El BCE tiene "margen" para resolver la urgencia española, dice Lagarde
La Vanguardia
La ansiedad levanta infundadas expectativas en la reunión mensual que el Consejo del Banco Central Europeo celebra en Frankfurt |
La reunión mensual de política monetaria que hoy celebra en Frankfurt el Consejo de gobierno del Banco Central Europeo, está siendo objeto de especulaciones. En medio de un pulso en el que los planes de reforma europea a medio y largo plazo se mezclan confusamente con jugadas al más corto plazo para resolver urgencias como la española o la griega, las ansiedades son comprensibles.
El BCE tiene margen para salvar esas urgencias, bien “impulsando la política monetaria” con los préstamos a tres años para financiar a la banca (LTRO) que ya salvaron la situación en diciembre y febrero con un billón de euros, bien “con un recorte de los tipos de interés”, ha dicho la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, en declaraciones a un diario sueco.
El BCE lleva doce semanas sin comprar deuda europea y no parece tener intención de romper esa tendencia. Ni siquiera está claro que baje los tipos de interés, del actual 1%, al 0,75%, algo que podría hacer más adelante en verano. La mayoría de los analistas consultados en un sondeo de la agencia Reuters sobre la materia (62 sobre 73) señalaron ayer que el BCE mantendrá los tipos al actual 1%.
El motivo de esa opinión tiene que ver con que el jueves el propio Presidente del BCE, Mario Draghi, dejó claro que no piensa intervenir en ayuda de los bancos y que quienes tienen que mover ficha son otros: los líderes europeos aclarando qué Europa quieren, dijo.
El hito para el posible cambio que España ansía no se decide en la reunión de hoy del BCE, sino en fechas más lejanas, con las elecciones griegas del 17 de junio como referencia y la cumbre europea de fin de mes en Bruselas. Será entonces donde se aclare, y habrá que ver hasta qué punto, en qué queda el confuso pulso que se está librando para intentar hacer entrar en razón a Alemania.
Mientras tanto, desde Alemania las señales que se emiten no son favorables para España: presiones, hasta de los socialdemócratas, para que Madrid acepte un rescate de país sin más fantasías.
En una conferencia celebrada hace poco en Tokio, el estratega del Banco de Inglaterra Adam Posen, dijo que el principal problema de la eurozona no es Grecia o España, sino el riesgo financiero general del mercado interbancario a causa de los bancos infracapitalizados. Posen dijo que los líderes europeos deben estar preparados para inyectar miles de millones en los bancos de la región.
La eurocrisis está distorsionando la economía global, lo que podría llevar a un nuevo colapso como el de Lehman Brothers. Ayer en el Financial Times, un observador señalaba, precisamente, que lo que los dirigentes europeos, particularmente los alemanes, necesitan para reaccionar es un batacazo como el de Lehman Brothers. En cualquier caso, las señales sobre los peligros de mantener la actual situación están llegando a Alemania.
El lunes, la caída del índice bursátil alemán (DAX), por debajo de los 6000 puntos por primera vez desde enero, fue acogida con preocupación incluso en los medios tradicionalmente más alineados con la política de Merkel. Los motivos de la caída son la combinación del miedo a una escalada de la eurocrisis, con el enfriamiento de China y otros BRICs y los informes negativos de finales de la semana pasada sobre el mercado de trabajo en Estados Unidos.
“La caída del índice DAX pone de manifiesto que la recesión en Europa alcanza a Alemania”, señalaba ayer la editorial del Suddeutsche Zeitung. Los pedidos de exportaciones alemanas cayeron en mayo con la mayor intensidad en seis meses y su volumen lleva cayendo once meses seguidos. Alemania ha compensado hasta ahora la caída de sus ventas en el sur de Europa con incrementos hacia China, Rusia, Estados Unidos, Brasil, etc., en parte favorecidos por la depreciación del euro, pero las señales que lanzan esos países son de enfriamiento, con lo que el recurso compensatorio parece agotarse. “Crece la preocupación por la coyuntura mundial”, señala el Frankfurter Allgemeine Zeitung.
En ese contexto, la declaración más significativa del gobierno alemán la puso Merkel, el sábado en un foro de su partido en Berlín: “bajo ninguna circunstancia” aceptaría los eurobonos, dijo. Todo lo demás suena a proyectos de futuro a un plazo que no se corresponde con las urgencias que hay sobre la mesa.
La “unión bancaria” sobre la que se habla en Bruselas es vista en Berlín como una consecuencia del pacto fiscal. “Antes de que hablemos sobre una administración común de las deudas, necesitamos una genuina unión fiscal”, dijo ayer el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, al periódico económico Handelsblatt.
