lunes, 28 de febrero de 2011

¿Intervensión armada USA en Libia?







Rebelion. Los halcones baten sus alas















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28-02-2011






EEUU - Libia

Los halcones baten sus alas




IPS






Cuarenta neoconservadores de Estados Unidos enviaron una carta al presidente Barack Obama para pedirle que intervenga militarmente en Libia, a fin de derrocar a Muammar Gadafi y poner fin a la violencia.

Los firmantes son analistas políticos y ex altos funcionarios del gobierno de George W. Bush (2001-2009). La organización neoconservadora Foreign Policy Initiative (FPI), considerada la sucesora del Project for the New American Century (PNAC), coordinó la medida y divulgó el texto.

Advirtiendo que Libia se encuentra "en el umbral de una catástrofe moral y humanitaria", la misiva, difundida el viernes, exige adoptar medidas inmediatas, entre ellas la acción militar, además de la imposición de una serie de sanciones diplomáticas y económicas (ya anunciadas el mismo día por el gobierno) para poner fin "al asesino régimen libio".

En particular, la carta pide a Washington que presione a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para que "desarrolle planes operativos a fin de desplegar con urgencia aviones de guerra" y así impida que el régimen libio utilice maquinaria bélica contra su población civil.

También demanda una cobertura naval en aguas libias para "ayudar en los esfuerzos de evacuación y prepararse para posibles contingencias", además de "inhabilitar los buques navales libios utilizados para atacar civiles".

Entre los signatarios de la carta figuran el ex subsecretario de Defensa del gobierno de Bush, Paul Wolfowitz; el principal asesor de Bush sobre Medio Oriente, Elliott Abrams; los ex redactores de discursos de Bush Marc Thiessen y Peter Wehner; y cuatro directores de la FPI (William Kristol, Robert Kagan, Dan Senor y Eric Edelman).

Kagan y Kristol cofundaron y dirigieron PNAC desde 1997 hasta 2005.

La carta de la FPI se da a conocer en medio de una creciente presión sobre Obama para que adopte medidas más severas contra Gadafi.

Dos senadores cuyos puntos de vista sobre política exterior a menudo reflejan un pensamiento neoconservador --el republicano John McCain y el demócrata independiente Joseph Lieberman--pidieron el viernes en Tel Aviv que Washington suministre armas a los rebeldes de Libia, entre otras medidas como crear una zona de exclusión aérea sobre ese país.

Obama dijo el miércoles que su equipo estaba preparando una serie de opciones para la acción. También anunció que la secretaria de Estado (canciller) Hillary Clinton viajará el lunes a Ginebra para participar en una reunión de ministros de Relaciones Exteriores en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a fin de debatir posibles medidas multilaterales.

Mientras, este sábado, el Consejo de Seguridad del foro mundial evalúa cómo sancionar a Libia.

En los años 90, los neoconservadores hicieron campaña a favor de acciones militares contra los llamados "estados díscolos", especialmente en Medio Oriente.

Aunque en la última semana los neoconservadores estuvieron entre los primeros en exigir una acción militar contra Gadafi, algunos destacados liberales y activistas por los derechos humanos apoyaron el reclamo. Entre ellos, Neil Hicks, de Human Rights First, John Shattuck, encargado de derechos humanos del gobierno de Bill Clinton (1993-2001), y Leon Wieseltier, de The New Republic.

Además, Anne-Marie Slaughter, quien hasta el mes pasado fue la influyente directora de la oficina de Planificación Política del Departamento de Estado (cancillería), citó la campaña de Estados Unidos y la OTAN como posible precedente.

"La comunidad internacional no puede pararse a mirar la masacre de los manifestantes libios", escribió en la red social Twitter.

"En Ruanda miramos. En Kosovo actuamos", agregó.

Sus comentarios generaron fuertes reacciones entre algunos expertos militares.

"Me horroriza leer que intervencionistas liberales continúan sugiriendo la facilidad con que se pueden resolver crisis humanitarias y conflictos regionales mediante la aplicación del poderío militar", escribió Andrew Exum, experto en contrainsurgencia del Center for a New American Security.

Esto "refleja una comprensión muy inmadura de los límites de la fuerza y de las dificultades y complejidades de las operaciones militares contemporáneas", añadió.

Otros analistas observaron que una renovada coalición de neoconservadores e intervencionistas liberales sería mucho más difícil de implementar ahora que durante las guerras balcánicas de los años 90.

"Ahora tenemos a Iraq y Afganistán como señales de advertencia, así como a nuestra crisis fiscal, así que no creo que en Capitol Hill (sede parlamentaria) o entre el público haya un enorme apetito por otro compromiso militar", dijo Charles Kupchan, experto del Council on Foreign Relations.

"Apoyo las medidas diplomáticas y económicas", no así las que impliquen una acción militar, "incluida la imposición de una zona de exclusión aérea", señaló.

Para Steve Clemons, de la New America Foundation, "hay algunas cosas que podemos hacer, como transportar por aire suministros humanitarios a regiones fronterizas donde hay cada vez más refugiados".

Sin embargo, dijo que "sólo lo haría con pleno apoyo de la Liga Árabe y la Unión Africana, si no de la ONU".

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97630







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Entrevista a Leonardo Boff.







Rebelion. ‘No hay otra alternativa que el socialismo’















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28-02-2011






Entrevista a Leonardo Boff

‘No hay otra alternativa que el socialismo’










El teólogo ecologista brasileño Leonardo Boff habla en esta entrevista de las contradicciones de los gobiernos progresistas en América Latina, y señala que "es importante que los movimientos sociales populares, que tienen una alternativa, una visión humanista, espiritual, de respeto por las personas, se transformen en un grito de protesta, una resistencia y que no acepten las soluciones que les den”.

La Eco Teología de la Liberación

Mientras existan pobres, sigue vigente la Teología de la Liberación. Pero hemos añadido algo más, porque la Teología de la Liberación nació escuchando el grito del oprimido, pero no sólo los pobres, las mujeres, los indígenas, los afro latinoamericanos gritan, sino también grita la Tierra, gritan los animales, gritan los bosques. Entonces, dentro de la opción por los pobres, se tiene que insertar al gran pobre, que es la Tierra. De ahí nació y sigue una vigorosa Eco Teología de la Liberación, muy ampliamente difundida como una de las respuestas a la crisis actual, que está por todas partes del mundo.

El rol del conocimiento indígena

Tengo la idea, la convicción, de que los pueblos originarios son portadores de una sabiduría ancestral, de una manera de relacionarse con la Tierra, pero no como un baúl de recursos, ni como algo muerto ni para ser explotado, sino la Tierra como pachamama, como madre, donde nace la veneración, el respeto, el sentido comunitario de la convivencia, la producción. No para el enriquecimiento, sino la producción para lo necesario, lo suficiente para todos. Entonces aquí hay valores que nosotros, la cultura dominante, hemos perdido y que los pueblos originarios nos recuerdan. Por ahí pasa el futuro de la humanidad, de la importancia de darles centralidad a ellos, escucharlos, porque eso nos ayuda a encontrar un camino que tiene futuro.

El legado de Paulo Freire

Para nosotros no hay otro camino que no sea ese que Paulo Freire nos enseñó con La pedagogía del oprimido. Es decir, en el fondo nadie es pobre. Todo tiene una riqueza porque cada persona piensa, produce valores, y el pobre no es un pobre, es un oprimido, un hecho pobre, un empobrecido. Y cuando los empobrecidos se reúnen, crean una fuerza y se hacen sujetos de su liberación. Entonces los pobres unidos hacen un movimiento de liberación. No es el Estado, ni la Iglesia, ni las personas de buena voluntad las que van a liberar a los pobres. Son los pobres mismos, cuando elaboran una conciencia, un proyecto, se unen, y nosotros entramos como aliados por la puerta de atrás, apoyándolos, caminando juntos. Entonces Paulo Freire nos enseñó eso, que ellos tienen una fuerza histórica y que ellos pueden cambiar la sociedad, y que nosotros juntos a ellos aceleramos ese proceso.

