lunes, 17 de octubre de 2016

Hillary, Reina de la Guerra: la hoja de ruta por venir Por Pepe Escobar Todo comienza con un festival del amor wahabita-sionista El ministro de Exteriores saudí, se vio obligado a un forcing de negaciones y contra-negaciones acerca de una visita a Israel, el 22 de julio, como parte de una delegación encabezada por el general retirado Anwar Eshki. Parece que Eshki está muy cerca de las superestrellas de la inteligencia saudita, así como al en un tiempo viejo amigo de Osama bin Laden, el príncipe Turki bin Faisal, que recientemente se ha reunido públicamente con los ex generales de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Yaakov Amidror y Amos Yadlin. Una vez en Israel, Eshki tuvo una entrevista con el Director General del Ministerio de Asuntos Exteriores, Dore Gold, y el mayor general Yoav Mordechai, el gran jefe de las FDI en Cisjordania. Es absolutamente imposible que la Casa de Saud no haya dado luz verde a una visita tal, y a tan alto nivel de consultas. Por cierto, el Ministro del Interior de Arabia Saudita prohíbe todos los viajes a Israel, así como a Irán e Irak. Así que, ¿dónde está el problema? Los israelíes lo han interpretado como si los saudíes, hablando en nombre de la Liga Árabe, hubieran ofrecido una normalización de las relaciones con el mundo árabe, sin que Israel deba renunciar a nada en lo que se refiere al frente palestino. Lo único que debe hacer Tel Aviv, mucho después, sería la adopción de la iniciativa de paz árabe de 2002, propuesta por Arabia Saudita. Esto es una estupidez. Para empezar, los sionistas de la ultraderecha en el poder en Tel Aviv, nunca estarán de acuerdo en volver a las fronteras anteriores a 1967 y en reconocer el estado palestino. Lo que ha sido “discutido”, fue un no acuerdo, a pesar de que Tel Aviv se regocije: “importantes estados árabes están mostrando una disposición a abrazarnos, a pesar de que no hemos cedido un centímetro en Cisjordania e incluso si continuamos controlando la Mezquita al-Aqsa”. Si la Liga Árabe tuviese que embarcarse en un flagrante no acuerdo de este tipo, echando a los palestinos para siempre bajo una miríada de excavadoras (israelíes), hay fuertes posibilidades de que las oligarquías/petromonarquías de todo tipo, comiencen a comprar billetes sólo de ida para Londres. La alianza Moscú-Teherán-Ankara ¿De qué han hablado realmente ahora? Previsiblemente, de la inminente perspectiva de que la Dominatrix de espectro completo llegue finalmente a la Casa Blanca. Tanto Bibi Netanyahu en Tel Aviv, como el jefe de facto de la casa de Saud y príncipe de la guerra, Mohammad bin Salman en Riad, han sido reducidos, bajo la administración de Obama, al rango de proverbiales, eufemísticos “aliados distanciados”. Entre ellos, son aliados de facto, aunque no puedan admitirlo ante los árabes de la calle. Ambos están absolutamente seguros de que bajo la Reina de la Guerra habrá – qué otra cosa – guerra. La pregunta es contra quién. Especulaciones informadas apuntan al común enemigo israelo-saudí: Irán. Esto es complicado. La estrategia conjunta israelo-saudí en el Medio Oriente está literalmente hecha pedazos. Teherán no se ha empantanado ni en Siria ni en Irak. El ISIS / ISIL / Daesh y los diversos “rebeldes moderados”, que de manera oculta sostenía el eje sunita-israelí, están huyendo, a pesar de que insisten en que ya no son “al-Qaeda“. El Príncipe de la guerra bin Salman está atrapado en un conflicto que no puede ganar en Yemen. Y luego está el espectacular salto mortal post-golpe del Sultan Erdogan, prácticamente abandonando todos aquellos complicados sueños de zonas de exclusión aérea para anexionar una Siria post-Assad a su creación neo-otomana. La Casa de Saud echa espuma de rabia ya que los diplomáticos turcos han empezado a extender esta bomba: Erdogan ha propuesto al iraní Rohuani una alianza en todos los ámbitos con el presidente Putin para resolver de una vez por todas el rompecabezas de Oriente Medio. Por muy errático que pueda ser el orden del día de Erdogan, un posible nuevo acuerdo, tanto como para romper el hielo entre