domingo, 30 de junio de 2013
Petrocaribe avanza.
viernes, 28 de junio de 2013
Ley de comunicaciones en Ecuador.
No fue fácil el debate, prolongado por años, para acceder a un documento de Ley capaz de encarnar en sí las luchas de muchas luchas; el vocabulario de la Revolución en marcha; los avances de las Ciencias de la Comunicación y los avances de las Ciencias Jurídicas que, entre otras también, debutan en terrenos y categorías nuevas. No fue fácil pero valió la pena cada minuto y cada hora del debate con que se amasa un capítulo magnífico de la Historia ecuatoriana escrita con la dignidad de su pueblo en pie.
En el corazón de la Ley habita un aliento de celebración humanista que condensa la lucha por democratizar los “medios de comunicación”; la lucha por la diversidad y por la inclusión; la lucha contra los negocios mercenarios que enajenan, impúdica e impunemente, a los pueblos. Hay una celebración de lo humano por encima de los llamados “mercados de la información y de la comunicación”. Celebración de la razón y la pasión por la justicia comunicacional. Celebración de la verdadera Libertad de Expresión en manos de la clase trabajadora, de los estudiantes, de los campesinos y de los pueblos originarios.
No habrá resultados “milagrosos”. Cada una de las tesis y de las tareas que la Ley sistematiza para garantizar un “cambio de época” en comunicación, exigirá de todos el acto supremo de la praxis basada en el estudio riguroso y en el talento activo que permite abrir la mente y la mirada a un paisaje plagado con promesas y territorios nuevos. Se trata de una Ley rica en categorías y en acciones que son extremadamente novedosas para “propios y extraños”. No se puede interpretar una nueva Ley con los viejos valores y taras de la lógica monopólica, de la intolerancia oligarca y de la dictadura mediática burguesa. Eso lo muestra, muy bien, la Ley de Comunicación ecuatoriana. Ahora hay que darle el vigor de la práctica al ejercicio de los derechos y las responsabilidades sociales en materia de comunicación.
Hay terrenos vírgenes listos para las semillas nuevas de la comunicación social liberada de la esclavitud mercantil. La Ley, hoy, lo garantiza. Serán necesaria mucha creatividad, mucho buen humor y todo el talento existente (más el que esta naciendo) para que, en la práctica, el espectro comunicacional ariete contundente que libere los caudales expresivos de una sociedad renaciendo gracias a su Revolución Ciudadana. Cambiará radicalmente el tejido completo de las relaciones sociales con la ayuda de la Ley y su práctica en manos del pueblo.
La Ley no es “perfecta”. Hay conceptos aun insuficientemente desarrollados y hay zonas cuyo tránsito es aún difuso… la buena nueva es que la Ley cuenta con herramientas para perfeccionarse y ponerse a tiempo con la velocidad y complejidad de los avances que, en la comunicación contemporánea, ocurren siempre vertiginosamente. Un caso fascinante es el conjunto de problemas nuevos implícitos en el concepto de “Linchamiento Mediático” y sus casuísticas –dolorosas todas- y sus polémicas. Lo mismo pasa el concepto complejo de “calidad” que tiene raíces tecnológicas, estéticas y éticas en simultáneo.
Para la derecha vernácula, y sus aliados multinacionales, la Ley de Comunicación ecuatoriana es un galimatías insoportable que puso en evidencia todas las incapacidades intelectuales de la burguesía. Han sido paupérrimas las opiniones mientras han sido descontrolados los insultos. Como acostumbra la clase dominante cuando siente que, la plebe, le quita algo que es “suyo”. Nada nuevo, el arsenal crítico de la oligarquía plañidera no más que palabrería estereotipada mojada en odio de clase. Lo peligroso es el golpismo fascista incubado en las tinieblas de su desesperación. Alertas.
Mientras tanto, la Ley ha sido promulgada, hubo celebraciones en las plazas públicas y hay fiesta de ideas emocionadas con el futuro inmediato que para la inmensa mayoría de los ecuatorianos se ofrece pleno de oportunidades que crearan las condiciones objetivas necesarias lapa el “cambio de época” comunicacional que se requiere: “extremadamente bien y extremadamente rápido”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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jueves, 27 de junio de 2013
miércoles, 26 de junio de 2013
Brasil.
Brasildefato: ¿Como usted analiza las recientes manifestaciones sacudieron a Brasil en las últimas semanas? ¿Cuál es la base económica para que ellas acontezcan?
Joao Pedro Stedile: Hay muchas evaluaciones de porque están ocurriendo estas manifestaciones. Me sumo al análisis de la profesora Erminia Maricato, que es nuestra mayor especialista en temas urbanos y ya actuó en el Ministerio de las ciudades durante la gestión de Olivio Dutra. Ella defiende la tesis de que hay una crisis urbana instalada en las ciudades brasileras provocada por esta etapa del capitalismo financiero. Hubo una enorme especulación inmobiliaria que elevo los precios de los alquileres y de los terrenos 150% en los últimos 3 años. El capital financió sin ningún control gubernamental la venta de automóviles para enviar el dinero para el exterior y transformo nuestro transito en un caos. Y en los últimos 10 años no hubo inversión en transporte público. El programa habitacional mi casa, mi vida, empujo a los pobres para las periferias, sin condiciones de infraestructura. Todo eso genero una crisis estructural en la que las personas están viviendo en un infierno en las grandes ciudades, perdiendo tres o cuatro horas por día en el transito, cuando podrían estar con la familia, estudiando o teniendo actividades culturales. Sumado a eso, la pésima calidad de los servicios públicos, en especial en la salud e igualmente en la educación, desde la escuela primaria, educación media, en la que los estudiantes salen sin saber hacer una redacción. Y la educación superior se convirtió en tiendas de venta de diplomas a crédito, donde está el 70% de los estudiantes universitarios.
Brasilde fato: Y desde el punto de vista político, ¿por qué pasó?
JPS: Los quince años de neoliberalismo sumado a los últimos diez años de gobierno de conciliación de clases transformo a la política en rehén de los intereses del capital. Los partidos quedaron viejos en sus prácticas y se transformaron en meras siglas que aglutinan, en su mayoría, oportunistas para ascender a cargos públicos o disputar recursos públicos para sus intereses. Toda la juventud nacida después de los gobiernos de derecha, no tuvo oportunidad de participar en política. Hoy, para disputar cualquier cargo, por ejemplo, de vereador 1 el sujeto necesita tener más de un millón de reales, de diputado cuesta alrededor de diez millones. Los capitalistas pagan y después los políticos obedecen. La juventud está harta de esa forma de hacer política burguesa y mercantil. Pero lo más grave fue que los partidos de la izquierda institucional, todos ellos, se amoldaron a esos métodos. Y por lo tanto genero en la juventud una repulsión a la forma de actuar de los partidos. La juventud no es apolítica, al contrario, tanto lo es que llevo la política a las calles, aun sin tener consciencia de su significado. Pero está diciendo que no aguanta más ver por televisión esas prácticas políticas, que secuestran el voto de las personas, basadas en la mentira y en la manipulación.
