martes, 30 de septiembre de 2014
lunes, 29 de septiembre de 2014
domingo, 28 de septiembre de 2014
sábado, 27 de septiembre de 2014
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jueves, 25 de septiembre de 2014
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lunes, 22 de septiembre de 2014
domingo, 21 de septiembre de 2014
sábado, 20 de septiembre de 2014
viernes, 19 de septiembre de 2014
martes, 16 de septiembre de 2014
lunes, 15 de septiembre de 2014
domingo, 14 de septiembre de 2014
sábado, 13 de septiembre de 2014
viernes, 12 de septiembre de 2014
jueves, 11 de septiembre de 2014
miércoles, 10 de septiembre de 2014
martes, 9 de septiembre de 2014
lunes, 8 de septiembre de 2014
domingo, 7 de septiembre de 2014
sábado, 6 de septiembre de 2014
viernes, 5 de septiembre de 2014
jueves, 4 de septiembre de 2014
miércoles, 3 de septiembre de 2014
La guerra de los oleoductos.
Europa y el EI.
martes, 2 de septiembre de 2014
La derecha USA.
“Cuando se aprueba un programa social, se generan personas dependientes al mismo. Luego será muy difícil erradicar ese programa. Lo mejor es no permitir que comience”-Charles Koch |
que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina,
no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe comenzar de nuevo,
separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde,
las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad
privada, cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas.”
-Rodolfo Walsh
El sociólogo francés Pierre Bourdieu dice que “el sistema educativo es uno de los universos donde se moldean las personas, donde se fabrican las formas de pensar, y las formas de actuar”. No se puede estudiar seriamente el mundo social, y su funcionamiento, sin estudiar esta institución, donde las diferencias sociales son etiquetadas, legitimadas, y en donde se reproducen las estructuras y super-estructuras sociales, dice Bourdieu. La escuela, en todas sus expresiones, es una de las más importantes organizaciones donde se lleva a cabo las estrategias de reproducción del sistema, y se garantiza su continuidad. Uno de los aparatos ideológicos de adoctrinamiento, diría Louis Althuser.
Detrás de toda forma de distribución de la riqueza hay un dispositivo ideológico que la hace razonable, y la legitima, dice Graciana Peñafort. Uno de esos dispositivos, es el sistema educativo.
El apellido Koch en los Estados Unidos tiene una larga historia en los negocios y en la política. A comienzos de este abril la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos decidió no fijar límites a la cantidad de dinero que los multimillonarios pueden aportar a las campañas políticas en ese país. De esta manera familias como los Koch, por medio del dinero, podrán influir casi infinitamente en la elección de sus candidatos al Senado, a la Camara de Representantes, Gobernadores, y hasta al mismo Presidente. Un paso más para que se cierre el círculo de control total, pues ya no solo será el dominio económico, sino también el político.
Según la revista Forbes, la fortuna de los Koch, se incrementó en el último año de 68 a 80 billones de dólares. Otras fuentes como la Bloomberg News considera las fortunas de Charles y David Koch superior a los 100 billones de dólares, siendo la quinta y sexta fortunas del planeta. Parece mentira que durante una administración que está “contra los negocios”, “socialista” y “opresiva” según palabras usadas por el Tea Party, el Partido Republicano y los grupos Libertarios, haciendo referencia a la administración Obama, a los multibillonarios como los Koch no les fue tan mal. Uno de los hermanos Koch, David, fue el candidato para vice-Presidente por el Partido Libertario en la campaña de 1980. Según David, Ronald Reagan era demasiado de izquierda. A pesar del esfuerzo de David Koch y la sidereal suma de dólares que invirtió en esa campaña, el resultado le fue adverso. Lo votó solo el 1% del electorado.
Pero a largo plazo la visión extremista de los Koch salió airosa. Luego de 34 años de aquella derrota de 1980, esas ideas consideradas extremistas, son vistas hoy como de sentido común por gran parte del electorado del Partido Republicano. Uno de los capítulos importantes del programa presentado por David Koch en su campaña de 1980 era la abolición de la regulación que determina el salario mínimo. Para aquella época eso se vio como muy radical, sin embargo hoy practicamente todos los representantes republicanos se oponen a un incremento del salario mínimo de 7,25 dólares la hora y algunos como Mitch McConnell y John McCain proponen su derogación. Lo mismo sucedió con los dos planes de salud, Mediaid y Medicare. En el 80 se percibió como una propuesta extremista, mientras hoy la propuesta de eliminar el programa Medicare y cortar en 1,5 trillones de dólares el Mediaid, se ve como de sentido común, lo que dejaría entre 40 y 60 millones de ciudadanos sin cobertura médica alguna. Por supuesto que los afectados son los de siempre, los sectores de bajos ingresos, a los que se les sumarán una buena parte de los sectores de medianos ingresos.