Moscú y Ankara, será discutido en la próxima reunión cara a cara entre Putin y Erdogan [tuvo lugar el 9 de agosto en San Petersburgo] . En esta etapa, todas las señales geopolíticas apuntan, aunque sea provisionalmente, a una renovada alianza ruso-turco-iraní, aunque un aterrada Casa de Saud está haciendo todo lo posible para ganarse la confianza de Moscú, ofreciendo “incalculables riquezas” y el acceso privilegiado al mercado del Consejo de Cooperación de los Estados del Golfo (CCG). Como fue confirmado por una fuente de inteligencia occidental de alto nivel, “los saudíes están manteniendo decididamente todos los contactos abiertos con el Kremlin. El monarca saudí se encuentra ahora en Tánger, donde se reunió con el enviado ruso. Parece que son sinceros. Sin embargo, Putin no abandonará a Assad. Tiene que haber un compromiso. Ambos lo necesitan”. El presidente Putin se encuentra en una posición privilegiada. Incluso sin aceptar la oferta saudita, que es sólo una promesa y no una garantía de ningún tipo, Rusia tiene las mejores cartas en la que es una bastante problemática, pero factible, alianza Moscú-Teherán-Ankara, toda ella centrada en la “integración euroasiática (y sobre un futuro puesto para Turquía, junto con Irán, en la Organización de Cooperación de Shanghai – OCS). Un alianza ruso-saudita, por su parte, conduciría inevitablemente a la administración de la Reina de la Guerra hacia, vaya novedad, un cambio de régimen en Riad disfrazado de R2P: la “responsabilidad de proteger” al pueblo saudí. También se debe esperar que la compinche de Hillary, Samantha Power, lo defienda con ardor en las Naciones Unidas. Todo gira en torno a las Tres Arpías Sin embargo, teniendo en cuenta los instintos de la Reina de la Guerra, todas las señales apuntan a Irán. El proyecto/manual de instrucciones/mapa de la guerra de la Clinton está sin duda aquí, encontrándose ahora en la muy peligrosa intersección entre los neo-cons y los neoliberales conservadores. El think tank CNAS (Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense) está constituido por un tercio (Michele Flournoy) de lo que he llamado las tres arpías: Hillary Clinton, la Flournoy, y la – las palabras más terribles en inglés – Secretaria de Estado Victoria Nuland, el posible trío letal a cargo de la política exterior en el tercer gobierno de Clinton. Este de hecho es el PNAC (Proyecto para el Nuevo Siglo Americano) inflado con esteroides, que recuerda a la belicosa Guía de planificación de la Defensa de Estados Unidos de 1992, enmascarado por la retórica tranquilizadora de una hegemonía benévola, y de “reglas basadas en el orden internacional”. Si Trump, durante la campaña electoral, fuese capaz de contener sus instintos de máquina parlante y/o máquina tuitera, y concentrarse en lo que esta obra belicista significa para los EEUU y para todo el mundo, sería capaz de tocar los corazones de millones de votantes estadounidenses aún indecisos. A pesar de toda su furia, que se prevé alcance niveles sin precedentes de histeria, la Dominatrix de espectro completo no será tan tonta como para lanzar una guerra, que inevitablemente se convertirá en nuclear, contra Rusia (con los Estados bálticos como excusa), o contra China (el Mar del Sur de China como pretexto), las dos principales “amenazas existenciales” para el Pentágono. En Siria, por otra parte, para enero de 2017, los payasos de Al-Qaeda/no-Al-Qaeda, conocidos como “rebeldes moderados” estarán casi todos bajo dos metros de tierra. Erdogan podría hacer insoportable la vida de la OTAN en Turquía. Dado que la Reina de la Guerra está en la nómina del AIPAC [American Israel Public Affairs Committee, Comité de Asuntos Públicos Americano-israelí], y teniendo en cuenta las ya legendarias relaciones color de rosa entre la Fundación Clinton y la Casa de Saud, el objetivo de la guerra sería el blanco favorito de los saudíes y los israelíes, que también es pro-Damasco y en estrecho contacto con Ankara y Moscú: Irán. Pero, ¿cómo desencadenarla? Un camino que ya se está explorando activamente es bombardear por todos los medios, y no sólo