Traducido del francés para Rebelión por Susana Merino |
Todo el mundo ha oído hablar de Boko Haram, el grupo armado yihadista que asola el noreste de Nigeria y los territorios lindantes de los países vecinos. Se le atribuyen desde 2009 múltiples secuestros de niñas, más de 10.000 muertos, la mayor parte musulmanes, y más de 600.000 desplazados. ¿Cómo terminar con todo esto? ¿Existe el peligro de que esta guerra degenere en un conflicto más importante? ¿De dónde salió Boko Haram?
Refugiados nigerianos en el campo de Minawao, en el norte de Camerún, en noviembre de 2014
Boko Haram nació en 2002 en Nigeria, el país más poblado de África con 175 millones de habitantes. Aunque Nigeria ha experimentado un acelerado desarrollo económico a causa de la explotación petrolera, el país sufre grandes problemas de desigualdades y una corrupción endémica, según el organismo Transparency International.
El 70% de la población vive en la pobreza. Una situación que es aún más dramática en el noreste, la región de la que proceden los combatientes de Boko Haram. En parte la marginación socioeconómica y política de los habitantes del noreste explicaría la emergencia de este grupo extremista.
¿Qué quiere Boko Haram?
El nombre Boko Haram significa más o menos “rechazo al mentiroso saber de Occidente”. Los militantes de Boko Haram atribuyen a la educación occidental, que consideran corrupta y corruptora, la mayor parte de los males que los afectan y que frenan el crecimiento del islam, así como sus reivindicaciones políticas.
El líder del grupo, Aboubakr Shekau, sueña con restablecer el histórico imperio de Kanem-Bornu, que se hallaba establecido hasta el siglo XIX alrededor del lago Chad y en cuyo seno se aplicaba la sharia. Para lograrlo Boko Haram utiliza métodos de violencia extremos: masacre de poblaciones, aldeas enteras incendiadas, secuestro de niñas para convertirlas en esclavas. Su financiamiento procede del comercio ilícito en la región del lago Chad y de los rescates obtenidos de los secuestros. Eso le ha permitido proveerse de armas, la mayor parte de ellas robadas en los cuarteles del ejército nigeriano.
¿Cómo terminar con esto?
Aunque Boko Haram no tiene intenciones de internacionalizarse, es imposible negar que las acciones de ese grupo tienen consecuencias dramáticas para las poblaciones del noreste de Nigeria y de los alrededores del lago Chad.
El ejército de Nigeria, en teoría el más poderoso de África, hasta ahora ha fracasado en el control del aumento y de las exacciones de Boko Haram. Corrupto, mal entrenado y poco motivado se ha visto obligado a aceptar la intervención de Chad, Camerún y Níger, exasperados por las penetraciones asesinas del grupo en sus respectivos territorios.
Si las autoridades de esos países no encuentran la manera de coordinar sus intervenciones militares para poner fin a las atrocidades cometidas por Boko Haram, este drama vivido por las poblaciones afectadas por el conflicto solo podrá resolverse mejorando de forma permanente las condiciones de vida de los habitantes del noreste de Nigeria.
Una mejora absolutamente posible si se controla la corrupción, se reducen las desigualdades y se asegura una mejor distribución de las regalías petroleras.
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