domingo, 31 de julio de 2016
Trump asegura que de ser presidente de EEUU reconocerá a Crimea como parte de Rusia
sábado, 30 de julio de 2016
viernes, 29 de julio de 2016
Energía: pulso Rusia-USA
jueves, 28 de julio de 2016
martes, 26 de julio de 2016
Geopolítica.
La extrema derecha europea va en ascenso cosechando victorias políticas en el viejo continente. Mucho antes de los atentados terroristas en Niza, pero después de los vividos en la capital, París, en septiembre de 2015, una encuestadora francesa había admitido que la líder ultraderechista de ese país, Marine Le Pen, “ganaría la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia si se celebrasen ahora y no en 2017”.
Luego de los atentados en Francia, y también de los ataques en Alemania y Bélgica, no es un error creer que la opinión publica europea se está radicalizada contra los refugiados que profesan la religión musulmana, y contra los inmigrantes en general, por lo que la extrema derecha de toda Europa esté sacando el máximo provecho político de cara a las futuras contiendas electorales. Todos los líderes políticos de extrema derecha europea han dejado claro que, una vez tomen el poder, reclamarán la ruptura de la Unión Europea y serán más soberanos para seguir o no la política exterior de Estados Unidos.
Mientras tanto, la ansias de venganza es el más bajo sentimiento que une a la derecha y la extrema derecha europea. Transcurrido unos días del ataque terrorista en la ciudad francesa, la Fuerza Aérea del país galo junto a los miembros de la falsa “coalición internacional anti-Daesh”, bombardearon supuestos puestos controlado por el Daesh.
La campaña militar francesa trajo como resultado un alto número de bajas civiles en la densamente poblada Manbij, Siria. Algunas estimaciones indican que el número de bajas civiles superaron las 300 víctimas, la mayoría de los cuales eran ancianos, mujeres y niños. También la Fuerza Aérea francesa bombardeó una escuela iraquí en Nínive masacrando a 36 niños, según fuentes locales. El terror fundamentalista-takfir se combra con el terror galo. Es un duelo entre el califa francés François Hollande y el califa Abu Bakr Al-Bagdadi para ver quién mata más civiles. Es el ojo por ojo de la misma coalición responsable de crear y armar a esos demonios.
Por otra parte, el hasta hace poco mejor peón de la OTAN en el Medio Oriente, nos referimos al sultán turco, Recep Tayyip Erdogan, se ha convertido aceleradamente en el peor e impredecible estorbo para la misma organización trasatlántica. Sus ya inocultables lazos con los terroristas del Daesh, con el frente Al-Nushra y el resto de las organizaciones terroristas en Siria e Irak, que algunos medios insistenen en definir como “moderados2, pero sobre todo, sus pretensiones de romper con el Estado secular turco para perpetuarse en el poder bajo un régimen autocrático-islamista con fuertes dosis de autonomía y ansias de hegemonía sobre la región amparado el la historia otomana, preocupa enormemente a los “aliados” occidentales. Erdogan se ha convertido en un monstruo que ha cumplido muy bien su misión, pero apesta demasiado, y al que occidente cree necesario reemplazar por otro que ayude limpiar o a mejorar su imagen. Un monstruo al que puedan controlar mejor.
Pero el fallido golpe de Estado contra el vasallo turco dirigido por generales seculares kamelistas al servicio de la OTAN, terminó por provocar cambios que hasta hace poco se pensaban inimaginables en ese país estratégico.
El gobierno turco que ha conocido la doble traición de sus “aliados Occidentales”, por eso de negarle la membresía en la tambaleante Unión Europea y por apoyar a los golpistas, podrí aprovechar el contexto para romper con occidente y re-alinearse al eje Rusia-China-Irán. Sin embargo, los estrategas rusos e iraníes saben que el déspota turco no es persona de confiar, pero entienden que la posibilidad de expulsar a la OTAN de Turquía se presenta con Erdogan, lo que significaría un duro revés geoestratégico-militar para aquella organización criminal al servicio de Estados Unidos. Las confrontaciones internas en el país turco hacen que se dificulte el reabastecimiento de armas y mercenarios para todos los grupos terroristas, situación que está siendo aprovechada por el ejército sirio y las fuerzas aeroespaciales rusas para propinar duros golpes a los mismos y avanzar en el terreno.
Todo está cambiando en terreno político europeo y en el terreno militar del Medio Oriente. Las grandes contradicciones afloran, las alianzas se rompen y el mañana se hace un poco predecible.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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L. Boff
Los distintos escándalos que se han dado a conocer, revelan una falta de conciencia ética alarmante. Diría, sin exagerar, que el cuerpo social brasilero está de tal manera putrefacto que dondequiera que se produzca un pequeño arañazo ya muestra su purulencia.
