La extrema derecha europea va en ascenso cosechando victorias políticas en el viejo continente. Mucho antes de los atentados terroristas en Niza, pero después de los vividos en la capital, París, en septiembre de 2015, una encuestadora francesa había admitido que la líder ultraderechista de ese país, Marine Le Pen, “ganaría la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia si se celebrasen ahora y no en 2017”.
Luego de los atentados en Francia, y también de los ataques en Alemania y Bélgica, no es un error creer que la opinión publica europea se está radicalizada contra los refugiados que profesan la religión musulmana, y contra los inmigrantes en general, por lo que la extrema derecha de toda Europa esté sacando el máximo provecho político de cara a las futuras contiendas electorales. Todos los líderes políticos de extrema derecha europea han dejado claro que, una vez tomen el poder, reclamarán la ruptura de la Unión Europea y serán más soberanos para seguir o no la política exterior de Estados Unidos.
Mientras tanto, la ansias de venganza es el más bajo sentimiento que une a la derecha y la extrema derecha europea. Transcurrido unos días del ataque terrorista en la ciudad francesa, la Fuerza Aérea del país galo junto a los miembros de la falsa “coalición internacional anti-Daesh”, bombardearon supuestos puestos controlado por el Daesh.
La campaña militar francesa trajo como resultado un alto número de bajas civiles en la densamente poblada Manbij, Siria. Algunas estimaciones indican que el número de bajas civiles superaron las 300 víctimas, la mayoría de los cuales eran ancianos, mujeres y niños. También la Fuerza Aérea francesa bombardeó una escuela iraquí en Nínive masacrando a 36 niños, según fuentes locales. El terror fundamentalista-takfir se combra con el terror galo. Es un duelo entre el califa francés François Hollande y el califa Abu Bakr Al-Bagdadi para ver quién mata más civiles. Es el ojo por ojo de la misma coalición responsable de crear y armar a esos demonios.
Por otra parte, el hasta hace poco mejor peón de la OTAN en el Medio Oriente, nos referimos al sultán turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha convertido aceleradamente en el peor e impredecible estorbo para la misma organización trasatlántica. Sus ya inocultables lazos con los terroristas del Daesh, con el frente Al-Nushra y el resto de las organizaciones terroristas en Siria e Irak, que algunos medios insistenen en definir como “moderados2, pero sobre todo, sus pretensiones de romper con el Estado secular turco para perpetuarse en el poder bajo un régimen autocrático-islamista con fuertes dosis de autonomía y ansias de hegemonía sobre la región amparado el la historia otomana, preocupa enormemente a los “aliados” occidentales. Erdogan se ha convertido en un monstruo que ha cumplido muy bien su misión, pero apesta demasiado, y al que occidente cree necesario reemplazar por otro que ayude limpiar o a mejorar su imagen. Un monstruo al que puedan controlar mejor.
Pero el fallido golpe de Estado contra el vasallo turco dirigido por generales seculares kamelistas al servicio de la OTAN, terminó por provocar cambios que hasta hace poco se pensaban inimaginables en ese país estratégico.
El gobierno turco que ha conocido la doble traición de sus “aliados Occidentales”, por eso de negarle la membresía en la tambaleante Unión Europea y por apoyar a los golpistas, podrí aprovechar el contexto para romper con occidente y re-alinearse al eje Rusia-China-Irán. Sin embargo, los estrategas rusos e iraníes saben que el déspota turco no es persona de confiar, pero entienden que la posibilidad de expulsar a la OTAN de Turquía se presenta con Erdogan, lo que significaría un duro revés geoestratégico-militar para aquella organización criminal al servicio de Estados Unidos. Las confrontaciones internas en el país turco hacen que se dificulte el reabastecimiento de armas y mercenarios para todos los grupos terroristas, situación que está siendo aprovechada por el ejército sirio y las fuerzas aeroespaciales rusas para propinar duros golpes a los mismos y avanzar en el terreno.
Todo está cambiando en terreno político europeo y en el terreno militar del Medio Oriente. Las grandes contradicciones afloran, las alianzas se rompen y el mañana se hace un poco predecible.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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