Otro tanto se puede vislumbrar con respecto a la visión de la seguridad social, el plan de los Koch en 1980 se vio como extremista, y lo era. Pero más de tres décadas después, sacarse de encima el “gasto” de la seguridad social no se ve como algo tan descabellado, sino como una necesidad, producto de la lógica del mercado. Algunos promueven su privatización, otros su inconstitucionalidad y por lo tanto su abolición, pero todos los republicanos y algunos demócratas promueven un fuerte recorte del presupuesto en esa área. Lo mismo podríamos decir ante la visión de la política tributaria de los Koch, hace 34 años se vio como una medida de extrema derecha, sin embargo hoy casi el 40% de los representantes republicanos abalaron la propuesta de ley de Paul Ryan que pretende eliminar los impuestos a las corporaciones. Los adalides en transformar ideas extremistas en varios campos de la política social y económica, tanto como cultural, en propuestas con “sentido común” sin lugar a dudas han sido los hermanos Koch, a través de un verdadero sunami de efectivo que inunde todas las esferas de la política, con las más de una docena de organizaciones y tanques de pensamiento financiados lor la Fundación Koch, y el aparato mediático y de entretenimiento.
Pero para algunos analistas el ideario de los Koch no se limita a los recortes en la salud y educación publicas, la seguridad social, el salario mínimo, la abolición de los sindicatos, la eliminación de los impuestos a las corporaciones, sino que va mucho más allá. La visión final de los Koch es abolir toda la legislación de los últimos 80 años que proteja a la clase media, los ancianos, los niños, los enfermos y los más socialmente vulnerables. Un trabajo de ingeniería social que transforme la ya raquítica democracia norteanericana en un sistema político-económico-social manejado por un grupo muy reducido de familias.
Con ese propósito los Koch tienen una estrategia a largo plazo que no solo penetra los estamentos de la esfera estrictamente politica mediante un agresivo trabajo de lobby, sino que se despliega en las mismas bases de la sociedad, mediante la infiltración del sistema educativo.
En junio de este año la Fundación Charles Koch hizo una donación de 25 millones de dólares a la Universidad Unidad Afroamericana, (United Negro College). Algunos sindicalistas clasistas, organizaciones defensoras de los derechos de las minorías raciales, y activistas de DD. HH., se mostraron muy escépticos sobre esta donación. Líderes de la Federación de Empleados del Estado, Regiones y Municipios (AFSCME por sus siglas en Inglés) explicaron que la donación es simplemente un trabajo de marketing y relaciones públicas, para mejorar la imagen sobre la corporación de los Koch (Koch Industries Inc.) Los sindicalistas de la AFSCME dicen que la donación proviene de una de las personas con más influencia política en los Estados Unidos, la segunda persona más rica en ese país, y que ha usado dicha influencia para socabar los derechos de los trabajadores, el derecho al voto de las minorías, y minar el sistema de seguridad social, entre otras lindeces. Uno de los intelectuales orgánicos de la visión económica, social y política de los Koch, es Charles Murray, autor de La Curva Bell, y uno de los más importantes opositores a la educación para la población negra de los Estados Unidos. Lee Saunders, Presidente del sindicato AFSCME, dice sobre Murray, que éste fue por décadas el impulsor de la descabellada teoría de que la alta tasa de pobres y presidiarios en la población afroamericana se debía a su inferioridad genética y no a la historia de esclavitud, sometimiento, discrimación y racismo.
Sobre una de las últimas columnas escritas por Charles Koch en USA Today, los sindicalistas afirman que el multibillonario tiene una visión reduccionista sobre la problemática laboral y la pobreza en los Estados Unidos, al afirmar en su columna que lo único que tienen que hacer los trabajadores es trabajar más duro para salir adelante. Otra de las matrices de opinión y estereotipos que quiere imponer la familia Koch es la de que los pobres son flojos, y que el sistema de seguridad social es innecesario, sin tener en cuenta que el 90% de los fondos de la seguridad social cubre las necesidades de ancianos de bajos recursos, personas con discapacidades, y familias en la pobreza.
Los Koch son fervientes enemigos de las regulaciones, por que ven en ellas el fundamental escollo para maximizar sus ganancias, aunque estas regulaciones prevengan la contaminación ambiental y la explotación no sustentable de los recursos naturales, generalmente delitos cometidos por parte de las grandes corporaciones. En mayo último, a la empresa de Charles Koch le fue denegado el permiso de seguir manteniendo miles de toneladas de coke de petroleo cerca de las riveras del Río Detroit, por la continúa contaminación de las aguas y la destrucción de la biodiversidad en el área. La familia Koch es una de las principales donantes a los grupos científicos que reniegan de la teoría del Cambio climático.
Los Kock creen (o dicen creer) que la economía crece por el esfuerzo del 10% más rico de la sociedad, y no por la clase media y los trabajadores; y que el Gobierno y los sindicatos son un obstáculo, para que toda la sociedad prospere. Por lo tanto, si los ricos siguen siendo los beneficiados del sistema, algo se derramará hacia los otros sectores. La famosa teoría del goteo.