en sentido figurado, el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán. Una campaña bien enfocada en los medios de comunicación estadounidense ya está enterrando el acuerdo, e incluso el líder supremo, el ayatolá Jamenei, según se ha informado en los Estados Unidos, dijo que no se puede confiar en Washington; “Nos dicen ‘Hablemos también de los problemas regionales’. Pero la experiencia del acuerdo nuclear nos dice que este es un veneno mortal, y que bajo ninguna circunstancia se puede confiar en los norteamericanos”. Así que esperen del equipo de Clinton la proverbial cortina de humo de contorsiones engañosas, acusaciones infundadas y el ocasional, pero bien colocado ataque de bandera falsa para atraer a Teherán a la trampa, por ejemplo, de la muy deseada por los neo-liberales conservadores reanudación del programa nuclear iraní. Por supuesto, esto no va a ocurrir, pero el poderoso grupo de presión anti-iraní en el Congreso de los Estados Unidos efectuará un aluvión tal de desinformación que lo hará aparentemente real, incluso como una ilusión. Y todo esto mientras que Irán, entre otros planes de desarrollo, está trabajando en una nueva ruta entre el Golfo Pérsico y el Mar Negro, concetando Armenia, Georgia y Bulgaria, y posicionando a la nación como un nodo comercial clave que conecta con el mundo árabe al sur y al oeste, Asia central en el norte, y Afganistán y Pakistán en el este, todo camino de Europa. Una vez más, la integración eurasiática en movimiento. Teherán tiene una miríada de razones para estar en alerta roja si la Dominatrix de espectro completo consigue poner sus manos en los códigos nucleares (¿cómo es que esta posibilidad no asusta más que Trump?). Actuará como una servidora infalible de la alianza israelo-saudí. La hoja de ruta está trazada. Y los neocons y los neo-liberales conservadores apenas puede contener su emoción al ver en acción “una fuerza que puede adaptarse a diferentes perfiles de misión y tener éxito”.


Hillary, Reina de la Guerra: la hoja de ruta por venir Por Pepe Escobar Todo comienza con un festival del amor wahabita-sionista El ministro de Exteriores saudí, se vio obligado a un forcing de negaciones y contra-negaciones acerca de una visita a Israel, el 22 de julio, como parte de una delegación encabezada por el general retirado Anwar Eshki. Parece que Eshki está muy cerca de las superestrellas de la inteligencia saudita, así como al en un tiempo viejo amigo de Osama bin Laden, el príncipe Turki bin Faisal, que recientemente se ha reunido públicamente con los ex generales de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Yaakov Amidror y Amos Yadlin. Una vez en Israel, Eshki tuvo una entrevista con el Director General del Ministerio de Asuntos Exteriores, Dore Gold, y el mayor general Yoav Mordechai, el gran jefe de las FDI en Cisjordania. Es absolutamente imposible que la Casa de Saud no haya dado luz verde a una visita tal, y a tan alto nivel de consultas. Por cierto, el Ministro del Interior de Arabia Saudita prohíbe todos los viajes a Israel, así como a Irán e Irak. Así que, ¿dónde está el problema? Los israelíes lo han interpretado como si los saudíes, hablando en nombre de la Liga Árabe, hubieran ofrecido una normalización de las relaciones con el mundo árabe, sin que Israel deba renunciar a nada en lo que se refiere al frente palestino. Lo único que debe hacer Tel Aviv, mucho después, sería la adopción de la iniciativa de paz árabe de 2002, propuesta por Arabia Saudita. Esto es una estupidez. Para empezar, los sionistas de la ultraderecha en el poder en Tel Aviv, nunca estarán de acuerdo en volver a las fronteras anteriores a 1967 y en reconocer el estado palestino. Lo que ha sido “discutido”, fue un no acuerdo, a pesar de que Tel Aviv se regocije: “importantes estados árabes están mostrando una disposición a abrazarnos, a pesar de que no hemos cedido un centímetro en Cisjordania e incluso si continuamos controlando la Mezquita al-Aqsa”. Si la Liga Árabe tuviese que embarcarse en un flagrante no acuerdo de este tipo, echando a los palestinos para siempre bajo una miríada