Una breve observación: titular del artículo de Juan Gómez en la prensa publicada: “Berlín advierte a Kiev que dé una respuesta política a las marchas” [1]. Titular en la página web del diario [2]: “Berlín exige a Kiev que dé una respuesta política a las protestas proeuropeas.” ¿Advertir es igual a exigir? Tal vez sí en esos contextos.
El asunto central:
El portavoz de la cancillería alemana, Steffen Seibert, manifestó el pasado martes 3 de diciembre que las manifestaciones proeuropeas (es decir, pro UE) en Ucrania envían “un mensaje muy claro” al presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich. Al presidente de un país que se supone soberano y donde se han celebrado elecciones democráticas, le pidió-exigió que “sea consciente de lo que le están pidiendo” la ciudadanía. Alemania, añadió y subrayó, sigue abierta a que Ucrania se acoja “al acuerdo de asociación con la UE”, el que el gobierno de Kiev declinó firmar el pasado viernes 29 de noviembre.
La canciller Angela Merkel ya había pedido-exigido a Yanukóvich que hiciera “lo posible para proteger la libertad de expresión y el derecho de manifestación”, un derecho, este último, que como se sabe se ha ejercito de forma más que contundente (incluida la destrucción de una estatua de VI. Lenin), mucho más “contundentes” incluso que en otros países de la UE como Grecia donde las críticas germanas institucionales a los agentes provocadores de las movilizaciones siguen vivas en nuestros recuerdos.
No han sido, por supuesto, los únicos mensajes “europeos”.
El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, de visita en Berlín, se sumaba a las críticas a Kiev. Las protestas, aseguró, “son la expresión de que muchos ucranios ven su futuro en Europa y están decepcionados”.
Bruselas ha informado que el presidente Yanukóvich se ha comprometido por teléfono ante Barroso a investigar el uso de la violencia contra los manifestantes por parte de la policía. El resultado de la investigación será público y el propio presidente, que no es desde luego un alma bendita, anunció más esfuerzos para reducir la tensión en el país. Barroso no se cortó un pelo y le exigió más: apertura al diálogo “con todas las fuerzas políticas” del país, algo así como los ritmos y estilos de la agenda política de un gobierno soberano que, además, por el momento, no pertenece a UE.
El ejecutivo de Merkel dice estar preocupado sobre todo por “el uso de la violencia contra protestas pacíficas”, que ciertamente (y sin justificar ninguna represión policial) no son totalmente pacíficas y tienen en sus filas a ejecutivos jóvenes, cegados, neoliberales y agresivos que dicen estar dispuestos a todo para doblegar la posición del gobierno de su país. Insisto: no intento justificar ni justifico represión gubernamental alguna.
Un ministro de Exteriores en funciones, Guido Westerwelle, pidió a Kiev que “respete los derechos de reunión y manifestación” y los “defienda de cualquier tipo de coacción o violencia”. ¿De quién, de quiénes? No concretó. Por su parte, el presidente polaco, Bronislaw Komorowski, anunció “nuevas vías” para hablar con Kiev sobre la asociación con Europa.
Hay más comentarios, indicaciones toques o incluso estocadas (¡incluso representante del PP han hablado de la lucha democrática del pueblo de Ucrania!) pero los señalados son una muestra más que representativa.
La duda que asalta:
¿Hemos oído algo parecido o remotamente parecido cuando los ciudadanos griegos se han manifestado decenas de veces de manera masiva contra las órdenes-exigencias antipopulares y austericidas de la troika? ¿Se han hecho caso a las demandas populares? ¿No es lo mismo? ¿Por qué no es lo mismo?
¿Y en el caso de España? ¿Hemos observado cambios de política gubernamental cuando la ciudadanía, las mareas verdes por ejemplo, se ha puesto en pie de resistencia, cuando nos hemos movilizado centenares de miles de personas en el conjunto de Sefarad? ¿Y cuándo el 15M? ¿Y cuándo han irrumpido otros movimientos sociales? ¿Se nos ha hecho caso? ¿Nos han faltado argumentos?
¿Qué pasa entonces, cómo entender la situación? ¿En qué momento irrumpen las exigencias-advertencias de la troika y cuándo los ciudadanos y ciudadanas que reivindican sus derechos sociales y económicos (y también políticos) más esenciales son olvidados o desestimados por las instancias de poder de la UE, por las mismas que lanzan amenazas contra gobiernos que, desde luego, no son ningún modelo?
¿De qué hablan realmente cuando hablan de derechos y libertades y de escuchar las voces de los pueblos?
Notas:
[1] El País, 2 de diciembre de 2013, p. 3; http://internacional.elpais.com/internacional/2013/12/02/actualidad/1386016704_617519.html
Salvador López Arnal es nieto del cenetista asesinado en mayo de 1939 –delito: “rebelión militar”-: José Arnal Cerezuela.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes
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