Brasildefato: ¿Y por qué las manifestaciones explotaron solo ahora?
JPS: Probablemente haya sido más producto de la suma de diversos factores de carácter de la psicología de las masas, que de alguna decisión política planificada. Se sumo todo el clima que comente, además de las denuncias de sobrefacturación de las obras de los estadios, que es una provocación al pueblo. Vean algunos casos: la red globo recibió del gobierno del estado de Rio y de la Intendencia, 20 millones de reales de dinero público, para organizar el showcito de apenas dos horas del sorteo de los partidos de la copa de las confederaciones. El estadio de Brasilia costo 1400 millones y no hay colectivos en la ciudad!
Es la dictadura explicita que la FIFA impuso y todos los gobiernos se sometieron.
La reinauguración del Maracaná fue una bofetada para el pueblo brasilero. Las fotos eran claras, en el mayor templo del futbol mundial no había ningún negro o mestizo!
Y ahí con el aumento de las tarifas de colectivo, fue la gota que rebalso el vaso. Fue apenas la chispa para encender el sentimiento generalizado de revuelta, de indignación. En buena hora la juventud se puso de pie.
Brasil de fato: ¿Por qué la clase trabajadora todavía no salió a las calles?
JPS: Es verdad, la clase trabajadora todavía no fue para las calles. Quienes están en la calle son los hijos de la clase media, de la clase media baja y también algunos jóvenes de lo que Andre Singer llamaría sub-proletariado, que estudian y trabajan en los sectores de servicios, que mejoraron las condiciones de consumo, pero quieren ser escuchados.
La reducción de la tarifa interesaba mucho a todo el pueblo y ese fue el acierto del movimiento “passe livre”, supo convocar movilizaciones en nombre de los intereses del pueblo. Y el pueblo apoyo las manifestaciones y esto se expresa en los índices de popularidad de los jóvenes, sobre todo cuando fueron reprimidos.
La clase trabajadora tarda en movilizarse, pero cuando se mueve, afecta directamente al capital. Cosa que todavía no comenzó a pasar. Creo que las organizaciones que hacen de mediadoras con la clase trabajadora todavía no comprendieron el momento y están un poco tímidas. Pero la clase, como clase, creo que está dispuesta también a luchar. Vea, que el número de huelgas por mejoras salariales ya recupero los valores promedio de la década del 80. Creo que es apenas una cuestión de tiempo, y si las mediaciones aciertan en las banderas que pueden motivar a la clase a movilizarse.
En los últimos días, ya se percibe que en algunas ciudades menores y en las periferias de las grandes ciudades ya comenzaron a haber manifestaciones con banderas de reivindicaciones bien localizadas. Y eso es muy importante.
Brasildefato: Y ustedes, del MST y de los campesinos tampoco se movieron todavía…
JPS: Es verdad. En las capitales donde tenemos asentamientos y agricultores familiares más cerca ya estamos participando. E inclusive soy testigo de que fuimos muy bien recibidos con nuestra bandera roja y con nuestra reivindicación de reforma agraria y alimentos saludables y baratos para todo el pueblo. Creo que en las próximas semanas podrá haber una adhesión mayor, inclusive realizando manifestaciones de los campesinos en las rutas y municipios del interior. Dentro de nuestra militancia esta todo el mundo loco para entrar en la pelea y movilizarse. Espero que también se muevan rápidamente…
Brasil de fato: ¿Cuál es, en su opinión, el origen de la violencia que aconteció en algunas manifestaciones?
JPS: Primero vamos a relativizar, la burguesía a través de sus televisoras ha usado la táctica de asustar al pueblo colocando solo la propaganda de los alborotadores y rompelotodo. Son minoritarios e insignificantes delante de las miles de personas que se movilizaron. A la derecha le interesa colocar en el imaginario de la población que esto es solo desorden, y al final si hay caos, colocar la culpa en el gobierno y exigir la presencia de las fuerzas armadas. Espero que el gobierno no cometa esa bestialidad de llamar a la guardia nacional y a las fuerzas armadas para reprimir a las manifestaciones. Es todo lo que la derecha sueña!
Quien está provocando las escenas de violencia es la forma de intervención de la policía militar. Son grupos derechistas organizados con orientaciones de hacer provocaciones y saqueos. En San Pablo actuaron grupos fascistas. En Rio de Janeiro actuaron las milicias organizadas que protegen sus políticos conservadores. Es claro, hay también un sustrato de lumpenismo que aparece en cualquier movilización popular, sea en los estadios, carnaval, hasta en las fiestas de la iglesia, intentando sacar sus provechos.
Brasildefato: ¿Hay entonces una lucha de clases en las calles o es solo la juventud manifestando su indignación?
JPS: Es claro que hay una lucha de clases en la calle. Si bien todavía concentrada en la disputa ideológica. Y lo que es más grave, la propia juventud movilizada, por su origen de clase, no tiene consciencia de que está participando en una lucha ideológica.
Miren, ellos están haciendo política de la mejor forma posible, en las calles. Y ahí escriben en los carteles: somos contra los partidos y la política? Es por eso que han sido tan difundidos los mensajes en los carteles. Está ocurriendo en cada ciudad, en cada manifestación, una disputa ideológica permanente de la lucha de los intereses de clase. Los jóvenes están siendo disputados por las ideas de derecha y por la izquierda. Por los capitalistas y por la clase trabajadora.
Brasildefato: ¿Cuáles son los objetivos de la derecha y sus propuestas?
JPS: La clase dominante, los capitalistas y sus portavoces ideológicos que aparecen en la televisión todos los días, tienen un gran objetivo: desgastar al máximo al gobierno de Dilma, debilitar las formas organizativas de la clase trabajadora, debilitar las propuestas de cambio estructural en la sociedad brasilera y ganar las elecciones de 2014, para recomponer una hegemonía total en el comando del estado brasilero, que ahora está en disputa.
Para alcanzar esos objetivos ellos todavía están tanteando, alternando sus tácticas. A veces provocan la violencia, para desenfocar los objetivos de la juventud. A veces colocan en las pancartas de los jóvenes sus mensajes. Por ejemplo, en la manifestación del sábado, si bien pequeña, en San Pablo, fue totalmente manipulada por sectores derechistas que pautaron solamente la lucha contra el PEC 37, con pancartas iguales… canticos iguales. Ciertamente la mayoría de los jóvenes ni saben de lo que se trata. Y es un tema secundario para la clase trabajadora, pero la derecha está intentando levantar las banderas de la moralidad, como hizo con la UDN en tiempos pasados.
