miércoles, 31 de agosto de 2011

Dudas sobre el 11/9.

El futuro de la UE.








Rebelion. Un diagnóstico económico y un pronóstico político















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Economía






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31-08-2011


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La Unión Europea va hacia la catástrofe

Un diagnóstico económico y un pronóstico político




New Economic Perspectives






Olvídense de la degradación calificatoria de S&P, que tuvo impacto CERO en los mercados de valores globales. Se supone que esa degradación significaba una mayor probabilidad de que el gobierno de los EEUU termine siendo incapaz de honrar la deuda previamente contraída. Si los mercados hubieran tomado en serio esa advertencia, habría conferido un mayor premio de riesgo a los bonos públicos norteamericanos. Se calla por sabido que ocurrió precisamente lo contrario: el precio de esos bonos se disparó. En otras palabras: los inversores, aquí y por doquiera, dijeron con dinero, y harto estridentemente, que la deuda pública estadounidense era un puerto muy seguro en un tiempo de caos financiero.

De modo que, si no fue la degradación calificatoria de S&P lo que causó la cascada de desplomes de los mercados de valores globales, ¿qué fue? De lejos, el factor más importante que está ahora mismo determinando el rumbo de los mercados es Europa, y más singularmente, el futuro del euro y de la Unión Monetaria Europea. El riesgo sistémico ha cruzado el Atlántico para instalarse en la eurozona.

Y tras esa broma de cumbre reciente entre la Cancillera alemana Merkel y el Presidente francés Sarkozy, diríase que una vez más quienes toman las decisiones políticas en Europa disparan ese riesgo. Su persistente reluctancia a enfrentarse a la bomba sistémica de relojería instalada en el corazón del euro ha llegado a punto tal, que probablemente ha sentenciado el destino del euro. Sus repetidos “planes de rescate” (y asertos igualmente fatuos sobre nuevos comités y sobre la “eurosolidaridad”) no pueden ya ocultar el problema central, y es a saber: que países con economías muy distintas andan uncidas a una misma moneda sin una unión de transferencias fiscales; a falta de esa unión fiscal, en las actuales circunstancias resulta imposible la facilitación del crecimiento, y en cambio, se propician la depresión económica y el caos político.

En vez de tratar de prevenir una segunda zambullida en la recesión con políticas fiscales y monetarias flexibles, el Banco Central Europeo (BCE) se ha empeñado en todo lo contrario. El euro se ha convertido así en un instrumento hooveriano [1] de tortura económica en manos de sadomonetaristas como Jean-Claude Trichet, que ven en cada rescate un medio para que las naciones pretendidamente irresponsables carguen con sus pasivos a sus vecinos más aptos, en vez de atender a las fracasadas estructuras institucionales generadoras en primera instancia de la necesidad de esas medidas mitigadoras del ensanchamiento del hiato que separa a los distintos países. Se han aumentado los tipos de interés, y se ha forzado a los Estados miembros a poner por obra suicidas programas de austeridad que, destruyendo el crecimiento, han empeorado todavía más la subyacente dinámica de deuda. Resulta difícil imaginar una amalgama de políticas más trágica y suicida. Es 1937, a lo bestia.

¿Cuánto tiempo aguantarán esto los votantes de los países ricos? Tal vez no mucho más, pues los alemanes, singularmente, parecen no tener estómago ya para aguantar los costes requeridos para salvar la unión monetaria. Así pues, ¿cuál es el problema en el corazón del euro?

Remontémonos a los primeros principios: hay que entender la diferencia entre las monedas soberanas y las no-soberanas. Un Estado con una moneda no-soberana que emita deuda pública o bien en moneda extranjera o bien en una moneda nacional atada a una moneda extranjera (o a un metal precioso, como el oro) se enfrenta a un riesgo de insolvencia. Sin embargo, un Estado que gaste sirviéndose de su propia moneda flotante y no-convertible no se verá jamás forzado a la quiebra, salvo que voluntariamente decida declararse quebrado (como, por ejemplo, estuvo a pique de hacer el Congreso de los EEUU en las recientes negociaciones sobre el techo de deuda). Por eso un país como Japón puede seguir manejando una deuda pública cuya proporción con el PIB es más del doble de la “elevada deuda” de los países PIIGS disfrutando al propio tiempo su deuda soberana de tasas de interés extremadamente bajas. Una nación que opera con su propia moneda siempre puede gastar a crédito de cuentas bancarias, y eso incluye gastos en intereses. De modo que no hay riesgo de quiebra en términos de capacidad de pago (que es cosa distinta de la disposición política a pagar).

Pero como han observado muchos críticos de la moneda común, la relación de los países miembros con la Unión Monetaria Europea (UME) es más parecida a la relación de los tesoros de los estados miembros de os EEUU con la Fed que la relación del Tesoro estadounidense con la Fed. Un país como Irlanda, dentro de la UME, se parece más Nueva York que a un Estado soberano. Eso significa que tiene poco margen de política nacional para servirse de políticas monetarias y fiscales que le permitan lidiar con la crisis. Resultado: al primer gran shock negativo de demanda que sacudido a la región, los Estados nacionales se han encontrado inmediatamente con que no pueden usar la política fiscal de modo responsable para proteger sus economías de un creciente desempleo y unos ingresos menguantes. En una federación normal, el gobierno nacional siempre puede garantizar la solvencia de las partes constituyentes vía transferencias fiscales. En el diseño jurídico-institucional de la UME no se especifica esa función, y las tentativas de los Estados miembros para mitigar el colapso de la demanda no tardaron en levantar las iras de las elites del euro, con un BCE que asumió el papel de imponer austeridad fiscal a unos gobiernos erráticos.

En los EEUU, los estados federados no tienen poder para crear moneda; en tales circunstancias, los impuestos “financian” realmente el gasto de los estados federados, los cuales se ven obligados a tomar empréstitos (a vender bonos en los mercados) a fin de gastar más de lo que recaudado fiscalmente. Los compradores de bonos de los estados federados se preocupan por la fiabilidad crediticia de esos estados, y la capacidad de los estados federados norteamericanos para incurrir en déficits depende al menos parcialmente de la percepción que se tenga de su fiabilidad como deudores. Mientras que un estado individual puede siempre recurrir a la ayuda del gobierno federal estadounidense en caso de necesidad (aunque la reciente experiencia de las negociaciones del techo de deuda hace menos seguro ese supuesto), no está tan claro que los países individuales de la zona euro sean tan afortunados. Funcionalmente, cada Estado nacional opera como los estados federados individuales norteamericanos, pero sólo con tesoros públicos individuales.

El dilema del euro es, pues análogo al dilema latinoamericano, según lo experimentaron regularmente países como Argentina cuando operaban con monedas atadas al dólar. Dadas las restricciones institucionales, el gasto de déficit precisa, en efecto, del empréstito en “moneda extranjera” conforme a los dictados de mercados privados, y los Estados nacionales se ven exteriormente restringidos. Por eso Irlanda y Letonia están en un lío, asediadas por problemas de insolvencia. Por eso también California sufre un problema de insolvencia, o España, o Italia. No los EEUU o Japón, lo que explica por qué este último país ha sido capaz de tomar dinero prestado al 1% durante las dos últimas décadas a pesar de que la proporción de su deuda pública respecto de su PIB dobla de los EEUU o la de la eurozona.

Ello es que, en la presente coyuntura, no hay ya tiempo para crear unos “Estados Unidos de Europa”. Por eso el BCE ha reanudado sus operaciones de compra de bonos a fin de contener los intereses de esos bonos y aliviar las preocupaciones suscitadas por la solvencia de los Estados nacionales individuales. El BCE ha recibido una muchedumbre de críticas por eso. En un sentido, las críticas están justificadas: el BCE está, efectivamente, jugando un “papel fiscal” para el que no está concebido. Comprando bonos, compra tiempo.