Contradicciones de gobiernos progresistas en América Latina

Tenemos democracias que se están solidificando, fortaleciendo cada vez más. Porque todos venimos de dictaduras militares, de regímenes represivos. Entonces es importante que haya esa libertad. Pero hay contradicciones que vienen del proyecto neoliberal que está todavía vigente. La mayoría de los gobiernos hace políticas públicas a favor del pueblo, como el programa Hambre Cero, o apoyando la agricultura familiar o fortaleciendo los grupos de base, eero muchas veces tienen que conceder, para mantener la estabilidad, muchas cosas que ellos mismos critican, pero que pertenecen a la lógica del capital, que es hegemónico y que impone su fuerza. Especialmente el agronegocio, que avanza sobre los bosques y deforesta.

Es importante, por lo menos en Brasil lo hemos constatado, que en la medida en que los grupos de base, los sin tierra y otros, presionen al Estado, lo obliga a establecer leyes.

América Latina de aquí a veinte años

Yo no soy mago ni profeta, pero imagino que se irán consolidando cada vez más las democracias con tono participativo. Es decir, no sólo eligiendo representantes, sino las bases organizando movimientos que presionan a los gobiernos. Prácticamente no hay proyectos importantes que no deban ser discutidos con los movimientos sociales. Entonces la democracia será más participativa y eso a mi juicio se va fortalecer cada vez más. De ahí la importancia de multiplicar los movimientos sociales, mantener las redes de interdependencia, porque eso crea una fuerza social que en dado momento puede transformarse en una fuerza política que decide elecciones y que impone cambios profundos en las leyes, para preservar mejor la naturaleza y para que el beneficio de los pobres sea más amplio y más hondo.

El agua y los desplazados ambientales

Más grave que el calentamiento global es la escasez de agua potable. Hay más de mil millones de personas que tienen insuficiencia de agua y dos mil millones que tienen las aguas contaminadas. Por año mueren más de quince millones de niños menores de cinco años. Y el calentamiento global hará que muchas regiones tengan menos agua, mayor erosión de los suelos, pérdidas de cosechas y por lo tanto migración forzada. Un desplazamiento de millares y millares de personas, especialmente de África y el sudeste de Asia. Porque uno puede hacer huelga de hambre por quince o diecisiete días, pero sin agua no. Al cuarto día ya te mueres.

Hacia los gobiernos globales

Yo creo que esta situación será tan grave, que obligará a que surja una especie de gobierno global que ahora no tenemos. Porque los Estados nacionales no tienen la capacidad de resolver estos problemas, pero juntos podemos atender las demandas. Son urgencias que la humanidad tiene que enfrentar de manera colectiva y dentro de una visión global donde seamos hospitalarios. La hospitalidad como un deber y un derecho. Cada uno tiene derecho de ser acogido y nosotros el deber de acogerlos, porque somos habitantes de la misma casa, somos hermanos y hermanas de la misma familia, la familia humana.

Competencia o cooperación

En la medida en la que el neoliberalismo triunfa y se hace la ideología común, más crece el individualismo, más crece la insensibilidad de cara al destino de los demás. Y ahí es donde vienen las fuerzas del orden, porque se crea un caos. La situación actual revela el tipo de inhumanidad que está presente en las formas de convivencia, en los negocios, es decir, todo se ha transformado en mercancía, todo es regido por la competencia, no por la cooperación. Lo que más necesitamos hoy es la cooperación de todos con todos, porque somos interdependientes. Pero lo que es dominante no es eso, sino la lógica del mercado, que es competitivo, no cooperativo, que sólo intenta acumular y es insensible al dolor de los demás seres humanos.

El Dios del capital

En la AntiCOP se habló mucho de Dios y la necesidad de prestarle atención a la dimensión espiritual. Pero en la COP16 también hablaron de su Dios: el dinero, el cual les organiza todo para mantener las monedas con su valor, para mantener el sistema productor que genera riqueza, y nunca colocan la cuestión de cuál es el futuro de la vida, el futuro del planeta, de cómo vamos a enfrentar los millones y millones de víctimas el calentamiento global. Ellos viven una idolatría fantástica del Dios Dinero, y al seguir ese camino vamos en contra de la humanidad.

Por eso es importante que los movimientos sociales populares, que tienen una alternativa, una visión humanista, espiritual, de respeto por las personas, se transformen en un grito de protesta, una resistencia y que no aceptar las soluciones que les den. Se trata de demostrar que es posible una alternativa donde los seres humanos se ayuden mutuamente y no busquen riqueza, sino lo suficiente para todos, y ahí la Tierra será más que suficiente para la humanidad entera.

La mayor de las plagas

Esto muestra el nivel de deshumanización que se está creando, no solamente en América Latina, sino en todas partes del mundo. Vivimos en un mundo cruel y sin piedad. Existimos millones y millones con hambre y no hacemos absolutamente nada. Entonces, yo creo que aquí estamos en el corazón de una crisis de civilización que nos va a obligar a unir fuerzas para defender principios humanitarios. La sustentabilidad de los bienes que necesitamos, la interdependencia de ayudarnos y cooperarnos, cuidando la vida de todos los seres. Fundamentalmente tenemos que desarrollar la compasión, estar del lado de la víctima, del lado de los que sufren, para que no estén solos. Esto es profundamente humanitario. Hay que rescatar esos valores que están dentro de nosotros, hay que despertarlos y hacer que la humanidad trate humanamente a los demás seres humanos. Tal vez nunca vivimos tiempos de barbarie tan grandes como estamos viviendo. Desde una perspectiva ecológica, casi yo diría que no merecemos vivir en este planeta, porque somos demasiado hostiles a la vida, enemigos de los hermanos y las hermanas.

Un poco de sentido común

Si no se resuelve el problema global, todos seremos afectados. Cuando el agua llega a la nariz y pasa a la boca, la persona emigra o se muere. Creo que la crisis se está agravando cada vez más y va a afectar también a las grande empresas, que van a tener pérdidas enormes de sus ganancias. No se dan cuenta de que degeneran de tal manera a la naturaleza, que no pueden explotarla más. El sistema del capital tendrá dificultades en su auto reproducción. Llegará un momento en que se darán cuenta que sus soluciones no son soluciones, sino una falsa solución en una tentativa de salvar sus privilegios, de hacer más de lo mismo. El calentamiento global puede producir un desastre humanitario ecológico para todos, inclusive para ellos.

Yo espero que la sabiduría común de la humanidad triunfe, que la vida sea más fuerte que la muerte. El sentido común vale más que lo absurdo. Espero que las personas se acumulen de energía, de solidaridad y busquen un camino de salida que sea bueno para todos. La conciencia es esa, esta vez no hay un Arca de Noé que salve a algunos y deje perecer a los demás. O nos salvamos todos o perecemos todos y creo que no queremos perecer. La forma de salvarnos todos es que ellos renuncien a su perversa intención de continuar explotando la Tierra, vista como una fuente de acumulación de riqueza.

De otro mundo es posible a otro mundo es necesario

Entramos en una etapa de irreversibilidad. Todos tenemos que adaptarnos a la nueva situación. Esto no era así años atrás. Lo sospechábamos, pero ahora tenemos la comprobación. Los eventos extremos se dan por el mundo entero, inclusive el sur de Brasil tiene cada vez con más frecuencia tifones, vendavales, inundaciones, y eso pasa en el mundo entero. Entonces vemos que no basta decir "otro mundo es posible”. La urgencia es que tenemos que cambiar ahora, porque de lo contrario las víctimas serán incontables y será insoportable para mucha gente vivir en ciertas regiones. Van a tener que emigrar y se va a crear una confusión interna extraordinaria. Tenemos que anticiparnos y hacer los cambios necesarios. El reloj corre en contra nuestro. Dentro de poco será un camino sin retorno.