He visto en las redes sociales controladas por las derechas, que sus banderas, además de la PEC 37, son: Salida de Renan del senado; CPI o transparencia de los gastos de la COPA; declarar a la corrupción crimen grave y terminar con los fueros especiales para los políticos. Ya los grupos más fascistas dicen FUERA DILMA y abajo firman con las acusaciones. Felizmente esas banderas no tienen nada que ver con las condiciones de vida de las masas, aunque ellas puedan ser manipuladas por los medios de comunicación. Y objetivamente son un tiro en el pie. Al final es la burguesía brasilera, sus empresarios y políticos los que son los mayores corruptos y corruptores. Quien se apropio de los gastos exagerados de la copa? La red globo y las empresas contratistas!
BRASILDEFATO: ¿Cuáles son los desafíos que están colocados para la clase trabajadora y las organizaciones populares y partidos de izquierda?
JPS: Los desafíos son muchos. Primero debemos tener consciencia de la naturaleza de estas manifestaciones, y salir todos a la calle, disputar corazones y mentes para politizar esa juventud que no tiene experiencia en la lucha de clases. Segundo, la clase trabajadora precisa movilizarse. Salir a la calle, manifestase en las fabricas, campos y construcciones, como diría Geraldo Vandré. Levantar sus demandas para resolver los problemas concretos de la clase, desde el punto de vista económico y político.
Necesitamos tomar la iniciativa de pautar el debate en la sociedad y exigir la aprobación del proyecto de reducción de la jornada de trabajo para 40 horas; exigir que la prioridad de las inversiones púbicas sea en salud, educación, reforma agraria. Pero para esto el gobierno necesita reducir intereses y dislocar los recursos del superávit primario, aquellos 200 mil millones que todos los años van apenas para 20 mil ricos, rentistas, acreedores de una deuda interna que nunca contrajimos, dislocarlo para inversiones productivas y sociales.
Aprobar en régimen de urgencia para que entre en vigencia en las próximas elecciones una reforma política de aliento, que mínimamente instituya el financiamiento público exclusivo de la campaña, derecho a la revocación de mandatos y plebiscitos populares auto convocados.
Necesitamos una reforma tributaria que vuelva a cobrar ICms de las exportaciones primarias y penalice la riqueza de los ricos, y alivie los impuestos de los pobres, que son los que más pagan.
Necesitamos que el gobierno suspenda las subastas del petróleo y todas las concesiones privatizantes de mineras y otras áreas públicas. De nada sirve invertir todos los royalties del petróleo en educación, si los royalties representaran apenas el 8% de la renta petrolera, y los 92% restantes irán para las empresas trasnacionales que se van a quedar con el petróleo en las subastas!
Una reforma urbana estructural, que vuelva a priorizar el transporte público, de calidad y con tarifa cero. Ya está comprobado que no es caro, ni difícil instituir transporte gratuito para las masas de las capitales. Y controlar la especulación inmobiliaria.
Y finalmente, necesitamos aprovechar y aprobar el proyecto de la conferencia nacional de la comunicación, ampliamente representativa, de democratización de los medios de comunicación. Para acabar con el monopolio de la globo, y para que el pueblo y sus organizaciones populares tengan amplio acceso a comunicarse, crear sus propios medios de comunicación, con recursos públicos. Escuche de diversos movimientos de la juventud que están articulando las marchas, que tal vez esa sea la única bandera que los unifica a todos: abajo el monopolio de la globo!
Pero para que esas banderas resuenen en la sociedad y presionen al gobierno y los políticos, se tiene que movilizar la clase trabajadora, solamente así esto sucederá.
BRASILDEFATO: Ustedes desde los movimientos sociales presentaron una carta pidiendo reunión con la presidenta Dilma y ella acepto y respondió por televisión, ¿qué van a llevarle a ella?
jps: Tengo fe en que esa audiencia acontezca pronto. Y allí ciertamente el conjunto de los movimientos sociales van a enviar a sus jóvenes representantes que estuvieron en las calles, y llevaran la plataforma que describí. Espero que ella tenga la sensibilidad de oír a los jóvenes.
brasildefato: ¿Qué es lo que el gobierno debería hacer ahora?
JPS: Espero que el gobierno tenga la sensibilidad y la inteligencia de aprovechar ente apoyo, este clamor que viene de las calles, que es solo una síntesis de una consciencia difundida en la sociedad, de que es hora de cambiar. Y de cambiar a favor del pueblo. Y para eso el gobierno necesita enfrentar a la clase dominante, en todos los aspectos. Enfrentar a la burguesía rentista, dislocando el pago de intereses para inversiones en áreas que resuelvan los problemas del pueblo. Promover pronto las reformas políticas, tributarias. Encaminar la aprobación del proyecto de democratización de los medios de comunicación. Crear mecanismos para inversiones pesadas en transporte público, orientados a la tarifa cero. Acelerar la reforma agraria y un plan de producción de alimentos sanos para el mercado interno.
Garantizar pronto la aplicación del 10% del PBI en recursos públicos para la educación en todos los niveles, desde los jardines infantiles en las grandes ciudades, educación primaria de calidad hasta la universalización del acceso de los jóvenes a la universidad pública.
Sin esto, habrá una decepción, y el gobierno entregara para la derecha la iniciativa de las banderas, que llevaran a nuevas manifestaciones, viendo en desgastar al gobierno hasta las elecciones del 2014. Es hora de que el gobierno se alíe al pueblo, o pague las facturas en el futuro.
Brasildefato: ¿Y qué perspectivas esas movilizaciones pueden traer para el país en los próximos meses?
JPS:Todo es una incógnita todavía. Porque los jóvenes y las masas están en disputa. Por eso es que las fuerzas populares y los partidos de izquierda necesitan colocar todas sus energías, para salir a las calles. Manifestarse, colocar como banderas de lucha las demandas que interesan al pueblo. Porque la derecha va a hacer las mismas cosas y colocar sus banderas, conservadoras, atrasadas, de criminalización y estigmatización de las ideas de cambio social. Estamos en medio de una batalla ideológica, de la cual nadie sabe todavía cuál será el resultado. En cada ciudad, cada manifestación, precisamos disputar corazones y mentes. Y quien se quede afuera, quedara afuera de la historia.
Nota:
1. Vereador: miembro del gobierno local.Fuente: http://www.brasildefato.com.br/node/13339
Traducion: Facundo Ramos/ Argentina
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Europa:¿demasiado bocado para Alemania?