Pero la compra de bonos ataca los síntomas, más que los problemas subyacentes. Y resulta fundamentalmente antidemocrática: al asumir ese papel, por la vía de rescates ad hoc y la compra de bonos en mercados secundarios, el BCE se ha convertido en una suerte de Zar fiscal que no tiene que rendir cuentas a ningún electorado nacional.

La esperanza es que, frenando los disparados intereses de los bonos, el BCE pueda convencer a los mercados de que países como Italia y Grecia no son insolventes para que los mercados vuelvan a financiarlos. Aun con unos bonos italianos y españoles que ahora mismo ha conseguido hacer bajar a menos del 5%, tal esperanza es vana, porque el contagio ya se ha difundido hasta afectar a países del núcleo, como Francia. Los europeos ni siquiera han empezado a rediseñar correctamente su estructura institucional, y el BCE, en su calidad de emisor único de euros, sigue siendo el único instrumento que hoy por hoy puede jugar ese papel, bien que harto imperfectamente. Hay, sin embargo, una mejor manera de hacerlo.

El BCE podría proporcionar un alivio inmediato, aprestándose a crear y distribuir varios billones de euros por todas las naciones de la zona euro según su renta per capita. Eso, de por sí, no constituiría un “rescate”, pues Alemania –cuya economía dispone de la mayor renta per capita— sería el mayor receptor. Se permitiría a todas las naciones individuales de la zona euro servirse de ese socorro de emergencia según lo estimaran conveniente. Grecia podría optar por comprar parte de su abultada deuda pública; otros podrían optar por paquetes de estímulos fiscales. Aunque esto pueda sonar parecido a los rescates corrientes y molientes, en los que el BCE compra a los bancos, en mercados secundarios, bonos públicos (suponiendo, por ejemplo, un riesgo de quiebra para Grecia), lo cierto es que los paquetes de emergencia aquí esbozados (propuestos por vez primera por Warren Mosler www.moslereconomics.com) quedarían discrecionalmente en manos de las naciones individuales.

Por consiguiente, el BCE financiaría operaciones públicas corrientes, si los gobiernos nacionales eligieran ese curso de acción. Y si el BCE considerara que un país comete abusos (si, por ejemplo, Grecia no fuera eficiente en la recaudación fiscal), podría retirar los pagos, hasta que se volviera a la normalidad. La sanción sería tanto más creíble, cuanto que haría las veces de retirar la zanahoria por parte del BCE, algo totalmente distinto de castigar fiscalmente con el palo, buscando meter en vereda a un país ya suficientemente agobiado por estrecheces económicas. Más significativamente aún, el ingreso compartido propuesto tomaría por los cuernos el problema del impacto del contagio, ya que el BCE seguiría distribuyendo a otros países en el caso de tener que castigar a los “chicos recalcitrantemente problemáticos”.

Eso no encara el problema de la deficiente demanda agregada, pero encara al menos el problema de la solvencia, que es la principal amenaza sistémica ahora mismo para la zona euro (y en verdad, para el conjunto de la economía mundial). Al persuadir a los mercados de que el grueso de la zona euro es digna de confianza, disminuye considerablemente el riesgo de que los mercados se apresten a abatir a esos países. A medida que esos países se financian a sí mismos en términos creíbles en los mercados privados, pueden empezar a crecer de nuevo.

Claro es que plantear el problema en este contexto avanzando una propuesta en la que anda en juego al menos un billón de euros resulta algo difícil de digerir políticamente para el BCE o para las naciones que son acreedoras suyas, como Alemania. Por eso pensamos que el resultado final de este juego será más probablemente el que tuvimos ocasión de sugerir hace unas semanas:

“… el resultado más probable de una salida alemana del euro sería un alza formidable del valor del reconstituido marco alemán. En efecto: todo el mundo devaluaría frente a la fortaleza económica que es Alemania, y la carga de la reflación fiscal recaería sobre el miembro más recalcitrante de la Unión Europea. Alemania tendría entonces con toda probabilidad que rescatar sus bancos, pero eso es políticamente más digerible que, pongamos por caso, salvar los bancos griegos (al menos, desde la perspectiva de la población alemana).” [“Para salvar el euro, es Alemania la que debe abandonar la eurozona”, SinPermiso, 29 mayo 2011.]

La cuestión sigue planteada: ¿terminarán los alemanes abandonando el euro para salvar a Alemania, o considerarán que su destino está ya tan estrechamente unido a la moneda común, que una salida significaría un coste económico y político todavía mayor?

En el segundo caso, los alemanes tendrán que terminar entendiendo que el problema central en el corazón de la zona euro no es un problema de “mediterráneos manirrotos”. Mucha gente, particularmente en Alemania, cree que los gobiernos italiano, griego y portugués (y por asociación, sus ciudadanos) son los culpables de esta crisis por haber accedido a préstamos baratos de los bancos de la Europa septentrional, por no haber pagado suficientes impuestos, por no haber trabajado lo bastante duro, etc., etc.

De las declaraciones que siguen ofreciendo los mandamases políticos europeos, una cosa resulta clara: no entienden ecuaciones contables básicas. No consiguen ver la menor relación entre su propio modelo exportador y sus socios comerciales.

Por ejemplo: resulta irónico (y más que un pelín hipócrita) que Alemania critique a sus vecinos, como Grecia, o a sus socios comerciales, como los EEUU, por ser “manirrotos”, pero se base en esos países, que “viven por encima de sus posibilidades”, para producir un excedente comercial que permite a su gobierno incurrir en déficits presupuestarios más pequeños.

Más extremas son todavía las cosas dentro de la zona euro, si se consideran en el contexto de la economía global. El bloque de la Unión Monetaria Europea mantiene, en conjunto, un equilibro en su balanza por cuenta corriente con el resto del mundo. Por consiguiente, dentro de Eurolandia hay un juego de suma cero: el excedente de la balanza por cuenta corriente de un país se logra a costa del déficit en que incurre algún vecino. Y dadas unas restricciones triples –incapacidad para devaluar el euro, declive global y el socio dominante en el euro, Alemania, determinado a lograr excedentes comerciales—, parece harto improbable que las sufridas naciones pobres como Grecia o Irlanda puedan acercarse a un excedente de cuenta corriente, lo que ayudaría a reducir las cuitas de sus “manirrotos” gobiernos.

Diríase que el BCE anda aquejado de la misma confusión conceptual. No parece percatarse tampoco de la conexión entre los balances financieros y el crecimiento nominal del PIB.

Parece entender que los balances financieros deben equilibrarse ex post, y así es como los balances sectoriales están interconectados. No parece percatarse de que el emisor de moneda y los creadores de crédito tienen generalmente la clave de la capacidad de los sectores para incurrir en déficit presupuestario y que el déficit presupuestario es necesario para generar el incremento de ingresos, a partir del cual puede darse un nuevo ahorro bruto. Pero con la quimera de las “consolidaciones fiscales expansivas” habiéndose revelado tal con las recesiones de Grecia, Irlanda, Portugal y, muy pronto, España, tal vez tengamos ahora ocasión de ilustrar a más gente sobre ese punto.

¿Qué decir de los cargos de holgazanería, corrupción e insuficiente recaudación fiscal habitualmente imputados a los llamados países “PIIGS”? A eso se puede responder con una sencilla cuestión: aun si fueran inveterada verdad la holgazanería y el escaqueo fiscal de los países del “Club Med”, ¿por qué la crisis ha estallado precisamente ahora?

No, el problema es el euro, y se trata de un problema compartido por toda la eurozona. Y eso es lo que está empezando a reflejarse en los mercados, a medida que el contagio se difunde de la periferia al núcleo.

