islámico. Respecto a Turquía y los amigos del Golfo, basta con echar un vistazo al documentado informe de Nafeez Ahmed, un conocido periodista británico de The Guardian, para comprender el alcance de la broma.
Turquía ha proporcionado miles de pasaportes falsos al Estado Islámico, incluido a sus brigadistas europeos que entran y salen de la UE como Pedro por su casa, como se ha demostrado trágicamente en París. Turquía ha permitido el tránsito de columnas islamistas por su territorio para atacar a los kurdos en la ciudad siria de Serekaniye, informó el año pasado Newsweek. “Comandantes del Estado islámico nos decían que no temiéramos nada porque había una plena cooperación con los turcos”, explicó un técnico de esa organización citado por el semanario. En los tribunales y diarios turcos, son abrumadoras las pruebas y testimonios de esa complicidad, tanto en tráfico de armas, como de personas y de petróleo a lo largo de la frontera. El periodista Ahu Ozyurt del diario Hurriyet ha explicado su “conmoción” al conocer los sentimientos pro Estado Islámico de los “pesos pesados del AKP -el partido de Erdogan- en Ankara. “Son como nosotros, luchando contra siete grandes potencias en la guerra de independencia”, señalaba uno de ellos. “Prefiero tener al Estado Islámico de vecino que no al PKK”, el partido kurdo, decía otro, citado en el mencionado informe de Nafeez Ahmed.
Mientras las modernas armas antitanque occidentales y la financiación llegan al Estado Islámico y otras franquicias integristas a través de los amigos del Golfo, y mientras el petróleo y las personas circulan a través de la frontera turca, en Occidente se asombran por la resistencia y la expansión del proclamado enemigo, cuya logística y economía cuenta con complicidades tan flagrantes como inconfesables. En el Bundestag la vicepresidenta Claudia Roth, una partidaria de las “intervenciones militares humanitarias” se asombra de que la OTAN haya consentido a Turquía el entrenamiento y la transferencia de armas para los guerrilleros integristas. Cuando en septiembre del año pasado, en la comisión militar del Senado de Estados Unidos se le preguntó al entonces militar número uno del país si algún Estado árabe “aceptaba” al Estado Islámico, la respuesta del General Martin Dempsey, presidente del Estado Mayor Conjunto, fue meridiana: “conozco a grandes Estados árabes que lo financian”.
El martes en Washington Hollande propuso a Barack Obama que se selle la frontera turco-siria, un propósito elemental dada la situación, pero el Presidente de Estados Unidos no estuvo nada receptivo al respecto. Su mensaje general, además de defender el derribo del avión ruso, fue que Rusia no puede ser un “socio fiable” mientras apoye a Bashar el Asad.
“Detrás de la idea de una “gran y única coalición” contra el Estado Islámico que Hollande abrazó en su marcial discurso de Versalles del día 16, “está la voluntad de los rusos de primar sobre los americanos en Europa y dividir a la OTAN”, advierte un experto americano en declaraciones a Le Figaro. La lógica de bloque, de hacer pagar caro a Moscú su desafío militar -en Ucrania y en Siria- pesa en Washington mucho más que cualquier veleidad de coalición. Ante estas señales el propio Hollande vacila. Su visita de hoy a Moscú, significativamente la última de la serie, no aportará nada.
Sin sus amigos, sus cómplices y sus flujos, en y desde Turquía, Arabia Saudita y Qatar, el Estado Islámico no tendría gran cosa que hacer. El problema de la OTAN es que no puede actuar de verdad contra el Estado Islámico sin fortalecer a Asad y a los rusos, lo que aún incrementa más la ambigüedad.
Un estudio de la Rand Corporation de Estados Unidos, institución estrechamente vinculada al complejo militar-industrial, evocaba en 2008 así el nudo de la aparente incongruencia: tras evocar la “fuerte dependencia” que las economías de los países industrializados tienen del petróleo de Oriente Medio, concluía que, “Estados Unidos tiene motivos para mantener la estabilidad y buenas relaciones” con esos países. Naturalmente, siempre y cuando estén en el cuadro de la geopolítica occidental.
No era el caso de Siria, que se alineó con un proyecto energético ruso-iraní, negándose a firmar en 2009 el proyecto de oleoducto para llevar crudo saudí hasta Turquía. En lugar de eso Asad firmó en 2011 un acuerdo de 10.000 millones para otro oleoducto desde Irán-Iraq hasta el Mediterráneo (es decir hasta la Unión Europea), vía Siria, con participación de Gazprom el gran consorcio energético ruso. Eso eran palabras mayores que invitaban a Europa hacia una mayor autonomía internacional, algo a evitar. Hoy el acuerdo nuclear de Occidente con Irán abre de par en par la puerta a ese proyecto.
Fue entonces, en 2011, cuando empezaron los problemas para Asad. 250.000 muertos después, todos bombardean un país que ya ha dejado de existir, generando ese tipo de desolación material que es el caldo de cultivo para nuevos y futuros monstruos.
Las víctimas de París son inseparables del más de millón de muertos que se ha cobrado hasta ahora la desastrosa serie de guerras emprendidas después del 11-S neoyorkino.“Formamos parte del terrorismo porque en Oriente Medio vendemos armas y libramos guerras petroleras y gasísticas”, dice Oskar Lafontaine. “Hasta que los Obama, Merkel y Hollande no comprendan que las madres de Afganistán, Iraq, Siria, Yemen, y de todos los lugares en los que la “comunidad de valores Occidental” promueve guerras, lloran a sus hijos igual que las de París, no estaremos en situación de luchar contra el terrorismo”, dice Lafontaine.
“La causa del terrorismo está en las guerras entre potencias para controlar una zona del mundo en la que se produce una riqueza inmensa », dijo ayer Jean-Luc Mélenchon en el Parlamento Europeo.
Así que, de momento, no va a ser la coalición de Hollande contra el Estado Islámico, sino la tensión entre potencias animada por el Imperio del Caos, lo que tiene un buen futuro en Siria. Hasta el próximo desastre.