Socialismo o muerte

Tenemos este pequeño planeta super poblado, empobrecido y viejo. Y en este pequeño planeta viven casi siete mil millones de personas. Pero no estamos solos, viven otros seres vivos: animales, plantas y todos los seres que precisan de la biósfera, y para que podamos sobrevivir juntos, tenemos que repartir. Dentro de poco seremos todos socialistas. No por opción biológica, sino por estadística. Tenemos que repartir para que todos puedan tener lo decente, y para eso la Tierra es suficiente. Y vamos a hacerlo. No porque queramos o no queramos, sino porque no tenemos alternativa. O lo hacemos, o vamos a asistir a la muerte de millones de personas, a desastres ecológicos de grandes magnitudes. Y ahí las personas van a aprender del sufrimiento. Ya lo decía un filósofo antiguo: el ser humano no aprende nada de la historia, aprende todo del sufrimiento. Mejor aprender de la argumentación, de la reflexión, del

convencimiento, y no en aquel límite extremo del sufrimiento, donde se

juega la vida o la muerte.

Fuente: http://tercerainformacion.es/spip.php?article22646






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¿Estados fallidos?







Rebelion. Contra el “derecho” de intervención (observaciones sobre el “Estado fallido”)















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28-02-2011







Contra el “derecho” de intervención (observaciones sobre el “Estado fallido”)










El uso del concepto “Estado fallido” para referirse a la realidad de ciertos países de la periferia es tentador. Existen Estados que son sistemáticamente incapaces de garantizar de manera adecuada el derecho humano a la vida, condición previa de cualquier otro derecho, a sectores importantes de su población, sea por la violencia, por el hambre u otros males endémicos.

No obstante, hay varios aspectos que molestan del concepto y de los usos que trae aparejados. Cuando se pasa del análisis conceptual (quizás ni siquiera aquí)1 a un análisis del discurso en el que opera, es evidente que se inserta en un discurso que articula intereses políticos y geopolíticos.

Por ejemplo, ¿qué estará pasando para que 37 países (20,9% del total de países evaluados) se hayan clasificado así en el año 2009? ¿Qué estará pasando para que 92 países (51,97%) se hayan clasificado “en peligro”? Y se debe señalar que no es que la situación no sea realmente crítica en la mayoría de los países de la periferia (pues en efecto, son los países periféricos del sistema mundo los que caen en esta clasificación, ¿coincidencia?).2 Son otros los problemas de esta forma de pensar y evaluar la realidad de los Estados nacionales.3

La mayoría está ligada a la posición (ligada a poder e intereses) de quien enuncia tal discurso. Podría ser que en países perífericos, en contextos que resultan altamente desiguales, injustos e inseguros sirva para denunciar la condición en las que viven.4 Pero otra cosa es utilizarlo en el plano geopolítico en el que Estados Unidos también ha utilizado conceptos como “guerra preventiva” o invoca los derechos humanos y la libertad para la intervención en otros países. El título de Estado fallido (al final de cuentas también es una operación del lenguaje) es una candidatura a la intervención “humanitaria”.

Para decirlo claramente, el discurso que utiliza el concepto de Estado fallido no es ingenuo y encierra una posibilidad demasiado seria: la intervención de fuerzas internacionales (y hay que subrayar el significado de las dos palabras) para “normalizar” la situación. La “normalización” que viene inmediatamente a la mente es la que creó Estados Unidos al invadir Irak (por supuesto en nombre de altos ideales y sin intereses económicos o políticos) y que ha significado la muerte de miles de iraquíes.

Al final este discurso legitima la intervención, ni siquiera con demasiado maquillaje. Por ejemplo, en una publicación al respecto, se encuentra esta afirmación inicial:

“Uno de los axiomas de la era moderna es que la distancia física entre los países ha dejado de importar en el momento de tener implicaciones cualquier medida que se tome. El comportamiento errático de un dirigente aislado no sólo hace que sea aún más miserable la vida de los millones de pobres sobre los que gobierna, sino que da señales claras sobre la estabilidad política y las posibilidades de inversión en toda la región que lo circunda. En otras palabras, las amenazas de los Estados débiles tienen una onda expansiva que va mucho más allá de sus fronteras y pone en peligro el desarrollo y la seguridad de países vecinos y lejanos” (FUNDESA, 2009: 1).

Más transparente no se puede ser. El discurso sobre la globalización con vocación imperialista, implícito en esta afirmación, realiza una apreciación desde el centro del sistema mundo hacia la periferia. En este caso el que legitima la intervención. Puede ser que hasta con buenas intenciones. Pero es muy probable que no sea solo con buenas intenciones y los efectos que se advierten debido a las recientes intervenciones son muy malos. Alguien podrá considerar exagerada esta referencia, pero haciendo uso del recurso a la autoridad ya el Che Guevara afirmaba que “no hay que confiar en el imperialismo, ni tantito así”.

Además, un aspecto central y que realmente molesta de esta idea de Estados fallidos es que esconde una visión de los otros (los que se encuentran viviendo en los Estados fallidos) como inferiores y con necesidad de que los tutelen.

¿Un déjà vu histórico? Lo más probable es que sí. Ya hubo discursos muy similares en otros momentos.

Utilizando un ejemplo importante para explicar la configuración de América Latina en tanto que región periférica, es el discurso que legitimó la conquista en torno a la falta de potestas de los indios para gobernarse.

Todo el discurso sobre la legitimidad de la conquista y dominación de los indígenas se sustenta en el argumento de que éstos no tenían potestas, o sea, no estaban habilitados para autogobernarse ni individual ni colectivamente. A causa de ello había que tutelarlos y la tutela exigía su vasallaje y obediencia a aquellos que tenían capacidad de ejercer la potestas, en este caso los españoles y los europeos (Bartolome, C. en Mate, R. 2008: 271).

Está claro que ahora no puede utilizarse la idea de inferioridad de los habitantes de Estados fallidos, pero la lógica es esencialmente la misma. Incapacidad de “un dirigente aislado”, o varios, para dar “estabilidad política” en una región. Es el lenguaje del poder que califica al otro, escondiendo intereses económicos y de dominio político, cultural...5

Este es el lenguaje que exhibe Ginés de Sepúlveda (apoyándose en La Política de Aristóteles) en sus alegatos a favor de la conquista de América, incluyendo el “ius bellum” (el derecho a la guerra). Según un comentarista:

“Sepúlveda cree que uno tiene el derecho y el deber de imponer el bien al otro. Dicho de otro modo; uno tiene el deber de imponer al otro lo que uno cree superior, sin preocuparse por saber si este bien es un bien desde el punto de vista del otro. El sujeto que manda proyecta un enunciado universal en el que sus valores son los valores de la raza humana” (Bartolomé, C. en Mate, R. 2008: 216).

Además, lo ideológico del asunto se advierte al considerar la contradicción que existe entre el concepto y la realidad a la que alude: una sociedad ingobernable. No hay tal. Ya lo decía Bartolomé de las Casas hace casi cinco siglos en su debate contra Sepúlveda:

“Es imposible que, en cualquier parte del mundo, se pueda encontrar toda una raza, nación, región o provincia necia o insensata; y que, como regla general, careza de la suficiente ciencia o habilidad natural para regirse o gobernarse a sí misma” (APUD 2008: 189).6

El concepto de “Estado fallido”, aunque se sustente en condiciones concretas de diversos países donde existen muerte, inseguridad, injusticia, etc., es un dispositivo del discurso del poder que condensa una vocación imperialista y una forma de encubrimiento (ideología) que impide ver que el problema no es sólo de los Estados periféricos como “Estados fallidos”, sino, precisamente, de la organización política-económica mundial que resulta injusta. Y ésta sí, fallida.

Nota sobre las revueltas árabes

Las revueltas en la región árabe son altamente esperanzadoras. Permiten ver la capacidad del poder del pueblo organizado para hacer frente a la institucionalidad autoritaria y despótica (el estado de rebelión del que habla E. Dussel). Son un testimonio de rebeldía e insumisión frente a condiciones de opresión política. Son necesarias como ejemplo de humanidad.

