Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Quetta, la capital de la provincia de Baluchistán en el sudoeste de Pakistán, que tiene fronteras con Afganistán ocupado por EE.UU. y con Irán, fue víctima de un horrendo atentado a un mercado que mató más de 80 personas. Según los informes, el grupo terrorista Lashkar-e-Jhangvi (LeJ) ha reivindicado la responsabilidad del ataque. Calificado de “grupo extremista suní”, corresponde más bien al modelo de terrorismo global patrocinado por EE.UU., Israel, y sus socios árabes Arabia Saudí y Catar.
El grupo terrorista Lashkar-e-Jhangvi se creó en realidad, según la BBC, para contrarrestar la Revolución Islámica de Irán en los años ochenta y sigue activo en la actualidad. Considerando la conspiración estadounidense-israelí-saudí, admitida abiertamente, de utilizar a al Qaida y otros grupos terroristas en Medio Oriente para contrarrestar la influencia de Irán, surge la pregunta de si esos mismos intereses están financiando el terrorismo en Pakistán, no solo para contrarrestar a las comunidades paquistaníes que simpatizan con Irán, sino además para debilitar y desestabilizar al propio Pakistán.
La red global de terror estadounidense-saudí
Aunque EE.UU. está aliado estrechamente con Arabia Saudí y Catar, es un hecho bien establecido que los principales financistas de los grupos extremistas, incluyendo a al Qaida, durante las últimas 3 décadas son de hecho Arabia Saudí y Catar. Mientras los medios de propaganda de propiedad estatal catarí como Al Jazeera aplican un barniz pro democrático y progresista a sus narrativas, el propio Catar está involucrado en el armamento, financiamiento e incluso en el suministro de apoyo militar directo a extremistas sectarios del norte de Malí, a Libia, Siria y más allá.
El informe de France 24 “¿Alimenta Catar la crisis del norte de Malí?” suministra un útil retrato del patrocinio del terror saudí-catarí, al señalar:
“MNLA [separatistas seculares tuaregs], Ansar Dine vinculado a al Qaida y MUJAO [Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental] han recibido dinero de Doha”.
Un mes después Sadou Diallo, alcalde de la ciudad norteña malí de Gao [que cayó en manos de los islamistas] dijo a la radio RTL: “El gobierno francés sabe perfectamente quién apoya a esos terroristas. Catar, por ejemplo sigue enviando a diario lo que denomina ayuda y alimentos a los aeropuertos de Gao y Tombuctú”.
El informe también destaca:
“Catar ha establecido y financia una red de instituciones en Malí, incluyendo madrazas, escuelas y obras benéficas que ha estado apoyando desde los años ochenta”, y agrega que Catar espera obtener un rendimiento de su inversión.
“Malí tiene un inmenso potencial en petróleo y gas y necesita ayuda para desarrollar su infraestructura”, dice. “Catar está bien ubicado para ayudar y también podría, sobre la base de buenas relaciones con el norte de Malí gobernado por islamistas, explotar ricos depósitos de oro y uranio del país”.
Estas instituciones no solo están presentes en Malí, sino también en todo el mundo, y suministran un flujo casi inagotable de combatientes a las monarquías del Golfo Pérsico y a sus aliados occidentales para que los utilicen como el eterno casus belli para invadir y ocupar naciones como Malí y Afganistán, así como para formar una considerable y persistente fuerza mercenaria, como se vio en Libia y Siria. Semejantes instituciones, dirigidas conjuntamente por agencias de inteligencia occidentales de toda Europa y EE.UU., alimentan el alarmismo en el interior y el Estado de seguridad resultante que permite que los gobiernos occidentales controlen más de cerca de sus poblaciones, mientras mantienen políticas temerarias e impopulares tanto en el interior como en el exterior.
Ya que los intereses geopolíticos saudíes y cataríes están entrelazados con los intereses anglo-estadounidenses, la “inversión” y el “rendimiento de esa inversión” forman obviamente parte de una empresa conjunta. Es evidente que la intervención de Francia en Malí no ha logrado frenar a esos extremistas; en vez de eso ha dejado, como era predecible a la nación ocupada por intereses occidentales mientras empuja a los terroristas hacia el norte, a su verdadero objetivo, Argelia.
Además hay que señalar que Francia, en particular, jugó un papel dirigente junto a Catar y Arabia Saudí en la entrega de Libia a esos mismos extremistas. Los políticos franceses estuvieron en Bengasi dándose la mano con extremistas que en el futuro cercano “combatirían” en el norte de Malí.