Hasta ahora, los burócratas se han limitado, o a negar las crecientes fracturas de tensión registradas dentro del sistema, o a forzar a los países más débiles a imponer una mayor austeridad fiscal a sus sufridas poblaciones, lo que no ha hecho sino exacerbar ulteriormente los problemas. Y ha faltado de todo punto consistencia en los principios. Cuando países grandes, como Alemania y Francia, violaban rutinariamente los límites de gasto hace unos pocos años, la cosa se pasaba oportunamente por alto, en vivo contraste con la virulencia de las críticas que ahora se dirigen a los manirrotos mediterráneos. La persistente tendencia de la UE a proceder a improvisaciones ad hoc a partir de las cláusulas del tratado de la UME, en vez de tomar el toro por los cuernos y disponerse a reformar radicalmente un diseño institucional fallido, responde a una necia ideología que da la espalda a la realidad política, no menos que a la lógica económica. Y el resultado está ya a los alcances: una tormenta de fuego política que está minando completamente la credibilidad del euro.

A juzgar por la fláccida declaración que acompañó al final de la cumbre Merkel-Sarkozy, diríase que, incluso habiéndose llegado a este punto, los dirigentes políticos europeos no se enteran, o cuando menos, no consiguen ponerse políticamente de acuerdo para afrontar el radical cambio conceptual de todo punto necesario para salvar el euro. Los alemanes están paralizados políticamente, y las cosas están discurriendo demasiado rápidamente como para que quienes toman decisiones políticas puedan reaccionar con la agilidad requerida. Y sus dirigentes políticos jamás han explicado a su electorado la magnitud del problema, ni los costes asociados a los castigos en curso contra los llamados manirrotos. Cuando un dirigente político alemán abre la boca, siempre es para anunciar malas nuevas, como en las recientes declaraciones del ministro de finanzas, Wolfgang Schäuble, según las cuales el gobierno alemán se había opuesto a cualquier incremento de los recursos del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera o a la creación del eurobonos, a pesar de que este último resulta esencial para una estabilización a medio plazo de los mercados financieros.

Así pues, en esta coyuntura, lo que parece más probable es que los alemanes busquen salvarse a sí mismos saliendo de la zona euro, para luego recapitalizar sus bancos, como ya hicieran tras la reunificación de Alemania. Incorporarían a los países del Benelux –que han convergido ya estrechamente con la alemana— y dispondrían de un “bloque ampliado del Marco alemán” para comprar de barato al resto de Europa con un Marco reconstituido.

De ocurrir eso, las naciones del Club Med, como Grecia, Italia y España se salvarán, porque el euro se desplomará, lo que beneficiará grandemente a sus exportaciones. El euro volverá a ser una moneda de países débiles, lo que permitirá a esos países volver a vivir con una mayor inflación, mayores exportaciones y, probablemente, un estilo de vida más confortable.

Lo que resulta bien interesante es que, en ese probable escenario, el país que resultará realmente perjudicado por tal tipo de ambiente será Francia, que no es una economía del “Club Med”, pero que no ha tampoco acometido muchas de las reformas estructurales que está tratando de imitarle a su socio alemán. Su economía es más parecida a la italiana, pero si quisiera integrarse en el “bloque ampliado del Marco alemán”, su base industrial se vería probablemente amenazada por una enorme presión competitiva italiana: podría terminar destripada. Y la reacción social a eso podría llegar a ser muy grave. Recuérdese que la guillotina se inventó en Francia.

En lo tocante a Alemania, lo irónico es que el divorcio del euro no resultará probablemente la panacea que muchos alemanes creen ahora. A medida que el nuevo Marco alemán se dispare hasta niveles del Franco suizo –porque el nuevo Marco se verá como una “moneda fuerte”, un puerto seguro y creíble para flujos de ahorro—, lo más probable es que el empresariado alemán se sirva de su reapreciado Deutschmark para comprar de barato activos europeos. Una Anschluss [anexión; T.] económica a gran escala. Eso implica trasladar una buena parte de su industria a otros países europeos para aprovecharse de sus menores costes laborales, lo que redundará probablemente en un descenso del nivel de vida del trabajador alemán medio. La cosa terminará por revelarse como una estafa ante buena parte del electorado alemán, que no tardará en percatarse de que, una vez más, ha sido vendido por sus políticos.

Sea ello como fuere, no parece haber final feliz posible aquí. Diríase que Europa entra en la época más peligrosa de su historia desde la II Guerra Mundial.

NOTA T.: [1] Por el presidente Hoover, cuyas políticas económicas de austeridad fiscal insensatamente procíclica agravaron la crisis económica de 1929.

Marshall Auerback, uno de los analistas económicos más respetados de los EEUU, es miembro consejero del Instituto Franklin y Eleanor Roosevelt, en donde colabora con el proyecto de política económica alternativa new deal. 2.0.

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench

http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4381






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Sobre tecnología.








Rebelion. "Tenemos que denunciar el cinismo de Facebook y la ingenuidad de sus usuarios"















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31-08-2011






Entrevista al ensayista Hervé Fischer

"Tenemos que denunciar el cinismo de Facebook y la ingenuidad de sus usuarios"




Bitácora








Los grises de la e-administración, los riesgos de perder la privacidad, la fragilidad de la memoria y la necesidad de apostar a una ética planetaria, en esta entrevista con el pensador francocanadiense, que visitó la Argentina. "Para controlar el poder digital necesitaremos una nueva mutación de la especie humana", dijo.

Etiquetado como:Hervé Fischer Facebook es una moda pasajera y es inminente su declinación. Frente al avance irrestricto de la tecnología en nuestras vidas necesitamos de una nueva evolución... Quien habla es Hervé Fischer. Y sus declaraciones son toda una provocación. Un llamado a la reflexión. Incluso aquí, en Buenos Aires, este francocanadiense les enrostró a una veintena de funcionarios locales de Open data y gobierno abierto, que la e-administración no vale nada para los pobres. De allí que algunos lo llamen agitador. Pero sus posiciones son serias. Defiende, por ejemplo, la necesidad de un híperhumanismo, una ética planetaria frente la inercia de la fragmentación y la ruptura del sentido que arrancó con las posmodernidad y que se potenció formalmente a partir de la última revolución tecnológica. Frente al determinismo, antepone la voluntad humana, fundamental para afrontar el cambio de paradigma en el acceso y producción de conocimiento. Artista y filósofo, dueño de un currículum amplísimo, Fischer (París, 1941) ha publicado una veintena de libros entre los que se encuentran Los desafíos del cibermundo, La declinación del imperio de Hollywood y El choque digital. Invitado a participar de un Seminario internacional de periodismo digital en la Universidad Nacional de Rosario y de la Semana Internacional de Gobierno Abierto (Siga2011) que desarrolló en el microcentro porteño la semana pasada, contestó estas preguntas entre viaje y viaje, en su enésima visita a nuestro país.

De manera provocativa, ha dicho que la e-administración no vale nada para los pobres ¿significa esto que la doble administración será necesaria por siempre?

Claro que lo he dicho por provocación. Pensar en una e-administración global, para todos, es un sueño. No se puede pensar hoy de manera realista que una administración digital incluya todos los trámites. Inevitablemente se fragmenta. La idea de totalidad es pura utopía. Por el momento se puede decir que la doble administración tendrá que seguir dos generaciones más, como mínimo. Todavía hoy la mayoría de los ciudadanos no tiene computadora ni acceso a Internet.

Hay temor frente a la creciente cantidad de datos que manejan las empresas, ¿deberíamos tener el mismo miedo frente al las administraciones digitales de los gobiernos?

Me preocupa el poder de la administración misma, que se amplía con lo digital. Hablan demasiado de apertura y open data, con buena intención, pero también para no crear miedo frente al nuevo poder que acaparan. La idea de open data es irrealizable como todos sabemos, e inaceptable al nivel de la protección de la vida privada un aspecto muy importante de la democracia - , pero se afirma, se revindica como una estrategia de buena apariencia de la administración para que no nos inquietemos.

¿Qué riesgos entraña la contradicción que encarnan millones de personas sumergidas en el consumo y la tecnologización de sus vidas frente a otros tantos millones que, por decisión o por imposibilidad, viven completamente al margen de Internet y sus círculos?