Los billonarios Koch pertenecen a los sectores más recalcitantes del Partido Republicano, y son grandes contribuyentes de organizaciones ultra-conservadoras y tanques de pensamineto como la John Birch Society, el Cato Institute, Mercatus Center, y otros por el estilo. Los miembros del GOP (Grand Old Party) en referencia al Partido Republicano se han percatado de la influencia elecionaria que tienen los inmigrantes hispanohablantes y sus desendientes. Posiblemente para los Koch su más íntimo deseo sobre el tema sería el de borrar de un plumazo el derecho al voto de los hispanos, pero saben que esto es inviable, y por lo tanto tienen un acercamiento al tema, digamos, un poco más civilizado. Los Koch son los principales contribuyentes de la iniciativa de introducir en los grupos hispanos, las ideas de un capitalismo salvaje, mediante la organización Libre Iniciatives, la cual promueve la supresión o la reducción drástica del Estado en los asuntos económicos, la multiplicación de seminarios sobre los beneficios de la economía de mercado, como desarrollar negocios, y los conocidos desayunos de oración dirigidos por pastores hispanos. La organización Libre iniciatives opera en ocho estados de los Estados Unidos con tres mil voluntarios y otros tantos asalariados en Arizona, Colorado, Nevada, Texas, Nuevo México, entre otros. Pero Libre iniciatives no es la única maquinaria de adoctrinamiento con la que cuenta la familia Koch, aunque sí es la principal orientada hacia la población hispanoparlante. En el 2004 los votantes hispanos representaban el 8% del electorado, para el 2012 alcanzaron el 10%. Una de las representantes del GOP republicano en El Paso es Crystal Rodríguez, una joven de 23 años. El Paso es una comunidad eminentemente simpatizante del Partido Demócrata. Rodríguez dice que “nuestra gente solía ver a los republicanos como hombres blancos muy ricos, pero cuando comenzaron a conocerme se dieron cuenta que eso no es cierto”. Otras de las instituciones controladas y financiadas por los Koch es Americanos por la riqueza (American for Prosperity), Instituto para los Estudios Humanos, Jóvenes empresarios, y Generando Oportunidad.
El programa educacional de los Koch se ha metido en las escuelas de muchos estados de los Estados Unidos, y su mensaje central es que la solución de la pobreza es el capitalismo despiadado. Un capitalismo que no contemple los programas de alimentación suplementaria en las escuelas de zonas carenciadas, ni los programas de salud como Medicare y Mediaid, y la supresión de los seguros de despido, entre otros derechos. Los Koch “creen” que estos programas promueven una cultura de la dependencia y aumentan la falta de estímulos individuales.
A pesar del cuarto de millón de dólares, con los cuales los hermanos Koch, David y Charles, invirtieron en las elecciones del 2012, estas fueron un fracaso para sus espectaciones. El eslogan de la campaña de los Koch rezaba: “Recuperar el sueño Americano”, pero detrás del eslogan no había más que propaganda en contra de la seguridad social, el pago de pensiones y jubilaciones, una dura retórica contra la educación pública, desregulación ambientalista de la actividad industrial, diatrivas contra el salario mínimo, y reducción de los impuestos a las grandes corporaciones.
En su campaña a largo plazo los hermanos Koch han diseñado como penetrar las escuelas de enseñanza media mediante una ONG “Jóvenes empresarios”, con el fin de orientar la currícula pedagógica hacia el adoctrinamiento de los valores del mercado. Los cursos de la organización de los Koch están orientados a atraer estudiantes de familias de escasos recursos. Aunque los cursos se autodeclaran como una herramienta para ayudar a los jóvenes a integrarse productivamente a la sociedad, el mensaje final de los mismos está centrado en que la regulación del salario mínimo afecta a los trabajadores y perjudica el crecimiento económico, reducir los impuestos y las regulaciones beneficia a toda la sociedad, la asistencia pública afecta a los pobres, y que las regulaciones del Gobierno y del Estado son los enemigos de la libertad. El proyecto de los Koch comenzó en el año 1991, intensificándose exponencialmente en todo el país a partir del 2007, y se denomina “Curso de Libre Mercado y Libertad para las Escuelas de Enseñanza Media”. La organización de los Koch dice abiertamente acerca del programa que “tiene la finalidad de convertir a los jóvenes en adelantados agentes de la libertad, antes de que lleguen a la Universidad, donde seguramente recibirán perniciosas ideas de izquierda”. La organización “Jóvenes empresarios” tiene su propio catecismo elavorado por los Koch. En el rezan algunas de estas máximas:
· Los monopolios y oligopolios no están en contraposición con los principios del libre mercado.
· La deregulación no fue la culpable de la recesión de los 80s.
· No es cierto que los ricos se hacen más ricos a expensas de los pobres.
· Es una falacia que el Nuevo Orden de Franklin Delano Roosevelt nos sacara de la depresión del 29.