Fuente original: http://blogs.lavanguardia.com/paris-poch
Compartir esta noticia:
viernes, 27 de noviembre de 2015
Atentado de Paris: 13 preguntas y 24 reflexiones.
“La verdad es la primera víctima de la guerra”
1. ¿Cuáles son las mentiras de los atentados del 13 de noviembre de París para que el presidente Hollande utilice la palabra “guerra” en el combate contra el terrorismo? Pues que la “guerra” —despliegue militar— se declara entre Estados, y no de un país contra un grupo terrorista con sede y presencia en una veintena de países, incluida Francia.
2. ¿Qué garantías hay de que las noticias que nos transmitan refleja la verdad? Robert Menard, fundador de Reporteros sin fronteras y alcalde de Bèziers, por ejemplo, es un ultraderechista que encabeza la campaña de expulsión de los refugiados sirios.
3. ¿Por qué en las imágenes (falsas o verdaderas) de los bombardeos rusos en Siria se ven víctimas civiles, pero en las correspondientes a los ataques de la coalición occidental sólo se ven puntitos negros en el desierto, mientras en la ciudad agredida y cercada Al Raqa viven sin electricidad miles de personas que no han podido huir de la guerra? ¿Están aplicando el ilegal castigo colectivo?
4. ¿Tiene derecho Bashar al Assad a bombardear Francia, Arabia, Qatar, Turquía, etc., porque allí hay células terroristas que viajan a su país para atentar?
5. ¿No fue el mismo ISIS en Siria objeto de cerca de 200 bombardeos franceses entre septiembre y noviembre del 2014? ¿Qué más pretenden hacer?
6. ¿Cómo es posible que EEUU y sus socios en pocos días pudieran destruir al ejército libio, pero en cambio no pueden con unos pocos miles de terroristas carentes de armamento pesado?
7. ¿Puede Turquía, sin la autorización de la OTAN (Pentágono) organizar a miles de hombres armados para que desmonten a otro Estado miembro de la ONU? Lo mismo sobre Arabia Saudí, Qatar, Emiratos Árabes que albergan bases militares de EEUU. Es como si España entrenase a 30.000 terroristas en las fronteras con Marruecos o Francia para derrocar a sus gobiernos, regalándoles bombas, misiles y cobijo, sin previo permiso a Bruselas y Washington?
8. Según algunos analistas occidentales, la expansión del yihadismo es una de las consecuencias de las guerras contra Irak y Afganistán. ¿Se pretende una mayor expansión de este fenómeno que ha sido un chollo para los militaristas de Occidente y Oriente?
9. ¿Quieren decirnos que la “inteligencia” occidental, con tantos artefactos ultrasofisticados, sean menos inteligentes que unos niñatos aventureros?
10. El chiste de los “documentos de identidad” incombustibles que dejan los terroristas antes de inmolarse. De hecho, cabría preguntarse, por ejemplo, ¿cómo dos de los suicidas se mataron en las calles vacías a las afueras del Estadio Saint-Denis de Francia y no en el medio del mogollón de aficionados que salían del campo?
11. ¿Cómo es posible que las grandes potencias hayan alcanzado el alto el fuego en Siria con los terroristas del ISIS? ¿Tienen contacto directo con ellos? ¿Por qué no lo hicieron durante los cuatro años pasados? ¿Justifica el fin que es desmantelar el Estado sirio, utilizar a delincuentes comunes?
12. ¿Qué grupo asesino es considerado “terrorista” para Occidente? ¿Lo son los Talibanes, coautores de los atentados del 11-S?
13. ¿Qué interés ha tenido la OTAN en destruir los Estados no religiosos de Afganistán, Irak, Libia y Siria, respaldando a los islamistas y luego vivir con ellos en una especie de “coexistencia pacífica”? ¿Es el terrorismo islámico una cortina de humo?
Objetivos y consecuencias del atentado
1. Empujar a Europa a una megaintervencion en Siria, capaz de derrocar a Assad, en la misma línea que desatar la “crisis de refugiados” en Europa.
2. Desmontar el “Plan Putin-Obama” de mantener a Assad en el poder durante la transición política, al que se oponen Arabia Saudí, Qatar y Turquía. El diario republicano New York Post llegó a pedir a Obama dimitir o actuar contra Assad. Más atentados en Occidente allanarán el camino de los nuevos “Bush” a la Casa Blanca.
3. Cambiar el balance militar en esta fase casi final del conflicto a beneficio de la OTAN, justo cuando Rusia e Irán, se habían convertido en protagonistas absolutos del escenario. El atentado contra el avión ruso también se encajaría en este marco. Se trata nada menos que de la conquista de Eurasia por las potencias mundiales.
4. Hacerse con la región desocupada por EEUU ahora que Obama lleva a sus tropas a cercar a China. Un traje demasiado grande para Francia que carece de recursos para jugar este papel.
5. Según el “Institute for Peace and Prosperity” y la Agencia de la Inteligencia de Defensa de EEUU, la aviación de la coalición Anti-ISIS, liderada por el Pentágono, bombardea las posiciones de los kurdos de Siria que no las de los yihadistas, y afirma que “el apoyo a los rebeldes sirios significa financiar grupos terroristas con el dinero de los contribuyentes”. Éste es uno de las 23 verdades incómodas sobre el Estado Islámico.
6. Allanar el camino de la conquista militar de Siria, que de otra manera era imposible. Confesaba Hillary Clinton al diario The Atlantic del 1 de agosto del 2014 que la intervención de EEUU en Siria se diseñó para “cambiar la ecuación” en favor de los rebeldes: de alguna manera, los yihadistas han actuando como tropas terrestres de la Coalición para convertir a Siria en un Estado Fallido.
7. Blanquear los bombardeos ilegales de Occidente sobre Siria ya aprobados por el mismo Consejo de Seguridad que en julio del 2012 rechazó la petición de atacar aquel país.
8. Reconstruir la cohesión político-militar de la OTAN desde el Pentágono, impidiendo que los europeos pragmáticos reanudasen sus relaciones de cooperación con Rusia.