Rafael Poch-de-Feliu cuenta entre sus publicaciones Tres preguntas sobre Rusia: estado de mercado, Eurasia y fin del mundo bipolar (Icaria, 2000), La gran transición. Rusia, 1985-2002 (Crítica, 2003, con prólogo de Roi Medvedev) y La actualidad de China. Un mundo en crisis, una sociedad en gestación (Crítica, 2009). Su último libro es La quinta Alemania, publicado por Icaria (Barcelona, 2013), y que cuenta con las aportaciones de Àngel Ferrero (capítulos II y III: «Hacia una construcción neoimperialista», «¿Qué fue de la izquierda?») y Carmela Negrete (Capítulo IV: «Pobres con trabajo. Experiencias en la precariedad»). En esta entrevista Poch-de-Feliu habla sobre su nuevo libro. |
Rafael Poch-de-Feliu: El libro solo pretende situar provisionalmente el papel de Alemania en esta crisis, cómo se ha llegado hasta la actual situación. Es una mirada apresurada y necesariamente poco profunda de algo que está ocurriendo ahora y que se está moviendo. El título intenta transmitir el hecho de que estamos ante una nueva Alemania, distinta de aquella doble de la guerra fría que no causaba problemas en parte porque estaba dividida y no tenía plena soberanía. Esta Alemania nueva nació con la reunificación de 1990 y parecía que no cambiaba nada. Ha tenido que llegar la crisis para comprender que sí que ha cambiado, y mucho, su papel en Europa. Es un país que, por su historia, suscita recelos. No digo que la tópica y vulgar comparación con Hitler esté justificada, pero cada país tiene su historia, y Alemania tiene la suya. Siempre que ha intentado dirigir Europa lo ha hecho de forma brutal y la ha conducido a un desastre. Así que la prevención está más que justificada desde el punto de vista histórico. Confundir eso con “germanofobia” es como calificar de “antisemitismo” la condena de la ocupación Israelí de Palestina. Lo de quinta, es un recurso periodístico, históricamente bastante discutible. La historia es como una larga salchicha y el periodista la corta un poco a lo bestia, poniendo a la República de Weimar como apéndice del segundo imperio, por ejemplo. Es un recurso explicativo mucho más apropiado y razonable que hablar del “Cuarto Reich”, por ejemplo. No más que eso.
- Alemania, hablo del subtítulo del libro, es un modelo para el fracaso europeo. No se suele hablar en esos términos sino en sentido contrario. ¿Por qué fracaso?
- Porque el fundamento de la política europea de Alemania es exportar una involución socio-laboral que para lo único que sirve es para incrementar la desigualdad, social y entre países, en Europa. Eso conduce directo a un fracaso europeo porque nadie quiere formar parte de un club organizado sobre tales premisas. Europa y el euro se crearon, para mejorar la vida de los ciudadanos, no para hacernos esclavos de una especie de federalismo autoritario (el “más Europa” alemán nos lleva a eso) y de una moneda elevada a la condición de vaca sagrada.
- ¿Qué es lo que, en su opinión, marca la diferencia entre la derecha y la izquierda que no renuncia a serlo respecto a esa quinta Alemania? Usted mismo afirma en algún momento que el sistema político alemán es un conglomerado homogéneo que expulsa a la marginalidad a quienes se oponen a sus objetivos esenciales. ¿Qué hacer, qué esperar entonces?
- La diferencia entre derecha e izquierda se reduce, a grandes rasgos, a dos aspectos: 1. rechazar o apoyar la involución neoliberal y 2. Rechazar o apoyar las acciones militares en el mundo como medio para controlar recursos. Quien rechaza esos dos aspectos es inmediatamente expulsado hacia la marginalidad política en Alemania. Ocurre en otros lugares, pero en Alemania más, precisamente por el carácter particularmente organizado del establishment alemán, es decir de sus poderes fácticos económicos y financieros y sus correas de transmisión políticas y mediáticas. Ese conglomerado funciona en Alemania mejor, está más engrasado, que en otros países. No espero gran cosa de Alemania en el plano de los movimientos de contestación. Cada país tiene sus tradiciones.
- ¿Por qué cree que esa quinta Alemania apunta claramente a la desintegración europea? ¿No es ella la primera interesada en conservar la actual situación de dominio, expolio, Imperio, centro y periferia?
- Es verdad que es la más interesada en mantener el supermercado del euro intacto, pero creo que con los impulsos que hoy emite conseguirá lo contrario.
- La eurocrisis, afirma también usted, es una nota a pie de página. Si es así, debe ser una nota muy larga, como las que escribía Marx en ocasiones. ¿Por qué una nota a pie? ¿No le parece entonces la crisis algo muy sustantivo?
- Es una nota a pie de página porque el drama de la creciente pobreza, desempleo y desigualdad en Europa, aún está muy lejos de lo que ha sido moneda corriente en gran parte del mundo. Somos Norte, estamos en el hemisferio privilegiado, y no somos muchos, apenas 500 millones en un mundo de 7.000 millones… Un 50% de paro juvenil es lo normal en gran parte del mundo, basta cruzar el Mediterráneo en dirección sur para constatarlo.
- Algunas preguntas sobre nudos históricos. Se suele hablar con insistencia de las actividades represivas de la Stasi, identificando incluso la RDA con esa policía política. ¿Las cosas eran muy distintas en el Oeste? Usted suele hablar muy elogiosamente de las recientes investigaciones de Josef Foschepoth.
- No se puede reducir la RDA a su aspecto policial, de la misma forma en que no se puede reducir el sistema constitucional alemán occidental a la cruda persecución de comunistas en los años cincuenta. El punto aquí no es la caricatura, sino la comparación del foco de la atención: en la actual Alemania se sabe todo del Estado policial en la RDA, se gasta mucho dinero en ello y se bombardea a la población con informaciones sobre aquello, al mismo tiempo la historia de la RFA de posguerra y determinados aspectos de la reunificación de 1990, continúan rodeados de sombras. El libro de Foschepoth, por ejemplo, ha revelado la existencia de una vigilancia policial extraordinaria en la RFA durante la guerra fría, con controles totales de las transmisiones postales y telefónicas de todo lo que tenía que ver con el Este. En los noventa el servicio secreto alemán occidental (BND) interceptada más de 5 millones de transmisiones diarias. Las posibilidades que hay hoy en ese ámbito son verdaderamente orwellianas. Cada teléfono móvil y cada ordenador, son, técnicamente hablando, una especie de chivato. El libro de Foschepoth ha sido uno de los más importantes del año, pero no se le ha prestado atención. Al lado de las realidades técnicas de control que hay hoy en el mundo la de la Stasi es un juego de niños. En eso consiste la propaganda selectiva. Lo curioso es que se continúe luchando contra el bloque del Este y su sistema que ya no existe…
- Perdóneme una descortesía. ¿No es usted demasiado generoso con el papel histórico de Gorbachov? Según algunos analistas, la ingenuidad de la que hizo gala el ex líder soviético, el mismo que ilegalizó el Partido Comunista de la URSS, en sus relaciones con el mundo del Capital y sus líderes políticos no tiene parangón en la Historia.