· Los programas sociales del Estado no ayudan a los pobres.
· La empresa privada puede manejar el sector público con más eficiencia.
· No es verdad que los sindicatos protegen a los empleados y obreros.
· No es necesariamente justo que empleados con el mismo trabajo ganen lo mismo.
· La ley de salario mínimo no es buena para la gente.
· No es cierto que la sociedad capitalista desarrolla un ambiente de codicia materialista.
· No es cierto que en los paises socialistas la gente vive mejor.
Los facilitadores de los cursos de Jovenes empresarios ejercitan a sus alumnos en las lecturas de pensadores socialistas y marxistas, a los cuales llaman “muchachos malos”, comparándolos con los “muchachos buenos” como Frederich Hayek, Ludwing von Mises, y Milton Friedman. Los miembros de los equipos de Koch dicen que ellos solo revierten lo que hace la izquierda en la educación, “sin el conocimiento acerca de la libertad de mercado, los estudiantes no pueden apreciar el papel que juega ésta sobre los beneficios de la propiedad privada y de la libertad en la sociedad, pero nosotros no tratamos de imponer una ideología, aunque sí creemos firmemente en todas estas cosas”, comentan los instructores.
El aparato pedagógico del proyecto es complejo e involucra, como no podía ser de otro modo, tecnologías audiovisuales de avanzada. Una serie de videos han sido realizados por el Instituto de Estudios Humanos y la Universidad George Mason.
Uno de los videos promueve la liberalización de precios y lo pernicioso de cualquier tipo de control sobre los mismos, achacándole a las medidas de control, la consecuencia del desabastecimiento. En el video se hace referencia a la diferencia salarial de la mujer y el hombre, la cual el video la considera un mito, y no una discriminación de género. Otro de los videos considera también un mito y no una realidad que los pobres en el presente se empobrezcan cada día más.
El sitio Huffington Post entrevistó a una serie de expertos para analizar la situación de la educación pública en los Estados Unidos y la arremetida de instituciones privadas, entre las que se encuentran varias financiadas por los Koch, especialmente la llamada “Jóvenes empresarios”. La editora nacional del sitio Christina Wilkie dijo que los Koch tratan de enmascarar los cursos con un barniz inofensivo de cursillos sobre negocios, pero en verdad estos son una misión de adoctrinamiento en ideas de extrema derecha en el orden social, político y económico. Los Koch ofrecen a los alumnos que se inscriben en sus cursos un sistema de puntaje que los hará acreedores de becas o de una computadora portátil, o algo por el estilo, dice Wilkie. En definitiva el programa de cursos de negocios de los hermanos Koch es un gran negocio para ellos, pues en vez de gastar cientos de millones en campañas electorales y partidos políticos, invierten mucho menos preparando a futuros votantes para que voten por ellos.
Henry Giroux, Profesor de Estudios Culturales en la Universidad de McMaster (Canadá), comentó que la educación en la sociedad siempre ha sido un verdadero campo de batalla, pero que desde 1980 la derecha ha comenzado una campaña virulenta para cambiar la curricula escolar con el propósito de minar los conceptos básicos de la democracia. Giroux agregó que desde 1971 la derecha viene creando fundaciones e institutos, un gran aparato cultural, con el propósito de fomentar políticas que desacrediten la educación pública. La respuesta de estos grupos de muchísimo poder político y económico, está relacionada con el temor que les causó el avance de la educación crítica y progresista que se dio en los 60s., donde la escuela pública era la generadora de ciudadanos críticos. Desde los 80s con Ronald Reagan se instaló la matriz de la privatización de la educación o la reducción drástica del presupuesto para la educación pública. Con las administraciones de los Bush la cosa no mejoró, pero bajo la administración Obama la cosa fue para peor. En cuanto a los recursos económicos para la educación, Giroux dice que no es la principal cuestión a discutir, sino que la más importante es entender los fundamentos de la educación, desde un punto de vista político. Tenemos un bache en entender que la educación en si misma es un campo de batalla de la política. La educación tiene que ser crítica, para que sea una herramienta de transformación. Mucha gente piensa que hay que ajustar algunos problemitas, pero realmente lo que hay que hacer es transformar la educación para que sea el vínculo entre los problemas locales, nacionales e internacionales y la vida de la gente. La naturaleza de la educación es no solamente ir a la escuela, sino conectar los problemas reales con la gente y su situación. La cultura, dice Giroux, es la más poderosa fuerza para la educación. Nosotros tenemos que traer nuevamente esta discusión, porque la cuestión no es que la escuela está siendo atacada, sino que el argumento debe ser que la democracia está bajo un ataque feroz. Estamos perdiendo la retórica de la democracia, la retórica del pensamiento crítico, de los valores públicos, y estamos perdiendo la abilidad de educar a nuestros alumnos para que traduzcan problemas individuales en problemas sociales. Cuando esto sucede la democracia está muerta. Lo que estamos viendo es el surgimiento de un sistema autoritario. El problema de la educación pública tiene que ser conectado con los otros problemas sociales.
