Traducido para Rebelión por Germán Leyens |
Y haces nuevos planes, pero todo sale mal ( Bertolt Brecht)
Esto se vuelve ridículo. El Presidente de EE.UU. (POTUS) gritó y vociferó porque quería que le devolvieran a su espía (Edward Snowden). Snowden, ajustándose a las leyes rusas, obtuvo asilo temporario. La Casa Blanca se mostró “desilusionada”.
Entonces POTUS rechazó la cumbre bilateral con el presidente ruso Vladimir Putin en Moscú coincidiendo con la reunión del Grupo de 20 en San Petersburgo a principios de septiembre. El Kremlin también se mostró “desilusionado”.
Putin envió un telegrama a George "Dubya" Bush – deseándole una rápida recuperación después de su operación al corazón. [1] POTUS fue a un programa de entrevistas y dijo que Rusia tiende a “volver al pensamiento de la Guerra Fría y a una mentalidad de la Guerra Fría”.
El distanciamiento brechtiano nos dice que “ridículo”, ni siquiera comienza a describirlo. La mentalidad de la Guerra Fría está realmente impregnada en los genes de Washington – desde el Congreso al Pentágono. En cuanto a POTUS, actuó como un diplomático diletante en el mejor de los casos. “Sí, podemos” se ha transformado en “Sí, escaneamos”, y ahora es “Sí, vilipendiamos”. Esto se puede aplicar a mascotas de pedigrí europeo, pero no vale para Vlad el Martillo.
La Casa Blanca justificó su decisión por la “falta de progreso” en todo, incluyendo la defensa de misiles, el control de armas, el comercio y las relaciones comerciales, temas de seguridad global, derechos sociales y sociedad civil. Absurdo; todo tenía que ver con un POTUS impotente, que no pudo continuar su guerra contra los informantes. El asesor de asuntos exteriores de Putin, Yury Ushakov, se acercó más a la verdad cuando dijo: “EE.UU. no está dispuesto a establecer relaciones sobre una base igualitaria”.
Vlad el Martillo puede detectar un pelele de proporciones Carter-escas como un oso polar cazando a una foca. Evaluó rápidamente cómo el gobierno convirtió en cenizas su ya tambaleante credibilidad en dos frentes simultáneos: por la escala del complejo orwelliano/panóptico detallado por las filtraciones de Snowden, y por la manera cómo le estaba dando caza despiadadamente.
Agregando unos pocos clavos más en el ataúd de los medios dominantes, el New York Times publicó un editorial –posiblemente “sugerido” por la Casa Blanca– justificando la cancelación de la cumbre, en el que dice: “El señor Putin es un dirigente represor y arrogante que trata con desdén a su pueblo”. [2] Tiene razón; y Blancanieves vive en la Casa Blanca.
Todos a bordo del Trans-siberiano
La rabieta adolescente de POTUS no tiene nada que ver con la Guerra Fría. Para comenzar, EE.UU. y Rusia dependen el uno del otro en una vasta serie de temas. Por lo menos en teoría, algunos adultos los discutirán en Washington este fin de semana, cuando el ministro ruso de exteriores Sergei Lavrov y el ministro de defensa Sergei Shoigu se reúnan con el secretario de Estado de EE.UU. John Kerry y el jefe del Pentágono Chuck Hagel.
Vlad solo tiene que decir una palabra para convertir la ya humillante retirada de EE.UU./OTAN de Afganistán –después de la paliza que recibieron de unos pocos pastunes con Kalashnikovs falsos– en un desastre cataclísmico.
Vlad puede calibrar sutilmente el apoyo de Rusia a Bacher al-Asad en Siria –especialmente después que el jefe de los servicios de inteligencia saudíes Príncipe Bandar "Bush" bin Sultan lo visitó en Moscú y supuestamente ofreció comprar muchas armas rusas siempre que Rusia cediera. [3] Putin no se impresionó. A pesar de todo, Bandar no lo hubiera hecho sin “consultar” a sus amos estadounidenses.
Vlad puede ofrecer mucho apoyo diplomático adicional a la nueva presidencia de Rohaní en Irán – incluyendo, crucialmente, nuevas ventas de armas, y solidificar la posición de Teherán en posibles negociaciones con Washington.