de excavadoras (israelíes), hay fuertes posibilidades de que las oligarquías/petromonarquías de todo tipo, comiencen a comprar billetes sólo de ida para Londres. La alianza Moscú-Teherán-Ankara ¿De qué han hablado realmente ahora? Previsiblemente, de la inminente perspectiva de que la Dominatrix de espectro completo llegue finalmente a la Casa Blanca. Tanto Bibi Netanyahu en Tel Aviv, como el jefe de facto de la casa de Saud y príncipe de la guerra, Mohammad bin Salman en Riad, han sido reducidos, bajo la administración de Obama, al rango de proverbiales, eufemísticos “aliados distanciados”. Entre ellos, son aliados de facto, aunque no puedan admitirlo ante los árabes de la calle. Ambos están absolutamente seguros de que bajo la Reina de la Guerra habrá – qué otra cosa – guerra. La pregunta es contra quién. Especulaciones informadas apuntan al común enemigo israelo-saudí: Irán. Esto es complicado. La estrategia conjunta israelo-saudí en el Medio Oriente está literalmente hecha pedazos. Teherán no se ha empantanado ni en Siria ni en Irak. El ISIS / ISIL / Daesh y los diversos “rebeldes moderados”, que de manera oculta sostenía el eje sunita-israelí, están huyendo, a pesar de que insisten en que ya no son “al-Qaeda“. El Príncipe de la guerra bin Salman está atrapado en un conflicto que no puede ganar en Yemen. Y luego está el espectacular salto mortal post-golpe del Sultan Erdogan, prácticamente abandonando todos aquellos complicados sueños de zonas de exclusión aérea para anexionar una Siria post-Assad a su creación neo-otomana. La Casa de Saud echa espuma de rabia ya que los diplomáticos turcos han empezado a extender esta bomba: Erdogan ha propuesto al iraní Rohuani una alianza en todos los ámbitos con el presidente Putin para resolver de una vez por todas el rompecabezas de Oriente Medio. Por muy errático que pueda ser el orden del día de Erdogan, un posible nuevo acuerdo, tanto como para romper el hielo entre Moscú y Ankara, será discutido en la próxima reunión cara a cara entre Putin y Erdogan [tuvo lugar el 9 de agosto en San Petersburgo] . En esta etapa, todas las señales geopolíticas apuntan, aunque sea provisionalmente, a una renovada alianza ruso-turco-iraní, aunque un aterrada Casa de Saud está haciendo todo lo posible para ganarse la confianza de Moscú, ofreciendo “incalculables riquezas” y el acceso privilegiado al mercado del Consejo de Cooperación de los Estados del Golfo (CCG). Como fue confirmado por una fuente de inteligencia occidental de alto nivel, “los saudíes están manteniendo decididamente todos los contactos abiertos con el Kremlin. El monarca saudí se encuentra ahora en Tánger, donde se reunió con el enviado ruso. Parece que son sinceros. Sin embargo, Putin no abandonará a Assad. Tiene que haber un compromiso. Ambos lo necesitan”. El presidente Putin se encuentra en una posición privilegiada. Incluso sin aceptar la oferta saudita, que es sólo una promesa y no una garantía de ningún tipo, Rusia tiene las mejores cartas en la que es una bastante problemática, pero factible, alianza Moscú-Teherán-Ankara, toda ella centrada en la “integración euroasiática (y sobre un futuro puesto para Turquía, junto con Irán, en la Organización de Cooperación de Shanghai – OCS). Un alianza ruso-saudita, por su parte, conduciría inevitablemente a la administración de la Reina de la Guerra hacia, vaya novedad, un cambio de régimen en Riad disfrazado de R2P: la “responsabilidad de proteger” al pueblo saudí. También se debe esperar que la compinche de Hillary, Samantha Power, lo defienda con ardor en las Naciones Unidas. Todo gira en torno a las Tres Arpías Sin embargo, teniendo en cuenta los instintos de la Reina de la Guerra, todas las señales apuntan a Irán. El proyecto/manual de instrucciones/mapa de la guerra de la Clinton está sin duda aquí, encontrándose ahora en la muy peligrosa intersección entre los neo-cons y los neoliberales conservadores. El think tank CNAS (Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense) está constituido por un tercio (Michele Flournoy) de lo que he llamado las tres arpías: Hillary