Navalnyi, Udaltsov, Yashin, y Sobchak son miembros destacados de la nueva ola de oposición al Kremlin. Han participado activamente en las protestas antiPutin desde las elecciones parlamentarias de 2011. Son un fiel reflejo del nuevo movimiento opositor llamado a tener un papel cada vez más importante en la vida política del país. |
Recientemente se celebró en Moscú la enésima manifestación de protesta contra el presidente ruso, Vladimir Putin. Esta serie de protestas empezó a finales de 2011 a raíz de las elecciones parlamentarias. En dichos comicios se observaron claras irregularidades, que aun no siendo determinantes para la victoria final de Rusia Unida, el partido político de Putin, significaron un punto de inflexión en la actitud de una parte de la población hacia los gobernantes del país.
Los nuevos aires de protesta han llevado a las primeras planas de la vida política nacional rusa a una nueva generación de opositores con sus propias figuras visibles. Son jóvenes, con estudios universitarios y conocen el éxito profesional. Viven y trabajan en las grandes ciudades rusas. Si bien nacieron en la URSS, han crecido y se han ido formando en la Rusia postsoviética y sus carreras profesionales se han labrado durante las presidencias de Putin. Alexey Navalnyi, Serguei Udaltsov, Ilya Yashin y Kseniya Sobchak son, además de algunas de las figuras visibles de estás protestas, un buen reflejo de la masa social que compone el núcleo de estas manifestaciones contra la clase dirigente, las más importantes desde la llegada de Putin al poder hace ya 13 años.
En junio, el mismo día que debía celebrarse una manifestación a favor de unas elecciones justas, en las viviendas de los cuatro activistas se produjeron registros policiales. Esta práctica, que recuerda a los mejores tiempos del KGB, sirvió para poner sobre la palestra la creciente preocupación de los inquilinos del Kremlin.
Sangre nueva en la protesta
La animadversión a Putin y al sistema que encabeza ha conseguido unir bajo la misma bandera a gran parte de la oposición no parlamentaria existente en el país. Esta unidad es uno de los factores claves que explica su poder de convocatoria. Otro factor no menos importante es que la gente que hasta ahora no se interesaba por la política del país, de la noche a la mañana se ha convertido en el mayor incordio del Kremlin. Esos jóvenes despreocupados, interesados más en el mundo material puramente capitalista que se había adueñado del país, han levantado la cabeza y han decidido tomar la palabra ante una realidad que no les gusta.
Alexey Navalnyi (Butyn, 1976): es un abogado famoso por haber creado y promovido desde internet varios proyectos anticorrupción. En sus inicios formó parte del partido de centro-izquierda liberal Yabloko, de donde fue expulsado acusado de actitud extremadamente panrusa. Desde entonces, el abogado y bloguero ha abanderado las denuncias de corrupción Su presencia pública ha ido en aumento junto a su popularidad, basada en una reputación prácticamente intachable. Ruso, de buen aspecto físico, ortodoxo, esposo y padre de dos criaturas... muchos ven en él una figura de tremendo potencial político. Tras las parlamentarias de diciembre de 2011 encabezó las protestas por la anulación de resultados y repetición de los comicios de una manera justa. Ello ya le ha costado dos arrestos de 15 días por haber protagonizado manifestaciones no autorizadas por las calles de Moscú.
Otro ex integrante de Yabloko y que también ha sido detenido por las autoridades por protagonizar acciones no sancionadas desde finales de 2011 es Ilya Yashin (Moscú, 1983). Este joven politólogo fundó en 2008 el movimiento prodemocracia Solidaridad, iniciativa que lucha por la instauración en Rusia de una democracia real con libertad de prensa y respeto a los derechos humanos. A los días de nacer Solidaridad fue expulsado de Yabloko, a cuya directiva había criticado en numerosas ocasiones por su poco activa oposición a Putin. Solidaridad aglutina, junto a jóvenes como el propio Yashin, a dirigentes con experiencia, como el que fuera en tiempos de Yeltsin primer viceministro Boris Nemtsov o el ajedrecista ex campeón del mundo Gari Kasparov.
Yashin es una figura con un claro atractivo para los rusos más jóvenes debido a que fácilmente lo pueden identificar como uno de los suyos. Sin embargo, su despreocupado estilo -gusta de vestirse a la moda y es un habitual de la noche moscovita- no debe poner en duda sus capacidades políticas.
Líder del movimiento AKM (Vanguardia de la Juventud Roja en sus siglas rusas) Serguei Udaltsov (Moscú, 1977), es el político joven con más experiencia así como el más radical de los que se manifiestan contra Putin. Aparte de encabezar a las juventudes comunistas-bolcheviques de Rusia y de otros países de la exURSS, es uno de los coordinadores del Frente de Izquierdas, conglomerado de partidos y movimientos que defienden la vía socialista de desarrollo. Este jurista lleva en política desde finales de los noventa y es un fijo en las protestas antigubernamentales de los últimos años. Ello le ha supuesto ya un centenar de detenciones.