9. Reforzar las bases militares de la OTAN en Turquía (y en España). En las últimas elecciones, los atentados atribuidos a los yihadistas dieron la mayoría absoluta a los islamistas de Tayyab Erdogan –otro de los patrocinadores del terrorismo religioso: La OTAN para actuar en Siria, necesita una Turquía estable, desde donde dirigir las operaciones de la conquista de Damasco.
10. Mostrar la eficacia de la táctica de Obama en convertir a Siria en un pantano donde desgastar los enemigos y rivales de EEUU e Israel.
11. El “coco” terrorista contribuirá a que más recortes y más pobreza no tengan contestación: las nuevas leyes “Patriot” y mordaza disuadirán a los críticos: todos los ciudadanos, salvo los gobernantes, serán sospechosos de terrorista.
12. Multiplicar las ganancias de las empresas armamentísticas: las estadounidenses Honeywell, General Dynamics, la francesa Thales, y las británicas Bae Systems, y Rolls Royce, están haciendo su agosto.
13. Francia deja de ser una bárbara potencia colonial, para convertirse en una víctima de bárbaros procedentes de la región que un día avasalló. Ahora, además, puede pedir la parte del pastel-Siria que se está repartiendo entre los G20, a pocas semanas del alto el fuego.
14. Atacar la solidaridad de los europeos con los refugiados y vincularlos con el terrorismo, dentro de la miserable táctica de “divide y vencerás”. Para la mayoría de los musulmanes del mundo –principales víctimas del yihadismo-, el Islam es la espiritualidad privada que no una doctrina política.
15. Legitimar las buenas relaciones de las potencias mundiales con los regímenes autoritarios y oscurantistas de Oriente Próximo y Norte de África (OPNA), presentándoles como “moderados” frente a los despiadados yihadistas. Noticia: Ali al Nimr, ciudadano de la monarquía “moderada” de Arabia Saudí y activista de 21 años, después de tres años de tortura, ha sido condenado a morir decapitado y ser crucificado en público. Y luego, la ONU nombra a Riad defensora mundial de los derechos humanos.
16. Presentar a Coalición Árabe de Siria -nueva criatura de la OTAN- como alternativa al gobierno de Assad.
17. Impedir más multitudinarias euromarchas contra los recortes y el TTIP que desde distintas ciudades (Berlín, Madrid o Londres) llegaban a Bruselas. Conectar los atentados de Paris con Bélgica y declarar Estado de emergencia en la sede de la Comisión Europea, hará suspender nuevas marchas contra la hegemonía de las multinacionales y atentado contra los derechos de los trabajadores.
18. Enviar más efectivos militares a Mali, aprovechando el atentado en un hotel en aquel estratégico país. Francia ya cuenta con 3.000 soldados en Sahel, disputando sus grandes reservas de uranio (que abastecen medio centenar de sus centrales nucleares), oro y otras minerías con China.
Y a nivel interno:
19. Rescatar a François Hollande, considerado “el peor presidente de la historia de Francia”. Ahora puede presentarse a las elecciones del 2017.
20. Forzar el ascenso de las fuerzas fascistas. Así, incluso la izquierda podrá votar a Nikolas Sarkozy, el NeoCon europeo en las próximas presidenciales. Es la misma jugada que diseñaron el mayo del 2002.
21. Conseguir que los ciudadanos franceses renuncien voluntariamente de sus derechos políticos. Ya les quitaron los derechos económicos y sociales, y ahora van a por los políticos. Pero, ¿qué diferencia real hay entre el ataque de un extranjero a las conquistas de un pueblo y el cometido por un compatriota?
22. Impulsar la «unidad nacional» burguesa basada en el miedo, contra los más pobres, representados por los refugiados de la guerra Siria, los inmigrantes y la clase trabajadora propia. Es como la extraña relación entre un preso y su carcelero. En realidad se trata de aprofobia que no de islamofobia. Sólo hay que ver la magnífica relación de los líderes del imperialismo con los jeques del Golfo Pérsico.
Francia ha sido uno de los países que desde hace 30 años envía a miles de sus hombres y mujeres “cristianos”, sin visado y armados hasta los dientes a los países de OPNA. Soldados “civilizados” que han matado a cerca de millón y medio de personas, hiriendo de unos 20 millones, obligándoles a huir de sus hogares a otros 30 millones, ocupando sus tierras y llevándose sus fortunas personales y nacionales. Y aun así, ellos no son “cristianófobos”.
24. Cerrar las fronteras de Europa. ¡Qué feliz se siente ahora el presidente búlgaro Boyko Borisov! Ahora, Holland, el defensor de “fraternité”, respaldado por los propios ciudadanos, hace suyas las políticas anti-inmigrantes de la ultraderecha.
Ahora bien, ninguna de las 1+12 objetivos de la guerra contra Siria, es eliminar el terrorismo. Aunque desparezca ISIS (que no lo hará) la guerra de Siria continuará: el yihadismo y el imperialismo, se realimentan; tienen grandes, duraderos y catastróficos planes para esta región.
Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/3045/atentado-de-paris-13-preguntas-y-24-reflexiones/
Compartir esta noticia:
jueves, 26 de noviembre de 2015
miércoles, 25 de noviembre de 2015
martes, 24 de noviembre de 2015
lunes, 23 de noviembre de 2015
USA.
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos |
¿Quién necesita a Rubio, Cruz, Bush (1), etc., etc., cuando Clinton ya posee, mejor que ellos, el paradigma articulado de Wall Street, del Pentágono, de la planificación y conexiones de think thank que ha impulsado el papel contrarrevolucionario de Estados Unidos en los asuntos mundiales, todo asimilado y listo para ser llevado a cabo? Así pues, digo “matriarcal” no para indicar el género per se, sino en su caso concreto una figura controladora y dominante dispuesta a hacerse cargo de todo el aparato de poder, la nueva jefa de la familia que utiliza el subterfugio de ocuparse maternalmente de los desfavorecidos y de los pobres para reafirmar y fortalecer a una clase dirigente que busca el dominio político ideológico tanto en casa como en el extranjero al tiempo que persigue los objetivos imperialistas tradicionales de penetración del mercado, el suministro continuo de materias primas, las ventajas de la externalización basada en un mercado laboral mundial y el subsiguiente retraso de la modernización y autonomía del tercer mundo. Bill Clinton es una minucia comparado con lo que la Sra Clinton puede hacer bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo y del neoliberalismo: un mundo abierto a la expoliación y la rapiña estadounidense (incluida la aceleración del cambio climático).
