Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino |
El objetivo de la presencia militar estadounidense en África está bien documentado: contrarrestar la influencia china y controlar los lugares estratégicos y los recursos naturales, incluidas las reservas petroleras. Esta afirmación fue confirmada hace ya más de ocho años por el departamento de Estado estadounidense.
En el año 2007 el consejero del departamento de Estado de EE.UU. J. Peter Pham se refirió a los objetivos estratégicos del AFRICOM: “Proteger el acceso a los hidrocarburos y a otros abundantes recursos estratégicos africanos, una tarea que consiste en proteger la vulnerabilidad de esas riquezas naturales y asegurar que terceras partes como China, India, Japón o Rusia no logren su monopolio o tratamientos especiales”. (Nile Bowie, US AFRICOM Commander Calls for “Huge” Military Campaign in West Africa, Global Research, 11 de abril de 2012).
A principios de febrero, “de paso por el Centro de estudios estratégicos e internacionales de Washington D.C., el jefe del AFRICOM, el general David Rodríguez, convocó una campaña de “contrainsurrección” de gran envergadura por cuenta de Estados Unidos contra los grupos del oeste de África»:
El jefe del Comando de Operaciones Especiales de EE.UU. (SOCOM), el general Joseph Votel, hizo también la semana última consideraciones similares en la Academia West Point del ejército de EE.UU. afirmando que los equipos de comando estadounidenses deben prepararse para nuevos desplazamientos contra Boko Haram y el Estado Islámico (Thomas Gaist, US AFRICOM Commander Calls for “Huge” Military Campaign in West Africa, World Socialist Web Site, 2 de febrero de 2015).
Mark P. Fancher ha señalado la hipocresía y la “arrogancia imperialista” de los países occidentales que “a pesar de la universal condena al colonialismo están siempre dispuestos a divulgar públicamente (sin excusarse) sus planes expansionistas y de coordinación de su presencia militar en África”. (Marc P. Fancher, Arrogant Western Military Coordination and the New/Old Threat to Africa, Black Agenda Report, 4 de febrero de 2015).
Una gran cantidad de tropas procedentes de Benín, Camerún, Níger, Nigeria y Chad han sido actualmente desplegadas para luchar contra Boko Haram.
Esta nueva guerra en África contra otra oscura entidad terrorista recuerda a la fracasada campaña de propaganda de Kony 2012 envuelta en ideales humanitarios. Se utilizó como una pantalla de humo para evitar abordar la cuestión de las víctimas de la guerra contra el terrorismo y sus verdaderas causas, con el objetivo de justificar otra invasión militar. Es cierto que Boko Haram ocasiona muchas víctimas, pero el objetivo de la intervención occidental en África no es ir en ayuda de esas víctimas.
El conflicto más mortal desde la Segunda Guerra Mundial, el que siempre genera más indignación es el que acontece en el Congo. Y ni a la élite occidental ni a sus medios les preocupa en absoluto. Lo que demuestra que las intervenciones militares no están destinadas a salvar vidas.
Para comprender por qué los medios se concentran en Boko Haram necesitamos saber quién está detrás de esta organización. ¿Cuál es el contexto subyacente y cuáles los intereses a los que sirve?
Boko Haram: ¿Otra operación clandestina de Estados Unidos?
Boko Haram tiene su sede en el norte de Nigeria, el país más poblado y la mayor economía africana. Nigeria es el mayor productor de petróleo del continente y dispone del 3,4% de las reservas mundiales de petróleo bruto.
En mayo de 2014 African Renaissance News publicó un detallado reportaje sobre Boko Haram y la posibilidad de que dicha organización fuese otro operativo secreto de la CIA para hacerse con el control de Nigeria.
El mayor triunfo del AFRICOM para implantar una Pax Americana en África sería lograrla en el país africano más estratégico, Nigeria. Es en este marco donde entra en perspectiva el asunto de Boko Haram, que causa furor, y la predicción del Intelligence Council de Estados Unidos de la desintegración de Nigeria en 2015, de la que mucho se ha hablado (…) (Atheling P. Reginald Mavengira, Humanitarian Intervention in Nigeria: Is the Boko Haram Insurgency Another CIA Covert Operation? Wikileaks, African Renaissance News, 8 de mayo de 2014).
Entre los años 1970 y 1980 Nigeria ayudó a muchos países africanos “desafiando claramente los intereses de EE.UU. y sus aliados occidentales, una oposición que condujo en esa época a un retroceso de las iniciativas occidentales en África” (Ibid).