Lashkar-e-Jhangvi forma parte de la red terrorista estadounidense-saudí
En términos de Lashkar-e-Jhangvi de Pakistán, así como la infame Lashkar-e-Taiba que realizó el ataque en Mumbai, India, de 2008 matando a más de 160 personas, ambas son afiliadas de al Qaida y han tenido una vinculación financiera directa con Arabia Saudí. En el artículo del Guardian “WikiLeaks cables portray Saudi Arabia as a cash machine for terrorists” [Cables de WikiLeaks demuestran que Arabia Saudí es proveedora de dinero para terroristas] el Departamento de Estado de EE.UU. incluso reconoce que Arabia Saudí ciertamente financia el terrorismo en Pakistán:
Arabia Saudí es la mayor fuente del mundo de fondos para grupos militantes islamistas como los talibanes afganos y Lashkar-e-Taiba, pero el gobierno saudí es renuente a reducir el flujo de dinero, según Hillary Clinton
“Hay que hacer más, ya que Arabia Saudí sigue siendo una base crítica de apoyo financiero a al Qaida, los talibanes, LeT y otros grupos terroristas” dice un documento secreto de diciembre de 2009 firmado por la Secretaria de Estado de EE.UU. El memorando urge a los diplomáticos estadounidenses a redoblar sus esfuerzos para detener el flujo de dinero del Golfo a los extremistas en Pakistán y Afganistán.
“Los donantes en Arabia Saudí constituyen la fuente más importante de financiamiento de grupos terroristas suníes de todo el mundo”, dijo.
Otros tres países árabes se mencionan como fuente de dinero para los terroristas: Catar, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos.
Lashkar-e-Jhangvi también ha estado vinculado financieramente a las monarquías del Golfo Pérsico. “Mapping Militant Organizations: Lashkar-e-Jhangvi”, de la Universidad Stanford menciona bajo “Influencias internas”:
LeJ ha recibido dinero de varios países del Golfo Pérsico, incluyendo Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos [25]. Esos países financiarona LeJ y otros grupos militantes suníes sobre todo para contrarrestar la creciente influencia del chiismo revolucionario de Irán.
Sorprendentemente, a pesar de esa admisión, EE.UU. trabaja política, financiera, económica e incluso militarmente junto a esos mismos patrocinadores estatales del rampante terrorismo global. En Libia y Siria, EE.UU. incluso ha ayudado a financiar y armar a al Qaida y grupos terroristas afiliados, y ha conspirado con Arabia Saudí por lo menos desde 2007 para derrocar a Siria e Irán mediante esos grupos terroristas. Y mientras Arabia Saudí financia el terrorismo, en Pakistán está bien documentado que EE.UU. financia la subversión política en las mismas áreas en las que se realizan los ataques más atroces.
La subversión política de EE.UU. en Baluchistán, Pakistán
La Fundación Nacional por la Democracia (NED) del Departamento de Estado de EE.UU. ha financiado y apoyado abiertamente el trabajo del “Instituto Baluchistán por el Desarrollo” (BIFD) que pretende ser “el principal recurso para la democracia, desarrollo y derechos humanos en Baluchistán, Pakistán”. Aparte de organizar el “Taller sobre Medios, Democracia y Derechos Humanos anual NED-BFID”, BFID informa de que USAID ha estado suministrando financiamiento a un “centro mediático” para que la Asamblea de Baluchistán “provea mejores instalaciones para los periodistas que cubren el trabajo de la Asamblea de Baluchistán”. Suponemos que BIFD quiso decir periodistas “entrenados” en talleres de NED-BFID.
También existe la Voz de Baluchistán en la que todas las noticias de primera plana son propaganda financiada por EE.UU. y extraída de Periodistas sin Fronteras, financiada por la fundación Human Rights Watch a su vez financiada por Soros, e incluso mensajes directos del propio Departamento de Estado. Como otros medios de propaganda financiados por el Departamento de Estado de EE.UU. en todo el mundo –como Prachatai de Tailandia– el financiamiento generalmente se oculta con el fin de mantener la “credibilidad”, incluso lo revela el constante torrente de propaganda obvia. http://www.bso-na.org/sitebuilder/images/bsona-929x195.jpg
Tal vez las operaciones más absurdas realizadas para debilitar Pakistán mediante el movimiento “Libre Baluchistán” son las organizaciones basadas en EE.UU. y Londres. La “Baloch Society of North America” casi parece una parodia a primera vista, pero a pesar de todo sirve de útil conglomerado y cabecilla para la injerencia estadounidense en la provincia Baluchistán de Pakistán. El fundador del grupo, el doctor Wahid Baloch, admite abiertamente que se ha reunido con políticos estadounidenses con respecto a la independencia de Baluchistán. Eso incluye al neoconservador belicista, firmante del PNAC, lobista corporativo y director de la Fundación Nacional por la Democracia Zalmay Khalilzad.