¿Fascismo? Sí, en todos los sentidos, empezando por seguir con las políticas de Obama de vigilancia de masas, de llevar ante la justicia a aquellas personas que denuncian desde dentro las prácticas ilegales o corruptas y del uso de las agencias reguladoras federales para proteger los intereses que aparentemente hay que regular para pasar después al principal criterio estructural del fascismo confirmado por Alemania, Italia y Japón (véase el capítulo de Barrington Moore “Asian Fascism” [Fascismo asiático] en su obra monumental Social Origins of Dictatorship and Democracy [Orígenes sociales de la dictadura y la democracia]): la interrelación entre los negocios y el gobierno, una integración política que incluso en ausencia de un componente militar fomenta un desarrollo capitalista libre de trabas bajo los auspicios del Estado. Esta combinación victoriosa garantiza el aplastamiento de quienes disienten acerca de las prácticas industriales y financieras, y del poder, habitúa a la población al consumismo y al patriotismo, y utiliza el culto al Estado para encubrir los excesos capitalistas, incluida la degradación del medioambiente. Si a esto se añade el indudable papel del ejército como fuerza sintetizadora en la economía política y que lleva a cabo sus objetivos, en efecto, el fascismo no es una especie de insulto sino una descripción adecuada de la realidad inminente.
No se puede menos que pensar que Hillary Clinton es la quintaesencia de las tendencias estadounidenses desde finales del siglo XIX hasta el presente, desde el imperialismo del libre comercio de [Alfred] Mahan gracias a la marina de guerra acorazada hasta el apuntalamiento por parte de Theodore Roosevelt del corporativismo vía el apoyo a la Casa Morgan [la dinastía de banqueros estadounidenses] (unido a una actitud dura respecto a la disidencia y el radicalismo), hasta el internacionalismo de Wilson como anticipo del marco general de la globalización (tal como se simbolizó en la Intervención Siberiana (2) y en los supuestos que subyacen en la Liga de las Naciones), hasta el descarado favoritismo de [los presidentes estadounidenses] Harding-Coolidge-Hoover por los negocios estadounidense en casa y fuera (que Clinton oculta convenientemente), hasta el desigual legado del New Deal, en el que la verdadera reforma dirigida al bienestar social de la mitad más desfavorecida de la población en la época de la Depresión se contrarrestó en parte con el fomento activo por parte la Administración Nacional de Recuperación (3) del monopolio del poder y de la concentración de la riqueza, hasta el periodo de posguerra y hasta hoy, un paisaje continuo de florecimiento de los negocios unido a la expansión del mercado y a la expansión militar, todo ello (a excepción de las medidas de asistencia social del New Deal) forma parte del estilo autoritario de capitalismo militarizado de Clinton, un proceso que tiene un alcance lo suficientemente grande como para establecer fronteras políticas, ideológicas y económicas; un proceso difícil de transitar y mucho menos de contrarrestar y finalmente trascender, a menos que (y hasta que) lo que denominamos clase política acabe con la influencia del alto capitalismo y rechace los objetivos hegemónicos de Estados Unidos
Sorprendentemente, el editorial del New York Times, “Hillary Clinton Botches Wall Street Questions” (16 de noviembre), plantea varias cuestiones críticas sobre su actuación en el debate que ponen en duda su idoneidad para ser presidenta. Pronto se perdonará todo, pero este pequeño arrebato quizá indique una preocupación más generalizada entre el electorado sobre la situación de la economía y la posición global de intervención de Estados Unidos. De hecho, el editorial da el visto bueno a sus credenciales de política exterior y el leve incidente en Wall Street es por desgracia una distracción: “En un primer momento los ataques terroristas del viernes en París dominaron el debate, lo que le permitió poner de relieve su mayor experiencia en asuntos mundiales. Pero estos ataques son los que hicieron que fuera absolutamente discordante su muy errada respuesta a las preguntas acerca de su lealtad a Wall Street”. Se refiere al intercambio de opiniones entre Sanders y Clinton en el que Sanders afirma en esencia que las contribuciones de Wall Street a la campaña de Clinton (“’Esperan conseguir algo, todo el mundo lo sabe’”) influirán su política, a lo que ella replicó al moderador herida en su orgullo:“’Espere un momento, [Sanders] ha utilizado su respuesta fundamentalmente para poner en duda mi integridad’”.
En favor del The Times hay que decir que no se ha dejado engañar. Cuando Clinton continuó afirmando “’Así pues, yo representé a Nueva York y lo representé el 11 de septiembre cuando sufrimos el atentado. Y, ¿donde lo sufrimos? Lo sufrimos en el centro de Manhattan donde está Wall Street. Dediqué una enorme cantidad de tiempo y de trabajo a contribuir a reconstruirlo. Aquello fue bueno para Nueva York. Fue bueno para la economía y fue una manera de reprender a los terroristas que atacaron nuestro país’”. The Times observó mordazmente: “Como era de prever, Twitter rebosaba de peticiones de saber qué campañas de donaciones de los grandes bancos tuvieron que ver con la recuperación de Nueva York del 11 de septiembre. Respuesta: poco o nada”. Subiendo del tono, el editorial arremetió (quizá recordando involuntariamente el viejo lema de “Lo que es bueno para General Motors es bueno para el país”):
“ Desde 2001 ella y Bill Clinton han ganado más de 125 millones de dólares en discursos, muchos de los más lucrativos de los cuales ante grupos financieros. Esto sin contar los millones que se han dado directamente a su campaña y a los comités de acción política que respaldan a Hillary Clinton. Casi 15 años después de los atentados del 11 de septiembre la Sra Clinton ganaba más de 200.000 dólares por un discurso de 20 minutos, las mayoría de ellos pronunciados detrás de puertas custodiadas. Pero se puede suponer que ella y los ejecutivos financieros todavía no hablaban del 11 de septiembre”.