Mark Naison, Profesor de Estudios Africanos y Afroamericanos de la Universidad Fordham comentó que la infiltración ideológica de la derecha en la educación se remontaba desde la era del Senador McCarthy, cuando se inició un programa llamado “Logros de la juventud” donde también se manipuló la currícula en los institutos de enseñanza media, para orientarlos hacia los valores del capitalismo, contra toda idea de justicia social. Esto hoy lo hacen corporaciones como la de los hermanos Koch, o Bill Gates. Naison también estuvo de acuerdo en calificar a la administración Obama como la más deficiente en cuanto a la protección de la educación pública. El desafio, según Naison, es impedir que las corporaciones tengan una influencia tal, que desvirtuen la misión de la educación pública, que es lo que está sucediendo en la actualidad. Esto no es fácil de resolver, pero uno de los caminos es la interacción de los diferentes movimientos de base, no solo los relacionados con la educación, sino también los sindicatos, las asociaciones de padres, los movimientos de DD.HH., de las minorías, los feministas, los de la diversidad sexual, los ecologistas, etc. para conformar un gran movimiento nacional.
Otro entrevistado, el Profesor L’Heureux Lewis-McCoy de la Universidad de Nueva York, sociólogo y especialista en Estudios de la Negritud, comenta que los hermanos Koch apuntan a reclutar jóvenes negros de bajos recursos, que son la amplia mayoría. El programa de los Koch incide sobre escuelas públicas con un bajo presupuesto, que los mismos Koch han exitosamente empobrecido, para en esa situación ofrecerles recursos, en tanto y en cuanto acepten sus cursos de adoctrinamiento neoliberal. El programa de los Koch lleva el mensaje de que no es el sistema capitalista el que empobrece a los estudiantes negros y a los blancos pobres, sino el sistema de educación pública. Se necesita, segun Lewis-McCoy, una discusión a nivel nacional acerca del tema de la educación pública, y la injerencia de las corporaciones.
La dinastía de la familia Koch se remonta a comienzos del siglo XX, cuando el padre de David y Charles, Fred Koch, ingeniero químico, inventa un método de refinación de crudo más eficiente, lo que permitía a las pequeñas refinerías competir en el mercado de la gasolina. Por tal motivo, Fred, es demandado judicialmente por las grandes compañias como la Texaco y la Standard Oil. El interminable proceso judicial pone fuera de negocios a la Winkler-Koch, la pionera de las industrias de la familia. Fred busca otros mercados y encuentra la posibilidad en la Unión Soiviética de Stalin. Entre los años 1929 y 1932, Fred desarrolla su compañia en una suerte de joint venture con el Estado soviético. A su regreso a los Estados Unidos, Fred se convierte en un ferviente anti-comunista, ideología que transmitirá a todos sus hijos, pero que tendrá en David y Charles un campo más que fértil. Fred Koch es uno de los principales fundadores de la John Birch Society, reconocido centro de influencia ideológica anti-democrática. Fred manifestaba su preocupación por la infiltración comunista en los partidos Demócrata y Republicano, por el avance de los afro-americanos que el consideraba un complot del comunismo internacional, y su admiración por Hitler y Mussolini en la erradicación del comunismo en Alemania e Italia. Charles y David siguen sus pasos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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R. Iturriza:sobre las comunas.
Los consejos comunales son espacios de construcción política del común. No son, para decirlo con Foucault, sujetos de derecho. Ni siquiera son un sujeto. Son, de nuevo, un espacio, en que el común denominador es el chavismo, ese vigoroso sujeto de sujetos que comparte no sólo un origen predominante de clase, sino la experiencia común de la politización.
El chavismo está hecho, fundamentalmente, de hombres y mujeres de las clases populares que padecieron, sintieron repulsa y se rebelaron contra la democracia representativa. Si el padecimiento, el rechazo, la indiferencia incluso, suponen en principio una actitud pasiva, la decisión más o menos expresa de mantenerse al margen de la política, la rebelión es un acontecimiento político de primer orden. Incluso antes de reconocerse como tal, el chavismo se incorpora a la política en el acto de rebelarse. Es inconcebible sin esta memoria colectiva, sin esta noción común de la rebelión: en ella se hermanan y politizan estos hombres y mujeres, y en ella tienen su bautizo de fuego.
La incomprensión de las condiciones históricas de emergencia del chavismo como sujeto político y ético conduce al desconocimiento de la naturaleza de los espacios donde se desenvuelve. En otras palabras, si no se comprende la singularidad del proceso de politización del chavismo y, sobre todo, la cultura política que fue construyendo con el paso de los años, es imposible reconocer la potencialidad de un espacio como el consejo comunal.