El doctor Wahid Baloch considera que la provincia Baluchistán está “ocupada” por los gobiernos de Irán y Pakistán, las quejas humanitarias de su movimiento dan a Washington el pretexto perfecto para crear una conflagración armada contra Irán, Pakistán o ambos, como ha sido planeada en detalle por varios think-tanks políticos de EE.UU.
También existe la Baloch Students Organisation-Azad o BSO. Aunque mantiene presencia en Pakistán, tiene coordinadores en Londres. Los miembros de BSO basados en Londres incluyen “secretarios de información” que propagan su mensaje a través de los medios sociales, como hicieron las organizaciones juveniles financiadas por EE.UU. y Gran Bretaña durante las operaciones de Occidente contra otras naciones en la “Primavera Árabe”.
Y aunque EE.UU. todavía no admite abiertamente que financia y arma terroristas en Pakistán, muchos think-tanks políticos establecidos en Occidente han pedido que lo haga. http://landdestroyer.files.wordpress.com/2011/05/pakistanmap1.png
Selig Harrison del Centro de Política Internacional, ha publicado dos artículos respecto a la “liberación” armada de Baluchistán.
El artículo de Harrison de febrero 2011, “Baluchistán libre”, llama a “ayudar a la lucha por la independencia de Pakistán de los seis millones de insurgentes baluchis ante la creciente represión del ISI”. Sigue explicando los diversos méritos de semejante interferencia:
“Pakistán ha dado a China una base en Gwadar en el corazón del territorio baluchi. Por lo tanto un Baluchistán independiente serviría los intereses estratégicos de EE.UU. fuera del objetivo inmediato de contrarrestar las fuerzas islamistas”.
Harrison continuó con su franco llamado a dividir Pakistán encarando el tema de las relaciones chinas-paquistaníes en un artículo de marzo de 2011 titulado: “El acomodo de los chinos con los paquistaníes”. Dice:
“La expansión del alcance de China es un acompañamiento natural y aceptable de su creciente poder, pero solo hasta un punto”.
Sigue diciendo:
“Para contrarrestar lo que China está haciendo en Pakistán, EE.UU. debe jugar duro apoyando al movimiento por un Baluchistán independiente junto al Mar Arábigo y trabajar con insurgentes baluchis para expulsar a los chinos de su base naval en ciernes en Gwadar. Pekín quiere que su irrupción en Gilgit-Baltistán sean el primer paso en su camino hacia una salida al Mar Arábigo en Gwadar”.
Mientras se utilizan las aspiraciones de libertad e independencia para promover la injerencia occidental en Pakistán, los intereses geopolíticos ocultos tras esa retórica se admiten abiertamente. Las palabras proféticas de Harrison deben resonar fuertemente en nuestros oídos. De hecho, durante este mes Pakistán entregará oficialmente el puerto en Gwadar a China, y los terroristas armados de Harrison están causando derramamiento de sangre y caos, en el intento de provocar una destructiva guerra sectaria que ciertamente amenazará con “expulsar a los chinos de su base naval en ciernes de Gwadar”.
Como en Siria, nos vemos ante una conspiración documentada y preparada desde hace años que tiene lugar ante nuestros ojos. El pueblo de Pakistán no debe caer en la trampa preparada por Occidente que busca abrumar Baluchistán en un derramamiento de sangre sectario con la ayuda de armas y dinero lavado saudí y catarí. En el resto del mundo, debemos seguir denunciando los intereses especiales corporativos-financieros que impulsan esas insidiosas conspiraciones, boicotear y reemplazarlos permanentemente en el ámbito local.
La trama terrorista estadounidense-saudí ha derramado sangre desde la Ciudad de Nueva York al Norte de África y por todo Medio Oriente hasta Pakistán y más allá. Si no debilitamos y finalmente extirpamos esos intereses especiales, sus planes y dobles juegos cada vez serán más atrevidos y la inevitabilidad del caos organizado por ellos, que nos afecta individualmente, no hará más que crecer.
Copyright © 2013 Global Research
Tony Cartalucci publica artículos en muchos medios alternativos, incluido el suyo propio Land Destroyer Report.
rCR
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