Francia quiere la integración bancaria como un medio para atajar ya el problema de la deuda, mientras que Alemania sólo aceptará eurobonos cuando la situación haya mejorado, dice el ministro francés para la Unión Europea, Bernard Cazeneuve, en una entrevista con el diario italiano La Stampa.
La simple realidad es que en Berlín se descarta cualquier truco que pudiera hacer colar la denostada “socialización de las deudas”, por la vía del plan futuro sobre una “unión bancaria”. La posibilidad de “poner a los bancos sistémicos bajo una específica supervisión europea”, mencionada el lunes por Merkel tras su reunión con José Manuel Durao Barroso en Berlín, no es un objetivo a corto plazo, dijo la canciller con toda claridad. Con suerte ese escenario es para principios del año que viene, se dice.
Mientras tanto, ¿cómo se resuelve el agujero bancario español, o el posible desafío de Grecia, donde si gana la izquierda el 17 de junio se quiere replantear, y auditar, la deuda? Que el propósito de los griegos de aclarar cuanto deben, a quién y por qué, se haya convertido en una sacrílega amenaza para el euro que merece el castigo de una ejemplar expulsión del hereje del templo de la moneda única, dice mucho sobre el profundo efecto desintegrador que esta crisis tiene para la cohesión europea.
Sea como sea, la mentalidad aquí, que ya cuenta con precedentes, es que mientras no se produzca un accidente nada de eso es problema de Alemania, que tiene más de 112.000 millones expuestos en España, más de 53.000 millones de ellos vinculados al ladrillo, según las últimas cifras del Bundesbank.
Este es un país que vive en su propio planeta: la crisis no ha detenido, de momento, sus exportaciones, a base de precariedad y de barrer casi un millón de parados debajo de la alfombra su desempleo se mantiene en niveles envidiables, y, gracias a la degradación ajena, su deuda se financia sin interés vía un flujo de dinero asustado en busca de refugio que de paso descapitaliza aun más al sur de Europa. Con todo eso así, y aunque sólo sea por comparación con la situación de los demás, Merkel puede ganar sin problemas las elecciones generales de 2013. El resto del problema, cómo queda Europa y todo aquello sobre lo que se hablaba en 2008 de “regular los mercados financieros” y “afirmar la primacía de la política sobre una economía desatada”, queda para un vago futuro.
http://www.lavanguardia.com/economia/20120605/54303652470/bce-tiene-margen-resolver-urgencia-espanola-lagarde.html
El BCE tiene margen para salvar esas urgencias, bien “impulsando la política monetaria” con los préstamos a tres años para financiar a la banca (LTRO) que ya salvaron la situación en diciembre y febrero con un billón de euros, bien “con un recorte de los tipos de interés”, ha dicho la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, en declaraciones a un diario sueco.
El BCE lleva doce semanas sin comprar deuda europea y no parece tener intención de romper esa tendencia. Ni siquiera está claro que baje los tipos de interés, del actual 1%, al 0,75%, algo que podría hacer más adelante en verano. La mayoría de los analistas consultados en un sondeo de la agencia Reuters sobre la materia (62 sobre 73) señalaron ayer que el BCE mantendrá los tipos al actual 1%.
El motivo de esa opinión tiene que ver con que el jueves el propio Presidente del BCE, Mario Draghi, dejó claro que no piensa intervenir en ayuda de los bancos y que quienes tienen que mover ficha son otros: los líderes europeos aclarando qué Europa quieren, dijo.
El hito para el posible cambio que España ansía no se decide en la reunión de hoy del BCE, sino en fechas más lejanas, con las elecciones griegas del 17 de junio como referencia y la cumbre europea de fin de mes en Bruselas. Será entonces donde se aclare, y habrá que ver hasta qué punto, en qué queda el confuso pulso que se está librando para intentar hacer entrar en razón a Alemania.
Mientras tanto, desde Alemania las señales que se emiten no son favorables para España: presiones, hasta de los socialdemócratas, para que Madrid acepte un rescate de país sin más fantasías.
En una conferencia celebrada hace poco en Tokio, el estratega del Banco de Inglaterra Adam Posen, dijo que el principal problema de la eurozona no es Grecia o España, sino el riesgo financiero general del mercado interbancario a causa de los bancos infracapitalizados. Posen dijo que los líderes europeos deben estar preparados para inyectar miles de millones en los bancos de la región.