Chávez no promueve la creación de los consejos comunales para nivelar por debajo, sino para incorporar a los de abajo, para garantizarles un espacio, un lugar . No lo hace, como se ha pretendido, para domesticar al chavismo, para moldearlo a imagen y semejanza de lo mismo, sino porque lo reconoce como lo otro, como algo diferente, como un sujeto que apunta en la dirección de la construcción de otra política. Chávez sabe identificar en el chavismo un espíritu difícil de conformarse con formas más tradicionales de participación política.
Estos espacios de construcción política de los comunes son característicos de todo proceso revolucionario. Es igualmente característica la tendencia a controlarlos, tarea que casi siempre acometen las fuerzas más conservadoras y burocratizadas dentro de las filas revolucionarias. Tratándose de una constante histórica, tal circunstancia no tendría por qué ser motivo de escándalo, lo que por supuesto no significa que debamos resignarnos. Todo lo contrario, lo que corresponde es estar siempre prevenidos.
No hay forma más eficaz de controlar estos espacios que corromperlos, desnaturalizarlos: intentar convertir al pueblo organizado en clientela, a líderes populares en gestores que, imposibilitados de gestionar exitosamente las soluciones de los problemas de la comunidad ante la burocracia estatal, pierden toda legitimidad. Convertidos en escenarios de disputa entre grupos por cargos o recursos, se produce la clausura de estos espacios: el pueblo comienza a identificarlos como más de lo mismo y, en el peor de los casos, se retira de ellos.
Pero ninguno de los fenómenos anteriores, expresiones de la vieja cultura política, puede inducirnos a desconocer la naturaleza del espacio: el propósito para el que fue creado, el sujeto político para el que fue concebido. La pervivencia de lo viejo no puede impedirnos distinguir su radical novedad.
No hay lugar en el mundo donde el pueblo organizado pueda hacer lo que hoy hace a través de los consejos comunales. Sin la vitalidad que, contra todo obstáculo, ostenta una significativa parte de ellos, sería imposible el salto cualitativo que ha experimentado el movimiento comunero, que hoy impulsa con extraordinario vigor el Consejo Presidencial de Gobierno Comunal. En parte importante de nuestras Comunas, a despecho de los más incrédulos, está planteado el desafío mayúsculo de producir otra sociedad. Es nuestra manera de vivir lo que está siendo puesto en cuestión en muchos de esos territorios. Y esa audacia política es inconcebible sin una vitalidad de origen, que es lo que encontramos en los consejos comunales.
La indispensable vitalidad de los espacios de participación es un tópico muy recurrido en la extensa bibliografía sobre las revoluciones populares. Así, por ejemplo, y para citar un texto clásico, en “ La revolución rusa “, escrito en 1918, Rosa Luxemburg cuestiona duramente la decisión de los bolcheviques de disolver la Asamblea Constituyente de noviembre de 1917: “el remedio que han hallado Trotsky y Lenin, la eliminación de la democracia en general, es peor que la enfermedad que ha de curar: porque obstruye la fuente viva de la que podrían emanar, y sólo de ella, los correctivos de todas las insuficiencias inherentes a las instituciones sociales. La vida política activa, enérgica y sin trabas de las más amplias masas populares”.
Diez años después, Christian Rakovski escribe “ Los peligros profesionales del poder “, en el que intenta desentrañar las razones del proceso gradual de burocratización en la Unión Soviética: “La burocracia de los soviets y del partido constituye un hecho de un orden nuevo. No se trata de casos aislados, de fallos en la conducta de algún camarada, sino más bien de una nueva categoría social a la que debería dedicarse todo un tratado”. Revisando la experiencia de la Revolución Francesa, da con una de las causas del aletargamiento del proceso revolucionario: “la eliminación gradual del principio electoral y su sustitución por el principio de los nombramientos”.
La bibliografía, como ya hemos dicho, es muy extensa, y ella constituye parte sustancial del acervo de la humanidad. No hay mejor forma de preservarlo que disponer tiempo para su estudio, de manera de ser capaces de corregir errores que, en su momento, también cometieron pueblos tan dignos y aguerridos como el nuestro. Esa misma bibliografía tiende a coincidir en el planteamiento de que la crisis terminal de las revoluciones populares guarda relación directa con la clausura de los espacios de participación popular y el ascenso de una casta burocrática o, para decirlo como John William Cooke, con el predominio de un “estilo” burocrático.
En “ Peronismo y revolución “, el argentino Cooke afirma: “Lo burocrático es un estilo en el ejercicio de las funciones o de la influencia. Presupone, por lo pronto, operar con los mismos valores que el adversario, es decir, con una visión reformista, superficial, antitética de la revolucionaria… La burocracia es centrista, cultiva un ‘realismo’ que pasa por ser el colmo de lo pragmático… Entonces su actividad está depurada de ese sentido de creación propio de la política revolucionaria, de esa proyección hacia el futuro que se busca en cada táctica, en cada hecho, en cada episodio, para que no se agote en sí mismo. El burócrata quiere que caiga el régimen, pero también quiere durar; espera que la transición se cumpla sin que él abandone el cargo o posición. Se ve como el representante o, a veces, como el benefactor de la masa, pero no como parte de ella; su política es una sucesión de tácticas que él considera que sumadas aritméticamente y extendidas en lo temporal configuran una estrategia”.