Una magnífica acusación (las puertas custodiadas recuerdan el desprecio por la transparencia de Clinton, como en sus evasivas acerca de sus cuentas de correos privadas en el Estado) de oportunismo, enriquecimiento personal, una actitud mental de estar por encima de la ley que a todas luces alude a cuestiones de responsabilidad e integridad.
La cosa se pone aún mejor, como si de pronto The Times tuviera cargos de conciencia: “Los estadounidenses de clase media asocian Wall Street con el colapso económico de 2008 que les costó a muchos de ellos su hogares y sus ahorros. A lo largo del debate la Sra Clinton se refirió repetidamente a sus planes para frenar a los bancos, aunque ofreció pocos detalles. Esto es lo que ocurre cuando la candidata Hillary Clinton se confía”. Con todo, no está claro si la crítica se dirige a su autocomplacencia o a la esencia de su argumento (Sanders quiere al menos restaurar la ley Glass-Steagall (4), la separación entre la banca de inversión y la comercial, de lo que ella se burló por considerarlo inadecuado sin ofrecer una alternativa). El editorial continúa: “Sus intentos por tocar la fibra sensible de los estadounidenses en vez de explicar sus vinculaciones con Wall Street (en un día en que se volvieron a exponer las cicatrices del 11 de septiembre [los atentados de París]) en el mejor de los casos fue una retórica chapucera. En el peor de los casos fue el tipo de jugada cínica que la Sra Clinton habría condenado en los republicanos”. Sin embargo, no todo está perdido puesto que The Times considera que la situación es perfectamente salvable: “Debería hacer un esfuerzo rápido y concienzudo para explicarse por medio de un plan detallado de las medidas que promovería para proteger a la clase media estadounidense de otra crisis financiera”.
Mi comentario de ese mismo día al editorial del New York Times afirma lo siguiente:
“[…] el “tipo de jugada cínica ”, afirma. Hay que felicitar al The Times por su franqueza. Sin duda seguirá apoyando a Clinton, lo cual es desafortunado por partida doble sabiendo lo mucho que ella y Bill están gorroneando de Wall Street y que dirigen la sofisticada ofensiva para engrandecer a las clases altas. A lo largo de toda su carrera se ha presentado a sí misma como una persona de izquierda moderada al tiempo que mantenía una agenda favorable a la riqueza y el poder existentes. A esto hay que añadir una política exterior extremamente dura, ampliamente demostrada, y en el fondo no se la puede distinguir de sus más vociferantes rivales republicanos. 2016 será un momento triste de la historia estadounidense, con los dos partidos principales de acuerdo en un consenso sobre la guerra, la intervención y el cambio de régimen (lo que en absoluto hace a Sanders más atractivo ya que su política exterior es igual de intervencionista y favorable a la guerra)”.
Notas de la traductora:
(1) Marco Antonio Rubio y Rafael Edward “Ted” Cruz son los dos candidatos republicanos a la presidencia de Estados Unidos en 2016 de origen cubano. Ambos son senadores. Jef Bush, por su parte, es el hermano del ex presidente George W. Bush.
(2) Se denomina Intervención Siberiana (1918-1922) al envío de tropas por parte de las potencias de la Entente a las Provincias Marítimas de Rusia para ayudar al Ejército Blanco en contra del Ejército Rojo durante la guerra civil rusa, https://es.wikipedia.org/wiki/Intervenci%C3%B3n_en_Siberia
(3) La National Recovery Administration (Administración Nacional de Recuperación) fue un órgano administrativo creado por el gobierno de Estados Unidos en 1933 en el contexto del New Deal, https://es.wikipedia.org/wiki/National_Recovery_Administration
(4) La Ley Glass-Steagall es una ley que entró en vigor el 16 de junio de 1933 e introdujo reformas bancarias para controlar la especulación, tales como la separación entre la banca de depósito y la banca de inversión. Se promulgó para evitar que se volviera a producir una situación como la crisis de 1929, https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Glass-Steagall
Norman Pollack ha escrito sobre populismo. Sus ámbitos de trabajo son la teoría social y el análisis estructural del capitalismo y del fascismo. Su correo electrónico es [email protected] .
Fuente: http://www.counterpunch.org/2015/11/17/matriarchal-fascism-clinton-embodiment-of-us-power/
Compartir esta noticia:
Brasil.
Brasil es una potencia mundial importante –en términos de tamaño, población e influencia. No obstante, de muchas maneras es una combinación de tan diferentes y contradictorias facetas que es difícil para cualquiera, incluidos los mismos brasileños, saber cómo definir las características de Brasil como nación y fuerza en el sistema-mundo.
En la actualidad el rostro más importante de Brasil es el Brasil de Lula (Luiz Inácio Lula da Silva) y su partido, el Partido dos Trabalhadores (PT). Después de tres infructuosas carreras por la presidencia, Lula finalmente ganó en 2002. La elección de un líder sindical de orígenes humildes como presidente representó, cuando menos, la penetración social de una persona y un partido que desafiaron las jerarquías sociales incrustadas en el sistema político.
Lula y el PT prometieron básicamente dos cosas. La primera fue elevar de un modo significativo el ingreso real de los sectores más pobres del país. Y logró hacer esto mediante su programa de Fome Zero (Hambre Cero). Éste se conformó por un complejo de programas federales de asistencia destinados a la eliminación del hambre en Brasil. Incluyó notablemente la Bolsa Família (Bolsa de la Familia), así como acceso a crédito y a aumentos en el salario mínimo.
La segunda promesa fue rechazar las políticas neoliberales de sus predecesores y el cumplimiento de los compromisos de los gobiernos al Fondo Monetario Internacional.