- Gorbachov quería un “socialismo de rostro humano” y una democratización de las relaciones internacionales con un horizonte de abolición del arma nuclear. También Thomas Sankara, que fue presidente de Burkina Faso tres o cuatro años quería cambiar las cosas hasta que fue asesinado, pero Gorbachov era el líder de la URSS, de una de las dos superpotencias. Eso era muy razonable y muy importante. Fracasó, pero reducir ese fracaso únicamente a su persona y a su responsabilidad no es correcto. Intervinieron muchos factores. La propia podredumbre del sistema soviético era uno de esos factores. La ausencia de socialistas en el PCUS, por ejemplo. En muchas cosas fue un general sin ejército en su propio país. Y en el mundo ya no hablemos. Hubo mucha ingenuidad en la idealización de Occidente, eso está claro, pero eso hay que situarlo en su lugar y su tiempo. Cambiar todo aquello sin equivocarse no era fácil. Mire a los chinos, veremos cómo evoluciona su cambio… Y otro aspecto. Desde el punto de vista de la secular tradición política moscovita, Gorbachov hizo algo absolutamente insólito: transfirió su poder personal absoluto a cámaras representativas. No hay precedentes de algo así en la historia rusa. No hay que confundir a Gorbachov con Yeltsin, pero Gorbachov estaba rodeado de gente del nivel de Yeltsin. Como decía Stalin, “no tengo otros escritores”, la cosa no dio para más…
- Cuando habla usted de la Gran Desigualdad, ¿de qué Gran Desigualdad está hablando? ¿No ha sido la desigualdad, y su cuidado y promoción, una de las características centrales del capitalismo realmente existente desde siempre? ¿Qué novedad hay aquí?
- La novedad es la nueva tendencia que arranca a finales de los setenta para acabar con el consenso social keynesiano de posguerra que permitía avances sociales en el mundo occidental de posguerra, tan diferente del de preguerra. Eso lo explica muy bien Ken Loach en su última película documental El espíritu del 45. Desde los setenta el capitalismo ha perdido el miedo y está acometiendo una involución encaminada a optimizar mucho más el beneficio de una minoría de tipo oligárquico y el saqueo de recursos naturales a consta de las mayorías sociales y de la salud del planeta. Ese cambio de tendencia es la novedad.
- Lo afirma usted y se suele afirmar por muchos otros analistas: Alemania ha resistido la actual crisis mucho mejor que otras economías. ¿Por qué?
- En primer lugar, por algo tan sencillo como que su estructura económica es mucho más sólida, mucho más industrial y exportadora. En segundo lugar, porque ha practicado una estrategia nacional pese a formar parte de un equipo. Ha ido a la suya muchas veces a costa de sus socios. El caso más evidente es el dumping salarial practicado en los últimos veinte años que potenció la competitividad propia mientras sus socios europeos quedaban atrás. La Unión Monetaria no es un club de empresas que compiten entre sí, es un equipo formado por socios coordinados e interdependientes en el que Alemania ha jugado sola su propio juego para realizar objetivos nacionales. Eso daña a los demás. Respecto a su buen nivel de empleo tras el estallido de la crisis, la clave es el recurso de la jornada reducida (Kurzarbeit) que funcionó bien y la demanda de los llamados BRICS, un gigantesco conjunto que crece y al que Alemania, mucho más que Europa, suministra máquinas, coches, etc. Pero esa eficiencia competitiva alemana está matando a otros. La clave es nivelar la Unión Europea, pero eso no parece muy realista en un sistema económico que se basa en el desarrollo desigual.
- El establishment alemán al que hacíamos referencia anteriormente, ¿sigue apostando por el euro o veremos una Alemania fuera del euro en su opinión?
- Es muy difícil hacer pronósticos sobre el euro. La polémica no es entre mantener el euro o salirse, sino, seguramente, sobre las condiciones y escenarios en cada una de estas posibilidades. Tal como está planteada la cosa ahora, no parece que el euro tenga mucho futuro. En cualquier caso el euro es un enredo en el que hay que quedarse o salirse de mutuo acuerdo y con pasos muy bien pensados. De momento lo que vemos es que cada uno va a la suya y en eso, sin duda, Alemania es la peor porque es la más fuerte, la más organizada y la que más daño puede hacer.
- Habla usted en el libro de una Europa refundada. Su programa exterior: no contribuir al Imperio ni al calentamiento global. ¿Soñaba usted al escribirlo? ¿Cultiva alguna utopía, conveniente sin duda como solía afirmar Paco Fernández Buey?
- [Risas]. El asunto es mucho más serio de lo que parece. Prefiero soñar con eso que mantener la pesadilla de un mundo imperial inviable que lucha por recursos globales escasos para poder seguir calentando el planeta hasta su destrucción. Así que ese “programa”, por llamarlo de alguna manera, es puro realismo comparado con lo que tenemos.Podríamos decir que es un reflejo de supervivencia.
- Apunta usted también que es esencial la creación de nuevas fuerzas políticas y programas. ¿Más fuerzas aún? ¿Programa-programa-programa? ¿No hemos escrito ya muchos programas?
- No creo que se hayan escrito muchos programas alternativos –si se ha hecho, no han funcionado– ni que existan muchas fuerzas políticas que recojan los intereses de la mayoría social. Tengo la impresión de que estamos en el principio de un principio y veo más defecto de movimientos sociales que exceso de ellos. Con el nivel de compromiso actual nos colarán todos los goles.
- ¿Por qué el crecimiento, que parecen abonar los contrarios al austericidio, es un problema y una solución a un tiempo como también afirma usted? ¿Me disuelve la paradoja?
- En el mundo desarrollado el crecimiento crematístico necesario para salir del actual atolladero es el mismo que contribuye al calentamiento global, por eso es al mismo tiempo solución y problema. El crecimiento debe ser aquí muy táctico. Lo que el mundo necesita es un sistema más austero, menos frenético y más racional en su relación con los recursos y el medio ambiente. Eso es obvio. En las partes más pobres del mundo todo eso puede tener muchos matices, pero en Occidente no tiene vuelta de hoja. El futuro, si lo hay, es el decrecimiento.
- En su presentación del primer capitulo de Àngel Ferrero habla usted de su conquista, de la conquista de Die Grünen quiero decir, por la razón de Estado. ¿Cómo ha sido eso? ¿Por qué? ¿Era inevitable? Cómo si fuese una ley de expansión o contracción de los gases, ¿toda fuerza política alternativa tiende a expandirse para acabar siendo absorbida por algo sólido que no suele evaporarse en el aire?
- Algo de eso hay. En el caso de los verdes alemanes es un partido de clases medias altas, sin ninguna conexión con el mundo del trabajo, lo que facilita el acomodo al sistema y el abandono de todo propósito transformador.
- Desmontar el modelo autoritario-oligárquico europeo, señalan al final de su ensayo, pasa por enfrentarse a los impulsos de la quinta Alemania. Así se escribe, añaden, la historia europea. ¿Quién tiene que enfrentarse a esos impulsos? ¿Las naciones, los pueblos, los Estados restantes, los ciudadanos, las fuerzas de izquierda que no han claudicado?
- Yo creo que la lucha debe empezar en las naciones, que son conjuntos soberanos de ciudadanos, por motivos puramente prácticos. Ante una oligarquía, y eso es lo que tenemos enfrente, es la ciudadanía la que ha de manifestarse. Hay que empezar en casa, creando la comunidad ciudadana con la gente que te rodea. A partir de ahí se pueden, se deben, tejer puentes y vínculos internacionales, pero el internacionalismo y la democratización, en el sentido más genuino del término (“poder del pueblo”) comienza en casa.