Clinton, la Flournoy, y la – las palabras más terribles en inglés – Secretaria de Estado Victoria Nuland, el posible trío letal a cargo de la política exterior en el tercer gobierno de Clinton. Este de hecho es el PNAC (Proyecto para el Nuevo Siglo Americano) inflado con esteroides, que recuerda a la belicosa Guía de planificación de la Defensa de Estados Unidos de 1992, enmascarado por la retórica tranquilizadora de una hegemonía benévola, y de “reglas basadas en el orden internacional”. Si Trump, durante la campaña electoral, fuese capaz de contener sus instintos de máquina parlante y/o máquina tuitera, y concentrarse en lo que esta obra belicista significa para los EEUU y para todo el mundo, sería capaz de tocar los corazones de millones de votantes estadounidenses aún indecisos. A pesar de toda su furia, que se prevé alcance niveles sin precedentes de histeria, la Dominatrix de espectro completo no será tan tonta como para lanzar una guerra, que inevitablemente se convertirá en nuclear, contra Rusia (con los Estados bálticos como excusa), o contra China (el Mar del Sur de China como pretexto), las dos principales “amenazas existenciales” para el Pentágono. En Siria, por otra parte, para enero de 2017, los payasos de Al-Qaeda/no-Al-Qaeda, conocidos como “rebeldes moderados” estarán casi todos bajo dos metros de tierra. Erdogan podría hacer insoportable la vida de la OTAN en Turquía. Dado que la Reina de la Guerra está en la nómina del AIPAC [American Israel Public Affairs Committee, Comité de Asuntos Públicos Americano-israelí], y teniendo en cuenta las ya legendarias relaciones color de rosa entre la Fundación Clinton y la Casa de Saud, el objetivo de la guerra sería el blanco favorito de los saudíes y los israelíes, que también es pro-Damasco y en estrecho contacto con Ankara y Moscú: Irán. Pero, ¿cómo desencadenarla? Un camino que ya se está explorando activamente es bombardear por todos los medios, y no sólo en sentido figurado, el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán. Una campaña bien enfocada en los medios de comunicación estadounidense ya está enterrando el acuerdo, e incluso el líder supremo, el ayatolá Jamenei, según se ha informado en los Estados Unidos, dijo que no se puede confiar en Washington; “Nos dicen ‘Hablemos también de los problemas regionales’. Pero la experiencia del acuerdo nuclear nos dice que este es un veneno mortal, y que bajo ninguna circunstancia se puede confiar en los norteamericanos”. Así que esperen del equipo de Clinton la proverbial cortina de humo de contorsiones engañosas, acusaciones infundadas y el ocasional, pero bien colocado ataque de bandera falsa para atraer a Teherán a la trampa, por ejemplo, de la muy deseada por los neo-liberales conservadores reanudación del programa nuclear iraní. Por supuesto, esto no va a ocurrir, pero el poderoso grupo de presión anti-iraní en el Congreso de los Estados Unidos efectuará un aluvión tal de desinformación que lo hará aparentemente real, incluso como una ilusión. Y todo esto mientras que Irán, entre otros planes de desarrollo, está trabajando en una nueva ruta entre el Golfo Pérsico y el Mar Negro, concetando Armenia, Georgia y Bulgaria, y posicionando a la nación como un nodo comercial clave que conecta con el mundo árabe al sur y al oeste, Asia central en el norte, y Afganistán y Pakistán en el este, todo camino de Europa. Una vez más, la integración eurasiática en movimiento. Teherán tiene una miríada de razones para estar en alerta roja si la Dominatrix de espectro completo consigue poner sus manos en los códigos nucleares (¿cómo es que esta posibilidad no asusta más que Trump?). Actuará como una servidora infalible de la alianza israelo-saudí. La hoja de ruta está trazada. Y los neocons y los neo-liberales conservadores apenas puede contener su emoción al ver en acción “una fuerza que puede adaptarse a diferentes perfiles de misión y tener éxito”. sakeritalia.it Tomado de https://paginatransversal.wordpress.com/2016/09/19/hillary-reina-de-la-guerra-la-hoja-de-ruta-por-venir/

No hay comentarios:

Publicar un comentario