La eurocrisis está distorsionando la economía global, lo que podría llevar a un nuevo colapso como el de Lehman Brothers. Ayer en el Financial Times, un observador señalaba, precisamente, que lo que los dirigentes europeos, particularmente los alemanes, necesitan para reaccionar es un batacazo como el de Lehman Brothers. En cualquier caso, las señales sobre los peligros de mantener la actual situación están llegando a Alemania.
El lunes, la caída del índice bursátil alemán (DAX), por debajo de los 6000 puntos por primera vez desde enero, fue acogida con preocupación incluso en los medios tradicionalmente más alineados con la política de Merkel. Los motivos de la caída son la combinación del miedo a una escalada de la eurocrisis, con el enfriamiento de China y otros BRICs y los informes negativos de finales de la semana pasada sobre el mercado de trabajo en Estados Unidos.
“La caída del índice DAX pone de manifiesto que la recesión en Europa alcanza a Alemania”, señalaba ayer la editorial del Suddeutsche Zeitung. Los pedidos de exportaciones alemanas cayeron en mayo con la mayor intensidad en seis meses y su volumen lleva cayendo once meses seguidos. Alemania ha compensado hasta ahora la caída de sus ventas en el sur de Europa con incrementos hacia China, Rusia, Estados Unidos, Brasil, etc., en parte favorecidos por la depreciación del euro, pero las señales que lanzan esos países son de enfriamiento, con lo que el recurso compensatorio parece agotarse. “Crece la preocupación por la coyuntura mundial”, señala el Frankfurter Allgemeine Zeitung.
En ese contexto, la declaración más significativa del gobierno alemán la puso Merkel, el sábado en un foro de su partido en Berlín: “bajo ninguna circunstancia” aceptaría los eurobonos, dijo. Todo lo demás suena a proyectos de futuro a un plazo que no se corresponde con las urgencias que hay sobre la mesa.
La “unión bancaria” sobre la que se habla en Bruselas es vista en Berlín como una consecuencia del pacto fiscal. “Antes de que hablemos sobre una administración común de las deudas, necesitamos una genuina unión fiscal”, dijo ayer el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, al periódico económico Handelsblatt.
Francia quiere la integración bancaria como un medio para atajar ya el problema de la deuda, mientras que Alemania sólo aceptará eurobonos cuando la situación haya mejorado, dice el ministro francés para la Unión Europea, Bernard Cazeneuve, en una entrevista con el diario italiano La Stampa.
La simple realidad es que en Berlín se descarta cualquier truco que pudiera hacer colar la denostada “socialización de las deudas”, por la vía del plan futuro sobre una “unión bancaria”. La posibilidad de “poner a los bancos sistémicos bajo una específica supervisión europea”, mencionada el lunes por Merkel tras su reunión con José Manuel Durao Barroso en Berlín, no es un objetivo a corto plazo, dijo la canciller con toda claridad. Con suerte ese escenario es para principios del año que viene, se dice.
Mientras tanto, ¿cómo se resuelve el agujero bancario español, o el posible desafío de Grecia, donde si gana la izquierda el 17 de junio se quiere replantear, y auditar, la deuda? Que el propósito de los griegos de aclarar cuanto deben, a quién y por qué, se haya convertido en una sacrílega amenaza para el euro que merece el castigo de una ejemplar expulsión del hereje del templo de la moneda única, dice mucho sobre el profundo efecto desintegrador que esta crisis tiene para la cohesión europea.
Sea como sea, la mentalidad aquí, que ya cuenta con precedentes, es que mientras no se produzca un accidente nada de eso es problema de Alemania, que tiene más de 112.000 millones expuestos en España, más de 53.000 millones de ellos vinculados al ladrillo, según las últimas cifras del Bundesbank.
Este es un país que vive en su propio planeta: la crisis no ha detenido, de momento, sus exportaciones, a base de precariedad y de barrer casi un millón de parados debajo de la alfombra su desempleo se mantiene en niveles envidiables, y, gracias a la degradación ajena, su deuda se financia sin interés vía un flujo de dinero asustado en busca de refugio que de paso descapitaliza aun más al sur de Europa. Con todo eso así, y aunque sólo sea por comparación con la situación de los demás, Merkel puede ganar sin problemas las elecciones generales de 2013. El resto del problema, cómo queda Europa y todo aquello sobre lo que se hablaba en 2008 de “regular los mercados financieros” y “afirmar la primacía de la política sobre una economía desatada”, queda para un vago futuro.
http://www.lavanguardia.com/economia/20120605/54303652470/bce-tiene-margen-resolver-urgencia-espanola-lagarde.html
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