Pero también son una puerta para la intervención de los países que se arrogan el derecho a intervenir, especialmente Estados Unidos. Ojalá exista la posibilidad que sean los propios ciudadanos de a pie quienes puedan darse el gobierno que necesiten para organizarse y defenderse. Desde otro lugar de la periferia, el deseo es que ojalá la lucha haga inclinar la balanza hacia el lado de los oprimidos.


NOTAS

1 Dado que el “lugar social condiciona la perspectiva epistemológica del discurso” (Bartolomé, C. en Mate, R. 2008: 279).

2 Al respecto, vale la pena ojear el mapa que se presenta en la wikipedia sobre Estados fallidos. “Curiosamente”, la periferia del sistema mundo se encuentra en una situación de “Estados en alerta” (Estados fallidos) y “Estados en peligro” (ver http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Failed-states-index-2010.png).

3 Incluyendo la formulación de los indicadores. En efecto, ¿qué se puede pensar de un indicador formulado como “Agravios colectivos y Paranoia social?” (el indicador 4 del índice de Estados Fallidos de Fund for Peace).

4 Lo que también tiene que ver con el colonialismo ideológico y la acriticidad para utilizar categorías elaboradas en otros lugares.

5 Lo que no quita realidad a las dictaduras y autoritarismos como los que se es´tán cuestionando actualmente en el mundo árabe.

6 Otro encubrimiento ideológico que encierra el concepto de “Estados fallidos” es que, en la historia mundial, las guerras más destructivas y los exterminios más grandes han sido llevados a cabo por varios de los Estados que continúan con prácticas de explotación sistemática y comercio injusto, los mismos que utilizan la calificación de Estado fallido, llevando más miseria a millones de personas que los propios “Estados fallidos”. Esto no significa que se justifique la barbarie producida dentro de los “Estados fallidos” o tampoco que no haya acciones de personas, grupos y países “centrales” de ayuda genuina hacia la periferia. Hay también solidaridad internacional. El punto principal es otro.


BIBLIOGRAFIA

FUNDESA (2009) “Índice de Estados Fallidos” Boletín julio 2009, versión electrónica en www.fundesa.org.gt

Mate, R. ed. (2007) Responsabilidad histórica. Preguntas del nuevo al viejo mundo. Barcelona, Anthropos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR







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¿Libia, un mundo tribal?







Rebelion. Las tribus contra el búnker












Libia

Las tribus contra el búnker




Asia Times Online



Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens




La revolución en Libia es una revolución tribal. No fue, y sigue sin ser, dirigida por jóvenes intelectuales urbanos, como en Egipto, o por la clase trabajadora (que en su mayoría está compuesta, de hecho, por trabajadores extranjeros). Incluso a pesar de que los protagonistas del levantamiento contra Muamar Gadafi pueden ser una mezcla de libios de a pie, juventud educada y/o desocupada, una sección de las clases medias urbanas y desertores del ejército y los servicios de seguridad, lo que los traspasa a todos es la tribu. Incluso Internet, en el capítulo libio de la gran revuelta árabe de 2011, no ha sido un protagonista absolutamente decisivo.

Libia es tribal de la A a la Z. Hay 140 tribus (qabila), 30 de ellas clave: una de ellas, Warfalla, representa a un millón de personas (de una población de 6,2 millones). A menudo, llevan el nombre de las ciudades de las que provienen. El coronel Gadafi dice ahora que el levantamiento libio es un complot de al-Qaida impulsado por hordas drogadas con leche y Nescafé mezclados con drogas alucinógenas. La realidad es menos lisérgica: es un concierto de tribus que terminará por derribar al rey de reyes africano.

Un inmenso grafiti en la Bengasi liberada dice: «No al sistema tribal». Es una vana ilusión. Los oficiales del ejército libio son una colección de notables tribales seducidos o sobornados por Gadafi, que sigue una estricta estrategia de dividir para gobernar desde el nacimiento del régimen en 1969. Tanto en Túnez como en Egipto, el ejército fue crucial en la caída del dictador. En Libia, es mucho más complicado. El ejército no es tan importante en comparación con las milicias paramilitares, privadas y mercenarias, dirigidas por hijos y parientes de Gadafi.

Gadafi y su hijo «modernizador», Saif, ya han jugado las únicas cartas que les quedan, a falta del genocidio: sedición (fitna) e islamismo, muy al estilo de Hosni Mubarak, como cuando dice «soy yo o el caos». En el caso del clan Gadafi, es como sigue: sin mí, es guerra civil (en realidad fabricada por el propio régimen) u Osama bin Laden (invocado como deus ex machina por el propio Gadafi). La mayoría de las tribus no se tragan ese guión del «dios surgido de la máquina».

Las perspectivas de Gadafi son sombrías. La tribu Awlad Ali, en la frontera egipcia, está en su contra. Az Zawiyya se le ha opuesto desde principios de esta semana. Az-Zintan, a 150 kilómetros al sudoeste de Trípoli, está centrada en Warfalla; todos están en su contra. La tribu Tarhun, que, crucialmente, incluye más de un 30% de la población de Trípoli, se le opone. El Jeque Saif al-Nasr, ex jefe de la tribu Awlad Sulaiman, habló por al-Jazeera para llamar a los jóvenes tribales del sur a sumarse a las protestas. Incluso, algunos de su pequeña tribu, Qadhadfa, ahora está en su contra.

Matando a la sociedad civil

La tribu, con sus clanes y subdivisiones, es la única institución que ha regulado durante siglos la sociedad de esos árabes que han vivido en las regiones de los colonizadores italianos a principios del siglo XX, llamadas Tripolitania, Cirenaica y Fezzan.

Después que Libia llegó a la independencia en 1951, no hubo partidos políticos. Durante la monarquía, la política sólo tuvo que ver con tribus. Sin embargo, la revolución de Gadafi del 1969 replanteó el papel político de las tribus: sólo se convirtieron en garantes de valores culturales y religiosos. La ideología de la revolución de Gadafi giraba alrededor del socialismo, con el pueblo, teóricamente, como sujeto de la historia. Los partidos políticos también fueron descartados. Fue la hora de los comités populares y el congreso popular. La vieja elite, los ancianos de las tribus, fue aislada.

Pero el tribalismo devolvió el golpe. Primero, porque Gadafi decidió que los puestos en la administración debían ser distribuidos por afiliación tribal. Y luego, durante los años noventa, Gadafi renovó las alianzas con los dirigentes tribales; los necesitaba «para librarse de la creciente oposición y de diversos traidores». Y aparecieron los «comandos sociales populares», que combatieron la corrupción, solucionaron disputas locales y terminaron por consagrar a la tribu como protagonista político.

Gadafi se aseguró de tener una alianza impenetrable con los Warfalla y, medianteuna estrategia centrada en una consigna «pueblo armado», logró domar al ejército. Los puestos clave en el servicio secreto fueron entregados a su tribu, Qadhadfa, y a uno de sus compañeros revolucionarios, Maqariha. Esto significó esencialmente que esas dos tribus obtuvieron el monopolio todos los sectores clave de la economía, y eliminaron, literalmente, toda oposición.

El resultado inevitable de ese sistema político tribal fue el desgajamiento de una sociedad civil basada en instituciones democráticas. La clase media educada se quedó sin nada. Luego vino el embargo de las Naciones Unidas, que duró una década. La economía, que ya estaba en mal estado, cayó en picado; nunca hubo una redistribución decente de la riqueza del petróleo y del gas. La inflación y el desempleo se dispararon. La retórica fue siempre de «democracia directa»; la realidad era que los pocos «ganadores» formaban parte de una burguesía estatal reaccionaria, ya fueran reformistas, dirigidos por Saif; conservadores (fieles al Libro Verde de Gadafi); o tecnócratas (los que disciernen jugosos tratos con corporaciones extranjeras).

Año cero en Cirenaica

No es sorprendente que el levantamiento haya comenzado en Bengasi, que quedó fuera de toda estrategia de desarrollo, en una región, Cirenaica, con una infraestructura absolutamente pésima en comparación con Tripolitania.