- ¿No es usted un pelín optimista cuando afirma que el peso y poder de esa quinta Alemania está lejos, muy lejos de ser suficiente para imponer su hegemonía al resto?
- La historia europea sugiere que cuando una nación europea se intenta imponer sobre las demás, en seguida surge una coalición contra ella. La potencia alemana no alcanza para imponerse. Si se compara su peso con el de Estados Unidos en la posguerra, el panorama queda claro. Si Alemania pretende dominar Europa, se estrellará.
Fuente: https://www.fuhem.es/ecosocial/articulos.aspx?v=9239&n=0
Enlace al pdf de la revista PAPELES: http://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Analisis/2013/Entrevista_a_Rafael_Poch_de_Feliu_S_Lopez_Arnal.pdf
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martes, 25 de junio de 2013
Dilma abre las puertas al plebiscito.
Rousseff hizo su anuncio durante una reunión -transmitida en vivo por la televisora estatal NBR- con gobernadores y alcaldes a los que citó para concertar respuestas a las protestas callejeras masivas de las últimas semanas.
"Quiero en este momento proponer el debate sobre la convocatoria de un plebiscito popular que autorice un proceso constituyente específico para hacer la reforma política que el país tanto necesita", dijo la mandataria al comienzo de la reunión convocada por ella misma en Brasilia.
"Brasil está maduro para avanzar y ya dejó claro que no quiere quedarse parado donde está. Debemos también dar prioridad al combate contra la corrupción de manera aun más contundente", agregó Rousseff, quien intenta dar respuestas concretas a la ola de protestas que estalló hace cerca de dos semanas en Sao Paulo y hoy alcanza a todo el país.
En el marco de la búsqueda de soluciones, la mandataria propuso a los gobernadores y alcaldes "al menos cinco pactos a favor de Brasil". "La energía que viene de las calles es mayor que cualquier obstáculo. No tenemos por qué permanecer inertes, incómodos o divididos. Por eso yo traigo propuestas concretas y disposición política para que discutamos al menos cinco pactos", dijo la mandataria. Los pactos propuestos están relacionados con la responsabilidad fiscal, reformas políticas, y reformas en las áreas de salud, transporte y educación.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-222968-2013-06-24.html
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lunes, 24 de junio de 2013
Brasil.
Opinólogos y analistas adscriptos al gobierno insisten ahora en colocar bajo la lupa estas manifestaciones, señalando su carácter caótico, su falta de liderazgo, la ausencia de un proyecto político de recambio. Sería mejor que en lugar de exaltar las virtudes de un fantasioso “posneoliberalismo” de Brasilia y de pensar que lo ocurrido tiene que ver con la falta de políticas gubernamentales hacia un nuevo actor social, la juventud, dirigieran su mirada hacia los déficits de la gestión gubernativa del PT y sus aliados en un amplio abanico de temas cruciales para el bienestar de la ciudadanía. Plantear que las protestas fueron causadas por el aumento de 20 centavos de real en el transporte público de Sao Paulo es lo mismo que, salvando las distancias, afirmar que la Revolución Francesa se produjo porque, como es sabido, algunas panaderías de la zona de la Bastilla habían aumentado en unos pocos centavos el precio del pan. Confunden estos propagandistas el detonante de la rebelión popular con las causas profundas que la provocan, que dicen relación con la enorme deuda social de la democracia brasileña, apenas atenuada en los últimos años del gobierno Lula. El disparador, el aumento en el precio del boleto del transporte urbano, tuvo eficacia porque según algunos cálculos para un trabajador que gana apenas el salario mínimo en Sao Paulo el costo diario de la transportación para concurrir a su trabajo equivale a poco más de la cuarta parte de sus ingresos. Pero esto sólo pudo desencadenar la oleada de protestas porque se combinaba con la pésima situación de los servicios de salud pública; el sesgo clasista y racista del acceso a la educación; la corrupción gubernamental (un indicador: la presidenta Dilma Rousseff ha echado a varios ministros por esta causa), la ferocidad represiva impropia de un estado que se reclama como democrático y la arrogancia tecnocrática de los gobernantes, en todos sus niveles, ante las demandas populares que son desoídas sistemáticamente: caso de la reforma de la previsión social, o de la paralizada Reforma Agraria o los reclamos de los pueblos originarios ante la construcciones de grandes represas en la Amazonía. Con estas asignaturas pendientes, hablar de “posneoliberalismo” revela, en el mejor de los casos, indolencia del espíritu crítico; en el peor, una deplorable sumisión incondicional al discurso oficial.
A la explosiva combinación señalada más arriba hay que sumar el creciente abismo que separa al común de la ciudadanía de la partidocracia gobernante, incesante tejedora de toda suerte de inescrupulosas alianzas y transformismos, que burlan la voluntad del electorado sacrificando identidades partidarias y adscripciones ideológicas. No por casualidad todas las manifestaciones expresaban su repudio a los partidos políticos. Un indicador del costo fenomenal de esa partidocracia –que resta recursos al erario público que podrían destinarse a la inversión social- está dado por lo que en Brasil se denomina el Fondo Partidario, que financia el mantenimiento de una maquinaria meramente electoralista y que nada tiene que ver con ese “príncipe colectivo”, sintetizador de la voluntad nacional-popular del que hablara Antonio Gramsci. Un solo dato será suficiente: a pesar de que la población exige infructuosamente mayores presupuestos para mejorar los servicios básicos que hacen a la calidad de la democracia, el mencionado fondo pasó de distribuir 729.000 reales en 1994 a la friolera de 350.000.000 de reales en el 2012, y está por acrecentarse aún más en el curso de este año. Esa enorme cifra habla con elocuencia del hiato que separa representantes de representados: ni los salarios reales ni la inversión social en salud, educación, vivienda y transporte tuvieron la prodigiosa progresión experimentada por una casta política completamente apartada de su pueblo y que no vive para la política sino que vive, y muy bien, de la política, a costa de su propio pueblo.
¿Eso es todo? No, hay algo más que provocó la furia ciudadana. El exorbitante costo en que incurrió Brasilia a cuenta de una absurda “política de prestigio” encaminada a convertir al Brasil en un “jugador global” en la política internacional. La Copa del Mundo de la FIFA y los Juegos Olímpicos exigirán enormes desembolsos que podrían haber sido utilizados más provechosamente en solucionar añejos problemas que afectan a las clases populares. Hubiera sido bueno que se recordara que México no sólo organizó una sino dos Copas del Mundo en 1970 y 1986, y los Juegos Olímpicos de 1968. Ninguno de estos grandes fastos convirtió a México en un jugador global de la política mundial: pero aún, sirvieron para ocultar los problemas reales que irrumpirían con fuerza en la década de los noventas y que perduran hasta el día de hoy. Según la ley aprobada por el congreso brasileño la Copa del Mundo dispone de un presupuesto inicial de 13.600 millones de dólares, que seguramente aumentará a medida que se acerque la inauguración del evento, y se estima que los Juegos Olímpicos demandarán una cifra aún mayor. Conviene aquí recordar una sentencia de Adam Smith, cuando decía que “lo que es imprudencia y locura en el manejo de las finanzas familiares no puede ser responsabilidad y sensatez en el manejo de las finanzas del reino.” Quien en su hogar no dispone de ingresos suficientes que garanticen la salud, la educación y una adecuada vivienda para su familia no puede ser elogiado cuando gasta lo que no tiene en una costosísima fiesta.