Nigeria ejerce su influencia en la región gracias al liderazgo del Grupo de Control de la Comunidad Económica de los Estados del Oeste de África (ECOMOG), un ejército formado por soldados de varios países africanos y organizado por la Comunidad Económica de los Estados del Oeste de África (CEDEAO). Ese grupo intervino en la guerra civil de Liberia en los años 80, la cual fue creada en 1821 por EE.UU. y gobernada por estadounidenses-liberianos por más de un siglo.
Las potencias occidentales, y en primer lugar Estados Unidos, obviamente no están dispuestas a dejar que los africanos dispongan de un ejército multinacional en el que ellas no desempeñen el papel principal. El ACRI, transformado más tarde en el AFRICOM, se creó en el año 2000 para contener la influencia de Nigeria y contraponerlo al ECOMOG, evitando así la emergencia de una fuerza militar africana conducida por africanos.
Según documentos de Wikileaks que menciona más adelante el artículo de Mavengira la embajada estadounidense en Nigeria constituye:
“Una base de operaciones para actos subversivos de gran envergadura y de gran magnitud contra Nigeria, especialmente para la escucha de las comunicaciones en el Gobierno nigeriano, el espionaje financiero de nigerianos destacados, el sostén y el financiamiento de grupos subversivos, insurgentes y de propaganda para la discordia entre diferentes grupos nigerianos y el uso del chantaje vinculado a lo relacionado con las visas con el objeto de obligar y conducir a los nigerianos de alto nivel a actuar en favor de EE.UU.” (Mavengira op.cit).
Mavengira forma parte de la Green White Coalition un “grupo ciudadano de defensa formado por voluntarios nigerianos de diferentes grupos étnicos y de diferentes convicciones religiosas”. Y describe que el objetivo último de los operativos estadounidenses clandestinos en su país es “eliminar a Nigeria como potencial rival estratégico de EE.UU. en el continente africano” (Ibid).
Una investigación sobre la secta Boko Haram realizada por la Coalición Green White descubrió que la “campaña de Boko Haram es un operativo secreto organizado por la Central Intelligence Agency (CIA) de EE.UU. coordinado por la embajada estadounidense en Nigeria”. Estados Unidos en otras oportunidades ya ha utilizado sus embajadas para sus operativos secretos. La embajada de Bengasi fue la base de un operativo secreto de tráfico armas para los mercenarios que luchan contra Bachar Al-Assad en Siria. En cuanto a la embajada de Ucrania, un video de noviembre de 2013 recientemente aparecido muestra a un parlamentario ucraniano explicando otro operativo clandestino destinado a fomentar disturbios civiles con el objetivo de derrocar al Gobierno democráticamente elegido.
La investigación de Green White Coalition sobre Boko Haram revela un plan de National Intelligence Council de EE.UU. de tres etapas destinado a “pakistanizar” Nigeria, internacionalizar la crisis y dividir el país en virtud de un mandato y de una fuerza de ocupación de la ONU. El plan “prevé” la desintegración de Nigeria hacia 2015. Es interesante citar la investigación con detalle:
“El conjunto del informe de National Intelligence Council es en realidad una declaración codificada de intenciones en la que EE.UU. prevé desmantelar eventualmente Nigeria mediante complots de desestabilización […]”.
Etapa 1: “Pakistanizar” Nigeria
Viendo la real existencia del flujo de Boko Haram es probable que en los meses próximos se produzca una ola de atentados y ataques a edificios públicos.
El objetivo es exacerbar las tensiones y las sospechas mutuas entre los adeptos a las dos religiones prevalentes en Nigeria y arrastrarlos a una violencia interreligiosa […].
Etapa 2: Internacionalización de la crisis
EE.UU., la Unión Europea y las Naciones Unidas pedirán la terminación de la violencia […]. Para crear el efecto se producirá en los medios internacionales una importante cobertura de la crisis en Nigeria con algunos “expertos” que discutirán acerca de sus ramificaciones. Dichos expertos se esforzarán en crear la impresión de que solo mediante la intervención extranjera podrá solucionarse esa crisis.
Etapa 3: La gran división sobre la base de un mandato de la ONU
Se propondrá en primer lugar la intervención de una fuerza internacional de paz con el objeto de separar a los grupos beligerantes y/o un mandato de la ONU asignará diferentes áreas de Nigeria a las potencias ocupantes. Desde luego EE.UU. y sus aliados, guiados por sus exclusivos intereses económicos, habrán discutido previamente entre bambalinas las zonas a ocupar […] (Ibid).