Ahora el oficialmente llamado Jamahiriya, «el Estado de las masas», está a punto de derrumbarse. Es año cero en Cirenaica. Es imposible dejar de recordar los primeros días de Iraq «liberado» en abril de 2003. El Estado ha desaparecido. Comités populares, grupos islámicos, y bandas armadas controlan ahora territorios enteros. Nadie sabe cómo se desarrollará esto o lo que pueda suceder después de la batalla de Trípoli (suponiendo que la oposición pueda obtener algún armamento pesado serio). Una fuerte posibilidad es la emergencia de territorios tribales auto-gobernados controlados por las tribus, como en Afganistán y Somalia o, de hecho, que regiones enteras se independicen, a pesar de los esfuerzos de la oposición en el exilio por disipar esos temores.

Antes de eso, como ha advertido Gadafi, correrá la sangre. La fuerza aérea está controlada directamente por el clan Gadafi. Además, dos de sus hijos están en posiciones clave: Moutassim es jefe del Consejo Nacional de Seguridad y Khamis es comandante de una brigada de fuerzas armadas. El ejército tiene 150.000 soldados. Los máximos comandantes militares tienen todo que perder si no apoyan a Gadafi. Según los mejores cálculos, Gadafi todavía podría contar con 10.000 soldados. Para no hablar del ejército mercenario «africano negro» pagado en oro, en su mayoría insertado en Libia a través de Chad.

Sea lo que sea lo que emerja de este volcán, cuesta imaginar una Libia no fracturada siguiendo líneas tribales. Es justo decir que la juventud libia tribal que salió a las calles a luchar contra el régimen armado de Gadafi considera la mentalidad tribal como la peste. No desaparecerá de un día para otro. Sin embargo, la mejor esperanza posible bajo las difíciles circunstancias, con la amenaza de una crisis humanitaria y el espectro de la guerra civil, es que Internet impulse al país a una era post tribal. Antes de eso, debe caer un búnker.

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su último libro es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com.

(Copyright 2011 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MB26Ak05.html

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Allan Wood, sobre la hora actual en el mundo árabe.







Rebelion. Réplicas revolucionarias












El mundo árabe

Réplicas revolucionarias




Marxist.com






 En la naturaleza, un terremoto es seguido por réplicas. Estas pueden ser tan catastróficas en sus efectos como la explosión original. Lo que estamos presenciando es el mismo fenómeno en lo que se refiere a la sociedad y a la política. El terremoto revolucionario en Egipto y Túnez ha enviado sacudidas sísmicas a las partes más distantes del mundo de habla árabe. Argelia, Marruecos, Libia, Sudán, Bahréin, Jordania, Iraq, Yemen, Kuwait, Djibouti... la lista es cada vez más larga, no de día en día, sino de hora en hora.

En Bahréin, que está al lado de Irán y Arabia Saudita, el desesperado intento de la monarquía para aplastar con sangre el movimiento de masas ha fracasado. El pueblo revolucionario mostró una inmensa valentía frente a las balas de los mercenarios a sueldo del régimen. Como resultado de ello, las autoridades se vieron obligadas a dar marcha atrás y retirar a los matones de uniforme, lo que permitió a las masas tomar posesión de la rotonda de la Perla, que se ha convertido en el centro de gravedad de la sublevación, como la plaza Tahrir en El Cairo.

Las convulsiones en Bahréin también representan una chispa que potencialmente podría encender un barril de pólvora en la vecina Arabia Saudita, donde también hay una gran minoría de chiítas y una población cada vez más descontenta.

La crisis ya está empezando a afectar al reaccionario régimen saudí. La semana pasada, el Mufti de Arabia Saudita advirtió a la camarilla gobernante que, a menos que llevara a cabo reformas urgentes para mejorar el nivel de vida del pueblo saudita, podría enfrentarse a su derrocamiento como los regímenes de Túnez y Egipto. En una declaración sin precedentes, criticó a la familia real por su extravagancia, en contraste con la pobreza de las masas.

Es imposible subestimar la importancia de este desarrollo, ya que todo el régimen saudí se basa en un acuerdo entre la Casa de Saud y el clero. Una escisión entre ellos sería un presagio claro de una crisis revolucionaria en este bastión de la reacción en el Oriente Medio y el mundo islámico en general. Es algo que produce escalofríos en la espina dorsal de los imperialistas estadounidenses.

En Irán también hay indicios de que el movimiento de masas está reavivándose. Hay claras señales de divisiones en el régimen y en el Estado en que se apoya. Según un documento recibido por The Telegraph, varios oficiales de rango inferior de la Guardia Revolucionaria iraní (una milicia profesional compuesta de 120.000 individuos) han firmado un documento en el que declaran que no quieren disparar a los manifestantes. Como hemos señalado en Marxist.com, si este documento es correcto, marca un hito muy importante en el desarrollo de la revolución iraní.

La hipocresía de los imperialistas no conoce límites. Por un lado, se ven obligados a hacer ruidos en público expresando su profunda solidaridad con el movimiento pro-democracia. Pero, por otro, la realidad es que han apoyado todos los regímenes reaccionarios de la región, entre ellos Bahréin, donde se encuentra la Quinta Flota, la principal fuerza naval de EE.UU. en el Oriente Medio. Los británicos y los norteamericanos han armado a estos regímenes durante décadas en contra de sus propias poblaciones. El gas lacrimógeno, las balas de goma y otros símbolos de la civilización occidental democrática utilizados contra los manifestantes en la rotonda de la Perla vienen de Gran Bretaña, donde el gobierno está "reconsiderando" su política de venta de armas a lugares como Bahréin y Libia.

Iraq

A pesar de su poderío económico y militar, los imperialistas de EE.UU. son impotentes para intervenir directamente contra la revolución. Ya se han quemado los dedos de mala manera en Iraq. Nueve años, cientos de miles de muertos y mutilados, y miles de millones de dólares más tarde, Iraq no está más cerca de la "democracia" y la "libertad" que cuando George W. Bush derrocó al ex aliado de los EE.UU. en Bagdad. Irónicamente, la deuda contraída durante esta aventura ha sentado las bases para la agitación de masas en los propios Estados Unidos. A pesar de este derroche de sangre y dinero, los EE.UU. todavía no controlan ni pueden controlar Iraq. Por el contrario, las movilizaciones masivas y la presión de las masas han dado como resultado el derrocamiento de dos dictadores y habrá otros que les seguirán. Esto desenmascara la mentira de los imperialistas de que sólo ellos pueden llevar la "civilización" a los pueblos "atrasados" de la región, que fueron, no lo olvidemos, la cuna de la civilización humana.

La oleada revolucionaria que recorre la región muestra que, una vez que las masas se movilizan, no hay fuerza en la tierra que las puede detener. Ni siquiera el poderoso Mubarak pudo sobrevivir. Si esto puede ocurrir en Egipto, puede ocurrir en cualquier otro lugar. Ahora, el descontento de masas ha estallado en el Kurdistán iraquí, amenazando el edificio tambaleante que los imperialistas han construido en un intento de reducir sus pérdidas y al tiempo que mantienen su influencia en los asuntos del país… y en el petróleo.

Túnez

En Túnez, decenas de miles de personas marcharon este fin de semana en las principales ciudades en contra del gobierno de Gannouchi y exigiendo la inmediata convocatoria de una Asamblea Constituyente. "La revolución de Túnez no ha terminado todavía" fue el mensaje común de estas manifestaciones. La mayor de estas manifestaciones tuvo lugar en la capital de Túnez el domingo 20 de febrero, donde decenas de miles marcharon hacia el edificio del Gobierno gritando consignas como "Largaos - Dégage" y "No queremos a los amigos de Ben Ali". La mayoría de los medios de comunicación trataron de minimizar el tamaño de esta protesta, pero los periodistas de Reuters que estaban presentes plantearon que la asistencia era de 40.000 personas. Este video muestra claramente que por lo menos había decenas de miles de asistentes (Vídeo). Marchas similares tuvieron lugar en Sfax (Vídeo), Kairouan (Vídeo), Bizerta (Vídeo), Monastir y otras ciudades con miles de manifestantes.

