El liderazgo de Alemania en la Unión Europea va a ser uno de los temas que se trata desde ayer en la Conferencia de Seguridad de Munich, que reúne a destacados personajes de la vida política, militar y económica del hemisferio norte. Dado que se trata de un encuentro considerado «privado», los críticos consideran antidemocrático un evento que más bien sirve para cambiar gobiernos y preparar guerras o revueltas en estados que se oponen a los intereses de Washington y sus aliados de Europa occidental. |
La crisis financiera, Irán y el liderazgo de Alemania serán los temas que centrarán la Conferencia de Seguridad de Munich, que se celebra este fin de semana, según manifestó el exembajador alemán ante la ONU Wolfgang Ischinger en una entrevista, lo que llamó poderosamente la atención.
No es ningún secreto que Berlín está llevando la voz cantante en la Unión Europea (UE), es algo que se puede leer a diario en la prensa internacional. Pero el dictado alemán de austeridad y el envío de un «comisario» a Grecia no sirven para probar que el Gobierno de Angela Merkel sepa «liderar», lo que va más allá de aceptar un papel de liderazgo. El problema principal de la política alemana es que le falta la «facultad para pensar estratégicamente», tal y como ha indicado el diario centroliberal «Süddeutsche Zeitung» en un reciente análisis.
El otro gran problema alemán es el relativo al objetivo de la política de Berlín respecto a la UE post-crisis. Se puede suponer que Merkel y los poderes fácticos quieren mandar en Europa pero la cuestión es en qué Europa, cómo y con quién.
Parece que la canciller y el principal partido de la oposición, el socialdemócrata (SPD), optan por llenar los fondos de rescate con más euros para mantener el actual bloque comunitario, pero sin solucionar los problemas. Obviamente el modelo de austeridad a la alemana es dañino para Grecia, pero la opción de separar Atenas de la zona euro no se plantea, por ahora. Sin embargo, tal y como se ha evidenciado en la reciente cumbre europea, la ruptura de la UE se hace cada vez más patente. Por segunda vez consecutiva Londres no comparte la decisión de la mayoría, pero esta vez cuenta con el apoyo de Praga. Ya no está sola frente a Berlín.
La actitud de la República Checa no sorprende, porque en vísperas del inicio de la guerra contra Irak (2003) formaba parte de la alianza belicista, dirigida por EEUU, lo que desde el punto de vista geoestratégico mantenía cercado al núcleo europeo «pacifista», con París y Berlín en el centro. De hecho, Varsovia y Praga, Roma y Madrid más Londres vuelven a estar de nuevo más cerca de las posiciones de Washington que de las de Berlín.
Además, ahora París se muestra como un aliado inseguro para la política alemana. Merkel ha apostado por la reelección del actual presidente, Nicolas Sarkozy, pero, ¿qué pasará si gana François Hollande o incluso Marine Le Pen? El último caso sería muy grave, porque frente a una victoria del PS la canciller podría reaccionar con la constitución de un bipartito con el SPD, una opción que de cara a las elecciones generales de 2013 cada vez toma más peso.
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la diplomacia de la República Federal de Alemania supo instrumentalizar la «amistad francogermana» para disminuir la hegemonía de EEUU durante la Guerra Fría. Sobre este eje principal, Helmut Kohl pudo realizar la unificación de los dos estados alemanes en 1990 cuando su amigo François Mitterand reconoció el derecho a la autodeterminación de los alemanes frente al rechazo de Margaret Thatcher, la indiferencia de George Bush y el consentimiento de Mijail Gorbachov. En la misma dinámica se situaba la cooperación entre Jacques Chirac y Gerhard Schröder, cuyo denominador común era erigir la UE como otro polo político más en un mundo multipolar. Al final, estos «europeístas» perdieron terreno y poder frente a los «transatlánticos» cuando los admiradores de EEUU, Merkel y Sarkozy, tomaron las riendas. Poco a poco Washington ha logrado reconducir la Alemania merkeliana hacia su vera, aunque sigue observando con escepticismo el nuevo papel de líder que la UE ha concedido a Berlín.
Aún así, o justamente por ello, Merkel ha dado luz verde para que el centro de control del futuro «escudo antimisiles» sea instalado en la base estadounidense de Ramstein. Esta decisión va a tener un efecto negativo en las relaciones germanorrusas porque Moscú se siente amenazado por este nuevo sistema militar, dirigido por su rival estadounidense.
Igual de unilateral transcurre la visita de Merkel a China, donde pide mucho: dinero para la UE y que Beijing deje de proteger a Siria en la ONU. De forma parecida opera el ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, quien tras una visita amistosa a Israel ha exigido la dimisión del presidente sirio, Bashar al-Assad. Mientras tanto, el ministro de Cooperación Económica, Dirk Niebel, ha criticado las condiciones de vida de los palestinos en Cisjordania y, al mismo tiempo, les ha invitado a seguir conversando con Tel Aviv.
Alemania está aún lejos de asumir cualquier tipo de liderazgo internacional.
Fuente: http://gara.net/paperezkoa/20120204/320004/es/Alemania-lider-que-aun-no-ha-conseguido-serlo
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