En 2012 escribía Nile Bowie:
“El diario Nigerian Tribune ha informado de que Boko Haram está financiado por diferentes grupos de Arabia Saudita y del Reino Unido, especialmente del fondo fiduciario Al-Muntada, con sede en el Reino Unido, y la Sociedad Islámica Mundial de Arabia Saudita [8]. En una entrevista realizada por Al-Jazeera a Abou Mousab Abdel Wadoud, el jefe de Al Qaida en el Magreb Islámico (AQMI), afirmó que algunas organizaciones con sede en Argelia han provisto de armas al movimiento Boko Haram de Nigeria “para defender a los musulmanes de Nigeria y parar los avances de una minoría de cruzados”.
Está ampliamente documentado que miembros de Al Qaida y del grupo islámico que combatió en Libia (GICL) lucharon junto a los rebeldes libios y recibieron armas y apoyo logístico directamente de los países de la OTAN durante el conflicto libio en 2011 […].
Para la administración de Obama el apoyo clandestino a organizaciones terroristas destinado a lograr objetivos de política exterior parece una condición previa a la intervención en el extranjero. Boko Haram existe como una división independiente del aparato desestabilizador estadounidense orientado a quebrar el país más poblado de África y mayor mercado potencial” (Nile Bowie, CIA Covert Ops in Nigeria: Fertile Ground for US Sponsored Balkanization, Global Research, 11 de abril de 2012).
Según algunos informes hay también algunos comandantes nigerianos implicados en el financiamiento de la insurrección.
“Un soldado nigeriano del Estado de Borno expresó en un reportaje que Boko Haram atacó Gamboru Ngala en su presencia pero que su comandante ordenó no rechazar el ataque. El soldado dijo al Service Hausa de la BBC que mientras ocurría el ataque había helicópteros que sobrevolaban el lugar. 300 personas fueron asesinadas, se quemaron casas y un mercado mientras los soldados solo miraban porque habían recibido la orden de no resistir el ataque. El soldado declaró que la insurrección de Boko Haram solo terminará cuando los oficiales superiores del ejército dejen de alimentarla.
Con oportunidad del secuestro de las chicas de Chibok un soldado afirmó en una entrevista del Sahara Reporters:
“Recibimos la orden de detener a los vehículos que llevaban a las niñas, pero al comienzo de la misión recibimos la orden contraria, es decir retirarnos. Les puedo asegurar que nadie nos encargó buscar a nadie”.
Algunos soldados sospechan que sus comandantes confían sus operaciones militares a la secta Boko Haram (Audu Liberty Oseni, Who is Protecting Boko Haram. Is the Nigerian Government involved in a Conspiracy?, africanexecutive.com, 28 de mayo de 2014).
Esos comandantes, ¿habrían sido obligados a hacerlo por parte de elementos de la embajada estadounidense, como sugiere la investigación de Greenwhite Coalition anteriormente citada?
Boko Haram: ¿próximo capítulo en la fraudulenta, costosa, destructiva y asesina guerra contra el terrorismo?
Ha quedado claramente demostrado que la llamada guerra contra el terrorismo ha acrecentado dicho terrorismo. Nick Turse explica:
“[Diez] años después de que Washington empezase a usar el dinero de los contribuyentes para la lucha contra el terrorismo y los esfuerzos de estabilización en África y de que sus fuerzas comenzara a explotar el Campo Lemonnier (Yibuti), el continente ha experimentado profundos cambios, pero no los buscados por EE.UU. La Universidad Berny Sebe de Birmingham cita el ejemplo de la Libia postrevolucionaria, el hundimiento de Mali, la eclosión de Boko Haram en Nigeria, el golpe de Estado de la República Centroafricana y la violencia en la región de los Grandes Lagos de África como prueba de la creciente volatilidad. “El continente es hoy más inestable que en los años 2000 cuando Estados Unidos comenzó a intervenir directamente”. (Nick Turse, The Terror Diaspora: The U.S. Military and Obama’s Scramble for Africa, Tom Dispatch, 18 de junio de 2013).
¿Qué quiere Estados Unidos en África?