A pesar de la fuerte presencia policial y de los disparos al aire del ejército, los manifestantes –jóvenes y sindicalistas–, acamparon en la explanada de Kasbah, en las afueras del edificio del gobierno, de donde habían sido desalojados por la fuerza cuatro semanas antes. El lunes había informes de estudiantes de escuela saliendo a la huelga en diferentes ciudades y muchos de ellos marchaban para unirse a los manifestantes en Kasbah. Está claro que después de un corto período de reorganización, después de que la burocracia de la UGTT dio legitimidad al gobierno Gannouchi, el movimiento revolucionario de las masas de Túnez ha ganado fuerza renovada.

Libia

La oleada revolucionaria ha llegado a su punto de influjo más sangriento en Libia, donde la situación se ha vuelto incandescente. Situado entre Túnez y Egipto, muchos comentaristas (¡y el propio Gadafi!) se imaginaban que Libia de alguna manera podría evitar la conflagración general. Según los últimos informes, la insurrección se ha extendido desde el este de Libia a la capital de Trípoli. Anoche se oyeron tiroteos en el centro de Trípoli y en otros distritos. Al Jazeera calcula que el número de muertos en Trípoli es de 61. Otros informes sin confirmar dicen que los manifestantes atacaron durante la noche la sede de la televisión Al-Jamahiriya Dos y Al-Shababia, así como otros edificios del gobierno en Trípoli.

El Centro de Conferencias del Pueblo, donde el Congreso General del Pueblo (Parlamento) se reúne, fue incendiado, y comisarías de policía y otros edificios gubernamentales también fueron atacados, saqueados e incendiados. Esta es ahora una insurrección armada en toda regla. Los enfrentamientos se han sucedido entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad en las ciudades del este del país y en Bengasi en particular, donde la oposición al líder libio Muamar el Gadafi es más intensa. Pero esto se ha extendido hacia el sur y el este del país y a la propia ciudad de Trípoli.

Las protestas en Trípoli no se apaciguaron sino que se intensificaron después de un discurso televisado del hijo de Gadafi, Seif al-Islam. Prometió reformas políticas, sociales y económicas y dijo que el asesinato de manifestantes fue un "error", pero describió a los manifestantes como borrachos y drogadictos que seguían las órdenes de extranjeros. Prometió una conferencia sobre reformas constitucionales dentro de dos días y dijo que los libios deberían "olvidarse del petróleo y la gasolina" y prepararse para la ocupación por el "Occidente" y 40 años de guerra civil si no estaban de acuerdo.

El hijo de Gadafi intentó dibujar un contraste entre la situación en Libia y las revoluciones en Egipto y Túnez: "Libia es diferente. Si se producen disturbios, se dividirá en varios Estados", dijo. Pero lo mismo se dijo antes sobre Egipto, que se suponía que era diferente a Túnez y, por lo tanto, inmune al contagio revolucionario. Los eventos pusieron pronto de manifiesto la falsedad de estas afirmaciones. No había pirámides en Túnez y no hay ninguna en Libia, pero hay un descontento de las masas en todos estos países, que buscan una salida. Cuanto más sean reprimidas, más violenta será la explosión cuando finalmente estalle.

El discurso insinuaba que el ejército y la guardia nacional reprimiría a los "elementos sediciosos" que estaban extendiendo los disturbios: "Podéis decir que queremos democracia y derechos, podemos hablar de ello, deberíamos haber hablado de ello antes. Es esto o la guerra. En lugar de llorar por más de 200 muertos, vamos a llorar por cientos de miles de muertos".

"Vamos a luchar hasta el último momento, hasta la última bala", dijo Gadafi. Pero la pregunta es: ¿para quién está reservada la última bala?

Guerra civil

Saif Gadafi admitió que algunas bases militares, tanques y armas habían sido incautadas y reconoció que el ejército, bajo estrés, abrió fuego contra las multitudes, porque no estaba acostumbrado a controlar manifestaciones.

Testigos en Libia han informado de que algunas ciudades, especialmente en el este, que se perciben como menos fieles a Muamar Gadafi, han caído completamente en manos de los civiles y los manifestantes. Después del discurso, los manifestantes en la calle comenzaron a corear consignas contra Seif al-Islam, así como contra su padre.

Ha habido informes de casos de deserciones del ejército en Bengasi y en Al Bayda en el este de Libia desde el 20 de febrero, y ahora los disturbios se están extendiendo a Trípoli el 21 de febrero. Esto sugiere que el régimen está perdiendo el control de la situación.

Marwan Bishara, importante analista político de Al Jazeera, dijo que el discurso Saif Gadafi parecía "desesperado".

"Sonaba como un discurso desesperado de un hijo desesperado de un dictador que está tratando de utilizar el chantaje con el pueblo libio amenazándole de que él podría convertir el país en un baño de sangre", dijo Bishara.

"Eso es muy peligroso viniendo de alguien que ni siquiera tiene un papel oficial en Libia - por lo que en muchos sentidos, este podría ser el comienzo de un escenario de pesadilla para Libia si un líder despótico pone a su hijo en el aire con el fin de advertir a su pueblo de un baño de sangre si no hacen caso a las órdenes o los dictados de un dictador".

Si el régimen libio trata de aferrarse al poder por la fuerza podría acabar como el régimen de Ceaucescu en Rumanía. Esta perspectiva es escenario de pesadilla para los imperialistas y sus regímenes títeres por todas partes. Los últimos informes indican que la fuerza aérea y la marina de Libia están disparando a instalaciones militares rebeldes e, incluso, a civiles. Parecería que ahora ha estallado una guerra civil abierta en la medida en que Gadafi se aferra desesperadamente al poder, pero esta es una apuesta que puede que no gane.

Dondequiera que se mire, toda la amplia extensión del norte de África y el Oriente Medio está en llamas. Regímenes que se consideraban estables e incuestionables hace sólo dos meses, están siendo sacudidos hasta sus cimientos. Las masas árabes, las cuales eran descritas en términos despectivos por los comentaristas burgueses, tachándolas de pasivas, ignorantes y apáticas, se han convertido en la fuerza más revolucionaria en el planeta. Este es un importante punto de inflexión no sólo en la historia de esta región, sino en la historia del mundo.

La Biblia dice que "los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros". Aquellos que durante tanto tiempo se consideraban como la "vanguardia" han sido pillados completamente desprevenidos y fuera de sintonía con el movimiento real de la clase obrera y la juventud. Aquellos que eran "avanzados" han resultado ser los elementos más atrasados y retrógrados en la ecuación. Y aquellos que se supone que eran "atrasados", ahora están en primera línea. Así es, y así ha sido siempre.

En 1917, durante la revolución rusa, Lenin dijo que la clase obrera es más revolucionaria que el partido más revolucionario. Los acontecimientos de 1917 demostraron que tenía razón. En las calles de El Cairo, Teherán, y Manama, la historia se repite. Los instintos revolucionarios de las masas han llevado el movimiento hacia adelante a pesar de todos los obstáculos. Han dejado de lado las balas y las porras de la misma manera que un hombre aplasta un mosquito. Lo único que falta aquí, que garantizó la victoria final en 1917, es la presencia de una dirección y de un partido verdaderamente revolucionarios.

Lo que es sorprendente es el extraordinario grado de madurez revolucionaria demostrada por los jóvenes y trabajadores de estos países. Sin un partido, sin una auténtica dirección, sin un plan de acción preconcebido, han conseguido milagros. Traen a la mente el movimiento maravilloso de los trabajadores de Barcelona, quienes en 1936, armados sólo con palos, cuchillos y viejas escopetas de caza, irrumpieron en los cuarteles y aplastaron la contrarrevolución fascista. Traen a la mente la Comuna de París, que en palabras de Marx, "tomaron los cielos por asalto".