Una de las últimas incorporaciones de la oposición, y de las más sorprendentes viendo su trayectoria, es la de Kseniya Sobchak (Leningrado, 1981). Esta presentadora, periodista y celebridad sin más, famosa en Rusia por haber presentado programas televisivos de dudosa calidad y haber protagonizado más de un escándalo, es hija del que fuera alcalde de San Petersburgo entre 1991 y 1996, Anatolii Sobchak. Fue precisamente Sobchak padre en su época de alcalde quien introdujo en la política a un entonces joven ex agente de la KGB, Vladimir Putin. No es un secreto que Putin siempre ha estado agradecido a su mentor y le ayudó hasta la muerte de Sobchak en 2000. Desde entonces ha sido la familia la que ha recibido las atenciones y cuidados del actual presidente ruso. Así Lyudmila Narusova, la viuda de Sobchak padre y madre de Kseniya, es miembro de la cámara alta rusa, el denominado Consejo de la Federación.
Muchos señalan que Kseniya Sobchak debe su meteórica carrera al estrellato a sus privilegiadas relaciones con lo más alto del país. Con el tiempo y gracias a que se consolidó en el mundo de la farándula rusa, Sobchak fue descubriéndose como una persona con ciertas inquietudes políticas, pero no fue hasta diciembre de 2011 que se unió abiertamente a las filas de la oposición. Esta incorporación ha sido bien recibida debido a su tirón mediático por otros destacados miembros opositores, como Navalnyi, quien le puso como condición que dejara de presentar reality show en la televisión; o Ilya Yashin, quien es desde hace unos meses pareja de Sobchak.
Putin contraataca
Si la salida a la calle de los jóvenes rusos fue una sorpresa, su persistencia en la convocatoria de diferentes actos es ya, y a pesar de la paulatina caída de asistentes, un éxito. Lo que más llamó la atención con el paso de los meses de protestas fue la inactividad de las autoridades. Muchos analistas señalaron que esto era una clara evidencia de la debilidad del régimen de Putin. Sin embargo, a pesar de ser lento en sus reacciones, el sistema actual ruso siempre responde. Sus respuestas suelen ser contundentes y llegan desde abajo. Detenciones, sanciones, presiones, sin que los de arriba tengan presuntamente nada que ver con el tema.
En junio de este año, cuando parecía que los opositores estaban ganado el pulso de la calle a las fuerzas del Kremlin, la misma mañana de una nueva jornada de protesta, las fuerzas de Policía rusas se presentaron en el domicilio de las cuatro figuras opositoras para realizar un minucioso registro que duró buena parte del resto de la jornada. Por supuesto que ninguno de los cuatro participo ese día en protesta alguna. Esta práctica, escuela clásica de la KGB, les dio a entender claramente que Putin ni olvida ni perdona, pero es paciente y sabe esperar el momento.
Los policías se incautaron de gran cantidad de documentos y material informático. Nada se ha sabido más de ello, por lo que es de suponer que nada comprometedor había entre todo lo confiscado. La peor parada fue la menos experta, y la persona que más cerca ha estado de Putin, Kseniya Sobchak. En su domicilio encontraron una cantidad equivalente a cerca de 2 millones de euros en diferente moneda. El dinero fue confiscado y a día de hoy parece poco probable que lo pueda recuperar. Si a ello le sumamos que Sobchak ha perdido el acceso a los canales de ámbito estatal, su situación económica ha empeorado sensiblemente.
Otro método que está empleando el Kremlin es el de desprestigiar a los opositores mediante los canales de TV de ámbito nacional, monopolio exclusivo del poder. Así, en los últimos meses el canal NTV ha emitido dos reportajes de investigación, hechos en parte con cámaras ocultas, que acusan directamente a los opositores de recibir dinero desde el exterior y preparar con ayuda de expertos extranjeros revueltas en diferentes regiones rusas. El peor parado en este caso ha sido Udaltsov, contra quien se ha abierto una investigación oficial.
Luces y sombras de la nueva ola
Todo ello da pie a una de las críticas y a la vez sospechas más utilizadas por el Kremlin contra los líderes de la nueva ola opositora. Si bien todos tienen estudios y han tenido buenos empleos antes de dedicarse a la política, actualmente todas estas figuras opositoras siguen llevando un alto nivel de vida pero sin empleo conocido. Navalnyi o Yashin han sido invitados a países occidentales a impartir conferencias sobre la Rusia actual. Desde el Kremlin, y desde una parte importante de la sociedad rusa más tradicional y más conservadora esto se ve con muy malos ojos, ya que recuerda demasiado a los autodenominados demócratas que arruinaron al país durante los años noventa.
Tampoco ha ayudado a la causa opositora su poco protagonismo real en la escena política rusa. A pesar del éxito de sus manifestaciones, por ahora siguen sin conseguir una masa de votantes fiel. Así en las últimas elecciones municipales, el 14 de octubre, han vuelto a fracasar en los núcleos donde más esfuerzos habían puesto. Especialmente dolorosa ha sido la derrota de la candidata opositora ecologista Evguenia Chirikova, otra de las figuras emergentes en el seno de la nueva oposición, en la ciudad de Jimki.
Sean agentes occidentales o luchadores contra la tiranía del Kremlin lo cierto es que son personajes en crecimiento en la vida política rusa. Su siguiente paso debería ser formalizar sus aspiraciones políticas con partidos y programas concretos e intentar poco a poco ir entrando en las instituciones. Parece poco probable que solo mediante la protesta callejera consigan desestabilizar un sistema presidido por un ex miembro del KGB.
Compartir esta noticia:
No hay comentarios:
Publicar un comentario