Traducido por Inés Hidalgo |
Incluso si Europa se ve grandemente afectada, la crisis no se limita a la Unión Europea: casi todas las economías de los países más industrializados están en estado semicomatoso. Según los países, el desempleo permanece muy elevado o incluso aumenta. Lo mismo ocurre en los países llamados «emergentes», incluidos los BRIC (Brasil, Rusia, India, China), donde el fuerte crecimiento tiende a disminuir. Las Bolsas del planeta, salvo raras excepciones, han caído considerablemente en 2011 (entre el 1 de enero y el 15 de octubre de 2011, –15% en la zona euro, en Japón y en China; -4% en Estados Unidos; –8% en Gran Bretaña; –22% en el Brasil; –19% en Rusia; –17% en India). El oro, valor refugio en tiempos de crisis, ha subido muchísimo (+20% entre enero y octubre de 2011).
Lo que llama la atención es la excesiva volatilidad que caracteriza toda una serie de precios: las Bolsas caen pero conocen rebotes temporales; el dólar cae pero conoce momentos de alza; la paridad entre el dólar, el euro, el yen, la libra esterlina, el franco suizo (otro valor refugio) es muy inestable; el precio de las materias primas se mantiene a un nivel elevado pero experimenta sacudidas importantes. En pocas palabras, la economía real (la producción) disminuye y la esfera financiera es presa de sobresaltos. Los bancos constituyen el eslabón vulnerable, pero cuentan con el apoyo incondicional de los poderes públicos.
Desde el punto de vista de las relaciones Norte-Sur, la situación económica de los países emergentes y en desarrollo es envidiable, comparada con la de los países del Norte |1|. Si consideramos el estado de las reservas internacionales como un indicador, los países emergentes están en posesión del doble de las reservas de los países más industrializados. En efecto, los países emergentes disponen de 6,5 billones de dólares (6.500 000.000.000 US$) de reservas internacionales (de los cuales la mitad corresponde a China, a la India 400.000 millones; a Brasil 350.000 millones, a Rusia 500.000 millones) frente a los 3,2 billones del Norte (de los cuales un tercio corresponde a Japón). El G20, club tan ilegítimo como el G7 que lo ha convocado, es incapaz de encontrar soluciones.
Una nueva expresión se pone de moda: países ricos altamente endeudados (PRAE), que eclipsa otra expresión de moda desde hace unos quince años en los pasillos del FMI y del Banco Mundial: países pobres altamente endeudados (PPAE). La deuda, pública y privada, está en el centro de la crisis.
Si tomamos en cuenta las relaciones entre clases sociales a escala planetaria, vemos que en todas partes las clases dominantes incrementan su riqueza, utilizan la crisis para aumentar la precariedad de la condición de los asalariados y de los pequeños productores. En los países del Atlántico Norte, de la Europa mediterránea y central, el reembolso de la deuda pública se uriliza como pretexto para imponer una nueva ola de austeridad. El costo de las catástrofes producidas por el sistema financiero privado está sistemáticamente a cargo de los poderes públicos, que pasan a su vez la factura a los asalariados y a los pequeños productores (a través de impuestos, reducciones de gastos sociales y despidos). Las desigualdades sociales se agravan. Los movimientos sociales populares experimentan grandes dificultades para constituir un frente coherente de resistencia, sin hablar de un intento de comenzar una contraofensiva. Nuevos fenómenos de protesta en las calles aparecen tras los pasos de las primaveras tunecina y egipcia. Así, el movimiento de los Indignados ha ganado una gran amplitud en España, así como en Grecia, y comienza a encontrar cierto eco en Estados Unidos y en otros continentes. Estas movilizaciones, si bien muy importantes, no están todavía en medida de obtener cambios radicales. Tenemos que apoyarlas activamente. A tal efecto, el éxito de la jornada del 15 de octubre de 2011 es prometedor.|2|.
Notas:
|1| En Internet, véase http://www.cadtm.org/Deuda-de-
|2| Véase: http://www.cadtm.org/El-15-de-
rCR
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