Casi de inmediato, Lula cambió su posición. Nombró como ministro de Finanzas y como presidente del Banco Central a dos personas comprometidas precisamente con las políticas neoliberales y particularmente con la promesa hecha al FMI de mantener un cierto excedente primario de ingresos, que es la porción de los ingresos gubernamentales que no se gasta. Este tipo de política macroeconómica reduce los fondos disponibles para inversiones sociales. Su alardeada virtud es la de estabilizar los gobiernos y evitar la inflación. El FMI exigió de Brasil que mantuviera un excedente de 4.25 por ciento. En la presidencia de Lula, el excedente creció más que nunca a 4.5 por ciento.
Las políticas mixtas de Lula existían dentro de la particular cultura política de Brasil, país con gran número de partidos políticos, ninguno de los cuales excede de la cuarta parte de los escaños en el Parlamento. La cultura política de Brasil hace casi normal que los individuos y aun partidos completos den virajes en sus alianzas con gran frecuencia. Meramente buscan poder e ingresos. Una de las formas en que Lula y su partido se mantuvieron en la cumbre fue el mensalao (las mensualidades pagadas a los miembros de la legislatura. Es probable que el nivel de corrupción de Brasil no sea realmente mayor que el de la mayoría de otros países, pero los rápidos virajes en las alianzas legislativas han hecho esto mucho más visible.
Luego está el Brasil como fuerza geopolítica, el Brasil del BRICS –grupo de cinco economías llamadas emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), cuya fortaleza se basa en elevar los precios mundiales de las mercancías de exportación básicas. De pronto hubo nueva riqueza en Brasil (como en otros países del BRICS), hasta que colapsó el precio de esas mercancías básicas. Hoy parecería que, económicamente, así como les llegó fácil, así se fue.
Sin embargo, BRICS fue más un intento por incrementar la acumulación de capital. Fueron un intento por afirmar su fortaleza geopolítica. Aquí también hubo inconsistencias. Por un lado, Brasil se volvió la principal fuerza en intentar (en la primera década del siglo XXI) construir una unidad de América Latina y el Caribe independiente de Estados Unidos y de las estructuras que éste ha construido para controlar América Latina. Éste fue el Brasil que encabezó la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), y de alojar ahí a países tan disparados políticamente como la Venezuela de Hugo Chávez y la Colombia de Juan Manuel Santos.
El Brasil que fue campeón de la autonomía de América Latina fue también el Brasil que buscó imponerse de muchos modos a sus vecinos, notablemente a Argentina. Fue también el Brasil que deseó crear un grupo lusófono que sirviera a sus intereses económicos. Fue también el Brasil cuyos vínculos más cercanos con China (a través de BRICS) no se situaban en una estructura de iguales geopolíticos.
Hoy todos esos diferentes Brasiles se mueven hacia implosiones internas. La sucesora de Lula como presidenta, Dilma Rousseff, ha tenido un catastrófico descenso en popularidad durante el año anterior. Lula mismo perdió algo de su postura, alguna vez intocable. El régimen está siendo amenazado por un enjuiciamiento a Rousseff. Hay rumores de que el ejército está considerando un golpe de Estado. La negación de tal posibilidad por parte del jefe de las fuerzas armadas parece en sí misma una cuasiconfirmación de tal rumor.
Sin embargo, no hay una clara alternativa, lo que hace del enjuiciamiento y del golpe militar algo poco probable. Decir que hay muchos Brasiles es decir algo que puede decirse de muchos países, tal vez de casi todos. Pero de alguna forma eso parece más así en Brasil. Valiente será aquel analista que prediga el Brasil de 2016 o 2017. Pero aunque los detalles exactos sean impredecibles, las fuerzas de Brasil pueden continuar haciendo de Brasil un locus clave del poder mundial.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2015/11/22/opinion/030a1mun
Traducción: Ramón Vera Herrera
Compartir esta noticia:
¿A qué juega Francia?
Donde sí ha puesto el punto de mira decididamente el presidente de la República Francesa ha sido en Siria. Da igual que los terroristas sean franceses o belgas, da igual que las armas hayan sido compradas en el vecino país; da igual que el Daesh naciera en Irak por los «errores» de Estados Unidos y sus aliados contra Sadam Hussein; el que el pasaporte sirio hallado en el lugar de los crímenes sea falso también parecer ser lo de menos (por cierto ¿quién lo puso allí?)…
Pero tampoco es que sea una gran novedad, no es la primera vez que Francia dirige su artillería contra Siria. De hecho no ha estado haciendo otra cosa durante el último lustro. ¿Qué ha cambiado pues desde el preciso momento de los atentados de París? En teoría, se trata de un giro copernicano, o eso quieren hacernos creer. La República gala pasaría así de ser el más firme opositor de Bashar el Assad a luchar en su bando, incluso contra los designios explícitos de Estados Unidos, Israel y la mayoría de los países del Golfo. Ha cambiado incluso la política hacia Rusia, abriendo una brecha en la estrategia del aislamiento y las sanciones al coordinar con el Kremlin sus acciones bélicas, en un reconocimiento público de la inutilidad de los ataques suavespracticados por la coalición encabezada por Estados Unidos.
Hollande tiene que exhibir firmeza ante su opinión pública. Siempre se afirma que los socialistas europeos no son buenos para tiempos de guerra porque suelen ser débiles ante los daños colaterales y más escrupulosos con las normas del derecho internacional. Al menos ese es uno de sus sambenitos más comunes, aunque diste mucho de ser cierto a tenor de muchas de la intervenciones que han practicado durante los últimos años miembros selectos de la socialdemocracia del viejo continente. Sea como fuere, el presidente francés está haciendo gala de unos desmesurados deseos de venganza, aún proporcionado a los autores materiales de los atentados victorias tales como anular muchas de las garantías constitucionales de la República. ¿Es que acaso no sirve la democracia para combatir al terrorismo? —parecen estar diciendo en la Asamblea de París.