Es mucho más rápida la alfabetización digital que la del alfabeto fonético o la lectura, la cual después de cinco siglos todavía es limitada y deja más de mil millones de seres humanos al margen. La brecha digital va a seguir porque resulta de la brecha económica y política, que es mucho mas larga y profunda. Es algo que lo digital no va a resolver. Pero no se debe denunciar tanto la brecha digital si no la desigualdad entre Norte y Sur, ricos y pobres. Es cierto, lo digital contribuirá a mejorar la situación, pero no podemos caer en el pensamiento mágico.

Curiosamente empresas, algunos gobiernos, incluso la ONU, intentan asimilar el acceso a Internet a un derecho humano cuando ni siquiera pueden cumplir con los Objetivos del Milenio... ¿qué clase de derecho sería ese?

Para mi no es la prioridad. El agua potable, la seguridad física, la educación, la libertad de expresión son más importantes. Una prioridad que no se respeta.

¿Qué seriedad le atribuye usted a teorías como la de Kevin Kelly o a conceptos como technological singularity, que ven la posibilidad de una "evolución biológica de la tecnología"?

Es parte de la utopía tecnocientífica de hoy, del poshumanismo. Si se habla de progreso médico, vale; si se dice que la tecnología es parte de la materia y de la naturaleza, no es nuevo. No debemos oponer naturaleza y tecnología, como en la tradición idealista. Seria estúpido intentar convertirnos en cyborgs o entusiasmarnos con otras pesadillas de este tipo. Tenemos que evitar el integrismo o fundamentalismo digital que se encuentra en los EE.UU. o en Australia. Tenemos que ser razonables, equilibrados. Más humanistas. No deberíamos iniciar una utopía tecnosocial o tecnobiológica al estilo en que los intelectuales iniciaron utopías políticas en el siglo XIX. Hemos visto el resultado. Es infantil esa utopía de la singularidad. Vale solamente para las películas de ciencia ficción.

¿El hecho de delegar varias de nuestras operaciones mentales en una máquina, qué desafíos nos plantea?

Las computadoras calculan, agregan, combinan pero no piensan. Tienen que ser estúpidas y no pensar para dar el resultado que esperamos de ellas. Sin esa disfunción, no sirven. Pero es importante que no deleguemos nuestra inteligencia, sensibilidad y ética a espíritus mágicos. Sean estos la naturaleza divinizada, Dios, o una computadora. Es significativo que hablemos de computer cloud -en el cielo- pero tampoco es bueno entregarse a la nube. Es necesario desarrollar nuestra lucidez, autonomía y poder tecnocientífico, pero controlándolo. Es un debate social muy importante, que encierra una diferencia notable. Dios es fruto de la imaginación humana, lo digital es creación humana, una herramienta poderosa que nos vas ayudar en nuestra evolución. Posiblemente ese poder tecnológico presente tantos riesgos que nos va a obligar a desarrollar una ética planetaria. Sería una paradoja espléndida que el poder y peligro de la tecnología digital nos lleve no solamente a más creatividad, más libertad, sino también a más sentido de responsabilidad y más ética.

¿Qué propone para salvar la oposición desarrollo mental vs. Desarrollo tecnológico?

No veo una oposición. Al revés. El error es pensar que lo tecnológico va reemplazar lo mental. Se complementan muy bien. Lo tecnológico es parte de nuestro nuevo humanismo.

Superficiales, el libro de Nicholas Carr, alerta sobre la posibilidad de que el uso indiscriminado de Internet nos convierta en seres distraídos, más tontos. ¿qué opina?

No lo leeré. Su tesis es una caricatura. Incluso frente al exceso de consumo, entretenimiento y desigualdad, soy optimista.

¿Por qué confiamos en los soportes digitales como reservorio de nuestras memorias?

Es un error confiar en la memoria digital. Lo digital vale por el acceso, por la combinación, el cálculo, pero se vuelve muy frágil y volátil como memoria. Es peligroso perder eventualmente nuestra memoria cultural, administrativa, etc. Necesitamos una doble memoria, de soportes tradicionales y digitales.

La tecnociencia a veces pierde de vista cuestiones éticas en su afán por avanzar y avanzar. ¿Cuáles son los desarrollos (los efectos de estos) que más le preocupan ahora?

Necesitamos una nueva mutación de la especie humana después de muchas otras en poco tiempo para ser capaces de controlar el poder digital que creamos de manera tan acelerada. Eso puede venir de un cambio de la estructura biológica de nuestro cerebro, puede venir de compartir más información e ideas entre más personas (inteligencia conectada) o probablemente, de una combinación de ambos aspectos. Si no, encontraremos nuestro propio fracaso. Esa mutación es necesaria, pero soy optimista. La evolución humana procede por adaptación dice Darwin, pero mas aun por divergencias, saltos. Lo he subrayado, y demostrado, varias veces.

¿Las artes visuales están terminadas? Es difícil sorprender, ya está todo hecho, y lo que sorprende, difícilmente sea arte. ¿Eso piensa? ¿Por qué?

Mi ultimo libro, al revés es titulado L avenir de l art El porvenir del arte (vlb, 2010). Hablo del regreso paradójico de la pintura en la edad digital, de la importancia del arte filosófico, critico, sociológico, pero digo también que encontramos un determino ético de la estética. Las artistas digitales, los que pretenden reemplazar los bellas artes, exigen un monopolio ilegítimo. Se mezclan con las industrias del entretenimiento. Pierden el poder crítico del arte. Hablo de la necesitad de reintroducir un diálogo entre bellas artes y artes digitales y de desarrollar «bellas artes digitales».

¿Y la literatura? Usted no daba gran crédito al e-book. Eso parece haber cambiado, ¿cómo lo ve ahora? Se cree confirmar el fin de la época de Gutenberg citando el éxito comercial de los libros electrónicos, sean de Amazon, de Sony, de Microsoft y tantas otras empresas, o las tabletas electrónicas de tipo iPad. Pero no se debe olvidar que este éxito comercial ha llegado después de muchos fracasos, uno tras el otro, y progresa hoy solamente en la medida que esos nuevos soportes electrónicos imitan más y mejor al buen viejo libro de papel: ergonomía, ligereza, tamaño, manipulación agradable de las páginas que suenan cuando las pasamos, superficie opaca de la pantalla, movimiento curvo... Hasta el olor de la tinta de imprenta se manda en bolsitas por correo tradicional. Eso sin hablar de la reducción espectacular de los precios. Los japoneses acaban de comercializar un soporte de lectura de libros electrónicos que imita hasta la flexibilidad de las paginas cuando se inclina la pantalla en diversos ángulos. Es decir que, paradójicamente, el libro tradicional de papel impreso es un modelo ineludible para cualquier éxito de tal imitación electrónica. Hablo del triunfo de e-Gutenberg a pesar de McLuhan.

Facebook, Google , entre otros, preanuncian el fin de la vida privada, o al menos parece que harán todo lo posible por no respetarla, ¿qué cambios avizora, cuál será el lugar de la intimidad?

Tenemos que resistir, denunciar el cinismo de Facebook y la ingenuidad de sus usuarios. Es fundamental respectar la vida privada en una democracia: es una conquista que no podemos perder. He escrito muchas veces contra Facebook y anunciado su declinación, que está cada vez más próxima.

¿Es optimista en relación al futuro?

Si el sentido es una voluntad, la ética es una voluntad, la dirección de nuestra evolución es una voluntad. No se lee, se decide. Tenemos que desarrollar más humanismo gracias a mas links. Dos veces hyper, entonces. En este sentido hablo de ética planetaria. Es más importante la ética que la tecnología para nuestro futuro.

http://www.bitacora.com.uy/noticia_3862_1.html







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sábado, 27 de agosto de 2011

lunes, 22 de agosto de 2011

sábado, 20 de agosto de 2011

Carta a Soros.