En el Cáucaso, a Vlad le va bastante bien. Georgia es mucho menos antagónica hacia Moscú. Y en Ductistán, Rusia influenció la decisión de Azerbaiyán de preferir el Gasoducto Trans-Adriático (TAP) al perennemente condenado Nabucco Oeste, e inmediatamente actuó para solidificar la cooperación energética entre SOCAR de Azerbaiyán y Rosneft de Rusia. Tanto Georgia como Azerbaiyán son considerados como proverbiales aliados “fieles” de EE.UU.
En Europa, todo piloto de un barco en el Rin conoce la cooperación estratégica de Rusia con Alemania. Respecto a negociaciones sobre gas natural con Italia, Francia o Polonia, por ejemplo, el nombre del juego ruso es asegurar contratos a largo plazo con muchas ventajas comerciales y tributarias.
En Europa Central y Oriental, a Vlad también le va bien, y Rusia compra numerosos recursos de manufactura estratégica y recursos químicos y de transporte.
Luego existe la crucial jugada transiberiana. Yo viajé dos veces en el Transiberiano, en invierno, a principios y después a fines de los años noventa; es un tremendo viaje. En aquel entonces había rusos empobrecidos comprando todo lo que veían en China y astutos chinos que vendían todo lo que podían en Rusia. Actualmente todo tiene que ver con carga pesada. El Transiberiano transporta no menos de 120 millones de toneladas de carga por año – y suma y sigue; es por los menos un 13% del transporte de contenedores entre Europa y Asia. Rusia está invirtiendo en una expansión por 17.000 millones de dólares y agregando 55 millones de toneladas de carga adicionales.
A esto hay que agregar la triplicación de la capacidad de los terminales rusos en la costa del Pacífico hasta 2020; la expansión del puerto de San Petersburgo; el suministro por Siemens de 675 locomotoras eléctricas adicionales como parte de un trato de 3.200 millones de dólares.
El nombre del juego en este caso es el aumento por Rusia de su exportación de materias primas por todos los medios disponibles. Por lo menos 250.000 barriles de petróleo por día –y suma y sigue– van de Rusia a Asia. El Transiberiano modernizado será una maravilla para el comercio Europa-Asia. Por el Transiberiano, productos asiáticos llegan a Europa en 10 días; por mar, de Corea del Sur o Japón, tarda por lo menos 28 días a Alemania. No es sorprendente que Japón y Corea del Sur sean inmensos partidarios del Transiberiano. Y desde el punto de vista europeo, nada supera el transporte más barato y rápido por el Transiberiano a Asia.
No tienen la menor idea
¿Guerra Fría? Forma parte del negocio de la nostalgia. Con una Europa comatosa; múltiples fricciones entre Europa y EE.UU.; Pekín mirando hacia el interior tratando de solucionar el acertijo de la modificación de su modelo de desarrollo; y un gobierno Obama paralizado, Moscú ha identificado una oportunidad perfecta y se ha embarcado en una expansión comercial estratégica en la que todo vale.
No se puede dejar de recalcar el despiste del gobierno de Obama – para no mencionar los think-tanks estadounidenses. Nadie en Washington ha articulado una política rusa sana – aparte de la satanización de Putin. Eso le conviene a Vlad el Martillo; está construyendo cuidadosamente una nueva realidad estratégica no solo en la periferia de Europa sino también en el centro. Rusia vuelve con toda la fuerza del caso.
En este contexto más amplio, derivando hacia un entorno posterior a la Guerra Fría, el affaire Snowden es solo una pieza del acertijo. Y es el punto en el cual lo personal refleja perfectamente lo político. Vlad el Martillo sabe exactamente lo que está haciendo – mientras Obama el pelele parece un ciervo atrapado por los focos de la locomotora del Transiberiano.
Notas:
1. In wishing Bush well, Putin has message for Obama, Reuters, 8 de agosto de 2013.
2. What's the Point of a Summit?, The New York Times, 7 de agosto de 2013.
3. Saudi offers Russia deal to scale back Assad support - fuentes, Reuters, 7 de agosto de 2013.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
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Fuente original: http://www.atimes.com/atimes/World/WOR-01-090813.html
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