Es imposible predecir con exactitud cómo se desarrollará la revolución. Esto dependerá de una serie de factores, tanto objetivos como subjetivos. Pero en ausencia de una dirección auténticamente revolucionaria, es inevitable que la revolución se prolongue en el tiempo. Inevitablemente habrá alzas y bajas, flujos y reflujos, períodos de euforia seguidos por períodos de decepción, derrota e, incluso, períodos de reacción. Pero será imposible restablecer nada que se parezca a estabilidad, siempre y cuando el sistema capitalista siga existiendo. Un régimen de crisis seguirá a otro.

Lo más importante, sin embargo, es que la revolución ha comenzado. Es imposible dar marcha atrás al reloj en ninguno de estos países. Y a través de todos los acontecimientos tormentosos que se están desarrollando y se desarrollarán durante un período de meses e incluso años, la clase obrera y la juventud aprenderán. Aprenderán qué partidos y qué líderes les han traicionado y en cuales se puede confiar. Al final, llegarán a comprender que la única forma de avanzar es una ruptura radical con el pasado y la eliminación completa, no sólo de este o aquel líder o régimen, sino de un sistema social esencialmente injusto.

El derrocamiento de Ben Ali y Mubarak, fue el trabajo de las masas revolucionarias y, en particular, de la clase obrera y la juventud. Estas son las únicas fuerzas realmente revolucionarias en la sociedad. No puede haber solución a los problemas de estos países a menos que y hasta que la clase obrera tome el poder en sus propias manos y expropie la riqueza de la oligarquía y el imperialismo.

Cuando la ola actual de lucha termine, cuando las nubes de gases lacrimógenos y de pólvora se levanten, los trabajadores y los jóvenes mirarán a su alrededor y verán que no están solos. El movimiento revolucionario ha ido más allá de las fronteras artificiales establecidas por el imperialismo en el pasado, fronteras que atraviesan todas las fronteras naturales y dividen el cuerpo vivo de los pueblos. El poder del imperialismo sobre los pueblos del norte de África y Oriente Medio se basa en esta división criminal. Para superarla, es esencial que los pueblos han de lograr su libertad y se alzan a su verdadera altura.

El instinto de las masas es el de extender la revolución. Se está extendiendo y se extenderá aún más. Esto plantea la cuestión de la unidad de los pueblos de la región. La única manera de lograrlo es a través de una Federación Socialista del Norte de África y Oriente Medio, no como un objetivo utópico y lejano, sino como una necesidad ardiente y urgente.

¡Viva la Revolución!

¡Abajo el capitalismo y el imperialismo!

¡Trabajadores del mundo uníos!

http://www.marxist.com/replicas-revolucionarias.htm







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sábado, 26 de febrero de 2011

El dilema europeo.







Rebelion. Hacia un regulación caótica















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Economía






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26-02-2011






La nueva fase de la crisis capitalista.

Hacia un regulación caótica




Viento Sur



Traducción: Josu Egireun para VIENTO SUR




La nueva hoja de ruta de la crisis en Europa está bastante clara: se trata de hacer pagar la factura de la crisis a las y los asalariados. Con el objetivo de arrojar un poco de luz sobre la coyuntura actual, vamos a abordar, en primer lugar, la trayectoria de la crisis estos últimos años, para después caracterizar los dilemas planteados en la fase actual y, finalmente, plantear los retos estratégicos de este nuevo periodo.

1. La crisis del capitalismo neoliberal

Para comprender bien los resortes de la crisis actual es necesario tomar un poco de perspectiva. El punto de partida es la crisis de los 70 que puso fin a los “treinta gloriosos”. Como las políticas habituales no eran capaces de hacer funcionar el sistema, se opera el gran giro neoliberal de principios de los 80. Así pues, desde hace 30 años (¿los “treinta penosos”?) vivimos bajo un régimen de capitalismo neoliberal que se caracteriza por tres elementos determinantes:

1. Reducción de la masa salarial e incremento de la tasa de beneficio

2. Dinámica divergente (en tijera) entre los beneficios y las inversiones

3. Incremento de los dividendos

Por ello, antes de la crisis, la imagen de la economía capitalista es la de una enorme masa de “capitales libres” alimentada por la compresión de los salarios y los desequilibrios internacionales. Gracias a la desregulación financiera, estos capitales circulan sin trabas en busca de una hiper-rentabilidad, que las condiciones concretas de producción de plusvalía no puede garantizar más que virtualmente. Así pues, resulta lógico que esta fuga hacia delante se desarrolle en la esfera financiera sin que ello conlleve que la crisis sea estrictamente financiera. Plantear que la crisis es fruto de la desregulación financiera supone ignorar sus causas profundas.

La crisis actual debe entenderse como la crisis del modelo neoliberal que hemos descrito antes; un esquema puesto en pie para dar solución a la crisis anterior. Siendo coherente, este modelo, cuyos elementos constituían todo un sistema, era al mismo tiempo un modelo que generaba desigualdades, frágil y desequilibrado. Pero, a los ojos de las clases dominantes, tenía la ventaja de permitirles acaparar una parte creciente de las riquezas producidas. Actualmente, lo más importante es que este modelo ya no puede funcionar como hasta ahora y que los capitalistas no tienen solución de recambio. Entramos en un período dominado totalmente por esta contradicción: todo lo que se hace tiene por objetivo volver al business as usual, pero eso ya no es posible.

2. La crisis : fase 3. Hacia un regulación caótica

No se trata de predecir la vía concreta que vaya a adoptar el capitalismo los próximos años, sino presentar el conjunto de contradicciones a las que va a estar confrontado. Las vamos a resumir bajo la forma de cuatro “dilemas” que configuran la “regulación caótica” que corresponde al movimiento del capitalismo entre dos imposibilidades: imposibilidad (y rechazo) de volver al capitalismo relativamente regulado de los “treinta gloriosos” por un lado; e imposibilidad de restablecer las condiciones de funcionamiento del modelo neoliberal, porque este modelo se basaba en una fuga hacia delante agotada. Este callejón sin salida se resume, una vez más, así: el capitalismo quiere volver al funcionamiento anterior a la crisis, pero eso resulta imposible.

Dilema del reparto: ¿restablecimiento de la rentabilidad o empleo? La crisis interrumpió de forma brutal la tendencia al alza de los beneficios. Esta degradación se explica, en gran parte, por la evolución de la productividad del trabajo que ha bajado fuertemente debido a que las plantillas sólo se han ajustado parcialmente a la caída de la producción. Ahora, bajo el fuego de la competencia, las empresas quieren lograr el restablecimiento de sus beneficios: mediante el ajuste o congelación de las plantillas e, incluso, mediante la reducción de los salarios.

Al mismo tiempo, dispositivos como el desempleo parcial se van a agotar poco a poco, al igual que las ayudas para relanzar la producción tipo planes renove. Por otra parte, una de las preocupaciones de los organismos internacionales es poner fin a las medidas de urgencia que se aprobaron al inicio de la crisis. Así pues, este ajuste de empleo y de salario va a desencadenar un nuevo giro recesivo debida a la contracción de las rentas familiares.

Dilema de la globalización: ¿reabsorción de los desequilibrios o crecimiento mundial? Uno de los principales motores de la economía mundial antes de la crisis fue el sobreconsumo de los hogares en los Estados Unidos. Es bastante difícil reconducir esta situación. La “definanciarización” emprendida con el reciente aumento de la tasa de ahorro conduce a una nueva contradicción, porque la reducción del consumo significa, también, una dinámica económica más débil. La opción adoptada es la de reorientar la economía americana hacia la exportación, pero esta opción supone que exista una mejora de la competitividad de las exportaciones USA que no se puede alcanzar mas que a través de una devaluación del dólar. Más recientemente se tomó la decisión de inyectar dinero masivamente (quantitative easing). Ahora bien, esta orientación no puede sino incrementar los desequilibrios de la economía mundial. Si logra imponerse la devaluación del dólar, ésta va a tener efecto sobre el ya débil crecimiento en Europa. Y si se combina con la creación monetaria impondrá una reevaluación de las monedas de los países emergentes, fraccionando aún más la economía mundial.