Rebelion. Carta Abierta a George Soros















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20-08-2011







Carta Abierta a George Soros










Estimado George Soros:

He leído la entrevista que ha concedido a Le Monde. Viene usted a decir que la Unión Europea debe obtener una legitimidad propia para la zona euro que la faculte para otorgar límites variables a las políticas presupuestarias estatales, con potestad para prohibir o flexibilizar sus déficits públicos. Llámelo gobernanza europea, pero se traduce bien como cesión de soberanía nacional y consiguiente pérdida de representatividad democrática de las decisiones económicas, porque las democracias siguen siendo nacionales y no está a la vista cómo puedan ser sustituidas por instancias supraestatales sin lesionar la representatividad de las decisiones.

Está a favor de la emisión y comercialización de eurobonos, lógicamente, porque es un buen negocio para quienes, como usted, podrán comprarlos. Pero omite pronunciarse sobre un impuesto a las transacciones financieras, lo cual plantea una interesante cuestión: un mercado de eurobonos libre de impuestos que absorbe recursos de los impuestos nacionales, ¿no acabará reforzando la inyección en la economía virtual transnacional de riqueza generada en la economía real de los estados europeos? ¡No puede haber eurobonos sin euroimpuestos, Sr. Soros! Y para qué crear euroimpuestos si el mercado de eurobonos será global: tiene que haber un fisco mundial, pero como eso no es viable, debe implementarse a través de la fiscalidad de los Estados. No es sólo estar de acuerdo con Warren Buffet en la imposición de mayores cuotas fiscales a los ricos. Es usted muy listo, pero yo pregunto: ¿a qué ricos, los que tienen su negocio en las transacciones de las finanzas internacionales, o aquellos cuya riqueza continúa estando localizada en sedes nacionales?

Sería un paraíso para usted poder comprar eurobonos cuyo valor proviene de una fiscalidad reforzada a la producción y las grandes fortunas nacionales y comerciar con ellos en la economía global sin pagar impuestos por esas transacciones, incrementando su propia fortuna. Pero el problema se generó precisamente en decisiones fiscales de ámbito estatal, cuando los Ministerios de Economía consideraron que una forma de atraer la inversión de fondos financieros especulativos e inyectarlos dopando el músculo de sus economías, era reducir a la mínima expresión los impuestos a los operadores de ese tipo de productos, ahora denominados tóxicos: en España se redujo el Impuesto de Sociedades a un 1% a los intercambios de productos financieros sin aval, así que si esa medida fue un aldabonazo para la creación del problema hipotecario e inmobiliario cuya posterior desinversión ha conducido a la actual crisis de déficit y endeudamiento público, no veo por qué no pueden ser los propios Estados los que, incrementando los mismos impuestos que ayer rebajaron, implementen en la práctica esa fiscalidad global para la que no existen, hoy por hoy, ni existirán, estructuras de gobierno mundiales.

Por lo tanto, no es una conclusión necesaria acudir a la gobernanza europea, ni detraer competencias democráticas a los gobiernos nacionales sobre sus propias economías; por el contrario, son estos los que pueden adoptar medidas, a través de sus políticas fiscales propias, empleando las instancias existentes en la Unión Europea solamente como medios de coordinación de aquellas, tal y como acaban de anunciar Alemania y Francia respecto a sus Impuestos de Sociedades, por ejemplo. Pero esas medidas fiscales no se deben aplicar solamente a los empresarios nacionales, aumentando sus contribuciones al erario público, sino que tienen que suponer un castigo desincentivador de la especulación: si usted, Sr. Soros, quiere ganar dinero en todas partes sin producir en ningún sitio, no hay inconveniente, pero tendrá que pagar por ello porque lo que queremos es que ese dinero produzca, a ser posible, en nuestro país; pero no venga a nuestro país si no es para crear riqueza distributiva, es decir, en la economía real, porque si esas son las intenciones lo vamos a freír a impuestos.

En conclusión, plantea en la entrevista elevar el riesgo de los eurobonos y recapitalizar los bancos: no veo cómo puede hacerse sin crear gravámenes a las transacciones financieras transnacionales que van a operar con esos eurobonos, y si las medidas fiscales se hacen recaer solamente sobre los capitalistas locales, no veo cómo se podría evitar que al final ese dinero obtenido por los Estados no acaba, a través de las emisiones de eurodeuda, en manos de los mismos especuladores transnacionales que han generado la actual crisis sin producir nada en la economía real ni pagar impuestos.

Otra llamativa propuesta suya es organizar la salida temporal del euro de Portugal y Grecia, mediante lo que denomina “quiebra organizada”, mientras que los gobiernos de España o Italia deberían ser autorizados a mantener cierto nivel de déficit público, pues lo necesitan para sostener estímulos que mantengan la situación mientras se aplican reformas estructurales, se flexibiliza el mercado laboral, se reduce el coste del crédito y se fomenta la inversión y el consumo. Viene a decir: como hace falta dar algunos palos, eso es mejor que se haga contando con algunas zanahorias. ¿Por qué no pone las suyas, Sr. Soros? ¿Por qué nos tenemos que pagar nosotros las zanahorias y recibir además los palos, sin que a usted le cueste dinero, cuando es la especulación a la que usted se dedica la que nos ha puesto en esta situación? Tráigame sus zanahorias y asuma su parte en los palos, o cállese.

No veo por qué la única alternativa posible deba ser la salida de Grecia del euro. En primer lugar, la Unión Europea se basta para sostener el tortuoso regreso griego a la veracidad de sus cuentas públicas y a los estándares económicos de la media europea: no estamos afrontando allí un problema nuevo, sino una situación heredada que fue camuflada para que Grecia pudiera entrar en la Unión Europea. El que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra. Los alemanes faltaron a la verdad bastante más a todos los demás europeos, incluidos los griegos, para hacer creíble la reunificación de la RFA con la RDA, una solución nacional para Alemania que han pagado las otras economías europeas, sobre todo la española. Poca autoridad moral existe, entonces, para forzar a Grecia a salir del euro, castigándola por hacer lo mismo que hicieron sus socios.

En cuanto a Portugal, tampoco me parece que el opting-out vaya a ser ninguna solución real. En primer lugar, me pregunto por qué usted, Sr. Soros, que se reclama ciudadano europeo, no ha pensado antes en presionar a Inglaterra para que la libra se integre en el euro. La banca británica, como es sabido, es junto a la alemana la que más recursos obtiene de la crisis de los bonos de la deuda de España, Portugal o Italia, mientras sus europarlamentarios participan en las decisiones que fiscalizan a esos países por sus elevados déficits públicos. ¿Cuándo se va a poner sobre la mesa el punto final a los privilegios ingleses en Europa? ¿Por qué proponer una salida de Portugal y no una entrada de Inglaterra no sólo en los derechos, sino también en los deberes, de la Unión Europea? ¡Europa necesita más opting-in, Sr. Soros, y menos opting-out!

Pero desde España existe también una visión propia y una posible alternativa a lo propuesto por usted. Incluso aquí, en un apartado archipiélago ultramarino, puede parecer chocante recordar cómo en las concentraciones obreras de los federalistas canarios de principios del siglo XX los congregados coreaban a voz en grito “¡Viva la unión ibérica!”, es decir, la reunificación de España y Portugal. ¡Qué osadía! Gentes que ignoraban probablemente los estrechos vínculos históricos entre canarios y lusitanos, pues en la colonización de Canarias participaron como pobladores más portugueses que castellanos, no sólo carecían totalmente de un punto de vista separatista y se oponían a la exclusión de las nacionalidades ibéricas catalana, vasca y gallega del estado federal, sino que además pretendían federar también a Portugal. ¡Y esto lo proponían en Canarias, hace exactamente cien años, a dos mil kilómetros de la península ibérica! Me parece a mi, Sr. Soros, que hoy necesitamos algo de este espíritu, de esta osadía que describió José Saramago en “La balsa de piedra” (1986), una utopía que mantuvo el ilustre escritor durante todo su exilio en Canarias hasta su muerte en Lanzarote en junio de 2010. ¿Para qué excluir a Portugal de la zona euro, si existe también la alternativa de la inclusión de Portugal y España en una entidad ibérica de gobierno y, por lo tanto, política económica, común y subsidiaria de la política europea? ¿No es la propia reunificación alemana un precedente real, en el propio corazón de la Unión Europea, de la viabilidad de la unión ibérica? ¿No sería esta nueva entidad de integración un contrapeso equilibrador de las finanzas del euro ante la debilidad de Francia, el aislamiento de Inglaterra y la soledad de Alemania al frente de la productividad y del capital financiero de la Unión?