En Venezuela, preservar y estimular la vitalidad de los espacios de participación popular en general, y de los consejos comunales en particular, es condición de continuidad de la revolución bolivariana. Para ello es indispensable neutralizar el influjo conservador, burocratizante, presente en todo proceso de cambios revolucionarios.
Nuestro partido está en lo obligación ética de construir una política clara en materia de estímulo de los consejos comunales, que contemple la condena sin miramientos de cualquier resquicio de clientelismo. La lucha contra lo que en el documento “ Líneas estratégicas de acción política ” se enuncia como “cultura política capitalista”, debe pasar de lo declarativo a los hechos concretos, expresarse en medidas aleccionadoras. Esta “cultura política capitalista” debe ser señalada y combatida desde el más alto nivel. Nuestro liderazgo debe erigirse como un referente ético. En las bases, la crítica contra el clientelismo y otros vicios es realmente despiadada. El pueblo chavista tiene plena consciencia del problema. Una posición firme del liderazgo político contra estos vicios tendría además un efecto moralizante.
De igual forma, nuestro partido debe renunciar expresamente a la pretensión de instrumentalizar los consejos comunales, de administrar el espacio a conveniencia. Antes de controlarlo “a cualquier costo”, concebirlo como un espacio desde el que se construye hegemonía popular y democrática. La administración mezquina de la fuerza sin precedentes que Chávez construyó junto al pueblo, es lo contrario de la política revolucionaria. Ésta habrá de ser, como diría algún camarada siguiendo al mismo Chávez, “el arte de convencer” que logra imponerse sobre “la costumbre de administrar”. No hay política revolucionaria sin compresión de cómo se construyó esa fuerza. Esa fuerza que hoy sostiene a la revolución bolivariana, que le sirve de punto de apoyo, se construyó escuchando al otro, al que piensa diferente, sumándolo, incorporándolo. Una fuerza política incapaz de convencer pierde el derecho de llamarse fuerza y entra así en fase de decadencia. La construcción de la hegemonía del chavismo ha sido un ejercicio literalmente democrático, popular, en el sentido de que ha significado no sólo la incorporación de las mayorías, sino de diversidad de pensamientos y demandas. Esta capacidad para la construcción hegemónica ha supuesto la derrota para la vieja clase política, de la misma forma que dejar de cultivar “el arte de convencer” puede significar nuestra ruina.
Estamos a tiempo de comprometernos en una política militante orientada a recuperar, allí donde sea necesario, y a defender, allí donde corresponda, los consejos comunales como espacios donde impere, para decirlo con Rosa Luxemburg “la vida política activa, enérgica y sin trabas” del pueblo venezolano. Para ello, es fundamental reivindicar lo que Rakovski identificaba como “principio electoral”. Al 29 de agosto del presente año, el 33,2% de los 43198 consejos comunales registrados tenían sus vocerías vencidas. Nuestro partido tendría que promover, por todas las razones aquí expuestas, y como una de sus tareas de primer orden, la renovación de vocerías. Pero no basta con que todas estén vigentes.
Nuestro esfuerzo tendría que estar dirigido a convertir los consejos comunales en verdaderas escuelas de gobierno, donde los comunes se ejerciten en la práctica de gobierno, para que aprendan el arte de gobernar. “Ninguna clase ha venido al mundo poseyendo el arte de gobernar. Este arte sólo se adquiere por la experiencia, gracias a los errores cometidos, es decir, extrayendo las lecciones de los errores que uno mismo comete”, escribía Rakovski. Aprender el arte de gobernar no para que el pueblo se convierta eventualmente en funcionario, sino para ir construyendo otra institucionalidad. El militante revolucionario en funciones, por su parte, tendría que trabajar para reducir la brecha que separa a las instituciones del pueblo, librando una lucha sin tregua contra el “estilo” burocrático que señalara Cooke.
Los consejos comunales no son ni mucho menos deben ser el único espacio de la revolución bolivariana. Pero sí son el espacio político por excelencia. Un espacio que “no puede ser apéndice del partido”, como alertara el comandante Chávez el 11 de junio de 2009. “¡Los consejos comunales no pueden ser apéndices de las alcaldías! No pueden ser, no deben ser, no se dejen. Los consejos comunales, las Comunas, no pueden ser apéndices de gobernaciones, ni del Ministerio, ni del Ministerio de Comunas, ni del Presidente Chávez ni de nadie. ¡Son del pueblo, son creación de las masas, son de ustedes!”.
Que así sea.