Dilema presupuestario: ¿reabsorción de déficits o gastos sociales? La crisis y los planes de relanzamiento han conducido a un incremento considerable de los déficits que, los gobiernos europeos sobre todo, han decidido reabsorber sin adoptar ninguna medida para estar al abrigo de la ofensiva de los mercados financieros. Es lo que anunció Trichet en 2009: “el proceso de ajuste estructural deberá comenzar, como muy tarde, durante la recuperación de la actividad económica”. En 2011, habrá que intensificar los esfuerzos. Pero, esta opción supone condenar Europa a un débil crecimiento y a la regresión social.

Dilema europeo: ¿coordinación o cada cual a lo suyo? Europa está en vías de implosionar como entidad económica. Su fraccionamiento comenzó bastante antes de la crisis, pero ahora ha pasado el umbral debido a que los distintos países de la UE sufren de la crisis de forma desigual en función del peso relativo de la finanza, del sector inmobiliario o del automóvil en su economía y de su inserción en el mercado mundial. Ahora bien, en la agenda europea no está al orden del día impulsar un verdadera política económica coordinada; mucho menos cuando la UE se ha privado voluntariamente de las instituciones que podrían llevarla a cabo: no existe presupuesto común, no hay una política de cambio y tampoco existe una coordinación fiscal. La Europa de la “competencia libre y no falseada” está, por lo tanto, condenada a que cada cual vaya a lo suyo y asistimos a una verdadera debacle del actual modelo de construcción europeo.

3. Algunas implicaciones estratégicas

Tras haber traducido la deuda privada en pública, el objetivo actual es hacérsela pagar a los trabajadores y trabajadoras. Esta terapia de choque se materializa a través de planes de austeridad que siguen un mismo modelo: reducción de los gastos socialmente útiles y aumento de los impuestos más injustos. Frente a esta violencia social, no hay otra alternativa que hacer pagar los costes del rescate del sistema a los accionistas y a los acreedores.

Porque ahora mismo, lo que está tocando pagar a las trabajadoras y trabajadores europeos es, también, la debacle del proyecto de construcción europea.

Desde el punto de vista de la clase trabajadora, las tareas inmediatas son claras: es necesario hacer frente a los planes de austeridad y rechazar el pago de la deuda soberana, que no es otra cosa que la deuda de la crisis. El proyecto alternativo sobre el que se puede desplegar esta resistencia social es el de la exigencia de otro reparto de la riqueza. Una exigencia coherente con el análisis de la crisis. En efecto, es la compresión salarial o, dicho de otro modo, la apropiación de una parte creciente del plusvalor por el capital financiero lo que ha conducido a la enorme acumulación de deudas que ha provocado la crisis.

Esta alternativa pasa, sobre todo, por una verdadera reforma fiscal que ponga fin a los beneficios fiscales que se vienen otorgando desde hace años a las empresas y a las fortunas. Implica, también, de una u otra manera, la anulación de la deuda pública. La incompatibilidad entre la deuda y los intereses sociales de la mayoría de la población es total. No puede haber una salida progresista a la crisis sin poner en cuestión esta deuda, sea suspendiéndola o reestructurándola. Además, probablemente, algunos países van a tener que suspenderla, lo que le da una importancia mayor al anticiparse a esta situación y plantear cómo debe ser gestionada.

¿Permitiría la salida del euro aflojar la presión? Esta idea se enfrenta a un primer problema: el hecho de que Gran Bretaña no forme parte de la eurozona no la ha preservado de la austeridad. Por otra parte, es bastante fácil de comprender por qué la extrema derecha nacionalista, como el Frente Nacional en Francia, exige la salida del euro. En sentido contrario, resulta más difícil ver cuáles podrían ser los beneficios de esta exigencia desde un punto de vista de izquierda radical. Si un gobierno liberal estuviera obligado a tomar un medida semejante bajo la presión de los acontecimientos, es claro que lo haría como pretexto para una austeridad aún más dura de la que conocemos hoy y que esto no posibilitaría en absoluto, más bien lo contrario, mejorar la relación de fuerzas de los trabajadores y trabajadoras. Esta es la lección que se puede extraer de experiencias pasadas.
Por el contrario, para un gobierno de izquierdas, salir del euro supondría un verdadero error estratégico. La devaluación de la moneda, que es el objetivo que se persigue, abriría inmediatamente una brecha que sería aprovechada por los mercados financieros para desencadenar una ofensiva especulativa sobre ella; lo que conduciría una espiral de deflación-inflación-austeridad. La devaluación, además, aumentaría bruscamente el montante de la deuda, hasta ese momento establecida en euros o dólares. Por otra parte, todo gobierno de izquierdas que desee de verdad adoptar medidas a favor de las y los trabajadores estaría confrontado a fuertes presiones del capitalismo internacional, por lo que ante este prueba de fuerza y desde un punto de vista táctico, valdría más utilizar de forma conflictiva la pertenencia a la zona euro.

¿Qué hacer en esta coyuntura extremamente difícil? Más que señalar las diferencias, ciertamente reales, entre la situación de los diferentes países, el reto está en construir una orientación internacionalista sobre la crisis en Europa. El único medio de oponerse verdaderamente al ascenso de la extrema derecha es proponer objetivos diferentes a las “cabezas de turco” habituales. Es, también, el medio para afirmar una verdadera solidaridad internacional con los pueblos más debilitados por la crisis, exigiendo que sus deudas sean compartidas a nivel europeo. Es necesario oponer un proyecto europeo alternativo al proyecto burgués que lleva a todo los países a una regresión social.

La tarea es difícil, al igual que el período de la crisis que la ha abierto, pero la izquierda radical no debe encerrarse entre la opción imposible de una aventura arriesgada -la salida del euro- y una armonización utópica; debe trabajar en torno a objetivo intermedios que pongan en cuestión las instituciones europeas actuales. Objetivos tales como:

• Que los Estados de la Unión pueden pedir préstamos directamente al Banco Central Europeo (BCE) a tasas de interés bajas y que la banca privada esté obligada a cargar con una parte de la deuda pública.

• Poner en pie un mecanismo para la suspensión de la deuda que permita anular la deuda pública en proporción a los beneficios fiscales otorgados a las fortunas y el dinero otorgado para el reflotamiento de los bancos.

• Que el saneamiento presupuestario pase por una reforma de la fiscalidad orientada a tasar, de forma armonizada a nivel europeo, el movimiento de capitales y las transacciones financieras, los dividendos y otras rentas del capital, las grandes fortunas y los grandes salarios.

Como seguramente sería absurdo esperar una ruptura simultánea y coordinada en todos los países europeos, la única hipótesis concebible debe tomar como punto de partida una experiencia de ruptura en un solo país. El gobierno en cuestión deberá adoptar medidas como la instauración de un impuesto sobre el capital pero, al mismo tiempo, deberá adoptar medidas de represalia contra actividades de las que va a ser víctima, con la instauración de un control sobre los capitales. Adoptando este tipo de medidas, entraría en conflicto abierto con las reglas de juego europeas.

Su principal punto de apoyo está en el carácter solidario de las medidas adoptadas. Esto constituye una enorme diferencia con el proteccionismo clásico, que trata siempre de mejorar la situación del propio país por medio de obtener mayor cuota de mercado frente a otros. Las medidas progresistas, por el contrario, son más eficaces en la medida que se generalizan a un número mayor de países. Por lo tanto, sería preciso plantear la necesidad de una estrategia de extensión de estas medidas basada en el siguiente criterio: afirmamos nuestra voluntad de tasar el capital y adoptamos medidas de protección adecuadas, a la espera de que éstas, tal como las proponemos, se extiendan al conjunto de Europa.

Conclusión: más que enfrentar una con otra, es preciso reflexionar sobre la articulación entre la ruptura con la Europa neoliberal y un proyecto de refundación europea.

[Ponencia para el foro El otro Davos]

http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/index.php?x=3513






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