Como usted debe saber, en España y en Portugal una de las medidas más controvertidas en el debate para disminuir el déficit público es la propuesta de reducir el número de administraciones locales como los ayuntamientos, medida ya adoptada en Grecia que aquí puede justificarse en algunos casos. Pero, créame, en cuanto a los beneficios económicos y la superación de la crisis de la deuda, en cuanto a las medidas de estímulo y las reformas estructurales, no existe reducción de administraciones locales que sea comparable a la unificación de los estados portugués y español.

Ángela Merkel hace bien al ir a depositar coronas de flores por los alemanes caídos intentando cruzar el Muro de Berlín, pero ¿cuántos portugueses y españoles anónimos van a tener que caer para que en la Unión Europea se den cuenta que la unión ibérica también es una asignatura pendiente en el proceso hacia una cada vez mayor integración continental? ¿Por qué sostener con paliativos a dos Estados rehenes de su propia debilidad, si podemos constituir uniéndolos un Estado más fuerte capaz de salir de la vulnerabilidad económica y de contribuir con su potencia al bienestar de todos los ciudadanos europeos y a una mayor estabilidad de la eurozona?

Dejo estas preguntas en el aire, como ideas en las que usted podría hacer apuestas en la perspectiva de hacer un buen negocio, aunque haya de pagar impuestos y asumir riesgos. El tono que empleó en la entrevista a mi me pareció forzadamente distante, propio de un espectador que opina desde la grada sobre cuáles pueden ser las mejores jugadas que se desarrollan en el terreno de juego. No es un entrenador, ni un árbitro, pero admita que tampoco puede presentarse como un simple observador desde la barrera. Sus opiniones no son neutras, influyen en la creación de opinión global. Por eso me permito ponerme a su altura, como simple ciudadano europeo, para decirle que nosotros, los europeos anónimos o no tan anónimos, necesitamos ideas que no son necesariamente nuevas, ni pueden ser solamente bienintencionadas, en apariencia, o prudentes, en esencia. Es el momento de las ideas válidas, aunque sean antiguas, y de las decisiones acertadas, aunque atrevidas, en Europa.

Atentamente,

 

Octavio Hernández







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BCE y la crisis.








Rebelion. El Banco Central Europeo, al margen de la ley y de sus propios principios















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Economía






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20-08-2011







El Banco Central Europeo, al margen de la ley y de sus propios principios







Traducción para www.sinpermiso.info: Ramona Sedeño




El Banco Central Europeo (BCE), por exigencia del gobierno alemán, fue creado con una sóla misión: la estabilidad de precios. Su monomisión representaba un explícito rechazo de la misión dual de la Reserva Federal estadounidense: estabilidad de precios y pleno empleo. La explicación habitual de esa opción es la inveterada fobia de Alemania a la inflación, una fobia nacida de la terrible experiencia de la República de Weimar con la hiperinflación. La hiperinflación desacreditó a la República, y suela culpársela de los éxitos electorales de Hitler. Sin embargo, hay que ser cauto con esa explicación, pues no fueron las exigencias de la poblaciónn alemana lo que empujó a la creación del BCE. La creación del euro llevó a la creación del BCE. Las encuestas mostraban que, de haber prevalecido la opinión pública alemana, Alemania habría rechazado ampliamente la adopción del euro. Los empresarios alemanes, particularmente los bancos, empujaron a Alemania a adoptar el euro, asegurándose de que la población alemana no pudiera votar sobre la creación del euro y la adopción de esta moneda por Alemania.

La banca alemana no se fiaba de Italia, y exigió que la única misión encargada al BCE fuera la de prevenir la inflación (más precisamente: cualquier inflación por encima de un 0,5% anual). El BCE tenía que desempeñarse estrictamente conforme a la línea de guerra santa antiinflacionista del Banco Central alemán. El diseño de un BCE exclusivamente centrado en frenar la inflación creó tensiones políticas con Francia, el socio de Alemania en la dirección de la UE. Francia exigió con éxito que el primer director del BCE sirviera sólo la mitad de un mandato, siendo sucedido por un funcionario francés. La obsesión alemana con evitar hasta una modestísima inflación era, sin embargo, compartida por muchos banqueros centrales, independientemente de su nacionalidad, de modo que estos veteranos actuaron como si de conservadores banqueros centrales alemanes se tratara.

El BCE se jactó de su monovisión y afirmó su superioridad sobre el modelo estadounidense. La monomisión era la perfecta compañía para el ascendente culto rendido a la teoría económica teoclásica. El uso activo de la política fiscal para contrarrestar las recesiones se convirtió en anatema, un instrumento del diablo keynesiano. El dogma teoclásico era tan claro como arrogante: 1) los gobiernos democráticos tienen incentivos perversos para buscar niveles de desempleo bajos; los cuales 2) crean un sesgo político-económico inflacionario, que 3) sólo puede contrarrestarse disponiendo de un banco central rigurosamente independiente, instituido 4) con una monovisión estatutariamente fijada que lo oriente exclusivamente a la prevención de la inflación cualquiera que se el impacto a corto plazo de eso en el desempleo 5) con una creencia inamovible en la idea de que acabar con la inflación minimiza automáticamente el desempleo a largo plazo.

En substancia, el BCE declaraba que la inflación causa recesiones y que los incrementos salariales traen consigo la inflación. El dogma del BCE sobre el desempleo es internamente contradictorio. El BCE (generalmente) creía en la Curva de Phillips: reducir el desempleo inevitablemente incrementa la inflación, y una devoción fanática por el mantenimiento de la estabilidad de precios maximiza el empleo.

El problema, según no pocos economistas observaron cuando se creó el euro, es que esas políticas del BCE, sumadas a las severas restricciones (precisamente en plena recesión) del pacto de la UE por “el crecimiento y la estabilidad”, llevarían ineluctablemente a la crisis cuando la UE se enfrentara a una recesión grave. Los economistas críticos del euro señalaron en su día que el escenario más desagradable sería una recesión de harto mayor gravedad en la periferia que en el centro, pues las políticas del BCE se fijarían por el núcleo franco-alemán, con mínima participación de la periferia. El núcleo exigiría austeridad, lo que atenazaría a una periferia incapaz de devaluar, dada la adopción del euro, e incapaz de adoptar políticas fiscales contraciclicas, dado el oximorónico pacto de “crecimiento y estabilidad”. En una recesión grave, eso expondría a los países periféricos a ataques a su deuda pública. Las naciones que adoptan el euro ceden su soberanía fiscal y su soberanía monetaria. La teoría del euro y del BCE significaba dejar que los pueblos de la periferia flotaran lánguidamente en el aire en caso de una recesión grave.

El BCE se jactaba realmente de su política de indiferencia hacia el sufrimiento de los periféricos. El BCE se revelaba en su insistencia en lo que podría llamarse “amor bronco” por esa periferia meridional de que no hay que fiarse ni un pelo. La inhumanidad de la monomisión del BCE era intencionada. Sin embargo, las consecuencias no intencionadas de la monovisión del BCE amenazan la supervivencia del euro del propio BCE. En efecto, las consecuencias no intencionadas muestran las graves limitaciones de la devoción franco-alemana por crear una “Unión Europea cada vez más unida”. La Gran Recesión ha mostrado que los alemanes y los franceses nunca se sintieron realmente parte de una nación europea, nunca creyeron estar tratando con connacionales necesitados. No; se les requirió para rescatar a griegos indolentes, a irlandeses holgazanes y a irrelevantes portugueses. La disposición de los dirigentes alemanes a rescatar la periferia no tiene prácticamente nada que ver con la solidaridad de la UE y tiene prácticamente todo que ver con el rescate de la banca alemana a través de un mecanismo “indetectable por radar”.