La dimensión de este despropósito queda graficado, como observa con perspicacia el sociólogo y economista brasileño Carlos Eduardo Martins, cuando compara el costo del programa “Bolsa Familia”, 20.000 millones de reales, con el que devoran los intereses de la deuda pública: 240.000 millones de reales. Es decir, que en un año los tiburones financieros de Brasil y del exterior, niños mimados del gobierno, reciben como compensación a sus tramposos préstamos el equivalente doce planes “Bolsa Familia” por año. Según un estudio de la Auditoría Ciudadana de la Deuda, en el año 2012 el desembolso por concepto de intereses y amortizaciones de la deuda pública insumió el 47.19 por ciento del presupuesto nacional; por contraposición, se le dedicó a la salud pública el 3.98 por ciento, a la educación el 3.18 por ciento y a l transporte el 1.21 por ciento. Con esto no se quiere disminuir la importancia del programa “Bolsa Familia” sino de resaltar la escandalosa gravitación de la sangría originada por una deuda pública-ilegítima hasta la médula- que ha hecho de los banqueros y especuladores financieros los principales beneficiarios de la democracia brasileña o, más precisamente, de la plutocracia reinante en el Brasil. Por eso tiene razón Martins cuando observa que la dimensión de la crisis exige algo más que reuniones de gabinete y conversaciones con algunos líderes de los movimientos sociales organizados. Propone, en cambio, la realización de un plebiscito para una reforma constitucional que recorte los poderes de la partidocracia y empodere de verdad a la ciudadanía; o para derogar la ley de auto-amnistía de la dictadura; o para realizar una auditoría integral sobre la turbia génesis de la escandalosa deuda pública (como hizo Rafael Correa en el Ecuador). Agrega también que no basta con decir que el 100 por ciento de los royalties que origine la explotación del enorme yacimiento petrolero del Pre-Sal serán dedicados, como lo declaró Rousseff, a la educación, en la medida en que no se diga cuál será la proporción que el estado captará de las empresas petroleras. En Venezuela y Ecuador el estado retiene por concepto de royalties entre el 80 y el 85 por ciento de lo producido en boca de pozo. ¿Y en Brasil quién fijará ese porcentaje? ¿El mercado? ¿Por qué no establecerlo mediante una democrática consulta popular?
Como puede colegirse de todo lo anterior, es imposible reducir la causa de la protesta popular en Brasil a una eclosión juvenil. Es prematuro prever cual será el futuro de estas manifestaciones, pero de algo estamos seguros. El “¡Que se vayan todos!” de la Argentina del 2001-2002 no pudo constituirse como una alternativa de poder, pero por lo menos señaló los límites que ningún gobierno podría volver a traspasar so pena de ser derrocado por una nueva insurgencia popular. Más aún, las grandes movilizaciones populares en Bolivia y Ecuador demostraron que sus flaquezas y su inorganicidad -como las que hoy hay en Brasil- no le impidieron tumbar a gobernantes que sólo solo lo hacían a favor de los ricos. Las masas que salieron a la calle en más de cien ciudades brasileñas pueden tal vez no saber adónde van, pero en su marcha pueden acabar con un gobierno que claramente eligió ponerse al servicio del capital. Brasilia haría muy bien en mirar lo ocurrido en los países vecinos y tomar nota de esta lección que presagia crecientes niveles de ingobernabilidad si persiste en su alianza con la derecha, con los monopolios, con el agronegocios, con el capital financiero, con los especuladores que desangran al presupuesto público de Brasil. La única salida a todo esto es por la izquierda, potenciando no en el discurso sino con hechos concretos, el protagonismo popular y adoptando políticas coherentes con el nuevo sistema de alianzas. No sería exagerado pronosticar que un nuevo ciclo de ascenso de las luchas populares estaría dando comienzo en el gigante sudamericano. Si así fuera lo más probable sería una reorientación de la política brasileña, lo cual sería una muy buena noticia para la causa de la emancipación de Brasil y de toda Nuestra América.
* Una versión resumida de esta nota salió publicada en la edición dominical de Página/12, del 23 de Junio del corriente año.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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Brasil.
Opinólogos y analistas adscriptos al gobierno insisten ahora en colocar bajo la lupa estas manifestaciones, señalando su carácter caótico, su falta de liderazgo, la ausencia de un proyecto político de recambio. Sería mejor que en lugar de exaltar las virtudes de un fantasioso “posneoliberalismo” de Brasilia y de pensar que lo ocurrido tiene que ver con la falta de políticas gubernamentales hacia un nuevo actor social, la juventud, dirigieran su mirada hacia los déficits de la gestión gubernativa del PT y sus aliados en un amplio abanico de temas cruciales para el bienestar de la ciudadanía. Plantear que las protestas fueron causadas por el aumento de 20 centavos de real en el transporte público de Sao Paulo es lo mismo que, salvando las distancias, afirmar que la Revolución Francesa se produjo porque, como es sabido, algunas panaderías de la zona de la Bastilla habían aumentado en unos pocos centavos el precio del pan. Confunden estos propagandistas el detonante de la rebelión popular con las causas profundas que la provocan, que dicen relación con la enorme deuda social de la democracia brasileña, apenas atenuada en los últimos años del gobierno Lula. El disparador, el aumento en el precio del boleto del transporte urbano, tuvo eficacia porque según algunos cálculos para un trabajador que gana apenas el salario mínimo en Sao Paulo el costo diario de la transportación para concurrir a su trabajo equivale a poco más de la cuarta parte de sus ingresos. Pero esto sólo pudo desencadenar la oleada de protestas porque se combinaba con la pésima situación de los servicios de salud pública; el sesgo clasista y racista del acceso a la educación; la corrupción gubernamental (un indicador: la presidenta Dilma Rousseff ha echado a varios ministros por esta causa), la ferocidad represiva impropia de un estado que se reclama como democrático y la arrogancia tecnocrática de los gobernantes, en todos sus niveles, ante las demandas populares que son desoídas sistemáticamente: caso de la reforma de la previsión social, o de la paralizada Reforma Agraria o los reclamos de los pueblos originarios ante la construcciones de grandes represas en la Amazonía. Con estas asignaturas pendientes, hablar de “posneoliberalismo” revela, en el mejor de los casos, indolencia del espíritu crítico; en el peor, una deplorable sumisión incondicional al discurso oficial.