Es posible que cerrar el paso a la derecha más extrema francesa sea otro objetivo de este tipo de políticas en el frente interno. Donde no está tan clara la agenda francesa es en política exterior. Es difícil creer que haya renunciado, así como así, a seguir usando al terrorismo para derrocar a Assad. Francia lleva armando a los terroristas directa e indirectamente muchos años, también suministra armas a países del Golfo que luego acababan en manos, bien de al Qaeda, bien del Daesh. Así ha sido incluso reconocido por el propio Hollande, aunque su ministro de exteriores, Laurent Fabius, fue mucho más lejos, alabando en público en una conferencia internacional a al Qaeda, a quien Occidente fracasó en presentar como rebeldes moderados y por quien nuestros líderes y medios corporativos pusieron el grito en el cielo cuando Rusia decidió bombardearlos a la par que al autodenominado Estado Islámico.
Existe la posibilidad de que Francia no haya tenido más remedio que coordinarse con Rusia para lanzar sus ataques por causa del apagón en las comunicaciones, en los radares, etc., inducido con novedosas técnicas de guerra electrónica en buena parte de Siria. Pero al Kremlin le interesa también compartir gastos bélicos con una superpotencia como Francia y presentar una victoria política de calibre al resto del mundo, principalmente frente al inútil bloque liderado por Estados Unidos. Pero de ahí a convertirse en aliados hay un enorme trecho. Las posturas de ambas coaliciones aún parecen irreconciliables y es poco probable que la República gala pueda mediar libremente. Así las cosas, es preferible sentarse a esperar qué sucede de verdad. Da la impresión de que hay mucho más entre bambalinas que aún no ha salido a la luz pública de lo que conocemos o creemos conocer.
Blog del autor: http://www.bitsrojiverdes.org/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Compartir esta noticia:
sábado, 21 de noviembre de 2015
viernes, 20 de noviembre de 2015
Se agota la prosperidad de los bancos de EE.UU.
Bajo el capitalismo nada dura por siempre. Las crisis económicas acontecen una y otra vez. Las contradicciones del sistema no se resuelven, sólo se trasladan de un sector a otro, de un país a otro; se trata, pues, de una “crisis circular”, según las palabras del marxista británico David Harvey. El Estado desempeña un papel clave, pues a la vez que contribuye a generar las condiciones para la acumulación capitalista, cuando estalla la crisis su intervención permite aliviar los daños de las empresas y los bancos.
Si bien públicamente los empresarios por lo general abogan por la libertad absoluta del mercado, la verdad es que cuando están en problemas, cuando están a punto de quebrar, son los primeros en pedir ayuda a sus respectivos gobiernos.
Así se observa en Estados Unidos, la principal potencia capitalista del planeta. A lo largo de la década de 1990, las innovaciones financieras sirvieron para generar la ilusión de que las crisis económicas ya no serían tan dramáticas como antes. Colapsos de un tamaño similar a la Gran Depresión de 1929 parecían superados.
Bajo la perspectiva de los inversionistas bursátiles, la intervención gubernamental debe ser muy limitada, de lo contrario se pueden generar distorsiones en los precios de los títulos financieros. Sin embargo, esa percepción cambió después de la bancarrota de Lehman Brothers, ya que si por algo los demás bancos de inversión de Wall Street no se desplomaron se debió precisamente a la agresiva intervención estatal.
Desde entonces, JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Bank of America, entre otros, son los consentidos del gobierno de Estados Unidos. Cómo olvidar que en pleno desastre financiero global, a finales de septiembre de 2008, Henry Paulson, quien en ese momento estaba a cargo del Departamento del Tesoro, exigió a los congresistas de su país la aprobación inmediata de un paquete de rescate por un monto de 700 mil millones de dólares.
En un principio los parlamentarios estadunidenses se resistieron, pero finalmente, con algunos ligeros cambios, el proyecto se aprobó. Es así como cientos de miles de millones de dólares de los contribuyentes estadunidenses se destinaron a la adquisición de activos hipotecarios basura (subprime) para salvar a los bancos de la insolvencia.
Luego, ya en diciembre de ese mismo año, Ben Bernanke, entonces presidente del Sistema de la Reserva Federal (Fed, por su acrónimo en inglés), disminuyó la tasa de interés de los fondos federales (federal funds rate) a un nivel cercano a cero, y meses después puso en marcha un programa de estímulos monetarios, también conocido con el nombre de Quantitative Easing.
Sin embargo, el mercado laboral sigue estancado, las inversiones empresariales masivas no aparecen por ningún lado. La deuda pública se disparó: mientras que en 2006 era de 10.6 billones de dólares, ahora está por encima de los 18 billones de dólares. La deuda de las familias aunque ha disminuido un poco, todavía se encuentra lejos de los niveles registrados antes de 2005. Es que los bancos utilizan sus capitales más para invertir en la bolsa de valores de Nueva York y menos para otorgar crédito a las actividades productivas.
Ahora la prosperidad bancaria se agota. Las ganancias de los grandes bancos de inversión van cuesta abajo, así se revela en sus reportes corporativos del tercer trimestre del año en curso. A excepción de Wells Fargo y Bank of America, el grueso de los bancos estadunidenses padeció la caída de sus dividendos. Es que ante la incertidumbre global, los agentes bursátiles se desprendieron de sus inversiones en los mercados cambiarios, de bonos y de materias primas (commodities).
Antes de agosto de 2015, cuando el índice Dow Jones –que aglutina a las mayores empresas industriales de Estados Unidos– cayó en 1 mil puntos, los mercados financieros parecían en calma. Como el producto interno bruto (PIB) de la economía estadunidense crecía por encima de las expectativas, y las políticas de austeridad se impusieron en Grecia meses atrás, los agentes de inversión estaban en paz.
Por el contario, las últimas semanas han puesto en evidencia que esa tranquilidad es muy quebradiza. Una de las principales preocupaciones mundiales es China. Si bien el gigante asiático conserva niveles de acumulación de capital superiores a los que se observan en los países industrializados, la desaceleración de su manufactura viene golpeando severamente a los países emergentes, en especial a los exportadores de materias primas (commodities).