Ineluctablemente, el BCE tendrá que realizar cuatro tareas, si se quiere evitar que el euro vaya de crisis en crisis, hasta el colapso. Además de luchar contra la inflación grave, el BCE tiene que: 1) minimizar el desempleo; 2) servir como prestador de última instancia a las naciones miembro y a los bancos, 3) hacer las veces de “regulador de toque de atención” para prevenir la epidemia del control fraudulento de la contabilidad en los bancos de la UE que hiperhincharon burbujas financieras, generaron la insolvencia de los mayores bancos de la UE y causaron las crisis financieras que provocaron el colapso de centenares de mercados financieros trayendo consigo la Gran Recesión. Sin embargo, bajo sus actuales estatutos monovisión, al BCE no le está permitida la realización de estas otras tres tareas. Con todo y con eso, la perspectiva de quedarse colgado en un par de semanas (si no menos) aguza las prodigiosamente las mentes de los banqueros centrales de Francfort. Una y otra vez, el BCE ha saltado por encima de sus principios y se ha saltado la ley por la que se rige su misión. La necesidad ha forzado al BCE a adoptar la función de prestador de último recurso y a meterse la harina –substancialmente económica, con independencia de la estructura nominal— del rescate de bancos y de países miembros.

No obstante, el BCE permanece indiferente al desempleo de la periferia. En efecto, la exigencia del BCE de programas de austeridad (en Irlanda) que nuestra CIA llamaría “draconianos” es la principal causa del aumento del desempleo en buena parte de la periferia. Las políticas procíclicas del BCE son económicamente analfabetas y no harán sino generar crisis económicas y políticas recurrentes en la periferia, políticas que no tardarán en traer al poder político a algunos de los más odiosos extremistas políticos de la UE. Si el BCE sigue con sus políticas procíclicas, lo que obtendrá es una década perdida en la periferia y la salida del euro de varias naciones.

El BCE sigue ciego a la necesidad perentoria de asegurar una regulación financiera efectiva, señaladamente de las instituciones sistémicamente peligrosas (ISPs), si el euro y el propio BCE quieren mantenerse a flote con eficacia. El control contable fraudulento impulsa las crisis en varias naciones europeas. Esas crisis ponen en peligro a la UE, al BCE y al euro. Los reguladores deben poner fin a la “dinámica de Gresham”, causante de que el mal comportamiento ético expulse la buen comportamiento ético de los mercados financieros. La regulación financiera de la UE está aquejada de lo que los autores del libro Guaranteed to Fail [Una caída garantizada] (Princeton, 2011) llaman la “carrera hacia el abismo”. Esa perversa carrera hacia políticas antirregulatorias no puede quebrar la “dinámica de Gresham” creada por el fraude del control contable, que lleva a burbujas financieras hiperhinchadas y al fraude endémico. Las naciones por sí solas no pueden romper la “dinámica de Gresham”. Pueden desplazar el fraude hacia otras naciones haciendo de “reguladores de toque de atención”, pero no pueden proteger a la UE. Solo el BCE está en situación de suministrar la regulación efectiva capaz de romper la dinámica de Gresham en el conjunto de la UE.

Como era predecible, el BCE se ha saltado sus principios y ha rebasado la monomisión de la que tanto se jactaba. Su monomisión pone en peligro la capacidad para responder a la crisis de la deuda (no tan) soberana de la periferia y a las crisis de deuda privana y pública de los bancos europeos. El BCE necesita saltarse sus principios y la ley para reducir el grave desempleo y el terrible sufrimiento económico causado por la actual crisis, convirtiéndose en el efectivo regulador capaz de prevenir o al menos mitigar seriamente las crisis venideras.

Wiliam Black , uno de los mayores penalistas norteamericanos vivos, es un especialista en delitos económicos, particularmente, financieros. Fue el director ejecutivo del Instituto para la Prevención del Fraude entre 2005 y 2007.

 Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4369  






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viernes, 19 de agosto de 2011

¿Qué hay detrás de la lucha contra "el narco"?








Rebelion. El narcotráfico, un arma del imperio















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Opinión






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19-08-2011







El narcotráfico, un arma del imperio










Argenpress, en sus ediciones virtuales, puso a la venta el libro de Marcelo Colussi: El Narcotráfico: un arma del imperio (2010), cuya lectura resulta imprescindible para el análisis sobre el tema en el ámbito planetario y, en particular, para la comprensión de la trágica situación que vive actualmente nuestro país. Considerado su trabajo como “un aporte a un campo donde hay demasiada mentira”, el autor sostiene que alrededor del narcotráfico hay una versión oficial, manejada incansablemente por los medios de comunicación masiva, y una realidad oculta.

Observando la magnitud descomunal del negocio de drogas ilícitas, afirma que el circuito comercial mueve unos 800 mil millones de dólares anuales, por arriba de la venta de petróleo pero por debajo de la de armas, que sigue siendo el mercado más redituable en todo el mundo. La hipótesis principal de Colussi radica en plantear que el poder hegemónico liderado por Estados Unidos ha encontrado en este nuevo campo de batalla un terreno fértil para prolongar y readecuar su estrategia de control universal. “Como lo ha encontrado también con el llamado “terrorismo”, nueva “plaga bíblica” que ha posibilitado la nueva estrategia imperial de dominación militar unipolar con su iniciativa de guerras preventivas.”

Se sostiene que los mismos factores de poder que mueven la maquinaria social del capitalismo global crearon la oferta de estupefacientes, generaron la demanda, y “sobre la base de ese circuito tejieron el mito de unas maléficas mafias súper poderosas enfrentadas con la humanidad, causa de las angustias y zozobras de los honestos ciudadanos, motivo por el que está justificado una intervención policiaco-militar a escala planetaria.”

Siguiendo una metodología de preguntas y respuestas, nuestro autor establece un interrogante clave: ¿Quién se favorece con el tráfico de drogas ilegales?, a lo que responde que para las grandes mayorías no hay beneficio alguno: el drogo-dependiente entra en un infierno en el que no más del 10% de quienes lo intentan, logra recuperarse; sus familiares llevan una carga agobiante, pues la adicción envenena toda convivencia; a los agricultores que cultivan la materia prima en los países del Sur sólo llega un 1% de los beneficios totales del negocio; entre los pueblos indígenas el pago en efectivo, la represión y la cultura delincuencial rompen con las estructuras de autogobiernos comunitarios; la economía campesina de autoconsumo es remplazada por una mercantilizada; la cultura del dinero fácil vinculado a la criminalidad se liga con un desgarramiento profundo de todo el tejido social, entrando en un proceso de descomposición y de guerra; todo el aparato del sicariato y el dedicado a la comercialización, sea la mula , el jibaro o el capo , tiene una historia de vidas breves y fortunas efímeras (de unos pocos) en las que la muerte o la cárcel están siempre a la vuelta de la esquina. No es una economía sustentable. Es una historia sórdida de sufrimiento y dolor. “A los latinoamericanos nos queda la crisis, la guerra civil, los muertos, sociedades desgarradas y sólo algunos dólares que mueven las mafias locales.”

Estas mafias –afirma Colussi-- sin con esto quitarles su cuota de responsabilidad, no son sino una pequeña parte de toda la cadena. Los mafiosos son unos comerciantes que hacen su trabajo y no pasan de ahí; ganan dinero, mucho dinero sin dudas, pero no tienen el poder de decisión sobre los términos macros del asunto…Quienes hacen la gran fortuna, en definitiva, son los banqueros: “Esa masa enorme de dinero que mueve el negocio –que, por cierto, se traduce en poder, mucho poder político, poder social—también llega a otras esferas de acción: ese dinero es “lavado” e ingresa a circuitos aceptados…No es ninguna novedad que existe toda una economía “limpia” producto de las operaciones de blanqueo de los capitales del narcotráfico. Y son bancos “limpios” y honorables los que proceden a hacer esas operaciones, los mismos que manejan el capital financiero trasnacional que hoy controla la economía mundial y a los que el Sur pobre y dependiente adeuda cifras astronómicas en calidad de deuda externa.”