Tratándose de intervenciones en el exterior, décadas de historia han demostrado que los objetivos declarados del ejército estadounidense y sus verdaderas intenciones no son siempre las mismas. Su verdadera intención nunca es salvar a los seres humanos, sino más bien salvar las ganancias y ganar poder. Las intervenciones de Estados Unidos y la OTAN no salvan, matan.
Llevadas a cabo desde comienzos de siglo han matado a centenares de miles de personas, si no más de un millón. Es muy difícil cuantificarlo, porque la OTAN jamás quiere saber a cuántos civiles ha matado. Como destacaba The Guardian en agosto de 2011 no existe “un proyecto internacional de gran envergadura dedicado al balance de los decesos ocurridos en el conflicto de Libia”, salvo en un breve período.
En febrero de 2014 “se estimaba que al menos 21.000 civiles fallecieron de muerte violenta debido a la guerra” en Afganistán según Cost of War. En cuanto a Irak, en mayo de 2014 se contaban “por lo menos 133.000 civiles muertos, víctimas de la violencia directa después de la invasión” .
En cuanto a Libia los medios tradicionales mintieron sobre el hecho de que Gadafi había iniciado la violencia atacando a manifestantes pacíficos, una falsedad destinada a demonizar a Gadafi y encender a la opinión pública en favor de una intervención militar. Como explicaba el Centre Belfer for Science and International Affairs “son efectivamente los manifestantes los que iniciaron la violencia”.
Alan Kuperman escribió:
El gobierno reaccionó ante las manifestaciones rebeldes mandando al ejército, pero no se centró intencionalmente en los civiles ni recurrió al uso excesivo o ciego de la fuerza como afirmaron los medios occidentales […]
El mayor malentendido con respecto a la intervención de la OTAN se refiere a que salvó vidas beneficiando a Libia y a sus vecinos. En realidad cuando intervino la OTAN, a mediados de marzo de 2011, Gadafi ya había recuperado el control de casi toda Libia y los rebeldes se hallaban en retirada hacia Egipto. De modo que el conflicto estaba a punto de terminar, apenas seis semanas después de haber estallado, con un balance de unos 1.000 muertos, incluyendo soldados, rebeldes y civiles atrapados entre dos fuegos. La intervención de la OTAN permitió a los rebeldes volver al ataque, prolongando así la guerra siete meses más y causando la muerte de al menos 7.000 personas más. (Alan Kuperman, Lessons from Libya: How Not to Intervene, Belfer Center for Science and International Affairs, septiembre 2013).
A pesar de estas cifras los medios intentarán convencernos todavía una vez más de que lo que más necesita el mundo en este momento es desembarazarse del grupo terrorista Boko Haram y que la única solución es la intervención militar a pesar de que la denominada guerra contra el terror ha derivado en el aumento del terrorismo a escala mundial. Como hacía notar el Washington’s Blog en 2013 “el terrorismo a escala mundial disminuyó entre 1992 y 2004… pero creció como una flecha desde el 2004”
The Guardian por su parte informaba en noviembre de 2014:
El indicador mundial del terrorismo (Global Terrorism Index) registró el último año un total de casi 18.000 muertes, un 60% más que el año precedente. Cuatro grupos fueron los responsables de la mayor parte de esas muertes: el Estado Islámico (EI) en Irak y en Siria; Boko Haram en Nigeria; los talibanes en Afganistán y Al Qaeda en diferentes lugares del mundo (Ewen MacAskill, Fivefold increase in terrorism fatalities since 9/11, says report, The Guardian, 18 de noviembre de 2014).
The Guardian omite siempre que todos esos grupos, incluidos Boko Haram y el Estado Islámico, de una forma u otra han sido armados, entrenados y financiados por la alianza de Estados Unidos y la OTAN y sus aliados de Medio Oriente.
Gracias al apoyo clandestino de los países occidentales, a los mercaderes de armas y a los banqueros que ganan con la muerte y la destrucción, la guerra al terrorismo funciona bien. Occidente propicia intervenciones militares sin fin simulando ignorar las verdaderas causas del terrorismo y la razón por las que se expande, escondiendo su papel y por lo tanto poniendo de relieve cuál es su verdadero objetivo en África: alimentar el terrorismo para desestabilizar y destruir los países, justificando así la invasión militar que permite conquistar las tierras más ricas del continente africano simulando salvar al mundo del terror.
Artículo inicialmente publicado en inglés el 14 de febrero: Is Boko Haram a CIA Covert Op to Divide and Conquer Africa?
Julie Lévesque es periodista e investigadora del Centre de recherche sur la mondialisation.
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