* Reinaldo Iturriza López es Ministro del Poder Popular para las Comunas
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lunes, 1 de septiembre de 2014
El ecuatoriano Pedro Páez Pérez fue uno de los principales ideólogos del Banco del Sur, instancia que ahora comienza nuevamente a tomar fuerza luego del inicio de aporte de capitales por parte de los países de Unasur, y del inminente nombramiento de su dirección. En esta charla, Páez Pérez enumera las posibilidades que aporta una banca de desarrollo propia del continente, y la relación de esta institución con el nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS.
–Como uno de sus ideólogos, ¿cuál cree que es el papel del Banco del Sur en la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional?–Es muy pertinente recuperar esta propuesta teórica, política e ideológica que nació a nivel de los presidentes. Frente a la cacofonía aburridísima que viene del norte, del Fondo Monetario y de toda la ideología neoliberal, la propuesta del Banco del Sur tiene una serie de ideas transformadoras, tanto en el campo doctrinario como en el campo operativo. Ahí hay una serie de vectores, sobre la base de necesidades concretas, a partir de la crisis internacional, de plantear una nueva arquitectura financiera global. Cuando se habla de otra arquitectura, se menciona otro tipo de relación entre las finanzas y la producción, con primacía en el bien común, no en la lógica de los criterios 'técnicos'. Esas corrientes 'técnicas' intentan llevar toda el agua al molino del sistema financiero monopólico especulativo. El Banco del Sur entra, desde el punto de vista doctrinario pero también operativo, en una nueva banca para un nuevo desarrollo.
–¿Cuáles son los aportes más significativos que podría brindar, en términos concretos?
–El Banco del Sur está diseñado, de manera orgánica, para iniciar un proceso de reconstrucción de capacidades, tanto a nivel nacional como regional. Y en ese sentido es muy importante un concepto elaborado por los presidentes que discuten esto, primero en el marco de la Comunidad de Naciones Sudamericanas y luego en Unasur: el concepto de soberanía suprarregional, supranacional. Es decir: soberanía continental. Pero primero lo primero: la producción, el desarrollo, una red de ferrocarriles en todo el continente, una red estratégica en el tema energético con las consideraciones ecológicas que correspondan, alimentación y salud.
–¿Puede el Banco del Sur aportar para dejar la lógica del dólar como moneda hegemónica?
–A pesar de que hay algunos amigos del BNDES en Brasil que ven con ojos celosísimos la posibilidad del Banco del Sur, una de las experiencias que hay que tomar de allí es la capacidad operativa de poder dar créditos de desarrollo en monedas nacionales, rompiendo con lo que dice la teoría ortodoxa respecto a eso, y rompiendo con la idea de banca de desarrollo multilateral que básicamente hace todo tipo de préstamos en dólares, a tasas altísimas, reforzando las capacidades de debilitamiento de la soberanía nacional en el plano macroeconómico, monetario y financiero. El Banco del Sur está diseñado, y es un punto que está ahora en discusión, para no dar préstamos solamente en dólares sino también, y es la parte fundamental, potenciando el uso de las monedas regionales, e incluso previendo una posible futura moneda común, lo que se ha conocido como SUCRE. Es necesario rediscutir el concepto mismo de banca de desarrollo: la propuesta de Ecuador era abrir las puertas para que los países involucrados en el proceso de integración utilicen como herramienta la moneda de los otros países, como préstamos de desarrollo: que Ecuador tome préstamos en reales brasileños para importar productos de Brasil, tome préstamos en pesos argentinos para contratar empresas argentinas, con la condición de que los países de Unasur abran las condiciones para el repago. Esto obligaría a una intensificación de la relación comercial, pero no en los términos tradicionales neoliberales, sino en un proceso de integración productiva, de integración social.
–¿El Banco del Sur es complementario con un Banco de Desarrollo de los BRICS?
–Sí. La clave fundamental está en una transformación global: en un funcionamiento de las finanzas y la moneda ligado a la construcción de sistemas soberanos de crédito, y a la disputa del sentido de la moneda. La moneda ya no como un instrumento de opresión, de especulación, como es ahora sobre la base del monopolio mundial del dólar. Se precisa convertir a la moneda en elemento de interrelación e integración entre los pueblos. En esa perspectiva son absolutamente coherentes el Banco del Sur y el Banco de los BRICS. La posibilidad de un mercado continental que se autoalimente y genere posibilidades de integración sobre la base de la paz y la prosperidad de la gente es tremendamente contradictoria con la agenda de rentabilización rápida sobre la base del caos y de la guerra. Estamos hablando de procesos civilizatorios: la lucidez que expresan los presidentes latinoamericanos en este proceso de contrucción de Unasur es el signo de los tiempos, es parte de una vocación popular. En Argentina se está expresando eso también. Es necesario concretar este nuevo orden mundial multipolar en el plano geopolítico, en el plano diplomático, y en el plano de la defensa de la paz, sobre el horizonte de la Patria Grande: América Latina tiene que dar ese salto ahora.
Fuente: http://tiempo.infonews.com/
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