Pero además de un enorme negocio, el tráfico de drogas ilegales tiene otro significado: es utilizado como mecanismo de control de las sociedades. Es un dispositivo que permite una supervisión del colectivo por parte de la clase dominante. Se pasa a controlar a la sociedad en su conjunto, se la militariza, se tiene la excusa ideal para que el poder pueda mostrar los dientes. Una población asustada es mucho más manejable.

Por su parte, el imperialismo estadounidense viene aplicando en forma sostenida un supuesto combate al negocio de las drogas ilícitas, cuyo objetivo real es permitir a Estados Unidos intervenir donde lo desee, tenga intereses, o los mismos se vean afectados. Terminar con el consumo está absolutamente fuera de sus propósitos. Donde hay recursos que necesita explotar –petróleo, gas, minerales estratégicos, agua dulce, etc. y/o focos de resistencia popular, ahí aparece el “demonio” del narcotráfico. Ello es una política consustancial a sus planes de control global. Gracias a ella, el gobierno de Estados Unidos cuenta con un arma de dominación político-militar. En realidad, el supuesto combate al narcotráfico es el montaje de una sangrienta obra de teatro. Es un combate frontal contra el campo popular organizado, en el que en Colombia, y ahora en México, por ejemplo, las oligarquías y sus gobiernos, se han supeditado dócilmente a las estrategias de Estados Unidos, siendo la plataforma para la contrainsurgencia, la criminalización de las resistencias, la militarización y paramilitarización de nuestros países. El consumo inducido de drogas es parte medular del mantenimiento del sistema capitalista, tanto como lo es la guerra, por lo que el autor plantea en su conclusión la misma disyuntiva de Rosa Luxemburgo: “Socialismo o barbarie”.



Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.







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Sobre la tasa Tobin.








Rebelion. La Tasa Tobin como una herramienta capitalista o anticapitalista, esa es la cuestión















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19-08-2011







La Tasa Tobin como una herramienta capitalista o anticapitalista, esa es la cuestión




Attac






En los últimos meses asistimos a un creciente reclamo por la creación de un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), conocido también como Tasa Tobin. Este reclamo ya no proviene sólo de las organizaciones populares o redes globales, entre las que se encuentra ATTAC, sino también de las entrañas mismas del sistema capitalista. La iniciativa es apoyada ahora por integrantes del G20 (con Sarkozy a la cabeza), por economistas como los premios Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz, y por el mismísimo FMI, uno de los máximos responsables de la crisis, reciclado y fortalecido gracias al G-20.

¿Es que hablamos todos del mismo ITF o Tasa Tobin? Evidentemente no. La Tasa Tobin en manos de las potencias capitalistas apunta a recomponer el sistema capitalista en crisis. En cambio, nuestra propuesta y la de diversos movimientos y redes globales, tiene como finalidad la creación de un nuevo modelo productivo y de desarrollo. La crisis civilizatoria que atraviesa la humanidad y que pone en riesgo su existencia misma, así lo exige. La crisis mundial incapacitó a las potencias capitalistas para seguir creando un consenso global respecto de sus decisiones. Ante la necesidad de seguir imponiendo sus intereses al resto del mundo, dichas potencias, agrupadas en el G-8 1 , decidieron trasladar su base operacional al G-20 2 , sin que por ello se vea perjudicada o diluida su capacidad de decisión e influencia.

Dominado por las potencias capitalistas y sus multinacionales, el G-20 se impuso como meta recomponer la tasa de ganancia del capital trasnacional en un contexto de crisis integral del sistema. El capitalismo sólo puede superar las crisis acentuando la explotación de los trabajadores y reduciendo el gasto social.

Por esa razón, las políticas que surgen del G-20 y de su mano derecha, el FMI, responden a esa lógica y pueden resumirse en lo siguiente: a) Por un lado las políticas de ajuste sobre la clase trabajadora y clase media (aumento de impuestos al consumo, elevación de la edad para jubilarse, reducción del gasto social, etc.), b) Por otro lado, políticas de transferencia de recursos fiscales hacia las grandes empresas a través de operaciones de rescate, exenciones fiscales, subsidios o préstamos casi sin interés por parte de los gobiernos. c) Por último, medidas de regulación del sistema para evitar algunos de sus excesos, en especial en el sector financiero. Es en relación al último punto que el G-20 propone la creación de un ITF. Pero como dijimos anteriormente, la crisis del sistema capitalista, con sus niveles de desocupación a escala global y de endeudamiento (a nivel personal y a nivel de los Estados) exige medidas radicales en favor de la redistribución de la riqueza y de embate contra la especulación financiera.

En nuestra opinión la Tasa Tobin sólo puede tener un sentido “progresista” en tanto se aplique en el marco de un programa anticapitalista, que rompa con la lógica de favorecer la ganancia del capital como única meta, y apunte a satisfacer necesidades sociales insatisfechas, cuidando el medio ambiente. Para ello debe ser impulsada como parte de un paquete de medidas que incluya:
  1. A nivel internacional: a) Creación de una nueva arquitectura financiera. A nivel regional existen alternativas en marcha como lo son el Banco del Sur 3 , el SUCRE 4 b) Abolición de los paraísos fiscales y del secreto bancario.
  1. A nivel interno de cada país: a) Nacionalización de la banca, b) reforma impositiva profunda y progresiva, c) la lucha contra el fraude fiscal, entre otras.
Sin dudas, la eficacia de la Tasa esta vinculada a la cantidad de países que la apliquen en forma simultánea. Como un primer paso consideramos a la UNSAUR 5 un ámbito propicio para plantear su creación. Y en el ámbito de la UNASUR, su aplicación y administración debe estar en manos del BANCO DEL SUR. Desde ATTAC Argentina sostenemos que dicho organismo es un buen ámbito para orientar los destinos de tales fondos dentro de la región, sin por ello abandonar nuestro objetivo que la Tasa Tobin sea constituida como un impuesto de carácter global, en el marco de una nueva institucionalidad que dé cuenta del nuevo contexto de crisis sistémica que vivimos, en nuestra firme convicción de que Otro Mundo es Posible y, además, Necesario.

Notas:

1 G-8 está formado por los siete países más industrializados, ricos e influyentes del planeta (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido), más Rusia (que no es de los más industrializados ni de los más ricos, pero sí de los más influyentes). Su fortaleza radica en el poder de sus países miembros en las instituciones internacionales como el Consejo de Seguridad de la ONU, el Banco Mundial, el FMI o la OMC, en los cuales acostumbran a funcionar en bloque.

2 Compuesto por los países del G 8 más los denominados “emergentes” Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudita, Sudáfrica, Corea del Sur y Turquía.

3 Banco del Sur es una entidad fina nciera creada en el ámbito de la UNSASUR que tiene por objeto financiar el desarrollo económico y social de los países que lo componen, en forma equilibrada y estable, haciendo uso del ahorro intra y extra regional, fortaleciendo la integración, reduciendo las asimetrías y promoviendo la equitativa distribución de las inversiones dentro de los países miembros del Banco.

4 El SUCRE es el Sistema Único de Compensación Regional, creado por los países del ALBA (Nicaragua, Bolivia, Cuba, Honduras y Ecuador y Venezuela). Se trata de una moneda sin emisión física -una moneda virtual- y, se utilizará para valorar los intercambios comerciales entre los países de la región y como medio de pago entres los bancos centrales de los Estados Parte, reduciendo así la dependencia respecto del dólar.     UNASUR – Unión Suramericana de Naciones, está integrada por Argentina , Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay, Venezuela.

Fuente: http://www.acordem.org/2011/08/16/la-tasa-tobin-como-una-herramienta-capitalista-o-anticapitalista-esa-es-la-cuestion/






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