La falta de ética se revela en las cosas mínimas, desde las mentirijillas que se dicen en casa a los padres, la chuleta en la escuela o en los concursos, el soborno de agentes de la policía de tráfico cuando alguien es sorprendido en una infracción de tránsito, hasta hacer pipi en la calle.
Esta falta generalizada de ética hunde sus raíces en nuestra prehistoria. Es una consecuencia perversa de la colonización. Esta impuso al colonizado la sumisión, una total dependencia a la voluntad del otro y la renuncia a tener su propia vida. Quedaba al arbitrio del invasor. Para escapar al castigo, se obligaba a mentir, a esconder sus intenciones y a fingir. Esto lleva a la corrupción de la mente. La ética de la sumisión y del miedo como mostró Jean Delumeau (El miedo en Occidente) lleva fatalmente a una ruptura con la ética, es decir, comienza a faltar a la verdad, a nunca poder ser transparente y, cuando puede, perjudica a su opresor. El colonizado se obligó, como forma de supervivencia, a mentir y a encontrar la manera de burlar la voluntad del señor. La Casa Grande y la Senzala son un nicho productor de falta de ética por la relación desigual de señor y de esclavo. El ethos del señor es profundamente anti-ético: él puede disponer del otro como quiera, abusar sexualmente de las esclavas y vender a sus hijos pequeños para que no se apeguen a ellos. Nada más cruel y anti-ético que eso.
Este tipo de ética deshumana crea hábitos y prácticas que, de una u otra forma, continúan presentes en el inconsciente colectivo de nuestra sociedad.
La abolición de la esclavitud ocasionó una maldad ética inimaginable: se dio libertad a los esclavos, pero sin proporcionarles un pedacito de tierra, una casita y un instrumento de trabajo. Fueron lanzados directamente a la favela. Y hoy por causa de su color y pobreza son discriminados y humillados, y son las primeras víctimas de la violencia policial y social.
La situación, en su estructura, no cambió con la República. Los antiguos señores coloniales fueron sustituidos por los coroneles y señores de grandes haciendas y capitanes de la industria. Ahí las personas eran superexplotadas y totalmente dependientes. Los comportamientos no eran éticos, faltaba el respeto a las personas y la garantía de sus derechos mínimos. Eran carbón para la producción.
Las relaciones de producción capitalista que se introdujeron en Brasil mediante el proceso de industrialización y modernización fueron salvajes. Nuestro capitalismo nunca fue civilizado: conservó la voracidad de acumulación de sus orígenes en los siglos XVIII y XIX. La explotación inmisericorde de la fuerza de trabajo, los bajos salarios son situaciones éticamente condenables. ¿Cómo superar esa situación que nos llena de vergüenza?
Antes de hacer la más mínima sugerencia, es importante hacer una auto-crítica. ¿Qué educación dieron los centenares de escuelas católicas y cristianas y las 16 universidades católicas (pontificias o no) a sus alumnos? Bastaba haber enseñado lo mínimo del mensaje de Jesús de amor a los pobres y contra su pobreza para superar los niveles de miseria actual. Ellas se transformaron en incubadoras de opresores. Crearon un cristianismo cultural, de creencia, pero no de una fe comprometida por la justicia. Por eso sus alumnos raramente tienen incidencia social. El mantenimiento del statu quo está por encima de los cambios.
Para superar la crisis de ética no bastan llamamientos, sino una transformación de la sociedad. Antes que ética, la cuestión es política, pues la política está estructurada sobre relaciones profundamente anti-éticas.
Siendo brevísimo: todo debe comenzar en la familia. Crear carácter (uno de los sentidos de ética) en los hijos, formarlos en la búsqueda del bien y de la verdad, no dejarse seducir por la ley de Gerson y evitar, sistemáticamente, el jeitinho. Principio básico: tratar siempre humanamente al otro. Tomar absolutamente en serio la ley áurea: “no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti”. Sigue el precepto de Kant: el principio que te lleva a hacer el bien, sea válido también para los otros. Oriéntate por los diez mandamientos que son universales. Traducidos para hoy, “no matar” significa: venera la vida, cultiva una cultura de no violencia. “No robar”: obra con justicia y corrección y lucha por un orden económico justo. “No cometer adulterio”: ámense y respétense, y oblíguense a cultivar la igualdad y el compañerismo entre el hombre y la mujer.
Esto es lo mínimo que podemos hacer para airear la atmósfera ética de
nuestro país. Repitiendo al gran Aristóteles: “no reflexionamos para
saber lo que es la ética, sino para hacernos personas éticas”.
El original de este artículo se encuentra en Koinomía: http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=780
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