A la explosiva combinación señalada más arriba hay que sumar el creciente abismo que separa al común de la ciudadanía de la partidocracia gobernante, incesante tejedora de toda suerte de inescrupulosas alianzas y transformismos, que burlan la voluntad del electorado sacrificando identidades partidarias y adscripciones ideológicas. No por casualidad todas las manifestaciones expresaban su repudio a los partidos políticos. Un indicador del costo fenomenal de esa partidocracia –que resta recursos al erario público que podrían destinarse a la inversión social- está dado por lo que en Brasil se denomina el Fondo Partidario, que financia el mantenimiento de una maquinaria meramente electoralista y que nada tiene que ver con ese “príncipe colectivo”, sintetizador de la voluntad nacional-popular del que hablara Antonio Gramsci. Un solo dato será suficiente: a pesar de que la población exige infructuosamente mayores presupuestos para mejorar los servicios básicos que hacen a la calidad de la democracia, el mencionado fondo pasó de distribuir 729.000 reales en 1994 a la friolera de 350.000.000 de reales en el 2012, y está por acrecentarse aún más en el curso de este año. Esa enorme cifra habla con elocuencia del hiato que separa representantes de representados: ni los salarios reales ni la inversión social en salud, educación, vivienda y transporte tuvieron la prodigiosa progresión experimentada por una casta política completamente apartada de su pueblo y que no vive para la política sino que vive, y muy bien, de la política, a costa de su propio pueblo.
¿Eso es todo? No, hay algo más que provocó la furia ciudadana. El exorbitante costo en que incurrió Brasilia a cuenta de una absurda “política de prestigio” encaminada a convertir al Brasil en un “jugador global” en la política internacional. La Copa del Mundo de la FIFA y los Juegos Olímpicos exigirán enormes desembolsos que podrían haber sido utilizados más provechosamente en solucionar añejos problemas que afectan a las clases populares. Hubiera sido bueno que se recordara que México no sólo organizó una sino dos Copas del Mundo en 1970 y 1986, y los Juegos Olímpicos de 1968. Ninguno de estos grandes fastos convirtió a México en un jugador global de la política mundial: pero aún, sirvieron para ocultar los problemas reales que irrumpirían con fuerza en la década de los noventas y que perduran hasta el día de hoy. Según la ley aprobada por el congreso brasileño la Copa del Mundo dispone de un presupuesto inicial de 13.600 millones de dólares, que seguramente aumentará a medida que se acerque la inauguración del evento, y se estima que los Juegos Olímpicos demandarán una cifra aún mayor. Conviene aquí recordar una sentencia de Adam Smith, cuando decía que “lo que es imprudencia y locura en el manejo de las finanzas familiares no puede ser responsabilidad y sensatez en el manejo de las finanzas del reino.” Quien en su hogar no dispone de ingresos suficientes que garanticen la salud, la educación y una adecuada vivienda para su familia no puede ser elogiado cuando gasta lo que no tiene en una costosísima fiesta.
La dimensión de este despropósito queda graficado, como observa con perspicacia el sociólogo y economista brasileño Carlos Eduardo Martins, cuando compara el costo del programa “Bolsa Familia”, 20.000 millones de reales, con el que devoran los intereses de la deuda pública: 240.000 millones de reales. Es decir, que en un año los tiburones financieros de Brasil y del exterior, niños mimados del gobierno, reciben como compensación a sus tramposos préstamos el equivalente doce planes “Bolsa Familia” por año. Según un estudio de la Auditoría Ciudadana de la Deuda, en el año 2012 el desembolso por concepto de intereses y amortizaciones de la deuda pública insumió el 47.19 por ciento del presupuesto nacional; por contraposición, se le dedicó a la salud pública el 3.98 por ciento, a la educación el 3.18 por ciento y a l transporte el 1.21 por ciento. Con esto no se quiere disminuir la importancia del programa “Bolsa Familia” sino de resaltar la escandalosa gravitación de la sangría originada por una deuda pública-ilegítima hasta la médula- que ha hecho de los banqueros y especuladores financieros los principales beneficiarios de la democracia brasileña o, más precisamente, de la plutocracia reinante en el Brasil. Por eso tiene razón Martins cuando observa que la dimensión de la crisis exige algo más que reuniones de gabinete y conversaciones con algunos líderes de los movimientos sociales organizados. Propone, en cambio, la realización de un plebiscito para una reforma constitucional que recorte los poderes de la partidocracia y empodere de verdad a la ciudadanía; o para derogar la ley de auto-amnistía de la dictadura; o para realizar una auditoría integral sobre la turbia génesis de la escandalosa deuda pública (como hizo Rafael Correa en el Ecuador). Agrega también que no basta con decir que el 100 por ciento de los royalties que origine la explotación del enorme yacimiento petrolero del Pre-Sal serán dedicados, como lo declaró Rousseff, a la educación, en la medida en que no se diga cuál será la proporción que el estado captará de las empresas petroleras. En Venezuela y Ecuador el estado retiene por concepto de royalties entre el 80 y el 85 por ciento de lo producido en boca de pozo. ¿Y en Brasil quién fijará ese porcentaje? ¿El mercado? ¿Por qué no establecerlo mediante una democrática consulta popular?
Como puede colegirse de todo lo anterior, es imposible reducir la causa de la protesta popular en Brasil a una eclosión juvenil. Es prematuro prever cual será el futuro de estas manifestaciones, pero de algo estamos seguros. El “¡Que se vayan todos!” de la Argentina del 2001-2002 no pudo constituirse como una alternativa de poder, pero por lo menos señaló los límites que ningún gobierno podría volver a traspasar so pena de ser derrocado por una nueva insurgencia popular. Más aún, las grandes movilizaciones populares en Bolivia y Ecuador demostraron que sus flaquezas y su inorganicidad -como las que hoy hay en Brasil- no le impidieron tumbar a gobernantes que sólo solo lo hacían a favor de los ricos. Las masas que salieron a la calle en más de cien ciudades brasileñas pueden tal vez no saber adónde van, pero en su marcha pueden acabar con un gobierno que claramente eligió ponerse al servicio del capital. Brasilia haría muy bien en mirar lo ocurrido en los países vecinos y tomar nota de esta lección que presagia crecientes niveles de ingobernabilidad si persiste en su alianza con la derecha, con los monopolios, con el agronegocios, con el capital financiero, con los especuladores que desangran al presupuesto público de Brasil. La única salida a todo esto es por la izquierda, potenciando no en el discurso sino con hechos concretos, el protagonismo popular y adoptando políticas coherentes con el nuevo sistema de alianzas. No sería exagerado pronosticar que un nuevo ciclo de ascenso de las luchas populares estaría dando comienzo en el gigante sudamericano. Si así fuera lo más probable sería una reorientación de la política brasileña, lo cual sería una muy buena noticia para la causa de la emancipación de Brasil y de toda Nuestra América.
* Una versión resumida de esta nota salió publicada en la edición dominical de Página/12, del 23 de Junio del corriente año.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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