En Estados Unidos el panorama continúa siendo muy gris. El dato de crecimiento del PIB para el periodo comprendido entre julio y septiembre es deprimente, una expansión de apenas 1.5 por ciento en términos anuales. Lo mismo sucede con las cifras del mercado laboral. Nada permite concluir que la recuperación del nivel de empleo sea sólida y, mucho menos, sostenida. Lo que sí es evidente es que el nivel de rentabilidad general se mantiene demasiado bajo, por eso los bancos estadunidenses han visto disminuidas sus ganancias.
Es imposible especular en los mercados de renta variable (acciones, bienes raíces, materias primas, etcétera) y obtener altos ingresos de por vida. Los bancos de inversión de Estados Unidos se encuentran en un impasse, ya que si bien resultaron muy beneficiados por las políticas económicas de los años recientes, su abundancia parece acabarse.
Ante esa situación no hay duda de que van a presionar con todas sus fuerzas para seguir recibiendo recursos extraordinarios y tratos especiales de parte del gobierno de Estados Unidos. Buscarán sabotear cualquier reforma financiera que pretenda poner un alto a su exuberancia. Por esa razón es que cambiar el estado de cosas dependerá, en última instancia, de la capacidad de resistencia de los de abajo.
Fuente: http://contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2015/11/15/se-agota-la-prosperidad-de-los-bancos-de-estados-unidos/
Compartir esta noticia:
jueves, 19 de noviembre de 2015
miércoles, 18 de noviembre de 2015
China.
Hace casi cuatro años, cuando en diciembre de 2011 visité la República Popular China, varios analistas, economistas y medios de comunicación occidentales insistían en que la crisis capitalista mundial afectaría el desempeño de esa nación asiática. En esa ocasión pude comprobar que las previsiones estaban equivocadas.
Cierto que si en 2011 el Producto Interno Bruto (PIB) creció hasta 9,4 %, al cierre de 2015 la cifra será de 7 %. Entre los expertos que preveían ese resultado, esta Zhu Ping, vice jefe de Departamento de Asuntos Exteriores del diario Economic Daily, con quien conversé aquel año en Beijing.
Zhu Ping explicó que el abrupto desarrollo del país se debió a la apertura iniciada en 1978 y la base fundamental fue abrirse al exterior y aprender las experiencias de los países más desarrollados lo que posibilitó ahorrar tiempo para avanzar en la industrialización y las innovaciones con tecnologías propias en todos los sectores.
Un ejemplo de lo que explicaba el interlocutor era que por las diversas ciudades se observaban trenes y numerosos autos confeccionados con tecnologías netamente nacionales lo que también se ha extendido a la aeronáutica, las telecomunicaciones de punta y la rama militar.
Zhu me señaló que se contaba con recursos humanos nacionales de excelencia en las diferentes esferas (universitarios y técnicos superiores) que en 2015 serían 156 millones de personas, y así se continuaría perfeccionando y asimilando nuevas tecnologías para ampliar la demanda interna de sus habitantes.
Se incorporarían capitales a empresas de punta, manufactureras y de la agricultura para alcanzar una economía eficiente, flexible y con soporte fijo. Es decir, aumentar la capacidad adquisitiva de la población era lo fundamental.
A pesar de los inconvenientes de la crisis económica capitalista, ya a finales de 2014, el fondo Monetario Internacional (FMI) declaraba que la economía de China había desplazado a la de Estados Unidos y ocupaba el primer lugar a nivel global, con un PIB de 16,46 % (17,6 billones de dólares) contra un 16,27 % norteamericano (17,4 billones de dólares).
La cifra levemente superior se vuelve relevante ya que de acuerdo al FMI para el 2019 la economía de Beijing será un 20 % mayor que la de Washington, es decir, el PIB del primero será de 26,9 billones y el del segundo de 22,1 billones de dólares.
Cuando ahora muchos se preocupan por la reducción del PIB de China, ya la dirección del país la tenía prevista para mejorar las condiciones de vida de su población.
Las declaraciones de la directora gerente del Fondo, Christine Lagarde durante una asamblea del organismo efectuada a principios de octubre en Lima, fueron muy significativas y realista cuando manifestó: “el frenazo del gigante asiático es un episodio pasajero y manejable, pequeños baches en el camino hacia una economía más orientada al consumo”.
Recientes declaraciones del economista de la Comisión nacional de Desarrollo y Reforma (CNDR), Du Feilun confirman los análisis anteriormente expuestos al decir que el 6,9 % logrado en el tercer trimestre es congruente con el objetivo de crecimiento de China previsto para todo el año que será de 7 %.
Feilum se basa en que importantes indicadores económicos, incluido los de empleo y de precios, muestran tendencias positivas de estabilidad. En los primeros nueve meses del año se crearon 10,66 millones de puestos de trabajo en áreas urbanas que sobrepasan la meta del gobierno para todo 2015 que es de 10 millones.
Otro índice favorable es que el consumo subió con fuerza ante el crecimiento de los ingresos residenciales a un ritmo más rápido que el PIB.
Para Xiao Xiao, integrante de la Comisión nacional de Desarrollo y Reforma, los datos son lógicos y estables pues la economía nacional se encuentra en el proceso de cambiar los antiguos motores del crecimiento por otros nuevos, con un fuerte ímpetu de incremento en los servicios, el consumo y los sectores de alta tecnología, en vez las exportaciones e inversiones.
En los nueve meses transcurridos el valor añadido de los servicios representó el 51,4 % del PIB, 2,3 puntos porcentuales por encima al del mismo periodo de 2014.
De enero a septiembre, la producción industrial subió un 6,2 % interanual y la inversión en activos fijos se elevó un 10,3 %. La inversión en bienes raíces ascendió un 2,6 %, mientras que las ventas minoristas de bienes de consumo se incrementaron 10,5 %.
La industria de alta tecnología remontó un 10,4 % y el gobierno está ampliando la inversión en infraestructuras, incluidas vías de ferrocarril, aeropuertos y tuberías.
Como se observa, pese a los malos augurios, la economía China tiene mucha fuerza y será la de mayor crecimiento entre todos los países industrializados.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
Compartir esta noticia: